El Milagro de Empel: 300 años antes de la proclamación del Dogma
Ocurrió los días 7 y 8 de diciembre de 1585, durante la Guerra de los Ochenta Años. 300 años antes de que se declarara el Dogma de la Inmaculada. Un Tercio del ejército de español en Flandes lograba derrotar a una flota de diez navíos de los Estados Generales de los Países Bajos. Fue una de las grandes batallas de los Tercios, una batalla que no hay duda…se consiguió ganar gracias a la intercesión de la Inmaculada Concepción. Ahí comienza la tradición española y el porqué el 8 de diciembre es Fiesta Nacional.
Las crónicas que cuentan este acontecimiento hablan de la importancia de dos personajes: Francisco Arias de Bobadilla (Maestre de Campo del Tercio Viejo de Zamora) y Felipe de Hohenlohe-Neuenstein (Almirante de los Estados Generales de los Países Bajos).
El Tercio español estaba bloqueado en la isla de Bommel, situada entre los ríos Mosa y Waal. Unos cinco mil hombres en una situación desesperada. Estaban cercados, no tenían casi víveres y las ropas estaban todas mojadas.
Felipe de Hohenlohe-Neuenstein hace una propuesta: una rendición honrosa. Los españoles contestan de manera clara. Así lo explica el almirante: “Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos”.
El almirante no tiene otra opcion. Abre los diques de los ríos para inundar a los Tercios. La tierra comenzó a enfangarse y los 5.000 hombres se refugiaron en un pequeño montículo: el monte de Empel. Comenzaron a cavar para construir una especie de dique, trincheras donde refugiarse. En esas estaban cuando un soldado tropezó con un trozo de madera: “¡Es la imagen de la Inmaculada Concepción!”, gritó.
Los soldados de los tercios no podían dar crédito a lo que estaba sucediendo. Rápidamente Francisco Arias de Bobadilla el Maestre de Campo improvisó un altar. Colocaron la imagen y se encomendaron a la Virgen Inmaculada. No podía ser otra manera: esperaron a que ocurriera algo.
Y ese milagro ocurrió. Se levantó un fuerte viento inusualmente frío para la zona. Se helaron las aguas del río Mosa y los españoles marcharon sobre el hielo atacando por sorpresa a la escuadra enemiga. La noche del 7 al 8 de diciembre 5.000 soldados derrotaban a toda una tropa de diez navíos de los Países Bajos. Tal fue la victoria que las crónicas afirman que el almirante Hohenlohe-Neuenstein llegó a decir: “Tal parece que Dios es español al obrar tan grande milagro”.
Si dentro de la propia Cataluña existe desinformación acerca de la legitimidad de los argumentos con los que una parte de esa comunidad autónoma pretende justificar su separación de España, cuanto más fuera de sus fronteras. Por esa razón nos acercamos a Emilio Clemares Lozano, doctor en Historia de España, quien escribió para Mira un interesante artículo que habla sobre algunas de las perlas que salpican el «particular» relato de la historia que difunde la Generalitat a través de su portal oficial de Internet.
Ramiro II dispuso unir en matrimonio a su hija Petronila con el Conde de Barcelona
La Web oficial del GAC (Gobierno Autonómico de Cataluña) dice: «Cataluña fue un reino, la Casa de Barcelona se anexionó Aragón en 1137″, y el «rey de Cataluña», Jaime I el Conquistador, creó los «Países Catalanes».
En su afán por hacer valer un pretendido carácter histórico de «nación» y de «estado» catalán, el sitio de la Generalitat se explaya en un relato en el que vapulea la realidad y llega a afirmar que adquirió la soberanía del Reino de Aragón en 1137. Una suerte de supuesta «anexión» -en los rótulos de uno de sus vídeos utiliza expresamente este término- que choca con la verdad histórica y con lo que reflejan los archivos regios de la Edad Media, en los que nunca aparece Cataluña como reino, sino únicamente como Condado de Barcelona.
En 1137, el Rey Ramiro II de Aragón pactó el matrimonio de su hija Petronila con el Conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV. Ramiro II (padre de Petronila) no otorgó el título de rey al catalán, sino únicamente le reconoció el de Príncipe, por la vía de este matrimonio. Así, Petronila queda como única titular del Reino, y en documentos oficiales librados por ella se refiere a su marido exclusivamente como Conde de Barcelona. Por mucho que no quieran reconocerlo, los reyes de España son, han sido y serán Condes de Barcelona.
La verdad histórica es que cuando Ramiro II dispuso unir en matrimonio a su hija Petronila con el Conde de Barcelona, dictó una declaración en 1137 en la que, lejos de «ceder la soberanía» de Aragón a Cataluña -como afirma la web de la Generalitat-, el rey aragonés dejó claro cómo se hacía esa unión: «Yo seré Rey, señor y padre en el citado reino y en todos los condados hasta que me plazca».
Petronila
Casi un siglo después, el Rey Jaime I se expresa oficialmente como «Rey de Aragón y de Mallorca y de Valencia, Conde de Barcelona y de Urgel». Desde el matrimonio entre la Reina Petronila y el Conde Ramón Berenguer IV, Cataluña quedó como un territorio más de la Corona de Aragón. Sin embargo, la web de la Generalitat llega a asegurar que «en 1137, el Rey Ramiro II de Aragón cedió la soberanía de su reino y la mano de su hija, Petronila, al Conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV. Nada que ver con el auténtico pacto matrimonial.
Para eludir el hecho de que las tierras catalanas eran en realidad parte de la Corona de Aragón, la web de la Generalitat acuña otro término: «confederación catalano-aragonesa», que gusta alternar con otra invención nacionalista, la «Corona catalano-aragonesa». La realidad es que jamás existieron tales hitos históricos y no son más que la hilazón de una mentira tras otra.
Lo anteriormente expresado les permite hilar, en un ejercicio digno del mejor “tramposo”, la base y el discurso para, en otra parte de esa historia difundida por la Generalitat, presentar al Rey de Aragón Jaime I «el Conquistador» como un falso rey catalán: Jaime I de Cataluña. En otra sección de la misma página oficial se muestra un vídeo, elaborado por el propio Gobierno catalán, en el que se habla de «La expansión del Casal de Barcelona por el Mediterráneo». En él se elogia a Jaime I “El Conquistador”, pero en ningún momento se le cita como Rey de Aragón. La omisión ayuda a dejar el poso -falso- de que se trataba de un rey catalán y de que Cataluña era reino.
En el mismo vídeo se llega a afirmar (mentir) que «Jaime I es un monarca muy importante para la historia de Cataluña», porque «conquistó cuatro reinos y creó lo que denominamos los Países Catalanes». A renglón seguido asegura que, con él, «los dominios de Cataluña se extendieron por todo el Mediterráneo», que «tras Mallorca y Valencia llega Sicilia», y que años después se incorporarían a esos «dominios de Cataluña» Cerdeña y Nápoles.
Otra mentira: Jaime I creó los «países catalanes». Relata un vídeo oficial colgado en la web de la Generalitat que «conquistó cuatro reinos y creó lo que denominamos los Países Catalanes». Eludiendo por completo a la Corona de Aragón, a la que pertenecían los territorios de la actual Cataluña, el mismo montaje asegura que «los dominios de Cataluña se extendieron por todo el Mediterráneo». Incluye como tales a Mallorca, Valencia, Sicilia, Cerdeña y Nápoles. La web de la Generalitat gusta de pregonar términos de nuevo cuño como «Confederación catalano-aragonesa» o «Corona catalano-aragonesa».
La realidad de la Historia: el Rey Jaime I era el titular de la Corona de Aragón, Cataluña nunca tuvo dominios en el Mediterráneo porque no tuvo entidad regia diferenciada. No pasó de ser uno de los territorios que quedaron incorporados al Reino de Aragón como consecuencia de la expansión de este a lo largo de la historia. Fue la Corona de Aragón la que fue extendiendo sus dominios por la Península y el Mediterráneo, primero con el Rey Jaime I y luego con sus descendientes, que mantuvieron siempre la misma condición de reyes de la Corona de Aragón.
Jamás existieron los «Países Catalanes» ni la «Confederación catalano-aragonesa» o la«Corona catalano-aragonesa», términos acuñados por el nacionalismo catalán, a los que la Generalitat recurre con frecuencia en su particular relato histórico. Los dominios del Mediterráneo lo fueron exclusivamente de la Corona de Aragón.
Más mentiras: se remontan a la Edad media para crear ese “imaginario Reino Catalán”. Según la web de la Generalitat, el linaje de Wifredo el Velloso (siglo IX) fue «el embrión de la Corona de Aragón, al unir su destino al reino aragonés en virtud de los problemas dinásticos que sufría esta monarquía». «Ramón Berenguer I, Conde de Barcelona, es prácticamente Rey de Cataluña; su poder sobre el resto de condados no hace sino aumentar». «A partir de Ramón Berenguer IV, los condes de Barcelona también serán reyes de Aragón», fruto de una supuesta «anexión» del Reino de Aragón al «reino» de Cataluña. Y Jaime I (siglo XIII) fue «rey de Cataluña y Aragón».
La verdad histórica es que en el siglo IX, el norte de Cataluña era un territorio dividido en condados. El linaje de Wifredo el Velloso nunca fue «embrión» de la Corona de Aragón, sino una línea hereditaria de dominios condales. Así se llega al Conde Ramón Berenguer IV, que incorporó esos territorios condales al dominio del Reino de Aragón cuando el rey aragonés Ramiro II casó a su hija Petronila con Ramón Berenguer IV.
El pacto matrimonial fue nítido al respecto. Y los documentos reales posteriores así lo destacan también. El Reino de Aragón se anexionó por la vía del matrimonio el Condado de Barcelona y configuró la Corona de Aragón, y no al revés -la Generalitat sostiene la falsa e imaginativa tesis de que la anexión fue a la inversa, que un condado, el de Barcelona, se anexionó un reino, el de Aragón. Por ejemplo, ante el nacimiento del hijo de Petronila y Ramón Berenguer IV, la reina firma un documento en el que deja claro que ella es la titular del reino, no su marido, al que se refiere exclusivamente como «Conde de los barceloneses».
La web de la Generalitat se refiere a Jaime I como «rey de Cataluña y Aragón», tratando de equiparar la condición histórica del Reino de Aragón a un supuesto reino de Cataluña que jamás existió. El propio Jaime I -y fue norma extendida por todos los monarcas de la Corona de Aragón- se expresó en todo momento como «Rey de Aragón y de Mallorca y de Valencia, Conde de Barcelona y de Urgel».
Quinta mentira: el “Estado Catalán”. Dice la web de la Generalitat que Cataluña era un «Estado» hasta que Felipe V acabó con él… Sobre la etapa de la Guerra de Sucesión (1701-1713) se afirma que «la apuesta de Cataluña en favor de Carlos de Austria y contra Felipe V, en el conflicto sucesorio por la Corona Española, supuso la pérdida de todos los derechos y de las instituciones de gobierno que tenía como estado dentro de la monarquía hispánica». Los nacionalistas presentan la Guerra de Sucesión y los posteriores Decretos de Nueva Planta de Felipe V como un episodio de represión sufrido por el «país».
La realidad de la Historia: Cataluña no tuvo nunca la consideración real de «Estado». No pasó de ser uno más de los dominios de la histórica Corona de Aragón.
Sexta Mentira: Cataluña y el Nuevo Mundo (América). La web de la Generalitat informa que Cataluña «ya era un ‘país europeo’ cuando se descubrió América. Cataluña, como otros países europeos, operaba comercialmente con América desde Sevilla y Cádiz porque «el Nuevo Mundo, por orden de Isabel la Católica, se incorporó en exclusiva al Reino de Castilla».
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La realidad de la Historia: ni antes, ni durante ni después del reinado de los Reyes Católicos, Cataluña tuvo la consideración de «país europeo» ni, por tanto, operó como tal en el comercio con América. Cataluña era una parte más de la histórica Corona de Aragón. Y el comercio con Las Indias fue un Monopolio de Castilla que lo realizó a través de Sevilla, ciudad que tenía la “dignidad otorgada por los RR.CC. de ser la ciudad que centralizaba ese comercio.”
Aragón y mucho menos Cataluña, como simple principado y condado, tuvo jamás trato alguno con las Américas y mucho menos en condición de estado.
Parece mentira que ir a favor de algo inconstitucional y alegal sea algo natural, mientras que expresar la defensa de la ley y la Constitución parezca que dé hasta miedo. Ya es hora de manifestar en libertad, con argumentos válidos y sin complejos, la verdad.
La seguridad interior es un pendiente del gobierno desde hace décadas, el hecho de que nuestras Fuerzas Armadas cuenten hoy con una ley que brinde un marco jurídico era algo inaplazable.
Aun así, tuvo que pasar mucho tiempo para su aprobación y me parece que las fuerzas políticas siguen usando el tema de la seguridad pública como una moneda de cambio, esto es francamente inverosímil.
Hay quienes temen que ahora el Ejército Mexicano pueda llegar a volverse un represor, lo cual es absurdo. Entre 1968 y 1971, el Ejército siguió las instrucciones del comandante en jefe, es decir, del Presidente de la República, y desde entonces nuestros soldados y marinos se han visto forzados a intervenir en una serie de problemas que las diferentes policías no han podido resolver. Por otro lado, estos mexicanos honorables y leales a México han dedicado buena parte de sus esfuerzos a dar atención a la población en casos de desastres, pero también dando consultas médicas gratuitas, haciendo obras de infraestructura que corresponderían a los estados y municipios, llevando alimentos a los pueblos más remotos y olvidados y, por supuesto, cuidando la seguridad nacional.
El General Salvador Cienfuegos lo ha mencionado incontables veces; ellos quieren regresar a sus cuarteles, pero ante la ineficiencia e ineficacia de las policías federales, estatal y municipal, han tenido que tomar parte y esto no les ha sido conveniente. Con todo y ello el Ejército Mexicano goza de mayor prestigio y confianza que cualquier otra institución política, civil o religiosa.
Sin la menor duda ha sido la corrupción en las policías lo que nos mantiene en una inseguridad altísima. Asimismo, el gasto en entrenamiento, armamento y demás llega a cifras escandalosas, y lo peor de todo ello es que por lo menos 30% de esos recursos, se pierden en el camino por la corrupción existente en todos los niveles de gobierno.
Una última reflexión tiene que ver con las mafias instaladas en los partidos políticos a través de sus militantes, las cuales han hecho que la seguridad no prospere en virtud de que no conviene a sus intereses. De esta manera, la Ley de Seguridad Interior es la última instancia que tenemos los mexicanos, así que ¡yo le doy un voto de confianza!
Sabemos que las relaciones de pareja pasan en nuestros días por una profunda transformación. Las hay de toda índole, pero enfoquémonos en la más tradicional de ellas: el matrimonio heterosexual.
¿Qué está pasando con los matrimonios de hoy en día?, ¿cuál es el silencioso asesino de estas relaciones que es más letal que el dinero o el sexo? Una respuesta común para un curso prematrimonial y/o de crisis de pareja podría ser: “comunicación”.
Sin embargo, aquellos en realidad son los síntomas del problema real. El verdadero motivo que lleva a los matrimonios al divorcio son… las expectativas insatisfechas. Ése es el verdadero asesino de un matrimonio. ¿Se ha preguntado cuáles fueron las expectativas que usted tiene de su matrimonio que no han sido satisfechas? Piénselo dos veces antes de planteárselo. Las consecuencias pueden ser disruptivas.
A partir de ese momento, y en otros contextos, he cobrado conciencia del tremendo dolor y frustración que generan las expectativas insatisfechas, no sólo a escala personal sino a escala organizacional o incluso a nivel de políticas publicas, en todo tipo de relaciones. Es como un veneno fluyendo al corazón que genera estragos terribles en lo personal y en lo colectivo.
Pero tener expectativas insatisfechas no es sólo un problema en el matrimonio, es un problema en la vida misma. No importa si usted está soltero, casado, con trabajo, desempleado, viejo, joven o es de cualquier raza. Tener expectativas insatisfechas es mortal para todo el mundo. Nadie es inmune a ello.
¿Cuál es la solución?
Hay al menos tres conceptos clave para tratar de entender el fenómeno: expectativa, experiencia y frustración. Ilustrémoslo con dos situaciones hipotéticas que ocurren en el matrimonio, quizá un poco burdas, pero bastante claras.
Expectativa
Llego a mi hogar después de un largo día de trabajo, espero que mi esposa tenga la cena dispuesta y todo listo para sentarse y comer como una familia. Ella lleva un delantal impecable (porque todo en ella es perfecto) y su cabello cuidadosamente arreglado. Mientras tanto, mi niña de un año y medio de edad está sentada en su silla de bebé y ya sabe usar perfectamente los cubiertos. Después de terminar todos de comer al mismo tiempo, salimos a dar un agradable paseo familiar, mientras el mayordomo limpia todo y prepara la casa para las actividades nocturnas.
Experiencia
Llego a casa del trabajo 30 minutos tarde y la cena no ha sido ni siquiera imaginada, mucho menos realizada. Por lo anterior, mi niña grita desaforada “Por favor aliméntenme”. Cuando busco a mi esposa, la encuentro trabajando en un proyecto de diseño cuya fecha límite de entrega ya, de hecho, pasó. Cuando le pregunto por la cena, echa sobre mí una mirada como la que sólo una esposa-madre-profesionista exhausta y sobresaturada puede generar.
Después de recoger a mi niña, tomo alegremente el camino a la cocina para encontrar que no hay comestibles suficientes para articular algo decente para comer. Entonces como el gran chef que soy, encuentro pan y queso y concibo la posibilidad de “sándwiches de queso asado”; le abro a mi hija un frasco del puré de manzana que tanto le gusta y finalmente todos hemos comido. Por supuesto, la cocina queda hecha un desastre. En fin, ya tienen la imagen.
Frustración
Frustración es la diferencia entre los dos escenarios. Una imagen un poco elaborada, pero se trata de delinear una idea de lo que las expectativas pueden ser en contraste con lo que ocurre realmente en la vida… lo que experimentamos.
La reflexión de fondo es que en la vida frecuentemente tenemos expectativas insatisfechas. Y en consecuencia nos frustramos por ello, pero no tiene por qué ser así.
Aquí está la respuesta
Deja que la realidad arribe antes que tu expectativa. En otras palabras, déjate guiar por los hechos cotidianos de la vida. Esto aplica tanto en la vida matrimonial como en la vida en general.
Algunos proponen no tener expectativa alguna como fórmula. Los monjes budistas predican “Desea poco y lo poco que desees, deséalo poco”. Personalmente pienso que hay algo saludable en la expectativa, sirve para definir un cierto vector de vida.
Sin embargo, cuando estás en una situación donde tu expectativa no es alcanzada; deja que la realidad tome la delantera inmediatamente y trabaja con lo que tienes enfrente.
¿Cansado de estar frustrado?
Entonces pon a un lado tus expectativas no alcanzadas y encara la realidad como viene. Después de aceptar el hecho, ten una conversación con quien sea que esté involucrado sobre qué es lo que esperas y por qué.
Mucho se ha dicho sobre cómo transformar la realidad, pero hemos de trabajar también en transformar las expectativas, sólo así podremos mejorar nuestra calidad de vida y de alguna forma… Vivir con Sentido.
El gobierno de EU indicó que la designación de Pyongyang como una nación que promueve el terrorismo es una medida que busca frenar el desarrollo nuclear/Imagen: BBC
jueves 7 de diciembre de 2017
“La pregunta que queda por hacerse es: ¿Cuándo va a estallar la guerra?”, sostuvo el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores norcoreano la noche de este miércoles.
Las tensiones entre Corea del Norte y Estados Unidos han vuelto a alcanzar un pico no antes vistos, luego de que esta semana el régimen de Pyongyang advirtiera que una guerra nuclear en la península coreana es “inevitable”.
El día de ayer, un portavoz de la cancillería norcoreana aseguró que los ejercicios militares conjuntos de los ejércitos de Estados Unidos y Corea del Sur, en conjunto con las insistentes amenazas de EU sobre una guerra preventiva han vuelto “un hecho establecido” el estallido de un conflicto nuclear.
“La pregunta que queda por hacerse es: ¿Cuándo va a estallar la guerra?“, sostuvo el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores norcoreano la noche de este miércoles en un comunicado dado a conocer por la agencia oficial de noticias KCNA.
“Los negligentes comentarios de guerra del círculo interno de (el presidente estadounidense Donald) Trump y los movimientos militares temerarios de EE.UU. corroboran que la Administración actual ha decidido provocar una guerra en la península coreana”, expresó la Cancillería norcoreana a la agencia estatal.
Las agresivas declaraciones se producen justo en momentos en que la Washington y Seúl realizan maniobras aéreas en la península norcoreana. En específico los ejercicios denominados “Vigilant ACE”, los mayores hasta la fecha, tiene planeado prolongarse hasta este viernes y han sido leídas como una exhibición de fuerza ante el impulso del programa nuclear de Corea del Norte.
“No queremos una guerra pero no vamos a escondernos, y si Estados Unidos comete un error en lo que respecta a nuestra paciencia y enciende el fusible de una guerra nuclear,nos aseguraremos de que Estados Unidos pague las consecuencias con nuestro arsenal nuclear“, aseguró el portavoz de Exteriores norcoreano.
Hasta el momento, ningún representante de Estados Unidos se ha manifestado al respecto de las agresivas declaraciones del Ministerio de Relaciones Exteriores de Corea del Norte.
Reforma fiscal de Estados Unidos ¿afecta o beneficia a México? / Reuters
jueves 7 de diciembre de 2017
México cerrará el año con una presión externa más para la economía y las finanzas, se trata de la reforma fiscal de Estados Unidos que la mayoría de los expertos la ven como una seria amenaza para la estabilidad y competitividad del país, pero existen algunas voces oficiales que le ven el lado positivo a esto y aseguran que habrá beneficios en materia de exportaciones.
Ciudad de México.- La propuesta fiscal de Donald Trump de reducir el impuesto corporativo de 35 por ciento a 20 por ciento ha sido bien aceptada por la mayoría de los grupos influyentes de los Estados Unidos, ya fue aprobada por el Senado y están a la espera que haga lo mismo la Cámara de Representantes en las próximas semanas.
Según la consultora PwC, estas modificaciones a la base fiscal podrían entrar en vigor a finales de este año o más tardar, las primeras semanas del 2018, lo que ensombrece de alguna manera el panorama para México en materia de inversiones, cotización del peso y hasta la necesidad hacer ajustes fiscales internos para revertir los efectos.
En ese sentido, uno de los principales afectados será el peso, ya que tan solo con la aprobación por parte del Senado, tuvo una caída de casi 6 centavos por dólar, pero si entrará en vigor esta reforma, Finamex Casa de Bolsa pronostica que llegaría posiblemente hasta 19.50.
Otro de los aspectos negativos sería que los inversionistas decidan irse a Estados Unidos y alejar su dinero y sus plantas productivas de México, seducidos por las ventajas fiscales que ofrecería aquel país, pero uno de los peores escenarios es que en realidad, haya una fuga de capitales que ponga en riesgo la estabilidad económica del país.
Estos factores afectarían el crecimiento económico del país y según cálculos de Banco Base, apenas se alcanzaría un 1.9 por ciento de alza en el Producto Interno Bruto aunado a que la fuga de capitales podría ir desde los 9 mil hasta los 11 mil millones de dólares.
Ante esta posibilidad, algunos expertos proponen imponer un impuesto especial para gravar la salida de capitales y con ello frenar un poco estos movimientos.
El lado bueno de la reforma fiscal estadounidense
Estos serían solo algunos de los efecto negativos que tendría la reforma estadounidense en México, pero existe una visión más positiva a respecto, en donde esto beneficiaría al país en algunos aspectos.
Según Francisco de Rosenzweig Mendialdua, consultor y exsubsecretario de Comercio Exterior, la reforma fiscal de Estados Unidos detonará una mayor demanda de exportaciones de México hacia aquel país.
En declaraciones que retoma Notimex, el experto considera que “el hecho de que haya una reforma fiscal que haga más competitivo y permita un mayor crecimiento de la economía de Estados Unidos por razones fiscales, generaría una mayor demanda de exportaciones mexicanas a ese mercado”.
Además, esta reforma fiscal no afectaría las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), por lo que no hay riesgos en ese sentido.
“Son temas paralelos y me parece claramente que la reforma fiscal también nos ha dado (a México) un espacio para avanzar de manera profunda para mantener la competitividad en ese terreno”, concluyó Rosenzweing Mendialdua.
El especialista en Fuerzas Armadas y seguridad, Juan Ibarrola, dijo que los grupos criminales en México no son grupos sociales, «son grupos de poder», por lo que dijo que no se pueden comparar con las FARC, que tienen una lucha social, de reivindicación.
Apuntó que lo que hoy la gente exige es seguridad a partir del Estado, no a partir de grupos delictivos.
Ante la propuesta de Andrés Manuel López Obrador de dar amnistía a los grupos delictivos, el especialista dijo que «No se puede regresar a la ‘Pax Narca’, porque cárteles son empresas criminales y no van a pactar».
Agregó que «estas organizaciones criminales no ven un México con paz y menos con amor, incluso han hecho que se pierdan los valores de los jóvenes».
Cada vez que un caso de violación o feminicidio se vuelve tema de discusión pública alguien se encarga de recordarnos que #NotAllMen. Ya lo sabemos. El feminismo no sostiene que todos los hombres sean violentos: sostiene que en esta sociedad todos los hombres son educados para serlo.
Por qué los hombres violan a las mujeres no es ningún enigma: la teoría feminista hace tiempo que ha ofrecido una respuesta coherente y sólida a esa pregunta (piénsese en la obra de Susan Brownmiller).
Los violadores no son unos monstruos, pervertidos, locos, machos con un impulso biológico incontrolable ni «adictos al sexo». Son hombres comunes y corrientes que tienen muy introyectadas las ideas sobre las mujeres, los hombres y las relaciones entre los sexos con que la sociedad, los medios y la industria cultural nos bombardean constantemente, desde la comida familiar hasta la reunión entre universitarios y desde la pornografía hasta las caricaturas, pasando por las notas periodísticas, las canciones, las telenovelas, las películas románticas o las novelas de detectives.
Son creencias y sistemas de valores que se transmiten de generación en generación ya sea en modalidad subterránea o en modalidad al aire libre. Es algo que se respira en el aire y sin mucho rigor podríamos llamar quizá un «inconsciente colectivo» que a todos nos atraviesa. Son hombres obedientes al mandato patriarcal y que se sienten muy a gusto viviendo en la cultura de la violación… donde vive inmersa también el resto de la humanidad, cabe señalar.
Si queremos erradicar la violencia de género lo que debemos cambiar es la cultura que la propicia, el sistema que le sirve de caldo de cultivo.
Nadie se salva; no hay castillo de la pureza que nos proteja de esa contaminación ideológica omnipresente. Y esos hombres normales, demasiado normales, se han tragado, contentos y acríticos, el mensaje de que en virtud de su sexo, superior según les han hecho creer, pueden usar a su antojo esas cosas inferiores a ellos llamadas mujeres.
La agresión sexual es parte del combo masculinidad, uno de tantos privilegios tácitos que se obtienen por default al nacer con pene.
Esto de ninguna manera quiere decir que los violadores, asesinos y acosadores no tengan una grave responsabilidad moral o no sean culpables de sus actos y no merezcan estrictas penas carcelarias por sus delitos.
Quiere decir que la explicación de la violencia no se encuentra tanto en la psicología de algunos hombres en lo individual como en el ambiente sociocultural en que ellos y todos los demás nos desenvolvemos; quiere decir que si queremos erradicar la violencia de género lo que debemos cambiar es la cultura que la propicia, el sistema que le sirve de caldo de cultivo.
Esos cambios en la cultura y en la idea del mundo son la principal agenda del feminismo, nada menos.
Al preguntarse en su obra Eichmann en Jerusalén qué llevó al artífice del genocidio judío a cometer tales atrocidades, la filósofa Hannah Arendt concluye: «El problema con Eichmann era precisamente que hubo muchos hombres como él y que esos hombres no eran unos pervertidos ni sádicos, sino que eran, y siguen siendo, terrible y terroríficamente normales».
La socióloga y filósofa alemana Hannah Arendt (Foto de FRED STEIN ARCHIVE VIA GETTY IMAGES)
En los días que siguieron a la violación y asesinato de Mara Castilla, una nota periodística destacó por su franqueza involuntaria. Sobre el acusado, Ricardo Alexis Díaz, la redacción de Quadratin dice: «No había nada extraordinario en su historia. Tenía un empleo, vivía con su pareja, era un hombre normal. O lo fue… hasta que se le presentó una oportunidad de delinquir: una joven hermosa, de 19 años, dormida en la parte trasera de su auto».
Eso es lo más escalofriante: saber que tantos hombres normales, si «tienen oportunidad», violarán o matarán a una mujer sin mayor remordimiento. Una investigación francesa realizada en 2015 arrojó que un 30% de los hombres violarían a una mujer si supieran que no irán a dar a la cárcel. Por eso les gusta tanto la fantasía del hombre invisible: la imaginada posibilidad de tocar a una mujer, espiarla o violarla y salirse con la suya.
La violación no nace de un deseo sexual irrefrenable. Su causa no es Eros sino Tánatos: es afán de ejercer poder, destruir, matar por fuera y por dentro. Pero a veces no basta con hacerlo sino que también hay que mostrarlo: presumir, fanfarronear. Como cuando hay que presumirles a los amigotes lo macho que es uno.
Lo primero que hicieron los integrantes de La Manada, esos cinco hombres que durante las Fiestas de San Fermín en Pamplona ofrecieron acompañar a su coche a una joven a la que acababan de conocer pero en lugar de eso la violaron tumultuariamente, fue alardear de la hazaña en directo con su grupo de Whatsapp y anunciar que había video. No se crea que los otros dieciséis integrantes trataron de disuadirlos, no; todo lo contrario: los incitaban.
No estamos a salvo en ninguna parte, ni en la calle, ni en el trabajo, ni en el transporte público, ni en un vehículo particular ni en nuestras casas.
Si de presumir se trata, otra opción es hacer ver al mundo cuán buena gente es uno porque tuvo la oportunidad de violar y no la aprovechó.
Eso hizo este otro taxista, que no sólo dejó en su casa sana y salva a una chica que abordó su vehículo en estado de ebriedad, sino que le dio al mundo una valiosa lección moral. Vale la pena citar sus palabras, porque condensan una serie de creencias populares en torno a la violación y sus causas:
«Véanla… viene completamente dormida. No sabe dónde está, no sabe si yo estoy enfermo y le puedo hacer algo, y ella ahí está, totalmente expuesta a lo que le pueda pasar. Luego te topas con un idiota enfermo como el conductor de Cabify en una condición como ésta y todo se junta, ¿no? No aplaudo lo que le pasó a la chica, pero cuando te expones así, ¿qué esperas que te pase? ¡¿Que un extraño te cuide?! No todos somos iguales. Hay gente muy enferma que sólo está esperando la oportunidad de que te pase algo así».
Por lo visto este buen hombre se siente merecedor de aplausos, él sí, por reproducir el discurso que culpa a las víctimas, por creer que tiene derecho de grabar a una mujer inconsciente y exponerla en las redes, por recordarnos que una damita no debe emborracharse y por hacernos ver que él, alabado sea, no es un «enfermo» y hasta «cuidó» a una extraña (es decir, ni la mató ni la violó ni la dejó tirada).
Nos recuerda algo que las mujeres sabemos bien: que no estamos a salvo en ninguna parte, ni en la calle, ni en el trabajo, ni en el transporte público, ni en un vehículo particular ni en nuestras casas. Y justamente de eso se trata: de mantenernos en un estado de temor permanente a lo que nos pueda hacer un hombre o una manada de hombres.
La violación es eso: la posibilidad que pende todo el tiempo sobre nuestras cabezas para que no nos atrevamos a contrariar lo que la sociedad y un hombre o todos los hombres quieran de nosotras. Es el método de control más cruel y generalizado: cualquier hombre puede ejercerlo contra cualquier mujer en cualquier momento.
Todos son violadores en potencia por el hecho de vivir en una sociedad que, aunque en teoría condena la violencia hacia las mujeres, en la práctica, con un monumental despliegue de hipocresía, la fomenta y desde luego la condona.
Para reducir los índices de violencia hacia las mujeres no hacen falta héroes: nada más hacen falta hombres decentes.
Sin embargo (menos mal), no todos lo son en acto. ¿Qué distingue a los hombres-que-sí (violan, golpean, matan mujeres) de los hombres-que-no? Recurramos de nuevo al ejemplo de La Manada o al de los cuatro violadores de Veracruz conocidos como los Porkys. ¿Qué teníamos ahí momentos antes del delito, poco antes de que esos individuos se convirtieran en manada violadora? ¿De pura casualidad, y porque Dios los crea y ellos se juntan, teníamos a cinco/cuatro hombres-que-sí? ¿O sólo había uno o dos que sí y dos, tres o cuatro que hasta ese momento no y simplemente vieron la oportunidad y la aprovecharon?
Lo cierto es que habría bastado con que uno solo les plantara cara a los demás para evitar una violación tumultuaria. Pero no: ese (muy) hipotético uno se les unió y en ese instante, así fuera a regañadientes, se convirtió en otro más que sí.
Por sentido de pertenencia, por no querer arruinarles la fiesta a los otros, por no perder amigos, por cumplir el pacto de caballeros, para pisotear la voluntad de una mujer en camaradería… Obsérvese que no hacía falta ninguna acción heroica; quien detuviera esa violación no iba a poner su vida en riesgo: sólo el qué dirán y la amistad corrían peligro, si acaso.
Pero con tal de no desentonar, ni uno solo tuvo el gesto de decencia elemental que se necesitaba para que esa joven llegara a salvo a su coche. Para reducir los índices de violencia hacia las mujeres no hacen falta héroes: nada más hacen falta hombres decentes.
No todos los hombres se mandan fotos de mujeres desnudas por Whatsapp pero muchísimos sí. Un hombre-que-no, tras caer en la cuenta de que esa costumbre de sus amigos lo emparentaba con los paradigmáticos hombres-que-sí de los sanfermines, decidió compartir sus reflexiones con su grupo de mensajes instantáneos para a continuación salirse de él.
No quiso seguir asistiendo impasible a esa misoginia por inercia. Ojalá muchos más reunieran esa pequeña dosis de valentía que se necesita para enfrentarse a los pares (fíjense qué curioso: muchísima más valentía necesitaría una mujer a punto de ser violada para oponer esa resistencia que a veces injustamente se exige como prueba de que no hubo consentimiento).
Ahora es cada vez más común ver hombres que se creen feministas porque, dicen, están convencidos de que las mujeres son iguales a los hombres (o intercámbiese esta frase por cualquier otra definición popular de feminismo). Sus intenciones son nobles, pero la bondad se alcanza por acción, no por omisión. Aliado feminista no es el que comparte el quehacer doméstico y ya por eso no es un machín de siete suelas.
Lo más valioso que pueden hacer los hombres conscientes no es pretender brillar por solidarios en una marcha de mujeres contra los feminicidios. El verdadero aliado es el que activamente hace algo por educar y desconstruir a otros hombres: el que, por ejemplo, no deja pasar chistes misóginos (no basta con que él no los cuente o no se ría de ellos); el que cuando ve a otro hombre acosando a una mujer va y lo encara en vez de desviar la mirada; el que deja de consumir pornografía y prostitución pero sobre todo exhorta a sus amigos a seguir su ejemplo. Ayudar a contrarrestar la horripilante presión del grupo haciendo presión en el otro sentido es un trabajo importantísimo. Es lo mejor que pueden hacer por el feminismo los hombres a los que genuinamente les interese la causa de las mujeres.
Estas reflexiones me hicieron recordar algo que me pasó hace tiempo. Estudiaba en la universidad y dos amigos a los que, como a mí, les interesaba la filosofía analítica me invitaron a un grupo de estudio informal que estaban organizando con un cuate de ellos al que yo no conocía.
Muy ilusionada fui a la primera reunión. Estábamos en un receso preparando café y viendo la colección de discos del anfitrión cuando el tipo al que yo no conocía les dijo a los otros dos: «¿Y si ponemos un trío de viola?». No podía y no quería creerlo. Pasaron algunos minutos en los que traté de convencerme de que seguramente Brahms o Schubert habrían compuesto un trío de viola y esa insinuación bromista que me había provocado un nudo en el estómago era paranoia mía. Pero no, no me funcionó el autoengaño. Al final lo vi con total claridad: me estaban recordando que pretender ser como ellos es una osadía y tiene un precio. Y, lo pagara o no, en ese mundo, por ser mujer, yo sería por siempre otra.
Me levanté e incómoda, desengañada y triste me fui para nunca volver. No dije nada, sólo «Ya me voy». En la puerta el anfitrión al despedirme me dijo, sin más: «No te tienes que ir, no pasa nada». Cierto, no pasaba nada.
Había ahí un hombre-que-sí (acosa, alburea, quizá incluso viola mujeres) y dos hombres-que-no. Dos hombres que no acosan, pero tampoco hacen nada. Dos bystanders, testigos pasivos haciéndose de la vista gorda porque no es su asunto. Dos hombres que no plantaron cara por su amiga para no quedar mal con el amigo.
Para acabar con la violencia hacia las mujeres no se necesitan muchos hombres-que-no inofensivos pero indiferentes: se necesitan hombres decentes que activamente confronten y condenen a los hombres-que-sí.
Desgarrador testimonio sobre una agresión sexual y sus consecuencias
Cuando tenía nueve años más o menos, fui agredida sexualmente por un grupo de adolescentes.
Y lamento decir que no era la primera vez en mi vida que me utilizaban sexualmente, pero sin duda esta fue la ocasión más dura hasta el momento.
Algunos estudios muestran que las chicas que son sexualizadas a una edad más temprana entran en la pubertad antes que la mayoría, y yo ya era pubescente y tenía pechos a los 8 años, así que para los nueve supongo que mi aspecto ya era bastante “maduro”, como quien dice.
Al lado de nuestro bloque había un bosque y era uno de mis lugares favoritos para pasear y jugar con mis amigos. En esta ocasión, había entrado en el bosque como atajo para llegar a casa. Me topé con un grupo de muchachos, los hermanos mayores de mis amigos, todos me resultaban vagamente conocidos y eran unos cinco años mayores que yo. Habían logrado hacerse con una revista de Playboy o algún otro producto obsceno. Al encontrarme con ellos, recuerdo haber visto fugazmente la fotografía a color de unos pechos femeninos desnudos y entonces mi mirada se cruzó con la de una de los chicos.
He escrito anteriormente sobre mi teoría de acosadores y víctimas, que aunque las personas que han sido acosadas o víctimas de abusos no desprendan un aroma a vulnerabilidad, sigue habiendo algo en ellas que las hace reconocible para las personas depredadoras: corderito débil y herido localizado, que den comienzo la carnicería y el festín.
Así me sentí, literalmente. En un instante, el grupo de lobos adolescentes sobreexcitados se abalanzó sobre mí, me agarraron, sujetaron y maltrataron de formas terribles. En cierto momento, alguno estrujó mi pecho izquierdo con tal brutalidad que chillé de dolor y, según parece, mi grito debió de surtir algún tipo de efecto.
En cualquier caso, eso fue lo que supuse, porque, aunque no sé cómo pasó, logré escapar: corrí a casa agarrándome el pecho herido, que me dolió durante días y desde entonces siempre me pareció que tenía algo de “malo” y de deforme. A lo largo de mi vida e incluso a día de hoy, no soporto que me toquen de ninguna forma ese pecho, ni siquiera en el médico, sin que me inunde inmediatamente un sentimiento de vergüenza, incomodidad e intenso desprecio hacia mí misma.
Parece injusto que haya sentido odio hacia mí misma y mi cuerpo durante toda mi vida por algo que me hicieron a mí y no algo que yo hiciera. Pero así es. Con la excepción de los preciosos momentos de mi vida en que mi pecho izquierdo sirvió para alimentar y mantener los cuerpos de mis queridos hijos, únicamente he sentido desprecio hacia ese pecho; odio hacia una parte de mi propio cuerpo.
Y el odio, como bien sabemos, puede actuar a nivel celular. ¿Quién sabe cuánto daño más ha estado sufriendo mi salud por culpa de los sentimientos con los que he cargado estos cincuenta años?
Dudo que alguno de aquellos muchachos recuerde aquel momento de depredación en sus vidas de hombres, aunque si lo recuerdan, espero que sea con una vergüenza y un autodesprecio que se aproximen a los míos. Y no lo digo porque sea vengativa, porque el rencor no forma parte de mi naturaleza. Espero que sea así porque, si sienten vergüenza y si se odian por lo sucedido, entonces quizás no causen daño a nadie nunca más.
¿Por qué estoy escribiendo esto? Porque la otra noche sucedió algo extraño, después de día tras día de explosivas revelaciones de acoso sexual por parte de hombres de poder.
He estado escribiendo otro libro y, como escribo a mano, es necesaria una transcripción a máquina. Odio transcribir, pero lo cierto es que viene bien; conlleva un proceso natural de edición/reescritura que funciona bien.
El capítulo en cuestión se centraba en la palabra “Recordar” y la relacionaba con la oración, pero, mientras estaba transcribiendo, de repente me sorprendí incluyendo aquel recuerdo antiguo e inesperado en el libro, precisamente a mitad del capítulo. De repente, todo el episodio cobró vida en mi memoria y, con él, todos los sentimientos de vergüenza, de secretismo… Por supuesto, no lo conté a nadie por entonces, pero cuando la historia del ataque terminó por extenderse, burlonamente, por el barrio, sentí el efecto de la humillación como una bofetada en la cara.
Pero cuando el recuerdo aterrizó en el libro, no pude evitar pensar, “por el amor de Dios, ¿por qué habrá surgido esto ahora?”.
Podría deberse, valoré, a todas las historias sobre las recientes acusaciones aquí en Estados Unidos contra Matt Lauer y Al Franken y Garrison Keillor y tantísimos otros hombres amonestados o despedidos hace unos días. Creo que debió “accionar” ese recuerdo a un nivel subconsciente.
Y eso me ha llevado a reflexionar acerca de qué tipo de efecto subconsciente tienen sobre la sociedad en su conjunto todas estas historias; sobre las mujeres (y hombres también) víctimas de abusos; sobre los hombres que han abusado de otras personas (y mujeres que también han sido sexualmente violentas, porque también las hay).
¿Se enfrentan estas personas a sentimientos depresivos cuando estas historias hacen resurgir antiguos y enterrados sentimientos de vergüenza o miedo o ira o culpa?
¿Es posible que estemos, como sociedad, haciendo nuestras cosas —trabajando en nuestros negocios, cuidando de nuestras familias, etc. — con un sentimiento de turbación y sin saber exactamente por qué? ¿Qué efectos pueden estar sufriéndose… por todas partes?
Nuestra sociedad está ya en una situación tan triste —hay división, pérdida de fe, unas tendencias ciertamente inestables— que no puedo evitar preguntarme qué tipo de presión mental estará sufriendo la gente con esta nube de noticias sobre historias de agresiones sexuales y acoso (aunque me alegra que estén saliendo a la luz). Y lo digo porque sé que el abuso sexual es algo extendido, que no es una cosa anecdótica que sucede en la vida de unas mujeres o unos niños, sino que es una cosa de las que pasan con demasiada frecuencia. Y sé que algunos hombres han sufrido la crueldad del abuso sexual y ni siquiera encuentran una vía con la que procesarlo, porque esas vías van dirigidas sobre todo a mujeres que, en mi opinión, se llevan la peor parte.
Ser víctima de abusos sexuales crea desorientación; el abuso trae a la vida mentiras emocionales y mentales que nunca desaparecen completamente. Es una de las razones por las que resulta exasperante ver cómo los partidos políticos estadounidenses intentan decidir qué abusos son tolerables y cuáles merecen rechazo. Quizás haya varios “niveles” de acoso, pero desde los puestos de liderazgo hay que enviar un mensaje en relación a las agresiones sexuales mejor que el de “Bueno, sí, pero las consideraciones políticas también importan”.
En realidad no. Hemos permitido que tengan relevancia, pero no la tienen.
En mi opinión, los acosadores en serie, incluso si parecen “buenos tipos”, no deberían ocupar puestos de responsabilidad pública, ni tampoco aquellos que muestren espeluznantes intereses en tener ‘citas’ con personas mucho más jóvenes. Pero esta no es la cuestión principal de todo este asunto.
La cuestión es: si últimamente te sientes abatido anímicamente —si te sientes inexplicablemente triste, malhumorado, desconcentrado, furioso, avergonzado—, si sientes esa nube ofuscando tu mente, piensa que quizás toda la situación te esté afectando, aunque sea de modo subconsciente. Si crees que podría ser así, busca a alguien con quien hablar, encuentra una forma de procesar lo que estés sintiendo y lidiar con ello.
Todas estas revelaciones han creado un momento único en nuestra historia. Este el momento preciso en que tenemos que empezar a revisar nuestras vidas, ya hayamos sido víctimas o agresores de abusos sexuales, y procesar estas verdades. Hemos de tener el valor de decir la verdad y experimentar esos sentimientos, incluyendo sentimientos de humildad, allá donde hayamos dañado las vidas de otros.
Aquí hay un dicho: “La gente herida hiere a la gente”. Recuerdo a las personas que abusaron de mí, empezando a los 3 años y terminando algo después de los 16. Todos eran hombres, excepto una. Y sé que todos cargaban en su interior con algo roto. Lo sé porque todos nosotros cargamos con alguna herida en nuestro interior y porque “la gente herida hiere a la gente”. Porque todos hemos herido a alguien, de una u otra forma.
Esto no justifica nada, por supuesto, pero, personalmente, reconocer el daño en otros ha sido el camino para perdonarles, para poder continuar viviendo mi propia vida de forma productiva, con amor y con fe, sin caer en la catatonia. El perdón necesita habitar en mí para que florezca mi propia libertad.
No escribo nada de esto para hacer un llamamiento a la simpatía ni a la solidaridad, ni para despotricar sobre los hombres en general. Me encantan los hombres, las mejores personas que pueblan mi mundo resultan ser hombres y las mujeres que ellos aman.
Y no le estoy diciendo a nadie lo que debería hacer con su situación, excepto esto: si alguna vez han abusado de ti, reza por tener el valor y la confianza para hablarlo con gente buena y, entonces, háblalo. Si has sido un agresor, reza por el valor y la humildad para admitirlo y escuchar a las víctimas. Busca ayuda.
De lo contrario, quizás seamos testigos dentro de poco de una crisis nerviosa colectiva en nuestra sociedad. Nada bueno.
¡Que Dios nos ayude a todos en este pobre mundo roto y caído!
La portada del último número de la edición holandesa de la revista de moda pone por primera vez a una persona con trisomía 21
El último número de la revista de moda Vogue Living Nederland retrata a una mamá, la modelo y actriz Amanda Booth, junto a su hijo Micah de tres años, rubio como ella, con trisomía 21.
Una espléndida imagen que representa una absoluta novedad: por primera vez en la historia de las revistas de moda aparece en la portada una persona con Síndrome de Down.
«Es la primera vez que una persona con Síndrome de Down aparece en la portada de Vogue. ¡Que honor!» comentó feliz la modelo en las redes sociales. Además ella y el marido tienen una página Instagram muy seguida, LifewithMicah, dedicada a su hijo, donde comparten los momentos de la vida cotidiana de Micah, la belleza de ser padres, con el objetivo de mostrar cómo la vida de un niño con Síndrome de Down no es distinta a la de todos los demás.
También el papá lleno de orgullo declaró: «Es maravilloso. Gracias por haber dado voz a nuestros hijos»(Vanityfair.it).
La pareja está comprometida en asociaciones que se ocupan de personas con Síndrome de Down y en una organización de recaudación de fondos. Desean que su mensaje llegue a todos.
Amanda y Mike Quinones mostraron valentía desde el inicio, de hecho tras descubrir que estaban esperando un hijo no quisieron realizar los screening prenatales a propósito, porque, explicó la modelo, «no habría cambiado nada» (Vanityfair.it). ¡Que hermoso! ¿No te parece que es una opción contracorriente en relación a los tiempos que corren?
Así, descubrieron sólo en el nacimiento de Micah que había algún problema aunque, además de los ojos almendrados, su salud no presentaba particulares situaciones que hicieran pensar inmediatamente en la trisomía 21. El diagnóstico llegó cuando el bebé tenía tres meses y tras un momento inicial de preocupación todo prosiguió con serenidad:
«Al principio nos preocupamos, pensamos en las cosas terribles que se toparía. Pero luego, a medida que pasaban los días, nos preocupábamos menos. Nuestro pequeñito es tan increíble que me olvido completamente de su Síndrome de Down» (Vanityfair).
En una entrevista a la revista Mothermag.com Amanda añadió:
«No me centro en cada pequeño progreso de Micah. Vivimos simplemente nuestra vida, él es nuestro hijo». (Famigliacristiana.it)
“Él es nuestro hijo” es quizá una frase que se da por sentado, casi banal, sencilla, que encierra toda la verdad, el misterio de la vida y del amor.
¡Algunas veces las portadas de las revistas de moda regalan emociones únicas!