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La brújula del bien y del mal

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Fernando de Magallanes fue el primer hombre del planeta en lograr una circunnavegación completa en 1522. Además de su conocimiento científico vanguardista y su arrojo ibérico, Magallanes contaba con un instrumento imprescindible que orientó todo su itinerario marítimo: la brújula.

En nuestras andanzas por el mundo, las personas contamos con una “brújula antropológica” que orienta nuestro itinerario existencial: la conciencia. Pero, ¿qué es?

En Oriente, Confucio la llamó “la luz interior para distinguir el bien del mal”. Filosóficamente, la conciencia es “un juicio práctico de la razón por el cual discernimos el bien y el mal”. El cristianismo le ha llamado el santuario del alma donde resuena la voz de Dios. La experiencia nos muestra que aunque a veces cuesta seguir la conciencia, es el camino para alcanzar la propia felicidad.

Pero esta brújula natural puede averiarse y su luz oscurecerse, por lo que hay que cuidarla.

Existen dos modos de averiar la brújula y dejarla inservible. Los dos pueden acosarnos en algún momento existencial. Por ello es muy útil identificarlos.

El primero consiste en pisotear la conciencia en la vida práctica. Pienso en los reyes Enrique VIII de Inglaterra y Felipe II de España, parecidos en el exterior y diferentes en la intimidad.

Enrique VIII era un rey bienintencionado; incluso escribió un libro para defender y difundir por Europa la pureza de la fe mientras Lutero la distorsionaba. Pero cuando años después su legítima esposa Catalina de Aragón no le daba un hijo, cambió de opinión. Ya no le “convenía”, en términos políticos, seguir su conciencia. No dejar sucesor era dejar el poder real en otra familia. Cómplice también de su propia sensualidad –para entonces ya tenía aventurillas–, tensionó la brújula de su conciencia en grado extremo y pidió al Papa que le concediera el divorcio y legitimara su matrimonio con su amante Ana Bolena.

Ante la negativa del Pontífice en salvaguarda de la doctrina cristiana, claramente señalada en el Evangelio (Cfr. Mt, XIX, 9), Enrique VIII no solo rompió con su fe –y con su propia conciencia–, sino que obligó a todos sus vasallos a doblegar su conciencia según las sábanas reales y mutar la religión, adaptándola a las convenencieras circunstancias. Nació así el anglicanismo como una religión a la carta. El rey había tomado del menú lo que le apetecía del cristianismo, despreciando el resto, empezando por la confesión. También había roto su conciencia, que ya solo estaría atenta a satisfacer sus caprichos; por ejemplo, eliminando a quienes disintieran de su opinión (Santo Tomás Moro) y tomando otras seis esposas.

Felipe II, por mandato de su padre Carlos V, se casó con la reina María Tudor, hija (católica, por cierto) de Enrique VIII. La estrategia política y cristiana era astuta. Aquello aumentaría la influencia política de España y además incidiría en retornar a la fe católica a Inglaterra. Con un ligerísimo inconveniente marital: él tenía 25 años y ella 39, y además estarían lejos entre sí. Al pasar algunos lustros, Felipe II no solo era el monarca más poderoso del mundo, también había incurrido en algunos deslices románticos con hermosas jóvenes cortesanas. No tenía por qué dar cuentas a nadie, pero su conciencia le reclamaba aquellas infidelidades cara a Dios. Sabemos que acudió siempre con el humilde franciscano que había escogido como confesor, para presentarse ante el tribunal divino de la misericordia. Confesar sus miserias personales ante Dios, era para Felipe II el único camino para ser fiel a la propia conciencia, mientras que Enrique VIII procuró a toda costa neutralizarla. No es extraño que fuera tan desdichado, porque un componente verdadero de la felicidad es obedecer la propia conciencia.

El otro camino para desvanecer y desdibujar la conciencia, muy popular actualmente, se llama relativismo, y consiste en decir que no se puede distinguir el bien del mal por ser imposible alcanzar la verdad ante tantas opiniones diferentes en el mundo y en la historia en torno al bien.

El relativismo tiene su parte de verdad, valga la paradoja. La realidad es muy compleja y prácticamente todo cuanto juzgamos de ella es relativo: si es mejor estudiar en tal o cual universidad; si es mejor una política constitucional, económica u otra; si es mejor un sistema pedagógico o tal otro; si Sofía es mejor que Mari Fer… Todo es opinable y en buena medida, relativo. Habrá razones para inclinarnos más hacia unas realidades prácticas, pero jamás un juicio inobjetable y menos aun infalible.

Sin embargo, hay un núcleo de principios prácticos que sí podemos conocer con verdad y sin error. Las verdades absolutas son muy pocas, pero son trascendentales para el buen desarrollo de la propia biografía, para una vida familiar feliz, para toda la sociedad y para buscar a Dios. Y son principios éticos; es decir, los conocemos naturalmente con la brújula de la conciencia.

Esos principios han sido descubiertos por las tradiciones culturales y religiosas más importantes de la historia, y han sido plasmados en sus textos pilares, tanto en Oriente como en Occidente; los irás encontrando si te das a la tarea de leer (yo lo voy haciendo poco a poco) los textos pilares de diversas culturas, como: Aforismos de Confucio, el Antiguo Testamento, el Códice Florentino que describe la vida moral de los mexicas, los Diálogos de Platón y los libros éticos de Aristóteles, el De Officcis de Cicerón, el Corán, y desde luego, vale la pena leer diariamente uno o dos capítulos del Nuevo Testamento y acabarlo completo al menos una vez al año.

En todos ellos descubrimos tres principios éticos fundamentales: HAZ EL BIEN Y EVITA EL MAL, y otro que llamamos la regla de oro: NO HAGAS A OTROS LO QUE NO QUIERES QUE TE HAGAN A TI. De este principio se desprenden, por ejemplo, los mandamientos de la ley de Moisés: no mates, no robes, no mientas, no seduzcas a la esposa el vecino, etc. ¡Porque no nos gustaría ser víctimas de ninguna de estas acciones! Ama a Dios, honra a tus padres, respeta la propia integridad sexual, etc., ¡Son acciones de las que nosotros queremos ser protagonistas! Y finalmente, NO HAGAS UN MAL PARA ALCANZAR UN BIEN.

Las culturas pilares tienen algunos ejemplos: “No digas palabras ofensivas contra otro” (hindú); “No he causado miseria y hambre a otros”, “Ama a tu esposa con devoción toda tu vida, alegra su corazón” (El libro de los muertos, Egipcio antiguo); “Mansedumbre” (shu); “Lo que tú no quisieras que te hagan, no lo hagas tú a otros” (Confucio, Entretienes 15, 23); “Ves, Tor, obtuviste desgracia cuando golpeaste mujeres” (Escandinavo antiguo, Hárbarthsljóth, 38); “El hombre bueno y sensato quiere a su esposa y la protege” (Homero, Ilíada IX, 340); “¿Ha seducido él a la esposa del prójimo?”, “¿He trazado fronteras falsas?” (Babilonio antiguo, lista de pecados); “Habla con bondad, muestra buena voluntad” (Babilonio, Himno a Samás); “Un comportamiento apropiado hacia los hermanos y padres es el camino de la bondad” (Chino antiguo, Analectas I, 2); “Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Antiguo Testamento, Levítico IXX, 18); “Debes cuidar a tus padres” (en Grecia, Epícteto III, 7); “Por temor a un hombre no debo dejar que los dioses me castiguen” (Sófocles, Antígona v. 460); “Lo primero en lo referente a la justicia es que nadie debe hacer el mal a otro”, “Debes morir antes que escoger actos infames” (Cicerón, De Officiis I, 7); “No matéis a vuestros hijos por miedo a la pobreza […] Y no cometáis adulterio. Y no quitéis la vida que Dios ha declarado sagrada, si no es por una razón justa […] Y no toquéis los bienes del huérfano […] Y dad la medida completa cuando midáis, y pesad con una balanza justa […] Y cumplid todos los compromisos” (Corán, Sura 17, 22-38);“En verdad te digo, si el grano no muere, queda infecundo; pero si muere dará fruto abundante. El que ama su vida la pierde” (San Juan, XII, 24).

Se pueden consultar las citas anteriores y el argumento en tres ensayos importantísimos: La abolición del hombre y Mero cristianismo, ambos de C. S. Lewis, y En busca de una Ética Universal, un nuevo modo de entender la ley natural, trascendental texto de la comisión teológica internacional, 2009.

En definitiva, la encrucijada actual nos muestra cuán importante es tener en buen funcionamiento la brújula del bien y del mal: la conciencia. Debemos seguirla con sinceridad y formarla para que siempre esté bien calibrada. Es la única manera de llegar felizmente a buen puerto en el periplo de la vida.

Jorge Quesada Pérez es docente y estudia posgrado de Historia en la UNAM.

Saber regalar es regalar saber

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Si de regalar se trata, casi de forma automática surge la alternativa del libro, aunque también de manera casi inmediata es una opción que se desecha a favor de otras, mejores o peores, pero menos comprometidas. Porque regalar un libro compromete; es un obsequio que puede ser ideal o puede dejarnos en evidencia de que no tenemos idea de lo que estamos haciendo.

¡Claro que es bueno regalar un libro! Y además, parece fácil. Ni siquiera es necesario ir a una librería; los hay en almacenes, auto-servicios, cafeterías, restaurantes y kios-
cos de periódicos, por no hablar de Internet.

Hay miles de títulos, prácticamente sobre cualquier tema, de todos los géneros, de ficción y no ficción, de autores famosos y desconocidos, en ediciones rústicas o de lujo, etc. El desafío está en la persona a quien va dirigido; dar un libro revela qué tanto conocemos a quien lo va a recibir.

No a todos les gustan los mismos libros, y es más, no a todos les gustan los libros. Y puestos en este camino, no a todos les gusta leer. Todos dirán que sí porque es lo políticamente correcto, pero por poco que se conozca a alguien, se puede saber si esto es cierto o no. Y hay libros ¡aún para quienes no gustan de leer!

Larga es la historia del libro como regalo. En la Antigüedad era uno de los objetos más preciados entre reyes y sacerdotes, pues cada libro era único, una obra de arte que encerraba el conocimiento; era un tesoro. Con la llegada de la imprenta, la posibilidad de regalar libros aumentó, lo mismo que el prestigio de hacerlo. Se entendía que quien lo daba y quien lo recibía eran personas cultas. Esta buena impresión sigue viva porque los libros siguen siendo tesoros; quizá han perdido su carácter único, pero se han multiplicado en variedad y atractivo.

Sabemos que un libro es un amigo, un viaje, un sueño, una lección, una pasión, una aventura, un juego, una puerta, un refugio, una alerta, etc. “El libro es el mejor regalo porque tiene la máxima concentración de la experiencia humana. Ahí tienes todo el mundo posible, toda la ficción, toda la realidad, todo está ahí”, resume Antonio Muñoz Molina.

Si comprar un libro para leerlo es gratificante, comprar un libro para que lo lea otro puede ser un gozo. En la medida en la que conozcamos y nos interese la persona a quien lo vamos regalar, la flecha dará en el blanco. Así que antes de pensar en un título, pensemos a quién se lo queremos dar y por qué. Lo otro, pasar por un pasillo y tomar el primero de la mesa de Novedades, no estará mal; saldremos del paso, pero perderemos la oportunidad de darle a esa persona una compañía para toda la vida.

Si todavía no sabes qué libros regalar, aunque en la librería siempre habrá miles de opciones, para jóvenes: Relatos y poemas para niños extremadamente inteligentes de todas las edades, de Harold Bloom, y El curioso incidente del perro a la medianoche, de Mark Haddon. De ficción: El progreso del amor, de Alice Munro, y La reina descalza, de Ildefonso Falcones. De no ficción: El Papa Francisco, de Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti, y Tu vida, tu mejor negocio, de Salvador Alva. Y para quienes no gustan tanto de la lectura, pero sí de las cosas bellas: Arte, de la Editorial DK, entre muchas alternativas.

¿Qué prefiere?

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¿Qué dirá Jesús al vernos

preparar tantos festejos?

Si es su fiesta la que hacemos

y al final, por cosas vanas,

lo dejamos a Él tan lejos.

Preparamos la gran cena

con champaña y con faisán;

Jesús prefiere al que llena

las carencias de un hermano

con esperanzas y pan.

Nos ponemos todos guapos

la noche de Navidad;

y donamos unos trapos,

que más parecen harapos,

a la iglesia del lugar.

Jesús prefiere que demos

lo que nos cuesta trabajo,

es tanto lo que tenemos…

y hay quien tiene mucho menos,

basta mirar hacia abajo.

El afecto lo compramos

para quedar bien con otros;

pretendiendo demostrarlo

entre lazos y envoltorios,

sin dar nada de nosotros.

Jesús prefiere al que dona

un rato de compañía,

un lugar extra en la mesa,

la sonrisa que perdona

o un momento de alegría.

En los niños inculcamos

la costumbre de pedir,

con listas interminables

de juguetes y regalos,

cuando Santa va a venir.

Jesús prefiere a aquel niño

que se siente conmovido

y comparte con un pobre

no solo lo que le sobre,

sino un juguete querido.

En un día tan especial

que incluso en la guerra es tregua,

¿hará feliz a Jesús

una máscara cordial

si la paz mañana mengua?

La decisión del lugar

donde habrá de ser la cena,

para algunos es motivo

de conflicto familiar

al llegar la Nochebuena:

“Que no toca con la suegra…”

“Pues tampoco con tu tía…”

Jesús prefiere al que integra

una mesa navideña

con cariño y armonía.

Prisas, gastos y tensión

invaden el pensamiento;

¿dónde está la devoción

que nos debería inspirar

tan gran acontecimiento?

¿Para qué complicar tanto

una noche tan alegre?

si al nacer Jesús prefiere

aun después de tantos años

la sencillez del pesebre.

Celebremos lo esencial

teniendo a Jesús por centro;

y al cerrar el año viejo,

una fiesta universal

hagamos de ese momento.

Gran liga de basquetbol educasports

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Concluyó la Tercera Jornada de la Liga de Basquetbol Educasports, durante la cual se vivieron emocionantes encuentros en la cancha. El principal objetivo es que este deporte que llena de alegría cada semana a todos los participantes, desde los más pequeños hasta los jugadores de categorías mayores, contribuya a su desarrollo integral.

La Liga ha crecido mucho; más de 50 equipos demuestran que en Educasports estamos trabajando para brindar a los colegios, espacios deportivos de calidad para sus alumnos. Y vamos por más…

El mexicano en la competencia

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La competencia en la vida del hombre es constante. La vivimos desde el mismo momento de la concepción cuando el esperma más fuerte, veloz y resistente fertiliza el óvulo. En cierta forma, la vida del hombre inicia en una carrera contra el tiempo y contra millones de competidores,  en donde el premio mayor es la vida misma.

De esta manera podemos observar que todos poseemos la capacidad genética de competir; sin embargo, la incertidumbre con respecto a nuestras habilidades surge después de la primera infancia, si el niño es educado con ideas limitantes, y en la adolescencia, cuando se refuerzan las dudas “normales” sobre el desarrollo propio de la edad.

Además de lo anterior, hay que considerar el físico que cada individuo desarrolla, porque existen características antropomórficas (forma del cuerpo) que favorecen a ciertos deportes: piernas largas y delgadas son óptimas para los corredores, cuerpos como el de Michael Phelps (pies y manos grandes, y tórax ancho) contribuyen con el buen desempeño de los nadadores, personas con cuerpo pequeño y compacto tienen facilidad para desarrollar la fuerza que requieren los gimnastas. Cada deporte requiere características físicas específicas y mucha disciplina para competir.

Sin embargo, lo importante en una persona que quiere competir, es la capacidad que tiene para comprometerse con él mismo. Durante la competencia se ponen a prueba diferentes capacidades, además de las físicas: manejo de presión, ansiedad, nervios, resistencia, habilidades, fuerza, y  fortaleza mental y espiritual. La persona más preparada es la que obtendrá mejores resultados ante los retos de la competencia.

La Etnopsicología y la competencia

En estudios realizados en el área de la Etnopsicología, se ha observado que al competir, la respuesta de los mexicanos difiere de la de los estadounidenses. Los mexicanos somos capaces de ceder el premio con tal de evitar que alguien se sienta mal (abnegación), mientras que los estadounidenses toman lo que es de ellos sin reparar (Díaz-Guerrero 1994).

Otros estudios mencionan que la obediencia-afiliativa (afiliación se entiende como darle gusto a los demás) es otro factor que entorpece el desarrollo de la competitividad del mexicano. Es capaz de ceder (el premio, el puesto, la competencia) con tal de darle gusto a alguien, sin necesariamente estar consciente de ello.

Si te preguntas: ¿cómo puedo afrontar la competencia? La respuesta es que refuerces tu entrenamiento físico con entrenamiento mental, y recuerdes que todos estamos capacitados genéticamente para competir, pero debemos  liberarnos de las ideas limitantes.

Lic. Lorena Vázquez Bravo es Psicóloga del Deporte y Coach Mental

mindstrongmx.com

 

Facebook: Mindstrongmx

Andropausia

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Los hombres también son hormonales

Casi todos los hombres, al llegar a los 40 y hasta los 55 años de edad, experimentan una disminución en sus niveles de testosterona. La actitud, el stress psicológico, el alcohol, las lesiones o cirugías, medicamentos, obesidad e infecciones pueden contribuir al comienzo de la ANDROPAUSIA.

 Síntomas de la Andropausia:

•  Cambios en el estado de ánimo.

•  Disminución progresiva de la actividad intelectual y cognitiva.

•  Fatiga.

•  Depresión.

•  Irritabilidad.

•  Insomnio.

•  Disminución de la fuerza muscular y de la capacidad de ejercicio físico.

•  Disminución de la masa ósea (osteoporosis).

•  Cambios en el metabolismo.

Un estudio hecho en Argentina sobre estos cambios biológicos y su influencia en áreas emocionales del hombre, arrojó una explicación de los síntomas que el hombre presenta en esta etapa de la vida:

Síndrome de Irritabilidad Masculina (SIM)

El Síndrome de Irritabilidad Masculina es un cuadro depresivo que se acompaña por “Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis”: hipersensibilidad, angustia, frustración y cólera.

Es normal que la testosterona disminuya a partir de la cuarta década de vida, a un ritmo aproximado de 1.5% anual. Pero en algunos casos estos niveles bajan tanto que se produce la llamada “andropausia” o “déficit de testosterona”, una suerte de menopausia masculina.

Características del SIM

En los varones, diagnosticar una depresión es más difícil que en las mujeres, ya que se manifiesta de forma muy diferente. Un hombre deprimido suele mostrar algunos de los siguientes síntomas:

•  Irritable.

•  Frustrado.

•  Impaciente.

•  Acusador.

•  Hostil, con pérdidas del control de la agresividad.

•  Rencoroso, no perdona, pero generalmente se arrepiente luego.

•  Ansioso.

•  Cansado, anérgico (agotado), con debilidad muscular.

•  Ataca si se siente herido.

•  Hace rabietas.

•  Controla excesivamente los afectos (“cha-tura afectiva”).

•  Se muestra impenetrable (cara de piedra).

•  Siente vergüenza por su estado actual y a veces por su vida.

•  Tiene sentimientos de fracaso y/o ruina

•  Desesperanzado.

•  Enojado, como una forma de sentirse seguro.

•  Incrementa el consumo de tabaco, alcohol, medicamentos y también de otras subs-
tancias “psico-neuro-bio-socio-tóxicas”.

•  Pierde o sube de peso.

•  Padece disminución de la libido y/u otros trastornos sexuales.

•  Manifiesta sexomanía o abulia sexual.

•  Se refugia en la televisión.

•  Tiende excesivamente a practicar deportes.

•  Es exigente con los demás, que “si lo trataran bien su estado sería diferente”

•  Duda sobre “si es amado o querido por los demás”.

Generalmente, quien más nota los cambios de actitud es la pareja de estos varones. Por eso es importante que comprendan que atraviesan una crisis propia de la edad y que pueden ser ayudados por especialistas.

 Duelo

Así como en la adolescencia se dio el duelo por el cuerpo infantil, en la adultez se da por el cuerpo joven. Hay adultos que desean mantener una identidad sexual como la que tuvieron en el pasado, para negar su envejecimiento y vivir con su recuerdo una realidad distorsionada. Al igual que el Don Juan joven, en la senectud tratará de ocultar su impotencia, no solo sexual sino de compromiso con la otra persona. Esta es una conducta maníaca que le defiende de la depresión originada; es decir, de dejar muchas gratificaciones y adaptarse a otras. De ahí que a veces se comporten seductores y muy seguros de sí mismos, para ocultar estos temores. Por ello es importante que se les evite etiquetar como: “rabo verde”, “Don Juan”, “viejo loco”, etc.  Otros, en cambio, suspenderán toda actividad sexual porque el verse en un cuerpo envejecido se torna en herida narcisista.

Es de suma importancia la educación sexual en la edad adulta que oriente a los hombres maduros sobre los cambios psicológicos, anatómicos, fisiológicos y sociales que se producen con el envejecimiento y las soluciones por las que pueden optar.

¿Un año más o menos?

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“… amándonos fraternamente los unos a los otros…

con un celo sin negligencia,

con espíritu fervoroso,

sirviendo al Señor,

con la alegría de la esperanza,

constantes en la tribulación,

perseverantes en la oración…

procurando el bien ante todos los hombres…”

Romanos 12, 10-17.

Acabamos de celebrar el 30 aniversario del Colegio Miraflores en sus actuales instalaciones y ya nos preparamos a recibir un año nuevo. ¿Será un año más o un año menos? Desde la perspectiva física es un año menos que nos queda por vivir; desde la perspectiva espiritual es un año más en nuestra existencia. En cualquier caso, este año nuevo es una posibilidad abierta, una página por escribir, otra oportunidad, un nuevo regalo de Dios.

Todos sabemos que la división del tiempo en años, meses, días, horas, es algo convencional. La vida es un camino continuo y los momentos más importantes y significativos de nuestra existencia no se ajustan necesariamente al ritmo del calendario. Sin embargo, el tiempo ha de entenderse como la sucesión de momentos; un continuo presente que tiene sus etapas y ciclos, dividiendo lo que parece indivisible para dejar constancia de su paso. Así, hoy nos encontramos ante un nuevo año.

Para los cristianos, Jesucristo, a partir de su encarnación, entró en el tiempo y desde ese momento, este es “tiempo del Señor”, como lo leemos en tantas placas e inscripciones: Año del Señor. El 2014 será, pase lo que pase, otro Año del Señor. Si es así, nuestra mirada hacia el futuro tiene que ser una mirada de esperanza, no podría ser de otra manera; ahora bien, no se trata de creer ingenuamente que todo saldrá bien nada más porque sí. La esperanza es la confianza en Dios: saber que suceda lo que suceda, nos encontramos en sus manos.

Este Año Nuevo será un tiempo de gracia; un espacio que, si lo aprovechamos, será ocasión de felicidad, crecimiento y plenitud. Si el que tiene que estudiar, estudia; el que debe trabajar, trabaja; el que tiene que enseñar, enseña; si cada quien desde su sitio aprovecha la oportunidad que Dios nos da, 2014 será un gran año para cada uno y para el mundo en su conjunto. Un año del Señor.

El Papa Francisco propone comenzar este año nuevo bajo el signo de la fraternidad. “Frente a la pobreza, hambre, subdesarrollo, conflictos bélicos, migraciones, contaminación, desigualdad, injusticia, cri-
men organizado y fundamentalismos, la fraternidad es fundamento y camino para la paz”, dice Su Santidad, al dedicarle la Jornada Mundial de la Paz.

Fraternidad que es entender que todos somos hijos de Dios y por lo tanto, hermanos, y comportarnos como tales. Quizá este pueda ser nuestro mejor propósito para el Año Nuevo: Una intención que se une a mis sinceros deseos para que el 2014 sea un año de salud, dicha, paz  y prosperidad para todos los miembros de la familia Miraflores.

Humildad ante todo

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La humildad es un tema por demás relevante. Por eso comparto esta frase de Rabindranath Tagore: “Cuanto más grandes somos en humildad, tanto más cerca estamos de la grandeza”.

Siempre he disfrutado de leer, conocer y reconocer a los mexicanos sobresalientes que no solo han cumplido sus metas, sino que han trascendido en diferentes ramos de la vida en este hermoso México.

Esto me ha dado la oportunidad de ponderar la trascendencia del valor de la humildad en deportistas, artistas, políticos, comunicólogos y académicos, entre otros. Pero lo más importante detrás de cada personaje, es descubrir al ser humano que ha tenido logros y más aun si los éxitos alcanzados no han sido motivo para que asuman actitudes de superioridad, sino por el contrario, la sencillez es una de sus características.

Para que alguien viva la humildad se necesitan varios factores, como son: la familia, la educación y los valores. Todo ello faculta a las personas para reconocer sus cualidades y también sus defectos.

Como siempre he dicho, el gran maestro de la vida -que en mi caso fue el deporte- te ubica y te enseña que la formación del ser humano es indispensable para lograr metas. Claro que hay golpes de éxito, por los que algunas veces, sin hacer grandes esfuerzos, una persona logra alcanzar la cima, pero siempre se aprende más de las caídas que de los aciertos.

Es una realidad, cuando estamos en la cima olvidamos que siempre llega el momento de bajar, tal como lo decía mi gran amigo don Joaquín Capilla: “Cada paso que das al bajarte del pódium de premiación, es un día menos de fama”.

He conocido muchas historias de personas cercanas que creen que el poder y el éxito serán para siempre, y cuando se dan cuenta de que las cosas cambian y dejan de estar presentes en el pensamiento y en la memoria de los demás, dan por perdido todo su valor, que estaba solo fincado en su éxito pasajero, porque en su momento perdieron el piso.

Pero también hay grandes historias de amigos admirables que aun teniendo logros importantes siguen parados en el piso, conservando la personalidad que los llevó a ocupar un sitio destacado y son los mismos de antes y de siempre.

La humildad no quiere decir que no sepas lo que vales o eres, por el contrario, mientras más te conoces a ti mismo adquieres mayor seguridad, y como consecuencia, es difícil que caigas en actitudes negativas. Como diría Ernest Hemingway: “El secreto de la sabiduría, el poder y el conocimiento, es la humildad”.

Cuando pienso en la humildad, relaciono este valor con el sentimiento que experimentas como clavadista cuando llegas a la plataforma de 10 metros e inicias el proceso para hacer un parado de manos. La tensión que se vive es grande, pues hay que guardar el equilibrio para que el clavado salga lo mejor posible, y es en ese momento cuando descubres que no hay mejor lugar para tener los pies que el piso.

Vivir la humildad es: saber quién y qué eres, lo que eres capaz de hacer, tener siempre presente de dónde vienes, recordar hacia dónde vas y lo que tendrás que hacer para llegar a ese punto, sin pasar por encima de los demás, pero convencido de que tienes que superarte más cada día.

La frase de Tagore es contundente: “Cuando más grandes somos en la humildad, tanto más cercanos estamos de la grandeza”.

 

Colaboración de Fundación Teletón México “El autoconocimiento

frena la soberbia”.

 

Fuente: yoinfluyo

 

 

Vidas de novela.

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¿En qué se parecen Steve Jobs, Hernán Cortés, Amy Winehouse, Pablo Picasso, el Chapo Guzmán, Carlos Marx, Luis Buñuel y Nelson Mandela?

Se parecen en que de todos ellos se han hecho libros este año y hay decenas más que están por aparecer, de personalidades de la actualidad y del más remoto pasado; las biografías están de moda.

Y no solo en los libros; en el cine produjeron Lincoln, la Dama de Hierro, Hitchcock y Marilyn, y están por aparecer Lady Di, Jobs, Disney, Cantinflas, Juan Orol, Grace Kelly, Liberace y muchas más; como si de pronto, la vida de ciertas personalidades se convirtiera en el gran tema de hoy.

Sin embargo, la biografía es uno de los géneros más antiguos, tanto en el cine como en los libros; concebida entre la historia y la literatura, nos cuenta la vida de alguien real de la forma más completa posible, desde su fondo psicológico hasta la relación con su entorno, ya sea familiar, de pareja, comunitario o social. Es una forma de ver el mundo a través de los ojos de la persona en cuestión y también, es la manera como fue percibida(o) por el mundo.

Quizá la biografía más aleccionadora es la de los Evangelios, que describen la vida de Jesús. A partir de ellos y por mucho tiempo, el factor predominante en las biografías fue el interés moralizador: que la vida que se contara fuera a tal grado virtuosa que sirviera de ejemplo a los demás, como La vida de los personajes del Antiguo y Nuevo Testamento, de Basilio Castellanos. Con el paso del tiempo ese criterio se amplió para dar cabida a biografías en las que se aceptó la imperfección humana como parte constitutiva de nuestra realidad. Es así como hoy encontramos un universo inagotable de historias que nos permiten conocer y entender mejor nuestro mundo, y también nos ayudan a conocernos mejor a nosotros mismos. Algunos notables ejemplos son: Jesús de Nazareth, de Joseph Ratzinger; San Francisco de Asís, de Gilbert K. Chesterton; Fouché, de Stefan Zweig y Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar.

Entre historia y literatura, está la autobiografía, narración en la que el autor cuenta su propia vida. Hay ocasiones en las que a la sinceridad se unen la profundidad y el talento para crear verdaderas obras maestras, como en el caso de las Confesiones de San Agustín, las Memorias de San Ignacio de Loyola o la Vita de Benvenuto Cellini.

Sin embargo, el valor literario no es el único argumento; hay otras historias, también interesantes y aleccionadoras por su profunda emotividad y fuerza como Yo, Rigoberta Menchú de la Premio Nobel de la Paz 1992 o Dr. Q, de Alfredo Quiñones-Hinojosa, quien de jornalero indocumentado llegó a cirujano de gran prestigio internacional.

Cada vida es un tesoro y cuando está bien contada es doblemente valiosa. A través de biografías y autobiografías podemos conocer de forma interesante y amena: épocas, lugares, acontecimientos y costumbres; historia, geografía, filosofía y religión, pero sobre todo, entender mejor que más allá de grandes triunfos o gigantescos fracasos, todos somos iguales.

Escoge algún personaje que te interese pues seguramente habrá algún libro con su historia. Si no, puedes disfrutar con: Médico de cuerpos y almas, de Taylor Caldwell, sobre San Lucas; Anhelo de vivir, de Irving Stone, sobre Miguel Ángel; Confieso que he vivido, de Pablo Neruda; Las trampas de la fe, de Octavio Paz, sobre Sor Juana Inés de la Cruz; Cosas que siempre quise contarte, de Miguel Ríos; Hernán Cortés, de José Luis Martínez y Dr. Q, de Alfredo Quiñones-Hinojosa.

 

Profesional vs amateur

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No es un secreto que en el mundo del deporte existen distintos niveles de competitividad, que van desde los deportistas de élite y ganadores de medallas olímpicas, hasta quienes practican un deporte por mera diversión o salud.

Cabe resaltar que los jugadores profesionales son una minoría dentro del universo de atletas que existe en la actualidad. Para entender bien la diferencia hay que tener claro qué es un deportista profesional.

Se define al deportista profesional como aquel que con carácter regular, se dedica voluntariamente a la práctica del deporte dentro del ámbito de organización y dirección de un club o entidad deportiva, a cambio de una remuneración.

Para que un atleta pueda ser considerado como profesional debe generar sus propios ingresos por medio de premios, competencias ganadas o con resultados positivos, patrocinio y/o la venta de su imagen.

Los deportistas que son pagados por el gobierno también pueden ser considerados como profesionales, siempre y cuando no necesiten de otro trabajo fuera de la actividad deportiva para su manutención.

Los anteriores datos son introductorios para tener elementos y adentrarnos en una problemática que se generó a partir de la creación de la Primera Liga Profesional de Frontenis, llamada MX FRONTOUR, porque las autoridades de nuestro deporte han empezado a sancionar a los jugadores que participen dentro de la mencionada Liga, por no estar reconocida dentro del reglamento de la FMF (Federación Mexicana de Frontenis).

La sanción consiste en que los jugadores que tomen parte en los eventos del MX FRONTOUR, no podrán participar en los eventos avalados por la FMF y mucho menos en los selectivos para conformar representaciones a nivel internacional.

Esto ha provocado la división, y lo que en mi opinión representaba un gran avance por la creación de la liga profesional, se ha convertido en una disputa de intereses que solo perjudica el crecimiento de nuestro deporte, y como siempre termina ocurriendo en estos conflictos, los más afectados son los deportistas y la afición.

Ya se han empezado a sostener pláticas entre los dirigentes de ambas partes, esperando alcanzar el consenso general para que podamos disfrutar de mejores eventos y sobre todo, para llevar al frontenis hacia el profesionalismo y masificación que tanta falta hace.

A título de profesional, me gustaría mencionar que en nuestro país  el problema radica en la falta de una estructura ascendente, es decir:

• Infantil

• Juvenil

• Amateur

• Profesional

Solo con esta estructura lograremos hacer del frontenis una verdadera disciplina, con miras a estar presentes en los eventos deportivos más importantes, como son los Juegos Olímpicos, los Juegos Panamericanos y los Juegos Centroamericanos.