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¡Me voy a dejar operar por un robot!

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Estando en una cafetería del centro comercial escuché en la mesa de al lado a una mujer contándole a su amiga que se iba a operar y que la atendería un robot, a lo cual su amiga le contestó sorprendida ¿cómo crees?, ¿no te mueres de miedo?….Esta anécdota me ha servido como idea para escribir este artículo e intentar dar a la población en general algunos “pros” y “contras” de esta técnica quirúrgica.

La cirugía robótica no es tan novedosa como se piensa, de hecho, ya se utilizó en los hospitales de campaña durante la tristemente célebre guerra de Iraq (2003-11), donde los cirujanos se encontraban en un lugar seguro manipulando el robot, mientras el robot estaba instalado en el hospital de campaña. Pero esta técnica quirúrgica tiene ya más de 10 años aplicándose en diferentes partes del mundo. Fueron los urólogos y después los ginecólogos quienes primeramente pudieron disfrutar de las virtudes de esta tecnología, misma que hoy en día ha logrado permear a otras ramas de la cirugía como son: cirugía general y bariátrica, cirugía cardiaca y la cirugía torácica.

Hablando de la la cirugía torácica, podemos decir que es una novedad en México, sólo hace poco mas de una año que se comenzó a realizar en nuestro país. Las primeras cirugías de Cáncer pulmonar se realizaron en nuestro servicio y podemos contar cuáles son algunas de las ventajas de esta técnica.

El robot en realidad ¡no es tal!, ya que si fuera un robot real ejecutaría los movimientos por sí solo, sin necesidad del cirujano. La tecnología disponible actualmente lo que tiene es una sistema (consola), donde el cirujano realiza los movimientos precisos para operar de manera cómoda, sentado a un par de metros del enfermo, gracias a un dispositivo de visión en tercera dimensión en alta definición que puede aumentar el tamaño del objetivo quirúrgico tres veces, haciendo que la apreciación de las estructuras a tratar se vean con una definición muy superior a las técnicas endoscópicas disponibles hasta ahora. Por otro lado, los instrumentos que se colocan dentro del paciente son milimétricos -de 3 a 10mm- y con un ángulo de movimientos igual o superior al que tiene la muñeca y la mano del cirujano, haciendo posible que estructuras de difícil acceso sean muy bien observadas y mejor manipuladas. Esto indudablemente se traduce en más seguridad y precisión al operar. Pero insisto, no es un robot, ya que la segunda parte del sistema es un dispositivo mecánico de 4 brazos, que se introducirán al paciente, uno de ellos lleva la óptica de la visión y los otros tres los instrumentos que únicamente reproducirán los movimientos que realice el cirujano en la consola, por LO CUAL no es un robot propiamente dicho. El tercer componente del sistema quirúrgico es una torre de controles con pantalla, entradas para dispensar gas al interior del paciente si es necesario, así como energía eléctrica muy útil por ejemplo para coagular
vasos sanguíneos.

Una vez entendida esta básica explicación es muy fácil entender por qué es bueno operarse con esta tecnología.

Ventajas:

  • Estancia hospitalaria más corta
  • Menor dolor postoperatorio
  • Menor pérdida de sangre
  • Elimina el temblor de la mano del cirujano
  • Mayor seguridad y menor probabilidad de accidente intraoperatorio
  • Mejor calidad de vida psicológica tras la intervención
  • Mayor comodidad para el cirujanoal operar

A día de hoy y después de ser pioneros  a nivel nacional en nuestra especialidad, operando diversas enfermedades, principalmente tumorales del tórax, podemos decir que es una técnica segura, altamente recomendable, que ofrece grandes ventajas al paciente y al cirujano. Pero también hemos dicho que hablaríamos de los “contras” o desventajas de la técnica…, en realidad, el mayor problema que enfrentamos hoy es el tema económico, ya que es una realidad que es más caro operarse con esta técnica que con otras, y algunas compañías aseguradoras aún ponen obstáculos para pagárselo a sus asegurados. Estamos seguros de que este problema en los siguientes años se solucionará y la tecnología será mas barata y accesible a un mayor número de pacientes.

También podemos atrevernos a decir que este es solo el principio de una nueva era en la cirugía torácica, ya que con el advenimiento en los próximos años de nuevas plataformas quirúrgicas con más y mejores  instrumentos quirúrgicos, se conseguirán mejores resultados. La mejora en el Internet, con la llegada del 5G, hará que la ligera demora que hoy existe desde la consola del cirujano hasta los brazos robóticos que están dentro del enfermo se elimine por completo lo que hará posible que los cirujanos puedan estar en otro hospital, incluso en otra ciudad del mundo, operando a un paciente a distancia. Ello dará al paciente acceso a mejores y más experimentados cirujanos sin la necesidad de tener que viajar a un determinado centro hospitalario.

En definitiva cuando sepan que alguien se va a operar con robot, ¡alégrense! ya que seguramente su cirujano que debe de estar certificado para ocupar esta plataforma y les podrá ofrecer mejores resultados que los que se pueden obtener con otras técnicas quirúrgicas de mínima invasión.

Acompáñame, historias de vida que transforman

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La vida de muchos pacientes ha estado en manos de José Manuel Mier Ordiozola. Omito poner antes de su nombre el título de doctor porque antes de médico es un gran hombre, y eso es más difícil aún que obtener todos los grados académicos. Es cierto que el Dr. Mier es una eminencia en cirugía robótica, con especialidad en cirugía torácica de mínima invasión, pero es algo más: es amigo cercano de sus pacientes y de los familiares de sus pacientes.

El Dr. Mier ha salvado muchas vidas, y aun cuando no ha sido posible superar una enfermedad catastrófica, como puede ser un cáncer de pulmón muy avanzado, se esmera en prolongar la vida en las mejores condiciones posibles.

Su libro Acompáñame. Historias de vida que transforman es la narración de las experiencias humanas que ha vivido al lado de sus pacientes, historias de lucha, amor y valor, que sirven de inspiración a cualquiera.

Este libro puede convertirse en una compañía muy enriquecedora, tanto para los pacientes con cáncer como para sus seres queridos, ya que expone el lado más humano de la relación médico paciente, así como el camino emocional, espiritual y físico que deben recorrer quienes viven esta dura prueba.

Libros que no olvidan

Para quienes estudian la primaria, la secundaria, la prepa y la universidad, 1968 es parte de la historia, a veces tan lejana como lo pueden ser la Revolución o la Independencia. Sin embargo, para sus padres forma parte de su propia historia, ya sea como niños o jóvenes, testigos o protagonistas.

Hoy, a cincuenta años de distancia, un gran número de eventos, memorias, publicaciones, reflexiones, recuerdan ese momento clave para la historia del México contemporáneo. Para quien no lo vivió, la literatura es un recurso para acercarse a lo que fue y entender lo que puede representar medio siglo después; para quien lo vivió es una forma de recordarlo y comprenderlo mejor. Para unos y otros, leer sobre el 68 es una lección de vida social.

Todavía hoy es motivo de encendidas controversias. Como todo fenómeno social es complejo, difícilmente discernible y conserva más preguntas que respuestas; por eso es interesante, apasionante para muchos, conocerlo más de cerca. En todo caso, una de las mejores vías para acercarnos es lo bien escrito sobre ese movimiento; y hay mucho. Como en el caso de España, en el que la Guerra Civil sigue siendo una veta inagotable de obras, en México, el 68 parece no agotarse; hay reportajes, novelas, entrevistas, ensayos, cuentos, crónicas, etc. Un enjambre que recorre géneros, estilos
y perspectivas.

Como en todos los casos de buena literatura histórica, sobre todo en la que se abordan eventos tan cercanos, los textos pueden ser ocasión de charlas, debates, comentarios que hagan más luz sobre las verdades de lo que ocurrió hace medio siglo en México y cuyas repercusiones todavía vivimos.

Entre los muchos libros que abordan el movimiento del 68 en México podemos destacar:

La herencia de los más grandes

Con nuestra actividad diaria, de una manera u otra, construimos el futuro; los mejores lo hacen con una mayor intención y los más grandes lo fincan en la educación. Más allá del éxito en su ámbito profesional, saben que si quieren heredar algo valioso y perdurable tendrá que estar ligado a la educación de las nuevas generaciones. Por ejemplo, John Harvard o Leland Stanford son reconocidos y recordados no sólo por ser grandes empresarios sino, sobre todo y principalmente, porque legaron dos instituciones educativas notables y perdurables.

Más allá del valor y la pasión que nos provoque nuestro trabajo está su sentido de trascendencia. ¿Por qué y para qué hacemos lo que hacemos? ¿Cómo conecta nuestra actividad diaria con los demás? ¿Qué aporta para el futuro de la sociedad? Muchos de los males que vivimos como sociedad radican en la falta de respuesta a estas cuestiones que, en ocasiones parecen demasiado lejanas, sin serlo.

El pensamiento social se basa en la certeza de que lo que hacemos va más allá de los límites de lo diario y lo personal; creer que tiene que ver con las personas, con las empresas, con el gobierno, en fin, con la sociedad en su inmensa complejidad. Y eso implica un compromiso para transformarla. Aristóteles decía que el ser humano nace para vivir una vida buena, en comunión con los demás y con Dios; de ser así, todo lo que hagamos tiene ecos de trascendencia. Como lo entendieron Harvard y Stanford.

En estos momentos de cambios y transformación, vale la pena recordarlo. Una guía para hacerlo la presenta el prestigiado profesor Cristian Mendoza, de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, en Roma, en su libro Persona, empresa y sociedad, publicado en México por el IPADE y la Editorial LID Mexicana.

Antoine de Saint Exupéry decía que para construir grandes barcos es necesario enseñar a los hombres a cortar madera, pero más importante es hablarles de la grandeza del mar, la belleza del océano y la pasión de la aventura. Esta obra habla de la actividad empresarial pero, sobre todo, recuerda el encanto de la creatividad, el valor del esfuerzo, el poder del emprendimiento y la capacidad del ser humano para entregarse a los demás. O sea, la belleza, la pasión y la grandeza del día a día que construye el futuro común.

Lecciones que los niños nos enseñan

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Durante la infancia crecemos, nos desarrollamos y aprendemos con naturalidad, sin ningún esfuerzo.

¿Qué pasa a medida que crecemos?  Nos olvidamos de aquellos valores y actitudes que teníamos arraigados y que nos hacían descubrir el mundo de una forma especial.

Comparto contigo diez grandes lecciones que podemos aprender simplemente observando a los niños pequeños, y que Gabriel García de Oro describe en El País:

  • Ahora es lo que cuenta. Los niños viven el momento con total intensidad, sin reservarse nada para después. No se dejan agobiar por pensamientos del pasado ni preocupaciones del futuro.
  • Preguntar aquello que no se sabe. Sin duda alguna, en la infancia no paramos de preguntar y preguntar. A un niño no le da vergüenza admitir que no sabe esto o aquello con tal de obtener respuestas. Siendo capaces de preguntarnos el porqué de todo es como se crece y se sigue adelante.
  • Asombrarse de lo que nos rodea. Si no se ejercita, la capacidad de asombro disminuye con el paso del tiempo y con ello la creatividad. Mirar al mundo con los ojos de un niño.
  • Caerse es parte del aprendizaje. Podemos ver la naturalidad de los niños cuando juegan: se caen y se levantan como sino hubiera pasado nada.   
  • Y mancharse también. La suciedad asusta, queremos vivir, pero sin ensuciarnos.   Experimentar, explorar y construir ensucia. Es parte del aprendizaje.
  • Obsesión por lo nuevo. Los niños pueden ver una película y volver a verla una y otra vez, escuchar un cuento que ha sido contado, y repetir esa camiseta que les encanta. No tienen esa ansiedad de que lo nuevo es mejor.
  • Seguir el propio instinto. Los más pequeños actúan y deciden por instinto.  Por instinto se acercan y confían,  crecen y se desarrollan. Los adultos calculamos, vemos las posibilidades, dudamos y nos paralizamos,  seguimos poco nuestro instinto.
  • Orgullo de los propios logros. Nuestros hijos pequeños se enorgullecen de lo que hacen: ¡mamá, mira lo que ya sé hacer!   No esconden sus progresos y saben felicitarse. Como adultos, no somos capaces de felicitarnos a nosotros mismos, de compartir nuestros logros.
  • Si ríen, ríen… si lloran, lloran. Saben expresar los sentimientos y no tienen miedo a demostrarlos. Son capaces de llorar en público, de reír a carcajadas; si quieren un beso o un abrazo lo piden; si algo les asusta demuestran miedo, y si están tristes lloran.
  • Hacen amigos muy fácil. Para los niños el hacer amigos es una cuestión de confianza, aceptación y generosidad, son espontáneos. ¿Por qué con la edad nos complicamos y nos volvemos más solitarios?

Hoy te invito a abrirte a la magia de volver a ser niño y a poner en práctica estas valiosas lecciones que los más pequeños nos enseñan todos los días. 

Los padres también lloran

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Cuando leí esta frase, me cuestioné si como mamá les había yo demostrado mis emociones a mis hijos, o más bien, los eduqué bajo la creencia que los padres no lloramos.

Al investigar la opinión de especialistas comprobé que ocultar las emociones negativas en una familia, es algo que les puede afectar a nuestros hijos cuando se presenten los problemas.

Es algo que como papás nos cuesta trabajo aceptar, ya que ante ellos somos fuertes y poco vulnerables.

Estamos en un grave error: los padres también lloran y deben hacerlo delante de sus hijos. Ahora que se ha estudiado tanto sobre las emociones, se sabe que todo niño tiene que estar preparado tanto para celebrar las buenas noticias como para digerir las malas.

El sociólogo Francesc Núñez, estudioso de las emociones, afirma que los niños tienen que pasar por ese aprendizaje, ya que «el ocultamiento por parte de sus padres de estados de tristeza o miedo les hará estar menos preparados para afrontar después sus propias emociones.”

Algunos consejos que nos dan los especialistas para lograr lo anterior:

  • Evitar transmitir la idea de que todo es perfecto, que no hay problema, que la felicidad dura, que en esta familia no pasa nada y todo está bien.
  • Es un error pensar que el niño va a estar mejor si se le ocultan los problemas de su entorno.
  • No se trata de que el menor participe en todos los problemas de los mayores, pero sí explicarle, si su papá o mamá están tristes, a qué se debe esa situación.
  • Buscar el momento y la forma de decírselo a cada uno de los hijos, ya sea separados o juntos de acuerdo con su edad, madurez y contexto familiar.
  • Trasmitir a los hijos la idea de que los problemas se pueden resolver,  que no son una amenaza sino un reto, y que casi todas las situaciones pueden superarse; se puede aprender y crecer con estas experiencias.
  • Las emociones no tienen una base biológica, son principalmente sociales y hay que aprender a sentirlas y a reconocerlas. Por mucho que se intente no llorar o mostrar tristeza ante los hijos, jamás se podrá proteger a esos menores de las emociones. Mejor enseñarles a sentirlas, canalizarlas y saber cómo responder ante ellas.
  • Si como papás compartimos nuestras emociones negativas con nuestros hijos, se darán cuanta de que más que una debilidad, son una oportunidad para mejorar.
  • Y cuando el momento difícil llega, acompañar a los niños, que sepan que cuentan con nosotros en las buenas y en las malas.

La principal razón por la que los padres actuamos de esta manera es un mal que actualmente estamos viviendo en la infancia y se llama sobreprotección. Las familias son más pequeñas, uno o dos hijos, que se convierten en la pieza fundamental de
la familia.

Se piensa que hacer creer al niño que nunca hay problemas, hacerlo que viva en una burbuja de cristal, le hace pensar al niño que el mundo es perfecto.

Con este comportamiento se crea una generación de niños con poca confianza en sus capacidades, con baja autoestima y tolerancia a la frustración, dado que no han tenido que esforzarse para conseguir nada.

Cuando se sobreprotege a un niño de las emociones negativas se le está transmitiendo el mensaje de que no confiamos en él, en su fuerza, autonomía y capacidad para asimilar estas situaciones y adaptarse a los cambios

Como mamá o papá: llora cuando tengas que llorar, ríe cuando tengas que reír; todos tenemos buenos y malos días, alegrías y tristezas. Sé valiente para demostrar tus sentimientos y te sentirás con más tranquilidad y en paz.

Recuerda: como padres podemos llorar, y qué mejor que sean nuestros hijos quienes nos entiendan y consuelen.

¿Cómo ganar la batalla del celular con los hijos?

Ojo al titular: la batalla del celular se gana
«con los hijos», no «contra los hijos».

Durante la infancia crecemos, nos desarrollamos y aprendemos con naturalidad, sin ningún esfuerzo.

Hablamos de niños que no han acabado la Enseñanza Primaria y van con un celular en el bolsillo. ¿No hay nadie que crea que nos estamos pasando de tecnológicos y exponemos a los hijos a situaciones que no sabrán dominar?

Afrontar la “batalla del celular” como si uno emprendiera un Vietnam tiene cero futuro. No puedes plantearte seriamente luchar contra el uso de este aparato si antes no has convencido a tu hijo (y al resto de tu familia, y a la escuela) de que existen mejores opciones para esta etapa de su vida. Es el consejo que da Fernando García, autor del libro “La Batalla del móvil”, que se ha publicado recientemente.

Aquí tienes algunas estrategias positivas para lograr que la relación entre tus hijos y el celular llegue a la edad más conveniente para él:

  • Quieres lo mejor para tu hijo. Al no querer el celular no estás diciendo que quieras llevar vida de amish. No es que te resistas a la modernidad. Es sencillamente que cada cosa a su edad y el celular no corresponde a la Primaria precisamente.
  • No quieres dejar a tu hijo en territorio enemigo. Se acabaron los profesores de natación que el primer día arrojaban al niño al agua, ¿por qué voy lanzarlo a las fauces de internet si no sabe todavía desenvolverse (como es lógico) ante muchas situaciones de la vida?
  • Habla con los profesores. Ellos conocen mejor que nadie cómo se produce el desarrollo del cerebro de un niño: cuándo conviene fomentar la escritura a mano, cómo se le ayuda en la lectura y en la capacidad de abstracción, cómo puede desarrollar la fantasía o el cálculo matemático, cómo crecerá en empatía hacia las personas más frágiles.
  • Haz que tu hijo note que, por encima de las maquinitas, existe el cariño de sus papás. Eso implica dedicación, tiempo, conversación, hacerse cargo de sus pequeñas o grandes cosas.
  • Haz que tu hijo note la seguridad familiar. Le recoges en la escuela, no dejas que vaya solo por la calle hasta que tiene suficiente edad, te aseguras de que está con los mayores…
  • Da ejemplo con tu celular. Al llegar a casa, que tus hijos vean que no eres un esclavo del celular. Guárdalo en las comidas, fomenta las conversaciones personales… Mira a tu hijo a la cara cada día para saber si le ha pasado algo, si está triste… En cuanto a las preocupaciones, quizá para él son muy grandes y parecen
    problemas irresolubles.
  • Facilita su trato con los amigos también fuera de la escuela. Que puedan estar en tu casa, que hagan juntos los deberes, merienden, jueguen… No se necesita tener el jardín de la Casa Blanca para que dos o tres niños disfruten.
  • Promueve «intereses interesantes». Desde las salidas culturales hasta el patinaje y desde el coleccionismo hasta las manualidades. Salgan de la ciudad los fines de semana y descubran la naturaleza.
  • Genera una buena biblioteca de cuentos y libros didácticos. Los recursos de internet son fabulosos, pero antes conviene fomentar la lectura en papel.
  • Emplea tu teléfono con él delante en ocasiones, para que aprenda cómo funciona y conozca la mecánica.
  • Habla con él de los peligros a evitar por  usar el teléfono. No responder a desconocidos, no clicar sin saber dónde nos metemos, no facilitar información sobre su casa ni sus horarios.

Fuente: Aleteia

¿Cómo miran tus hijos a los demás? ¿Y tú?

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¡Cuán importante es educar la mirada libre de prejuicios!

En el transcurso de nuestra vida familiar debemos cuestionar cómo estamos enseñando a nuestros hijos a ver el mundo. La manera de acercarnos a la realidad es muy distinta en cada persona, pero esa mirada particular de cada uno tiene el poder de cambiar muchas cosas.

Es por ello que debemos esforzarnos en hacer que nuestros hijos puedan ver el mundo desde una perspectiva que enjuicie menos y que ame más.

El escritor Alex Rovira afirma que la imagen que tenemos del mundo puede transformar la realidad, esto no implica perder el pensamiento crítico, sino más bien aprender a mirar con más amor para que se abra un mundo de posibilidades en esa realidad que parece que no puede cambiar.

No solo es importante desarrollar en nuestros niños esta mirada abierta y libre de prejuicios. Debemos comenzar por cambiar nuestra propia forma de ver el mundo y, sobre todo, de mirar a nuestra familia. Muchas veces caemos en el error de etiquetar a nuestros hijos, de limitar sus posibilidades o de no prestar suficiente atención a lo que pueden llegar a ser.

Solo transformando nuestro acercamiento a sus vidas podemos despertar en ellos la convicción de que pueden llegar lejos, porque hay alguien detrás que los quiere y los apoya a pesar de todo.

De esta manera podrán ellos también cambiar su manera de ver al mundo: podrán acercarse a los demás con un enfoque más limpio, en el que no influyan las ideas preconcebidas, los límites sociales o los prejuicios. Podrán ver a sus pares como seres llenos de posibilidades y apreciar la riqueza interior de cada una de las personas que están a su alrededor.

Esto no se logra de un día para otro, requiere de un cambio personal profundo que marca toda la diferencia.

Nuestros hijos deben saber que su reacción ante la vida, ante las circunstancias y ante los obstáculos depende completamente de ellos mismos y de la capacidad que tengan de mirar esa realidad de frente, con una visión limpia y llena de amor por los demás

Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia.” — Papa Francisco

 

Fuente: Aleteia

Los medios digitales y el empoderamiento del ciudadano

Desde que aparecieron los primeros hombres sobre la Tierra, el proceso de la comunicación humana es el mismo: un simple intercambio de mensajes que se establece entre un emisor y un receptor. Lo que ha cambiado es la sofisticación del lenguaje y las herramientas con las que se transmiten los mensajes.

La efectividad de la comunicación tiene que ver con el nivel del diálogo que establecemos con quien nos escucha o nos ve. Y eso no necesariamente ha mejorado de la prehistoria a la fecha.

Gracias a las nuevas tecnologías, de alguna manera hoy todos podemos ser transmisores de información y de ideas. Somos corresponsales ciudadanos.

El puro hecho de compartir una noticia o un post te convierte en un vehículo para comunicar algo. Que tú no lo hayas diseñado o escrito no te quita la responsabilidad de haberlo compartido, porque al hacerlo, lo avalaste.

Facebook, por ejemplo, se creó con el fin de contactar amigos y conocidos, hoy es una plataforma que se usa hasta con fines políticos. La gente se entera de las noticias por ahí antes de que sean publicadas en el periódico o la TV.  Se ha comido en muchos sentidos a los medios electrónicos tradicionales, como la TV, la Radio y la prensa.

Hoy en día, la velocidad es el factor que marca la diferencia.

En las redes sociales, una noticia se difunde a nivel exponencial, a la velocidad de la luz, y eso hace que cuando se transmite en el espacio tradicional de noticias en tele, en prensa, en radio, ya todo el mundo conozca la información.

Si compite en una prueba de velocidad, el medio tradicional pierde. Hoy, el periodismo profesional debe competir en una prueba de fondo, que es la credibilidad.

La razón para que sigan existiendo los medios formales es el darle un contexto a la noticia, el manejarla con rigor periodístico y aportar el análisis de un especialista. Eso es lo que debe aportar un medio tradicional.

Hay mucha mentira en las redes sociales. Si analizamos el efecto que está teniendo la publicación, premeditada o no, de información falsa a través de Internet en temas relevantes, como la forma en que influye en la intención de voto de los ciudadanos o en las decisiones de los políticos, que hoy basan sus promesas y políticas públicas en las tendencias que marcan las redes, nos damos cuenta de la forma en la que las nuevas tecnologías están influyendo en el mundo.

La información compartida en las redes carece en general de rigor periodístico y por ende, hay que poner en tela de juicio su veracidad. Casi todos tenemos acceso a estas y no se puede limitar la libertad de expresión: todos opinan, unos aplauden, otros critican y descalifican. Se presta mucho a que la gente suponga.

¿Se debe regular la veracidad de lo que se sube a Internet?, ¿debe haber un filtro para poder subir lo que se quiera? ¿Es positivo que apliquen sanciones legales a quien sube contenidos que otros consideran impropios?

En lo personal, creo que mientras no se trate de contenidos, actividades o fotografías que pueden dañar a alguien de forma objetiva, cuanto menos censura exista es mejor. El filtro debe ser uno mismo, tanto para lo que recibes como para lo que publicas. ¿Qué quieres comunicar? ¿Para qué? ¿Estás siendo congruente entre lo que eres y lo que proyectas o lo que quieres parecer?

Estamos viviendo la democratización de la información.

Todos somos receptores y emisores, no dependemos como antes de los medios formales. Eso implica una responsabilidad. Hoy todos podemos transmitir información, pero ser líder de opinión es otra cosa.

Un líder de opinión debe reunir tres cualidades:

  1. Una personalidad agradable, positiva, cierto carisma.
  2. Credibilidad, si no la tienes, la gente no te compra lo que dices, no te sigue.
  3. Habilidad para comunicar.

Por más que alguien haya estudiado para ser un líder, si la gente no lo es, no es un líder, porque no tiene poder para mover conciencias.

Si quieres ser un líder de opinión, ¿en cuáles errores no puedes caer?

No se trata de gustar por gustar y acumular seguidores. Por encima de la simpatía está la credibilidad.

  • Aceptar un error aumenta tu credibilidad.
  • Los errores que no te puedes dar el lujo de tener son la pérdida de compostura y la incongruencia entre lo que dices y lo que haces.

La credibilidad se construye durante años y un solo hecho puede destruirla para siempre. Cuidarla es importante. Eso te hace caer a un nivel del que es difícil recuperar. Y pierdes.

¿Cómo ser un usuario de redes inteligente?

  • No hay que temer a la polémica, hay que temer a la falta de argumentos.
  • Desarrollar el pensamiento crítico, la conciencia, es el gran reto de la actualidad.
  • Profundizar en la información, tenemos un acceso a una cantidad información infinita, pero lo que hacemos es movernos en sentido horizontal, de un tema a otro, en vertical, profundizando en un tema, como se hacía antes cuando la fuente eran los libros.

Inteligencia emocional: las emociones es un punto digno de análisis.

Hay que tratar de llevar el diálogo, sea cara a cara o masivo, al terreno de las ideas, de los argumentos. Si te quedas en el nivel de las meras emociones no convences, no hay nada que discutir, nada que aportar.

Lo más importante es identificar tus propias emociones y las del otro: Hay que tratar de identificar las emociones qué nos mueve de un lado y del otro para poder llegar a un punto en el que te toques. Comunicas mejor si tocas las emociones, pero si te quedas solo ahí, no llegas a ningún lado.

Evitar la opinionitis, el mal de este siglo. No es lo mismo un hecho que una opinión.

Hoy en día se le da demasiado valor a una opinión. Sí, es verdad que todos tenemos el mismo derecho a expresar nuestras opiniones, pero no todas son igual de válidas. ¿Por qué? Porque hay algunas que no tienen fundamento.

La falta de argumentos hace que el nivel de debate sea muy bajo en las redes sociales, extremadamente básico.

¿Qué tan sustentada está tu opinión? ¿Qué tanto investigaste, cotejaste, contrastaste, qué tanto percibes las causas y las consecuencias? Mientras mejor informado estés, más sustento vas a tener y más credibilidad tendrás.

Cuando se está en el terreno de las creencias, obviamente vamos a tener un sesgo, todos lo tenemos. Está bien, siempre y cuando seas consciente de que tienes ese sesgo, de qué piensas, de por qué lo quieres compartir, qué quieres lograr con eso. Ser auténtico, simplemente mostrarte. La gente lo ve, lo percibe, no se trata de ocultarlo ni de manipular. Simplemente decir: yo pienso así, por esto, por lo otro…, eso no es manipular porque no estás engañando a nadie. Tú pones las cartas sobre la mesa y el que quiere las compra y el que no, no.

Generar valor. Cuida que lo que publiques deje siempre algo positivo. No se trata de convertirte en un libro de autoayuda, ni de caer bien, sino de encender en tu interlocutor o tus seguidores al menos una chispa de interés para profundizar en el tema más allá de las creencias; eso es una aportación de gran valor social.

Si se logra establecer un diálogo con intercambio de ideas todo el mundo puede salir enriquecido.

Eufrosina Cruz. De la tradición lo que te acomoda

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Eufrosina Cruz Mendoza es una política zapoteca que ha destacado por su activismo por la igualdad de género y los derechos de las mujeres indígenas. Se atrevió a enfrentar las creencias, usos y costumbres de su comunidad, en Oaxaca, logrando convertirse en diputada local a pesar de todos los obstáculos.

Esta entrevista inicia con una pregunta planteada por la propia Eufrosina:

Eufrosina Cruz: En las redes todos criticamos, pero ¿hasta dónde somos transparentes los ciudadanos para cuestionar, exigir, aportar y cambiar lo que nos duele? ¿Cómo enfrentamos lo que no nos gusta, no solo de la política, sino de eso que se llama vida, de eso que se llama igualdad, pobreza, educación y democracia? La vida se rige por un conjunto de conceptos que determinan nuestras actitudes. ¿Qué estás tú haciendo en tu vida cotidiana para construir o cambiar esos conceptos?

Elena Goicoechea: Para llegar a donde estás, antes tuviste que hacerte oír como ciudadana e involucrarte para lograr el cambio en vez de esperar a que los demás lo hicieran.

EC: Por supuesto, es lo que he intentado hacer en mi vida desde que tengo uso de razón. Fui descubriendo que el espejo en el que me veía reflejada al ver a mi mamá no es lo que quería para mí. Esa desigualdad, esa violencia, la situación de mi hermana que ya es mamá a los doce años, esa vida que tenía frente a mis ojos no es la que quería para mí; entonces empecé a construir un espejo diferente. Eso pasa cuando te das cuenta de que te toca a ti construir, cambiar o arrebatar ese nuevo espejo.

EG: Es interesante lo que dices, porque uno se concibe a sí mismo a través de los otros, los otros son nuestro espejo. Cuando vemos a los demás haciendo algo creemos que debemos hacer lo mismo, y no. Tal vez nos toca ser un parteaguas.

EC: Aquí cabe hablar del tema de los usos y costumbres. El comportamiento y las actitudes se transmiten solo porque así se han venido haciendo, pero hay cosas que no están bien, y que se hayan hecho así por siglos  no significa que deban continuar igual. En mi entorno era normal que las niñas tuvieran que levantarse primero, que se tuvieran que casar, que no tuvieran derecho a votar y mucho menos participar en la asamblea de la comunidad. Cuando preguntaba “por qué”, la respuesta era “porque así es”.

Ese espejo se debe romper, pero si desconoces que eres capaz de construir otro espejo da mucho miedo. Cuando rompes y decides construir un nuevo espejo en el que haya más libertad, más “yo”, te vuelves un problema.

EG: Un problema para el sistema establecido, y es natural, porque romper con lo que existe le causa temor a mucha gente; de ahí viene el rechazo, la agresión y los obstáculos.

EC: Cualquier cambio genera miedo, primero en uno mismo, ya que vas en busca de algo desconocido, pero después en la sociedad. Yo veo que a las mujeres nos tienen miedo porque en el fondo no nos conocen. Cuando tú generas esos cambios te vuelves vulnerable a ese miedo de la sociedad. Te conviertes en la cuestionada, en el blanco de burlas, en la que llaman loca, en la que no piensa… Ese miedo se puede volver tu fortaleza para seguir adelante o en la razón para mantenerte estático. El reto está en romper ese miedo y convertirlo en tu mejor aliado.  Hay que dar ese paso y no
quedarte paralizada.

EG: En pocas palabras: de las tradiciones, las que te acomoden. Suena muy romántico eso de preservarlas, pero no todas son buenas.

EC: Depende de qué se entienda por tradiciones. Para mí, son mi lengua materna, mi vestimenta, los colores, la música, el baile; pero no la violación a los derechos humanos, no esa cotidianeidad de violencia y pobreza. Y no solo hablo de una pobreza de la panza, sino de una pobreza de la mente. No se puede utilizar como argumento a la tradición, la cultura y la costumbre para justificar la injusticia.

EG: La pobreza se ha utilizado, lo mismo que los usos y costumbres de las comunidades.

EC: Han servido para dos cosas, para detener el desarrollo de las comunidades y para invisibilizar a las mujeres, porque así ha sido conveniente. No vale el argumento de que “así se usa en tu comunidad” para que no te permitan hablar ni para casarte a los doce años.

EG: Eufrosina Cruz se ha convertido en un símbolo.

EC: No sé si soy un símbolo, lo que he hecho es arrebatar ese espejo en que vi reflejadas a mi mamá, a mis tías, a mis abuelas, porque no me gustaba, y construí mi propio espejo. Asumí y sigo asumiendo esa responsabilidad. Lo hago con conciencia y con libertad, porque entendí qué es ser mujer, qué es democracia, qué es igualdad. Comprendí que nadie lo iba a construir para mí, así que di el primer paso, para lo cual debí vencer mis propios miedos, los paradigmas, y volverme un problema para mi familia y para mi comunidad. Si no nos convertimos en problema ante una negación, nadie más va a generar las condiciones para cambiarlo.

EG: Por lo que dices, la oposición que has encontrado no solo ha venido de los hombres, sino de las propias mujeres.

EC: Acusamos a los hombres de ser responsables de la inequidad, pero yo no responsabilizo a mi papá de haber entregado a mi hermana en matrimonio a los doce años, porque nadie le había enseñado que su hija también tenía derechos. A los hombres que me negaron la oportunidad de ser presidente de mi pueblo no los responsabilizo, porque nadie les había enseñado que estaba bien que una mujer pudiese ejercer ese cargo y ese derecho. Responsabilizo a esa circunstancia que se ostenta como tradición y costumbre, y a los que sabiendo que está mal prefieren que todo siga igual.

Cuando mostramos que hay otra forma de construir esa libertad y esa igualdad, ambas partes, hombre y mujer, empezamos a avanzar. La igualdad depende de los hombres y de las mujeres, pero más de nosotras, de nuestra decisión para romper nuestros miedos y paradigmas.

Estos cambios de educación deben partir de nosotras mismas, por eso hay que hacernos oír: “Yo quiero ir a la asamblea ¿por qué no me lo permites?” De repente no nos atrevemos a hablar. Como cuando el novio te pregunta qué película quieres ver y respondes “la que tú quieras”. Desde ahí estamos dejando la decisión a la otra parte, pero claro, si no nos gusta, salimos enojadas.

EG: Ahí viene esa parte de la culpa y el chantaje que maneja quien cede siempre.

EC: Pasa que cuando nos dicen “escoge”, con tal de agradar. Acostumbramos dejar la dedición en manos del otro, pero debemos aprender a alternar la responsabilidad. Así se construyen los acuerdos de igualdad para ganar-ganar.

EG: Esto de responsabilizarse de uno mismo también se aplica al ciudadano. Los mexicanos estamos acostumbrados a esperar que nos resuelva la vida el gobierno en turno, creyendo que con sus promesas nos sacará de todos nuestros problemas, y luego resulta que es más de lo mismo. Estamos esperando que el cambio llegue de afuera.

EC: En cualquier sociedad debe haber corresponsabilidad. Estos temas de campaña: “yo te voy regalar”, “voy a subsidiar todo”, generan una sociedad conformista que detiene su capacidad de opinar y decidir, pero sobre todo, de exigir; genera un ciudadano que ya no aspira a soñar, a ser grande. Creemos que ese señor que promete en la campaña nos va a resolver todo y no, estamos en el peor error, nadie nos va a resolver lo que nos duele si no lo hacemos nosotros desde nuestra trinchera, con nuestra capacidad, desde nuestra visión. Por supuesto, acompañado por el Gobierno, pero sin dejar de asumir la propia responsabilidad. ¿Qué aporto yo para cambiar mi historia, para cambiar lo que no me gusta de mi entorno? Asumir corresponsabilidades es el camino.

EG: Lo común es que los políticos prometan para que les demos el voto y ya que están ahí no volteen a ver a los ciudadanos. La mayoría no sabemos ni quién nos representa en el Congreso. Esos canales de comunicación, ¿a quién le corresponde construirlos?

EC: Es un poco de lo que me ha tocado caminar y construir, porque si un político no regresas a su punto de partida, el ciudadano, no lo puede ayudar. Yo no llego a decir qué debe hacer en una comunidad, ya que creo en su propia capacidad. Como diputada lo que me toca es acompañarlos donde los ciudadanos necesiten que lo haga, pero les digo: “ustedes son los que tienen que dar la cara, los que tienen que cuestionar y exigir. Lo que me toca es trazarles el camino para que ustedes lo hagan.” Eso es empoderar a la ciudadanía.

EG: Si es así, no importa que termines ti periodo en noviembre, porque ese papel lo puedes seguir haciendo.

EC: Por supuesto, lo seguiré haciendo desde mis foros, desde mis conferencias, acompañando a las comunidades, porque el ciudadano tiene que ser la voz de su demanda. Más que representantes del pueblo, los diputados debemos ser su guía para que este reclame y cuestione. Podemos abrir espacios para hablar, pero el que tiene que ser visto es el ciudadano, es el que debe tener el poder, lo demás se llama grilla. Por eso ves a los mismos líderes bloqueando Reforma y en otro lado exigiendo vivienda, esto y lo otro.

La actual crisis de los partidos políticos se debe a que las cúpulas no se han acercado a la ciudadanía para darle voz, aunque viven de sus impuestos. El pasado 1 de julio, los ciudadanos les dieron una lección, les dijeron: o reaccionan o habrá cambios. Estoy convencida de que en México la sociedad ya está más informada y es más crítica, no va a dejar que ninguno de los tres niveles de gobierno haga lo que le dé la gana. El voto es su arma para exigir, no fue un cheque en blanco.

EG: Tenemos Eufrosina para rato y eso es bueno para México, pues necesitamos que tu visión se convierta en parte de nuestros usos y costumbres.