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Hicimos historia

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Como todos sabemos, la Selección Mexicana quedó fuera del Mundial de Brasil 2014 al enfrentarse a la Selección Holandesa.

Al igual que muchos, yo creía que no llegaríamos más allá de la fase de grupos, después de la penosa actuación de nuestra Selección durante las eliminatorias del Mundial y por el hecho de depender de los Estados Unidos para llegar al repechaje, a ver si así pasábamos y obteníamos la clasificación que más de 120 millones de mexicanos exigíamos. Lo exigíamos porque, ¡qué vergüenza que nuestra selección no llegara al Mundial! Pero lo logramos, o mejor dicho: LO LOGRARON.

Lo lograron los seleccionados mexicanos que fueron los que se partieron el alma para conseguir la clasificación y así tener felices a muchos millones de mexicanos. Pero no solo ellos, también el cuerpo técnico. Personalmente, siento que la FEMEXFUT tomó la decisión correcta al fichar a Miguel Herrera como Director Técnico de la Selección (y ¡NO!, no le voy al América; ¡se los juro!).

Siento que “El Piojo Herrera” llegó en el momento adecuado a dirigir a la Selección, para motivarlos, unirlos y hacer que se partieran el alma en la cancha, y no solo eso, también llegó para hacer creer a esos 120 millones de mexicanos que nuestra Selección podía lograr más de lo que las estadísticas nos decían.

Y sí, fue una lástima lo que pasó frente a la selección holandesa. Yo, entre millones de mexicanos, lloré con esa derrota. Pero ahí no se queda. ¡NO! No basta la típica frase del México conformista de siempre: “Ya merito”, ni la super repetida: “Jugamos como nunca y perdimos como siempre.” ¿Eso de qué nos sirve?

Perdimos y no llegamos al quinto partido del Mundial. Basta ya de buscar excusas, de culpar a alguien más, de decir que si gana la Selección ganamos todos, pero si pierde es SU culpa y nadie más tiene vela en el entierro. ¡BASTA YA! Es NUESTRA Selección y nuestro orgullo. Yo sí estoy MUY orgullosa de ellos.

Llegaron al Mundial con pocas expectativas. Mucha gente decía que seríamos la burla del Mundial, que si necesitábamos la ayuda de Estados Unidos hasta en el futbol, no merecíamos estar ahí. Pero nuestros seleccionados superaron las expectativas y dejaron con la boca abierta a más de la mitad de los mexicanos. Nadie daba un peso por esta selección y nos hicieron creer.

No me considero una persona experta en futbol, pero en este Mundial nuestra Selección dio de qué hablar y demostró de lo que es capaz. Supieron frenar a uno de los rivales más fuertes del mundial, Brasil, y en ese partido nos dieron en Guillermo Ochoa a un héroe nacional e hicieron que la Selección Holandesa se ajustara a nuestro ritmo del futbol.

Como lo leí más de una vez en Twitter (o Instagram, o Facebook; escojan la red social que prefieran): “México no perdió el Mundial. El Mundial perdió a México. Se fue la mejor afición del mundo.” Y eso es verdad, México se fue con la cabeza en alto. Demostró que sí valen y como dicen por ahí, ¡ni modo!, a limpiarse la lagrimita y a mirar hacia el frente, que la vida sigue.

Muy fácil hubiera sido que al terminar el partido todos nos hubiéramos cambiado la playera y siguiéramos nuestro día como un domingo normal, pero no fue así. Me pude dar cuenta de cómo – gracias al Piojo y a la Selección– muchísima gente siguió con la verde (la blanca, la negra o la roja; la que prefieran), apoyando a los seleccionados a pesar de haber sido eliminados del Mundial. Y eso es lo que más admiro de nosotros los mexicanos, que a pesar de haber tenido una actuación de las peores en las eliminatorias, los aficionados estuvimos ahí APOYANDO SIEMPRE, y eso es lo que más motiva a nuestra Selección.

Sabemos que de los errores se aprende y me queda claro que la Selección no se quedará “estancada”, mejorarán para demostrar en Rusia 2018 de qué estamos hechos los mexicanos.

A mí no me queda nada más que agradecerles por haberse partido la espalda, por poner el nombre de México en alto, por arriesgarlo todo para ganar y hacerme creer de nuevo en mi Selección Nacional.

Su actuación durante este Mundial no consistió en nada diferente a dejar el alma en la cancha. No quisieron defraudar a su afición mexicana y no lo hicieron. No nos defraudaron, nos hicieron creer e hicieron historia. Fueron los guerreros, los grandes, los ganadores. ¡Gracias, muchísimas gracias!
Fuente: http://inesperadamentefantastico.wordpress.com/author/mexicanaycabrona/

Carta de Einstein a su hija

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Cuando propuse la teoría de la relatividad, muy pocos me entendieron, y lo que te revelaré ahora para que lo transmitas a la humanidad, también chocará con la incomprensión y los perjuicios del mundo. Te pido aun así que la custodies todo el tiempo que sea necesario, años, décadas, hasta que la sociedad haya avanzado lo suficiente para acoger lo que te explico a continuación:

Hay una fuerza extremadamente poderosa para la que hasta ahora la ciencia no ha encontrado una explicación formal. Es una fuerza que incluye y gobierna a todas las otras, y que incluso está detrás de cualquier fenómeno que opera en el universo y que aún no haya sido identificado por nosotros. Esta fuerza universal es el amor.

Cuando los científicos buscaban una teoría unificada del universo olvidaron la más invisible y poderosa de las fuerzas. El amor es luz, dado que ilumina a quien lo da y lo recibe. El amor es gravedad, porque hace que unas personas se sientan atraídas por otras. El amor es potencia, porque multiplica lo mejor que tenemos y permite que la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo. El amor revela y desvela. Por amor se vive y se muere. El amor es Dios, y Dios es amor.

Esta fuerza lo explica todo y da sentido en mayúsculas a la vida. Esta es la variable que hemos obviado durante demasiado tiempo, tal vez porque el amor nos da miedo, ya que es la única energía del universo que el ser humano no ha aprendido a manejar a su antojo.

Para dar visibilidad al amor, he hecho una simple sustitución en mi ecuación más célebre. Si en lugar de E= mc2 aceptamos que la energía para sanar el mundo puede obtenerse a través del amor multiplicado por la velocidad de la luz al cuadrado, llegaremos a la conclusión de que el amor es la fuerza más poderosa que existe, porque no tiene límites.

Tras el fracaso de la humanidad en el uso y control de las otras fuerzas del universo, que se han vuelto contra nosotros, es urgente que nos alimentemos de otra clase de energía. Si queremos que nuestra especie sobreviva, si nos proponemos encontrar un sentido a la vida, si queremos salvar el mundo y cada ser siente que en él habita, el amor es la única y la última respuesta.

Quizás aún no estemos preparados para fabricar una bomba de amor, un artefacto lo bastante potente para destruir todo el odio, el egoísmo y la avaricia que asolan el planeta. Sin embargo, cada individuo lleva en su interior un pequeño pero poderoso generador de amor cuya energía espera ser liberada.

Cuando aprendamos a dar y recibir esta energía universal, comprobaremos que el amor todo lo vence, todo lo trasciende y todo lo puede, porque el amor es la quinta esencia de la vida.

Lamento profundamente no haberte sabido expresar lo que alberga mi corazón, que ha latido silenciosamente por ti toda mi vida. Tal vez sea demasiado tarde para pedir perdón, pero como el tiempo es relativo, necesito decirte que te quiero y que gracias a ti he llegado a la última respuesta.

Tu padre

A finales de los años 80, la hija del célebre genio donó 1400 cartas a la Universidad Hebrea. Einstein indicó que no se hiciera público su contenido hasta dos décadas después de su muerte.

Fuente: kamalatelb.blogspot.com

El machismo se transmite en el hogar

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Vivimos en una sociedad moderna en continuo progreso, pero seguimos educando hijos machistas. ¿Cómo podemos evitarlo?

Es incuestionable el importante papel que juega la familia en la formación de todo ser humano. Como padres tenemos una influencia grande durante la crianza de los hijos. Los mensajes que les damos los asimilan de tal manera que comenzarán a formar parte de su educación, de su manera de ser y de ver la vida.

Naturalmente, hombres y mujeres tenemos diferencias que nos caracterizan, como la intuición, la capacidad lógica, la racionalidad, la fuerza, etcétera. De una generación a otra se transmiten tradiciones, costumbres y roles que, a veces, se pueden llamar machistas. En general, se prepara a las niñas para las tareas de la casa y a los niños para enfrentar el mundo externo; a las niñas se les educa para ser más dependientes y se les permite expresar sus emociones. Por otra parte, se desconocen las necesidades del hombre en el mundo afectivo porque se le ridiculiza al expresar sus emociones y se le dice que el llorar es asunto de niñas.

Cuando una madre tiene hijos de ambos sexos, en muchos casos les enseña y espera de ellos cosas distintas. Citemos un par de ejemplos: a la niña se le demanda que ayude a la madre con los quehaceres de la casa y al hijo se le deja hacer lo que quiera; o se apoya a este para que termine los estudios y a la hija se le apresura para que abandone la escuela y continúe ayudando en la casa o forme su propia familia. Allí se está enseñando que solo el hombre tiene la capacidad de graduarse y que la mujer tiene su límite en el hogar; se están forjando mujeres que al llegar a la adultez, pensarán que solo son buenas para estar en la casa y atender al marido, y a los hombres para ser atendidos. Los hijos e hijas pueden llegar a no aprender a hacer las cosas básicas para funcionar de manera independiente o a asumir actitudes rebeldes al darse cuenta de que no existe equidad entre hermanos.

Si la mujer es comedida y le gusta complacer al esposo, está bien, pero no a tal grado de que el marido no se levante a buscar sus zapatos o a prepararse de comer. Se considera asimismo un extremo si la mujer no tiene idea de lo que significan los gastos de la casa, ignore el salario del marido o las finanzas del hogar.

A pesar de la influencia que los padres tienen en sus hijos e hijas, no significa que estos se convertirán en adultos con tendencias machistas. Cada uno tiene la libertad y la inteligencia de entender y aplicar esas enseñanzas en su propia vida, o hacer los cambios que necesite. Hoy los roles de las madres y padres están mucho más combinados que en el pasado. Hay cambios impulsados por las circunstancias económicas y el mismo desarrollo social, donde la esposa es la que sale a trabajar y el esposo es el que se hace cargo de la casa y de los niños. No es inusual ver a familias en las que los dos esposos estudian o trabajan. Allí se empieza a ver una necesidad de flexibilidad en los roles tradicionales para que entre los dos cónyugues compartan los deberes y responsabilidades del cuidado de los hijos, la casa y las finanzas.

El problema empieza cuando un esposo o la esposa se ha criado en un hogar machistas y no cuenta con la habilidad de entender las responsabilidades del hogar y de ayudar con los deberes de la casa. Citemos un ejemplo: la esposa que ha trabajado fuera del hogar, al igual que su esposo, y regresa a la casa con la encomienda de que ella es la única encargada de limpiar y cuidar de sus hijos, o el caso opuesto, el esposo que no cuenta con el apoyo de su esposa con los gastos de la casa.

¿Qué podemos hacer como padres para no caer en una crianza donde exista el machismo y haya equidad entre los hijos varones y mujeres?

  1. Enseñar tanto a los hijos como a las hijas las diferentes tareas del hogar, como cocinar, lavar los platos y el automóvil; cortar el césped, barrer y trapear, etcétera.
  2. Rotar las asignaciones de las tareas del hogar entre todos los integrantes de la familia.
  3. Mantener una actitud positiva y de aliento al hacer los deberes del hogar.
  4. Elaborar una serie de reglas al interior de la casa que todos deban cumplir.
  5. Proyectar con justicia y equidad lo que se espera de los hijos de ambos sexos.
  6. Apoyar a los hijos e hijas en sus estudios y animarlos a que obtengan un título y a que desarrollen sus talentos.

Es importante que desde la niñez hasta que son mayores de edad, los hijos e hijas aprendan y desarrollen las habilidades necesarias para cuando llegue el momento, sean responsables en lo tocante al funcionamiento de su propia casa y, al mismo tiempo, al mantener una relación equitativa y de solidaridad con los miembros de la familia que está formando.

Al combatir el machismo en el seno de la familia se contribuye a erradicarlo de la sociedad para hacer de esta un lugar en el que todas las personas, mujeres y hombres, puedan desarrollarse en un clima de respeto y equidad.

Fuente: Familias.com – La educación en el hogar inhibe el machismo

El lenguaje del testimonio

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“Ese es el lenguaje del testimonio”, explicó Su Santidad. “El testimonio es sin condiciones, permanente, decidido, con un lenguaje que no admite dudas. Y cuando el testimonio llega al final, cuando las circunstancias históricas nos piden un testimonio fuerte, allí están los santos, los mártires, los más grandes testigos. Y la Iglesia es regada por la sangre de los mártires y esa es la belleza del martirio. Comienza con el testimonio día tras día y puede terminar como Jesús, el primer mártir, el primer testigo, el testigo fiel con su sangre”.

Su Santidad no se refería solo al pasado, sino al momento actual “en el que nuestros hermanos y hermanas viven perseguidos, sufren y con su sangre hacen crecer la semilla de pequeñas iglesias y comunidades. Hoy hay más testigos, más mártires en la Iglesia que en los primeros siglos: son cristianos asesinados, perseguidos, discriminados o expulsados de manera elegante, con guantes blancos, que es otra forma de exclusión”, añadió.

El Papa Francisco hablaba de quienes están en el camino de llegar a los altares, como la fundadora de la congregación de Esclavas de la Santísima Eucaristía y de la Madre de Dios. Cada palabra parecía referirse a la Madre Trinidad. Desde “el sacrificio de cada día” hasta “la realización de las obras de misión”, porque en ella no hubo dudas, su sí siempre fue un sí y su no siempre no: “Mi Señor y mi Dios, recíbelo todo, mi obrar y mi sentir… no quiero otra cosa que amaros y llevar muchas almas a Vos. No quiero más que lo que Vos queráis, ni más salud, ni enfermedad, ni gozar, ni sufrir…”.

El Papa Francisco habló de esos casos heroicos excepcionales, pero recordó que todos estamos llamados a la santidad, cada uno en nuestra condición diaria, dando testimonio de vida cristiana: “No hay crecimiento sin el Espíritu, es Él quien hace la Iglesia, el que la hace crecer y convoca a la comunidad de la Iglesia, pero también requiere del testimonio diario de los cristianos”.

El futbol y la vida

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El futbol no significa solo patear una pelota con destreza, también puede convertirse en una manera divertida de aprender importantes lecciones de vida, pues conlleva una serie de principios que ayudan a forjar el carácter si enseñamos a los niños a aplicarlos en su vida cotidiana:

  • Juega en equipo. 
Si bien hay tremendos exponentes individuales de la pelota, ni Pelé ni Maradona hubieran brillado sin un equipo que los respaldara. Dile a tu hijo que cualquier problema que tenga se puede resolver en familia, y que las alegrías también saben mejor en conjunto.
  • Toca la pelota.
 Se dice que “jugar fácil es muy difícil”. No hay cosa más aburrida que ver durante 90 minutos a un tipo en solitario queriendo llevarse la gloria; enséñale a compartir, ya sean juguetes, conocimientos o momentos.
  • Pide tu cambio. 
A veces se exageran mucho las faltas, pero hay una ley que dice: “Cuando el jugador no se mueve, es que verdaderamente está lesionado”. Explícale que no debe hacer más grandes los problemas de lo que son, y en caso de ser algo grave, que pida su cambio para no lastimarse más.
  • Pégale de lejos. 
El futbol es fácil y complejo a la vez, porque no se puede ganar solo, pero el jugador debe  tener confianza en su talento para disparar a gol. Dile a tu hijo que no se canse de intentarlo, llegará a la meta si no se rinde.
  • Para meter gol debes estar en la cancha. 
El gol lo conseguirán los jugadores que están en el campo, no aquel que abandonó al equipo. Explícale que puede llegar a donde él quiera, siempre y cuando recorra el camino necesario; si busca ser astronauta, estudiar para abogado no sería lo más práctico.
  • Para ser titular, debes entrenar. 
Entrenamiento diario, una y otra vez; solo la repetición hace al experto, pues el éxito depende de la constancia.
  • Falta en el área: penalti. 
Así juegue en la calle, el futbol tiene reglas y la vida también. Eso significa que sus actos tendrán consecuencias, algunas más caras que otras. Si no quiere enfrentar la sentencia de la pena máxima, es mejor que juegue siempre limpio.
  • Todas las figuras salieron de la banca. 
Si no hay apoyo moral en las situaciones difíciles, el equipo no es fuerte. La banca alienta a los compañeros y espera su momento para dar lo mejor. Coméntale que no será cuando él quiere, pero si espera su momento y lo aprovecha podrá convertirse en el mejor.
  • El rival es grande. 
Hay que saber ganar y perder. Reconocer el mérito del equipo rival es cosa de grandes. No se debe mostrar una actitud soberbia en la cara del vencido. Todos merecen respeto y si tiene la fortuna de destacar más que los otros, no hará falta alardear.

El técnico enseña, pero no juega. 
Casi el 99 por ciento de los entrenadores fueron futbolistas, saben de qué se trata este deporte y cuando se retiran del terreno de juego, se preparan para nuevas responsabilidades, pero ya no es su papel meter los goles. Esa es responsabilidad de los jugadores. A los padres nos cuesta trabajo entender que los hijos deben jugar sus propios partidos y cometer sus propios autogoles, pero siempre habrá un medio tiempo para explicar la estrategia y darles ánimo para remontar el marcador.
Como podemos ver, cuando los niños juegan futbol, lo peor que puede pasar es que el partido termine y ellos crezcan.
Fuente: Familias .com

Cuaderno nuevo

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Al iniciar otro año escolar, me viene a la pluma lo que decía Heráclito: “Nadie se baña dos veces en el mismo río.” El río en este caso es el colegio: el mismo –siempre cambiante– de tantos años. ¡Tanto tiempo aprendiendo con los jóvenes!

Volveré a clase y los alumnos que encuentre se parecerán poco a los que se fueron de vacaciones. Me pregunto si los que me demostraban un singular apego, seguirán siendo encantadores o habrán adoptado el aire displicente y de perdonavidas que preludia la llegada de la ‘edad del pavo’.

Y los que parecían eternamente agotados, con la barbilla pegada en el pupitre y los párpados a media asta, ¿habrán recuperado la normalidad? No parece fácil, la adolescencia no se cura con sol de playa y bronceador.

¿Y los pequeños? Para ellos cada curso es una eternidad, y las vacaciones, una especie de quitamanchas que elimina, sin dejar rastro, los recuerdos desagradables del año anterior.

A mí, sin embargo, lo ocurrido en los últimos diez o quince años se me amontona y confunde en la memoria sin orden ni concierto. Los adultos somos como rocas siempre idénticas a sí mismas –si acaso algo más erosionadas cada día– en medio de la corriente de un río que se renueva implacable.

El colegio que encuentre a mi regreso habrá mejorado un poco; siempre mejoramos, gracias a Dios. Habrá ordenadores más potentes; los niños estrenarán libros llenos de colorido, que –me temo– habrán subido de precio. Los bolis y los rotuladores cumplirán su cometido sin fallos ni intermitencias, y los cuadernos aun no tendrán ‘churretes’.

¿No es fascinante ese breve rito anual de inaugurar un cuaderno recién comprado? Uno se frota las manos en el jersey para no mancharlo, y muy despacio, con especial mimo, escribe su nombre y apellido en las tapas. Es un gesto viejo y lleno de sentido. Cuando veo con qué pausa y primor dejan su firma los alumnos, pienso que se están diciendo a sí mismos: “Este año será diferente; será un año sin borrones ni tachaduras.”

Y sin embargo, estoy casi seguro de que dentro de pocos días el bolígrafo de Maica depositará un borrón azul en la primera hoja, Ignacio tachará con furia un error del que no conviene dejar la menor huella y Pilar llenará su cuaderno de corazones
–dibujados en un ataque de languidez, sin darse cuenta–, o escribirá declaraciones de amor en inglés, dirigidas a un tal Nacho.

¡Maldita experiencia de adulto que siempre nos lleva a profetizar catástrofes! ¿Y si ocurriera lo contrario? ¿Si los tres consiguieran mantener limpios sus cuadernos? ¿Por qué no puede ser este el curso en que Rocío demuestre lo que vale o el año del milagro que en repetidas ocasiones se ha propuesto lograr Eduardo?

Hace algunos años Mercedes me contaba –llena de pasión– sus ambiciosos planes, las metas que iba a conseguir y de las que estaba supersegura.

“Se lo prometo –repetía una y otra vez–, ya verá cómo cambio este año.”

Ella no se acordará, pero aquel día confundí la prudencia con la cautela o con el cinismo. Tendría que haberme solidarizado con su entusiasmo, para luego, en todo caso, matizarlo un poco. Sin embargo, solté esa frase típica de adulto resabiado:

“Mira, Mercedes, no te hagas ilusiones…”

¡Naturalmente que hay que hacerse ilusiones! ¿En qué estaría yo pensando?

También los mayores deberíamos ser capaces de estrenar un cuaderno nuevo cada año, cada mes o cada día, con la fe y con la amnesia envidiable de los niños. Lo que nos frena es la experiencia. Mejor dicho, las tristes experiencias de los viejos fracasos que nos van cargando de tristeza la mochila y si uno se descuida, acaban por aplastarnos o por inhabilitarnos para cualquier tarea original o creadora.

Pero la experiencia no debe ser un lastre, sino un motor. No un freno, sino un estímulo para recomenzar con más ímpetu y sabiduría. Hablo, por supuesto, de todos los campos de la vida, pero especialmente del terreno espiritual, de la perenne batalla que hemos de sostener por ser mejores y en la que siempre hay que estar recomenzando.

Escribamos nuestro nombre y apellido en las tapas, que los borrones ya no están y el día que hoy empieza es otra vez el primero.

Y a quien le venga la tentación de apelar a la experiencia como coartada para pactar con la mediocridad, puedo contarle lo que me dijo mi amigo Heinz Kloster el día de su noventa cumpleaños:

“Mira hijo mío, la experiencia demuestra que no conviene fiarse de la experiencia. Al fin y al cabo, cuando uno tiene experiencia de verdad, ya no es capaz de recordar ni la experiencia que tiene.”

¿Cómo se forman los niños?

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Eran las 14 horas de un miércoles. Todo parecía desarrollarse normalmente. Recogí a mi hija de seis años a la salida del kínder y esperaba la luz verde del semáforo, cuando desde el asiento de atrás oí que me preguntaba: “Mamá, ¿cómo se forman los niños?”

El corazón se me aceleró y por mi mente pasaron todos los libros de sexualidad leídos, las conferencias a las que había asistido y los consejos recibidos para cuando llegara el gran momento de hablar con mi hija sobre sexualidad. Me sentí un poco desilusionada. Pensé que me hubiera gustado tener preparado un mejor escenario para ese momento. Incluso consideré pararme en el café de la esquina para tener una conversación “de mujer a mujer”, pero antes, respiré profundo y le dije: “Me preguntaste cómo se forman los niños. ¿Qué es lo que quieres saber?”

Esperé atenta su respuesta, en la cual percibí un tono de impaciencia: “Pues, ¡ay mamá! ¿cómo se forman los niños en la fila del cole, por estaturas de grandes a chicos o de chicos a grandes?”

No pude evitar sonreír. Después de todo, no tendría que ser en medio del tráfico donde hablaría con mi hija sobre ese tema. Pero pronto llegará el momento y debo estar preparada.

Hoy en día, la educación de la afectividad difiere mucho de la información que se daba a los niños anteriormente. Las influencias externas se han modificado e intensificado, y todos estamos expuestos a una ola de sensualidad y de materialismo enfocada en el sexo y no en el amor.

Los padres somos la clave y no necesitamos ser expertos para poder transmitir la verdad sobre el tema; basta el amor que sentimos por los hijos y ciertos conocimientos básicos para poder responder a su natural curiosidad sobre el misterio de la vida, de acuerdo con cada etapa del desarrollo.

No a todos los hijos se les dice lo mismo, al mismo tiempo y de igual manera, pero en todas las circunstancias se les debe de brindar información que cumpla con las siguientes características:

Verídica: Eso no significa que debe ser cruda o vulgar. Utilizar un lenguaje normal, sencillo y natural, llamando a las cosas por su nombre y dejando abierta la posibilidad de nuevas conversaciones. Conviene primero preguntar para conocer exactamente cuál es la duda del hijo, teniendo en cuenta su edad.

Gradual: Adecuada a la edad, al sexo, a su ambiente y a las características personales.

No se trata de sostener solo una charla con el hijo, sino de acompañarlo a lo largo de su desarrollo para ampliar o repetir la información cuantas veces sea necesario. Es preferible hablar con nuestros hijos antes de que el tema sea abordado por algún amigo o medio de comunicación.

Nuestros hijos, según la edad, necesitan conocer su cuerpo y sus funciones, las diferencias entre los sexos, cómo nacen los bebés, la función del padre y de la madre en la fecundación, los cambios físicos en la pubertad, el impulso sexual, el noviazgo, el matrimonio y la castidad, entre otros temas.

Las dudas pueden surgir en cualquier momento, por eso siempre debemos estar atentos para poder responder adecuadamente.

Nunca pienses que ya lo has repetido bastante, recuerda que fuera de casa le repetirán lo contrario a todas horas (TV, radio, videos, Internet, redes sociales…). No te arrepentirás de haberle dicho y repetido algo, pero sí podrías arrepentirte de lo que no le dijiste o de aquello en lo que no insististe.

Personal: Cada hijo es único e irrepetible, razón por la cual han de recibir una formación personalizada e individualizada. Hay que procurar momentos de apertura e intimidad con cada uno y propiciar la oportunidad para hablar de temas como el embarazo de un familiar, una boda, un comercial, etc. Es importante mostrar interés en cada uno de los hijos y estar siempre disponibles para conversar y responder cualquier duda; no debemos escandalizarnos nunca ni mostrar nerviosismo. Aprovechemos cada ocasión que se nos presente para abrir canales de comunicación con nuestros hijos.

Integral: Que la formación que reciban de sus pardres englobe los distintos aspectos de la realidad sexual. No nos podemos limitar al aspecto biológico porque no somos solo cuerpo, sino también espíritu; tenemos una dimensión racional (pensamos), emocional (sentimos), social (nos relacionamos con los demás) y trascendente (estamos llamados a la santidad).

Hablemos a nuestros hijos de respeto y generosidad; de ser buenos hermanos, buenos hijos y buenos amigos; del pudor, la castidad, la justicia y la caridad. Formémosles desde pequeños en la autodisciplina, el dominio de sí mismos, la templanza y la fortaleza.

Positiva: Que entiendan y conciban la propia sexualidad como un don y un medio de realización personal mediante la entrega sincera de sí mismos, valorando la grandeza que encierra la complementariedad de los sexos.

Debemos asociar siempre la sexualidad con Dios, con el amor y la vida, y dejar claro que la unión de los cuerpos, cuando se trata de seres humanos, no es una simple acción animal puramente instintiva.

Repetir una y otra vez que las relaciones sexuales, movidas por el amor y la entrega plena, son exclusivas de la unión matrimonial y están orientadas a la procreación y a la unión de la pareja, resaltando la especial intervención de Dios, que crea e infunde un alma al ser humano en el instante mismo de la concepción.

Se trata de construir sobre el fundamento firme de las exigencias de la dignidad del ser humano y del respeto a su vocación al amor.

El tema de educar la afectividad resulta fundamental para comprender el misterio del hombre y la dimensión del amor. La educación de los hijos en el tema de la sexualidad es deber y derecho exclusivo de los padres.

Seamos padres valientes. Hemos de ir por delante, dando ejemplo de coherencia de vida entre lo que pensamos, lo que decimos y lo que actuamos.

Somos los padres los que debemos elegir cuándo, cómo y dónde hablar de sexualidad con nuestros hijos, y si no tomamos esta responsabilidad a tiempo, lamentaremos después haber dejado que otros lo hicieran con mentiras y verdades a medias.

Cómo encontrar empleo a partir de los 50 años

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Tenemos un currículum vitae impresionante (qué menos, llevamos casi medio siglo trabajando en ello), pero no nos llaman para una entrevista, o si conseguimos que nos consideren, en nuestro lugar contratan una jovencita que parece que recién terminó la secundaria.

¿Acaso no me dan el empleo que merezco porque cumplí 50?

“¿Cuántos años tiene?” Esta pregunta no debería existir en una entrevista laboral. En nuestro país existe una ley contra la discriminación por edad o cualquier otra causa en el empleo. Siempre hay excepciones como en trabajos tipo piloto de líneas aéreas o empleos federales encargados del orden público que requieren determinadas capacidades y destrezas físicas. Pero si no buscas empleo en este campo, lo más importante debería ser tu experiencia.

Muy bien, esta es la ley, pero la realidad es que a las personas de más de 50 les cuesta que las consideren como candidatas en el mundo laboral. Parece que los jefes prefieren una imagen joven y fresca antes que la experiencia (y las canas). Discutir si esta es una postura inteligente o no es arrojar peces al mar. El sentido común indica que la experiencia vale mucho más a la hora del desempeño laboral, pero las cosas no funcionan así.
¿Por qué prefieren contratar personas más jóvenes aunque estén menos capacitadas?

Los jóvenes son más fáciles de manipular y, piensan las empresas, más maleables. Están aprendiendo y ascendiendo en su carrera,
así que no tienen tanta confianza en sí mismos. A menudo se les paga menos, lo cual es un ahorro para la empresa. Los mayores de 50 años ya tienen el conocimiento y las mañas, por lo general son mucho menos elásticos y adaptables. Son sabios y tozudos. También requieren un sueldo mayor. Resultan más caros.
Cada vez hay más jefes jóvenes. Les incomoda tener que dirigir a gente mayor que ellos.

Los jefes jóvenes también tienen miedos y aprensiones, lo que puede hacer surgir una complicada mezcla de emociones y situaciones. La gente se siente fácilmente ofendida o amenazada, se vuelve competitiva. Existen diferentes estilos de comunicación, enfoque gerencial y otros factores que pueden hacer fracasar la relación laboral entre personas de diferentes generaciones.
Cómo salvar el obstáculo de tu edad en una entrevista.

Hay que hacer saber al posible empleador que aun a nuestra edad seguimos aprendiendo y formándonos para estar al día. Eso sí, debes acostumbrarte y aprender a usar las nuevas tecnologías. Los mensajes de texto, conferencias virtuales y Apps son el presente y el futuro. Los horarios de hoy son flexibles, puede que te hagan un encargo de trabajo a las once de la noche, y tu jefe puede estar en Madagascar y tener 22 años. Mentalízate de que esta es la nueva realidad laboral.

Lo importante es hablar francamente con el empleador sobre tu flexibilidad y capacidad de adaptación, unida a tu amplia experiencia. Pero sin hacerle notar a tu jefe que todo lo que has aprendido a través de los años es más de lo que él sabe. Larry Johnson, consultor laboral y coautor de Generations, Inc.: From Boomers to Linksters – Managing the Friction Between Generations at Work, opina que el problema con un jefe mayor que tú puede ser que sienta envidia y se vuelva competitivo, mientras que uno más joven puede sentirse amenazado por la experiencia de un subordinado más experimentado.

Entonces, si vas a buscar un nuevo empleo y tienes más de 50 años, muestra tus puntos fuertes:

  • Capacidad
  • Experiencia
  • Flexibilidad
  • Actualización constante
  • Buena predisposición y empatía

Buena suerte, tienes todos los ases en tu mano, ahora ¡úsalos en tu favor!
Fuente: vivafifty.com

Calakmul, Campeche

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México es el país con más bienes inscritos en la lista del Patrimonio Mundial en toda América, con un total de 32: veintiséis en la categoría de patrimonio cultural, cinco en la de patrimonio natural y uno en la de ‘bien mixto’, esta última es la primera en América Latina.

Localizado al sureste de la República Mexicana, Campeche es ideal para la aventura y el aprendizaje por su variedad natural y cultural. Se engalana con sitios arqueológicos mayas, haciendas del siglo XVI y edificaciones históricas como la Catedral de Campeche, la Mansión Carvajal o el Palacio Municipal. El visitante también puede conocer la extensa muralla que resguarda a San Francisco de Campeche, capital del estado y ciudad colonial declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1999, gracias a su arquitectura y a sus enigmáticos baluartes.

Entre sus antiguas ciudades mayas destaca Calakmul, una de las más importantes por extensión y por población, pues llegó a tener más de 50.000 habitantes.
Su cronología se remonta al período Preclásico (300 a.C – 250 a.C), mientras que su momento de esplendor se dio en el Clásico.

Calakmul se encuentra dentro de la Reserva de la Biosfera de su mismo nombre, que tiene más de 723,000 hectáreas y es la mayor de las cinco áreas naturales protegidas de Campeche. Las seis mil estructuras que componen los yacimientos de la ciudad abarcan un espacio de unos 70 kilómetros cuadrados, la zona monumental comprende unos dos kilómetros cuadrados y tiene unas mil estructuras.

Ubicada en la frontera oriental de Campeche con Quintana Roo, esta enorme reserva, que abarca el 15% del territorio de Campeche, es la mayor extensión de selva tropical en México que ofrece una de las mejores oportunidades eco-arqueológicas del mundo maya. Alberga 86 especies de mamíferos –jaguar, puma, ocelote, tigrillo, jaguarondi, oso hormiguero, mono araña, mono aullador y tapir, entre otros–, alrededor de 282 especies de aves, 50 especies de reptiles, 400 tipos de mariposas y 73 tipos de orquídeas silvestres.

La reserva fue creada en 1989 como un gran experimento de protección ecológica, y en 1993 se abrió un camino pavimentado para facilitar la excavación de varios sitios arqueológicos.

Calakmul, con su espesa selva de la que únicamente ha sido descubierta una pequeña parte que abarca 100 kilómetros cuadrados, es espectacular. Se han encontrado ricas criptas funerarias, más de 120 estelas ricamente labradas y unos seis mil edificios.

En 2002 la UNESCO nombró a este sitio Patrimonio de la Humanidad; segunda designación de este tipo para Campeche. En junio del presente, la antigua ciudad maya de Calakmul y los bosques tropicales de la zona fueron inscritos como ‘bien mixto’ en la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO, destacando tanto el valor cultural como el natural de la zona «por representar un testimonio excepcional de la civilización maya y por la convivencia armónica con su entorno natural megadiverso», informó el INAH.

La misma zona está incorporada desde 1993 en la Red Mundial de Reservas de la Biosfera del Programa
El Hombre y la Biosfera de la UNESCO.

Aracnofobia

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Dicen que un animal pequeño nunca se comió a uno grande. Sin embargo, admito que ese tipo de razonamientos lógicos no tienen cabida en mi mente cuando me topo con un ser de ocho patas, aunque sea tan minúsculo que cueste trabajo contárselas. Este tipo de encuentros me produce tal miedo que raya en fobia: un escalofrío me recorre de la cabeza a los pies, la adrenalina inunda mi cerebro y mis ojos se mueven hacia los cuatro puntos cardinales trazando posibles rutas de escape. Todo eso sin mover una sola pestaña y manteniendo el ritmo de mi respiración al mínimo nivel para no emitir ninguna señal que pueda provocar que el minimonstruo descubra mi presencia y se abalance sobre mi yugular.

La sensación de hormigueo que supongo que experimentaría mi piel al ser recorrida por el bicho rastrero me acompaña al menos durante los veinte minutos posteriores al trance, porque aun cuando mi chanclazo sea certero, sé que es posible que lleguen sus parientes al entierro. Peor todavía si logra escapar, pues seguro es que no pegue el ojo en toda la noche.

La incertidumbre del posible peligro que representan las arañas se reduciría notablemente si se pudiera eliminar el factor sorpresa que las caracteriza. ¿Saben?, creo que no les tendría tanto miedo si tan solo pudiera hablar con ellas:
Yo – ¡Hey! ¡Quiúbole! Esta regadera está ocupada.

Araña – ¡Ups! ¡Perdón!, no vi que había alguien.

Yo – ¿Todo bien?

Araña – Sí, no hay problema; solo voy a deslizarme hacia abajo para explorar la ducha.

Yo – Estás en tu legítimo derecho. Oye, tal vez gustes moverte un poco hacia la pared, ya que estás descendiendo justamente en dirección al chorro de la regadera y no quiero que te ahogues.

Araña – Gracias amiga, tendré cuidado.

Yo – Entonces… ¿puedo salirme ahora?

Araña – Sí, sí, ¡adelante! Disculpa, me moveré un poco para que puedas pasar.

Yo – Mil gracias, que tengas una linda noche. No entres en mi cuarto, ¿ok?

Araña – Naaa, ese es tu espacio. Aquí estoy bien. Que tengas dulces sueños.

Sí, definitivamente, el mundo sería un mejor lugar para vivir…