A través de todas las posibilidades que hoy ofrece la Web, muchas personas establecen nexos y relaciones muy íntimas. Así, empiezan a circular secretos, fantasías, idealizaciones, entusiasmo, negación, racionalización y frustraciones que muchas veces resultan devastadoras para otras relaciones reales mantenidas al mismo tiempo.
¿Existe la infidelidad virtual? Es una pregunta que muchas veces me hacen y se hacen los pacientes o las parejas que me consultan.
¿Pero acaso no es similar a lo que sucede en la vida real? ¿Acaso no nos enamoramos con un «final feliz» mientras que otras veces nos desengañamos totalmente? ¿Acaso ese enamoramiento del comienzo no es equivalente al conocimiento virtual, donde todo brilla, todo está por hacerse y todo es maravilloso? ¿Acaso ese otro real no es ese otro que aparece frente a nosotros pasada la etapa del enamoramiento?
Un mundo de fantasías
En todas las nuevas relaciones, sean o no por Internet, la gente presenta el mejor lado de sí misma, pero no quiere decir que efectivamente sean así todo el tiempo, en la vida diaria. Con demasiada frecuencia pensamos en el amor como aquellos sentimientos vertiginosos e intensos que se producen frente al deslumbramiento. Pero, si bien puede ser una experiencia fantástica, mucha de la intensidad de los sentimientos es simplemente inherente a la misma novedad.
De hecho, una vez que un amor de «ensueño» debe dar paso a todas las responsabilidades de la vida diaria, en una relación a largo plazo, surgen otros sentimientos o bien todo termina.
Veo en la consulta muchas parejas en las cuales uno de sus integrantes, cuando no ambos, permanecen mucho tiempo on line para tener interacciones que les permitan un escape de la realidad diaria. Una paciente me decía: «ese mundo virtual, ese mundo de fantasías que me proporciona Internet, me permite salir del mundo cotidiano, monótono y aburrido».
Una vez que se encuentra a alguien interesante en la Web, ambos muestran sus mejores aspectos y empiezan a compartir intimidades, esperanzas, temores y fantasías. Esto los acerca aún más y hace cada vez más apremiante la necesidad de una interacción real.
Jugar a los detectives
Cuando la pareja quiere saber «que hace mi marido/mi mujer tantas horas seguidas en Internet» comienza a sospechar cada día más y a sentirse amenazado. Entonces empieza a revisar como verdadero detective la computadora del supuesto cónyuge infiel llegando muchas veces a sentirse devastados y traicionados.
Ese otro virtual ha dejado de ser virtual (aún cuando no hayan existido encuentros reales), aunque también es cierto que a muchos les resulta irresistible encontrarse con el amigo/a virtual en persona. Sienten que han conocido a sus «compañeros del alma» y que parecen haber sido hechos «el uno para el otro», por lo que valdría la pena arriesgar todo por ellos.
Del idealismo a la realidad
Muchas veces el desengaño sobreviene: la persona real es muy distinta a la virtual. Por ello, un comienzo de romance virtual, cuando existe una pareja real, podría servir como una señal de alerta para saber que se necesitan modificaciones en la propia pareja.
Este debería ser el foco de atención: hay que saber que, muchas veces, la pérdida que se experimenta cuando una relación virtual finaliza es en realidad la pérdida de una fantasía, y no de algo real, a diferencia de una pareja de años.
Por la licenciada Diana M. Resnicoff, psicóloga clínica y sexóloga clínica. www.e-sexualidad.com