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Momento de terminar

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Es increíble cuando nos encontramos en una relación de noviazgo o de ‘mejores amigos’ que es tan maravillosa como la soñamos; sin embargo, cuando descubrimos que las cosas no son como deberían, es preciso reconocerlo para terminar a tiempo.

Existen tres aspectos muy importantes para identificar cuando cada uno debe seguir su propio camino:

 

•    Diferentes expectativas.

¿Piensas en casarte algún día y a tu pareja no le interesa? ¿Estás deseando formalizar la relación pero tu pareja prefiere que los dos sigan tratando a otras personas?

Si sus expectativas sobre la relación son diametralmente distintas, deben ser honestos: lo que cada uno merece es lo que cada uno está dispuesto a dar, ni más ni menos. Quien está dispuesto a dar debe recibir y quien solo busca diversión, solo eso merece tener.

 

•    Diferentes valores.

¿Son compatibles en cuanto a nivel económico se refiere? ¿Sueñas con tener hijos y él o ella no soporta a los niños? ¿La familia es igual de importante para los dos? ¿Qué hay con respecto a la fe? ¿Comparten los mismos valores y tienen metas compatibles?

Este tipo de diferencias en las parejas puede llevar al fracaso cualquier relación; sobre todo cuando se trata del tema de los hijos.

Algunas discrepancias entre dos personas pueden ser saludables porque llevan a estrechar la relación y a crecer como individuos. Pero hay otras que causan más daño que beneficio porque dejan resentimientos, enojo, frustración y dolor. Considera aquello que para ti ‘DEBE SER’ una pareja, y si en eso no coinciden: NO VA A FUNCIONAR. Eso no quiere decir que uno valga menos que el otro, solo significa que ninguno es la persona adecuada para el otro.

 

•    Diferentes sueños.

¿Has tenido que comprometerte de manera que algunos de tus sueños personales quedan excluidos? ¿Sientes que te asfixias pero no tienes el valor para cambiar?

Todos tenemos sueños y algunos implican a otras personas, como es el matrimonio y los hijos; otros son sueños más individuales, como estudiar y ejercer una carrera, o terminar un maratón. Mientras más estrecha y formal es una relación, más impactarán tus sueños a la otra persona, y es natural que tengas que hacer ajustes; a veces hasta tendrás que renunciar a ciertos sueños por el bien de la relación. Pero la relación correcta es aquella en la que los dos están dispuestos a sacrificar un poquito sus sueños y a ceder otro poco por los sueños del otro, ganando ambos la alegría de estar juntos.

Los rompimientos son parte de la vida. Es importante ser cuidadosos con el tiempo y el corazón de cada uno, y evitar seguir en una relación por la que se tienen que sacrificar los valores.

Mientras más tiempo se permanezca en ese tipo de relación, mayor será la frustración. No hay que tener miedo a hacer un análisis objetivo, y si la realidad es que ven el horizonte de distinta forma, hay que ser lo suficientemente fuertes para reconocerlo y pacientes para esperar hasta encontrar a la persona adecuada.

 

Personas de carácter

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¿Qué pensamos cuando decimos que alguien es persona
de carácter?

Quizá la adaptación firme de su voluntad en una dirección, la lealtad personal hacia unos principios que no ceden a las conveniencias del momento, la perseverancia en obedecer a la voz de su conciencia, o quizá la independencia de su criterio frente al qué dirán.

Hay muchas definiciones de carácter: Un modo de obrar siempre consecuente cuyos móviles son principios firmes, constancia de la voluntad en el servicio del ideal reconocido como verdadero, perseverancia en plasmar un noble concepto de la vida, y muchas más.

 

¿Qué puede hacer un padre o una madre para que sus hijos sean personas de carácter?

Primero –y es más importante de lo que parece– tendrás que definir qué principios y qué ideales quieres que tengan tus hijos.
A continuación, tendrás que procurar que vayan comprendiendo la importancia que esto tiene para su vida y, sobre todo, que entiendan que nadie podrá hacerlo en su lugar. Y como en las ideas no cabe la imposición, conviene que lo hables de vez en cuando con tus hijos, que suelen ser más razonables de lo que parecen. Y cuando lo hagas, esfuérzate en hablarles normal. A los chicos les gusta que se dirijan a ellos de modo natural y con voz suave. A muchos adultos les encanta hablarles con aire paternalista, si no es que además, en tono subido y autoritario. Pero ellos agradecen mucho que se les hable de modo normal, como a los mayores. Después tendrás que determinar de qué modo van a acostumbrarse a obrar según esos principios. Porque lo más difícil no es formular principios rectos, eso se consigue con relativa facilidad; hay que persistir en ellos a pesar de las cambiantes circunstancias de la vida, porque buenos proyectos tenemos todos, pero luego hay que llevarlos a la práctica, que es difícil. Y conseguir que los hijos los lleven también a la práctica, es más difícil todavía.
Empieza por cosas pequeñas.

 

Siembra un pensamiento –dice Toth– y segarás un deseo, siembra un deseo y recogerás una acción, siembra una acción y cosecharás una costumbre, siembra una costumbre y segarás el carácter. De pequeños pensamientos y acciones, va tejiéndose la suerte de la vida.

Podríamos decir que el éxito está en descubrir la natural sucesión educativa:

Motivación en los valores.

Actos favorables.

Arraigar las virtudes.

Consolidar el carácter.

 

“Quien en nombre de la libertad renuncia a ser el que tiene que ser, ya se ha matado en vida. Su existencia consistirá en una perpetua fuga de la única realidad que podía ser”.

José Ortega y Gasset

 

Los Vulbos

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Los Vulbos es un grupo formado por cinco talentosos jóvenes mexicanos de entre 20 y 24 años que hace cuatro años se unieron con un solo objetivo: alcanzar sus sueños y hacer carrera en el mundo de la música.

Esta nueva propuesta muestra cómo se puede incursionar en este mercado a pesar de que la industria tradicional de la música está en crisis. Han cambiado algunas de las formas de dar a conocer a los artistas y su música. Ahora la promoción en las redes sociales (FB, Twitter, Geek) es fundamental para su crecimiento, lo mismo que las opciones para ofrecer su música a través de Internet en la modalidad de downloading y streaming, como Itunes, Youtube,  Spotify y CD baby, entre otros, que están sustituyendo el mercado físico. Esto ha representado una gran oportunidad al alcance de los nuevos artistas.

Hace poco más de dos años, Los Vulbos se encontraron con la compañía de música independiente “Baktun 13 Music Group”, iniciando la aventura de grabar su álbum debut  “Sin Miedo a Caer”. Además del trabajo en las redes sociales y el mundo digital, iniciaron su promoción en el estado de Nuevo León con un buen número de actividades y la programación de las estaciones de radio más importantes. Hoy cuentan con seguidores en toda la República Mexicana e incluso en Estados Unidos, Centro y Sudamérica.

Decidieron llamar a la agrupación Los Vulbos porque un bulbo es un dispositivo que transmite energía y sonido; únicamente sustituyeron la “B” por la “V” en el nombre por cuestiones de estética y como una forma de representar el movimiento de cambio al que pertenecen. Sus influencias musicales varían desde el bossa nova hasta el rock y el pop.

Juan Gualberto “Gualo” Hernández (guitarra acústica y voz) estudia producción musical, tiene 20 años, compone y siempre ha sentido una gran fascinación por la música, sobre todo ritmos sofisticados y tan diversos como bossa nova, samba, rock, pop y jazz; César Sanmiguel (bajo y coros) estudia mercadotecnia, tiene 20 años, su primer guitarra fue una que pertenecía a su fallecido padre y a los 6 años inició sus clases de guitarra eléctrica, pero ante la necesidad de la decidió aprender a tocar el bajo, lo que gracias a su oído musical logró fácilmente; Emilio Ocejo (teclados) estudia economía, tiene 20 años, le apasiona la música, la lectura y tocar el piano. Sus influencias musicales son muy variadas y van desde la rumba y el flamenco, hasta el jazz; Guillermo “Zurdo” Silva (batería y percusiones) tiene 24 años y fue el último de los integrantes que llegó a Los Vulbos después de varios años de tocar con otras bandas locales. Su pasión es la batería y es fanático de los e-sports, videojuegos y la cultura oriental; en especial le gusta la música, J-Rock, las melodías y estructuras; Mauricio Cuéllar (guitarra eléctrica y coros) estudia diseño industrial, tiene 19 años y gusta de realizar experimentos musicales con diferentes instrumentos y amplificadores.

Su primer sencillo es “Eternamente”, un tema que con su sencillez ha hecho que los chavos se identifiquen de inmediato con su letra y lo pegajoso de su música. Te invitamos a que lo escuches y así apoyes al nuevo talento que sigue surgiendo de manera independiente como contraparte de la profunda crisis que vive la Industria de la Música “tradicional” en todo el mundo.

 

Conócelos en su página oficial:

www.losvulbos.com

Youtube: LosVulbosMx

Twitter: @losvulbos

Facebook : Los Vulbos

Geek: @losvulbos

Los Vulbos te regalan su CD
“Sin miedo a caer”

Solo manda un mail a revistamira@prodigy.net.mx que diga:

Sin miedo a caer, tu nombre, apellidos y teléfono.

¡Hazlo hoy!

Existencia limitada.

Ser mujer hoy.

“Hoy el día me vivió, yo no lo viví”. Cuántas veces nos rebasan las circunstancias, las actividades cotidianas y los problemas, y son ellos, los que dirigen nuestras acciones. ¿Hacia dónde voy? ¿cómo soy?, ¿qué quiero cambiar o mejorar en este momento de mi vida?

 

“Ser mujer hoy”, busca ser ese alto en tu camino: una guía para que día con día puedas reflexionar y mejorar en los diferentes ámbitos en los que te desarrollas como mujer (esposa, madre, trabajadora, ciudadana), y hagas de tu vida de tu vida el proyecto más importante.

Hoy, la mujer estudia, trabaja, ocupa puestos públicos y privados, cambio que me parece maravilloso, ya que tenemos más oportunidades y espacios que los que tuvieron nuestras mamás y abuelas.  Sin embargo, en este tránsito me he dado cuenta que nos enfrentamos al grave riesgo de hacer a un lado nuestro papel insustituible como esposas y madres, olvidándonos de nuestra verdadera esencia femenina.

La mayoría de las mujeres queremos o tenemos que trabajar, pero deseamos también formar una familia.  Surge entonces ese gran conflicto entre familia y trabajo, ya que una gran realidad es que los mejores años como mujeres en el trabajo, coinciden precisamente con los mejores años para ser madre.

Equilibrar no es tarea fácil, pero tampoco imposible.  Es por ello que el libro “Ser Mujer Hoy” explora situaciones que vivimos las mujeres en el ámbito familiar, profesional y social, así como reflexiones y recomendaciones que pueden ayudar a la mujer a descubrir su misión en la vida, a vivirla y gozarla; a ser mejor en compañía de los demás, potencializando los talentos individuales y fortaleciendo sus relaciones en sus diferentes roles femeninos.

El tipo de feminismo que realmente valora tanto a la mujer como al hombre y, por tanto el que más beneficia a nuestra sociedad, es el feminismo en equilibrio, donde las mujeres en lugar de buscar una óptica feminista luchamos por una óptica femenina, en la cual se contempla al hombre y a la mujer como un todo.

La dinámica familiar ha cambiado: el esquema en que la mujer se encargaba del hogar y de la educación de los hijos, en tanto el hombre figuraba como el proveedor económico de la familia, ya no es común.

Reconozcamos que la mujer necesita del hombre y viceversa, por lo que ella lo debe involucrar en la paternidad, en la educación de los hijos, para que su intervención no sea sólo biológica sino total.  La mujer y el hombre somos un complemento no una competencia; iguales tanto en dignidad como personas, como en los derechos y responsabilidades que vivimos.

Conozcamos y vivamos nuestras diferencias, para lograr una sociedad más humana y un México mejor.

 

LUCIA  LEGORRETA

Autora “Ser Mujer Hoy”. LID Editorial.

www.lucialegorreta.com

cervantes.lucia@gmail.com

¿Por qué se llega al suicidio?

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Desde hace algunos años ha ido aumentando la importancia de este problema de salud pública. En el mundo se registran hasta un millón de suicidios cada año. Pero ¿realmente nos hemos involucrado lo suficiente como para saber por qué se llega al suicidio?

Gracias a los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), se sabe que en México la relación de suicidios entre hombres y mujeres es de 5 a 1; es decir, hay muchos más hombres que mueren por esta causa. También se sabe que hay una alta incidencia de suicidios en pacientes con enfermedades psiquiátricas (depresión, esquizofrenia, trastornos de ansiedad o alimentarios). Otro dato importante es que México es un país conformado en su mayor parte por gente joven, y que precisamente los adolescentes están en el grupo de alto riesgo de cometer suicidio. Es por eso que debemos enfocar nuestro esfuerzo en conocer las razones que llevan a los jóvenes a situaciones de riesgo, y lo más importante, reconocer si nuestros hijos manifiestan los signos de alerta para detectarlos oportunamente.

Las principales causas de suicidio en nuestro país son: depresión, problemas familiares, sociales o económicos, pérdidas familiares o sentimentales, abuso sexual, abuso físico y bullying, así como enfermedades graves o incapacitantes.

La personalidad del sujeto suicida suele tener los siguientes rasgos: impulsividad, agresividad, fragilidad emocional,  autoconcepto de ser “perdedor”, sentimientos de derrota ante situaciones estresantes, sentirse sin posibilidad de ser “rescatado” por alguien más, abandonado o no apoyado al pedir ayuda y sobre todo, la percepción de que es imposible escapar, tienen “visión en túnel” y están convencidos de que la única salida o luz que hay al final de ese túnel es la muerte.

Muchos padres de familia se acercan a los profesionales de la salud mental para conocer los signos de alarma que deben monitorear en sus hijos. Las principales manifestaciones de que algo malo sucede son: cambios súbitos en la rutina (de conducta, de amigos, en las calificaciones o en las situaciones sociales), aburrimiento o inquietud repentinos, incapacidad para estar solos o resolver situaciones por sí mismos que antes no representaban reto alguno, alcoholismo,  abuso de sustancias, promiscuidad, actos delictivos, búsqueda constante de riesgo o peligro, conducta autodestructiva, sensación de “vacío” o “falta de sentimientos”, falta de identidad propia, dificultad para expresar o manifestar sentimientos, frecuentes experiencias de derrota o fracaso, muestras de autoagresión (cortarse o quemarse), enojo excesivo e inexplicable, sensación de desamparo, disminución importante o interrupción de la comunicación con sus padres,  menoscabo en la autoestima, fra-
gilidad emocional y baja tolerancia ante la frustración, entre otras.

La buena noticia es que hay factores protectores que pueden ser útiles en la prevención del suicidio en los jóvenes, que están orientados a aumentar la autoestima asociada al autocontrol, así como a elevar la percepción que el joven tiene de la relación con sus padres y  de que recibirá apoyo cuando busque ayuda, consejo o consuelo.

La protección debe ser temprana para fortalecer los factores protectores y dotar con mejores herramientas a los individuos para enfrentar diversas situaciones.

Debe tener varios niveles: Socialmente, se debe cambiar la visión general de la “salud mental” para que sea vista como una parte más de la salud integral del ser humano, evitando las implicaciones morales, religiosas e incluso legales que la estigmatizan. A nivel escolar, es labor de profesores, entrenadores y profesionales de la salud, ayudar a los niños y jóvenes a conocerse mejor, y hacerles sentir que ante la presencia de alguna duda o malestar tienen la opción de pedir y recibir ayuda oportuna. A nivel de medios de comunicación, se debe tratar con mucho respeto y delicadeza el tema del suicidio para evitar el efecto de imitación ante las noticias de algún evento de este tipo. Finalmente, a nivel familiar, los padres deben involucrarse en la educación de sus hijos, siendo acompañantes y observadores de su crecimiento y desarrollo, haciéndoles sentir que cuentan con su apoyo y que sin invadir su individualidad y privacidad, están cerca de ellos por si los necesitan.

Ante la sospecha de conducta o ideación suicida es imprescindible acudir con un profesional de la salud mental, ya que el tratamiento incluye una combinación de medicación supervisada, psicoterapia y en muchos casos, si es necesaria, hospitalización.

Ciudad posible

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Nunca ha sucedido nada que no haya sido primero soñado.

Todos nos quejamos de lo mismo en las grandes ciudades: el tráfico, la contaminación o la poca cultura cívica en los más variados temas. Siempre vemos “al otro” como el culpable de nuestros problemas, sin pensar en lo mucho o poco que estamos haciendo para que las cosas cambien.

Hoy en día, vemos a las políticas públicas como algo ajeno a nosotros: “¡Qué hagan lo que quieran mientras no me afecten a mí!” Y caemos en un grave error, pues el hecho de vivir dentro de una ciudad nos coloca en una sociedad que está a mi servicio cuando me proporciona protección, compañía, información o entretenimiento; pero que de igual forma, demanda otras obligaciones de mí como ciudadano, y una de ellas es la participación ciudadana.

Hace unos días caminé afuera del Colegio Miraflores y vi que la calle estaba muy sucia. Entonces recordé que hace tres años, ante tal problema, muchos alumnos del Miraflores salimos un domingo a barrer la avenida en la que se ubica el Colegio. Y para sorpresa de algunos, la actividad fue divertida porque estábamos conviviendo con amigos, sólo que en lugar de hacerlo en otro sitio, estábamos en la calle. Qué curioso que salir a jugar a la calle sea visto como algo raro en nuestros días, mientras que nuestros papás lo hacían todo el tiempo hace algunos ayeres.

La anécdota viene a cuento debido a que cuando barrimos la avenida hicimos un bien común. Pusimos el ejemplo de cómo debía estar la calle por la que caminábamos todos los días y no nos limitamos a criticar su estado, o a pensar únicamente en barrer la entrada de nuestras casas porque de todo lo demás se debe encargar el gobierno. En pocas palabras, uno no cuida lo que no ama y nadie ama lo que no conoce. Si no somos capaces de dar un pequeño extra, involucrándonos e informándonos sobre la situación que nos rodea, ¡seguro que nos quedamos como estamos por el resto de nuestros días!

Unos meses atrás me enteré del movimiento que están haciendo muchas personas para recuperar los ríos de la Ciudad de México. La iniciativa se llama picnic en el río (http://picnicenelrio.org/) y busca rescatar el Río de la Piedad que actualmente está entubado en lo que es el camellón del Viaducto (una calle saturada de tránsito vehicular). Los participantes pasan un ‘día de campo’ ahí, como si ya estuviera el río en perfectas condiciones.

La idea de hacer un picnic nació de la necesidad de llamar la atención de la ciudadanía y el gobierno, sin perjudicar a nadie, haciendo conciencia de qué es lo que hay debajo de las calles que transitamos y que desgraciadamente estamos contaminando.

El proyecto consiste en cerrar los carriles centrales del Viaducto colocando un eje de movilidad masiva, y en su lugar, dar espacio a un río y un parque.

Los ejemplos dados son en dos polos distintos de la sociedad, y ambos tienen mucho valor para mejorar la ciudad en la que vivimos.

No olvidemos que la “ciudad posible” empieza en la mente de cada uno de nosotros. Nuestra obligación es transformar esa posibilidad en realidad.

Lealtad a una promesa

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El Colegio Miraflores cumple 30 años en las instalaciones en las que ha alcanzado la madurez, convirtiéndose en una institución educativa de referencia nacional e internacional.

Muchas son las reflexiones a la luz de la vida, obra y mensaje de la Madre Trinidad, fundadora de la Congregación de las Esclavas de la Santísima Eucaristía y de la Madre de Dios, que dio origen al colegio. Es buena ocasión para tener un encuentro con ella y meditar lo que tres décadas significan en cuanto al cumplimiento de la vocación de servicio y misión de amor, desde la Madre Fundadora hasta la más joven de las novicias. Es buena ocasión para hablar de lealtad.

Podemos pensar en el inmenso trabajo diario de treinta años y recordar miles de problemas (invasiones, amenazas, embargos, escasez, deudas, fatiga, etc.). Podemos reconocer el esfuerzo de superación para estar en la vanguardia pedagógica y tecnológica, y hablar de los muchos beneficiados por las obras sociales; podemos detenernos en la solidez humana y riqueza espiritual de la Familia Miraflores: patronos, empleados, maestros, alumnos, religiosas y padres de familia; podemos hacer gozosa memoria de alumnos y exalumnos, y ver estos primeros treinta años desde múltiples perspectivas ciertas; por eso es bueno hablar de lealtad.

La lealtad  se relaciona estrechamente con la fidelidad, el honor y la buena fe; es el cumplimiento de una promesa. La Madre Trinidad prometió al Señor: “Cumpliré vuestra voluntad santísima hasta que me digas: ¡Basta!”. Lo repitió de mil maneras, y lo confirmó con todos y cada uno de los actos de su vida.

Es la promesa que transmitió a sus hermanas religiosas y que las anima cada día. “Quisiera que todas supiéramos entender cómo el Señor manifestó a su indigna sierva la misión que nos confió en las niñas…imprimiendo en ellas, como fuego de amor, el amor de Dios y del prójimo, que regenera al mundo…sin apartarnos de la vida de oración y contemplación”. Las religiosas se han dedicado a cumplir su promesa por encima de problemas, cansancios y decepciones. Y lo han logrado, con vidas dedicadas en cuerpo y alma a la adoración y  la enseñanza.

Es el compromiso de lealtad que han transmitido a toda la Familia Miraflores, que se mantiene fiel a sus principios y unida en torno a sus ideales de amor a Dios y servicio a los demás.

Seguramente la Madre Trinidad contempla el resultado y renueva su compromiso en nombre de toda su congregación que debe estar orgullosa por los frutos logrados y por ser leales a su promesa.

El botellón

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Un asunto desagradable:

Oigo a Paco y a Sara –pongamos que se llaman así– que están en el pasillo, junto a la puerta abierta de mi despacho. Paco de pie y Sara sentada en el suelo, fumando un cigarro entre clase y clase.

—¿Qué vas a hacer en el puente? –pregunta ella.

—No sé… El viernes creo que haremos botellón.

—¿Y el sábado?

—Dormir.

Se hace un silencio largo.

—¿Y el domingo?

—No sé…

Lo siento; me temo que hoy no seré capaz de escribir un artículo “simpático y optimista “. El botellón es asunto triste.

Ignoro si la terminología y la sintaxis son idénticas en todos lados. En Madrid, “hacer botellón” significa ir por la noche a un jardín o parterre de la ciudad para intoxicarse con otros adolescentes en torno a un número suficiente de botellas.

Guillermo, un chaval flaco, listo y simpático, que parece peinado con una aspiradora, me dice que hay botellones de varios tipos:

—Tenemos el “botellón light” o “pachanguita”, a base de refresco y cerveza, con mucha niña mona, grititos y tal. Luego está el “botellón acampada”, en plan “heavy”. Una pasada. Yo a eso no voy. Y después el más corriente, que dura hasta las tres o las cuatro de la mañana y todos acaban borrachos.

La terminología de Guillermo es aún más expresiva e irreproducible.

—Luego –continúa– está “el botellón precalentamiento” antes de la discoteca… ¿Sabe qué pasa? Que si tienes menos de 18, en la disco no te dan alcohol. Y si te lo dan, te sale mucho más caro. Además, con el ruido y el follón, la única manera de pasárselo bien es entrar ya colocado o tomarte una pastilla.

Alejandra, que escucha atentamente, dice que sí con la cabeza.

—Es que la discoteca es insoportable.

—¿Y por qué vas?

—No sé… Por el ambiente. Tampoco hay muchas alternativas…

En ese momento se incorpora a la tertulia Nacho, que va de marginal, pero en el fondo es un romántico:

—Yo solo me emborracho para volver a casa…

—¿Para volver?

—Sí… Así duermo mejor.

—¿Y tu padre qué dice?

—Nada. Está en la cama…

A estas alturas ya se habían unido tres o cuatro más a la conversación y yo trataba de disimular el profundo desánimo que me iba agarrotando el estómago.

Mis conclusiones, ya digo, no fueron muy alentadoras. Son estas:

Los adictos al botellón que conozco, son chavales normales, encantadores como todos los de su edad. Más que sinceros, son impúdicos; capaces de contar las mayores atrocidades sin apenas conciencia de culpa.

Es inútil explicarles que “el alcohol mata”, que terminarán con el hígado hecho paté y el cerebro de corcho. Ya lo saben. “Los viejos siempre están hablando de lo que nos puede pasar –me dice Sandra–. Y eso no nos importa. Lo importante es vivir el momento”.

A la mayoría de esos chicos todavía no les gusta el alcohol. De hecho ni siquiera beben entre semana. Toman licores dulces y empalagosos –sobre todo las chicas– como quien chupa una paleta. Lo único que buscan es el efecto: la borrachera justa para huir de la realidad. ‘Coger el punto‘, lo llaman. Este es, por supuesto, el mejor camino hacia el alcoholismo.

Ahora tratan de reprimir el botellón a base de reglamentos. Cualquier día inventan un fiscal antibotellón. Ya se sabe, cuando falla el espíritu y se hunden los valores morales, siempre hay alguien que pide mano dura y leyes enérgicas. Pero lo jurídico tiene su ámbito propio y no es este.

El botellón revela hasta qué punto ha calado entre los más jóvenes la mentalidad hedonista. Ellos no tienen toda la culpa; se limitan a llevar hasta sus últimas consecuencias lo que han aprendido. Sienten la atracción de la desmesura, de lo que antes era marginal y ahora lo encharca todo. No les pidamos pues que tengan buen gusto o que sean moderados, su metabolismo se lo impide.

El botellón no tiene alternativas. Es inú-til tratar de buscar expansiones civilizadas para que la tribu hedonista se desfogue cada viernes. Es preciso enseñarles a cambiar de mentalidad; decirles que la vida no se agota en el placer, que hay esperanza, que podemos y debemos dar fruto. Demasiados adolescentes han renunciado a hacer de su vida algo grande. Chicos y chicas resignados con la esterilidad, que necesitan alcohol, ruido o lo que sea, con tal de huir de una realidad que les resulta insoportable.

Ellos no son así. Necesitan elevar el punto de mira para descubrir el espíritu y encontrar a Dios, y pisar, por fin, tierra firme.

—No sé –me dice Guillermo–. ¿Cree usted que podemos cambiar?

—Si no lo creyera, ¿estaría aquí hablando contigo?

Ventajas de tener discapacidad

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La  discapacidad es una gran desventaja en muchos casos. Primero, para los papás es muy difícil aceptar y luego entender la razón de tener un bebé con los problemas que les dicen los doctores, un bebé que está enfermo. Y los papás se la creen, siendo que la discapacidad no es una enfermedad sino una condición.

Todo se complica cuando en la familia hay hijos pequeños y los papás, pensando en protegerlos, los alejan y no les explican que su nuevo hermanito es diferente. En mi caso personal, cuando yo nací, Enrique mi hermano mayor tenía cuatro años y Pato, mi otro hermano, dos, y  no llegaban a  comprender la preocupación y el alejamiento físico  de nuestros papás.
Hay que encontrarle el lado bueno a todas las situaciones, en especial a la discapacidad. Mi mamá, siempre me ha dicho que a toda situación mala se le puede sacar cosas buenas, y eso es lo que hice al entender que, a diferencia de los demás, el que yo sea una persona con discapacidad me hace tener ventajas y tratos especiales.
En  mi caso se me facilitan muchas cosas que a otras personas no, porque no tienen el tiempo y  la paciencia para hacerlas. Por ejemplo:
·         Soy muy buena dibujando. Aun cuando tenga un solo ojo y que éste tenga un campo visual muy pequeño, lo he desarrollado de tal manera que hago dibujos muy padres.
·         Platico con los niños de algunos temas a los que las personas sin mi condición normalmente no les dedican tiempo.
·         Realizo actividades de inclusión. Si yo no hubiera nacido con esta condición, seguramente no hubiera conocido fundaciones como Unidos, Visión sin Límites y a tanta gente maravillosa.
·         Comprendo el dolor ajeno. En mi familia hemos pasado por épocas muy difíciles, de mucha angustia y mucho dolor. Esto me ha sensibilizado y me ha hecho entender que cada persona tiene su propia carga y necesita mucha comprensión y cariño de sus semejantes.
·         Tengo muy buena memoria. Me acuerdo muy bien de fechas, días y años de sucesos que haya vivido.
·         Soy muy buena con la tecnología. Como dice el dicho, la necesidad hace al hombre, y aprendí a utilizar mi radio portátil; oír y grabar música, y mi computadora es mi medio de comunicación.
·         Soy muy popular y  me gusta mucho tener amigos. Mis amigas de la prepa me invitan los viernes a cenar o a lo que se conoce como precopeo, y luego cuando se van de antro me llevan a mi casa, porque aun cuando mis padres si me permiten ir, a mí no me gusta.
·         Soy buena para explicar a otras personas sobre diferentes discapacidades, lo hago de manera clara y sencilla, y así logro sensibilizarlas.
·         Como acepto mi discapacidad, no discrimino ni le tengo lástima a nadie. Al no ver bien, no puedo juzgar a los demás por su apariencia, sino por cómo hablan y se expresan de los demás.
·         Papás que tienen hijos con discapacidad se han acercado a platicar conmigo y después de responder sus preguntas, infiero que se quedan muy tranquilos. Creo que tiene que al verme relajada y feliz a pesar de tener tantas discapacidades, sienten que sus hijos no están tan mal y pueden salir adelante.
·         Me  gusta mucho ayudar a la gente. Me veo trabajando en una fundación como el CRIT, hablando con los padres o los niños.
El mensaje que les doy a ustedes chavos es que luchen por su causa. No dejen que les digan “estás enfermito” o “pobrecito”.
Recuerden que la DISCAPACIDAD NO ES UNA ENFERMEDAD SINO UNA CONDICIÓN.
MARÍA RUIZ MIGUEL

Carácter violento = Voluntad débil

Según mis amigos psicólogos, la emoción más peligrosa es la ira, porque puede ser terriblemente destructiva. La gente hiere y mata en un arranque de ira. En las tragedias griegas, detona el drama. Ya hablamos en otra ocasión de Edipo rey de Sófocles. ¿Recuerdan la historia? El joven Edipo huye de su hogar adoptivo. En el camino hacia Tebas, se topa con un elegante coche tirado por caballos que transporta a Layo, rey de Tebas. Un arrogante sirviente conduce el carro real. El antipático chofer «le tira lámina» a Edipo. ¿Quién se cree ese peatón? ¿Acaso tiene charola de diputado? ¿Qué no sabe que los vehículos oficiales tienen preferencia?

 ¿Les suena la historia? Pero, no hablemos de política. El hecho es que el agredido peatón no se deja y responde airado, mata al pasajero real y al conductor. Edipo no era una mala persona, pero la cólera lo convirtió en asesino.
Las «buenas» personas son capaces de cometer atrocidades movidas por el dolor, la tristeza, el entusiasmo, el miedo, el enojo. Medea, en la obra homónima de Eurípides,  mata a sus propios hijos para vengarse de su marido, que la abandonó por otra mujer. Otelo, movido por los celos, asesina a Desdémona. Romeo se suicida pensando que Julieta está muerta.
Estas emociones están emparentadas con lo que Aristóteles y los escolásticos llamaron «pasiones», estados mentales impulsivos, resultados de un estímulo externo o imaginario. En griego, la palabra «pasión» (pathé) alude a esa dimensión pasiva; el sujeto es arrastrado por los impulsos y acaba cometiendo estupideces. «Me hierve la sangre», dicen algunos. Los griegos utilizaban una expresión elocuente para hablar de una persona pasional e impulsiva: akratés, el que carece de dominio y de poder sobre sí mismo.
 No somos mejores o peores por ser apasionados, esas emociones o pasiones son aspectos de la naturaleza humana. Lo importante es utilizarlas para conseguir nuestras metas; no que se apoderen de nosotros.
Además, las necesitamos para sobrevivir. ¿Qué sería de nosotros si no sintiéramos miedo o aversión al dolor? Las pasiones nos permiten reaccionar rápidamente frente a circunstancias peligrosas. ¿Y si tuviésemos que deliberar cada vez que cogemos un objeto caliente? Instintivamente lo soltamos para no quemarnos. La aversión al dolor nos salva de quemarnos. Pero en otras ocasiones, la supervivencia depende de nuestra capacidad de sobreponernos al dolor.
La lucha contra la violencia requiere el dominio de nuestros impulsos. Dominar nuestras pasiones es parte de la educación contra la violencia pasional. Lamentablemente, no pocas veces confundimos firmeza de carácter con violencia. Gritar fuerte para regañar a un subordinado es, en la mayoría de los casos, indicio de falta de carácter. Ésta es la paradoja: un carácter violento revela la debilidad de la voluntad.
MESURA, NO REPRESIÓN
La violencia obedece a muchas razones. Hay una instintiva, animal, impulsiva; ésta es terriblemente destructiva. Sin embargo, cuando el impulso pasa, el sujeto se arrepiente. Esta violencia se puede prevenir formando el propio carácter. Adueñándonos de nosotros mismos a través de las virtudes.
Ser dueño de nuestras pasiones no quiere decir aplacarlas ni reprimirlas. En ocasiones se deben provocar. ¿Recuerdan la tragedia de la guardería ABC en Hermosillo? Alguien que estaba por ahí arremetió con su camioneta contra la pared; abrió un agujero en la pared y salvo a muchos niños. Esa persona utilizó positivamente su coraje y su ira.
Aristóteles consideraba que la virtud consiste  en sentir la pasión cuando se debe y como se debe. Es cuestión de mesura y de oportunidad, no de represión ni supresión. Si veo un incendio, debo huir de las llamas; pero si soy bombero debo enfrentarlas. Cuando el coraje se rige por la recta razón no es destructivo; no es violencia, sino firmeza y fortaleza.
Educar contra la violencia requiere, en consecuencia, modelar el carácter. Debemos, por ello, atemperar nuestros impulsos y emociones.
LOS MALENCARADOS CITADINOS
También las estructuras propician la violencia. Cuando uno debe levantarse a las cuatro de la mañana para llegar al trabajo, gastar cuatro horas de su vida al día en el metro, apretujado, respirando los humores de los demás, es muy difícil conservar el buen humor. Es una de las razones por la que los habitantes de las grandes ciudades –neoyorkinos, parisinos, chilangos– somos tan mal encarados.
Existen estructuras que fomentan y reproducen violencia: el entorno urbano, condiciones de trabajo infrahumanas, el maltrato de autoridades, las aglomeraciones. Las ciudades atestadas, mal planeadas, deficientemente administradas invitan a las explosiones de carácter, son caldo de cultivo para el gen de la violencia.
Existe también la violencia deliberada; sistemática. La programática. La de quien piensa, planea y ejecuta. Fue la violencia del Tercer Reich contra judíos, gitanos, homosexuales, testigos de Jehová y, en general, contra quienes no cabían en el estrecho y ridículo molde del nazismo. Esta violencia, perpetrada por personas educadas y cultas espanta. ¿Cómo pudo un régimen institucionalizar la violencia más brutal?
En una entrevista, Theodor Adorno cuenta que el nazismo prescribía un régimen de educación física muy rigurosa. La justificación está en la dureza casi masoquista del entrenamiento. «La tan loada dureza, para la que tendríamos que ser educados, significa más indiferencia frente al dolor, sin una distinción demasiado nítida entre el dolor propio y el ajeno. Quien es duro consigo mismo se arroga el derecho de ser duro también con los demás», dice Adorno.
La violencia surge también por indiferencia. Nos negamos a ver el rostro de los demás. No advertimos que también sufren. Quien que nos empuja en el metro también fue empujado. Si los microbuses utilizaran las direccionales, probablemente no les cederíamos el paso. ¿O sí?
Ya lo he dicho en otras ocasiones: la educación deportiva frecuentemente –que conste que no siempre– camufla la violencia. Sin duda el ejercicio baja el colesterol y desarrolla hábitos como el orden y la puntualidad, incluso propicia el trabajo en equipo y el respeto a las reglas. Los deportes competitivos fomentan ciertas virtudes, pero no enseñan la compasión. El propósito es ganar a través de la destreza física. No se me malinterprete. No pretendo abolir los deportes. Sólo quiero decir que la lucha contra la violencia exige repensar el papel que damos a los deportes en la educación.
No sé si hoy hay más violencia que en la antigüedad. La esclavitud es una forma muy fuerte de violencia. Parte del supuesto de que el otro sólo es digno de servir. Lo que sí sé es que nuestra educación no fomenta la empatía. Las constantes campañas en contra del bullying y el mobbing son muestra de ello.
Fuente: Itsmo. Edición 325.Sección Las manías de Zagal