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CINE CLÁSICO: La inesperada actualidad de Quo Vadis

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Uno de los elementos más interesantes del filme es su retrato de los primeros cristianos, algo que puede ser útil revisar en tiempos posmodernos como los nuestros

 

Forma parte de la rutina. Es todo un deja vu. Pero hay que ver Quo Vadis (1951) una vez al año, como hay también que ver Ben-Hur (1959) -de la que tendremosremake-, Barrabás (1961), o Los diez mandamientos(1956). En todas las televisiones occidentales lo saben. En diez años se rodaron muchas películas inmortales.

En Quo Vadis tenemos a Deborah Kerr, belleza frágil, a Robert Taylor, apuesto galán, y a Peter Ustinov, actor dos veces oscarizado como secundario, siempre bordando los papeles teñidos de locuras y extravagancias. Grandes estrellas de la interpretación que protagonizaron otras cintas clásicas como El rey y yo(1956), Ivanhoe (1952), o Espartaco (1960), respectivamente.

Quo Vadis es la adaptación de la novela histórica de un escritor polaco para muchos desconocido, Henryk Sienkiewicz. La película es una historia de amor en los tiempos de los últimos estertores del technicolor que juega a entender el encaje entre la antigua Roma y aquella nueva secta religiosa de los cristianos que se expandía por todo el imperio y más allá.

La pareja en este caso era una cristiana pelirroja, Lygia, y un general romano, Marco Vinicio. Mientras que Nerón hace de antagonista megalómano, demente e irresponsable en cuyas manos reside un poder ilimitado: alguien que no estaba de acuerdo con aquello de “dadle al César lo que es del César, y a Dios los que es de Dios”, porque él lo quería todo para sí.

De la mano de la trama vamos entendiendo lo que nos plantea el narrador al principio, que existen dos modos de ver la civilización en los años 60 después de Cristo: el romano, que cree que el orden político y social son el producto de una continuidad hegemónica conseguida por el poderío militar, compatible con la esclavitud y con la violencia; y el cristiano, más optimista, que cree que se puede construir una sociedad robusta partiendo del amor, el poner la otra mejilla y el sacrificio de la cruz que se alarga históricamente en la muerte de los mártires, que en la película aparece ejemplificada en la multitud de cristianos que son arrojados a los leones, crucificados, quemados vivos o sometidos a cualquier tipo de vejación que cruzase la enferma imaginación de Popea, la emperatriz, o del propio Nerón.

Quizás uno de los elementos más interesantes del filme, viéndolo hoy, es su retrato de los primeros cristianos, algo que puede ser útil revisar en tiempos posmodernos como los nuestros, en los que el cristianismo ha perdido en Occidente cualquier tipo de hegemonía cultural.

Viendo en el metraje a San Pablo, a San Pedro, y con ellos los primeros pasos de la Iglesia en el mundo, recordamos cosas que se leen en la Carta a Diogneto:

“Residen en sus propios países, pero sólo como transeúntes; comparten lo que les corresponde en todas las cosas como ciudadanos, y soportan todas las opresiones como los forasteros. Todo país extranjero les es patria, y toda patria les es extraña. Se casan como todos los demás hombres y engendran hijos; pero no se desembarazan de su descendencia. Celebran las comidas en común, pero cada uno tiene su esposa. Se hallan en la carne, y, con todo, no viven según la carne. Su existencia es en la tierra, pero su ciudadanía es en el cielo. Obedecen las leyes establecidas, y sobrepasan las leyes en sus propias vidas. Aman a todos los hombres, y son perseguidos por todos. No se hace caso de ellos, y, pese a todo, se les condena. Se les da muerte, y aun así están revestidos de vida. Piden limosna, y, con todo, hacen ricos a muchos. Se les deshonra, y, pese a todo, son glorificados en su deshonor. Se habla mal de ellos, y aún así son reivindicados. Son escarnecidos, y ellos bendicen; son insultados, y ellos respetan. Al hacer lo bueno son castigados como malhechores; siendo castigados se regocijan, como si con ello se les reavivara. Los judíos hacen guerra contra ellos como extraños, y los griegos los persiguen, y, pese a todo, los que los aborrecen no pueden dar la razón de su hostilidad.”

El relato de Quo Vadis es muy interesante. Podría ser una de las múltiples historias que se leen en los Hechos de los apóstoles -un conjunto de textos que también vale la pena releer hoy para entender mejor a qué nos invitaba ya el Papa Benedicto XVI y nos sigue invitando el Papa Francisco: la misericordia tiene que ver con evitar la reducción de lo religioso al ámbito político; con dedicarse a vivir afirmando al otro como a un bien; con ahondar la relación con la fuente de la alegría imposible de aquellos cristianos primitivos, que, como se aprecia en el filme, cantaban mientras eran devorados por las fieras, ante el estupor del mismísimo Nerón.

Título original: Quo Vadis (1951)

País: Estados Unidos

Director: Mervyn Leroy

Guión: John Lee Marhin, Sonya Levien, S.N. Berhman basado en una novela de Henryk Sienkiewicz.

Música: Miklós Rózsa

Género: Histórica

Duración: 171 minutos

Reparto: Robert Taylor, Deborah Kerr, Peter Ustinov, Leo Genn, Patricia Laffan, Finlay Currie, Abraham Sofaer, Buddy Baer, Marina Berti, Felix Aylmer, Nora Swinburne, Ralph Truman, Norman Wooland, Peter Miles, Nicholas Hannen, Geoffrey Dunn.

FUENTE: http://es.aleteia.org/2016/03/27/cine-clasico-la-inesperada-actualidad-de-quo-vadis/

La violencia en el noviazgo tiene un nuevo invitado: Las redes sociales

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No me pueden revisar los mensajes del correo, ni permitir que obtengan mis contraseñas de manera no autorizada.

Por si algo faltara para reducir las relaciones de noviazgo a un nivel cero en crecimiento espiritual y preparación para el matrimonio, un nuevo hecho de violencia está despuntando en el horizonte: la agresión “online”.

En efecto, la violencia en el noviazgo ya no sólo incluye el maltrato físico o los insultos: también implica agresiones en línea, como compartir fotografías íntimas de la novia o el novio sin su consentimiento u obtener sus contraseñas sin autorización.

Así lo ha revelado Georgina Tepale, académica de la Universidad Iberoamericana de México y colaboradora del Programa de Atención Estudiantil Universitaria (PAEU) de dicha casa de estudios, inspirada en la espiritualidad de los jesuitas.

La académica señaló que “las redes sociales han afectado nuestras relaciones de amistad y pareja porque estamos ahora en apariencia más disponibles, en el sentido de que tenemos mayor contacto con las personas, nos comunicamos más, aunque no necesariamente de una mejor forma o a un nivel más íntimo”.

En una nota de El Observador Digital, la especialista hizo alusión a la práctica del “sexting”, es decir, el intercambio de fotografías y videos con contenido sexual más o menos explícito. “La difusión de este tipo de contenidos sin el consentimiento de las personas que aparecen en ellos es un delito en nuestro país”, cuestión que muy poca gente conoce o sabe, subrayó Tepale.

En el Estado de México, una de las entidades con mayor índice de feminicidios en la República Mexicana, la práctica del “sexting” está penalizada como una modalidad de acoso sexual de acuerdo con la reforma al artículo 269 bis del Código Penal y quienes incurran en esta conducta podrían ser acreedores a hasta cuatro años de prisión.

Con respecto al abuso en las relaciones de pareja, señaló que éste no comienza por medio de una red social como Facebook o Twitter sino que es una situación que se manifiesta en la realidad desde un principio, que se refleja en las actitudes de los miembros de la pareja ante el uso de este tipo de herramientas de comunicación.

No aumentar la violencia

De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Violencia en las Relaciones de Noviazgo 2007 (Envinov), 76% de las parejas de novios en nuestro país han experimentado o experimentan violencia psicológica.

“Hay que tener cuidado cuando nuestra pareja nos dice ‘no aceptes a fulano o fulana’, pues esto puede indicar ausencia de confianza”, expresó Tepale, y recordó que este tipo de conductas podrían manifestar que no hay un diálogo verdadero entre los miembros de la relación.

Cuando hay señales primarias que podrían denotar un posterior abuso en la pareja, lo más recomendable es establecer límites claros. “No me pueden revisar los mensajes del correo, ni permitir que obtengan mis contraseñas de manera no autorizada. Si hay algo que se sospecha, se dialoga y se establecen acuerdos. Es importante poner un alto y establecer hasta dónde hay cosas que no voy a permitir”, aconsejó Tepale.

La especialista recomendó aprender a desarrollar la capacidad de espera y a tener mucho cuidado con el manejo que se le da a los contenidos como imágenes y mensajes que se comparten entre los miembros de la pareja, pues en Internet, advirtió, “tarde o temprano aparece el registro de ese intercambio”.

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Historia de un capricho porfiriano

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Piénsalo bien, ¿hace cuánto tiempo que no vas a Chapultepec? El incentivo que ahora te ofrecemos para hacerlo es conocer la Casa del Lago JUAN JOSÉ ARREOLA y, si quieres, visitar también el zoológico.

Pongámoslo así: este es un paseo sabatino o dominical obligado en el cual los padres llevan a los hijos ¡por lo menos una vez en la vida!, así que por qué no hacer de esta una experiencia formativa, inolvidable, y ¡para todos! Lo recomendable si vas en coche es dejarlo en cualquiera de los estacionamientos públicos que hay sobre el Circuito Gandhi, cuyo acceso es sobre Paseo de la Reforma por el costado oriente del Museo de Antropología.

Es fascinante pensar que el Bosque de Chapultepec siempre se ha registrado en la historia como un sitio hermoso y de esparcimiento público. El agua siempre estuvo presente en arroyos y en estanques. De hecho, desde tiempos de los Aztecas, la Ciudad de México se abasteció de las cristalinas y ligeras aguas de los manantiales de Chapultepec. Asimismo, el Rey Moctezuma ya tenía puesto aquí un zoológico y en el Segundo Imperio Mexicano, el de Maximiliano de Habsburgo y su esposa Carlota, fundó aquí el real palacio con bosque.

La Casa del Lago se comenzó a construir en 1906 y se inauguró con gran fiesta el 22 de septiembre de 1910. Se construyó como parte del embellecimiento del Parque de Chapultepec, y forma parte de las muchas obras que fueron mandadas erigir por el presidente Porfirio Díaz en preparación para las fiestas del primer centenario del inicio de la independencia de México. Hoy la casa es felizmente un prestigioso recinto de cultura a cargo de la UNAM, sin embargo, en su origen fue sede del Automóvil Club de México. La Crónica Oficial describe la inau-guración del nuevo lago y el Club como una de las fiestas más bellas y concurridas del Centenario. Asistieron a esta fiesta
el presidente Porfirio Díaz, acompañado de su esposa la señora Carmen Romero Rubio y otras importantes personalidades.

La Casa del Lago, junto con todas las Obras del Centenario, pertenece a la corriente de arte conocida como Romanticismo que surgió en Inglaterra y Alemania a finales del siglo XVIII y que se extendió por casi todo el mundo occidental perdurando en muchos sitios hasta bien entrado el siglo XX. La arquitectura del Romanticismo consistía en retomar la composición de los estilos de épocas pasadas como el Egipto Faraónico, la antigua Mesopotamia, el clásico Greco-Romano, entre otras. El actual aspecto de Chapultepec, y muy en particular el paisaje de la Casa del Lago y su estanque artificial, se lo debemos al  Ministro de Hacienda del Presidente Díaz: el señor José Yves Limantour. Son tantas las semejanzas del Bosque con el parisino Bosque de Bolonia, que es evidente que el señor Limantour tenía un romántico deseo de que la Ciudad de México contara con un parque urbano de talla mundial.

Islotes Plano

Los Rolling Stones llegan

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Los Rolling Stones llegan, sí, ya un poco viejos, no eran aquellos muchachos de los años ’60, considerados enemigos en la Cuba Socialista. Llegan con su séquito, aun más aparatoso que el de Obama, con su fanfarria, sus guitarrazos ardorosos y esa colección de himnos capaz de rivalizar con el sofocante calor caribeño.

Porque se fue Obama, sí, pero llegan los Rolling Stones, embajadores del rock sin edad que, a pesar de sumar nada menos que 286 años entre los cuatro, son aún capaces de conjurarse para tomar al asalto primeras planas y generar jugosos titulares.

A estas alturas, después de más de medio siglo de carrera, 250 millones de discos vendidos y su simpatía por el diablo desparramada por prácticamente todos los rincones del planeta, se podría pensar que lo único que les queda por hacer es bajar la persiana y ceder el testigo, pero los británicos aún siguen encontrando la manera de asociar su nombre a movimientos de calado histórico.

Ya lo hicieron en 2006 cuando reunieron a casi un millón y medio de personas en la playa de Copacabana de Río de Janeiro y volverán a hacerlo hoy, cuando aparezcan en la Ciudad Deportiva de La Habana para ofrecer su primera actuación en la isla y dejar constancia de la conquista con la grabación de un DVD en directo.

Un debut histórico ya que, además de plantar en el corazón de La Habana la bandera de lo que durante años fue sinónimo de capitalismo rampante y «desviación ideológica», lo harán de manera gratuita –la financiación corre a cargo de un fondo de Curacao– ante más de 350.000 personas. «Hemos actuado en muchos lugares especiales durante nuestra larga carrera, pero este concierto en La Habana va a convertirse en un hito para nosotros, y confiamos, para todos nuestros amigos en Cuba también», aseguró la banda cuando a principios de mes se confirmó su estreno caribeño.

Para caldear el ambiente, los Stones publicaron el miércoles un vídeo en Youtube en el que Mick Jagger, Keith Richards, Charlie Watts y Ronnie Wood se arrancaban con un teatral «¡Hola, Cuba!» y en el que Jagger subrayaba una vez más (y en castellano) lo histórico de la cita. «Es un lugar en donde se han dado grandes pasos culturales para el mundo entero. Sería interesante estar ahí, porque es un lugar nuevo para nosotros y seguramente seremos una novedad para ellos», sopesó Richards en el momento de conocerse que la banda negociaba una actuación en La Habana.

El caso es que, pocas horas después de que el presidente estadounidense Barack Obama reclamase al Congreso el levantamiento del embargo sobre la isla, los Stones pidieron turno para empezar a derribar ese otro muro que se levantó con la Revolución y que aplastó a Elvis como fenómeno de masas –también ahí–, hizo un enorme tachón sobre el jazz y convirtió los discos de rock en un objeto prohibido y de consumo clandestino.

Llega, pues, el deshielo, y ya se sabe que nada mejor para entrar en calor que un poco rock and roll ardiente, otro tanto de blues pedregoso, y «Brown Sugar» a paletadas. Nada mejor, en fin, que la Telecaster de Keith Richards fundiendo bloques de hormigón y derribando barreras con los riffs acorazados de «Gimme Shelter», «Street Fightin Man» y, claro, (I Can’t Get No) «Satisfaction».

De momento no ha trascendido si, como ocurrió en su estreno en China en 2006, al repertorio de los británicos le han aplicado el microscopio de la censura –en aquel momento, las autoridades chinas les «invitaron» a olvidarse de tocar «Honky Tonk Women», «Beast Of Burden» y «Let’s Spend The Night Together», entre otras–, pero al final de la actuación subieron al escenario 24 cantores del coro cubano Entrevoces para inflamar la coda final de «You Can’t Always Get What You Want». Momento de impacto asegurado, con una veintena de voces cubanas acompañando a Jagger y cantando aquello de «no siempre puedes conseguir lo que quieres, pero si lo intentas puedes encontrar lo que necesitas».

Y es que, a fuerza de buscar y encontrar, los Stones llegan a Cuba como antes lo hicieron a otros lugares poco o nada amigos del rock como Rusia, Emiratos Árabes Unidos, China o Turquía. Un mapamundi musical que se expande por los cinco continentes y que, de Sudáfrica a Nueva Zelanda y de Singapur a Canadá, traza un rastro de éxitos y guitarras grasientas anudado a las 32 giras que la banda ha realizado por todo el mundo desde 1962.

Unos tours cada vez más faraónicos y fastuosos –a Cuba se presentan con 61 contenedores y un montaje que ronda los seis millones de euros– en los que hace tiempo que la novedad cotiza a la baja. Es más: desde que lanzaron «A Bigger Band», su último álbum de estudio grabado en 2005, la banda no ha hecho más que girar y girar tomando siempre impulso en sus grandes clásicos de los sesenta y los setenta, esos «Beggar’s Banquet», «Exile On Main Street», «Sticky Fingers» y «Let It Bleed» que grabaron a fuego su ADN y el del rock and roll. Su estreno cubano, sin ir más lejos, es el colofón a la exitosa «Olé Tour» que arrancó el 3 de febrero en Santiago de Chile y se viste ahora de gala y de velada histórica para añadir una nueva medalla al currículum de Sus Rockeras Majestades.

 

Fuente: http://www.creatividadinternacional.com/profiles/blogs/los-rolling-stones-llegan

La resurrección de Jesús

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San Mateo

Evangelio según San Mateo (Mateo 28, 1-7)

Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a visitar el sepulcro. De pronto, se produjo un gran temblor de tierra: el Angel del Señor bajó del cielo, hizo rodar la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella. Su aspecto era como el de un relámpago y sus vestiduras eran blancas como la nieve. Al verlo, los guardias temblaron de espanto y quedaron como muertos. El Angel dijo a las mujeres: «No teman, yo sé que ustedes buscan a Jesús, el Crucificado. No está aquí, porque ha resucitado como lo había dicho. Vengan a ver el lugar donde estaba, y vayan en seguida a decir a sus discípulos: «Ha resucitado de entre los muertos, e irá antes que ustedes a Galilea: allí lo verán». Esto es lo que tenía que decirles».
EL LIBRO DEL PUEBLO DE DIOS La Biblia (Traducción argentina) 1990

San Marcos

Evangelio según San Marcos (Marcos 16, 1-8)

Pasado el sábado, María Magdalena, María, la madre de Santiago, y Salomé compraron perfumes para ungir el cuerpo de Jesús. A la madrugada del primer día de la semana, cuando salía el sol, fueron al sepulcro. Y decían entre ellas: «¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro?» Pero al mirar, vieron que la piedra había sido corrida; era una piedra muy grande. Al entrar al sepulcro, vieron a un joven sentado a la derecha, vestido con una túnica blanca. Ellas quedaron sorprendidas. pero él les dijo: «No teman. Ustedes buscan a Jesús de Nazaret, el Crucificado. Ha resucitado, no está aquí. Miren el lugar donde lo habían puesto. Vayan ahora a decir a sus discípulos y a Pedro que él irá antes que ustedes a Galilea; allí lo verán, como él se lo había dicho». Ellas salieron corriendo del sepulcro, porque estaban temblando y fuera de sí. Y no dijeron nada a nadie, porque tenían miedo.
EL LIBRO DEL PUEBLO DE DIOS La Biblia (Traducción argentina) 1990

San Lucas

Evangelio según San Lucas (Lucas 24, 1-12)

El primer día de la semana, al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro con los perfumes que habían preparado. Ellas encontraron removida la piedra del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas a causa de esto, se les aparecieron dos hombres con vestiduras deslumbrantes. Como las mujeres, llenas de temor, no se atrevían a levantar la vista del suelo, ellos les preguntaron: «¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado. Recuerden lo que él les decía cuando aún estaba en Galilea: «Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de los pecadores, que sea crucificado y que resucite al tercer día». Y las mujeres recordaron sus palabras. Cuando regresaron del sepulcro, refirieron esto a los Once y a todos los demás. Eran María Magdalena, Juana y María, la madre de Santiago, y las demás mujeres que las acompañaban. Ellas contaron todo a los Apóstoles, pero a ellos les pareció que deliraban y no les creyeron. Pedro, sin embargo, se levantó y corrió hacia el sepulcro, y al asomarse, no vio más que las sábanas. Entonces regresó lleno de admiración por que había sucedido.
EL LIBRO DEL PUEBLO DE DIOS La Biblia (Traducción argentina) 1990

 San Juan

Evangelio según San Juan (Juan 20, 1-18)

El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto». Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró. Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro; vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte. Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó. Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos. Los discípulos regresaron entonces a su casa. María se había quedado afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies del lugar donde había sido puesto el cuerpo de Jesús. Ellos le dijeron: «Mujer, ¿por qué lloras?». María respondió: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto». Al decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció. Jesús le preguntó: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?». Ella, pensando que era el cuidador de la huerta, le respondió: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo». Jesús le dijo: «¡María!». Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: «¡Raboní!», es decir «¡Maestro!». Jesús le dijo: «No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: «Subo a mi Padre, el Padre de ustedes; a mi Dios, el Dios de ustedes». María Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que él le había dicho esas palabras.
EL LIBRO DEL PUEBLO DE DIOS La Biblia (Traducción argentina) 1990

 

FUENTE: http://www.sepulcro.custodia.org/default.asp?id=4377

Un 27 de marzo nace Mstislav Rostropovich

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El más célebre violonchelista del mundo, el ruso Mstislav Rostropovich es considerado uno de los más importantes músicos del siglo XX y para quien escribieron piezas compositores tan célebres como su compatriota Sergei Prokofiev, el músico se exilió en 1974 de la Unión Soviética debido a su apoyo a la disidencia, pero regresó tras su “rehabilitación” en 1990, en plena ‘Perestroika’. En marzo de 2007, con motivo de sus 80 años, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, le impuso la Orden de la Patria, Primera Clase.

Mstislav Rostropovich comenzó sus estudios musicales a temprana edad con sus padres. Su madre era una talentosa pianista y su padre era un distinguido cellista que había estudiado con Pablo Casals. A los 16 años ingresó al Conservatorio de Moscú donde estudió composición con Prokofiev y Shostakovich.

En 1945 saltó a la fama como cellista al ganar la medalla de oro en la primera competencia para jóvenes músicos de la Unión Soviética. De ahí en adelante, a pesar de su continua batalla con las autoridades comunistas, se convirtió en una de las figuras centrales dentro de la vida musical soviética, inspirando durante 25 años a cellistas, compositores y público por igual.

Debido a los contratos internacionales de grabación y giras por el extranjero, Rostropovich logró atención en Occidente. Grabó casi toda la literatura para cello y atrajo una cantidad sin precedentes de nuevo repertorio para el instrumento gracias a un contacto personal con compositores como Benjamín Britten, quien escribió su Sinfonía con Cello, su Sonata para Cello y piano así como tres Suites para Cello Solo especialmente con Rostropovich en mente.

Otros compositores que han escrito para Rostropovich fueron Prokofiev, Shostakovich, Khachaturian, Boulez, Berio, Messiaen, Schnittke, Bernstein, Dutilleux y Lutoslawski. Entre otras obras estrenó el segundo concierto para cello de Prokofiev en 1952, los dos conciertos para cello de Shostakovich en 1959 y 1966, la Sinfonía de Britten en 1964 y el Concierto para cello de Bliss en 1970.

Libertad de expresión

La amistad siempre ha tenido un gran valor para Rostropovich, lo que se ejemplifica en una carta que escribió en 1970, a gran riesgo personal, al periódico Pravda, órgano del Partido Comunista de la Unión Soviética. En la carta, atacó la represión soviética de la libertad de expresión y su opresión de artistas, músicos y escritores, como el novelista disidente Alexander Solzhenitsin, quien acaba de recibir el Premio Nobel de Literatura y a quien Rostropovich protegía en su casa de campo.

M. Rostropovich, carta al periódico Pravda.

«¿Será posible que los tiempos que nos ha tocado vivir no nos hayan enseñado a tener una actitud más cautelosa en vez de destruir a las personas de talento?», preguntó.

«¿Que no nos hayan enseñado a no hablar en nombre de toda una nación? ¿A no obligar a la gente o expresar opiniones acerca de cosas sobre las que nunca han leído o han oído?»

«Todos los seres humanos deben tener el derecho de pensar por sí mismos y expresar su opinión sin miedo», escribió.

Conciencia clara

La carta nunca se publicó, pero le costó muy caro a Rostropovich cuando se dio a conocer en el extranjero. Mientras él y su esposa, la soprano Galina Vishnevskaya, se encontraban en París en 1978, el gobierno soviético los dejó sin ciudadanía. Sólo pudieron regresar a su patria después de la caída del comunismo, en 1991.

Rostropovich leía la carta con frecuencia, decía que le daba «fuerza». «Si alguien me pregunta qué es lo mejor que hice en mi vida, digo que el principal paso que di no aparece en mi música, sino en una página de esta carta»

«Tengo una medicina fantástica en mi vida. Leo mi carta a Pravda y se me salen las lágrimas», dijo.

«Le doy gracias a Dios por haberme permitido escribir esa carta. Si alguien me pregunta qué es lo mejor que hice en mi vida, digo que el principal paso que di no aparece en mi música, sino en una página de esta carta».

«Desde ese momento mi conciencia quedó tranquila y limpia».

Aunque había debutado como director en 1968, fue en Occidente que Rostropovich comenzó una destacada carrera que le ha llevado a conducir a las principales orquestas europeas y norteamericanas. Fue director musical de la Orquesta Sinfónica Nacional con sede en Washington y era invitado regular de la Filarmónica de Berlín, la Sinfónica de Boston, la Sinfónica de Londres y la Filarmónica de Londres. En 1990 retornó a Rusia con la Orquesta Sinfónica Nacional.

Rostropovich también acompañó como pianista a su esposa y colaboró con ella en la fundación Vishnevskaya-Rostropovich así como en causas humanitarias. Ha recibido más de 40 grados honorarios y premios de distintas naciones: la Orden Alemana al Mérito, la Medalla de Oro de la Real Sociedad Filarmónica, el Premio Lenin, el Premio Anual de la Liga de los Derechos Humanos, el Premio Imperial de la Asociación de Artes de Japón, el título de Knight Commander del Imperio Británico y en marzo de 2007, con motivo de sus 80 años, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, le impuso la Orden de la Patria, Primera Clase.

El famoso violonchelista pasó los últimos años de su vida en Moscú, viajando con frecuencia a Azerbaiyán y Occidente.

Mstislav Rostropóvich falleció el 27 de abril de 2007, en un hospital de Moscú, a la edad de 80 años.

FUENTE: http://www.hagaselamusica.com/interpretes/solistas/mstislav-rostropovich/

No te brinques el desayuno

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Suena el despertador y el cerebro empieza a preocuparse: “Ya hay que levantarse y nos comimos todo el combustible.”

¡RIIINNNGGGG!

Llama a la primera neurona que tiene a mano y manda mensaje a ver qué disponibilidad hay de glucosa en la sangre. Desde la sangre le responden: “Aquí hay azúcar para unos 15 a 20 minutos, nada más.” El cerebro hace un gesto de duda y le dice a la neurona mensajera: “De acuerdo, vayan hablando con el hígado a ver qué tiene en reserva.”

En el hígado consultan la cuenta de ahorros y responden que a lo sumo los fondos alcanzan para unos 20 a 25 minutos. En total, no hay sino cerca de 290 gramos de glucosa, es decir que alcanza para 45 minutos, tiempo en el cual el cerebro ha estado rogándole a todos los santos a ver si se nos ocurre desayunar. Si estamos apurados o nos resulta insoportable comer en la mañana, el pobre órgano tendrá que ponerse en emergencia: “Alerta máxima: nos están tirando un paquete económico…cortisona, hija, saque lo que pueda de las células musculares, los ligamentos de los huesos y el colágeno de la piel.”

La cortisona pondrá en marcha los mecanismos para que las células se abran cual cartera de mamá comprando útiles y dejen salir sus proteínas. Éstas pasarán al hígado para que las conviertan en glucosa sanguínea. Este proceso continuará hasta que volvamos a comer.

Entonces, quien cree que no desayunar da lo mismo, se está engañando: se está comiendo sus propios músculos, se auto devora. La consecuencia es la pérdida de tono muscular y un cerebro que, en vez de ocuparse de sus funciones intelectuales, se pasa la mañana activando el sistema de emergencia para obtener combustible y alimento.

Al comenzar el día ayunando se pone en marcha una estrategia de ahorro energético, por lo cual, el metabolismo se hace más lento. El cerebro no sabe si el ayuno será por unas horas o por unos días, así que toma las medidas restrictivas más severas. Por eso, si la persona decide luego almorzar, la comida será aceptada como excedente, se desviará hacia el almacén de ‘grasa de reserva’ y la persona engordará.

Ahora que ya lo sabes, nunca más salgas sin desayunar. Tu organismo te lo agradecerá y compensará con mejor salud, misma que podrás disfrutar viviendo sano más tiempo. Desayunado temprano, tendrás energía suficiente que ayudará a que tu mente sea más ágil, tus pensamientos más espontáneos, tu cuerpo más relajado, tu movimiento más ágil y, como consecuencia, te estresarás menos.

Aventura única en la Casa del Lago

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Hace unos días fui con el fotógrafo Lauro Bautista a la primera sección de Chapultepec con el fin de tomarle fotos a la Casa del Lago. Necesitaba algunas imágenes muy buenas para acompañar un reportaje sobre este romántico y afrancesado capricho de don Porfirio Díaz.

La idea surgió de una foto que por azares del destino tomé hace unos meses, cuando buscaba la librería Porrúa donde a las ocho de la noche tendría lugar la presentación del libro de mi amiga Mayte Prida. Como está adentro del Bosque, decidí dejar el auto en el estacionamiento del Castillo sin imaginar lo lejos que estaba.

El ‘viene-viene’ me aconsejó tomar un atajo. Siguiendo su consejo, en vez de caminar por la acera de Paseo de la Reforma -como hubiera hecho cualquier persona civilizada-, emprendí una caminata a través del bosque que me pareció eterna. Emperifollada y con tacones altos, terminé como Caperucita, yendo por el camino más largo. Lo bueno fue que llegué con media hora de anticipación y todavía había luz, pero el entorno estaba muy solitario.

Me invadió una sensación extraña al recorrer la calzada flanqueada por puestos vacíos. A punto de anochecer, sentía una mezcla de temor y paz, pero estaba tan bonito el paseo que decidí disfrutarlo. Lo peor que podía pasar… decidí que no me iba a pasar. Lo malo fue que me perdí entre tanta vereda. Al llegar a una esquina, torcí en la dirección que me pareció más lógica, guiada por los rascacielos que aparecían en el horizonte.

Fue entonces cuando apareció el Lago Mayor ante mis ojos y, a lo lejos, un hermoso palacete blanco que parecía sacado de una novela de época. Una visión de ensueño, un momento mágico, donde todo se conjuntó: el viento se detuvo, el lago se convirtió en espejo y los lejanos rastros de modernidad se ocultaron tras la vegetación, dejando como única protagonista a la casa blanca replicada sobre el agua. En ese instante, el sol hizo lo suyo y decidió detener su descenso en el ángulo preciso para prender fuego a la escena.

Nada entonces fue más importante que robarme la escena. El mundo podía esperar. Hurgué en mi bolso para sacar mi teléfono sin apartar la vista del horizonte y disparé. Sólo una foto, no hizo falta otra. Una vez que se diluyeron los últimos rayos de sol en la superficie del lago, retomé el camino hacia el mundo real. Llegué justo al inicio de la presentación del libro.

De aquella fotografía surgió uno de esos diálogos que solemos entablar Fernando Guerra Villasana y yo cuando descubrimos algún detalle, rincón o edificio que logre picar nuestra curiosidad. “Alea iacta est”: la suerte estaba echada. Haríamos un reportaje sobre la Casa del Lago.

Yo organicé la expedición para ir en busca de la escena mágica, esta vez acompañada por un fotógrafo profesional. Como ya estoy curada de espantos con la burocracia, me  vi muy precavida y le pedí a mi asistente que tramitara toda la ‘permisiología’ requerida para poder fotografiar la casa por dentro y por fuera. Llegamos con la autorización en mano. ¿Por qué no me sorprendió que nos negaran el acceso?

Hace tiempo que el recinto es administrado por la UNAM y se destina a actividades culturales y eventos privados. El guardia nos impidió el paso y nos mandó a unas oficinas contiguas con la burócrata a cargo, quien, disfrutando el exiguo poder que da a los insignificantes el poner trabas, rechazó el permiso por no contar con la firma del jefe indicado.

Muy diplomáticamente le respondí que en ese caso sólo tomaríamos fotos del exterior. “No es posible”, replicó. “Sin problema, las tomaremos entonces desde la calzada”, acepté sin darle el gusto de rogar, pero me preocupaba que se perdiera el detalle al sacarlas de tan lejos. “Tampoco, se meterán en problemas si las publican sin permiso”. “Qué barbaridad, no me diga, qué bueno que nos avisa, es usted taaaan amable…, regresaremos otro día”. Fingí que me importaba mientras improvisaba un plan B.

Ajá… Dos pasos adelante, le dije a Lauro, mi fotógrafo: “¿Y si alquilamos una lancha?” Intercambiamos miradas de complicidad, pelé los dientes: “¡Hecho! Yo pago la lancha y tú remas”. Un niño estrenando juguetes no se hubiera puesto más feliz, ¡resultó que remar es su hobby desde los nueve años!

Como el resto del bosque, el lago estaba casi vacío. Un miércoles por la tarde sólo andan por ahí turistas y alguno que otro despistado. Nos pusimos los salvavidas reglamentarios y nos embarcamos en la patoaventura.

Lauro resultó un maestro con los remos. Mi función se limitaba a mantener la posición del bote cuando se detenía para disparar la cámara, así como sugerir tomas.

Nos acercamos hasta la orilla de la casa cual piratas para sacar las fotos que nos dio la gana por todos los ángulos posibles. Cuando apareció en la balaustrada el mentado guardia, a la cuenta de 1… 2… 3… le dedicamos una partida de brazo y soltamos la carcajada. Afortunadamente, la casa no cuenta con cañones para hundir piratas.

Pasamos una hora mega divertida como niños de pinta. Cuando no quedó de otra que entregar el bote por ser hora de cerrar, todavía nos quedamos otro rato como polizontes agazapados en el muelle. No me quería ir sin que Lauro captara con su lente profesional el mismo momento mágico que yo atrapé en mi foto meses atrás, de modo que le rogamos al sol que se pusiera antes de que echaran llave a la reja del embarcadero (dormir con los patos no estaba en el plan).

“¿Cómo ves ésta?… No, ahí no, se ven los rascacielos al fondo, muévete a la izquierda… El sol debe bajar un poco más… La luz debe ser más dorada… Vamos a esperar un poquito más, ya casi… Ven, si te subes a la barda esquivas aquel letrero…” Lauro es un encanto, no sólo no me alucinó, sino que lo disfrutó igual que yo, ¡nos divertimos como enanos! Al final, reconoció que para él no había sido un trabajo, sino una tarde libre. Perfecto, ¡no me cobres!, le dije. La verdad es que para mí también fue una escapada mágica. Incluso, me propuse volver algunas tardes a remar: una hora flotando en el lago resultó más relajante que una visita al spa. Sé que nunca lo haré, pero fue bonito proponérmelo…

Mientras tanto, Fernando Guerra escribía el artículo. Gracias a que no sólo es un avezado aficionado al arte arquitectónico, sino que además tiene un ojo clínico conectado a una memoria fotográfica, hizo un descubrimiento muy interesante al comparar las fotos de Lauro con un edificio que aparece ilustrado en una vieja edición de la que cual guarda un ejemplar en su biblioteca. De ello y otras curiosidades da cuenta su artículo.

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Por qué un entrenador no debería gritar jamás a los chavales

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¿Aprende algo un niño o una niña cuando su equipo machaca al rival por 10-0? ¿Sirve para su educación que cada fin de semana le rodeen los chillidos, insultos y pitidos que a veces acompañan a los partidos de fútbol? ¿Qué puede aportarle el deporte a un chaval que luego le sirva para el resto de su vida?

Vicente del Bosque, Toni Nadal, Edurne Pasaban, Theresa Zabell, Carlos Sainz, Enhamed Enhamed, Almudena Cid, Pepu Hernández, Nina Zhivanevskaya y Joan Lino Martínez contestan a esas preguntas en Prohibido Gritar (Turpial), un libro escrito junto a Juan José Mateo en el que también recuerdan sus triunfos y derrotas, además de las anécdotas que les hicieron reír y llorar mientras competían. A partir de sus testimonios, recopilamos estas cinco razones por las que un entrenador haría mejor en no gritar durante los entrenamientos y los partidos:

1. Porque todo se pega. Los niños aprenden muchas cosas por imitación. Eso se aplica a los buenos ejemplos, pero también a los malos. “A mí me preocupa que mis hijas cojan lo que más puedan de todo el baloncesto, de todo el deporte, y que no se les pegue nada malo”, asegura José Vicente Pepu Hernández, el seleccionador que llevó a España a ser campeona del mundo. “Que no se les pegue un exceso de egoísmo, que no se les peguen malos gestos, tanto técnicos como de mala educación”, enumera.

El técnico extiende su advertencia a los padres. Corren el peligro de ser “tóxicos” para sus propios hijos si les presionan en exceso. Y recita: “Están los padres que gritan mucho, los que expresan su frustración de no haberlo conseguido [jugar al baloncesto] y los que no ven que su hijo no tiene por qué ser como su hijo mayor. Eso no lleva más que a muchísimos fracasos. Eso es insoportable”. “No hay nada peor para eliminar a un deportista que tenerlo malcriado o maltratado”, asegura Joan Lino Martínez, bronce olímpico en Atenas 2004. “Malcriado no, porque al final el deportista se crece, se aploma y se queda en el mismo sitio. Y maltratado tampoco, porque no está a gusto”.

2. Porque Vicente Del Bosque no lo haría. “Ya no hay el tío que sube a la tarima y desde ahí parece que es superior a los demás. No es así. El liderazgo compartido debe existir en todos lados”, cuenta en el libro Vicente Del Bosque.

“Un entrenador necesita de la inspiración de los que están con él. Las relaciones son una cosa vital para obtener el éxito. Es muy difícil que un equipo funcione sin que haya unas relaciones cordiales”, asegura. Y enseguida, con una sonrisa de medio lado, sentencia: “Soy refractario a todo tipo de manifestaciones exageradas. Yo no soy quién para decirle a un entrenador lo que tiene que hacer, pero ese entrenador que está en el área técnica todo el rato corriendo parriba y pabajo, pues tío, no me gusta”.

El consejo no lo da cualquiera. De las 10 personas más valoradas de España, cinco son deportistas. De estas cinco, una es Del Bosque. Este es parte de su amplio palmarés como entrenador: una Eurocopa y un Mundial con España; dos Copas de Europa y dos Ligas con el Real Madrid…

3. Porque impide que el niño se exprese tal y como es. ¿Serías capaz de dar lo mejor de ti mismo si te están gritando todo el rato? ¿Te mostrarías como realmente eres, o te protegerías? Pues eso: los chillidos a veces silencian a quien los recibe.

“Creo que el error está en decirle a un hijo que tenga que ser como otro”, cuenta Almudena Cid, la mejor gimnasta de la historia de España. “No, sé tú mismo”, receta. “¿Qué tienes tú que no tienen los demás? Seguramente ese niño sea muy tímido en su vida privada. Y luego sale ahí y se transforma, como los artistas, como la gente del teatro. Hay muchos casos en los que dices ‘ostras, le veo tímido y luego [compitiendo o entrenando] es otra persona’. Pues déjale. Es su vía de escape, es su manera de sacar lo que tiene”.

Hernández, exseleccionador de baloncesto, está de acuerdo: “He visto muchos chavales que son tímidos, que son gorditos, que no están acostumbrados a relacionarse en un grupo, y que cuando entran en un deporte de equipo tienen una evolución asombrosa, en lo físico y en lo emocional”.

4. Porque para ganar primero hay que saber perder. Esto dice Theresa Zabell, doble campeona olímpica en vela. “Todos aprendemos a perder, porque para llegar a ganar hemos perdido muchas veces. El camino hacia la victoria está plagado de derrotas”, razona.

Gritar a alguien por una derrota pone el acento en el lugar equivocado: solo resalta el resultado negativo. Tanto grito impide aprovechar el marcador para identificar los fallos a corregir para conseguir más adelante una victoria. Esas derrotas, además, ayudan también en otros ámbitos de la vida, como los estudios: “Te ayuda para los exámenes en el colegio, porque aprendes a controlar los nervios y aprendes a centrarte más”, comenta Nina Zhivanevskaya, campeona mundial y medallista olímpica en natación. “Los niños se concentran más en los exámenes y son más fuertes a la hora de fracasos. Saben aguantar mejor un fracaso”.

Edurne Pasaban, la primera mujer en escalar las 14 montañas de más de 8.000 metros que hay en el mundo, coincide: “Para mí la gran equivocación es que nos inculcan que el objetivo es tener éxito en una cosa… Y el objetivo es ser feliz en el camino que tú vas a recorrer”. Y remata Enhamed Enhamed, campeón paralímpico en natación: “Las medallas son la excusa para llegar a un punto. Lo importante siempre es la persona en la que te conviertes”.

5. Porque hay que aprender a ponerse en el lugar del otro. “Cuando metes un gol es porque alguien está sufriéndolo, y creo que se debe ser considerado”, dice Vicente Del Bosque sobre las celebraciones excesivas que se ven en los campos de fútbol.

¿Qué mejor manera de practicar la empatía que compitiendo contra un rival? ¿O con tus compañeros de equipo? La empatía es clave para entender las necesidades de los que tienes a tu alrededor y ser mejor líder, mejor jefe, mejor pareja. Para saber lo que buscan tus clientes, y saber proporcionárselo. Y el deporte permite ejercitar la empatía como cualquier otro músculo del cuerpo. Sin embargo, los gritos del entrenador, de los padres, o del público rival, son lo contrario. En lugar de ponerse en el lugar del otro, se centran en sus necesidades.

“Yo tengo dos hijos que juegan al fútbol, y les tengo prohibido las celebraciones en los goles”, resume Toni Nadal, que ha visto desde el banquillo cómo su pupilo y sobrino Rafa ganaba 14 títulos del Grand Slam. “No me gusta que se crean ya profesionales con 10 años. Curiosamente ellos lo entienden mal y lo que hacen es no marcar goles”, bromea.

Maira Cabrini acaba de publicar, con Juan José Mateo, ‘Prohibido Gritar. El valor del deporte en la educación’ (Turpial), en el que repasa sobre los valores que aporta el deporte a la educación a través de diez entrevistas con deportistas de elite. Aquí puedes ver el vídeo sobre cómo eran de niños los protagonistas del libro.

FUENTE: http://verne.elpais.com/verne/2016/02/25/articulo/1456403662_425500.html