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La amabilidad es la elegancia del alma

9 reglas sociales no escritas que todos deberíamos saber para ser amables:

Dicen que la amabilidad está en desuso. La impaciencia y la prisa son sus enemigos. Estamos tan centrados en nuestra lista de tareas que dedicar una palabra amable, más allá de gruñir «buenos días», parece una pérdida de tiempo. Por no hablar de los impacientes peligrosos que proyectan con insistencia los faros de su coche en nuestro cogote porque estorbamos en su camino.

La RAE define a una persona amable como alguien afable y afectuoso. También, por su origen latino, ‘amabilis’, es alguien digno de ser amado. Por ello, nuestros seres queridos han de ser tratados con máxima amabilidad. Por desgracia, la convivencia, los problemas y la falta de autocontrol pueden hacer que los descuidemos.

El estilo de vida actual, en que el estrés, la prisa y el exceso de pendientes a resolver nos hace sentir presionados, es más importante que nunca tomar conciencia de la importancia de ser amables con las personas que nos rodean, en especial con los seres que más amamos, pues una buena relación es una fuente de felicidad para ambas partes.

Aquí encontrarás una lista de pequeños detalles que nos hacen más amables a los ojos de los demás, pero seguramente se te ocurrirán algunas ideas para aumentar la lista:

  1. Si un niño te muestra su dibujo/pintura, no le preguntes qué es ni intentes adivinarlo; solo pídele que te lo explique.
  2. Si estás comiendo con un amigo, ofrécele tu comida, ya que compartir es cuidar.
  3. Si alguien te cuenta un chiste y no crees que sea divertido, igual ríete.
  4. Cuando discutas con alguien no grites, ya que eso no te da la razón.
  5. Llama siempre antes de ir a la casa de otra persona para evitar ser un “invitado no deseado”.
  6. Antes de ingresar a cualquier transporte público, deja que los pasajeros salgan primero antes de ingresar (requiere paciencia, ya que todos deben estar en algún lugar, no eres el único que tiene prisa).
  7. Si le pides prestado un auto a alguien, devuélvelo con la gasolina recargada, limpio y en buenas condiciones.
  8. Cuando termines de comprar, no dejes el carrito en medio del pasillo; apárcalo en el área designada.
  9. No termines una disculpa con una excusa, hace que la otra persona piense que estás justificando tus malas acciones.

¿Cedes tu asiento en el autobús? ¿Sabes consolar sin dar consejos? Hay personas que son amables por naturaleza, personas fuertes, según la Psicología Positiva, la ciencia del bienestar. Seligman y Peterson, definieron las 24 fortalezas humanas como las vías maestras para el buen desarrollo del carácter. La amabilidad pertenece al grupo de las fortalezas de humanidad, junto con el amor (la capacidad de amar y ser amado) y la inteligencia social (saber relacionarse con los demás). Implican cuidar y dar cariño, sin descuidarnos a nosotros mismos. La amabilidad es dar valor a las personas y eliminar las fronteras de nacimiento y religión. Desde 1997, se celebra -cada 13 de noviembre- el Día Mundial de la Amabilidad para animar a todo el mundo a tratarse con benevolencia. Todos tenemos un gen amable. Investigaciones recientes afirman que los niños de tan sólo seis meses ya están preparados para ayudar y elegir conductas altruistas hacia sus iguales. Nuestros ancestros sabían que la mejor forma de protegerse de los depredadores era hacer piña con sus congéneres.

Beneficios

Una persona amable posee empatía, humildad (abstenerse engreídos), paciencia, generosidad, respeto y, muy importante, el autocontrol emocional. Para Seligman, la amabilidad nos hace reaccionar ante la adversidad con la respuesta de cuidar y proteger frente impulso de supervivencia de luchar o huir. ¿Por qué?

Mejora la salud. Reduce el cortisol, la hormona del estrés; favorece la oxitocina, la de la confianza. Disminuye el riesgo cardiovascular y la tensión arterial alta. Aminora la sensación de dolor y pose cualidades antienvejecimiento.

Garantiza el bienestar psicológico. Protege el sistema nervioso contra la ansiedad, nuestro cerebro derrocha endorfinas. Estabiliza el estado de ánimo, nos saca del ensimismamiento y la obsesión. Se ha observado que los actos de bondad en los niños son fuente de energía y seguridad. «Sienta bien hacer el bien»

Favorece las relaciones. Transforma el ambiente hostil ya que percibir a los demás de manera positiva impulsa a colaborar. Nos hace más atractivos y productivos. Además, es contagiosa y un elemento crucial en el liderazgo positivo.

En su justa medida. La amabilidad endulza la vida, pero no se nos puede ir la mano porque resultaremos falsos. Melifluo o meloso es alguien dulce en exceso. Tampoco podemos ser amables para conseguir algo del otro, es manipulación, al igual que la amabilidad que enmascara superioridad. Complaciente, es otra definición de la RAE para amable, aunque, el complaciente se encontrará haciendo cosas que no desea para caer bien o evitar conflictos.

Algunos sólo se sienten fuertes sacando el dragón que llevan dentro y confunden amabilidad con debilidad. Ser amable no es ser tonto. También poseemos el gen de la autoprotección. Si tienes ante ti a una persona abusiva o malhumorada, por favor, no seas amable. Aclara que no permites que nadie te trate mal. No enfermes de «buenismo», es tan dañino como estar todo el día enfadado.

Para mí la amabilidad es la elegancia del alma. Quizás, estos tiempos de prisas y desconfianza, crean el espejismo de que la bondad se ha perdido. Hoy me ha bastado sentarme en un banco con Harry, mi perrito cachorro, para conseguir robar una sonrisa a los viandantes. Será el gen amable que todos llevamos dentro.

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