El mensaje que nuestros hijos reciben es: eres débil, incapaz, frágil y me necesitas para vivir.
Permite que tus hijos se enfermen, se caigan, se equivoquen, fracasen.
Lloren, vuelvan a empezar, tomen sus propios decisiones. Permite que tus hijos hagan la parte que les corresponde del trabajo, de la responsabilidad, de las tareas diarias y de la vida.
Permite que tus hijos se aburran, toquen la frustración y el no tener.
Que aprendan a recibir un No por respuesta.
Padres débiles y llenos de miedos forman hijos inseguros, tiranos e incapaces para la vida.
Todo lo que no recibimos como hijos no sana o se resuelve en nuestros hijos.
Se sana o se resuelve cuando tú ves a tus padres y tus carencias y lo sanas en lo profundo de tu corazón con otros adultos y encontrando padres o lugares nutricios.
Autor: Susy Landa, Sanando Generaciones
Fuente: C7 Salud Mental