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Salón de la fama del futból

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El pasado 12 de junio, en la ciudad de Pachuca, el Salón de la Fama del Futbol presentó su libro conmemorativo con imágenes de sus dos primeros años, desde su concepción y proceso de construcción, hasta la Segunda Ceremonia de Investidura acaecida en noviembre.

Antonio Moreno, Director Ejecutivo del Salón de la Fama, quien dio la bienvenida a todos los asistentes, estuvo acompañado en el presídium por Antonio “La Tota” Carbajal y por Cristóbal Ortega, amigos y miembros del Salón; por Jesús Martínez, presidente de Grupo Pachuca; Martín Peláez, director general del Salón de la Fama y de Mundo Futbol, y como invitado especial, Nicolás Alvarado, reconocido escritor, comunicador e intelectual.

Por vía audiovisual, el célebre escritor y periodista Juan Villoro dio un emotivo mensaje sobre la relevancia que esta memoria fotográfica tiene para todos los aficionados al futbol.

Por su parte, Nicolás Alvarado reconoció saber poco de este deporte, pero fue muy claro en cuanto a su vasto conocimiento sobre museos, haciendo hincapié en que si algo está en un museo es por su importancia, y señaló que para muchos el futbol es un arte, con lo cual él está de acuerdo.

Para cerrar el evento, los presentes disfrutaron de un brindis y compartieron sus impresiones sobre la obra fotográfica.

 

Haile Gebrselassie

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Arsi, Etiopía, fue el lugar designado para el nacimiento de una estrella. El 18 de abril de 1973, la leyenda de Haile, que quiere decir hijo del halcón, comenzó a escribirse en medio de la guerra y la pobreza que azotaba la región africana.

Dentro de una familia de nueve hermanos, sobrevivir era el reto de cada día, por ello la escuela era un lujo; sin embargo, Gebrselassie, con apenas seis años, se aferró a ella sin importarle tener que recorrer 20 kilómetros diarios.

Las circunstancias, de forma irónica, permitieron que el joven se preparara para lo que el destino le tenía designado, pero que él en su juventud solo entendía como el mejor escape a la cruda realidad que afrontaba.

A los 16 años estaba colmando uno de sus sueños, salir de su país para hacer lo que más le gustaba: correr. Le dijeron que iba a hacer atletismo, pero le daba lo mismo, no sabía qué era exactamente pero le gustaba la idea, solo tenía que hacer lo que todos los días hacía, correr.

Competencias locales y reconocimiento de minorías fueron alimentando el espíritu del etíope, cuya primera meta fue brindar un verdadero hogar a su familia y así lo hizo.

El salto a la escena internacional llegó en 1992, al convertirse en campeón del mundo en dos disciplinas, cinco mil y diez mil metros.

Durante los siguientes ocho años Haile Gebrselassie permaneció invicto en esas distancias, igualando y rompiendo no menos de 15 récords mundiales y ganando medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Atlanta y Sydney.

Una lesión en el tendón de Aquiles comenzó a mermar su desempeño, así como los continuos ataques de asma y las alergias que le atacaban en competencia.

Para los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 decidió no participar en el maratón debido a los niveles de contaminación, y en 2010, luego de retirarse de la prueba en Nueva York por lesión, el ídolo anuncio su retiro, no obstante, el amor por su profesión lo hizo soñar con regresar en Londres 2012, pero lamentablemente no pudo clasificar.

Haile, el atleta de la permanente sonrisa, invierte parte de sus elevados ingresos en preparar a jóvenes etíopes para que, por medio del deporte y en especial del atletismo, salgan de la pobreza.

Sobre la pista ha crecido una leyenda del deporte actual, Haile Gebrselassie, un auténtico personaje de un cuento con final feliz.

 

@yoinfluyo

szetune@yoinfluyo.com

 

Cuando la música revolucionó al mundo

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Cuando oí por primera vez la canción ‘American Woman’ del grupo Guess Who, realmente me desconcertó porque parecía un rechazo afectivo de un hijo hacia su madre. Entonces escuché con más detenimiento su letra, que decía: “Mujer americana, aléjate de mí/ ¡mamá, déjame vivir!/ no quiero ver tus armas de guerra/ (…) ¡No has sido buena conmigo!” Era evidente que se trataba de un reclamo hacia la madre Patria, concretamente al entonces Presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, y al decisivo impulso que le había dado a la guerra de Vietnam en la que murieron miles de jóvenes norteamericanos.

Años antes, cuando el Presidente John F. Kennedy dio la noticia de que su gobierno se involucraría más en esta guerra del sudoeste asiático, surgieron de inmediato canciones de protesta, como aquellas melodías inolvidables de Pete Seeger y Lee Hays: ‘If I had a Hammer’, en la que los compositores decían que irían por todos los rincones de la Unión Americana promoviendo la paz, la libertad y la justicia. Otras melodías con contenidos similares fueron: ‘Where have all the Flowers Gone’, también de Pete Seeger, o la del célebre trío Peter, Paul and Mary que relanzó una melodía tradicional, titulada ‘The Cruel War’.

Simultáneamente continuaba la Guerra Fría entre la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (U.R.S.S.) y los Estados Unidos. Pero hubo un hecho que detonó la alarma mundial: el 14 de octubre de 1962, un avión americano que sobrevolaba el territorio cubano fotografió varias rampas de lo que parecían misiles nucleares. Casi al mismo tiempo se descubrió que varios barcos rusos se dirigían por el Atlántico hacia la isla caribeña, gobernada por Fidel Castro, para proporcionarles más misiles. La tensión internacional fue enorme. Yo era apenas un chiquillo de primaria pero recuerdo perfectamente el reportaje que publicó la revista Life, denunciando este hecho con reveladoras fotografías, y los comentarios de muchas personas mayores que aseguraban: “Es inminente una guerra nuclear”.

En ese contexto, el cantautor Bob Dylan grabó su canción ‘A Hard Rain’s A-Gonna Fall’, cuya poesía musicalizada decía: “¿Y qué has oído, hijo de mis entrañas?/ ¿Y qué has oído, niña de mis ojos?/ Oí la advertencia en el rugido del trueno/ Oí el fragor de una ola capaz de anegar al mundo/ Oí diez mil tamborileros con las manos en llamas/ Oí diez mil murmullos que nadie escuchaba/ Oí morir a un hambriento y la risa de muchos/ Oí la canción de un poeta muerto junto a la acera/Oí a un payaso llorar en un callejón”. Y el estribillo que se repetía una y otra vez: “Es dura, muy dura, muy dura/ la lluvia que va a caer”. Se trataba de una seria advertencia de Dylan acerca de los graves peligros y desastres que podrían sobrevenir a la humanidad si se continuaba adelante con las amenazas de arrojar bombas nucleares.

Por su parte, el vocalista Jim Morrison y su grupo, The Doors, lanzaron una enigmática canción titulada ‘The End’, en la que se reflejaba la sensación de fracaso y nihilismo que experimentaban los soldados norteamericanos al observar cómo sus compañeros de lucha morían por millares. La prensa norteamericana –por órdenes gubernamentales- buscaba ‘maquillar’ el balance de esta confrontación bélica, afirmando que en breve se ganaría la Guerra de Vietnam, pero la verdad era que se estaba yendo directo al desfiladero. Hasta que en 1975, en forma vergonzosa, el gobierno del Presidente Nixon ordenó el retiro total de las tropas.

En efecto, Estados Unidos había fracasado, pero sin duda había triunfado la presión de los jóvenes músicos a través de sus melodías que tanta conciencia social sembraron, de aversión hacia la guerra con la permanente petición de tener paz y concordia entre todos los pueblos del mundo.

Esto mismo relatan las canciones de John Lennon como ‘Imagine’, ‘Give Peace a Chance’ y ‘Happy Christmas, War is Over’.

En el continente europeo, concretamente en Irlanda del Norte, describen los periodistas Inés Gaviria y Javier Marrodán (revista Nuestro Tiempo, No. 676, pp. 12-13) una lamentable situación: “El 30 de enero de 1972, domingo, se había convocado en la población de Derry una manifestación a favor de los derechos civiles y en contra de una medida aprobada seis meses antes por el Gobierno, que permitía encarcelar sin juicio a los sospechosos de pertenecer al grupo terrorista IRA. La marcha se inició pacíficamente pero algunos de los manifestantes lanzaron piedras contra las barricadas que rodeaban los barrios católicos de la ciudad. Un regimiento de paracaidistas enviado para la ocasión, cargó entonces contra la comitiva, primero con gas, balas de goma y agua a presión, pero luego con balas. Murieron catorce personas (cinco de ellas de 17 años) y más de treinta quedaron heridas”.

Años después, el conocido grupo irlandés U2 compuso la melodía ‘Sunday, Bloody Sunday’, cuyos dramáticos versos dicen: “No puedo creer las noticias de hoy/ /No puedo cerrar los ojos y hacer que desaparezcan/ ¿Cuánto tiempo? ¿Cuánto tiempo tendremos que cantar esta canción? ¿Cuánto tiempo?/Esta noche podemos ser uno/ Botellas rotas bajo los pies de los niños/ Una calle sembrada de cuerpos/Pero no haré caso de la llamada a la batalla”.

Todas las melodías mencionadas tuvieron un gran impacto internacional. Surgieron de inmediato, numerosos movimientos pacifistas y un urgente reclamo de los jóvenes de los cinco continentes para tener un mundo en el que reinara la reconciliación, el diálogo, la fraternidad, el amor y la paz entre las naciones.

Quedó demostrado, por tanto, que la música es un poderoso vehículo transmisor de ideas, de protestas y propuestas, que permite comunicar rápidamente determinados sentimientos, y tiene unos alcances hasta entonces insospechados. Del mismo modo, contribuyó de modo eficaz para que la sociedad de esa época hiciera un examen, un autoanálisis para conocerse mejor y no repetir los mismos errores del pasado. Su influencia fue determinante en las siguientes generaciones y hasta nuestros días.

 

www.raulespinozamx.blogspot.com

 

¿Eres una mamá esclava?

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Los hijos varones, al igual que las mujeres, tienen la obligación de cooperar en las labores hogareñas.

Un hogar sano es aquel en el que todos los miembros se sienten útiles.

Con el pretexto de que los muchachos estudian, los padres se lo echan todo a cuestas. Deberían saber que eso no es una virtud heróica, puesto que están haciendo un grave daño a sus hijos.

Quien ha pasado la primaria, está en edad de hacerse su desayuno.  Aun el varón puede coserse los botones, lavar sus calcetines, tender su cama y otros menesteres, como se estila en los Estados Unidos y en muchos países europeos, además de trabajar para ayudar al menos con los gastos personales extra y no habituarse a “chupar” del padre como un parásito.

Pero algo ocurre en América Latina, y es una de las principales causas psicologicas del subdesarrollo, algo que quita a los hombres seguridad, intrepidez y arrojo: la sobreprotección de los padres.

Esto les crea a los hijos un fondo de desconfianza en sí mismos, el triste sentimiento de que les queda grande la vida y de que nada podrán ser sin asistencia en todo momento de amparo ajeno.

Educar al varón para que se autobaste en sus necesidades, no le resta hombría ni va en detrimento de sus estudios ni de su trabajo en el futuro, pues le afirma el carácter, que es la base de cualquier éxito.

Y no se diga de las chicas estudiantes que salen corriendo sin preocuparse de que dejan tirada la ropa aquí y allá por todo su cuarto; ¡y vuelven a su hogar como a un hotel donde todo se les ha de dar en la mano! Se equivocan los padres si piensan que así van a estudiar mejor sus hijos y que les agradecerán su abnegación.

Por el contrario: hijos servidos, hijos que desprecian a sus siervos. Para ellos el padre no es padre, sino un simple esclavo-proveedor. La madre, una sirvienta. No hay respeto ni veneración por los progenitores. Nadie estima a aquellos seres que se rebajan hasta dejarse pisotear. ¡Y no! A los padres hay que mirarlos hacia arriba. Para ser venerados han de darse a valer y subir de nuevo a su trono.

Yo recuerdo con alegría a mi madre cuando me bajaba los humos, diciéndome: “Tú habrás estudiado mucho, ¡pero yo soy tu madre!”. Como quien dice: “¡Yo soy la reina!”. ¡Y me fue tan grato sentirla siempre muy arriba de mí! Quienes no hayan experimentado ese sentimiento por sus padres, llevan un hueco en un aspecto esencial de su personalidad. Quienes no veneraron a sus padres, en realidad han sido huérfanos.

Los padres deben darse su lugar y hacer sentir a los hijos que son los padres. El hijo solo agradece a un padre, no a un siervo. No se quejen después de la ingratitud de unos seres que no se portarán como hijos; es que no les hicieron sentir que tenían padres.

El que en el hogar todo se les dé y nada se les pida, crea en los jóvenes estudiantes una altanería insoportable. Piensan que todo se les debe y en nada tienen que corresponder. Así se ha formado una casta superior semejante a la de los brahmanes de la India.

Los brahmanes sostienen que son los dueños del universo y que las otras castas están en el mundo solamente para defenderlos y servirlos. De modo parecido es el pequeño universo del hogar: el estudiante es la casta llena de privilegios. ¡Ay, pobre reyezuelo! Recibirá golpes tremendos cuando, saliendo de su imperio, llegue con las mismas exigencias soberanas a otras partes. Allá en la universidad o en la sociedad no es rey sino nadie, uno de tantos. El contraste resulta cruel, y entonces le toman miedo a la vida. Se les va a encoger el alma como antes se les encogió el cuerpo para permanecer en el seno materno, adheridos a un apoyo parasitario. Serán una personas altaneras y cobardes.

Si algún bien quiere hacerse al hijo, será el de capacitarlo para autobastarse. Fortalecerlo para que no tenga que apoyarse en nadie y que pueda ser sostén de los débiles.

Que el joven y la joven se sirvan a sí mismos en casa y ayuden a los demás en quehaceres materiales; eso les quitará la fatiga mental de los estudios. Nada hay como una tarea física para que repose el espíritu.

El ayudar con la carga al padre y a la madre los enseña a pensar en los demás; de otro modo se están criando seres egoístas y explotadores. Muchos lazos de afecto se tienden en el hogar cuando los hijos son comedidos. Con el esfuerzo que les cueste la ayuda que dan, podrán valorar el sacrificio de sus padres. La chica que hace el aseo de su pieza, sabe el trabajo que le cuesta a su madre limpiar la casa entera. El muchacho que busca un empleo para costearse los libros, se da cuenta de la fatiga de su padre para mantener a todos. Solo así se valora el don de los padres.

Es abominable quien ve a todos atareados y no se comide en nada, y se queda sentado viendo trabajar a los demás. A cualquier parte que vaya se hará antipático. Si los padres no han acostumbrado a sus hijos a la solicitud, ni siquiera se les ocurrirá decir: “Deja eso, permíteme hacerlo yo”, con lo que se granjearían dondequiera un ambiente afectuoso. La cortesía es uno de los mejores atractivos de una persona y solo se adquiere practicándola constantemente en el hogar. Y por encima de todo está el peligro de que, por entregarse egoístamente a una carrera, olviden los jóvenes que estamos en el mundo para servir a los otros, y aun así lleguen a despreciar a sus padres, juzgándolos ignorantes y serviles.

¿No crees que muchos padres están haciendo sacrificios por sus hijos, no solo inútiles, sino dañinos para todos?

 

Emma Godoy- Que mis palabras te acompañen. Recupera los valores familiares- Debolsillo. Edición especial.

A romper las trabas

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Las relaciones humanas son el espacio en donde crecemos y nos desarrollamos, representan nuestra mejor y quizá única oportunidad de humanizarnos. El encuentro con el otro es fuente de nuestras mayores alegrías, pero a veces nos impone los más grandes retos. Creatividad para vivir

Pensar es el acto humano que nos diferencia de cualquier otra especie animal. Pensamos todos los días, constantemente, pero… ¿pensamos creativamente? ¿Aplicamos la creatividad  a nuestras decisiones de vida o estamos tomando opciones viejas y obsoletas por no darnos el tiempo para pensar en otras posibilidades?

El libro Creatividad para vivir trata sobre la importancia de ser creativo al afrontar tanto lo cotidiano como lo extraordinario en nuestras vidas.

El autor emplea los recursos de la novela para presentar sus propuestas: el director de una empresa transmite a un nuevo colaborador su testamento vital, que consiste básicamente en compartir su mayor patrimonio: experiencia y conocimientos que lo llevarán a poseer las virtudes de un gran líder.

Creatividad para vivir plantea un proyecto para el bien vivir sea cual sea la actividad que el lector desempeñe. La creatividad es una decisión y una actitud ante la vida.

Puedes encontrar el libro “La Creatividad como clave de la madurez” de Rafael Calbet en Casa del Libro.

¿Y si este año escolar te atreves?

Piensa qué te gustaría leer además de esta revista. Tal vez una novela, un cuento, un cómic. ¿Ninguno?

Recuerda, ¿qué leíste en vacaciones? Puede ser que algo te haya interesado o divertido.

Voltea a tu alrededor y ve qué encuentras ¿revistas, periódicos, algún libro? ¿Nada?

Entonces escoge algo que leer ahora, no pongas pretextos. Lo vas a agradecer.

Elige algo de la biblioteca, el escritorio, el ipad, el kindle; lo que escojas está bien. El chiste es que empieces nuevamente a leer; se trata de romper la inercia que nos atrapa sin darnos cuenta y de la que después no sabemos escapar. La Sociedad Española de Neurología lo llama ‘trabas de la conducta’ y reitera lo que todos sabemos pero desde una perspectiva científica: ‘Quien quiere, puede; quien no quiere, siempre hallará un pretexto, una traba’.

El inicio de un nuevo año escolar, es momento de acabar con los ‘no tengo tiempo’, ‘no sé cuál’, ‘no lo consigo’, ‘mañana empiezo’. Hay que romper con esa traba que te limita.

Una vez rota la barrera verás lo fácil que es, lo divertido que resulta y lo mucho que puedes aprender, tengas la edad que tengas.

La lectura aumenta la agilidad mental, reduce el estrés, activa el sistema visual, favorece las relaciones sociales, predice el éxito profesional, retarda y detiene la pérdida de memoria, aleja la ansiedad y la angustia, y multiplica los conocimientos. Hay cientos de beneficios pero ninguno de ellos ni todos juntos pueden contra alguien que no quiera hacerlo, aunque diga lo contrario.

Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010, no dudó al afirmar: “Aprender a leer es lo más importante que me ha pasado en la vida”. Sin embargo, saber leer y no hacerlo, es como nunca haber aprendido.

Para acercarte a la lectura: La noche en la que Frankenstein leyó el Quijote, de Santiago Posteguillo; La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón; El nombre de la rosa, de Umberto Eco; Fahrenheit 451, de Ray Bradbury; La librería de las nuevas oportunidades, de Anjali Banerjee; El Club Dumas, de Arturo Pérez Reverte; Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño o El último Dickens, de Mathew Pearl, entre muchos otros.

Contar con Dios

‘Contar con Dios en la vida diaria’, la regla de oro de la Madre Trinidad, puede hacer diferente y mejor este nuevo año escolar.

No se trata de la Misa de principio de curso, de las clases de religión o de ir a la capilla. Es ver a Jesús en los demás: alumnos, maestros, religiosas, padres de familia, trabajadores, niños y viejos. Es orar con cada acción y pensamiento, y agradecerle su presencia.

La Madre Trinidad escribió: “Entre nosotras está y vive diariamente la Santa Eucaristía, el Mesías deseado, el Divino Redentor, nuestro adorable Jesús”. Sentía su presencia cotidiana, por eso le dedicó su vida y no le regateó su amor ni escatimó esfuerzo en la ayuda a los demás. Su fe llevará adelante su proceso de santidad, como el de la Madre Lupita García Zavala, cofundadora de la Congregación de Siervas de Santa Margarita María y de los Pobres.

En su primera ceremonia de canonización, el Papa Francisco elevó a los altares a esta santa mexicana, la Madre Lupita, siendo una bendición para los católicos mexicanos y para nuestro país.

“¡Cuánto daño hace la vida cómoda, el bienestar; el aburguesamiento del corazón nos paraliza!”, dijo SS Francisco y pidió: “Renunciar a una vida cómoda para seguir la llamada de Jesús, enseñar a amar la pobreza para poder amar más… los pobres, los abandonados, los enfermos son la carne de Cristo”. El Papa dio un ejemplo cercano: “La Madre Lupita se arrodillaba en el suelo del hospital ante los enfermos y los abandonados para servirles con ternura y compasión. Y esto se llama tocar la carne de Cristo; no hay que avergonzarnos, no hay que tener miedo ni repugnancia… es amar como Jesús nos ha amado”.

Cómo se parece a lo que hace años la Madre Trinidad escribió: “¡Traedme los fatigados en los caminos duros y difíciles de la culpa!…los pobres, los enfermos, los moribundos, los perseguidos de la infancia, ¡los defensores del honor! Los fracasados en la vida …¡a los abandonados en la miseria!…Encontrarán en mi corazón consuelo, socorro y remedio en sus necesidades, calmante en sus penas, alivios en sus dolores, descanso los fatigados y el paño de vuestras lágrimas…”.

El mensaje es el mismo: amar a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo; edificar el Reino de Dios entre nosotros, tarea que empieza por contar con Dios encarnado en Jesús, en la vida diaria.

Al comenzar un nuevo ciclo escolar, es buena idea hacerlo nuestro compañero de clase, nuestro asesor o amigo. Podemos estar seguros de contar con Él como la Madre Lupita y la Madre Trinidad lo hicieron.

¿Existen las familias funcionales?

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Hasta hace pocas décadas proliferaban las familias constituidas por papá y mamá -casados en primeras nupcias- e hijos, a veces extendidas a abuelos o algún otro familiar.

Ese patrón cultural se ha reducido con la tendencia creciente de otros arreglos sociales de hecho: madres solteras, uniones libres y en microscópico porcentaje, parejas homosexuales1. Pero, ¿hay manera de saber si todos los novedosos estilos de familia generan para los niños y los adultos un bienestar parecido? O por el contrario, ¿algunos fomentan carencias de desarrollo y de bienestar social, psicológico y/o material? Si hubiera respuesta a lo anterior, ¿el Estado tendría que tomar decisiones en relación con las políticas públicas y las leyes para promover más un determinado tipo de estructura?

El Dr. José Pérez Adán, de la Universidad de Valencia, en “Repensar la familia”2, sostiene que “No debemos preguntarnos si una estructura familiar es más acorde a la naturaleza que otras, es mejor considerar qué tipo de familia funciona mejor en la sociedad y es más útil a la humanidad. No debemos dejar que las ideologías pre-definan la realidad (a mí me viene a la cabeza el intento por ‘redefinir’ el matrimonio de acuerdo con la ideología de género), sino que la realidad evidencie qué tipo de familia funciona y humaniza a sus miembros”. Y arroja principios a revisar: “a) Qué tipo de familia capacita mejor para la socialización, b) Cuál vive mejor la equidad intergeneracional entre abuelos, padres y nietos, c) Cuál transmite mejor una cultura, humaniza y educa satisfactoriamente a los miembros de la siguiente generación como receptores de un legado, d) Cuál es mejor transmisora de ideales éticos de tal manera que de sus filas emerjan promotores humanitarios, no pillos ni agentes disgregadores o nocivos para la sociedad”.

En un estudio complementario, el Dr. Fernando Pliego, sociólogo del COLMEX, investigador de la UNAM y miembro del SNI (Sistema Nacional de Investigadores), nivel 3, en “Familias y bienestar en las sociedades democráticas” argumenta que para concluir sobre las decisiones personales cruciales y orientar las políticas públicas del Estado, existen tres posibles escenarios en el debate sobre la familia:

1. La opinocracia, según la cual, la hija dirá que su madre soltera fue cariñosa; una familia estable y duradera de padre-madre-hijos opinará que ese esquema es óptimo; otros en unión libre dirán que su relación es más sincera; unos separados y rejuntados argumentarán que su situación es ideal; los homosexuales argüirán que la base de la familia es el enamoramiento espontáneo. Por lo que, si nuestras decisiones personales, las políticas públicas familiares y las leyes se guiaran por la opinocracia, jamás habría consenso.

2. La ideología es otro escenario. Para las feministas neosocialistas, los hombres han establecido un poder patriarcal en el que a causa de la maternidad biológica, han oprimido a las mujeres; un defensor de la Ley Natural dirá que los sexos tienen reciprocidad complementaria y que la estabilidad matrimonial se orienta al cuidado de la pareja y a la educación estable de la siguiente generación; un liberal defenderá la apetencia de cada individuo, dejando al Estado a deriva de grupos de presión; un cristiano sacará a colación su Biblia. Por lo que Pliego sostiene que por este camino también es difícil llegar a un consenso.

3. El tercer camino es realista y pragmático: dejar hablar a la realidad, escudriñar los tipos de familia y descubrir óptimos y pésimos sociales. Su metodología consiste en proponer una definición de ‘bienestar’ con indicadores medibles y analizar qué tipo de familia se acerca más a ese ideal de bienestar, según los datos derivados del mayor número de estudios. Así, Pliego recopiló 351 estudios realizados por instituciones de prestigio, en trece países democráticos de Occidente, incluidos EUA, Gran Bretaña, Australia, España, Suecia, México y Brasil, y definió bienestar en términos sociológicamente medibles, como el acceso a una mejor condición de vida, de acuerdo con cuatro dimensiones específicas: a) Disposición de recursos, b) Acceso a salud, escolaridad y vivienda (tamaño, infraestructura, servicios), c) Bienestar entendido como capital social, d) Niveles de satisfacción: plano afectivo, seguridad en el entorno para que las personas desarrollen sus capacidades y puedan generar actos valiosos para la comunidad.

Los resultados de los 351 estudios fueron cotejados con muestreos estadísticos: áreas de educación, relaciones entre padres e hijos, funcionamiento emocional de las parejas, en qué tipo de familias se incrementa el índice de depresiones, ingresos económicos, niveles de trabajo y vivienda, y los diferentes resultados de adicciones. No existe el mismo tipo de estudios para todos los países, no se realiza el mismo ejercicio sociológico y no fue labor del profesor de la UNAM elaborarlos, sino buscar y recopilar los resultados relacionados con su tema. Por ejemplo, de México se rescatan resultados interesantes realizados por el Instituto Nacional de las Mujeres, del tipo: estructuras familiares en las que hay más violencia contra la mujer, aplicado a 34,184 mujeres de 11 entidades federativas (resultan ser las que viven en unión libre, sin vínculo civil ni religioso) (p. 234); índice de mayor deserción escolar en secundaria (hijos de padres divorciados y separados) (p. 236), etc. Es imposible resumir trescientas páginas de estudios, por eso la lectura del libro es imprescindible para seguir el argumento. La gran pregunta es: ¿Qué concluyó el doctor de la UNAM tras evaluar los 351 estudios? Pliego nos recuerda que no se trata de casos particulares (siempre hay contra ejemplos) sino de gran cantidad de personas y la tendencia generalizada evidencia que las distintas estructuras familiares generan diferente bienestar: “En el 84.9% de los registros de información estadística y censal, obtenidos de la literatura analizada (en total se capturaron 3,318 registros para computarlos), se observó que las personas casadas y los niños que viven con sus dos padres biológicos -padre y madre-, presentan niveles de bienestar significativamente mayores”. En dicha estructura familiar ocurre menor violencia contra las mujeres y los hijos, los indicadores de salud física son mejores, las enfermedades mentales son menos comunes, los ingresos son mayores y el empleo estable es más frecuente, las condiciones de la vivienda son más favorables, hay más cooperación en las relaciones de pareja, los vínculos de padres e hijos son más positivos, el consumo de drogas, alcohol desmedido y tabaco es tendencialmente menos frecuente, la conducta hacia los padres es más cooperativa, el desempeño escolar es mejor y hay menos actos delictivos.

Esto nos revela que la estructura padre-madre-hijos, casados en primeras nupcias, es la que resulta mejor parada según los indicadores de bienestar, y por tanto, genera mayor beneficio para la sociedad misma.

Pliego indagó la causa de ese resultado y lanzó una hipótesis que sostiene que ese tipo de familia es mejor porque se desarrolla mediante un vínculo especial de solidaridad en el que las personas comprometen aspectos importantes de su vida: tiempo, dinero, proyectos comunes y cooperación humana. Un ejemplo claro es la fábula del cerdo y la gallina, que se comprometieron en grado diferente cuando ofrecieron a sus huéspedes unos huevos con jamón. La gallina puso dos huevos, mientras que el cerdo comprometió el pellejo, y parece que esto es analogable al compromiso entre los proliferantes arreglos de hecho y la familia nuclear papá-mamá-hijos. En este tipo de familias, las personas suelen comprometer muchos elementos integrantes de su vida, sacrificando incluso intereses personales. Por ello colaboran más entre sí y están mucho más dispuestas a apechugar en comunidad ante los pedregones del camino. No es extraño que en una radiografía social clínica, este tipo de familia sea tan atractiva. Pero disminuye precisamente porque reclama gran compromiso –tiempo, dinero, esfuerzo, proyecto y la vida misma–; justo lo que muchos, con la nueva sensibilidad cultural, ya no están dispuestos a entregar, aun cuando a la larga ese campo siempre es florido.

Estas conclusiones se conectan con el mundo político. Las políticas públicas y las leyes que el Estado confecciona con respecto a las familias, no deben ser palos de ciego o equilibrios con grupos de presión, como ocurre con la ideología de género. Es claro que la mejor funcionalidad social es aportada por la estructura padre-madre-hijos, casados en primeras nupcias y en condiciones de estabilidad. En México, donde enormes fuerzas disgregadoras flagelan todo el país con su violencia, y una crisis axiológica (de valores) narcotiza a tantos, un ejercicio de cordura del Estado, a nivel federal y estatal, sería el de esmerarse por leyes que salvaguarden este tipo de familia y que promuevan políticas públicas que la favorezcan. De ellas retoñan mejores ciudadanos que de cualquier otro esfuerzo político.

Reflexiones en voz alta: Una meta personal

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¡Qué rápido pasan las vacaciones! Siempre es así: ¡Tanto esperar los días de descanso, para que terminen tan pronto! Tanto planear e imaginar, para que el tiempo se vaya volando y ya estemos nuevamente ante un nuevo ciclo de estudio y de trabajo.

¿Qué podemos hacer para que este regreso a clases no sea tan difícil ni se convierta en un dolor de cabeza, un sacrificio o una pesadilla?

Tal vez, y no es más que una sugerencia, lo mejor que podemos hacer para enfrentar este nuevo año escolar sea cambiar de chip, adoptar un enfoque diferente para visualizar esta nueva etapa: en lugar de que sea el forzoso cumplimiento de una obligación, verlo como una oportunidad de lograr algo valioso para nosotros, un tiempo para conseguirlo.

Para que esto funcione, la primera condición es proponernos algo que de verdad queremos, no lo que alguien nos imponga, sino algo a lo que le demos valor nosotros mismos. Y al decir esto, no solo pienso en los alumnos, también en los profesores, nos puede funcionar a todos.

Fijarnos una meta personal dará un sentido propio y claro a los meses que vienen por delante. En la medida en la que tengamos claro un objetivo y existan metas intermedias, podremos conocer qué tanto hemos avanzado o retrocedido en cuanto a nuestro propósito. Dicen que lo que no se puede medir no se puede evaluar, las metas personales nos dan esa medida.

Ahora bien, lo más importante es la meta final, el propósito que nos hayamos fijado. Para este semestre tal vez sea un logro académico, como pasar una materia que se nos atora, o uno físico, como bajar de peso, o un récord deportivo, o un avance familiar o social como llevarnos mejor con nuestra familia o tener más amigos. Cada quien sabe qué finalidad le gustaría alcanzar.

Nuestros objetivos, grandes y pequeños, definen la ruta, hacen el camino, perfilan los obstáculos y el tamaño de nuestros pasos; en general, deciden dónde y cómo. Por eso es tan importante escogerlos bien y que se orienten en un mismo sendero. Si no van para la misma ruta, terminaremos por no ir a ningún sitio.

“El camino de los justos”, dice el libro de los Proverbios, “es como la luz de la aurora”. Si para este semestre nos proponemos una meta personal en el buen camino, en la senda recta y perfecta del trabajo, del amor y la verdad -sin importar si es una meta grande o pequeña-, cada paso será un avance en el camino de la felicidad y de la realización personal.

Tal vez no sea lo más cómodo ni lo más fácil, pero nos dará una visión distinta al comenzar la segunda mitad del año, y tengan por seguro que será lo mejor, lo más satisfactorio y emocionante. Una de las claves de la felicidad es que todos los días nos durmamos con un sueño y nos despertemos con un objetivo.

Tenemos todo este curso para intentarlo.

Deportes para cada edad

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Por Sonia Henkel

EI ejercicio es importante para el buen desarrollo y también para mantener la condición y la salud a lo largo de toda la vida.

A la hora de elegir el tipo de deporte más adecuado, es importante tomar en cuenta la edad:

2 – 4 años. La natación es un ejercicio ideal a cualquier edad, pero antes de los cinco años es el más recomendado por varias razones: es un seguro de vida con el que todo niño debe contar lo antes posible porque desarrolla la coordinación, favorece el desarrollo cognitivo, fortalece la autoestima y la seguridad, contribuye a mejorar la socialización y el desarrollo físico, entre otros beneficios.

5 – 13 años. Los deportes de conjunto como el futbol, el basquetbol, el beisbol y el volibol ofrecen la posibilidad de ejercitarse y aprender a trabajar en grupo. Estos deportes, así como pertenecer a un equipo de natación, desarrollan el sentido de pertenencia y permiten hacer nuevas amistades.

14 -18 años. En la adolescencia el cuerpo empieza a moldearse, por lo que la actividad debe ser un poco más intensa, además de que hay que canalizar la energía que se tiene. Deportes como el futbol, el volibol, el beisbol, el baile y actividades como el crossfit son muy recomendables. Las artes marciales contribuyen a forjar el carácter y la disciplina. A esta edad el deporte juega un papel fundamental para alejar a los chicos de vicios y malas compañías.

20 – 30 años. En esta etapa el organismo empieza a mostrar signos de acumulación de grasa debido a la vida sedentaria, las labores profesionales o los embarazos. Correr y practicar el spinning son los ejercicios recomendables, ya que ayudan a aumentar la masa muscular, quemar calorías, fortalecer huesos y articulaciones.

30 – 40 años. Crear una rutina que genere resistencia y fuerza, a la vez que disminuya la acumulación de grasa, son los objetivos de la actividad física en esta etapa. Lo ideal es una rutina de ejercicios  cardiovasculares como correr, caminar, saltar, nadar, levantar pesas y cardio, tres veces por semana.

40 – 50 años. En la vida adulta, la vitalidad y la energía van disminuyendo; es preferible hacer ejercicio por menos tiempo, pero con más frecuencia para mantener el tono muscular, la densidad ósea y retrasar el envejecimiento. Pilates, ciclismo y natación son los deportes acertados para estilizar el cuerpo y prevenir enfermedades como la osteoporosis.

50 años en adelante. El cuerpo necesita de una activación aunque la fuerza y la resistencia no sean ya el objetivo primordial, sino mantener la coordinación, reducir los dolores musculares y de articulaciones, así como fortalecer el sistema respiratorio. La caminata y el Tai Chi son los mejores aliados.

A cualquier edad, el ejercicio es esencial para revitalizar el cuerpo y rejuvenecer el alma.

Con el pie derecho

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Empieza un nuevo año escolar después de unas largas vacaciones. Te encuentras con nuevos maestros, nuevas materias, quizá nuevos compañeros, nuevos retos…

¡Empieza con el pie derecho!

Después de recargar las baterías en verano, estás listo para comenzar este curso lleno de energía, con ganas de ver de nuevo a tus amigos, de llevarte bien con todos, de echarle muchas ganas al colegio y aprender un montón de cosas nuevas.

Pero ¡ojo! Para eso debes deshacerte de los saboteadores profesionales que pueden alejarte de tus buenos propósitos al cabo de los días. Toma todas las cosas que te frenan y tíralas hoy mismo a la basura:

1. Flojera.

2. Ser borrego.

3. Sentirte menos que otros.

4. Sentirte más que otros.

5. Pretender ser lo que no eres.

6. Tratar mal a algún compañero para sentirte superior o hacerte el chistoso.

7. No respetar a tus maestros.

8. Dejar para después las cosas que debes hacer.

9. No demostrarle tu aprecio a la gente que te rodea.

10. Fijarte solo en lo malo de todo y de todos.

Haz una lista de las cosas básicas que necesitas para que te vaya mejor y para sentirte orgulloso de ti mismo:

1. Sé más activo: inscríbete en un deporte y persevera hasta que termine el curso.

2. Reduce a la mitad el tiempo que pasas frente a la TV y la computadora.

3. Esfuérzate más de lo que necesitas para aprobar.

4. No dejes  las tareas y los trabajos hasta el final.

5. Sé curioso y no te quedes con dudas.

6. Descubre algo bueno en cada compañero y en cada maestro.

7. Respeta incluso a los que no te caen bien.

8. Sé amable con todos y ayúdalos en lo que puedas.