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Los riesgos de la unión libre

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“Lo contrario de amar no es odiar, es usar”.

Juan Pablo II

No deja de sorprender que el New York Times haya publicado recientemente un artículo que apunta los riesgos de que las parejas vivan en unión libre, siendo una práctica que se presenta tan común.

 

La creencia popular de que cohabitar antes del matrimonio es una manera de evitar el divorcio no es soportada por los hechos, advierte la doctora en Psicología Meg Jay, en especial si la pareja ni siquiera se ha comprometido. Por el contrario, si llegan a casarse algún día, estas parejas tienden a sentirse menos satisfechas con sus matrimonios y más dispuestas al divorcio que aquellas que no vivieron juntas antes de casarse. Estos desenlaces negativos son denominados “efecto de cohabitación”.

La Dra. Jay cita el caso de una paciente, Jennifer, que vivió con su novio durante cuatro años y luego se casó con él. Menos de un año después de la boda estaba buscando un abogado de divorcios, terriblemente desilusionada y preguntándose por qué su matrimonio no había funcionado. La boda le había parecido el paso lógico a dar tras cuatro años de cohabitar con su pareja; acepta que una de las razones que la llevó al altar fue que le era difícil pensar en romper la relación después de tanto tiempo amasando propiedades, perros y amigos en común, aunado al hecho de que ambos ya estaban en sus treintas.

Este caso ilustra del proceso que Jay llama “sliding, not deciding” (deslizarse, no decidir), que en principio lleva a algunos novios “modernos” a vivir juntos y eventualmente a casarse por motivos diferentes del verdadero amor: salir > tener sexo > quedarse a dormir en casa del otro > mudarse juntos porque es más barato, práctico y conveniente > boda.

Sin embargo, compartir gastos y establecer vínculos económicos hace mucho más difícil salirse de una relación que, en principio, alguno o ninguno tenía la certeza de que fuera a durar para siempre. El peor error es eludir el tema y no hablar con sinceridad sobre cuáles son sus verdaderas razones para preferir cohabitar que casarse. Cuando los investigadores hacen esta pregunta a quienes viven en unión libre, descubren que los miembros de la pareja suelen tener distintos motivos y agendas que los llevan a tomar esa decisión, las cuales en muchos casos no son manifestadas al otro, y a veces son incluso inconscientes.

Las mujeres son más proclives a ver la cohabitación como un paso hacia el matrimonio, mientras que los hombres tienden a ver este tipo de unión como una forma de poner a prueba a la otra persona y a la relación, o como una manera de posponer el compromiso. Esta asimetría de posturas que se da entre los sexos se asocia con interacciones negativas y bajos niveles de compromiso, aun cuando la relación desemboque en boda.

Una cosa en la que el hombre y la mujer sí coinciden, es que sus estándares para elegir una pareja para vivir en unión libre son más bajos que cuando buscan conscientemente un/a esposo/a para toda la vida. Después de todo, cohabitar no implica ningún compromiso permanente ante la sociedad, ante la ley o ante Dios, ni siquiera ante la pareja. Es una decisión temporal que no ata a largo plazo y de la que pueden arrepentirse en cualquier momento. Una especie de relación desechable, a prueba de errores.

“Tengo muchos pacientes que desearían no haber desperdiciado años de su juventud clavándose en relaciones que hubieran durado solo unos meses de no haber decidido vivir juntos. Otros aceptan que desean comprometerse con su pareja, pero no tienen del todo claro si eligieron a esa persona de una manera plenamente libre y razonada.

Fundar relaciones en la conveniencia o la ambigüedad puede interferir con el proceso de elección libre y madura de la persona amada. Una vida en común construida sobre el supuesto “tal vez tú resultes el adecuado”, no se percibe tan exitosa como una construida sobre votos hechos a perpetuidad: “Prometo…” o “Te acepto a ti como mi esposo/a…”

Jay afirma que es importante que las parejas discutan honestamente las motivaciones y el nivel de compromiso de cada uno antes de dar pasos en falso dejándose llevar por el enamoramiento, por la inercia de la relación o por la presión del otro.

Más vale anticipar y evaluar qué podría llegar a impulsarnos a cohabitar en lugar de casarnos. Es un grave error pensar que la cohabitación es lo mismo que el matrimonio, y peor aún es verla como una manera de poner a prueba a la otra persona o a la relación.

La envidia, el pecado tonto

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¿Sabías que la principal causa del bullying es la envidia? Descubre la verdad sobre el pecado más tonto, triste y destructivo.

Ella estaba encantada con su vestido de graduación, hasta que descubrió que el de su amiga era más chic. A él le asombró muchísimo haber obtenido tan alta calificación. ¡Un 8 en lógica era algo formidable! Mas “el gozo se fue al pozo” al enterarse de que el compañero con el que había preparado el examen obtuvo 10.

Esto ocurre a todos los que padecen la manía de no disfrutar el bien propio por envidiar el ajeno. Hay quienes podrían ser felices si ignoraran que existen otros más dichosos.

La envidia es la tristeza por el bien ajeno. Es el pecado triste. Otras faltas, como robar, fornicar, etcétera, reportan algún provecho; mas la envidia es un pecado tonto, se comete sin placer y trae solo tortura.

No tolera el envidioso que haya alguien más alto que él en cualquier sentido, y se propone estirarse hasta alcanzar esa estatura. Entonces se toma mil trabajos innecesarios que lo extenúan, lo enferman. No tiene compasión de sí mismo. Mas si siente que su esfuerzo sería inútil y jamás podría superar la altura del otro, procurará por cualquier medio “achaparrar” a su competidor: lo obstaculizará, murmurará de él, le restará méritos, le hará cuanto daño esté en sus manos.

El que se fatiga solo por querer alzarse hasta la altura del otro, se aborrece a sí mismo, y quien se propone bajar al que está arriba, detesta al otro. Siempre odios. La envidia será la gran destructora porque no tiene entrañas de compasión, es el desamor universal. El psicólogo Adler descubrió que el afán de superioridad es un instinto de más profunda raigambre que el sexual. La Biblia lo confirma: el primer crimen fue motivado por celos: Caín mata a Abel porque le es insoportable su superioridad. Más atrás aún, Lucifer, el querubín supremamente dotado, encabeza la rebelión pues no resiste ser inferior ante el Altísimo. La envidia es la pasión de las pasiones.

El complejo de inferioridad consiste en la vaga sensación de impotencia que invade nuestra vida entera, no a causa del reconocimiento de nuestras limitaciones reales, sino de habernos comparado de muy niños con alguien que juzgamos superior y más apto.

No hay nada más amargo que estar conscientes de nuestras impotencias, por eso la virtud que enfrenta esta profunda verdad, la humildad, es la virtud más difícil. Tenemos que aceptarnos como somos y en vez de enfurecernos con nuestras limitaciones, tenernos paciencia y piedad. Hay que tratar de desarrollar al máximo nuestras facultades, mas no al máximo absoluto, sino a aquel que nos es posible, sin exigirnos cruelmente lo imposible. En eso consiste la humildad. El envidioso, por el contrario, no quiere ser el que es, no se gusta, se rechaza. La envidia es la admiración disfrazada. En el fondo, el envidioso quisiera ser como el envidiado, se odia por no serlo y odia al otro por ser quien es.

“Pero, ¿cómo quitarme la envidia si no está en mis manos impedir que me asalte la tristeza por el bien ajeno?”. Primero, reconciliándote contigo mismo, aceptándote como eres, dando gracias a Dios y gozando lo que tienes. Segundo, prohibiéndote compararte con nadie. Nuestra sociedad exaspera y explota en todos los órdenes esa pasión inicua de competencia y luego se asusta, mojigata, de que el odio reine entre los hombres y entre las naciones. En el teatro universal, todos tenemos un papel distinto y en él debemos ocuparnos. Mejor hagamos de nuestra actuación una obra maestra.

No se trata de superar a nadie, sino de superarse uno mismo. Ese sí es un deber: cada uno compare su yo real con su yo ideal: lo que es, con lo que debería ser, ¡Y deje al prójimo en paz!

 

No tengo por qué correr para ganarle a otro. Tal vez ese otro tenga mucha prisa, yo no, yo voy de paseo. No me entristece si alguien se me adelanta, no me alegro si a alguien dejo atrás.  Ni siquiera me doy cuenta.

 

Extracto del libro “Que mis palabras te acompañen”. Autora: Emma Godoy. Editorial: Debolsillo, Edición Especial.

Filosofía del narcotraficante

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La lucha contra el narcotráfico y la seguridad nacional suelen centrarse en las estadísticas de muertos y las estrategias punitivas del Estado gendarme: la escandalosa punta del iceberg. Poco se ha analizado la filosofía que impregna nuestra cultura: el núcleo del iceberg.

Esa filosofía fue sintetizada por un sicario provinciano de rango menor durante una entrevista tras su captura: “Más vale vivir cinco años como rey, que cincuenta como buey”. Los beneficios: una vida con dinero, poder, mujeres, coches, drogas y lujos estrafalarios, amén de una fama peculiar. El costo de tener “lo mejor”: la muerte o la cárcel están a la puerta.

Suena demasiado burdo como para ser pensado por un ser racional. Pero se trata de las consecuencias más radicales de una filosofía que palpita en toda una cultura. En efecto, ¿acaso no percibimos anhelos similares (dinero, confort, viajes, mujeres, fama, poder) entre nuestros compañeros de universidad o de trabajo? Podemos encontrar la misma lista de aspiraciones  en la agenda de cientos de empresarios, políticos, profesionistas y estudiantes. La diferencia está en que los narcotraficantes radicalizan sus medios (al grado de llevar vida criminal) para lograr los mismos fines, mientras que aquéllos no son tan temerarios como para arriesgar su libertad y su vida. Por ello pienso que se trata verdaderamente de toda una “cultura”: se han sembrado ideales mezquinos a la masa y estamos cultivando sus consecuencias, con algunos focos de infección aparejados (como los narcotraficantes), evidencia de que algo se ha hecho mal.

En muchos mensajes de marketing, cierto tipo de cine y hasta en el estilo de educación que se da a niños y jóvenes, se pueden detectar elementos que preparan este caldo de cultivo:

1. Dinero rápido con el menor esfuerzo. Se busca la barita mágica de la riqueza instantánea, cuando lo cierto es que el trabajo no es una mera fuente de ingreso, también perfecciona al hombre el activar todas sus habilidades y capacidades. Además, es la fuente más grande de servicio y desarrollo para la comunidad; de ahí su gratificación, que ha de ser proporcional a lo que se aporta. Invertir el mecanismo es desastroso. Cuando el fin absoluto es el dinero, el trabajo es considerado solo un “medio”; el problema es que existen otros “medios” que pueden resultar más rápidos y lucrativos, como el fraude o el crimen organizado.

2. Consumismo materialista asfixiante. El deseo de consumir bienes materiales es sembrado a través de la propaganda, a grado tal que ha esclerotizado la sensibilidad artística, humanista y hasta espiritual de muchas personas, incluso desde la infancia.

3. Relaciones amorosas desvinculadas de cualquier compromiso. Se dan en ambos sexos, aunque hay mayor tendencia a mostrar a la mujer como un producto de “uso desechable”. ¿Qué diferencia hay, en este sentido, entre los empresarios y políticos que contratan “mujeres de ocasión” y las orgías de los zetas? Quizá que los primeros se mueven en un lujoso hotel. Pero la sórdida pretensión es la misma.

4. Deseo desorbitado de fama. Hoy nadie tiene más seguidores en Twitter que ese curioso objeto de colección del siglo XXI: Lady Gaga. Sin embargo, “el Chapo” Guzmán no solo está en la lista de los más ricos del planeta; los narcocorridos lo han hecho tan legendario como Villa y según datos que ha aportado la revista Forbes, es más relevante para el gobierno de EUA de lo que podría soñar Lady Gaga para sí misma.

En suma, damos de beber ideales rastreros a través del marketing, pero solo al brotar los bichos más dañinos –anti sistema– provocados por este brebaje, discutimos una cura para eliminarlos.

La respuesta no está solo en mantener un Estado gendarme capaz de inhibir y desmantelar los focos de infección, o en barajar mecanismos paliativos fruto de la impotencia, como la legalización de las drogas. El reto, a largo plazo, corresponde a la familia, la escuela y el Estado por igual, y consiste en inculcar a los hijos-alumnos-ciudadanos ideales elevados, de manera que aprendan a gozar aquellos bienes que vale la pena disfrutar viviendo cincuenta años.

Prefiero vivir como un Sócrates insatisfecho –un ser racional en busca de la verdadera felicidad– que como un cerdo satisfecho –una bestia bien alimentada de fango y en siesta.”

-Stuart Mill, El utilitarismo-

 

José Jorge Quesada es filósofo y ensayista  dedicado a la docencia.

quesada_jor@hotmail.com

 

El legado de los Rolling Stones

En abril se cumplieron cincuenta años del lanzamiento artístico de uno de los grupos de rock más reconocidos a nivel internacional: los Rolling Stones.

 

Como los Beatles, han ejercido una gran influencia en grupos como Led Zeppelin, U2, Queen, Genesis, Pink Floyd y Guns N’ Roses.

Los integrantes de esta popular banda: Mick Jagger, Keith Richards, Brian Jones, Charlie Watts, Bill Wyman y Ron Wood, recogieron la rica herencia musical del rhythm and blues, del rock and roll, del folk-rock, del jazz y del blues.

Los Rolling Stones desarrollaron su propio estilo y tuvieron un notable impacto con la ayuda de su productor y publicista, Andrew Loog Oldham, artífice de su proyección musical.

Pocos saben que al principio los Rolling Stones no lograban despegar como artistas. Así que pidieron a los Beatles que les compusieran una canción especial para su arranque. Así nació “Quiero ser tu hombre” que, en efecto, les ayudó a darse a conocer en su natal Inglaterra.

El estereotipo que Oldham forjó para el grupo fue de jóvenes rebeldes, desaliñados, airados y contestatarios, opuesta a la imagen inicial de los Beatles con el pelo bien recortado, traje oscuro,  siempre sonrientes e impecables.

Mick Jagger y Keith Richards hicieron una excelente mancuerna componiendo grandes éxitos como “La Última Vez”, “Mujer de Honky Tonk”, “Ruby Tuesday”, “Jack el saltarín”, “Caballos salvajes”, “Ella es como un arcoíris”, “Angie”, “Azúcar café”, “Es solo Rock and Roll” y muchos más.

Introdujeron en su música instrumentos como la cítara hindú (“Píntalo de negro”), la guitarra de doce cuerdas (“Angie”), la armónica (“No te vayas”), el órgano (“Ella sonríe dulcemente”), el piano, la marimba, los grandes coros –entre otros elementos– con magníficos resultados.

En 1965 dieron a conocer su famosa canción “Satisfacción”, que encerraba una
crítica a la sociedad materialista y de consumo; expresaron su frustración por no lograr obtener esos bienes, en “No siempre puedes obtener todo lo que quieres”, así como su desacuerdo con la política belicista de Estados Unidos y la Guerra de Vietnam en “El manifestante”.

Cometieron el error de emular musicalmente a los Beatles, a Cream y a otros grupos pop de moda, y tuvieron un estrepitoso fracaso. Después probaron mezclar el Reggae y la música electrónica, con lo que también perdieron su calidad original.

Compusieron una extraña canción titulada “Compasión por el diablo”, con un claro interés comercial que causó rechazo en diversos sectores de la sociedad.

La mayoría de sus integrantes se aficionaron al consumo de heroína, cocaína, LSD y metanfetaminas; al punto que Brian Jones fue expulsado del grupo por su conducta violenta y antisocial y al poco tiempo se ahogó en una alberca (se presume que por sobredosis). Keith Richards ha sido internado en varias ocasiones en clínicas de desintoxicación, y otros miembros han sido detenidos y multados por posesión de estupefacientes.

Han realizado exitosas giras por numerosos países, pero en la letra de sus composiciones como en sus actitudes sobre el escenario, han promovido constantemente el desenfreno sexual, el consumo de drogas y alcohol,  y han proyectado obsesivamente a la mujer como un mero objeto de placer.

Así que aunque en un principio este grupo inglés criticaba a la sociedad de consumo, después fueron devorados por un compulsivo hedonismo y un excesivo afán de lucro, carente de valores.

Los Rolling Stones llegaron a tener una importante influencia en los jóvenes de todo el mundo, pero –salvo en contadas melodías– desaprovecharon la gran oportunidad de comunicar –a través de su música– mensajes positivos y constructivos, como lo hizo Bob Dylan (“La Respuesta está en el Viento”, “Una fuerte lluvia caerá”), Pete Seeger (“Si tuviera un martillo”, “¿A dónde se han ido todas las flores?”), John Lennon y Paul McCartney (“Déjalo ser”, “Todo lo que necesitas es amor”), Johnny Cash  (“Hombre de negro”, “Si fuera un carpintero”), George Harrison (“Mi Dulce Señor”, “Bangladesh”) y Eric Burdon (“Piloto espacial”).

Parecería que se agotó su capacidad creativa, en buena parte, como resultado de una vida desordenada que afectó seriamente su salud.

Por sus aportaciones musicales forman parte destacada de la historia del Rock and Roll, pero socioculturalmente han dejado un legado negativo, por su lamentable conducta y la desorientación que causaron en muchos jóvenes.

7 errores de las chicas que sueñan con casarse

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Existen errores que pueden costar la felicidad. ¿Te da miedo cometerlos? ¿Temes no construir nada o perderlo todo?  ¿No sería triste comprender tus errores en el ocaso de tus  días, cuando es tarde para cambiar?

 

¿Cómo evitar errores fatales? Con conocimiento y voluntad. Hay que saber en dónde está el riesgo y cómo evitarlo. Hay que tener voluntad para no fracasar, no ceder y lograr el éxito.

Antes de conocer los 7 errores más comunes de quienes sueñan con el matrimonio, por favor:

– Date tiempo para un análisis honesto.

– Llama a las cosas por su nombre.

– Olvídate de tus autodisculpas.

– Lee, analiza, concluye y corrige.

 

 

Error Nº 1:

NO TE DEFINES

 

Sueñas con el matrimonio pero no te has definido. Definirte, incluye como mínimo 4 etapas:

 

A) Entender: ¿Qué es la familia? ¿Cuál es su destino? ¿Para qué? ¿Por qué?

B) Pregúntate: ¿Realmente quiero formar una familia?

C) Si la respuesta es “sí”, es urgente dejar de hacer todo lo que perjudique tu futuro matrimonio.

D) Seguir tu decisión con honestidad y estar dispuesta a actuar conforme a esta.

Una mujer que sueña con el matrimonio no flirtea desesperadamente, no sostiene relaciones sexuales con personas casuales, no huye de cuestiones serias (por ejemplo, tener hijos), está dispuesta a sacrificar su confort personal, no cultiva hábitos nocivos. Todos estos son indicios de la indefinición de tus propósitos.

Ten en cuenta que los hombres enseguida se dan cuenta si una mujer no tiene posiciones firmes y vive “como cae”.

 

 

Error Nº 2:

ESPERAS  UN “DE PRONTO”

 

Sueñas con la felicidad pero no sabes cómo elegir a tu compañero de vida. De pronto, cada hombre podría ser ÉL, por eso aceptas todo o casi todo lo que te proponen.

“Pruebas” hombres para que el tuyo no pase de largo y escape. Ese es un camino muy arriesgado. Ten claro que cada “prueba” es una pérdida. Ahora está de moda llamarlo “experiencia” y alegrarse por tenerla. Desde luego, al ser humano le es fácil autodisculparse.

Lo peor es que este puede ser un camino sin retorno. Pierdes los criterios, el tiempo, la fe, la edad, y tu sueño se esfuma.

Respétate a ti misma, estudia con atención qué tipo de persona tienes delante. ¡No cierres los ojos ante nada! Si no estás segura, pide ayuda a los tuyos, no desprecies su opinión. Habla con personas sabias. Lee. Busca tus raíces.  En una cuestión seria como esta, es mejor asegurarse.

Posiblemente temes no reconocer a tu media naranja y te abres ante cualquiera.

 

 

Error Nº 3:

PERSONA EQUIVOCADA

 

Sueñas con el matrimonio, te atrae, te enamoras, pero tu elegido se casa con otra. Es una situación muy dolorosa, pierdes el ánimo y perdiste el tiempo. Analiza:

 

• ¿Quién de ustedes busca el reencuentro? Si eres solamente tú, es una señal de al arma: ¡STOP!

• Si él procura el encuentro, ¿qué pretende? No eches a volar la imaginación y te ilusiones; sé realista.

 

El que será tu marido quiere estar contigo, te respeta, se siente atraído por ti, te tiene confianza, te pide consejo, te quiere alegrar y está dispuesto a ayudarte.

Está muy en boga amar a los chicos malos y misteriosos, pero es un error. No arruines tu vida. Sé tú la promotora de la felicidad familiar. No pienses que no eres capaz de gobernar tus propios sentimientos.

Probablemente tengas que entender que aquel con quien sueñas casarte, no te quiere.

 

 

Error Nº 4:

ERES CONSUMISTA

 

Sueñas con la vida familiar pero: ¿Sabes que la vida de casada es un trabajo que presupone un montón de nuevas obligaciones, preocupaciones y quebraderos de cabeza? Para evitar frustraciones, debes estar consciente.

No creas que tu marido colaborará al parejo en las tareas del hogar y lo disfrutará. Quizá el 0,5% de los hombres son así, pero no cuentes con ello. Desde luego que aumentarán tus quehaceres; lo quieras o no, serás ama de casa.

Comienza a adquirir hábitos útiles y pon en orden tu cabeza. En el matrimonio no sólo pones, también recibes, pero no es posible predecir en qué forma obtendrás tus dividendos, bonificaciones y ventajas. Esto depende de ti y de muchas cosas más. El matrimonio es una transformación de vida muy seria.

Si eres consumista probablemente estás soñando con un matrimonio en el que sólo recibas.

 

 

Error Nº 5:

CREES QUE LOS PODERES CELESTIALES LO ARREGLARÁN TODO

 

Sueñas con el matrimonio pero lo dejas a la iniciativa de las fuerzas superiores. Crees en historias como: “Una chica salía poco de casa y no pensaba casarse, pero un día su amiga llevó una foto de ella a su oficina y un joven colega, guapo, listo y bueno, la vio, se enamoró y se casaron”.

Crees y te gustan estas historias, y en espera de un mensaje divino, evitas cualquier iniciativa; incluso evades mirar a la gente porque el que te está predestinado como marido, recibirá una señal desde lo alto y te encontrará.

Pero ¿sabrá él atravesar el muro construido por ti? Y si está viendo las cosas desde tu misma perspectiva, ¿estará esperando una señal de ti? Somos libres para encontrar nuestra felicidad y para dejarla escapar.

Reprime tu orgullo y no temas nada. Es hermoso e inspirador cuando una mujer sueña –de todo corazón– con el amor, la familia y la felicidad. La mayoría de los hombres respetan tal postura.

 

 

Error Nº 6:

DESESPERAS

 

Sueñas con la vida familiar, pero no llega y te desesperas. La desesperación es un ENEMIGO peligroso, terrible, fuerte y experimentado.

Puedes no hacer nada, pero si no quieres quedar a merced de la desesperación y acabar tu vida infeliz y sin fe, hay que hacer algo.

 

 

Error Nº 7:

IMÁGENES FALSAS

 

Sueñas con el matrimonio pero tienes una imagen inadecuada de la vida familiar. La cultura de masas produce una cantidad enorme de imágenes falsas de la felicidad: unos brazos fuertes y bronceados, miradas largas y penetrantes, abrazos en el mar y ocaso de fondo… Cuanto más te absorbe el mundo mágico de los medios masivos, más grueso es el muro de cristal entre tú y la realidad.

Las personas fieles y amorosas a veces están mal afeitadas y pasan hambre, se resfrían y pierden pelo, no recuerdan fechas clave y su mejor ropa precisa lavandería, pero son reales y pueden hacerte feliz.

Probablemente sueñas con el matrimonio, pero amas a un héroe imaginario.

 

 

CONCLUSIONES:

 

• Sé franca y estudia con honestidad todo lo que te preocupa.

• Haz una “lista personal de alarmas”.

• Trabaja cada punto, o sea, establece las acciones que te ayudarán a quitar los obstáculos.

• Construye una vida familiar feliz, con tranquilidad y seguridad.

•                  ¡No te imaginas qué bellos son los sueños cuando se basan en la realidad!

 

 

Svetlana Randzhelovich/Realove.ru

Fuente: Forum Libertas

Traducción: T. Fedótova / Adaptación: P. J. Ginés

¿Cuál es tu huella de agua?

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Estamos en una de las épocas más calurosas y secas del año, por lo cual el cuidado del agua es fundamental. No basta con cerrar la llave, también debemos observar los productos que compramos y conocer qué cantidad de agua requirió su producción, empaque y transporte, ya que esto representa un consumo virtual de agua.

Según cálculos de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), una persona bebe cada día entre 2 y 5 litros de agua, y gasta en su higiene personal y tareas domésticas entre 50 y 200 litros, lo cual representa un volumen relativamente pequeño si lo comparamos con los 2,740 litros de agua que consume de manera indirecta (virtual) a través de los productos que compra. Si proyectamos la cuenta, en un año consume más de un millón de litros de agua. Por dar unos breves ejemplos, para producir un taza de café son necesarios 140 litros, mientras que para producir un kilogramo de carne son necesarios 16 mil litros.

 

Varios organismos han sugerido la idea de colocar una etiqueta en los productos, que especifique la cantidad de agua que se lleva su producción, lo cual sería un buen inicio, ya que coloca al consumidor como un eje importante en el cambio de los patrones de compra de la sociedad. Existen organizaciones importantes como Water Footprint Network, en cuya página de Internet podemos calcular nuestro consumo diario personal y nacional.

Así que ya lo sabes, la próxima vez que vayas a comprar algo, analiza el el proceso por el que tuvo que pasar dicho producto para llegar a tus manos. La última decisión siempre será tuya.

La conquista, Cortés y los diablos del pasado

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Estamos cercanos a cumplir 500 años de un acontecimiento focal, narrado con vigor en los anales de la historia: La conquista ibérica de México, principio del verdadero dominio europeo en la América continental. Es el acaecimiento que ha configurado nuestra propia biografía y al que queremos dedicar algunos artículos.  En palabras de León Portilla, “El encuentro de dos mundos”. A diferencia de lo que ocurrió en América del norte con Inglaterra y Francia, donde la visión luterano-calvinista implicó que cepillaran a los indios y destruyeran su cultura, en México este encuentro fue una fusión existencial, cultural y religiosa, del que resultó algo tan exótico como nosotros, los mexicanos.

 

Me gustaría hablar ahora de Cortés, elemento crucial de esta nueva historia. ¿Quién fue en realidad este personaje?, ¿un temerario guerrero, un vehemente evangelizador, un astuto y avariento capitán, un tlatoani (personaje divino) para los autóctonos, un audaz empresario, un insubordinado vasallo? En realidad, todo eso. Los cronistas han dejado pintado en sus deliciosas narraciones a un personaje vivaz y extraordinario, contradictorio hasta el fin y siempre admirable.

 

Por Bernal Díaz del Castillo, el cronista popular y quizá más elocuente, sabemos que Cortés era un hombre muy sobrio, pues “aguaba el vino” para no embeodarse; simultáneamente era un jugador empedernido de naipes. Estudiante salmantino y sanguinario, que amaba por igual la lucha y la poesía. Como empresario, sus dotes fueron inmejorables: arribó paupérrimo a Cuba –incluso compartía indumentaria con dos amigos– pero después de unos años de acertar en sus negocios, pagó toda la millonaria expedición exploratoria a México –muchos empresarios sacarían grandes lecciones al leer su biografía–; y precisamente por eso, Velázquez, mezquino por definición, pensó en él como mano larga de su voluntad.

 

Por el cronista Gómara y por las letras que él mismo refirió a Carlos V, Cartas de Relación, conocemos su sentida religiosidad e ímpetu evangelizador: las jornadas principiaban con una Misa, hasta que se acabó el vino; rezaba y hacía rezar el Ángelus; castigaba bestialmente las blasfemias –todo parece indicar que es a él a quien debemos que en México no se haya replicado esa funesta costumbre lingüística española–; remedando al líder de astures don Pelayo, enarbolaba este estandarte: Amici, sequamur crucem, et si nos fidem habemus, vere in hoc signo vincemus (Amigo, sigamos la cruz y si tenemos fe, verdaderamente con este signo venceremos) y destruía beligerante la idolatría. Y sin embargo, era mujeriego y liviano hasta los tuétanos, lo cual le engendró al final de sus días líos testamentarios. Hijo de las categorías mentales de su tiempo medieval-renacentista, perseguía la fama eterna, ganaba almas para Dios y vasallos para su rey.

 

En cierta ocasión, aprovechando astutamente la mágica superstición de los tlaxcaltecas, quienes creían divinos a los caballos, trajo un fogoso ejemplar a su presencia y para mayor espanto de los indios, simuló conversar con él. Por otro lado, sus dotes de mando, don de gentes y gran persuasión, no tenían parangón. Supo acarrear para su causa aun a quienes parecían más reacios. Incluso conquistó diplomáticamente a Moctezuma; cosa que solo la espectacular imbecilidad de Pedro de Alvarado pudo resquebrajar con un ataque artero a los mexicas nobles, mientras Cortés salía al paso de Narváez. Para nuestra desgracia, la pacífica conquista política se tornó belicosa.

 

Ningún cronista, ni sus más férreos enemigos y críticos, le negaron gran valor. Bravo como el que más, algunas batallas fueron ganadas gracias a un acto solitario e intrépido de su capitán, como en Otumba, cuando después de la ahora llamada “noche triste”, sus derrotadas e indefensas huestes iban a ser rematadas por un ejército de miles de aliados mexicas que arremetían desde el monte, Cortés divisó al jefe de sus adversarios y, resuelto, galopó hasta él, lo quebró y el desconcierto paralizó a los indios, que –como por esquema mental dependían del líder– salieron huyendo. Con ese gesto admirable, Cortés logró tres cosas: salvó el pellejo de su ejército, recobró su prestigió ante los españoles y también su capacidad de negociación con los aliados tlaxcaltecas.

 

¿Qué hubiera pasado si Cortés, en lugar de expedicionar en Honduras, hubiese gobernado la primera audiencia de México con su gran ascendiente, en vez del patético y voraz Nuño de Guzmán?

 

En suma, Cortés es uno de esos personajes que por su ambivalente y contradictoria personalidad provocan animadversión invencible en unos y compleja admiración en otros. Amigo del matiz, prefiero comprender al enorme personaje antes que juzgarlo. Se pueden expresar muchos enfoques sobre Hernán Cortés, cuyos restos pueden visitarse en el primer hospital de la ciudad de México, San Felipe. El estudio comparado es una metodología necesaria, si se quiere hacer justicia al personaje.

 

El Hernán Cortés de Salvador Madariaga es una buena versión española; Cortés, inventor de México de Juan Miralles es una completísima versión mexicana. Ambos, además de ser anecdóticos y con una prosa exquisita, tienen un estudio comparado de los cronistas y un rico aparato crítico. Y para ser franco, la versión de Miralles, un historiador que lleva varios lustros estudiando al personaje, me pareció más completa y sabrosa. Por supuesto, las fuentes originales, tanto españolas como mexicas son siempre recomendables, especialmente Bernal Díaz del Castillo, con su Verdadera historia de la Conquista de la N.E., y el mismo Cortés, con sus Cartas de Relación, dirigidas a Carlos V, ambos libros publicados en Porrúa. Y para tener una Visión de los Vencidos está el texto de León Portilla. Para estudiar la visión inglesa, Krauze recomienda a Walter Prescott (del siglo XIX, también en Porrúa) y a un autor contemporáneo, Hugh Thomas, cuyo afán documentalista, pienso yo, resulta cansino hasta para un lector avezado.

 

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