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Mi México Lindo

A sus 26 años, Eduardo Andrés Hernández Ruíz decidió aprovechar su experiencia en mercadotecnia y medios digitales para emprender un proyecto que le permitiera realizar su pasión. Fue así como lanzó su página: mimexicolindo.mx

El sitio se distingue por su propósito de mostrar al mundo lo que aún no ha descubierto sobre la oferta cultural y turística de México. A través de sus publicaciones, Eduardo realiza la crónica de un recorrido emocionante a través de nuestra geografía, al que invita a todos los que deseen compartir experiencias y aventuras únicas.

¿Qué pueden encontrar los cibernautas en tu página que no haya en otras?

El turismo es la tercera actividad generadora de divisas en el país, es por eso que este proyecto se enfoca en enaltecer las maravillas de México y las actividades que podemos realizar en cada sitio.

El diferenciador son las recomendaciones y los spots, o sea, el contenido. No intentamos promover lo más conocido de nuestro país, sino mostrar a los mexicanos y al mundo lo que todavía no han descubierto de México.

    

A través de mis reportajes queda claro por qué vale la pena conocer México antes que otros lugares: es un país seguro e increíble para viajar, contamos con todo tipo de destinos y las facilidades para conocer cada uno de sus rincones.

¿Qué ofrece México que no se pueda encontrar en el extranjero?

Su misma gente, no hay país en el mundo que brinde tanta calidez al recibir al extranjero. Nos distinguimos por ser personas amables y cálidas, lo que provoca en el extranjero el deseo de regresar; y por supuesto, la amplia biodiversidad con la que contamos.

¿Ves tu página como un negocio o como un pasatiempo?

El sitio empezó como un hobby, como una plataforma en la que compartía mis recorridos. Actualmente me dedico de tiempo completo a viajar y a dar a conocer los lugares que visito.

¿Cuántos seguidores tienes y cuál es el perfil preponderante?

Casi todos los visitantes de mi página tiene entre 18-35 años de edad. En las redes sociales cuento con 24 mil seguidores en Instagram y 15 mil en Facebook (la mayoría de mis seguidores son jóvenes también).

Eduardo A. Hernández Ruíz
www.mimexicolindo.mx

El amor tiene 5 fases

Por Ale Merás

La mayoría de las personas hemos pasado por una ruptura amorosa en algún momento de nuestra vida, así que sabemos lo doloroso que resulta. Y aunque a veces nos justifiquemos con la frase “es que no era la persona indicada para mí”, siempre duele un fracaso amoroso, pues no era lo que esperábamos.

Cuando pensamos que la nuestra es la ‘relación perfecta’, pero de pronto algo sucede mal y todo termina, no siempre tenemos claro qué pasó. Este fenómeno suele tener una explicación: de acuerdo con el psicólogo Jed Diamond, las relaciones exitosas existen, solo que no todas las personas son capaces de enfrentar las 5 etapas de una relación.

Tras cuarenta años como consultor de pareja y familia, Diamond afirma haber descubierto lo que hace real y duradera una relación. El secreto está en superar las 5 fases
del amor:

  1. Enamoramiento
  2. Formalización
  3. Desilusión
  4. Creación de un amor real y duradero
  5. Solidez

Diamond observa que muchas parejas se rompen y la mayoría de ellas no sabe por qué: “Creen equivocadamente que han elegido a la pareja equivocada. Después de pasar el proceso del luto, empiezan a buscar de nuevo.”

1. Enamoramiento

Considera que las parejas están “buscando el amor en todos los lugares equivocados, no entienden que la Fase 3 no es el fin, sino el verdadero comienzo para lograr un amor real y duradero.” Compruébalo.

Esa etapa es maravillosa, dice el psicoterapeuta, porque estamos inundados de hormonas como la dopamina, la oxitocina, la serotonina, la testosterona y el estrógeno.

Ese es también el momento en que proyectamos todas nuestras esperanzas y sueños en la otra persona.

Creemos que todas las promesas que nuestras relaciones anteriores no lograron cumplir, finalmente serán satisfechas.

Estamos seguros de que estaremos enamorados para siempre.

Esa persona parece perfecta y todo parece tan verdadero y seguro, las palabras, las acciones y los sueños.

2. Formalización

Entonces se llega al paso siguiente, en que el amor se hace más profundo y los dos se convierten en pareja. Es un momento de unión y alegría.

Aprendemos lo que le gusta al otro, y ampliamos nuestras vidas individuales para empezar a desarrollar una vida de ‘nosotros dos’.

Nos sentimos más ligados a la persona amada, seguros y protegidos. Muchas veces pensamos que este es el nivel máximo del amor y esperamos que continúe así para siempre. Pero llega la Fase 3.

3. Desilusión

Es la etapa que supondrá el final o el fortalecimiento de la relación.

Período en que pequeñas cosas empiezan a molestarnos. Nos sentimos menos amados y cuidados. Incluso a veces nos sentimos presos, somos más irritables y nos sentimos heridos.

Podemos estar ocupados con el trabajo o con la familia, pero las insatisfacciones se acumulan.

Es momento de cuestionar los sentimientos y debilitamiento de la relación: ¿dónde está la persona o el amor que una vez sentimos?

Incluso cruza por la mente el dejar de ser una de las partes de “nosotros dos”. En ese momento, desistes o resistes.

Checa este viejo dicho: “Cuando estés atravesando el infierno, no te detengas”. Eso viene como anillo al dedo en esta fase de la vida. El calor [de ese infierno] quema muchas de nuestras ilusiones sobre nosotros mismos y nuestra pareja. Lo positivo es que tenemos la oportunidad de volvernos más amorosos y apreciar a la persona con la que estamos, en vez de frustrarnos porque la realidad no corresponde a las expectativas que nos hicimos sobre nuestro compañero ideal.

4. Creación de un amor real y duradero

Uno de los regalos que recibimos al enfrentar la infelicidad en la Fase 3 es que podemos llegar al núcleo de lo que causa el dolor y el conflicto.

Después de atravesar ese momento de prueba, los dos aprenden a ser aliados, ayudándose a entender y curar sus heridas.

El otro no es ese alguien que siempre soñaste, pero sí alguien que es capaz de amarte por ser exactamente quién eres.

No hay nada más satisfactorio que estar con una persona que te conoce y te quiere como eres. Que entiende que tu mal comportamiento no se debe a que seas malo o no le quieras, sino a que tienes heridas del pasado que aún te hacen daño. A medida que entendemos mejor y aceptamos a nuestra pareja, podemos aprender a amarnos a nosotros mismos cada vez más profundamente.

5. Solidez

Al llegar a esta etapa, los dos juntos pueden cambiar el mundo.

Esa es la etapa en que se superan las diferencias y dudas, en que la confianza y el compañerismo están tan fortalecidos que los dos logran hacer un mundo mejor a partir de su amor real y duradero.

Si pudiéramos aprender a superar nuestras diferencias y encontrar un amor real y duradero en nuestras relaciones, podríamos también trabajar juntos para encontrar un amor real y duradero en el mundo.

Es una oportunidad de usar juntos el “poder de los dos” para dirigirse a un propósito de vida en común.

Las relaciones afectivas en la era de la modernidad líquida: el caso de Tinder

Por Ángela Wolfe Puente

Este artículo parte de una reflexión sobre la naturaleza de las relaciones interpersonales en el siglo XXI. Utilizando el ejemplo de Tinder, se analiza el papel de las nuevas tecnologías y la fragilidad de los vínculos humanos en el contexto de este nuevo metarrelato, catalogado por Zygmunt Bauman como “modernidad líquida” o “segunda modernidad” por Ulrich Beck.

No pretendo hablarte del amor ni de lo bonito que es, ni de lo odioso que puede llegar a ser, ni de los dolores de cabeza que trae o de los que a veces quita. Quiero hablarte de la falta de emociones, del descalabro de las relaciones conocidas como “normales” (sólidas, diría Bauman), de la falta de compromiso, del individualismo extremo, del “todo vale”, de cómo se escurre el amor en este renacimiento de los “tiempos modernos”, como se escurren los relojes de Dalí en las fauces del tiempo.

La sociedad actual nos ha transformado en máquinas expendedoras de sentimientos, en objetos para ser expuestos, consumidos, usados y luego tirados. Y lo peor es que está de moda, es trendy. No hablo solo de las relaciones interpersonales, sino del amor al prójimo, tan olvidado hoy en día. En general, nuestro individualismo y desapego, a menudo confundido con racionalidad, nos ha vuelto sordos y mudos frente al sufrimiento ajeno.

Esa sociedad irrefrenablemente consumista que hemos ido construyendo desde los años 20 nos está pasando factura. Inmensamente influida por la tecnología, que nos hace caer en la trampa fácil de lo consumible, del amor reflectante de una pantalla, de lo breve, del amor instantáneo. El mejor ejemplo es Tinder. Sin embargo, antes de continuar, será mejor explicar ciertos conceptos que debemos
tener claros.

¿Qué entendemos por “líquido”, por modernidad líquida, por segunda modernidad? Si bien el líquido hace referencia al estado físico de una sustancia, la misma palabra es una metáfora o, mejor dicho, un símil de la realidad actual.

Hasta hace aproximadamente dos generaciones la realidad social era sólida, pero luego, en cuestión de pocos lustros, todo se derritió; nos modernizamos, nos abrimos al mundo. Las seguridades que antes teníamos desaparecieron, ciertas maneras de pensar se empezaron a extinguir; entramos en la segunda modernidad, en la modernidad líquida. Mi abuelo supo que durante toda su vida se dedicaría a lo mismo y que siempre estaría con mi abuela. Sin embargo, yo no sé dónde estaré el año que viene. No sé qué deparará el futuro, dónde trabajaré, dónde viviré y menos quién será mi esposo.

El concepto de “modernidad líquida” hace referencia a la sociedad actual, carente de cimientos fuertes que soporten los embates del tiempo. Ulrick Beck hablaba de la primera y segunda modernidad, de este gran cambio en el metarrelato, cuya condición líquida lleva consigo la disolución y el cambio de las sociedades tal y como las hemos conocido siempre (Nuestras identidades personales, socioculturales y políticas han cambiado mucho). El mayor producto (o ¿productor?) de esta liquidez y segunda modernidad es la globalización.

Volviendo a las relaciones afectivas, se podría decir que antes se nadaba, mientras que ahora solo fluimos. Hoy en día son tan complicadas porque algunos de nosotros parecemos salidos de la primera modernidad, y… eso no es trendy. Vivimos en la sociedad del “todo vale”, del “es solo temporal”. Tres características muy significativas de esta nueva modernidad que han afectado la manera como construimos nuestras relaciones afectivas son: el consumismo, el individualismo y la instantaneidad.

Hoy en día, las relaciones se parecen mucho a ir de compras. Nos hemos convertido en mercancía, y nuestro valor ya no depende enteramente de nosotros, sino del que nos dan los demás (en el caso de Tinder, la cantidad de matches; en el caso de Instagram, la cantidad de likes; etc.). Por lo tanto, en lugar de conferirnos este valor nosotros mismos a través de la realidad, nos construimos un perfil virtual, bello, bonito y barato. Ante todo, un perfil que nos venda bien.

La semana pasada paseaba con una amiga extranjera; en lugar de disfrutar de la ciudad y de observar lo que había a su alrededor, mi amiga se dedicó durante más de media hora a mirar su móvil, mientras iba pensando qué pie de foto podía escribir que le diera más likes. Estas prácticas son solo pequeños detalles que revelan hasta qué extremos hemos llegado. Otro ejemplo: estaba tomándome un vino con esta misma amiga y otra chica, y cuál no sería mi sorpresa cuando regresé del baño y me las encontré a las dos haciendo tindering (que es como se llama en inglés el acto de usar Tinder mientras esperas un posible match). Le pregunté por qué estaba haciendo tindering si en tres días de viaje no iba a tener tiempo de quedar con nadie, y me contestó: “Porque es divertido, como irse de compras”. Esto me hizo comprobar que ya no somos personas, sino mercancía. Lo que me da pie para hablar de la segunda característica, el individualismo.

Progresivamente, estamos retrayéndonos en nosotros mismos y dejando de observar la realidad que nos rodea. Nuestra falta de amor al prójimo, sobre la que hablaba al principio, proviene de este fenómeno. Nos hemos acostumbrado a percibir las realidades de manera fácil, rápida y sencilla, a través de un display artificial, de una App que, además, filtra nuestras preferencias; todo debe estar personalizado y adaptado al gusto del consumidor.

Por otro lado, vemos estas realidades según nos las cuentan, pues toda la información que nos llega está en cierto modo manipulada, nada ni nadie está exento de ideología. El mero hecho de que un acontecimiento o noticia lo cuente una persona u otra, un cierto medio u otro, ya mancha su esencia. La única manera de conocer algo tal y como se ha producido es experimentarlo uno mismo. El caso es que esta espiral nos ha vuelto ciegos y sordos al dolor ajeno. El amor al prójimo y a Dios ha muerto, y nosotros los hemos matado. Es paradójico cómo algo que debería hacernos más conscientes del dolor ajeno a nivel global y facilitar las relaciones afectivas en la distancia, cause en cambio ceguera y desapego.

Por último, la instantaneidad, estrechamente ligada al factor del consumismo. Cuanto más instantáneo sea un bien o un servicio, más se consume, y, normalmente, menor es su calidad. Hemos comenzado a identificar lo rápido o lo instantáneo con lo productivo, con algo que es “bueno”; sin embargo, no todo lo productivo es bueno, puesto que hay cosas que simplemente no caben en dicha categoría. La instantaneidad en las relaciones afectivas es la peor medicina para la soledad y la tristeza, como ir de compras, que es muy entretenido mientras estás obnubilado con los maravillosos artículos en oferta, pero que cuando llegas a casa te provocan una sensación de vacío.
Lo que rápido se consigue, rápido se pierde.

Tinder es una aplicación móvil gratuita que salió al mercado en 2012 y que se ha vuelto progresivamente más popular y socialmente aceptada. ¿Cómo podríamos definirla? Quizás el término adecuado sería “citas online exprés”. El objetivo es lograr matches o contactos. Primero, se debe crear un perfil con varias fotos, casi siempre conectado a la cuenta de Facebook del usuario. Una vez creado el perfil, este utiliza la localización del usuario para mostrarle y sugerirle perfiles cercanos (se puede ajustar el radio de distancia; por ejemplo, ver sólo perfiles que estén a un máximo de 4 km. Y también se puede ajustar el rango de edad que el usuario desee).

Estos perfiles se van sucediendo en la pantalla uno detrás de otro, y el usuario debe arrastrar la foto hacia la derecha o la izquierda, según le interese el perfil o no. Si se da el caso de que dos usuarios se hagan mutuamente swipe right (el hecho de deslizar la foto de la otra persona hacia la derecha), entonces se desbloquea un chat (es decir, se da un match, se establece contacto) y se puede hablar con la persona seleccionada. Es un sistema rápido, sencillo y productivo. Nada de pasarse horas y horas en una página web de citas, rellenando una infinidad de preguntas personales. Tinder es menos comprometido; requiere menos tiempo, menos esfuerzo. Tinder se ha hecho tan popular que ya no es un simple medio para conocer a una potencial pareja, sino que se ha convertido en una red social más.

Entonces, ¿cuál es el fin de Tinder? ¿Conocer gente nueva en una nueva ciudad? ¿Conseguir pareja? ¿Tener encuentros casuales? Quizás esta aplicación comenzó con un objetivo concreto y un nicho de mercado muy específico, pero su popularización —especialmente entre los millenials— ha hecho que su uso y objetivos se diversifiquen: desde buscar amistades tras mudarse a vivir a una ciudad nueva, hasta localizar gente con intereses similares o que se encuentre en situaciones parecidas (por ejemplo, dos personas que estén de viaje durante unas semanas en la misma ciudad y quieran conocer el lugar acompañados de alguien más). De todos modos, su uso preferente sigue siendo el de mantener relaciones casuales y rápidas, exentas de compromiso.

Una buena amiga mía tiene Tinder desde hace más de tres años, ya que su vida le requiere estar cada año en una ciudad diferente. Me ha hablado de Tinder y de su uso distinto en las ciudades en las que ha estado y en los diversos países. Me parece muy interesante el caso de París, en contraposición con el de Madrid. Según ella, en París todos los millenials tienen Tinder. Es algo tan común como tener Facebook, y no lleva consigo ninguna connotación específica. Es solo una red social más. Sin embargo, en Madrid no tanta gente usa Tinder y el hecho de tenerlo sí supone cierto tipo de connotaciones.

Otras cuestiones relacionadas con Tinder son el tipo de uso y la duración. ¿Es adictivo? Encontré un artículo muy interesante sobre el uso problemático de Tinder (Problematic Tinder Use Scale —PTUS—) y lo que en psicología se denomina “adicciones conductuales”. Este estudio enumera seis modelos de componentes para identificar usos problemáticos de Tinder: (A) prominencia (el uso de Tinder domina el pensamiento y el comportamiento); (B) modificación del estado de ánimo (Tinder modifica/mejora el estado de ánimo); (C) tolerancia (incremento de la cantidad de tiempo que se le dedica a Tinder); (D) abstinencia (se producen sentimientos desagradables si se descontinua el uso de Tinder); (E) conflicto (el uso de Tinder compromete las relaciones sociales y otras actividades); (F) recaída (tendencia a la vuelta a ciertos patrones del uso de Tinder tras la abstinencia o el control de dicho uso)”.

Cuando lo adictivo en sí mismo es hacer swipe o tindering, contactar con alguien para una cita es un hecho que realmente no tiene importancia. Habla también de la búsqueda constante de validación personal: el hecho de usar Tinder y conseguir matches hace que el usuario se sienta mejor, porque se siente validado por los demás.

En cuanto a la mejora del estado de ánimo, sucede porque al sentirse aceptado por otros y tener más matches, el usuario se siente más “querido”. Pero todo esto es en realidad una gran mentira, porque no es el usuario el que se acepta a sí mismo, sino que la dinámica de Tinder crea una ilusión. Sería algo así como tomarse un antidepresivo, en vez de tratarse con un psicólogo. Lo primero ayuda de manera más o menos inmediata, durante un tiempo reducido, pero lo segundo es lo que realmente ayuda a solucionar el problema.

Me gustaría hacer una reflexión sobre la tecnología y la manera que tiene de cambiar nuestros patrones de conducta, sobre todo, en cuanto a las relaciones afectivas y sociales: mis abuelos conocían a sus futuras parejas en las fiestas del pueblo o través de un amigo que tenía una amiga que tenía una prima que estaba soltera, etc. Sin embargo, como millenial tengo otras maneras (propias de la segunda modernidad) de conocer gente, y me pregunto: ¿cuáles serán las de mis nietos?, ¿las de la hipotética tercera modernidad?

A veces debemos pararnos a pensar de dónde venimos, hacia dónde vamos y qué tipo de sociedad estamos legando a nuestros hijos. ¿Es mejor o es peor? Sea como fuere, el primer paso es ser conscientes de los procesos a los que nuestra sociedad nos somete para desarrollar resistencia a ellos. Debemos descubrir nuestra propia penicilina para resistir las dinámicas de la sociedad actual y encontrar el equilibrio entre la modernidad, el progreso y la esencia de la vida y la existencia. Solo así evitaremos convertirnos en máquinas.

Fuente: Reflexiones Marginales

Este artículo fue condensado por motivos de espacio, pero puedes leerlo completo, con referencias bibliográficas y fuente, en la siguiente página: https://goo.gl/ANucqh

Dialoguemos

Por Alejandro Robles Arias

A pesar de la distancia, aquello que nos aqueja es prácticamente lo mismo en cualquier parte del mundo y si bien varía el contexto, todos los sueños, ilusiones y sentimientos terminan por ser parecidos.

Hace unos meses conocí el ejercicio que el escritor Daniel Krauze realizó durante un año en el que leyó a autores de diferentes países del mundo sin repetirlos.

Al principio la tarea parecía fácil, ya que comenzó con los anglosajones, después los latinoamericanos y posteriormente los europeos. El experimento se complicaba cuando caía en cuenta de que no conocía muchos autores de Asia y aún menos de África u Oceanía.

Sin embargo, el resultado fue altamente gratificante y revelador: comprendió que a pesar de la distancia, aquello que nos aqueja es prácticamente lo mismo en cualquier parte del mundo y que aunque varíe el contexto, todos los sueños, ilusiones y sentimientos terminan por ser los mismos.

Esto no es algo menor cuando vivimos un punto bajo a nivel global. Donde la deshumanización del otro se vuelve un aspecto en boga simplemente por ser “distinto” a la mayoría.

Situación irónica en el contexto actual, donde la fuerza motora de las economías son las ciudades, las cuales se caracterizan precisamente por la diversidad de personas, ese capital humano en el que reside su potencial de creación y producción.

No por nada, cuando hablamos de las ciudades más ricas, hablamos de las más globales como Nueva York, Londres, París, Hong Kong o Los Ángeles. Incluso en la antigüedad los máximos alcances se dieron en urbes como Atenas, que era epicentro del intercambio cultural de su época.

Apenas en diciembre pasado, Donald Trump dijo una de las citas que quedará como testimonio de lo que se debe combatir en nuestro tiempo: “Tendremos fronteras encima de las fronteras”. Impensable en un país hecho a base de migración.

Hace poco tuve la oportunidad de observar la pieza de realidad virtual de Alejandro González Iñárritu y Emmanuel Lubezki llamada “Carne y Arena”, la cual recibió el reconocimiento de la Academia para la entrega de un Óscar especial.

La obra del director mexicano nos coloca en primera línea para observar la condición inhumana que enfrentan los inmigrantes durante las detenciones que se producen en la frontera de México con Estados Unidos.

La narrativa está basada en historias reales y no hace más que conmocionar y someter a una profunda reflexión al espectador, que a ratos deja de serlo gracias a la tecnología virtual.

Experiencias como esta nos llaman a empatizar con los miles de inmigrantes que se juegan la vida, empujados por condiciones de miseria y violencia en sus localidades de origen.

Dejar de lado la imagen preconcebida que tenemos de ellos, ver los rostros de personas y escuchar sus historias nos permite establecer un primer diálogo con ellos.

Contrario a lo que sugiere la rampante cultura de la indiferencia, estoy convencido de que estamos llamados a preocuparnos por el otro. Entre más nos conozcamos será más fácil. Si lo pensamos un poco, es la misma transición que se genera en toda amistad: desconocidos que han dejado de serlo.

Desde luego, un diálogo se establece cuando conversamos. Pero también leemos sobre una situación distante, observamos una buena película o emprendemos un viaje, todo nos abrirá a una nueva perspectiva.

Entre los muchos propósitos personales deberíamos hacer hueco para uno más: dialogar. Pero dialogar de verdad. No caer en los monólogos o las recetas fáciles que toman atajos en los lugares comunes.

Escuchar al otro, entender su postura. Reconoceremos que nuestros puntos de vista pueden ser distintos, pero nunca ajenos. A partir de ahí podremos construir algo duradero.

¡Dialoguemos!

El mexicano prefiere la posverdad

Por Efraín Kleriga Grossgerge

La cultura mexicana es una cultura divorciada de la verdad. Entre los bienes que puede trasmitir un comunicador, el menos deseado y el mayormente combatido será la verdad apegada a los hechos reales, esa verdad objetiva que existe en sí.

El mexicano prefiere la posverdad, tal y como la definió recientemente la Real Academía Española: “Distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”.

Y no solamente se prefiere esa posverdad que señala hechos que no ocurren, situaciones que nunca pasaron, sino que esa realidad virtual define lo políticamente correcto.

Y nada tan políticamente incorrecto como decir lo que es, sin darle crédito gratuito a nadie ni quitarle la razón a quien la tiene: retratar los hechos sin maquillajes.

El clamor general actual es que México vive la mayor crisis de su historia, cuestión que es casi risible escarbando un poco, precisamente, en nuestra historia.

Los levantamientos de los años 20, la Guerra Cristera, las presiones de las clases media y alta, y la pobreza creciente, entre las que Lázaro Cárdenas entrega el gobierno mediante un fraude electoral a su compadre Manuel. Las crisis de 76 a 82 que desataron la hiperinflación, la caída de la economía, los asaltos bancarios, los secuestros y hasta los robos de mandado afuera de los supermercados, que produjeron tal descontento en el norte, donde se identificó a los problemas del tipo de cambio con los capitalinos, que surgieron movimientos separatistas y frases, hasta en vehículos, como: “Haz Patria, mata un chilango”.

Y vienen los días de 1994, cuando surge la Guerrilla Zapatista en Chiapas que hace sudar al Gobierno de Salinas, el homicidio de Colosio que cambia las reglas del juego, y luego el de Zedillo, que además intenta operar una devaluación y lo que hace es mandar a la porra a la economía en la segunda crisis económica más fuerte de México desde los años 80.

Pero la posverdad nos dice que los números del crecimiento económico de hoy son falsos, que el Ejército es el que desaparece personas, que López Obrador es un caudillo…

En fin, lo que nos gusta es hacernos tontos y por eso el país nunca aprovecha las oportunidades.

La erótica reforma fiscal de Trump

Por José María Gay de Liébana

Trump vio la luz verde a su reforma fiscal, aunque, eso sí, con ligeros recortes, porque tampoco se trataba de que la Cámara diera el visto bueno tal cual a una normativa de fuste tributario. Cualquier bajada de impuestos, desde luego, da alas a los contribuyentes, contagia de ilusiones e imprime un renovado vigor en la economía.

El mejor impacto del paquete normativo aprobado en Estados Unidos se concentra en el impuesto sobre sociedades, un impuesto que en muchos países se está retocando a la baja para evitar la fuga de sociedades hacia otros territorios con fiscalidad más tierna y apacible, para acabar con la triangulación fiscal que las multinacionales llevan a cabo jugando con sus subsidiarias domiciliadas en zonas de baja tributación y para animar la inversión en el propio país que conlleve la creación de empleo y que la actividad se acelere.

Hasta ahora el tipo de gravamen del impuesto sobre sociedades en Estados Unidos era del 35% y la reducción aprobada lo rebaja al 21%. Por consiguiente, las empresas norteamericanas, que en estos años están cosechando suculentas ganancias que redundan en sus elevadas cotizaciones bursátiles y en generosos repartos de dividendos, saben que desde ahora sus beneficios se gravarán en menor cuantía y el excedente libre de impuestos, que se aplica a distribuir dividendos y a aumentar las reservas, crecerá. Lo uno lleva a lo otro: si las acciones cotizaban con júbilo hasta el momento, con mayor entusiasmo cotizarán en este arranque de año.

El extremo descollante del asunto viene dado por el interesante aliciente que se promulga para la repatriación de beneficios hacia Estados Unidos. Hasta ahora, cuando una compañía multinacional norteamericana repatriaba las ganancias obtenidas fuera de Estados Unidos, tributaba sobre las mismas, en el momento de su repatriación, el 35%. Mientras que si no las repatriaba, el efecto del impuesto sobre beneficios era exactamente el mismo, es decir, su resultado antes de impuestos se veía aminorado por la carga tributaria, pero con un detalle singular: el impuesto quedaba diferido hasta que se procediera a la repatriación. Pues bien, el meollo nuclear de la reforma legislativa de Trump viene dado por la importante reducción de la tasa de repatriación que se fija en el 15,5%, por debajo incluso del nuevo tipo de gravamen del 21%.

Se habla de que las grandes multinacionales norteamericanas tienen una tesorería de cerca de 1,4 billones de dólares fuera de Estados Unidos y solo las grandes tecnológicas concentran sobre los 500.000 millones de dólares lejos de allí. Para ser exactos, al cierre de 2016, los fondos monetarios de Apple, Alphabet, Microsoft, Amazon y Facebook ascendían, según sus respectivos balances, a 626,000 millones de doláres. Solo Apple, a la cual se toma como referencia usual, lucía unos fondos monetarios a 30 de septiembre de 2017 —fecha de cierre de su último balance— de casi 270.000 millones de dólares.

Una parte más o menos grande de esas sumas de dinero —con el incentivo fiscal de tributar al 15,5%— se moverán desde los lugares en que actualmente se encuentren depositadas hacia Estados Unidos. Con tantos billetes, ¿qué se hará? Por lo pronto, reducir parte de la deuda que las grandes compañías hayan contraído para poder pagar dividendos en Wall Street al estar, hasta hoy, su liquidez a buen recaudo lejos de América. En segundo lugar, a repartir dividendos y poner en marcha programas de recompras de acciones que devienen en aumentos de rentabilidad para los inversores que permanezcan vinculados a la empresa y hacer efectivas sus plusvalías para los accionistas que opten por vender parte de sus títulos. No solo eso, además, al mejorar los beneficios generados por la compañía se satisfacerán retribuciones o pluses extraordinarios a los empleados.

Se calcula en unos 200.000 millones de dólares la suma que recaudará el fisco norteamericano. Los ahorros fiscales anuales de los que se beneficiarán a partir de ahora las multinacionales norteamericanas rondarán los 150.000 millones de euros. Por cierto, ¿qué se hará además con tanto dinero en cash por parte de un gran número de conglomerados norteamericanos? Invertir y crear empleo y, a la vez, aumentar salarios.

La historia de esa reforma fiscal de Donald Trump, con todo, no acaba aquí. Algunas de las grandes compañías europeas que también están en Estados Unidos se plantearán la posibilidad de reubicar parte de sus actividades empresariales en suelo norteamericano. Este es el caso de los gigantes automovilísticos alemanes que desde hace años fabrican varios de sus modelos en Estados Unidos. De confirmarse esa perspectiva, las inversiones se concentrarían allí y la creación de empleo también. Sumemos a ello la vía de desregulación en la que insiste Trump y los ajustados costos de energía que se dan en Estados Unidos. Por consiguiente, Estados Unidos gana una baza de competitividad frente a Europa y Japón. Entretanto, en Europa, las autoridades arremeten con dureza contra el paquete fiscal de Donald Trump. ¿No sería mejor que actuaran en pro de la economía europea en vez de poner tantas trabas y colocar tantos obstáculos burocráticos, de fustigar tanto a sus empresas, de cargarlas de absurda legislación en su afán desmedido por regularlo todo y exigir tributaciones tan elevadas?

Fuente: okdiario.com

No te deseo un año maravilloso

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Por Elena Goicoechea

“Este ha sido un año de grandes aprendizajes”… Ya cuando brindas en Nochevieja con esa frase es que te fue de la patada. ¡Pero es verdad!, las malas experiencias, si las procesas adecuadamente, te hacen crecer. Si no, pues nada más te dejan como yogurt. Lo normal es que en un año pase de todo, aunque los hay enconados…

De cualquier forma, a mí no me van los pensamientos mágicos, recordar solo lo bueno es irreal. No obstante, rumiar lo malo te desnutre el alma. En 2018 habrá de todo, bueno y no tanto, solo te deseo y me deseo que estemos armados con suficientes herramientas internas para buscar, aprovechar, lograr, manejar y superar lo que venga.

Comparto la siguiente reflexión de la psicóloga Mirta Medici, que calentó las redes este fin de año:

No te deseo un año maravilloso donde todo sea bueno. Ese es un pensamiento mágico, infantil, utópico.
Te deseo que te animes a mirarte, y que te ames como eres.
Que tengas el suficiente amor propio para pelear muchas batallas, y la humildad para saber que hay batallas imposibles de ganar por las que no vale la pena luchar.
Te deseo que puedas aceptar que hay realidades que son inmodificables, y que hay otras, que si corres del lugar de la queja, podrás cambiar.
Que no te permitas los ‘no puedo’ y que reconozcas los ‘no quiero’.
Te deseo que escuches tu verdad, y que la digas, con plena conciencia de que es solo tu verdad, no la del otro.
Que te expongas a lo que temes, porque es la única manera
de vencer el miedo.
Que aprendas a tolerar las “manchas negras” del otro, porque también tienes las tuyas, y eso anula la posibilidad de reclamo.
Que no te condenes por equivocarte; no eres todopoderoso.
Que crezcas, hasta donde y cuando quieras.
No te deseo que el 2018 te traiga felicidad. Te deseo que logres ser feliz, sea cual sea la realidad que te toque vivir.
Que la felicidad sea el camino, no la meta.

Mirta Medici

Celestún

Considerado la cuna del ecoturismo en México, es un destino ideal para alejarse de las playas multitudinarias y disfrutar la naturaleza. Su nombre maya significa “piedra pintada” y existen muchas razones que hacen de este tranquilo pueblo de pescadores y sus alrededores un destino único en las costas de Yucatán.

 

La laguna de Celestún destaca por sus recursos biológicos y escénicos. Es un área protegida desde hace más de 30 años, donde es posible ver a las aves surcando libremente el cielo. Ahí habita una de las mayores colonias de flamencos rosados del mundo (¡cerca de 18 mil!), siendo uno de los atractivos mayores del lugar.

Esta reserva faunística, cuya importancia ecológica ha sido reconocida en varias declaratorias, posee una gran riqueza de especies endémicas de plantas y, en lo que hace a la fauna, es hogar de un sinnúmero de peces y especies marinas; en sus manglares habitan dos especies de cocodrilo y 234 especies de mamíferos conviven en la ría (ocelote, jaguar, tigrillo y el mono araña… todos en peligro de extinción). Puedes hacer recorridos tanto de día como de noche, y es una experiencia completamente diferente, ya que hay animales que solo pueden ser vistos cuando salen a cazar una vez que el sol se oculta.

 

Los estrechos canales que llevan a los manglares y algunas de las zonas más remotas de la reserva pueden ser recorridas en kayak o bote de remos. No dejes de conocer el manantial Baldiosera, donde se puede nadar y bucear; el manantial Cambay, que es un ojo de agua dulce; y Tambor, donde el principal atractivo son los flamencos, que deben su pigmentación a la concentración de caroteno en el agua.

  

Cómo llegar a Celestún, situado 91 Km al oeste de Mérida:

Desde Mérida, el trayecto a Celestún en automóvil te lleva una hora y media, y puedes conocer los pueblitos en el camino.

Si prefieres tomar un autobús, el servicio es puntual y eficiente. Salen de Mérida cada hora a partir de las seis de la mañana y hasta las ocho de la noche.

También hay agencias de viaje en Mérida que organizan tours con guía.

Las fotografías de este reportaje fueron tomadas desde una terraza del Hotel XIXIM. Se trata de un recinto de paz para liberar el estrés y descubrir los elementos esenciales que le dan sentido a la vida. Su diseño ecológico, inspirado en una aldea maya, tiene como objetivo el preservar 530 hectáreas de naturaleza.

Fotografía: Lourdes Christlieb
Texto: Elena Goicochea

¿Porqué celebró el matrimonio en pleno vuelo? El Papa lo explica

Osservatore Romano | AFP

En la rueda de prensa no podía faltar la pregunta sobre el matrimonio que ha dado la vuelta al mundo

En el viaje de vuelta del Papa Francisco de Chile y Perú no podía faltar una pregunta de los periodistas. Ha sido la gran anécdota del viaje, el momento en el que Papa Francisco casaba a dos tripulantes en su vuelo hacia Iquiqué.

La pregunta era casi obligatoria: De ahora en adelante, ¿qué le diría a los párrocos, obispos, cuando los novios piden casarse en la playa, en los parques, en los barcos…?

Ésta fue la respuesta de Papa Francisco: Se imagina cruceros con matrimonios, esto sería… Uno de ustedes me dijo que yo estoy loco por hacer estas cosas. Pero fue sencillo. El señor, el hombre, estaba en el primer vuelo. Ella no estaba. Hablamos…, luego me di cuenta que me había sondeado.

Hablamos de la vida, de qué pensaba yo la vida de la familia. En verdad, una hermosa conversación. El día después estaban ambos. Cuando nos hicimos las fotos me dijeron que estaban por casarse por la Iglesia, se casaron por civil, porque el día anterior (se ve que eran de una ciudad pequeña) la iglesia se destruyó en el terremoto. No hubo boda. De esto hace 8 o 10 años.

“Que sí, que mañana lo hacemos, después la vida, llega una hija, después la otra hija… Pero nosotros siempre hemos tenido esto en el corazón, pero no nos hemos casado”. Los interrogué un poco, y las respuestas eran claras: para toda la vida. ‘¿Y cómo sabéis estas cosas? ¿Tenéis buena memoria del catecismo?’. ‘No, no, no. Nosotros hemos hechos los cursos prematrimoniales’. Estaban preparados. A los párrocos les digo que estaban preparados y yo he juzgado que estaban preparados.

Me lo pidieron. Los sacramentos son para las personas, y vi que las condiciones eran claras y por qué no hacer hoy lo que se puede hacer hoy, no; para qué mandarlo a mañana, porque mañana quizás hubiesen sido 8 años más. Esta es la respuesta. Porque yo he juzgado que estaban preparados y que sabían lo que hacían. También uno de ellos se ha preparado delante del Señor con el sacramento de la penitencia, y los casé. Y cuando llegaron aquí todo estaba acabado y se han casado.

Me dijeron que les había dicho a alguno: ‘vamos al Papa que nos case’. No se si era verdad o no esa intención. Así ha sido la cosa. Pero decidle a los párrocos que el Papa los interrogó bien, y después cuando me dijeron que habían hecho el curso… Pero eran conscientes de que estaban en una situación irregular.

La pérdida de la identidad

– ¿Sabes quién soy?

– No, no lo sé. Pero sé que te conozco… ¡Eres la más bonita!

Siempre he pensado que de todas las enfermedades que se pueden padecer, las relacionadas con la salud mental son las más difíciles de enfrentar. ¿Qué es la memoria y qué significa perderla? Se diluyen las actitudes y los comportamientos que nos otorgan esencia; eso que nos hace únicos y que nos diferencia de los demás.

Nuestra mirada se puede quedar atrapada en el tiempo, aunque no sabemos en cuál de todos. Resulta inevitable olvidar expresiones, costumbres y tradiciones; olvidar los rituales románticos, la ropa o la comida favorita; no saber de principios ni de los valores que rigen en nuestra sociedad. Las significaciones parecen ausentes.

Distorsión de la realidad que afecta a quien la padece y a los seres que le rodean, para quienes resulta sumamente complicado hablar con alguien que parece no entender, o no descifrar, o no recordar los códigos en los que se mueve el mundo, alguien que no puede compartir experiencias vivas o colectivas que evoquen recuerdos.

En el día a día, el común de las personas somos poco conscientes de la capacidad de almacenamiento que tiene nuestro cerebro, de la infinidad de asociaciones que somos capaces de construir, de las posibilidades de hilvanar nuestros recuerdos con nuestra identidad.

Con la pérdida de la memoria se da un salto al vacío, no hay manera de rellenar huecos, de reunir sombras, de incitar a la creación, de imprimir emociones. El humor se erosiona. Lo que recordamos no tiene conexión con el otro, con su vida, con su tiempo, con su espacio, con esas pequeñas piezas cotidianas que nos hacen ser.

La ausencia de recuerdos amenaza con acabar con nosotros. Los recuerdos –dice Rosario– terminan siempre por convertirse en un mecanismo de salvación. En rescate, redención, olvido y también en delirio.
Para poder guardar algo en el pozo de los recuerdos, es preciso que ese algo se nos escape de las manos, al tiempo de quedar tatuado en las paredes de la memoria. No es posible recordar algo, si antes no lo olvidamos, esa es la forma en que funciona el mecanismo de la memoria pero… ¿qué sucede cuándo se pierde la memoria? ¿se pierde el recuerdo o se pierde el olvido?

Quizá de todo esto son conscientes quienes transitan en ese universo de la pérdida de la memoria, por eso tratan de encerrarse en su mente. Por eso tratan de hurgar en sus recuerdos, para buscar las palabras que les permitan nombrar a las personas y a sus afectos. Ahí radica su angustia, ahí radica su miedo, ahí radica su lucha.

“Uno es lo que recuerda porque uno es lo que ha vivido, lo que ha aprendido, lo que ha visto, lo que ha conocido y lo que ha construido.

¿Quién se es cuando todo eso queda borrado?”

¿Qué les queda a quienes les toca acompañar a quienes intentan dominar el arte de perder?

Amar sin expectativas
Amar sin olvido
Amar sin recuerdo…