El popular villancico tiene un significado más profundo de lo que podría parecer a primera vista. Muchos de nosotros, al escucharlo, recordamos las Navidades de nuestra infancia; pero los primeros cantantes que entonaron esta canción, en la década de 1940, lo hicieron pensando en los refugiados de guerra y los soldados forzados al frente
«Sueño con una Navidad blanca», recita la canción que tenemos en los oídos y que nos conmueve cada vez que se emite por radio. Y es quizás inevitable que nos sintamos un poco melancólicos cuando recordamos las lejanas navidades de nuestra infancia. En ellas casi nos parece que la nieve era más blanca, los adornos más festivos y los buenos sentimientos más extendidos.
Pero, ¿es este el mensaje que quiere transmitir la canción? ¿Qué estaba pensando realmente Irving Berlin al componer esas famosas líneas?
Nostalgia
Originalmente, White Christmas era el arrebato de un profesional obligado a pasar la Navidad lejos de su familia
Te sorprenderá descubrir que Irving Berlin cavilaba sobre las blancas Navidades de su infancia mientras se preparaba para pasar una en la soleada California, de gira, en compañía de su productor discográfico y el personal que lo acompañaba.
Era el año 1940; y el compositor, apenado por estar fuera de casa, escribió la canción que conocemos bien… con una notable diferencia: la comenzaba en estos términos:
The sun is shining, the grass is green, the orange and palm trees sway. There’s never been such a day in Beverly Hills, L.A. But it’s December the twenty-fourth – and I am longing to be up North.
Afortunadamente para todos nosotros, Berlín no tardó mucho en darse cuenta de que la distancia de la familia es sin duda una fuente de sufrimiento, pero que el ciudadano promedio podría haber tenido alguna dificultad para empatizar con un hombre exitoso que se queja de que tuvo que gastar su dinero en fiestas en un resort de cinco estrellas de Beverly Hills.
Como resultado, el primer verso se rompió; y esto permitió que la canción se transformara en una melancólica reminiscencia de Navidades pasadas. Un símbolo de una infancia más inocente y más alegre que muchas veces parecemos haber perdido para siempre.
White Christmas fue interpretada por el cantante Bing Crosby y lanzada en diciembre de 1941, logrando un moderado éxito de público. Lo que significa que el éxito no fue abrumador. Posteriormente, el propio Crosby declaró que no había captado de inmediato el potencial de aquella canción, que a primera vista ciertamente le había parecido bonita pero no tan especial como para convertirse en un gran clásico.
Y estalló la guerra…
Pero cuando, doce meses después de aquella Navidad de 1941, las radios reanudaron su programación navideña: y todo había cambiado. Estados Unidos llevaba en guerra ya un año. Muchas familias no habían visto a sus maridos, padres, hijos durante meses; y muchas mujeres eran dolorosamente conscientes de que varias sillas quedarían vacías en la cena de Navidad de ese año.
Al escuchar la melancolía de aquellos que, lejos de casa, no pueden hacer otra cosa que soñar con una Navidad «como las que yo conocí», era inevitable que uno pensara en aquellos soldados del frente, rodeados por los horrores de guerra y en constante peligro para la vida.
Pero eso no es todo: en la melancolía de quienes lamentan las navidades de un tiempo perdido, muchos vieron un llamado a los refugiados de guerra que se habían visto obligados a abandonar sus hogares para salvarse de los bombardeos o para escapar de la persecución racial.
Y, en este sentido, el hecho de que el propio Irving Berlin tuviera orígenes judíos parecía sugerente: el compositor había vivido en América desde que era un niño, por lo que nunca se había visto afectado directamente por las leyes raciales. Sin embargo, esta coincidencia ayudó a fortalecer aún más la asociación entre White Christmas y el sufrimiento de quienes, a causa de la guerra, ven arrebatada su vida cotidiana.
Éxito arrollador
Y así, aquella canción navideña se convirtió en un éxito arrollador: las emisoras de radio se inundaron de solicitudes para transmitirla varias veces al día. A tal punto, que muchos discos terminaron destruidos físicamente por el desgaste.
Se cantaba durante las colectas de fondos que se hacían a favor de los refugiados que emigraban a los Estados Unidos. Muchas iglesias y muchas escuelas la enseñaron a los niños, sugiriendo que la cantaran pensando en sus compañeros menos afortunados.
Y la asociación mental entre la guerra y la canción permaneció durante mucho tiempo en el imaginario colectivo. A partir de la década de 1950, muchas producciones cinematográficas la utilizaron como banda sonora en películas de ambientación militar. Durante las guerras de Corea y Vietnam, varios jóvenes la cantaron de forma polémica, en clave de protesta.
La canción perdió sus connotaciones más bélicas recién en las últimas décadas, cuando muchas naciones pusieron fin al servicio militar y en casi todas partes se hizo la ilusión de que el estruendo de los cañones ya podía reclasificarse como un recuerdo del pasado.
Lamentablemente, la historia reciente nos ha demostrado que estas esperanzas no estaban tan bien fundadas. Y nuevamente este año muchas familias se encontrarán lamentando dolorosamente sus Navidades habituales, que ya no están allí.
Por lo tanto, no estará de más dejar que nuestros pensamientos corran hacia ellos cada vez que escuchemos las notas de White Christmas sonando en la radio. Sin duda espléndidas y preciosas canciones de tema sacro se han dedicado a la Navidad… Pero, a veces, incluso la música «profana» puede ser un punto de partida para la reflexión y la oración.
En 14 de noviembre de 1921, el entonces Presidente de México, General Álvaro Obregón (1920-1924) dio la orden que pusieran una bomba a la imagen de la Virgen de Guadalupe. El autor material, escondió la bomba en un gran ramo de flores y lo puso a los pies del Altar en la Antigua Basílica, huyendo rápidamente. Pienso que con ingenuidad este político anticlerical, imaginó que destruyendo el Sagrado Ayate de Nuestra Señora acabaría con el Catolicismo en nuestro país. Pero ocurrió todo lo contrario, porque corrió por todo el país la noticia y, por tanto, la indignación de los fieles. Además, en muchas otras Catedrales e Iglesias de México también mandó cometer atentados.
Ya desde tiempos de Venustiano Carranza había mostrado un odio agresivo contra el Catolicismo. Cuando se redactó la Constitución de 1917, a través de su lectura, se puede comprobar esta inquina contra la religión. Muchos historiadores comentan que en mucho tuvieron que ver las logias masónicas y la nociva influencia del protestantismo, procedente de Estados Unidos.
En el siglo XIX, el embajador del vecino país anglófono, Joel Poinsett (779-1851), tenía grandes ambiciones expansionistas y un fuerte nacionalismo. Estaba plenamente convencido de “La Doctrina Monroe”: “América para los americanos”. Elaborada en 1823 por John Adams y atribuida al Presidente de USA, James Monroe.
Poinsett intentó convencer al Ministro del Exterior, Juan Francisco de Azcárate la venta a la Unión Americana de Texas, Nuevo México, Alta y Baja California, Sonora, parte de Arizona, Coahuila y Nuevo León, pero fracasó. A raíz de su intento fallido escribió el libro “Notas sobre México” donde hace un completo resumen de la situación política, geográfica y social del gobierno mexicano. Fue el padre de la logia yorkina en nuestro país. Fue quien sembró el odio contra todo lo católico. Y así continuaron los siguientes embajadores, que además funcionaban como agentes espías al servicio del gobierno yankee.
El general Porfirio Díaz, Presidente de México por muchos años hasta que fue derrocado, también perteneció a la masonería. A él le impresionó sobremanera el pensamiento de Augusto Compte (1798-1857), fundador del Positivismo. Compte supo captar muy bien las ideas fundamentales de la Ilustración Francesa y el “cientificismo”. Creía en el irreversible progreso racional y -según él- que las ideas del pasado sobre la religión estaban completamente superadas, y se habían reducido a un mero “fetichismo”, producto de la ignorancia del vulgo.
Por lo tanto, la misión de los gobernantes, filósofos, humanistas y pedagogos era contribuir a eliminar ese “oscurantismo” opuesto a esas ideas revolucionarias y dejar paso a la luz de la razón. Es decir, muchos pensadores y científicos de ese tiempo eligieron a la razón como a una nueva “diosa” y al Positivismo como una especie de nueva religión.
Porfirio Díaz decidió enviar a un numeroso grupo de pedagogos y maestros para ser instruidos en el Positivismo. A su regreso a México, los envió a las principales capitales de la república para que, a su vez, formaran en esa nueva filosofía existencial al mayor número posible de maestros. En el Estado de Sonora fue capacitado, entre otros muchos otros, el profesor Plutarco Elías Calles, quien a la postre sería Presidente de México de 1924 a 1928.
Con esos prejuicios antirreligiosos, este gobernante detonó “La Guerra Cristera” (1926-1929), como magistralmente lo narra el prestigiado historiador francés, radicado en México, Jean Meyer en su publicación “La Cristiada”. Ese conflicto fue un desigual e injusto enfrentamiento entre el Ejército mexicano, perfectamente equipado y preparado para la guerra contra un improvisado grupo de patriotas que defendían heroicamente su fe, a cambio de perder sus vidas, si fuera necesario. Años después, varios Papas -entre ellos San Juan Pablo II- han beatificado y canonizado a numerosos de estos mártires.
Los sucesivos gobiernos del partido en el poder mantuvieron su aversión contra la religión. Particular mención merece el General Lázaro Cárdenas, quien fue Presidente de 1936 a 1940. Nombró Ministro de Agricultura y Ganadería a Tomás Garrido Canabal (1891-1943), quien fue gobernador de Tabasco y Yucatán, destacando por su anticlericalismo. En cierta ocasión, con su grupo de choque “Las Camisas Rojas” ordenó que se ametrallaran a los fieles -sin razón alguna- que iban saliendo de Misa en la conocida Iglesia de San Juan Bautista en Coyoacán. Ese atentado provocó muchos heridos y ahí cayó herida de muerte la joven María de la Luz Camacho. El Presidente Lázaro Cárdenas afirmó de inmediato que se haría una investigación y se castigaría a los culpables de ese atentado. Garrido Canabal tuvo que dejar la Secretaría de Agricultura y huir a Centroamérica, ante la gran indignación de los creyentes en toda la nación. Pero durante el sexenio del Presidente Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), se restablecieron las relaciones entre la Iglesia y el Estado. Aparentemente esos nuevos vínculos habían suavizado esas tensiones. Pero, en 2018, con la llegada al poder del Presidente Andrés Manuel López Obrador se han vuelto a recrudecer las hostilidades. Han sido muchas sus manifestaciones agresivas y fuertes declaraciones a los medios de comunicación sobre su animadversión al Catolicismo.
A últimas fechas se ha planteado en la Cámara de Diputados el que se prohíban colocar Nacimientos de Nuestro Señor Jesucristo en lugares públicos y, además, todos los signos de la fe cristiana, como Crucifijos, imágenes de la Virgen María y de los santos. Esta iniciativa aún no se ha aprobado. Pero, por ejemplo, la actual gobernadora de Campeche, Layda Sansores, por su propia cuenta, tomó la determinación de desmantelar la capilla de San Ramón Nonato y algunos muebles en el Hospital General de Especialidades de esta ciudad capital (cfr. “Milenio” y “El Diario de Yucatán”, 31-8-2022).
Existe una indignación general tanto de los fieles como de los que profesan cualquier religión por considerar estos actos como un abierto atropello contra la libertad religiosa. Desgraciadamente el panorama aparece negativo y muy incierto cara al futuro de esta lamentable situación, así como muchos otros asuntos en el terreno de las libertades, comenzando por los Derechos Humanos, verbigracia, el Derecho a la vida humana, a la libertad de expresión, a la libertad de disentir de las decisiones Presidenciales y de su Partido Morena, etc. La pregunta es, ¿hasta dónde van a llegar estas nuevas fricciones? ¿Estamos a las puertas de un brusco rompimiento de las relaciones Iglesia y Estado? El tiempo lo dirá.
Indudablemente, al término de un año más es recomendable realizar un balance general de nuestra vida, como lo hacen en las empresas. Esta reflexión me llevó a recordar una consideración que leí en un libro hace muchos años y me hizo bastante bien:
“Examen. (…) Contabilidad que no descuida nunca quien lleva un negocio. ¿Y hay negocio que valga más que el negocio de la Vida Eterna?” (“Camino”, No. 235, Escrivá de Balaguer, San Josemaría).
En cierta ocasión, me acerqué a un conocido Notario que se había jubilado y que ahora se dedica a trabajar intensamente en una labor social y asistencial, en la que yo también colaboro. Le pregunté:
-Manuel, ya llevas muchos años apoyando a esta labor social y le dedicas tu mejor tiempo y esfuerzo, cuando muchos de tus colegas que ya están jubilados y emplean su tiempo en viajar, en practicar sus aficiones o simplemente a descansar, ¿tú por qué lo haces?
-Mira, mi querido Raúl, porque no quiero llegar allá Arriba con los morrales vacíos; quiero llegar con los costales bien cargados de buenas obras.
Reconozco que su respuesta me edificó sobremanera porque tenía toda la razón y me llevó a hacer un balance general de mi vida. “Llegar ante Dios con las manos llenas de buenas obras”, pensaba una y otra vez, es justo la reflexión que me hacía falta y que creo que toda persona debe de hacerse.
Ahora, que en pocos días celebraremos la Solemnidad de Nuestra Señora de Guadalupe, me acordé de un conocido español, Ingeniero de profesión, que justo por estas fechas vino a buscarme y lo invité a tomar un café para platicar ampliamente.
En la animada conversación tocamos muchos temas: de sus logros en su actividad profesional, de su familia, de conocidos mutuos; de lugares de México, que había visitado y que le habían agradado mucho. Todo transcurría de modo cordial y ameno, pero al tocar el tema de Dios, me dijo de manera seca y con mal humor:
-Mira, no comiences a “sermonearme”. ¡Eso no lo tolero ni de mi madre!
Le respondí:
-Pero hasta donde y yo recuerdo, estudiaste en colegios católicos; en tu familia siempre te fomentaron la práctica de la vida cristiana, te casaste por la Iglesia…
-Sí, sí -me interrumpió con brusquedad- eso era antes cuando era niño y luego joven, pero ahora ya no creo absolutamente en nada. Soy agnóstico. ¡Así que prefiero no hablar de este tema y punto!
Entonces, conversamos de otros asuntos y le platiqué de mi actividad profesional. Pasó un poco tiempo, después terminamos y nos despedimos.
Antes de concluir añadió:
-¡Y todavía la ilusa de mi madre me recomendó que no me regresara a Madrid, sin antes ir a la Villa de Guadalupe! ¿Cómo ves? -me preguntó burlonamente.
Y le dije con seguridad:
-Mira, velo por el lado de incrementar tu cultura general. Porque la Villa de Guadalupe es el Santuario en donde asisten el mayor número de fieles, no sólo de nuestro país, sino que me he encontrado con personas de todo el Continente Americano, de Europa, ¡hasta de Australia e Indonesia! Con eso te digo todo. ¡Te sugiero que vayas!
A los pocos días, este amigo español me llamó desde el aeropuerto y me dijo:
-No me vas a creer lo que me pasó en la Villa. Finalmente fui a regañadientes. Me puse en esa banda que hay donde se mira de cerca a la Virgen María y delante de mí había una indita, muy pobrecita, que iba vestida con su traje típico, descalza, con sus trenzas y no paraba de darle gracias a la Virgen. Decía:
-Madrecita, gracias porque mi marido se curó de la fuerte pulmonía que le dio; gracias porque mi yerno dejó de beber; gracias porque a mi hijo le fue bien en su cosecha de las tierritas de maíz que sembró; gracias porque mi sobrino se salvó de ahogarse en el río, y así una retahíla de gracias…
Y me solté llorando, diciéndole a Dios: “Señor, yo que lo tengo todo en la vida, me he alejado de ti y de tu Madre, y esta pobrecita -que nada tiene- no deja de dar gracias. ¡Qué malagradecido he sido contigo, perdóname! Y a continuación subí a buscar a un sacerdote e hice una Confesión general de mi vida y me dio la absolución. Como al finalizar, me di cuenta que había Misa y recibí a Jesús en la Eucaristía. Todo eso me llenó de una gran paz espiritual y estoy muy agradecido con mi mamá y contigo. No quise hacer una cita para charlar porque se me caía la cara de vergüenza. Pero sé que a mi madre le dará mucho gusto. Así que me despido porque mi avión sale en un rato más. ¡Muchas gracias por todo!
Me quedé pensando que, en realidad, yo no había logrado nada con él. Reconozco que había rezado, pero hasta ahí. Más bien, había sido la Virgen de Guadalupe, a través de aquella indita, quien había provocado aquella impresionante conversión de vida. Y me parece que con este par de anécdotas ya está todo dicho.
Resumen del informe del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral
La Iglesia aprecia el sistema de la democracia en la medida en que asegura la participación de los ciudadanos en las opciones políticas y garantiza a los gobernados la posibilidad de elegir y controlar a sus propios gobernantes, o bien la de sustituirlos oportunamente de manera pacífica», dice el Compendio de Doctrina Social de la Iglesia.
Sin embargo, en 2022 «la mitad de los gobiernos democráticos del mundo están en declive, socavados por problemas que van desde las restricciones a la libertad de expresión hasta la desconfianza en la legitimidad de las elecciones».
Este es el resumen del informe del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral, con sede en Estocolmo (IDEA Internacional). «Este declive se produce cuando los líderes electos enfrentan desafíos sin precedentes, tales como la guerra de Rusia en Ucrania, las crisis del costo de vida, una recesión global inminente y el cambio climático».
En uno de los «hallazgos» de este informe se muestra que la democracia «no parece estar evolucionando de una manera que refleje las necesidades y prioridades que cambian rápidamente. Hay pocas mejoras, incluso en democracias que se están desempeñando en niveles medios o altos».
Una erosión constante
El texto presentado el pasado 30 de noviembre (de 2022) señala que el número de países en retroceso —aquellos con erosión democrática más severa— «está en auge e incluye democracias tan establecidas como la de los Estados Unidos, que aún enfrenta problemas de polarización política, disfunción institucional y amenazas a las libertades civiles».
Y señala un dato aterrador: en el mundo, el número de países que avanzan hacia el autoritarismo es más del doble del número de países que avanzan hacia la democracia.
El declive de la democracia global incluye el socavamiento de resultados electorales creíbles, restricciones a las libertades y derechos en línea, desilusión de los jóvenes con los partidos políticos y los líderes inaccesibles, corrupción intratable y el surgimiento de partidos de extrema derecha y extrema izquierda que han polarizado la política.
«El mundo enfrenta una multitud de crisis, desde el costo de la vida hasta los riesgos de una confrontación nuclear y la aceleración de la crisis climática. Al mismo tiempo, vemos la democracia global en declive. Es una mezcla tóxica», expresó el secretario general de IDEA Internacional, Kevin Casas-Zamora al presentar el informe de 2022.
Camino al autoritarismo populista
Y recalcó algo muy importante que ya decía el papa Francisco recientemente, en su entrevista con America Magazine: que la polarización no es católica (ni ética). «Nunca –dijo Casas-Zamora, ha habido tanta urgencia para que las democracias respondan, para mostrar a sus ciudadanos que pueden forjar contratos sociales nuevos e innovadores que unen a las personas en lugar de dividirlas».
A fines de 2021, dice el texto de la organización intergubernamental, la mitad de los 173 países evaluados experimentaron disminuciones en al menos un subatributo de la democracia, lo cual debería de encender todos los focos de alarma en el mundo.
Y es que el autoritarismo sigue profundizando en todos los rincones del planeta. Es más: casi la mitad de todos los regímenes autoritarios han empeorado. Afganistán, Bielorrusia, Camboya, Comoras y Nicaragua, entre otros países, «han experimentado un gran declive».
En cuanto a las Américas, el informe de IDEA Internacional señala que tres de cada siete democracias en retroceso se encuentran en el Continente, «lo que apunta a instituciones debilitadas incluso en democracias de larga data». Y luego subraya que los populistas siguen ganando terreno «a medida que la innovación y el crecimiento democráticos se estancan o decaen».
Todo el mundo habla de ello, pero ¿qué es y cómo despertar el pensamiento crítico en el aula? Richard W. Paul lo definió como “el modo de pensar en el que mejoramos la calidad del pensamiento al apoderarnos de las estructuras inherentes del acto de pensar y someterlas a estándares intelectuales”.
En otras palabras, debido a que es un pensamiento disciplinado y autodirigido capaz de corregirse y mejorar, está estrechamente relacionado con el aprendizaje y la educación.
En la actualidad, el debate sobre el cambio de paradigma de la educación está abierto en muchos aspectos, pero hay una cuestión en la que la mayoría de profesionales coinciden: si la enseñanza se reduce a la acumulación de contenidos, el aprendizaje nunca será profundo.
La interpretación de datos necesariamente aplica conceptos abstractos para poder entender el contenido de manera profunda, herramientas que nacen precisamente del pensamiento crítico.
Es decir, si eres capaz de despertar el pensamiento crítico en el aula estarás fomentando la capacidad para formular preguntas (más aún que para responderlas) y resolver problemas. En definitiva, la madurez intelectual.
¡Y muy importante! Movilizarás habilidades de pensamiento que permiten vincular conocimiento y práctica: saber para actuar correctamente. Lección llegada directamente de Sócrates atravesando 2500 años de historia.
6 claves para despertar el pensamiento crítico en el aula
El objetivo de despertar el pensamiento crítico en el aula es formar personas independientes, curiosas, humildes y perseverantes frente a cualquier obstáculo. Por eso te ofrecemos algunas claves que desarrollen competencias transversales y aplicables a cualquier área.
Un ambiente adecuado
Puede parecer obvio y por eso mismo lo puedes olvidar. Y si olvidas este punto al principio, después será muy difícil corregirlo.
Lo primero que necesitas para despertar el pensamiento crítico en el aula es un ambiente propicio, en el que las normas sean compartidas y consensuadas como reglas de juego. No te preocupes por dedicar a eso el tiempo que sea necesario.
Dibujar el pensamiento
En la educación primaria y especialmente en el ciclo superior (a partir de los 10 años), resulta muy efectivo invitar a los estudiantes a dibujar o utilizar fotos para analizar conceptos abstractos. Eso les permitirá materializarlos y descubrir ideas y matices nuevos.
Puedes organizar un trabajo en grupos reducidos (2-3) en el que tengan que dibujar u organizar en un collage de fotos, por ejemplo, esas normas consensuadas en el punto anterior. Después, pídeles que verbalicen por qué han dibujado o elegido esas fotos para representar cada norma.
Fomentar el diálogo
También el diálogo alimenta el pensamiento crítico y este lo necesita para ponerse a prueba, pero no siempre es fácil que en un grupo sea participativo por igual. La disposición en el espacio es importante y las estrategias para fomentarlo también.
Prueba a cambiar la disposición de los alumnos y si hablamos de alumnos jóvenes, utiliza objetos mediadores que permitan hablar, para que se respeten los turnos de palabra.
Con eso estarás sentando las bases de una comunidad de investigación en pequeño. Pero para que eso tenga continuidad en el tiempo, necesitarás un horizonte. Es decir, un proyecto.
Elaborar un manual para pensar
A pensar se aprende, y si hablamos de enseñar a utilizar el pensamiento crítico en el aula con más razón. Por eso es muy recomendable que entregues un guión con pasos para su aplicación en la resolución de problemas:
Definir con claridad objetivos y dificultades, decidir qué conocimientos necesitas y dónde los puedes encontrar, analizar la información, qué limitaciones existen…
Deja que el propio guión lo analicen y critiquen. ¡Quizás lo pueden mejorar!
Proyectos de investigación
Para poder llevar a cabo un proyecto los alumnos necesitarán aplicar todas las herramientas que ofrece el pensamiento crítico, como el análisis o la argumentación.
Por eso es tan interesante diseñar proyectos a largo plazo que involucren varias asignaturas y obliguen a analizar la propia experiencia y someterla a un plan estratégico.
La mirada sobre la información
Un ejercicio excelente y cada vez más necesario es el de analizar las publicaciones de medios de comunicación digitales, como una manera de aprender a ser conscientes de que son los lentes a través de los cuales miramos (y distorsionamos) la realidad.
Para eso, puedes proponer un ejercicio que siga varios pasos: clasificación del tipo de publicación, análisis de los argumentos, verificación de la información y contrastación con otras fuentes, y conclusiones finales.
¿Ya te has propuesto inculcar el pensamiento crítico en el aula? ¡Comparte con nosotros tu experiencia!
Crea un aula que incentive valores como la verdad, mentalidad abierta, empatía, racionalidad, autonomía y autocrítica.
Promueve un ambiente donde el estudiante pueda describir y explorar sus propias creencias, expresar libremente sus sentimientos y comunicar sus opiniones.
Explica los propósitos, la metodología y las formas de evaluación de los objetivos de aprendizaje antes de comenzar las clases.
Fomenta el debate en voz alta para que los alumnos tomen confianza en su capacidad de razonamiento.
Expón menos y da más espacio al pensamiento.
Enseña a leer, analizar y procesar la información en lugar de hacerlo por ellos.
Presenta temas complejos con sus conceptos y posibles problemas a resolver.
Fortalece los puntos de vista ofreciendo la palabra a quienes no levantan la mano y pidiendo a los demás sintetizar lo que dicen.
Entrega retroalimentación.
Incentiva que los estudiantes comuniquen su razonamiento y conclusiones finales.
COMPONENTES E INDICADORES
El pensamiento crítico se compone de los siguientes conocimientos, habilidades y actitudes.
CONOCIMIENTOS (LO QUE SÉ)
HABILIDADES (LO QUE SÉ HACER CON LO QUE SÉ)
ACTITUDES (COMO ME COMPORTO EN EL MUNDO CON LO QUE SÉ HACER)
Integración de manera clara de los estudiantes de una investigación
Determinar la manera en que los elementos de un sistema interactúan entre sí para producir los resultados observados en dicho sistema
Considera y evalúa diversos puntos de vista
Manejo de sistemas y estrategias para enfrentarse a problemas desconocidos
Examina e identifica ideas, producir resultados generales y analizar argumentos
Reflexiona acerca de las experiencias y procesos de aprendizaje.
Comprensión de la importancia que tiene la evidencia en la formación de una creencia
Sintetiza y establece conexiones entre la información y los argumentos
Utiliza sus reflexiones para tomar decisiones
Revisión de ideas cuando aparece evidencia que no está de acuerdo con ella.
Interpreta información y obtiene conclusiones basadas en un análisis.
Es receptivo a soluciones innovadoras y modos no convencionales de solucionar problemas.
Identificación de vacíos en el conocimiento
Evalúa afirmaciones y argumentos
Formula preguntas con sentido que tiendan a aclarar los distintos puntos de vista y conduzcan a una mejor solución.
Formulación de preguntas que aclaren los distintos puntos de vista y conduzcan a una solución mejorada.
Considera evidencia y supuestos alternativos para obtener conclusiones.
Confía en su razonamiento.
Establece resultados, justifica procedimientos y expone argumentos.
Es inquisitivo y se preocupa por estar bien informado.
Utiliza razonamiento inductivo o deductivo de acuerdo a la situación planteada.
Es receptivo y equilibrado.
Evalúa de manera honesta sus propias preferencias.
Está dispuesto a reconsiderar o revisar sus ideas cuando sea necesario.
Antes he escrito sobre este tema trascendental para la sociedad libre pero dadas las amenazas y escaramuzas recientes, es del caso insistir en el asunto. Nada hay más importante que se garantice la libertad de expresar todo lo que le dé la gana al opinante. Esto no solo hace a una manifestación básica de respeto y permite la información sino que resulta esencial para el progreso del conocimiento que como es sabido tiene la característica de la provisionalidad sujeta a refutaciones, lo cual permite saltos cuánticos en el aprendizaje. En este último campo, sin libertad de prensa el embrutecimiento es la norma que –además de otras barrabasadas– es precisamente lo que ocurre en los regímenes totalitarios. El debate abierto de ideas resulta medular para el progreso moral y material.
En otros términos, para incorporar algo de tierra fértil en el mar de ignorancia en que nos debatimos, se hace necesario recabar el máximo provecho del conocimiento existente, por su naturaleza disperso y fraccionado entre millones de personas. Con razón ha sentenciado Einstein que “todos somos ignorantes, solo que en temas distintos”. Al efecto de sacar partida de esta valiosa descentralización, es indispensable abrir de par en par puertas y ventanas para permitir la incorporación de la mayor dosis de sapiencia posible. Esto naturalmente requiere libertad de pensamiento y la consiguiente libertad de expresarlo, lo cual se inserta en el azaroso proceso evolutivo de refutaciones y corroboraciones siempre provisorias.
Esta libertad es respetada y cuidada como política de elemental de higiene cívica en el contexto de una sociedad abierta, no solo por lo anteriormente expresado sino porque demanda información de todo cuanto ocurre en el seno de los gobiernos para así velar por el cumplimiento de sus funciones específicas y minimizar los riesgos de extralimitación y abuso de poder.
Este es el sentido por el que los Padres Fundadores en EE.UU. otorgaron tanta importancia a la libertad de prensa y es el motivo por el que se insertó con prioridad en la mención de los derechos de las personas en su carta constitucional, la cual, dicho sea al pasar, fue tomada como punto de referencia en la sanción de la argentina. Thomas Jefferson escribió en 1787 que “si tuviera que decidir entre un gobierno sin periódicos o periódicos sin gobierno, no dudaría en elegir lo último”.
Resulta especialmente necesaria la indagación por parte del periodismo cuando los aparatos de la fuerza que denominamos gobierno pretenden ocultar información bajo los mantos de la “seguridad nacional” y los “secretos de Estado” alegando “traición a la patria” y esperpentos como el “desacato” o las intenciones “destituyentes” por parte de los representantes de la prensa. Debido a su trascendencia y repercusión pública internacional, constituyen ejemplos de acalorados debates sobre estos asuntos los referidos a los llamados “Papeles del Pentágono” (tema tan bien tratado por Hannah Arendt) y el célebre “Caso Watergate” que terminó derribando un gobierno.
Por supuesto que nos estamos refiriendo a la plena libertad sin censura previa, lo cual no es óbice para que se asuman con todo el rigor necesario las correspondientes responsabilidades ante la Justicia por lo expresado en caso de haber lesionado derechos de terceros. Esta plena libertad incluye el debate de ideas con quienes implícita o explícitamente proponen modificar el sistema, de lo contrario se provocaría un peligroso efecto boomerang (la noción opuesta llevaría a la siguiente pregunta, por cierto inquietante ¿en que momento se debiera prohibir la difusión de las ideas comunistas de Platón, en el aula, en la plaza pública o cuando se incluye parcial o totalmente en una plataforma partidaria?). Las únicas defensas de la sociedad abierta radican en la educación y las normas que surgen del consiguiente aprendizaje y discusión de valores y principios.
Hasta aquí lo básico del tema, pero es pertinente explorar otros andariveles que ayudan a disponer de elementos de juicio más acabados y permiten exhibir un cuadro de situación algo más completo. En primer lugar, la existencia de ese adefesio que se conoce como “agencia oficial de noticias”. No resulta infrecuente que periodistas bien intencionados y mejor inspirados se quejen amargamente porque sus medios no reciben el mismo trato que los que adhieren al gobierno de turno en cuanto a la distribución de la pauta publicitaria o a los que la juegan de periodistas y son directamente megáfonos del poder del momento. Pero en verdad, el problema es aceptar esa repartición estatal en lugar de optar por su disolución, y cuando los gobiernos deban anunciar algo simplemente tercericen la respectiva publicidad. La constitución de una agencia estatal de noticias es una manifestación autoritaria a la que lamentablemente no pocos se han acostumbrado.
Es también conveniente para proteger la muy preciada libertad a la que nos venimos refiriendo, que en este campo se de por concluida la figura atrabiliaria de la concesión del espectro electromagnético y asignarlo en propiedad para abrir las posibilidades de subsiguientes ventas, puesto que son susceptibles de identificarse del mismo modo que ocurre con un terreno. De más está decir que la concesión implica que el que la otorga es el dueño y, por tanto, tiene el derecho de no renovarla a su vencimiento y otras complicaciones y amenazas a la libre expresión de las ideas que aparecen cuando se acepta que las estructuras gubernamentales se arroguen la titularidad, por lo que en mayor o menor medida siempre pende la espada de Damocles.
De la libertad de expresión se sigue la de asociación y de petición que deben minimizar las tensiones que eventualmente generen batifondos extremos y altos decibeles que afectan los derechos del vecino, lo cual en un sistema abierto se resuelve a través de fallos en competencia como mecanismo de descubrimiento del derecho y no como ingeniería legislativa y diseño arrogante.
Fenómeno parecido sucede con la pornografía y equivalentes en la vía pública que, en esta instancia del proceso de evolución cultural, hacen que no haya otro modo de resolver las disputas como no sea a través de mayorías circunstanciales. Lo que ocurre en dominios privados no es de incumbencia de los gobiernos, lo cual incluye la televisión que con los menores es responsabilidad de los padres y eventualmente de las tecnologías empleadas para bloquear programas. En la era moderna, carece de sentido tal cosa como “el horario de protección al menor” impuesto por la autoridad, ya que para hacerlo efectivo habría que bombardear satélites desde donde se transmiten imágenes en horarios muy dispares a través del globo. Las familias no pueden ni deben delegar sus funciones en aparatos estatales como si fueran padres putativos, cosa que no excluye que las emisoras privadas de cualquier parte del mundo anuncien las limitaciones y codificadoras que estimen oportunas para seleccionar audiencias.
Otra cuestión también controversial se refiere a la financiación de las campañas políticas. En esta materia, se ha dicho y repetido que deben limitarse las entregas de fondos a candidatos y partidos puesto que esos recursos pueden apuntar a que se les “devuelva favores” por parte de los vencedores en la contienda electoral. Esto así está mal planteado, las limitaciones a esas cópulas hediondas entre ladrones de guante blanco mal llamados empresarios y el poder, deben eliminarse vía marcos institucionales civilizados que no faculten a los gobiernos a encarar actividades más allá de la protección a los derechos y el establecimiento de justicia. La referida limitación es una restricción solapada a la libertad de prensa, del mismo modo que lo sería si se restringiera la publicidad de bienes y servicios en diversos medios orales y escritos.
Es del caso enfatizar que en demasiadas oportunidades cuando se propone algo novedoso y distinto las mentes liliputenses se refugian en la falacia ad populum, esto es si nadie lo hace está mal y si todos lo hacen está bien. Con este criterio de telaraña mental nuestros ancestros no hubieran pasado del garrote, el taparrabos y la cueva pues el primero que utilizó el arco y la flecha, el poncho o el rancho no los usaba nadie por tanto habría que condenarlos. Otra vez reitero lo consignado por John Stuart Mill: “Todas las nuevas ideas que son buenas pasan por tres etapas, la ridiculización, la discusión y la adopción.” Tenemos que acostumbrarnos a dar rienda suelta a las neuronas y no quedarnos bloqueados por el statu quo resultado de una educación mediocre –más bien adoctrinamiento– acostumbrada a la guillotina horizontal que nivela y recibe servilmente instrucciones desde el vértice del poder político.
Afortunadamente han pasado los tiempos del Index Expurgatorius en el que papas pretendían restringir lecturas de libros, pero irrumpen en la escena comisarios que limitan o prohíben la importación de libros, dan manotazos a la producción y distribución de papel, interrumpen programas televisivos o, al decir del decimonónico Richard Cobden, establecen exorbitantes “impuestos al conocimiento”. La formidable invención de la imprenta por Pi Sheng en China y más adelante la contribución extraordinaria de Gutenberg, no han sido del todo aprovechadas, sino que a través de los tiempos se han interpuesto cortapisas de diverso tenor y magnitud pero en estos momentos han florecido (si esa fuera la palabra adecuada) megalómanos que arremeten con fuerza contra el periodismo independiente (un pleonasmo pero en vista de lo que sucede, vale el adjetivo).
Esto ocurre debido a la presunción del conocimiento de gobernantes que sin vestigio alguno de modestia y a diferencia de lo sugerido por Einstein, se autoproclaman sabedores de todo cuanto ocurre en el planeta, y se explayan en vehementes consejos a obligados y obsecuentes escuchas en imparables verborragias.
Como queda dicho, en una sociedad libre no hay tal cosa como “delitos de prensa” hay simplemente delitos del mismo modo que no hay delito de pistola o delito de cuchillo se pueden cometer vía estas armas, el delito eventualmente puede cometerse a través de la prensa como cuando se hace la apología del delito, por ejemplo, invitando a que “se asesinen a los rubios” lo cual abre la posibilidad a que algún rubio acuda a la Justicia en su resguardo la que se pronunciará sobre el caso o las calumnias, agravios e injurias que los estrados judiciales estimen punibles. En parte es lo que se conoce como la controvertida y a veces manipulada “doctrina de la real malicia” iniciada en EE.UU. (“real malice”) con el caso New York Times vs. Sullivan en 1964, figura incorporada por la Corte Suprema de Justicia argentina con suerte dispar.
El contrapoder o Poder Judicial en un sistema republicano tiene siempre la última palabra lo cual no excluye lo que pueda transmitir el esencialísimo Cuarto Poder, es decir el periodismo. Conviene en este contexto distinguir lo dicho de la mera transmisión informativa de la comisión de un delito.
A nuestro juicio en nuestro medio los tratadistas más destacados en materia de libertad de prensa han sido José Manuel Estrada, Segundo Linares Quintana y, sobre todo el suculento tratado de Gregorio Badeni en la materia. Dados los temas controvertidos aquí brevemente expuestos –y que no pretenden agotar los vinculados a la libertad de prensa– considero que viene muy al caso reproducir una cita de la obra clásica de John Bury titulada Historia de la libertad de pensamiento: “El mundo mental del hombre corriente se compone de creencias aceptadas sin crítica y a las cuales se aferra firmemente […] Una nueva idea contradictoria respecto a las creencias que sustenta, significa la necesidad de ajustar su mente […] Las opiniones nuevas son consideradas tan peligrosas como molestas, y cualquiera que hace preguntas inconvenientes sobre el por qué y el para qué de principios aceptados, es considerado un elemento pernicioso”.
Este artículo fue publicado originalmente en Infobae (Argentina) el 11 de junio de 2022.
Las democracias latinoamericanas —o muchas de ellas— navegan en un mar de desconfianza.
Por José Woldenberg
Contra el optimismo que tiñó a la región a inicios de siglo, cuando el ciclo de restablecimiento o fundación de regímenes democráticos presagiaba no solo nuevos sino mejores tiempos, hoy “la sensación generalizada de que las reglas del juego democrático son una fachada de sociedades injustas, autoritarias y gobiernos autocráticos” parece expandirse. El desencanto, la apatía, el cinismo, flotan en el ambiente y ello no presagia nada bueno. Aunque existan voces que afirman que el enojo y el malestar son consustanciales a los regímenes pluralistas, creo que les asiste la razón a Wences y Güemes al preocuparse por los efectos desgastantes, erosionadores, que tiene la desconfianza en las instituciones que hacen posible la reproducción del sistema democrático. Y por ello intentan hacer avanzar algunas propuestas para revertir esa situación.
La confianza es una construcción. No se puede decretar ni aparece de la noche a la mañana. Y es el piso necesario no sólo para una vida política más o menos armónica y productiva, sino para hacer medianamente habitable la vida misma. Y como dicen las autoras, “la literatura insiste” en que son dos pilares los que pueden incrementar la confianza en las instituciones republicanas: “un Estado de derecho democrático y eficiente […] y el establecimiento y garantía de una equidad que permita paliar el daño que causa la desigualdad”. No tengo duda de ello. Pero lograrlo requiere de políticas mayores y con horizonte, que es a lo que apunta el artículo.
Lo sabemos o intuimos: “gobiernos deshonestos o ineficientes minan la confianza”, y para superar esa situación, nos dicen las autoras, es menester revisar el entramado normativo e institucional, subrayar el combate a la corrupción e incluso desatar potentes campañas pedagógicas en la materia (que abarquen desde la escuela hasta los medios). Tienen razón, pero (creo) que en el mundo no se ha inventado mejor método para atajar los fenómenos de corrupción que la acción penal contra los infractores. Cuando “quien la haga la pague”, será la mejor fórmula para inhibir conductas delictivas.
Pero a diferencia de otros estudiosos cuyas reflexiones no trascienden el círculo de los “problemas políticos”, el artículo que comentamos apunta —y con razón— a lo que yo llamo la falla estructural de las democracias latinoamericanas: la desigualdad que escinde y polariza a nuestras sociedades. Y sobre ese terreno es muy difícil construir algo medianamente sólido y confiable. Las cito en extenso:
Estudios comparados destacan los efectos de políticas públicas de bienestar social en la creación de confianza social, enfocándose principalmente en los regímenes de bienestar socialdemócrata […] Cuando el Estado invierte en mejorar la redistribución y socializar los riesgos individuales, se contribuye al desarrollo de una identificación emocional con el colectivo de que se forma parte, una especie de solidaridad y sentido de pertenencia.
Al igual que ellas, creo que esa es la asignatura más relevante a la que debemos hacer frente. Porque una sociedad escindida —en las que unos pueden ejercer todos sus derechos y millones se encuentran excluidos de esa posibilidad— difícilmente generaría la cohesión social necesaria para una coexistencia medianamente armónica.
El texto, además, hace un resumen eficiente de dos iniciativas que intentan atender los problemas enunciados: la de la OCDE y la de la Alianza para el Gobierno Abierto, que pueden servir como puntos de partida para un debate al respecto; y el artículo concluye con una reflexión general que entiende que la democracia, como cualquier otro régimen de gobierno, no flota en el aire, sino en un contexto determinado y que el mismo puede ayudar a su consolidación o a su erosión. Porque al malestar imperante no se le puede hacer frente solamente con reformas de carácter político-procedimental (que son importantes), sino asumiendo que el principio de igualdad que preside el ideal democrático tiene que trascender el cerco de la política e instalarse con fuerza en nuestra hoy sociedad estamentada.
Annunziata, R. (2016, enero-abril). La democracia exigente. La teoría de la democracia de Pierre Rosanvallon. Andamios. Revista de investigación social, 13 (30), 39-62.
La democracia es un régimen de gobierno que aspira a ofrecer un cauce de resolución a la convivencia y competencia de las diferentes corrientes político-ideológicas que tienen asiento en una sociedad determinada. Esa es su virtud intransferible. Porque los regímenes autoritarios, dictatoriales, totalitarios y teocráticos lo que intentan es lo contrario: erradicar la diversidad, puesto que suponen que una sola concepción, un solo ideario, una sola organización son los portadores del Bien. Así, la democracia ofrece una fórmula para resolver la coexistencia pacífica de la diversidad y otra para la sustitución de los gobernantes sin el costoso expediente de la sangre, como decía Popper. Pero las democracias no son paraísos terrenales (entre otras cosas porque los paraísos no existen en la tierra), sino apenas un arreglo institucional que porta consigo infinidad de problemas que les son connaturales. Y a comprender esa dimensión, sin duda alguna, ayuda la obra de Pierre Rosanvallon.
El autor francés —dice Rocío Annunziata— nos ayuda a comprender cómo la democracia “hace inteligible el desencanto contemporáneo”, pero sobre todo lo “traduce positivamente en exigencia”. El desencanto se convierte en un motor de diversas transformaciones que construyen un régimen laberíntico y plagado de pesos y contrapesos (esto lo digo yo).
Rosanvallon nos permite comprender cómo en el código genético de la democracia están sembradas las nociones que lo vuelven un sistema complicado. El momento o la fórmula electoral permiten la competencia regulada de la diversidad política, llaman a la participación ciudadana y legitiman a los titulares de los poderes constitucionales. Pero la suspicacia frente a los políticos y los gobernantes y los legisladores y los funcionarios públicos, pone en acto una “sociedad de la desconfianza” que debe ser organizada y encausada de manera institucional.
“La contrademocracia —que porta en sus genes la democracia (la acotación es mía)— se define como la democracia de la desconfianza frente a la democracia de la legitimidad electoral” y es la que pone en acto los “poderes de control, de obstrucción o veto y judiciales”, es decir, poderes de denuncia y calificación, de crítica y de juicio, que crean un contexto de exigencia a los poderes constitucionales que no pueden ser ajenos a esa situación. El pueblo no es solo el elector sino el pueblo controlador, el pueblo veto y el pueblo juez. Tiene razón Annunziata, pero creo que Rosanvallon va más lejos: esos contrapoderes no solo están colocados en la sociedad, en el pueblo, sino en las propias instituciones estatales. Así, el control del Ejecutivo, por ejemplo, está colocado en el Legislativo. La capacidad de veto la pueden ejercer las oposiciones siempre y cuando tengan suficiente fuerza. Y el Poder Judicial es capaz de revertir decisiones del resto de los poderes si juzga que sus acciones vulneraron la Constitución o las leyes. No contradigo a Annunziata, solo digo que mi lectura de Rosanvallon me indica que los pesos y contrapesos se encuentran ya desde el propio diseño del régimen democrático.
La desconfianza en los poderes públicos ha generado, como bien lo apunta la autora, la necesidad de generar legitimidades de nuevo cuño. La “legitimidad de la imparcialidad” que demanda un funcionamiento por encima de las lógicas partidistas y facciosas. En nuestro caso, la creación de un buen número de instituciones autónomas podrían ilustrar lo dicho (INE, Banco de México, CNDH, INAI, etc.). Esa imparcialidad “debe ser demostrada públicamente de manera constante” y de alguna manera son facultades cercenadas a los actores tradicionales de la política democrática.1 La “legitimidad de reflexividad”: “en el lugar de la simplificación que supone la elección […] coloca la insistencia reflexiva de volver a pensar las decisiones, de pluralizar los enfoques y los ángulos de cada cuestión para lograr una visión más completa de la misma.” Entre nosotros cada vez resulta más frecuente que la Corte tenga que desahogar controversias de constitucionalidad y acciones de inconstitucionalidad, lo que está obligando a los legislativos y a los ejecutivos a leer “correctamente” las posibilidades y límites de las normas constitucionales. Y la “legitimidad de proximidad” que obliga a los actores de la política a atender las particularidades de cada tema, acción o política. “A los ciudadanos les importa […] escuchar que la decisión que finalmente se toma con respecto a su caso los tome en cuenta.” De ahí la necesidad de los políticos de mostrarse cercanos, atentos a la singularidad de los casos, lo que impacta incluso a su gestualidad y comportamiento.
Cito en extenso a Rocio Annunziata:
La gran transformación política de la democracia, que ha sacado de su centro a la dimensión que ocupara durante dos siglos ese lugar (lo electoral-representativo), fue también acompañada por una gigantesca transformación social. La de los años ochenta es la década del cuestionamiento al Estado de bienestar y una forma de concebir la igualdad y la solidaridad social. Por eso es que en el presente también está en cuestión la democracia como una forma de sociedad de iguales o semejantes. Mientras progresa la ciudadanía política […] parecería que retrocede la ciudadanía social. En nuestras democracias, las desigualdades crecen durante los últimos años de manera sorprendente.
Ese proceso —sin duda— ha erosionado uno de los pilares de la reproducción de los sistemas democráticos. Al darle la espalda a la justicia social, al cancelar o atemperar los mecanismos redistributivos, la democracia pierde mucho de su vigor y atractivo. Y si a ello le sumamos la expansión de un individualismo, en el que el ciudadano se contempla a sí mismo sin lazos ni compromisos, el círculo tiende a cerrarse. Por ello, si mal no entendí, habría que aceptar la “singularidad”, pero fomentando la “reciprocidad” y la “comunalidad”, de tal suerte que se pueden reconstruir los lazos sociales.
En el texto hay un llamado de atención más que pertinente a “los peligros que entrañan las transformaciones actuales”: 1) Esa separación retórica entre sociedad civil y esferas de gobierno, que coloca en la primera todas las virtudes y en las segundas todas las taras de la vida social. “La pura negatividad constituye una expresión empobrecida de la crítica”. Y en efecto, porque es necesario recalcar que para que exista una sociedad civil fuerte, representativa, plural, es imprescindible la existencia de un Estado democrático de derecho. Y para que este sea realmente robusto, representativo y capaz, conviene la existencia de una sociedad civil autónoma, expresiva y activa, capaz de construir un contexto de exigencia; 2) la fragmentación que de manera natural acarrean los poderes contrademocráticos, “dispersos”, “segmentados”, que sin duda son expresivos de diversos diagnósticos, malestares y reclamos, pero que a su vez requieren de fórmulas integradoras para observar el conjunto y no solo a su rosario de particularidades.2
Pazé, V. (2016, enero-abril). La democracia, ayer y hoy. Andamios. Revista de investigación social, 13 (30), 113-132. (Traducción: Israel Covarrubias).
En democracia, la mayoría decide. Ese es un principio fundamental. Sí, ya sé que no puede ni debe hacer su simple voluntad, que hay un marco normativo que le fija límites, que existen los derechos de las minorías, que hay controles de constitucionalidad y legalidad. Pero en materia electoral, para elegir a gobernantes y legisladores, la mayoría manda.
Y eso puede tener derivaciones perversas. Lo sabían los clásicos de la antigüedad y lo sabemos nosotros. Valentina Pazé nos presenta una reconstrucción del pensamiento al respecto de Platón y Aristóteles, que mucho alumbra lo que hoy acontece. Se trata de una posibilidad que el propio régimen democrático porta en sus genes: la demagogia, “un modo de hacer política de aquel que busca solo los consensos fáciles” (Aristóteles).
El demagogo es “un adulador del pueblo” y, dice Platón, “sabe adivinar los gustos y los deseos de las masas” y lo “único que enseña es precisamente las opiniones de la masa misma, que son expresadas cuando se reúnen colectivamente, y es esto lo que llaman saber”. El demagogo no trata de elevar el nivel de comprensión de su auditorio, por el contrario, “desciende a su nivel”, simplifica sus mensajes. Apela al mínimo común denominador. “Exhibe su trivialidad, ignorancia, bajeza moral, al ser premiado por el pueblo que lo aclama”. Según Platón, democracia y demagogia eran sinónimos, se encontraban anudadas de manera indisociable, porque el principio mismo de mayoría desembocaba de manera “natural” en la demagogia. Dado que la mayoría carecía de conocimientos especializados y de autonomía, su destino era ser seducida por la demagogia: la capacidad de decirle al público lo que el público quiere oír. Quizá Platón fuera excesivamente contundente, pero que la fórmula demagógica puede ser explotada con éxito en democracia no cabe duda.
Aristóteles, según Pazé, tejió más fino. Tampoco “tiene confianza en la capacidad del demos de autogobernarse, pero no se limita a la denuncia del infantilismo y de la manipulación de las masas populares”. Acepta que la demagogia puede ser una auténtica forma de gobierno, pero es solo una de las posibles derivaciones de la democracia. Es decir, no son una y la misma cosa. Si las leyes se encuentran por encima de los hombres, los demagogos toparán con pared. “En las ciudades en las cuales la democracia gobierna según la ley no se tiene al demagogo, sino los mejores ciudadanos siguen al poder, mientras que los demagogos surgen donde la ley no es soberana: el pueblo deviene entonces en el auténtico monarca”.
Hoy la demagogia —nos dice Pazé— aparece con distintos ropajes: “populismo, plebiscitarismo, bonapartismo, cesarismo”, que tienen en común legitimarse “invocando la autoridad del pueblo”. Rechazan “las mediaciones de la democracia representativa y los vínculos constitucionales” y se refieren al pueblo como un bloque granítico sin fisuras de los que por supuesto ellos son representantes. (Sobra decir que esa es la piedra de toque de todo autoritarismo; mientras que para las concepciones democráticas en el pueblo palpitan diferentes intereses, ideologías, sensibilidades, etc., a las que hay que ofrecer cauce de expresión y representación).
Dice Pazé: “la demagogia acompaña, como una sombra perenne, a la democracia”. Y ello por una razón sencilla de entender: el primer recurso para hacer política es la palabra. Y la arenga puede ser modulada por el demagogo para encantar a las masas: un discurso “engañoso, vacíamente retórico, indiferente a la verdad”. Dado que se trata de persuadir todas las buenas y las malas mañas son posibles. El demagogo —nos dice la autora— apela a la emoción, no a la razón; repite lo conocido, lo que está implantado en el imaginario público; explota los estereotipos y los lugares comunes.
Y ese discurso tiende a prosperar, nos indica Pazé, en
un contexto de crisis social y económica, donde masas amorfas y desorganizadas no encuentran instituciones y ‘cuerpos intermedios’ que se interpongan entre ellos y el discurso del líder. Es en la relación directa e inmediata entre el demagogo y un polvillo de individuos aislados y asustados, en efecto, que puede cumplirse el milagro de la compactación de los ‘muchos’ en ‘uno’, de la creación desde arriba de un ‘pueblo’ que exalta y arremete al unísono en respuesta a las exigencias del líder.
No obstante, la democracia no se encuentra inerme ante los embates de la demagogia. Pazé cree que los pesos y contrapesos institucionales y las normas que consagran derechos son un dique para contenerla. El bicameralismo, los tribunales constitucionales, los partidos, “la deliberación horizontal”, crean un sistema complejo para procesar las diferentes iniciativas y para cerrarle el paso a la voluntad de uno que habla a nombre del pueblo. Pero como ella misma indica: los dos grandes inventos de la modernidad para contener a la demagogia, los parlamentos y los partidos políticos, se encuentran en graves problemas, y no es raro encontrar en ellos expresiones demagógicas desatadas.
La autora termina con una nota que debe llamar a la reflexión: “En el pasado, la batalla por la extensión del sufragio estaba acompañada con la batalla por la escolarización de las masas.” Es decir, el ideal democrático estaba fuertemente anudado con los valores de la ilustración. El pueblo debería ser el soberano, pero al soberano había que alejarlo de supercherías de toda clase por medio de la instrucción y los avances del conocimiento científico. Como al parecer la segunda parte de la ecuación fracasó (o fracasó a medias), el campo es fértil para la más descarnada demagogia.
Ortiz Leroux, S. y Morales Guzmán, J. C. (2016, enero-abril). Democracia y desencanto: problemas y desafíos de la reconstrucción democrática del Estado. Entrevista a Luis Salazar Carrión. Andamios. Revista de investigación social, 13 (30), 135-153.
El dossier se completa con una muy buena entrevista: por el entrevistado (Luis Salazar), un hombre no sólo con una espléndida formación, sino sagaz, buen expositor y un analista que trasciende prejuicios de todo tipo; y por los entrevistadores (Ortiz Leroux y Morales Guzmán), quienes prepararon y decantaron las interrogantes y pusieron el dedo en varias de las llagas de nuestra incipiente democracia.
Empiezo con un asunto aparentemente marginal pero que me interesa sobremanera. Los entrevistadores hacen una breve introducción donde dicen que en México se produjo una “llamada” “transición democrática”. Así, entre comillas. Creo que esa es parte de nuestro problema. No aceptar, asimilar e incluso festejar el tránsito democrático. No fue un tránsito hacia la arcadia ni hacia el paraíso (entre otras cosas porque ni la arcadia ni el paraíso existen), pero todos los signos de la transformación de un sistema autoritario a otro democrático están a la vista: partidos equilibrados, elecciones competidas, fenómenos de alternancia en todos los niveles de gobierno, presidencia de la República acotada por otros poderes constitucionales y fácticos, congreso vivo en el cual ninguna fuerza política puede hacer su simple voluntad, Suprema Corte jugando el papel de árbitro entre poderes constitucionales, expansión de las libertades y, súmenle, ustedes. Sé que quizá todo ello ha defraudado a capas enormes de ciudadanos, pero los nutrientes de ese desencanto, de ese malestar, son múltiples y ojala no acabemos lanzando al niño junto con el agua sucia.
Vale la pena releer lo que Salazar dice de Bobbio. “Este nunca participó de un encantamiento democrático”. Es decir, no la convirtió ni en una varita mágica ni en la ilusión de un régimen que todo lo puede y soluciona. “Se hacía cargo de sus promesas incumplidas”, de “los enormes problemas para traducir los ideales democrático”, pero insistió que sin duda era superior moral y políticamente sobre el resto de los regímenes políticos conocidos. El propio Salazar nos recuerda de dónde venimos, no sólo nosotros (México), sino muchos otros países latinoamericanos y por eso le preocupa, igual que a mí, que “no seamos capaces de reconocer los avances”.
Como él señala: “las instituciones de los Estados latinoamericanos […] han ido perdiendo legitimidad (mientras) los poderes fácticos […] han ido aprovechando justamente el desprestigio de lo público, el descrédito de las instituciones públicas para ganar terreno.” Porque en la vorágine de la antipolítica quizá estamos perdiendo el rumbo. Necesitamos al mismo tiempo fortalecer a los poderes constitucionales para que sean capaces de normar y regular el comportamiento de los poderes fácticos y para ello, como apunta Salazar, es necesaria la creación de una auténtica burocracia profesional: capaz, eficiente, honrada.
Salazar detecta además lo que llama “el problema de todos los problemas”: “la ausencia de un horizonte de izquierda democrática”. ¿Cómo construir ese horizonte? Creo que en la plática por lo menos se esbozan dos grandes líneas de trabajo: “el problema de la igualdad, el problema de la justicia social” y el eventual tránsito de un sistema presidencial a otro parlamentario. Lo primero, el tema de la equidad, si no aparece con fuerza en la agenda de la izquierda condena a ésta a dejar de serlo. Se trata de su resorte fundador, el que le da sentido e identidad, el que la distingue con claridad de otras corrientes. Lo segundo, requiere abandonar “la visión paternal y patriarcal del poder” para poner en el centro un órgano plural capaz de “negociar las diferencias y buscar acuerdos y compromisos entre las diversas fuerzas políticas y sociales”.
Es cierto, como afirman los entrevistadores, que “la palabra democracia no significa demasiado” para los jóvenes. Y también es cierto, como dice Salazar, que para muchos “lo democrático es estar contra la autoridad”. Por ello mismo reivindicar y defender y ampliar la democracia, requiere de operaciones en muy diferentes terrenos: desde el pedagógico, para explicar su superioridad en relación a los regímenes autoritarios, hasta el combate a todos los fenómenos que tienden a erosionarla en el aprecio público: la falta de crecimiento económico, las ancestrales desigualdades sociales, la corrupción sumada a la impunidad, la espiral de violencia que asola al país.
Hay que leer a Salazar porque nada garantiza que lo que hoy tenemos en materia política esté condenado a pervivir, más bien puede degenerar, puede erosionarse, puede desgastarse aún más. Y quizá esté sucediendo. Por ello es necesario, como un primer paso, no meter en el mismo saco las causas del malestar y sus manifestaciones, los fenómenos que desprestigian a la democracia y sus instrumentos y la retórica antipolítica. Hay que discernir qué debemos combatir y qué conservar, qué reformar y qué apuntalar. Porque me temo que las descalificaciones en bloque de todos y de todo, solo siembran el terreno para el autoritarismo.
1El artículo de Dante Avaro, “Democracia y desacuerdos fácticos: ¿Procesarlos o eliminarlos? Una aproximación desde el acontecimiento indec”, ilustra de manera inmejorable de qué manera cuando una institución estatal actúa de manera facciosa —en este caso el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos de la República Argentina, en su cálculo del Índice de Precios al Consumidor— dinamita no solo la confianza, sino el piso común a partir del cual el debate público tiene sentido.
2El dossier contiene un sugerente trabajo de Helena Modzelewski, “Fundamentos para un programa de educación de las emociones en una sociedad democrática”. En él discute las fuentes de las emociones (cognitivas, fisiológicas, mixtas) y subraya la necesidad de un programa de educación de las mismas en un sentido democrático. No sé si es posible educar las emociones, pero estoy convencido que a las personas sí. Y en efecto, dada la complejidad actual de los sistemas democráticos, son necesarias la autorreflexión y las narraciones (la literatura) para dotar de sentido, ya no digamos la vida democrática, sino la vida a secas.
La presidencia de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB) emitió un escueto comunicado en el que afirmó que «el ejercicio de la ciudadanía no termina con el fin del proceso electoral»
Por Pablo Cesio
uiz Inácio Lula da Silva ganó la segunda vuelta presidencial con el 50.9% de los votos este 30 de octubre y fue elegido presidente de Brasil por tercera vez.
En su primer discurso, en la noche del domingo, lo primero que hizo fue agradecerle a Dios y hasta se refirió a un mensaje que el papa Francisco dirigió a los brasileños antes de la segunda vuelta.
«El miércoles pasado, el papa Francisco envió un mensaje importante a Brasil, rezando para que el pueblo brasileño esté libre del odio, la intolerancia y la violencia», expresó Lula, tal cual reproduce la edición en portugués de Aleteia.
En efecto, durante la audiencia general del 26 de octubre en el Vaticano, el Papa indicó:
«Pido a Nuestra Señora de Aparecida que proteja y cuide al pueblo brasileño, para liberarlo del odio, la intolerancia y la violencia».
Lula agregó durante su discurso: «Quiero decir que queremos lo mismo y trabajaremos incansablemente por un Brasil donde el amor prevalece sobre el odio, la verdad vence la mentira y la esperanza es mayor que el miedo».
En horas de incertidumbre, un mensaje de la Iglesia
Tras lo sucedido el domingo, que se dio tras un largo y duro proceso electoral, el otro de los competidores, el actual presidente Jair Bolsonaro (obtuvo 49.1% de los votos), no reconoció la derrota de manera inmediata. Posteriormente, hasta se dio la situación de bloqueos parciales o totales de carreteras en 20 de los 26 estados del país, tal cual indica BBC Mundo.
En medio de esta situación de incertidumbre, quien se pronunció este 31 de octubre fue la Iglesia de Brasil. Lo hizo a través de un breve comunicado en el que se hace referencia a que las elecciones de 2022 llaman aún más a la «reconciliación» en el nuevo ciclo que se abre.
«Acompañar, exigir y supervisar»
«Ahora, todos, sin distinción, deben acompañar, exigir y supervisar a quienes han logrado el éxito en las urnas. El ejercicio de la ciudadanía no termina con la terminación del proceso electoral», continuó la Iglesia.
En el comunicado, la Iglesia saluda a quienes han resultado electos, entre ellos Lula da Silva, y afirmó:
«Que todos caminen juntos para construir una política mejor, que esté al servicio del bien común, como la definió nuestro amado papa Francisco. Estos son los votos de la CNBB. Esto es lo que suplicamos en oraciones por nuestro país».
Son cada vez más los colegios que en los últimos años se han sumado a celebrar la festividad de todos los Santos en sus aulas. Bajo el título de fiesta de Holywins (algo así como «lo santo gana») celebran con alegría y esperanza que la santidad siempre vence y que tenemos la suerte de contar con un legado de grandes santos que con sus vidas nos han enseñado mucho sobre el camino de santidad.
Aleteia ha hablado con algunos de estos colegios repartidos por la geografía española y nos han contado de primera mano cómo han celebrado esta festividad en sus aulas.
El director del colegio San Ignacio de Loyola en Alcalá de Henares (Madrid) se ha lanzado con esta iniciativa por primera vez este año.
Nos cuenta que los alumnos de infantil y primaria han empezado el día con una oración conjunta, pidiendo a Jesús que estén siempre unidos a Él, siendo siempre sus mejores amigos.
Y tú, ¿como qué santo quieres ser?
El lema que están trabajando todo el año en el colegio es «Atrévete a descubrir la Iglesia» y a partir de él han profundizado en la vida de los santos. Profesores y niños se han disfrazado y han hecho un concurso de disfraces. Han completado el día con una gincana sobre santos y sus virtudes o «superpoderes».
COLEGIO SAN IGNACIO DE LOYOLA ALCALA-
COLEGIO SAN IGNACIO DE LOYOLA ALCALA
COLEGIO SAN IGNACIO DE LOYOLA ALCALA
COLEGIO SAN IGNACIO DE LOYOLA ALCALA
Con mucha alegría
El colegio Chesterton, ubicado en la localidad de Meco (Madrid), es sin embargo ya veterano en esta propuesta.
Comenzaron hace cuatro años celebrando la alegría de la santidad y el amor a Cristo en sus aulas y desde entonces la implicación de padres, profesores y alumnos ha ido creciendo.
En sus aulas la festividad recoge a los alumnos desde guardería hasta sexto de primaria y las actividades se adaptan según la edad: disfraces, películas de santos, cuentos, rezo del Rosario, oración, murales de santos…
COLEGIO CHESTERTON
COLEGIO CHESTERTON
COLEGIO CHESTERTON
COLEGIO CHESTERTON
COLEGIO CHESTERTON
Otros muchos colegios de la Comunidad de Madrid se han sumado a esta celebración como el Colegio Maria Teresa, Colegio Orvalle, Colegio Alborada, Nuestra Señora del Recuerdo, CEU San Pablo Montepríncipe…
Todos ellos coinciden en la buena acogida de la propuesta por parte de los padres y en la importancia de transmitir las virtudes y la belleza de la santidad a los niños desde pequeños.
Conocer la vida de los santos
COLEGIO ALBORADA
COLEGIO ALBORADA
Esta fiesta no sólo cobra importancia en los colegios de la zona centro de España: muchos otros colegios de la geografía española como Colegio Peñacorada (León), Colegio Karol Wojtyla (Toledo), Colegio Santa Isabel (Barcelona), Colegio Ceu San Pablo (Sevilla) son veteranos en llevar a cabo este proyecto en sus aulas. En ellas han visto crecer la ilusión y conciencia de esta festividad por parte de sus alumnos y familias.
DO NOT REUSE COLEGIO PEÑACORADA LEON
COLEGIO PEÑACORADA LEON
COLEGIO PEÑACORADA LEON
COLEGIO PEÑACORADA LEON
En camino hacia el cielo
Como dice el Papa Francisco:
“Hay que tener en cuenta que la santidad no es algo que nos proporcionamos a nosotros mismos, que obtenemos con nuestras cualidades y nuestras habilidades. La santidad es un don, es el regalo que nos hace el Señor Jesús, cuando nos lleva con Él, nos cubre de Él y nos hace como Él… La santidad es el rostro más bello de la Iglesia: es descubrirse en comunión con Dios, en la plenitud de su vida y su amor… no es la prerrogativa de unos pocos: la santidad es un don que se ofrece a todos, sin excepción, por eso es el carácter distintivo de cada cristiano”.
En la vida más íntima de los alumnos de cada uno de estos colegios hay una «promesa de santidad» y qué maravilla que padres y profesores les ayuden a descubrir desde la infancia el regalo que supone para los demás y para uno mismo una vida santa.
Ojalá celebremos cada vez más y con mayor conciencia, grandes y pequeños, esta festividad, la cual nos obsequia con gozar y vislumbrar un trocito de cielo.
Aquel 9 de noviembre de 1989, cuando los alemanes disidentes demolían el Muro de Berlín, parecía un sueño largamente esperado por millones de personas, no sólo en aquellas naciones dominadas por el Comunismo, sino en todos los ciudadanos del mundo libre que se oponían a ese sistema totalitario marxista-leninista, que despreciaba y no reconocía ningún derecho humano. Los berlineses del Este y del Oeste, al atravesar el Muro derruido, se abrazaban y gritaban de júbilo. Por fin, muchas familias se volvieron a reunir, después de tantos años de separación forzada.
Por esos años, el gobernante de la URSS, era Mijaíl Gorbachov (recién fallecido), desde 1985 a 1991. Fue impulsor de movimientos políticos y económicos renovadores, como la “Glásnost” y la “Perestroika”. Durante las elecciones presidenciales de junio de 1991, Boris Yeltsin salió electo como Presidente de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia con el 58% de los votos.
En forma inesperada, en agosto de 1991, un grupo de comunistas de la “vieja guardia” intentaron dar un golpe de estado, pero fracasaron. Fueron unos días bastante tensos y críticos en que parecía que se vendrían abajo todas las libertades conquistadas. Me parece que resulta inolvidable la figura de Yeltsin montado sobre un tanque ruso, con un micrófono, exhortando a la desobediencia civil contra “los golpistas”, dispuesto a defender con su vida la libertad de su Patria.
Boris Yeltsin, quien gobernó de1991 a1999 -para sorpresa del mundo entero-, el 21 de diciembre de 1991 disolvió la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. A esos países les proporcionó independencia y autonomía. Un mes antes, el 6 de noviembre de 1991, Yeltsin había prohibido el Partido Comunista Soviético. Se comenzaban a respirar nuevos vientos de libertad.
El 25 de diciembre de 1991, precisamente en la noche de Navidad, por vía televisiva, Mijaíl Gorbachov afirmó, delante de millones de telespectadores: “que el antiguo sistema (la URSS) se había derrumbado antes de que empezara a funcionar el nuevo sistema”, a la vez que anunciaba su renuncia total al Sistema Comunista Soviético. Desde luego, ese inolvidable1991 fue un año de trascendentales cambios para Rusia y esos países subyugados bajo de Comunismo de Europa del Este. En general, entre algunos intelectuales y académicos, se consideraba que -después de la disolución de la URSS- el marxismo-leninismo prácticamente estaba aniquilado. Pero, sin duda, era una visión ingenua y exageradamente optimista porque los seres humanos -a lo largo de la Historia- han mostrado que tienen la tendencia a imponerse sobre los demás y tomar el control político de una nación o de una institución.
Por ejemplo, en la China Comunista, desde 1949 con Mao Tse Tung, poseía un tremendo poderío militar, económico y humano. Y se hablaba del “despertar de ese gigante dormido” que en pocos años asombraría al mundo, como de hecho así ha ocurrido. Mismo caso, del Comunismo de Corea del Norte, establecido en 1948; Cuba, desde 1959, se encuentra bajo un férreo régimen marxista que parece no tener fin. En Laos, se instauró el Comunismo desde 1975, al término de la Guerra de Vietnam. Éste último país, al siguiente año, se declaró marxista-leninista. Otro país que tomó el mismo rumbo es: Nicaragua, con Daniel Ortega, que sucedió a Doña Violeta Barrios de Chamorro. Ortega ha sido Presidente desde 2007. A partir de ese año no ha dejado el poder político, al estilo de Fidel Castro. Es decir, en ambos casos se cancelaron las elecciones democráticas, los derechos humanos y se cayó en una dictadura.
En el caso de Venezuela, Hugo Chávez fundó el “Movimiento Bolivariano Revolucionario”. En 1992, Chávez encabezó un fallido golpe de Estado contra “Acción Democrática” del Presidente Carlos Andrés Pérez. Y a raíz de su fracaso fue encarcelado. Pero un par de años después, fue liberado de la prisión por el Presidente Rafael Caldera, de la Democracia Cristiana y en su Segundo Mandato (1994-1999), debido a que consideró que “faltaban pruebas suficientes” para que estuviera encarcelado. En realidad, el Estadista Caldera vio conveniente apoyar a los pequeños partidos de izquierda. Hugo Chávez era un oficial de carrera del ejército. Fundó el Partido Político “Movimiento Quinta República”. Fue electo Presidente de Venezuela en las elecciones de 1998. Tras años de turbulencia política en ese país, fue reelegido en 2006 y volvió a obtener la victoria en 2012. Un año antes le habían diagnosticado cáncer y falleció en Caracas en 2013, contando con casi sesenta años. Le sucedió Nicolás Maduro.
Ahora bien, ¿Qué pasos suele dar una democracia cuando pretende imponer el comunismo en un país? 1) Se promueve una fuerte división social entre las clases económicamente desahogadas (que son llamados “los malos”) y el pueblo proletario (que invariablemente son considerados “los buenos”). Les llueven adjetivos negativos a los empresarios y personas adineradas, como: burgueses, ultraconservadores, neoliberales, extremistas de derecha, etc.; 2) Históricamente el comunismo, poco a poco va controlando los medios de comunicación para manipular la información y se termina suprimiendo la libertad de prensa. 3) El Estado se convierte en el supremo rector de la Economía y único promotor de empleos. A las empresas independientes se les tiende a controlar con auditorías, o bien, se les satura con excesivos impuestos, de ordinario, difíciles de cumplir hasta el último detalle. 4) Se mira con desconfianza a las sociedades intermedias que muchas de ellas son de carácter filantrópico, altruistas y de apoyo social a los más necesitados; 5) En algunos casos, se expropian los bienes de “la clase burguesa” en beneficio del pueblo; 6) Se suprime la propiedad privada de los medios de producción; 6) Se aprueban leyes contra los no nacidos; se promueven a los homosexuales (en todas sus variables); 7) Se busca destruir los valores de la familia; 8) Se toma el control de la educación para indoctrinar de marxismo a los alumnos; 9) La errónea Economía de Estado lleva el país a la quiebra y, a continuación, surge una fuerte la Inflación y escasez de alimentos y medicinas. Bolivia y Ecuador que se autodenominan “socialistas”, lo más probable es que terminen siendo países comunistas. Es evidente la trayectoria que lleva México, que ha tomado como modelo a Hugo Chávez y a su “Revolución Bolivariana”. Da toda la impresión que terminará por ceder ante “La Tentación Totalitaria”.
En conclusión, recomiendo la lectura del artículo: ”LOS 5 ERRORES FUNDAMENTALES DEL MARXISMO”, que se puede encontrar en: https://www.mises.org.es/2015/01). Y para repasar conceptos básicos sobre el capitalismo responsable también es aconsejable la lectura del portal de la “Escuela Austriaca de Economía e Ideas de Libertad”.