Por definición, “envejecer” significa la pérdida de la juventud. Es algo que escuchamos todos los días, pero sobre lo cual reflexionamos poco.
El miedo a envejecer es el temor a un estado que aún no ha llegado, que genera una imagen negativa en la cabeza, producto de lo que se ha visto o escuchado sobre la juventud y la vejez.
Se habla de cuatro temores existenciales:
Libertad: a tomar decisiones equivocadas y la responsabilidad que ello conlleva.
Aislamiento: a la viudez, al nido vacío, a amigos que se van, a la jubilación y a la inutilidad.
Falta de sentido de vida: al hacer un balance de la vida, no te sientes satisfecho.
Miedo a la muerte.
También sentimos temores en la vida cotidiana:
Dependencia: física y económica.
Pérdida del rol: ya no se es el jefe de la familia o el director de la empresa.
Pérdida de facultades: tanto mentales (lucidez, memoria), como físicas (habilidades motrices, al fin de la vida reproductiva y del atractivo físico).
Nuevamente, la muerte: a saber que el tiempo se acaba, a que se van nuestros padres y sabemos que nuestra generación será la siguiente.
Estos temores pueden surgir desde los veinte años, pero se vuelven más intensos a medida que nos acercamos a los treinta, cuarenta y cincuenta años.
Pueden aparecer síntomas de rechazo hacia la vejez que se acerca, tales como: envidia a los más jóvenes, sentimiento de injusticia o culpa por no haber aprovechado el tiempo.
Tomemos al hecho de envejecer como lo que es: un proceso natural de la vida humana. Si intentamos detenerlo de diversos modos, nos estancaremos en nuestro camino de crecimiento.
Un viejo acertijo plantea la siguiente pregunta: ¿hasta dónde puede entrar un oso en un bosque? La respuesta al enigma es: “hasta la mitad”. ¿Por qué? porque a partir de allí, comienza a salir.
Si tomamos esta idea, podemos entrar en nuestras vidas sólo hasta la mitad (alrededor de los 40 años) y, a partir de allí, comenzamos a salir. A este proceso de salida se le llama “envejecer”.
Sin embargo, no hay por qué tener miedo a esta etapa ya que hay maneras de afrontarla de manera saludable:
Estimulación mental: los ejercicios físicos y actividades desafiantes ayudan al funcionamiento cerebral e, incluso, pueden impedir o retrasar enfermedades como el Alzheimer y el deterioro cognitivo.
Evitar la depresión: ésta puede afectar negativamente a la memoria y a la función cerebral.
No renunciar a la vida: el envejecimiento es una sorpresa para muchas personas. Hay quienes viven más de lo que tenían planeado y pierden los deseos de seguir adelante.
Buscar buena atención médica: ésta puede ser la solución para una vejez saludable. Una de las causas por las cuales el envejecimiento se torna difícil es por la mala atención médica.
Vida saludable: el ejercicio es muy bueno para el cuerpo. Para los adultos mayores se recomienda el ejercicio aeróbico durante 30 minutos diarios, así como llevar una alimentación balanceada.
Relaciones sociales: contar con redes familiares y de amigos, a la vez que convivir con niños y jóvenes, hará de esta etapa de la vida algo extraordinario.
Contar con un proyecto de vida: no importa la edad que se tenga, debemos contar con metas a corto y a largo plazo.
Hay que recordar que el envejecimiento es un proceso natural de la vida humana. Se debe reflexionar, planear y, sobre todo, gozar de esta etapa maravillosa de la vida.
Lucía Legorreta de Cervantes presidenta del Consejo Nacional de CEFIM, Centro de Estudios y Formación Integral de la Mujer.
cervantes.lucia@gmail.com