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Mendingando un “Me gusta” en Facebook

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En menos de diez años, Facebook se ha convertido en un ambiente de socialización que ha derivado en el nacimiento de una nueva “clase social”: la de los mendigos digitales.

Es sabido que la dinámica del compartir es el punto de partida y éxito, no solo de Facebook, sino en general, de todas las redes sociales. El contenido que las personas cargan en los espacios digitales suele ser una ocasión para mostrar a los otros la propia vida y en torno a eso, despertar una conversación que posibilite conocer impresiones sobre lo compartido. En ese sentido, compartir implica sopesar la relevancia de lo mostrado que, en definitiva, supone calibrar también una forma de aprecio hacia la persona que comparte algo.

En las relaciones sociales que Internet facilita, un “me gusta” equivale a una muestra de aprecio e interés, y en consecuencia, eso se convierte en un objetivo indirectamente buscado al momento de compartir fotografías, pensamientos, videos, etc. En no pocas ocasiones, el deseo de ser tomado en cuenta termina por convertir a la persona en un limosnero de “me gusta”; los “me gusta” acaban convirtiéndose en un alimento de la propia vanidad y en realidad, importa poco quién los haga mientras sean muchos. En algunos usuarios, la vanidad degenera en gula: los “me gusta” serán siempre pocos y el hambre de ellos será siempre mayor e insaciable.

Como se puede advertir, ya no es la relación interpersonal la que importa ni la que está al centro, sino la “necesidad” de ser tomado en cuenta y a toda costa. ¿Qué es eso sino la búsqueda de popularidad a cualquier precio? En no pocos casos, el anhelo de relevancia supondrá no solo ingentes inversiones de tiempo para conocer al segundo quién o cuántos dieron el último “me gusta”, sino también el exponerse más y más en el afán de conseguir reacciones que alimenten el propio ego.

El ser humano está hecho para la relación con los demás. En antropología filosófica se llama “alteridad” al deseo del hombre por salir al encuentro del otro para ser acogido y acoger. En el fondo, tal vez las personas que han pasado a engrosar esa nueva y creciente “clase social digital” están manifestando una inquietud interior más grande que compartimos todos los seres humanos: el deseo de aprecio y el hambre de trascendencia.

En la visión cristiana del mundo hay un plus que ayuda a encauzar esos grandes y profundos anhelos: quien medita en la propia existencia, en su condición de criatura, puede reconocer que la propia vida busca un “me gusta” por parte de Dios. ¡Somos amados y en consecuencia la vida tiene un horizonte! El Amor que no acaba ha hecho una opción por nosotros y la vida es una muestra de ello. Es ese mismo Dios-Amor el que mantendrá indefectiblemente esa opción por nosotros, y la traducirá en la vida diaria en un amor continuado, en un interés por sus criaturas.

Los usuarios de Facebook tienen la vocación de desarrollar un estamento social emergente: el de los “multimillonarios de sentido” que saben que su vida tiene un por qué, independientemente de la cantidad de “me gusta”… Su riqueza es precisamente saber que son importantes para Dios y que así su vida se convierte en la misión de compartir ese amor con más personas. Sí, los “multimillonarios de sentido” están llamados a redistribuir esa riqueza.

 

Fuente: yoinfluyo

 

¿Qué opina el Papa Francisco sobre el aborto?

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Fue verdaderamente impresionante el alud de comentarios sensacionalistas publicados en diversos medios de comunicación de supuestos “sociólogos o antropólogos de la religión” acerca de los cambios que debería de haber dentro de la Iglesia con motivo de la renuncia como Romano Pontífice de Benedicto XVI.

Y no sólo eso, sino que de pronto aparecieron una  lista de personajes que se autodenominan “teólogos”, que  también se sumaron a señalar cómo debería de ser “la Iglesia de los tiempos modernos”.
¿Quién es un verdadero teólogo? Aquél que en primer lugar obedece al Magisterio de la Iglesia, sigue fielmente las interpretaciones de las Sagradas Escrituras (Biblia),  la Tradición de los Santos Padres… En definitiva, los estudiosos que acogen con humildad el mensaje evangelizador de Jesucristo y que los Romanos Pontífices han enseñado a lo largo de XXI siglos de cristianismo.
Entonces, estos teólogos profundizan e investigan en el Credo, la Moral y los Sacramentos con la finalidad de prestar un servicio a la Iglesia. Tenemos las valiosísimas aportaciones de muchos de ellos que han enriquecido el “Depósito de la Fe”. Basta mencionar, por ejemplo, el intenso trabajo de muchos de ellos para elaborar el actual “Catecismo de la Iglesia”, ordenado por el Beato Juan Pablo II y coordinado por el entonces Cardenal Joseph Ratzinger.
Pero me quiero referir a un tema en particular que hace pocas semanas fue muy debatido: “que la Iglesia ‘moderna’ debería de permitir el aborto”.
Tengo en mis manos un documento que recoge las palabras de una homilía del entonces Cardenal Jorge Mario Bergoglio y que pronunció el 16 de septiembre de 2012, de modo claro y enfático afirma: “El aborto nunca es la solución. Debemos escuchar, acompañar y comprender desde nuestro lugar a fin de salvar las dos vidas: respetar al ser humano más pequeño e indefenso, adoptar medidas que puedan preservar su vida, permitir su nacimiento y luego ser creativos en la búsqueda de caminos que lo lleven a su pleno desarrollo”.
¿Y qué nos dice el Catecismo de la Iglesia en sus puntos 2270 y ss?: “La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción. Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida”.
Y más adelante dice: “El derecho inalienable de todo individuo humano inocente a la vida constituye un elemento constitutivo de la sociedad civil y de su legislación”. (…) Puesto que debe ser tratado como una persona desde la concepción, el embrión deberá ser defendido en su integridad, cuidado y atendido médicamente en la medida de lo posible, como todo otro ser humano”.
En esta misma línea,  hay una encíclica que, en  mi opinión, es fundamental para el análisis y reflexión sobre el respeto a la vida humana y que fue escrita por el Beato Juan Pablo II y  titulada: “El Evangelio de la Vida”.
El Papa expone la altísima dignidad que tiene todo ser humano y que Dios es el único Señor de la vida y la muerte. Que la vida humana es sagrada puesto que parte de la acción directa del Creador.
Por lo tanto, aunque haya personas en nuestro tiempo que pretendan legitimar el aborto (legisladores, intelectuales, pensadores, organismos internacionales…) y en algunos países sea como una corriente en boga, nunca hemos de perder de vista aquello que el Beato Juan Pablo II enérgicamente afirmaba: “¡Sólo Dios es dueño de la vida humana!”.
Por lo tanto, el aborto es y siempre será un grave homicidio contra un ser inocente. La Iglesia y todos los Papas en forma unánime así lo han sostenido a lo largo de la historia de la Iglesia.
Estas declaraciones que originalmente mencionaba, del Cardenal Jorge Mario Bergoglio, ahora Papa Francisco, no hacen sino continuar con las enseñanzas perennes de la Iglesia fundada por Jesucristo.

Papa Francisco firme en contra del abuso sexual

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El Papa Francisco subrayó la importancia de un edicto para eliminar el abuso sexual durante la audiencia del 5 de abril con el Arzobispo Gerhard Ludwig Müller, prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe.

Tras la reunión con el Pontífice, el Arzobispo Müller emitió una declaración de acuerdo con la cual el Papa “recomendó que la Congregación, continuando con la línea fijada por Benedicto XVI, actúe decisivamente en relación a los casos de abuso sexual, primero que nada, promoviendo medidas para proteger a los menores de edad, así como ofreciendo asistencia a aquellos que hayan sufrido abuso en el pasado, llevando adelante procedimientos en contra de los culpables, con el compromiso con las conferencias de obispos para formular e implementar las directrices necesarias en este tema tan importante para la credibilidad de la Iglesia.” El Papa Francisco también dijo que ora por todas las víctimas de abuso.

Margaret Thatcher

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A comienzos de 1979, la Gran Bretaña era un lugar horrible para vivir. Decenas de miles de trabajadores del sector público se fueron a la huelga; los transportistas se rehusaban a entregar sus cargas de combustible para calefacción, forzando el cierre de cerca de mil escuelas; los cadáveres yacían fuera de sus tumbas en Liverpool, luego de que los enterradores depusieran sus herramientas en protesta por no encontrar respuesta a sus demandas.

La agitación industrial a gran escala causada por las demandas sindicales de aumento salarial chocaba con la política de congelarlos que promovía el partido laborista en el poder.

Margaret Thatcher era entonces la líder del partido conservador de oposición. Ella vio que su nación estaba fallando. La estaba destruyendo el poder de los sindicatos, el exceso de gobierno, de endeudamiento y de impuestos, así como la inflación. En el escenario internacional, el comunismo soviético amenazaba el futuro de la libertad en Occidente.

El malestar general se reflejaba a lo largo de una nación impotente: Sir Nicholas Henderson, embajador británico en Francia, apuntó en un comunicado diplomático (que más tarde fue filtrado y difundido): “… el declive de la economía británica en relación con nuestros socios europeos ha sido tan marcado que no solo ya no somos una potencia mundial; sino que no estamos siquiera en primera fila entre los países europeos.”

Hoy, el Reino Unido es una fuerza motriz de la economía mundial, un peso completo en política, una potencia militar y un exportador global de cultura. Ese país estaba muy lejos de ocupar este sitio en 1979. De hecho, se vislumbraba cerca el fin del imperio.

Las políticas que levantaron la trayectoria británica son bien conocidas. El gobierno de la Sra. Thatcher dejó de subsidiar a la industria minera del carbón y otras actividades económicas que eran poco competitivas e ineficientes, las barreras para acceder al mercado de servicios financieros fueron demolidas y las ‘joyas de la familia’ fueron vendidas en una serie masiva de privatizaciones industriales.

En el plano internacional, Thatcher desdeñó de manera repetida la integración a la comunidad económica de Europa (ahora Unión Europea). Se alió estrechamente con los Estados Unidos a través del presidente Ronald Reagan. A pesar de sus orígenes tan distintos, tenían una sorprendente afinidad: la estrella de cine procedente de California y la hija de un abarrotero de Lincolnshire cuya adusta personalidad pública enmascaraba su calidez y amabilidad. Ambos jugaron, junto con el Papa Juan Pablo II, un papel crucial en el suave y pacífico aterrizaje de la Unión Soviética cuando esta se desmoronó (muy distinto de lo que ocurrió en la primavera árabe).

Su apuesta más grande (y golpe de suerte) tuvo que ver con la invasión argentina de las islas Malvinas (Falklands) en 1982. Desde muchas ópticas, la vida en Inglaterra era peor en 1982 que en 1979. De haberse perdido esa guerra se hubiera perdido también la oportunidad de los conservadores de ganar la elección general en 1983. Pero la “Dama de Hierro” triunfó.

El clímax de su victoria, paradójicamente, fue el triunfo aplastante del partido laborista en 1997. El reconocimiento por parte de su sucesor, Tony Blair, de que el centro-derecha debe ser el punto de apoyo de la política inglesa, fue el más grande legado de Thatcher.

Las políticas de la “Dama de Hierro” implicaron costos muy altos: hubo un recorte muy grande en gasto social que contribuyó al aumento del número de personas indigentes. Las relaciones de Inglaterra con el resto de Europa se envenenaron con su intransigencia y hostilidad, a pesar de lo cual la integración europea siguió adelante, aunque a un paso más lento. Estos fueron los factores que precipitaron su caída como líder de su partido y como primer ministro en noviembre de 1990.

Mrs Thatcher abrazó con convicción el liberalismo económico y el libre mercado, pero no fue capaz de ver las consecuencias de la desindustrialización masiva. El costo humano de cerrar las minas de carbón y ‘racionalizar’ la fuerza de trabajo del ferrocarril británico, la industria del gas y otros monopolios fragmentados, fue simplemente enorme.

El índice fenomenal de desempleo en ciudades como Liverpool preparó el camino para la agitación social y la cultura actual de beneficios sociales, y diezmó a las comunidades en los yacimientos de carbón. La incapacidad para amortiguar el golpe y proveer un empleo transitorio a esa gente propició la agitación y la división de la sociedad civil. Los conservadores fallaron al no poder construir una economía fuerte y comunidades sólidas en lo que antes fuera el corazón de aquella industria. Gran Bretaña aún sufre por eso.

El hecho es que existe una vasta franja en el norte del país donde los candidatos del Tory pierden en cada elección porque no hay una oferta de empleo suficiente para que la población emprenda negocios o trabaje fuera del sector público. Dos iniciativas políticas actuales podrían cambiar esto. Una es el programa de escuelas gratuitas del secretario de Educación Michael Gove y su esfuerzo para elevar el nivel educativo. La otra consiste en aprobar las reformas masivas a la seguridad social propuestas por Ian Duncan-Smith, que pretenden modificar el sistema de beneficios de forma que no desincentive el trabajo. No obstante, una buena parte del país no se inclina por la derecha como resultado de no haberse hecho lo suficiente para reinstalar las industrias perdidas en los 80’s.

La fuerza personal de la Sra. Thatcher está claramente representada en las conocidas frases que se le atribuyen. Mi favorita, por lo que vale, es: “Ser poderoso es como ser una dama. Si tienes que decirle a la gente que lo eres, es que no lo eres”. La primera ministra colocó una oración de San Francisco de Asís en la entrada del número 10 de Downing Street en 1979: “Donde haya discordia, ponga yo armonía; donde haya error, ponga yo verdad”.

La Sra. Thatcher siempre se describió a sí misma como una política de convicciones y nadie jamás tuvo duda alguna de lo que ella creía y por qué. Ante el temor actual por la recesión global, esperamos que lleguen más líderes con la visión y el coraje para implementar las reformas necesarias que se necesitan para lograr el crecimiento económico y la creación de empleos estables.

Pero recordemos que todas las citas necesitan un contexto. Una resolución como la que irradiaba la “Dama de Hierro” debe ser atemperada por la sensibilidad necesaria para sopesar todas las consecuencias de las acciones políticas.

Margaret Thatcher no solo lideró sino salvó a su país. Salvó a la Gran Bretaña de la bancarrota. Logró la reducción de los poderes de los sindicatos, la modernización económica, la transformación estructural de Inglaterra y ayudó a darle forma a la historia del siglo XX. El mismo Tony Blair afirma que su tarea consistió en continuar la tarea que ella había comenzado.

Desde 2002 Thatcher sufrió serie de infartos cerebrales y demencia senil. Solo los monarcas reciben un funeral de estado y ella será despedida como tal. Cabe mencionar que entre sus logros personales también cuenta el nunca haber descuidado a su familia. Su marido siempre fue fiel al amor de su vida: Margaret.

¿Titulado?

Ya desde hace unos buenos años, quedó claro que los estudios a nivel licenciatura son apenas una base de lo que un buen profesionista necesita para desempeñarse a buen nivel en el mundo del trabajo. Las maestrías, los masters, las especialidades, los doctorados y hasta postdoctorados son lo que sigue.
En cada vez más profesiones, la competencia para tener un buen puesto laboral o académico se vuelve más compleja, ya que se ha creado una sobreoferta de graduados, que al terminar sus estudios universitarios no encuentran empleo. Esto a pesar de que el mundo universitario está creando nuevas carreras para un ambiente laboral más diversificado o especializado.
Así, la manera de tener una ventaja competitiva es continuar estudiando tras terminar una licenciatura. La oferta académica de postgrado es así algo creciente, en donde hay desde estudios realmente avanzados, con alta calidad académica en universidades e instituciones de enseñanza superior, hasta auténticas fábricas de títulos de maestrías y doctorados que no educan al profesionista, lo engañan haciendo como que le enseñaron.
Son lo que en México llaman «escuelas patito», negocios a costillas del joven que desea prepararse mejor, y que termina sus estudios y se estrella con la realidad de que prácticamente no le enseñaron nada, que tiene un título sin contenido. Estas fábricas de títulos incluyen en realidad desde la preparatoria o bachillerato, hasta las licenciaturas y postgrados.
Así que el graduado o estudiante que está cercano a terminar su licenciatura, debe analizar, con la mejor ayuda o asesoría que pueda conseguir, las opciones realmente valiosas para continuar su formación profesional de postgrado, en especialidades, masters o maestrías (el doctorado vendría después).
Una recomendación que recibí en mi carrera, fue de iniciarse en el mundo del trabajo profesional, para tomar algo de experiencia y así valorar mejor los cursos de postgrado. La opinión del maestro era que salir del salón de clase de licenciatura para entrar al de maestría, hacía que ésta fuera como una extensión de lo anterior. Escuché otras opiniones en el mismo sentido de personas tanto del medio académico como del profesional en ejercicio.
Creo que esta recomendación puede ser casuística, ya sea porque en algunas carreras profesionales los estudiantes se involucran en la profesión mientras estudian o porque se da la oportunidad de continuar estudiando al salir de la universidad. A veces quienes inician su vida laboral ya no se preocupan en salir para volver a las aulas en postgrado, lo dejan para un después que no llegará. Algunos optan también por estudiar una segunda carrera a nivel licenciatura.
Para quienes sí se interesan en continuar estudios de postgrado en algún momento, mi mejor recomendación, compartida con muchas personas, es salir del país y hacer el postgrado en otro diferente. Pero hay que ser muy selectivos, tanto de la nación seleccionada como de la institución de enseñanza a la cual inscribirse. En el mundo hay todas las calidades de escuelas: malitas, mediocres, buenas y excelentes, ¡cuidado!
Otra recomendación importante es examinar cuidadosamente lo que se piensa estudiar en postgrado: el plan de estudios, la compatibilidad con lo ya aprendido, las preferencias y destrezas personales, el idioma y el reconocimiento de los estudios para las leyes nacionales, entre otras cosas.
Pero ¿por qué en otro país? Por varias razones, a veces porque las mejores instituciones de lo que se desea estudiar son extranjeras bien conocidas. Hay universidades que se recomiendan solas, se han ganado su prestigio a través de los años, y están en determinados países, generalmente en «los desarrollados», es decir en Europa, Japón, Estados Unidos y Canadá. Para Latinoamérica, hay especialidades bien identificadas de tal centro de estudios en tal país, con gran prestigio.
Otra razón es la convivencia en una cultura diferente. Se aprenden muchas cosas, sobre la vida, los valores, la historia, la política. Convivir con jóvenes de otras nacionalidades en una experiencia extremadamente valiosa. También se aprenden otros idiomas, puerta a otras culturas y formas de ver la vida, ya que el lenguaje es algo más que entenderlo, leer, hablar y escribir.
Muy importante es conocer la forma en que nuestra profesión es vista, estudiada y practicada en otras culturas. Aprender la importancia y enfoque de las materias que integran el currículum académico y el equilibrio diverso que puede haber frente a nuestra propia universidad de procedencia. Todo ello nos ayuda a aprovechar mejor nuestros estudios de postgrado.
Decía un maestro italiano en el Tec de Monterrey (mi alma mater) que nos fuéramos un año a Europa. Como en la vida estudiantil siempre hay una prisa por terminar e irse a trabajar, «realizarse» profesionalmente, agregaba, pueden pensar que pierden un año, pero ganarán años de madurez. Cierto.
Tuve la agraciada experiencia de pasar por todo eso, al haber gozado de una beca para estudiar en una de las mejores universidades del mundo, la Universidad Católica de Lovaina, y puedo decir que es más lo que se aprende en la convivencia con otras culturas que lo expuesto en la cátedra. Convivir con estudiantes latinoamericanos nos abrió, a mí y a otros, una visión mucho mejor de la realidad latinoamericana que la que llevaba desde México.
Tratar con estudiantes belgas, de ambas etnias, la valona de origen francés y la flamenca, vivir en un mundo bilingüe y bicultural resultó valioso, pues el Reino de Bélgica está hecho de dos culturas diferentes, con sus ventajas y sus grandes desventajas; eso dio mucho que aprender.
Una particular experiencia con los estudiantes «nativos» fue el apreciar cómo aquellos que habían pasado tiempo en el extranjero, tenían una visión del mundo mucho más amplia que los que nunca viajaron más que de turistas.
Mucho me sirvió convivir con españoles, portugueses, estadounidenses, italianos, hindúes (con su extraño inglés), además de los belgas.
Años después, tuve una excelente experiencia similar en Canadá, al participar en el mejor curso para ejecutivos, en la Escuela de Administración Avanzada de Banff, tanto académica como humanamente hablando. (Becado también).
Otra experiencia, que nos puede ser muy útil, es conocer directamente la forma en que nuestra patria es vista por extranjeros, cómo la identifican, qué tanto saben de ella y colaborar, en nuestras conversaciones y participación en clase, a que conozcan mejor la realidad de la que venimos. Como otros latinoamericanos, tuve que pelear frente al menosprecio muy generalizado que en Europa tienen de América Latina.
Algo importante descubrí tras Lovaina y que les cuento como anécdota. Ya trabajando en México, en el mundo bancario, conocí a un ingeniero argentino, que colaboraba en una empresa regiomontana. Me dice un día, «Sr. Reding ¿Qué opina sobre sus estudios en Europa?»
«Mire ingeniero», le respondí: «que mi escuela, el Tecnológico de Monterrey, es una excelente universidad. Aprendí que los graduados del Tec nos desenvolvíamos en las mejores universidades del mundo en igualdad de formación académica que los demás del mundo ‘desarrollado’.»
Sonrió y me dijo que tenía la misma experiencia. «Estudié en la Universidad de Buenos Aires, y al llegar en Nueva York a la Columbia University, descubrí que mi complejo de venir de un país subdesarrollado era infundado. Sabía lo mismo que mis compañeros americanos, vi que mi universidad era muy buena».
Pero, me dirán, ir a estudiar al extranjero y a una buena escuela cuesta mucho dinero. Cierto, pero para eso están las becas. Aunque a muchos les parezca difícil obtener alguna, puedo decirles que en el mundo de la diplomacia hay muchas, muchas becas disponibles, y que a veces se quedan porque nadie las solicita. Hay que investigar y solicitarlas. Con una en la bolsa, el problema de volver a estudiar se resuelve, ya sea modesta o muy cómodamente (mi beca belga era «buena» como estudiante graduado).
Los estudiantes de grado deben mirar al mundo extranjero del postgrado como algo natural, y aprovecharlo con la enorme ventaja de aprender mucho de la vida, al vivir en otro medio cultural; buscar la mejor opción de posgrado a la que podamos aspirar, solicitar la beca y la inscripción (a veces lo más difícil). Si se hace bien, todo estará resuelto, para regresar a la patria y a la familia con un gran bagaje académico y humano. Ésta es la diferencia con un buen posgrado nacional (en donde también hay extranjeros, por cierto).

¿De dónde sacamos que Dios existe?

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La «fe ciega», hostil a la reflexión y a la ilustración, no es la forma más alta de creer, sino una forma pequeña y deficiente de fe. Por eso hay que estar dispuestos a buscar y a dar respuestas a las preguntas del mundo que nos rodea con una inexorable sinceridad intelectual. Mario Benedetti escribió: “Yo no sé si Dios existe, pero si existe, sé que no le va a molestar mi duda.”

Al pensar en toda la cadena de argumentos que llevan de no creer a creer, podemos no tener muy claro cómo y por dónde comenzar.

La fe es un don, por lo que hay que comenzar por remover los obstáculos que impiden aceptar el regalo de la fe, o puesto de otro modo, crear una suerte de anhelo por la fe, o la expectativa de que a través de ella podemos llegar a la verdad.

El intelecto humano puede conocer la existencia de Dios acercándose a Él a través de un camino que tiene como punto de partida el mundo creado y que posee dos itinerarios: las criaturas materiales y la persona humana. San Pablo afirma: “Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se los manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.” (Rom 1.19-20).

Las vías hacia la existencia de Dios se llaman “pruebas”, no en el sentido que la ciencia matemática o natural da a este término, ya que Dios no es objeto de nuestro conocimiento empírico, sino como argumentos filosóficos convergentes y convincentes, que el sujeto comprende con mayor o menor profundidad dependiendo de su formación específica. La riqueza y la inconmensurabilidad de Dios son tales que ninguna de estas vías por sí misma puede llegar a una imagen completa y personal de Dios, sino solamente a alguna faceta de ella: existencia, inteligencia, providencia, etc.

Unas de las más conocidas vías cosmológicas son las célebres “cinco vías” elaboradas por Santo Tomás de Aquino (leer artículo completo en revistamira.com.mx). Estos y otros itinerarios han sido propuestos por diversos autores hasta nuestros días. Por tanto, mantienen su actualidad, aunque para

comprenderlos es necesario partir de un conocimiento de las cosas basado en el realismo (no en ideologías), que no reduzcan el conocimiento de la realidad solamente al plano empírico experimental, de forma que el pensamiento humano pueda ascender de los efectos visibles a las causas invisibles.

Pero el conocimiento de Dios es también accesible a través del sentido común. La mayoría de nosotros percibe un orden moral desde una edad muy temprana, aun sin tener que pensar demasiado. Esta percepción incluye un sentido de lo que está bien y lo que está mal, así como la comprensión de que estamos llamados a hacer lo correcto por parte de un poder más allá de nosotros mismos.

Sin embargo, esta aproximación a Dios solo funciona en aquellas personas que no han cerrado deliberadamente su mente. Si la trayectoria lógica de las impresiones que se tienen de origen no es lo suficientemente pura, se intenta tirar en el sentido opuesto constantemente. San Pablo expresa el problema con franqueza: “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios.” (Rom 1.20-22).

La ley moral natural es accesible a los hombres de toda época y cultura, aunque su reconocimiento, como en el caso de la existencia de Dios, puede  quedar en oscuridad por el pecado. San Agustín dijo: “Nadie niega a Dios, sino aquel a quien le conviene que Dios no exista”; su interés no se dirigía tanto a probar al ateo que Dios existe, sino a mostrar cómo toda la creación proclama a Dios que el alma puede experimentar en sí misma al Dios viviente. El pecado y las malas disposiciones morales pueden hacer más difícil este reconocimiento.

El espíritu humano manifiesta a Dios. El hombre percibe su singularidad y preeminencia sobre el resto de la naturaleza. Aunque comparte muchos aspectos de su vida biológica con otras especies animales, se reconoce único en su fenomenología: reflexiona sobre sí mismo, es capaz de progreso cultural y técnico, percibe la moralidad de las propias acciones y trasciende con su conocimiento y su voluntad, pero sobre todo con su libertad, el resto del cosmos material. En definitiva, el ser humano es sujeto de una vida espiritual que trasciende la materia de la cual, sin embargo, depende. Desde los orígenes, la cultura y la religiosidad de los pueblos han explicado esta trascendencia del ser humano afirmando su dependencia de Dios, del cual la vida humana contiene un reflejo.

Existen itinerarios que conducen a Dios partiendo de la propia experiencia existencial. Con su apertura a la verdad y a la belleza, con su sentido del bien moral, con su libertad y la voz de su conciencia, con su aspiración al infinito y a la dicha, el hombre se interroga sobre la existencia de Dios. En estas aperturas, percibe signos de su alma espiritual.

La presencia de una conciencia moral que aprueba el bien que hacemos y censura el mal que realizamos o querríamos realizar, lleva a reconocer un Sumo Bien al cual estamos llamados a conformarnos, del cual nuestra conciencia es como su mensajero. Partiendo de la experiencia de la conciencia humana y sin conocer la Revelación bíblica, varios pensadores desarrollaron desde la antigüedad una reflexión sobre la dimensión ética del obrar humano, reflexión de la que es capaz todo hombre en cuanto creado a imagen de Dios.

Junto a la propia conciencia, el ser humano reconoce su personal libertad, como condición del  propio actuar moral. En ese reconocerse libre, lee en sí la correspondiente responsabilidad de las propias acciones y la existencia de Alguien ante el cual ser responsable; este Alguien debe ser mayor que la naturaleza material, y no inferior sino mayor que nuestros semejantes, también llamados a ser responsables como nosotros. La existencia de la libertad y de la responsabilidad humanas conduce a la existencia de un Dios garante del bien y del mal, creador, legislador y remunerador.

En el contexto cultural actual se niega frecuentemente la verdad de la libertad humana, reduciendo a la persona a un animal un poco más desarrollado, pero cuyo actuar estaría regulado fundamentalmente por sus necesidades básicas e instintos naturales; o identifican la sede de la vida espiritual (mente,

conciencia, alma) con el cerebro y los procesos neurofisiológicos, negando así la existencia de la moralidad del hombre. A esta visión se puede responder con argumentos que demuestran la auto-trascendencia de la persona, el libre albedrío que obra también en las elecciones condicionadas por la naturaleza, y la imposibilidad de reducir la mente al cerebro.

En la presencia del mal en el mundo, muchos ven hoy en día una prueba de la no-existencia de Dios, porque si existiera, no lo permitiría. En realidad, esta desazón es también una “vía” hacia Dios. Porque la persona percibe el mal y la injusticia como situaciones dolorosas no debidas, que reclaman un bien y una justicia a la que se aspira. Pues si la estructura más íntima de nuestro ser no aspirase al bien, no veríamos en el mal un daño y una privación.

En el ser humano existe un deseo natural de verdad, de  bien y de felicidad, que son manifestaciones de nuestra aspiración natural de ver a Dios. Si tal pretensión quedara frustrada, la criatura humana quedaría convertida en un ser existencialmente contradictorio, ya que estas aspiraciones constituyen el núcleo más profundo de la vida espiritual y de la dignidad de la persona. Su presencia en lo más profundo del corazón muestra la existencia de un Creador que nos llama hacia sí a través de la esperanza en Él.

Próximo número: La negación de Dios: las causas del ateísmo. El agnosticismo y la indiferencia religiosa.

 

 

Les Misérables

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Sin duda alguna, “Los Miserables” es una de las producciones más exitosas de Broadway en todos los tiempos, y en celuloide, sigue humedeciendo los ojos y atrayendo grandes audiencias. Un verdadero hit.

Pero, ¿cuál es el misterio de esta historia? Un artículo publicado recientemente en el Washington Post argumentaba que la gente ama esta historia porque le es muy familiar: “Los estereotipos femeninos encajan perfectamente en nuestra cultura: la mamá que se sacrifica hasta morir, dos mujeres que aman al mismo hombre, y una mujer más, enamorada de un hombre que pertenece a una clase social diferente a la suya. Estos personajes resultan perfectamente reales; es muy fácil identificarse y/o recordar a alguien en situación idéntica.”

Sin embargo, nada está más lejos de mi mente cuando veo “Los Miserables” que los estereotipos femeninos, y soy una persona sumamente sensible. Para ser justos, lo más sorprendente de “Los Miserables” no puede resumirse en unas cuantas líneas. Es una historia de amor con muchas facetas; una historia sobre la experiencia humana en el contexto de una época turbulenta en Francia.

Los estereotipos femeninos existen, pero sería muy pobre que el mensaje de “Los Miserables” fuera: “Las mujeres deben sacrificarse a sí mismas por sus hijos o por la carrera de los hombres”. Es cierto que Fantine murió tratando de ayudar a Cosette, y Eponine murió tratando de apoyar la causa de Marius. Pero no hay que olvidar dos cosas:

1.   Estas mujeres no son los únicos personajes con experiencias miserables en la trama.

2.   La historia de estas mujeres es la parte más fuerte y conmovedora porque es ejemplo de sacrificio, perdón y amor generoso –sin dejar de mencionar que son ellas las que interpretan algunas de las canciones más memorables de Broadway (“I dreamed a dream” y “On my own”) –, lo que habla de una profundidad en las mujeres que debe ser aplaudida, nunca ridiculizada.

 

Desde mi punto de vista, se trata de una historia cruda y real de sacrificio humano –sacrificio de mujeres y también de hombres (Enjoiras o Gavroche) –; y de misericordia y fe en la humanidad (Obispo de Digne). Una tragedia llena de belleza y profundidad.

Esta versión fílmica del célebre musical de Broadway –que a su vez es una sublime adaptación de la obra cumbre de Víctor Hugo (historia que requiere una enorme capacidad de síntesis para plasmar en la pantalla aquello realmente importante)–, está dirigida por el ganador del Oscar Tom Hooper (director de la premiada película “El discurso del rey”) y cuenta con la participación de grandes estrellas como Hugh Jackman (la mejor interpretación de su carrera), Russell Crowe, Anne Hathaway y Amanda Seyfried.

Entre las nominaciones al Oscar que tiene esta cinta están: Mejor Película, Mejor Actor (Hugh Jackman), Mejor Actriz de Reparto (Anne Hathaway), Mejor Diseño de Vestuario, Mejor Maquillaje, Mejor Producción de Diseño y Mejor Mezcla de Sonido.

 

Visita a tus padres ¡es una orden!

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Es por muchos conocido el problema demográfico que está por acaecer en algunos países del mundo, especialmente en los europeos y en varios asiáticos.

Según las estadísticas, parecía que la población seguiría creciendo más y más; sin embargo, mientras que la ONU anunciaba que el mundo había llegado a los siete mil millones de habitantes, Rusia ofrecía un equivalente de nueve mil dólares a las mujeres que tuvieran un segundo hijo (cf. Informe Semanal de Política Exterior, noviembre de 2011).

Caímos poco a poco en la utilización de distintas ‘medidas estratégicas’, y hasta obligatorias y violentas en el caso de algunos países asiáticos como China, para ‘controlar’ el número de hijos por matrimonio; medidas que a la larga están resultando contraproducentes para el género humano.

Como resultado, la tasa de dependencia se ha incrementado y hay países en los que va a ser muy difícil renovar la población envejecida, porque por evitar algunas ‘molestias’ y el desembolso que implican los hijos, la población activa es cada vez menor por haber ignorado que el crecimiento demográfico es plenamente compatible con un desarrollo integral y solidario, a nivel familiar y social.

El caso de Italia es ilustrativo de lo que está pasando y que puede suceder también en otros países. El veinte por ciento de los italianos tiene 65 años o más. Según el Wall Street Journal, Italia tiene más pensionistas que trabajadores en activo y gasta el catorce por ciento del PIB en pensiones; mucho más que cualquier otro país de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Las generaciones activas actuales y las que están por venir, tendrán que pagar por muchos pensionistas, cosa que a nadie le agrada.

En el caso de China, por ejemplo, en diciembre pasado se hizo una enmienda a la Ley de Protección de los Derechos e Intereses del Adulto Mayor, que obliga a los familiares que viven separados de los adultos mayores a visitarlos con frecuencia. Esta nueva cláusula se debe a que la creciente población de personas de la tercera edad está cada vez más descuidada. A través de esta ley, podrán proceder legalmente contra sus hijos acusándolos por abandono.

Es un hecho que los adultos mayores que en China eran tradicionalmente reverenciados, ahora son olvidados. Son muchos los casos de abandono y de mal trato.

Gracias a más de tres décadas de una política de ‘un solo hijo por matrimonio’, hoy ese hijo único es el responsable de cuidar a sus papás y a sus abuelos maternos y paternos, lo cual es una grave carga financiera para una sola persona.

Lo que se pretende con la reforma a la ley es que sirva como recordatorio de las obligaciones tradicionales hacia los padres y de la necesidad de atenderlos emocionalmente. Pero el hecho de que se requiera una ley, muestra la dificultad para mantener las ‘obligaciones tradicionales’ en una estructura familiar revolucionaria.

El National Committee on Ageing estima que un tercio de la población china tendrá más de sesenta años en 2053 y necesitarán más que atención emocional. Si su hijo no puede darles apoyo material, lo demandarán del gobierno, a lo cual tienen derecho porque fue el gobierno quien los privó de tener una ‘familia natural’.

Finalmente, habrá que reconocer que el problema puede tener raíces más profundas; quizás en cuanto al valor que se le da a la familia. Hará falta redescubrir que lo mejor es no dejarse llevar por un egoísmo sutil al planear o imponer el número de hijos, no poniendo al ser humano a merced de la economía, sino a la economía –en la medida de lo posible- al servicio del hombre.

Ni reyes ni esclavos

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Es lamentable que haya padres de familia que no enseñen el valor de la responsabilidad y del trabajo a sus hijos, quienes al llegar a la adolescencia, desconocen algunas reglas básicas y buenos hábitos que les hará más difícil independizarse.

¿Desde cuándo hay que empezar a enseñarles a trabajar?

Muchos especialistas recomiendan a los padres que enseñen a sus hijos a comprender y a poner en práctica las virtudes y valores humanos del trabajo desde muy pequeños, preparándolos para eLa psicoanalista Elsa Pérez de “Habilidades para la vida”, aseguró que fomentarles la responsabilidad desde pequeños es lo mejor que puede hacer un padre por sus hijos, porque “es así como aprenden a relacionar el esfuerzo físico o mental con su resultado;  es una relación de causa-efecto”.

La especialista señaló que la casa es el punto de partida: “Los niños menores de diez años imitan y aún no comprenden la relación causa-efecto, pero pueden enseñarles buenos hábitos como el aseo personal, recoger los juguetes, los horarios de tareas y ciertas limitantes. En cambio, un niño mayor de once años comprende perfectamente la relación causa-efecto y sabrá que todo trabajo ejercido tendrá una recompensa”.

De acuerdo con el crecimiento y la madurez del niño, Pérez  recomienda a los padres que asignen una lista de tareas a los hijos: “Es importante que no se asignen tareas como castigo o recompensa, ya que se perdería el verdadero sentido de la responsabilidad y el trabajo; hazles saber que su apoyo es una oportunidad de contribuir con la vida familiar”.

En ocasiones los niños pueden tratar de negarse y no siempre realizarán su trabajo a la perfección, pero a medida que crezcan se darán cuenta del valor que tiene su contribución.

Por otra parte, el sitio blogsud.com da seis consejos importantes para la enseñanza de los hijos y sus tareas:

1.Divide los trabajos grandes en tareas más pequeñas. Si el niño está arreglando un cuarto, que empiece por los libros o una sección desordenada del cuarto.

2.Encuentra formas de convertirlo en un juego. Pon un cronómetro para ver cuánto puede hacer antes de que suene. Tomen turnos para ser el supervisor y durante cinco minutos, déjalo ser el jefe.

3.No tengas temor de que pare para jugar. Mejor establece pausas de antemano para ello. Los niños aman tener descansos para jugar; simplemente no los hagas muy largos o no volverá al trabajo. Una pausa de dos minutos puede hacer maravillas.

4.Asegúrate de que el trabajo esté terminado por completo. Si limpia su cuarto, que revise debajo y encima de las camas o detrás del librero. Si le enseñas a hacerlo correctamente continuará haciéndolo así cuando crezca.

5.Recompénsalo cuando termine. Reconoce su trabajo bien hecho; vayan al parque o a la biblioteca, o lean su libro favorito.

6.Lo más importante: que estés allí con él y lo motives.

Los hijos aprenden mejor cuando son guiados por alguien a quien aman. No los hagas sentir esclavos ni tampoco reyes del hogar; incúlcales la importancia de la cooperación y hazles saber que es un bien para ellos.

 

 

 

 

Medio pan y un libro

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Si los libros son alimento para el espíritu, leer ha de ser tan necesario como comer a diario; no hacerlo sentencia nuestra alma a la desnutrición. Bien lo sabía Federico García Lorca, uno de los escritores españoles más importantes del Siglo XX, quien al inaugurar una biblioteca en su pueblo, Fuente Vaqueros, cerca de Granada, pronunció un hermoso discurso de amor por los libros:

“Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. ‘¡Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre!’-piensa- y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya, no gozan del supremo bien de la belleza, que es vida y es bondad, y es serenidad y es pasión.

Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera –seguramente- en toda la provincia de Granada.

No solo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle, no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí  violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales, que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio del Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.

Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y, ¿dónde están esos libros?

¡Libros! ¡Libros! Es una palabra mágica que equivale a decir: «¡amor! ¡amor!», y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras.

Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa, mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita, y pedía socorro en una carta a su lejana familia, sólo decía: «¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!». Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida.

Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: «Cultura». Cultura porque solo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz”.

Cinco años después, en agosto de 1936, en plena Guerra Civil Española, Federico fue asesinado.

Para acercarte a la obra de García Lorca, en poesía: Romancero Gitano, Poeta en Nueva York, Llanto por Ignacio Sánchez Mejías; en teatro: La Casa de Bernarda Alba, Bodas de sangre, Yerma; Doña Rosita, la soltera o Así que pasen cinco años.