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7 errores de las chicas que sueñan con casarse

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Existen errores que pueden costar la felicidad. ¿Te da miedo cometerlos? ¿Temes no construir nada o perderlo todo?  ¿No sería triste comprender tus errores en el ocaso de tus  días, cuando es tarde para cambiar?

 

¿Cómo evitar errores fatales? Con conocimiento y voluntad. Hay que saber en dónde está el riesgo y cómo evitarlo. Hay que tener voluntad para no fracasar, no ceder y lograr el éxito.

Antes de conocer los 7 errores más comunes de quienes sueñan con el matrimonio, por favor:

– Date tiempo para un análisis honesto.

– Llama a las cosas por su nombre.

– Olvídate de tus autodisculpas.

– Lee, analiza, concluye y corrige.

 

 

Error Nº 1:

NO TE DEFINES

 

Sueñas con el matrimonio pero no te has definido. Definirte, incluye como mínimo 4 etapas:

 

A) Entender: ¿Qué es la familia? ¿Cuál es su destino? ¿Para qué? ¿Por qué?

B) Pregúntate: ¿Realmente quiero formar una familia?

C) Si la respuesta es “sí”, es urgente dejar de hacer todo lo que perjudique tu futuro matrimonio.

D) Seguir tu decisión con honestidad y estar dispuesta a actuar conforme a esta.

Una mujer que sueña con el matrimonio no flirtea desesperadamente, no sostiene relaciones sexuales con personas casuales, no huye de cuestiones serias (por ejemplo, tener hijos), está dispuesta a sacrificar su confort personal, no cultiva hábitos nocivos. Todos estos son indicios de la indefinición de tus propósitos.

Ten en cuenta que los hombres enseguida se dan cuenta si una mujer no tiene posiciones firmes y vive “como cae”.

 

 

Error Nº 2:

ESPERAS  UN “DE PRONTO”

 

Sueñas con la felicidad pero no sabes cómo elegir a tu compañero de vida. De pronto, cada hombre podría ser ÉL, por eso aceptas todo o casi todo lo que te proponen.

“Pruebas” hombres para que el tuyo no pase de largo y escape. Ese es un camino muy arriesgado. Ten claro que cada “prueba” es una pérdida. Ahora está de moda llamarlo “experiencia” y alegrarse por tenerla. Desde luego, al ser humano le es fácil autodisculparse.

Lo peor es que este puede ser un camino sin retorno. Pierdes los criterios, el tiempo, la fe, la edad, y tu sueño se esfuma.

Respétate a ti misma, estudia con atención qué tipo de persona tienes delante. ¡No cierres los ojos ante nada! Si no estás segura, pide ayuda a los tuyos, no desprecies su opinión. Habla con personas sabias. Lee. Busca tus raíces.  En una cuestión seria como esta, es mejor asegurarse.

Posiblemente temes no reconocer a tu media naranja y te abres ante cualquiera.

 

 

Error Nº 3:

PERSONA EQUIVOCADA

 

Sueñas con el matrimonio, te atrae, te enamoras, pero tu elegido se casa con otra. Es una situación muy dolorosa, pierdes el ánimo y perdiste el tiempo. Analiza:

 

• ¿Quién de ustedes busca el reencuentro? Si eres solamente tú, es una señal de al arma: ¡STOP!

• Si él procura el encuentro, ¿qué pretende? No eches a volar la imaginación y te ilusiones; sé realista.

 

El que será tu marido quiere estar contigo, te respeta, se siente atraído por ti, te tiene confianza, te pide consejo, te quiere alegrar y está dispuesto a ayudarte.

Está muy en boga amar a los chicos malos y misteriosos, pero es un error. No arruines tu vida. Sé tú la promotora de la felicidad familiar. No pienses que no eres capaz de gobernar tus propios sentimientos.

Probablemente tengas que entender que aquel con quien sueñas casarte, no te quiere.

 

 

Error Nº 4:

ERES CONSUMISTA

 

Sueñas con la vida familiar pero: ¿Sabes que la vida de casada es un trabajo que presupone un montón de nuevas obligaciones, preocupaciones y quebraderos de cabeza? Para evitar frustraciones, debes estar consciente.

No creas que tu marido colaborará al parejo en las tareas del hogar y lo disfrutará. Quizá el 0,5% de los hombres son así, pero no cuentes con ello. Desde luego que aumentarán tus quehaceres; lo quieras o no, serás ama de casa.

Comienza a adquirir hábitos útiles y pon en orden tu cabeza. En el matrimonio no sólo pones, también recibes, pero no es posible predecir en qué forma obtendrás tus dividendos, bonificaciones y ventajas. Esto depende de ti y de muchas cosas más. El matrimonio es una transformación de vida muy seria.

Si eres consumista probablemente estás soñando con un matrimonio en el que sólo recibas.

 

 

Error Nº 5:

CREES QUE LOS PODERES CELESTIALES LO ARREGLARÁN TODO

 

Sueñas con el matrimonio pero lo dejas a la iniciativa de las fuerzas superiores. Crees en historias como: “Una chica salía poco de casa y no pensaba casarse, pero un día su amiga llevó una foto de ella a su oficina y un joven colega, guapo, listo y bueno, la vio, se enamoró y se casaron”.

Crees y te gustan estas historias, y en espera de un mensaje divino, evitas cualquier iniciativa; incluso evades mirar a la gente porque el que te está predestinado como marido, recibirá una señal desde lo alto y te encontrará.

Pero ¿sabrá él atravesar el muro construido por ti? Y si está viendo las cosas desde tu misma perspectiva, ¿estará esperando una señal de ti? Somos libres para encontrar nuestra felicidad y para dejarla escapar.

Reprime tu orgullo y no temas nada. Es hermoso e inspirador cuando una mujer sueña –de todo corazón– con el amor, la familia y la felicidad. La mayoría de los hombres respetan tal postura.

 

 

Error Nº 6:

DESESPERAS

 

Sueñas con la vida familiar, pero no llega y te desesperas. La desesperación es un ENEMIGO peligroso, terrible, fuerte y experimentado.

Puedes no hacer nada, pero si no quieres quedar a merced de la desesperación y acabar tu vida infeliz y sin fe, hay que hacer algo.

 

 

Error Nº 7:

IMÁGENES FALSAS

 

Sueñas con el matrimonio pero tienes una imagen inadecuada de la vida familiar. La cultura de masas produce una cantidad enorme de imágenes falsas de la felicidad: unos brazos fuertes y bronceados, miradas largas y penetrantes, abrazos en el mar y ocaso de fondo… Cuanto más te absorbe el mundo mágico de los medios masivos, más grueso es el muro de cristal entre tú y la realidad.

Las personas fieles y amorosas a veces están mal afeitadas y pasan hambre, se resfrían y pierden pelo, no recuerdan fechas clave y su mejor ropa precisa lavandería, pero son reales y pueden hacerte feliz.

Probablemente sueñas con el matrimonio, pero amas a un héroe imaginario.

 

 

CONCLUSIONES:

 

• Sé franca y estudia con honestidad todo lo que te preocupa.

• Haz una “lista personal de alarmas”.

• Trabaja cada punto, o sea, establece las acciones que te ayudarán a quitar los obstáculos.

• Construye una vida familiar feliz, con tranquilidad y seguridad.

•                  ¡No te imaginas qué bellos son los sueños cuando se basan en la realidad!

 

 

Svetlana Randzhelovich/Realove.ru

Fuente: Forum Libertas

Traducción: T. Fedótova / Adaptación: P. J. Ginés

¿Cuál es tu huella de agua?

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Estamos en una de las épocas más calurosas y secas del año, por lo cual el cuidado del agua es fundamental. No basta con cerrar la llave, también debemos observar los productos que compramos y conocer qué cantidad de agua requirió su producción, empaque y transporte, ya que esto representa un consumo virtual de agua.

Según cálculos de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), una persona bebe cada día entre 2 y 5 litros de agua, y gasta en su higiene personal y tareas domésticas entre 50 y 200 litros, lo cual representa un volumen relativamente pequeño si lo comparamos con los 2,740 litros de agua que consume de manera indirecta (virtual) a través de los productos que compra. Si proyectamos la cuenta, en un año consume más de un millón de litros de agua. Por dar unos breves ejemplos, para producir un taza de café son necesarios 140 litros, mientras que para producir un kilogramo de carne son necesarios 16 mil litros.

 

Varios organismos han sugerido la idea de colocar una etiqueta en los productos, que especifique la cantidad de agua que se lleva su producción, lo cual sería un buen inicio, ya que coloca al consumidor como un eje importante en el cambio de los patrones de compra de la sociedad. Existen organizaciones importantes como Water Footprint Network, en cuya página de Internet podemos calcular nuestro consumo diario personal y nacional.

Así que ya lo sabes, la próxima vez que vayas a comprar algo, analiza el el proceso por el que tuvo que pasar dicho producto para llegar a tus manos. La última decisión siempre será tuya.

La conquista, Cortés y los diablos del pasado

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Estamos cercanos a cumplir 500 años de un acontecimiento focal, narrado con vigor en los anales de la historia: La conquista ibérica de México, principio del verdadero dominio europeo en la América continental. Es el acaecimiento que ha configurado nuestra propia biografía y al que queremos dedicar algunos artículos.  En palabras de León Portilla, “El encuentro de dos mundos”. A diferencia de lo que ocurrió en América del norte con Inglaterra y Francia, donde la visión luterano-calvinista implicó que cepillaran a los indios y destruyeran su cultura, en México este encuentro fue una fusión existencial, cultural y religiosa, del que resultó algo tan exótico como nosotros, los mexicanos.

 

Me gustaría hablar ahora de Cortés, elemento crucial de esta nueva historia. ¿Quién fue en realidad este personaje?, ¿un temerario guerrero, un vehemente evangelizador, un astuto y avariento capitán, un tlatoani (personaje divino) para los autóctonos, un audaz empresario, un insubordinado vasallo? En realidad, todo eso. Los cronistas han dejado pintado en sus deliciosas narraciones a un personaje vivaz y extraordinario, contradictorio hasta el fin y siempre admirable.

 

Por Bernal Díaz del Castillo, el cronista popular y quizá más elocuente, sabemos que Cortés era un hombre muy sobrio, pues “aguaba el vino” para no embeodarse; simultáneamente era un jugador empedernido de naipes. Estudiante salmantino y sanguinario, que amaba por igual la lucha y la poesía. Como empresario, sus dotes fueron inmejorables: arribó paupérrimo a Cuba –incluso compartía indumentaria con dos amigos– pero después de unos años de acertar en sus negocios, pagó toda la millonaria expedición exploratoria a México –muchos empresarios sacarían grandes lecciones al leer su biografía–; y precisamente por eso, Velázquez, mezquino por definición, pensó en él como mano larga de su voluntad.

 

Por el cronista Gómara y por las letras que él mismo refirió a Carlos V, Cartas de Relación, conocemos su sentida religiosidad e ímpetu evangelizador: las jornadas principiaban con una Misa, hasta que se acabó el vino; rezaba y hacía rezar el Ángelus; castigaba bestialmente las blasfemias –todo parece indicar que es a él a quien debemos que en México no se haya replicado esa funesta costumbre lingüística española–; remedando al líder de astures don Pelayo, enarbolaba este estandarte: Amici, sequamur crucem, et si nos fidem habemus, vere in hoc signo vincemus (Amigo, sigamos la cruz y si tenemos fe, verdaderamente con este signo venceremos) y destruía beligerante la idolatría. Y sin embargo, era mujeriego y liviano hasta los tuétanos, lo cual le engendró al final de sus días líos testamentarios. Hijo de las categorías mentales de su tiempo medieval-renacentista, perseguía la fama eterna, ganaba almas para Dios y vasallos para su rey.

 

En cierta ocasión, aprovechando astutamente la mágica superstición de los tlaxcaltecas, quienes creían divinos a los caballos, trajo un fogoso ejemplar a su presencia y para mayor espanto de los indios, simuló conversar con él. Por otro lado, sus dotes de mando, don de gentes y gran persuasión, no tenían parangón. Supo acarrear para su causa aun a quienes parecían más reacios. Incluso conquistó diplomáticamente a Moctezuma; cosa que solo la espectacular imbecilidad de Pedro de Alvarado pudo resquebrajar con un ataque artero a los mexicas nobles, mientras Cortés salía al paso de Narváez. Para nuestra desgracia, la pacífica conquista política se tornó belicosa.

 

Ningún cronista, ni sus más férreos enemigos y críticos, le negaron gran valor. Bravo como el que más, algunas batallas fueron ganadas gracias a un acto solitario e intrépido de su capitán, como en Otumba, cuando después de la ahora llamada “noche triste”, sus derrotadas e indefensas huestes iban a ser rematadas por un ejército de miles de aliados mexicas que arremetían desde el monte, Cortés divisó al jefe de sus adversarios y, resuelto, galopó hasta él, lo quebró y el desconcierto paralizó a los indios, que –como por esquema mental dependían del líder– salieron huyendo. Con ese gesto admirable, Cortés logró tres cosas: salvó el pellejo de su ejército, recobró su prestigió ante los españoles y también su capacidad de negociación con los aliados tlaxcaltecas.

 

¿Qué hubiera pasado si Cortés, en lugar de expedicionar en Honduras, hubiese gobernado la primera audiencia de México con su gran ascendiente, en vez del patético y voraz Nuño de Guzmán?

 

En suma, Cortés es uno de esos personajes que por su ambivalente y contradictoria personalidad provocan animadversión invencible en unos y compleja admiración en otros. Amigo del matiz, prefiero comprender al enorme personaje antes que juzgarlo. Se pueden expresar muchos enfoques sobre Hernán Cortés, cuyos restos pueden visitarse en el primer hospital de la ciudad de México, San Felipe. El estudio comparado es una metodología necesaria, si se quiere hacer justicia al personaje.

 

El Hernán Cortés de Salvador Madariaga es una buena versión española; Cortés, inventor de México de Juan Miralles es una completísima versión mexicana. Ambos, además de ser anecdóticos y con una prosa exquisita, tienen un estudio comparado de los cronistas y un rico aparato crítico. Y para ser franco, la versión de Miralles, un historiador que lleva varios lustros estudiando al personaje, me pareció más completa y sabrosa. Por supuesto, las fuentes originales, tanto españolas como mexicas son siempre recomendables, especialmente Bernal Díaz del Castillo, con su Verdadera historia de la Conquista de la N.E., y el mismo Cortés, con sus Cartas de Relación, dirigidas a Carlos V, ambos libros publicados en Porrúa. Y para tener una Visión de los Vencidos está el texto de León Portilla. Para estudiar la visión inglesa, Krauze recomienda a Walter Prescott (del siglo XIX, también en Porrúa) y a un autor contemporáneo, Hugh Thomas, cuyo afán documentalista, pienso yo, resulta cansino hasta para un lector avezado.

 

[digg]