Muchos recordamos el célebre poema del escritor alemán, Federico Schiller (1759-1805), en quien se inspiró el genio musical Ludwing Van Beethoven para componer la cuarta parte coral de su Novena Sinfonía, “El Himno a la Alegría”.
El trasfondo es el vehemente sueño del poeta y también del impetuoso músico, para que no haya más guerras ni odios ni venganzas ni rencores ni discordias, sino que llegue una nueva etapa de madurez y civilización en que la humanidad viva como una familia unida, como hermanos en concordia, tranquilidad y paz.
Según el diccionario, ‘fraternidad’ es ‘la unión entre los hermanos o entre los miembros de una sociedad, y es la más noble de las obligaciones sociales’.
Hay diferencia entre fraternidad, compañerismo y camaradería, y entre el colega de profesión, el compañero de escuela y la verdadera amistad.
¿Cómo pasar de la simple convivencia a la verdadera amistad?
Los seres humanos tienen un perfil biográfico, determinados gustos y aficiones, sentimientos y afectos nobles, una familia concreta y determinados hobbies. La amistad se da cuando además del simple trato, existen puntos de interés en común.
Y los padres juegan un rol importante para que sus hijos cultiven amistades, teniendo la iniciativa e invitándolos a la casa para conocerlos; de ese modo se van desarrollando lazos de amistad no solo entre los hijos, sino también entre sus papás.
Los amigos comparten ideales y metas en común, y eso lleva a estrechar lazos de unidad.
Tengo un buen amigo, escritor prolífico, al que de joven le gustaba mucho una melodía del cantante y compositor brasileño Roberto Carlos, cuya letra decía: “Quisiera tener un millón de amigos / y así más fuerte poder cantar”.
Cuando le pregunté si el tener tantos amigos no iba contra la selección de los mismos, él contestaba con seguridad: “Se trata de estar abiertos a hacer verdaderas amistades, no solo en la juventud, sino a lo largo de toda la vida”.
Y siempre he pensado que es una gran verdad porque con el paso del tiempo, una persona se puede anquilosar y caer en la famosa resistencia al cambio: algunos no quieren salir de su estrecho círculo de familiares; otros, se conforman con tener pocos amigos, y hay quienes se esfuerzan por cultivar siempre nuevas amistades porque están convencidos de que cada amigo es un gran tesoro que enriquece la propia personalidad.
Me comentaba un profesor que para él constituía un verdadero deleite el conocer y tratar cada año escolar, no solo a sus nuevos alumnos, sino también a los padres, y dar continuidad a ese trato. Y es un profesor verdaderamente apreciado porque sabe escuchar, comprender, corregir, y dar consejos oportunos y acertados.
Existe una exitosa canción popular titulada “Amigos para siempre”. Es quizás el anhelo que tiene toda persona de cultivar amistades que duren toda la vida, porque son felicidad, compañía y ayuda.
La amistad produce una paz profunda y un real enriquecimiento con la personalidad de los demás. El ambiente de confianza que se crea en la amistad permite hablar y ser escuchado; desaparece el temor aunque haya exigencia mutua.
“En mis amigos están mis riquezas”.
–Shakespeare–
Y en la antigüedad clásica, Aristóteles trató magistralmente el tema en la Ética a Nícómaco. El núcleo de su pensamiento es que la amistad es la asociación de dos o más para alcanzar la felicidad. “Es preciso compartir la existencia del amigo, cosa que se logra por la convivencia, conversando y compenetrando entre sí los pensamientos”.
La unión a la que tiende la amistad lleva a la consideración del otro como otro yo.
Para Aristóteles la amistad estaba marcada por el fin a que se dirige. No basta con la semejanza o la compenetración para que la amistad sea buena; tiene que buscar fines buenos, solo así es verdadera y crece, como emulación en la virtud. El modo óptimo de alcanzar la felicidad es la amistad.
Por su lado, Cicerón dijo que el amigo es ‘otro yo’ y ‘la mitad de nuestro ser’. Sólo se alcanza la amistad cuando hay virtud, como la sinceridad, constancia y amor a la verdad. Y sólo se alcanza la felicidad cuando se cuenta con una verdadera amistad.
Fuente: yoinfluyo.com
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