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¿Existen las familias funcionales?

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Hasta hace pocas décadas proliferaban las familias constituidas por papá y mamá -casados en primeras nupcias- e hijos, a veces extendidas a abuelos o algún otro familiar.

Ese patrón cultural se ha reducido con la tendencia creciente de otros arreglos sociales de hecho: madres solteras, uniones libres y en microscópico porcentaje, parejas homosexuales1. Pero, ¿hay manera de saber si todos los novedosos estilos de familia generan para los niños y los adultos un bienestar parecido? O por el contrario, ¿algunos fomentan carencias de desarrollo y de bienestar social, psicológico y/o material? Si hubiera respuesta a lo anterior, ¿el Estado tendría que tomar decisiones en relación con las políticas públicas y las leyes para promover más un determinado tipo de estructura?

El Dr. José Pérez Adán, de la Universidad de Valencia, en “Repensar la familia”2, sostiene que “No debemos preguntarnos si una estructura familiar es más acorde a la naturaleza que otras, es mejor considerar qué tipo de familia funciona mejor en la sociedad y es más útil a la humanidad. No debemos dejar que las ideologías pre-definan la realidad (a mí me viene a la cabeza el intento por ‘redefinir’ el matrimonio de acuerdo con la ideología de género), sino que la realidad evidencie qué tipo de familia funciona y humaniza a sus miembros”. Y arroja principios a revisar: “a) Qué tipo de familia capacita mejor para la socialización, b) Cuál vive mejor la equidad intergeneracional entre abuelos, padres y nietos, c) Cuál transmite mejor una cultura, humaniza y educa satisfactoriamente a los miembros de la siguiente generación como receptores de un legado, d) Cuál es mejor transmisora de ideales éticos de tal manera que de sus filas emerjan promotores humanitarios, no pillos ni agentes disgregadores o nocivos para la sociedad”.

En un estudio complementario, el Dr. Fernando Pliego, sociólogo del COLMEX, investigador de la UNAM y miembro del SNI (Sistema Nacional de Investigadores), nivel 3, en “Familias y bienestar en las sociedades democráticas” argumenta que para concluir sobre las decisiones personales cruciales y orientar las políticas públicas del Estado, existen tres posibles escenarios en el debate sobre la familia:

1. La opinocracia, según la cual, la hija dirá que su madre soltera fue cariñosa; una familia estable y duradera de padre-madre-hijos opinará que ese esquema es óptimo; otros en unión libre dirán que su relación es más sincera; unos separados y rejuntados argumentarán que su situación es ideal; los homosexuales argüirán que la base de la familia es el enamoramiento espontáneo. Por lo que, si nuestras decisiones personales, las políticas públicas familiares y las leyes se guiaran por la opinocracia, jamás habría consenso.

2. La ideología es otro escenario. Para las feministas neosocialistas, los hombres han establecido un poder patriarcal en el que a causa de la maternidad biológica, han oprimido a las mujeres; un defensor de la Ley Natural dirá que los sexos tienen reciprocidad complementaria y que la estabilidad matrimonial se orienta al cuidado de la pareja y a la educación estable de la siguiente generación; un liberal defenderá la apetencia de cada individuo, dejando al Estado a deriva de grupos de presión; un cristiano sacará a colación su Biblia. Por lo que Pliego sostiene que por este camino también es difícil llegar a un consenso.

3. El tercer camino es realista y pragmático: dejar hablar a la realidad, escudriñar los tipos de familia y descubrir óptimos y pésimos sociales. Su metodología consiste en proponer una definición de ‘bienestar’ con indicadores medibles y analizar qué tipo de familia se acerca más a ese ideal de bienestar, según los datos derivados del mayor número de estudios. Así, Pliego recopiló 351 estudios realizados por instituciones de prestigio, en trece países democráticos de Occidente, incluidos EUA, Gran Bretaña, Australia, España, Suecia, México y Brasil, y definió bienestar en términos sociológicamente medibles, como el acceso a una mejor condición de vida, de acuerdo con cuatro dimensiones específicas: a) Disposición de recursos, b) Acceso a salud, escolaridad y vivienda (tamaño, infraestructura, servicios), c) Bienestar entendido como capital social, d) Niveles de satisfacción: plano afectivo, seguridad en el entorno para que las personas desarrollen sus capacidades y puedan generar actos valiosos para la comunidad.

Los resultados de los 351 estudios fueron cotejados con muestreos estadísticos: áreas de educación, relaciones entre padres e hijos, funcionamiento emocional de las parejas, en qué tipo de familias se incrementa el índice de depresiones, ingresos económicos, niveles de trabajo y vivienda, y los diferentes resultados de adicciones. No existe el mismo tipo de estudios para todos los países, no se realiza el mismo ejercicio sociológico y no fue labor del profesor de la UNAM elaborarlos, sino buscar y recopilar los resultados relacionados con su tema. Por ejemplo, de México se rescatan resultados interesantes realizados por el Instituto Nacional de las Mujeres, del tipo: estructuras familiares en las que hay más violencia contra la mujer, aplicado a 34,184 mujeres de 11 entidades federativas (resultan ser las que viven en unión libre, sin vínculo civil ni religioso) (p. 234); índice de mayor deserción escolar en secundaria (hijos de padres divorciados y separados) (p. 236), etc. Es imposible resumir trescientas páginas de estudios, por eso la lectura del libro es imprescindible para seguir el argumento. La gran pregunta es: ¿Qué concluyó el doctor de la UNAM tras evaluar los 351 estudios? Pliego nos recuerda que no se trata de casos particulares (siempre hay contra ejemplos) sino de gran cantidad de personas y la tendencia generalizada evidencia que las distintas estructuras familiares generan diferente bienestar: “En el 84.9% de los registros de información estadística y censal, obtenidos de la literatura analizada (en total se capturaron 3,318 registros para computarlos), se observó que las personas casadas y los niños que viven con sus dos padres biológicos -padre y madre-, presentan niveles de bienestar significativamente mayores”. En dicha estructura familiar ocurre menor violencia contra las mujeres y los hijos, los indicadores de salud física son mejores, las enfermedades mentales son menos comunes, los ingresos son mayores y el empleo estable es más frecuente, las condiciones de la vivienda son más favorables, hay más cooperación en las relaciones de pareja, los vínculos de padres e hijos son más positivos, el consumo de drogas, alcohol desmedido y tabaco es tendencialmente menos frecuente, la conducta hacia los padres es más cooperativa, el desempeño escolar es mejor y hay menos actos delictivos.

Esto nos revela que la estructura padre-madre-hijos, casados en primeras nupcias, es la que resulta mejor parada según los indicadores de bienestar, y por tanto, genera mayor beneficio para la sociedad misma.

Pliego indagó la causa de ese resultado y lanzó una hipótesis que sostiene que ese tipo de familia es mejor porque se desarrolla mediante un vínculo especial de solidaridad en el que las personas comprometen aspectos importantes de su vida: tiempo, dinero, proyectos comunes y cooperación humana. Un ejemplo claro es la fábula del cerdo y la gallina, que se comprometieron en grado diferente cuando ofrecieron a sus huéspedes unos huevos con jamón. La gallina puso dos huevos, mientras que el cerdo comprometió el pellejo, y parece que esto es analogable al compromiso entre los proliferantes arreglos de hecho y la familia nuclear papá-mamá-hijos. En este tipo de familias, las personas suelen comprometer muchos elementos integrantes de su vida, sacrificando incluso intereses personales. Por ello colaboran más entre sí y están mucho más dispuestas a apechugar en comunidad ante los pedregones del camino. No es extraño que en una radiografía social clínica, este tipo de familia sea tan atractiva. Pero disminuye precisamente porque reclama gran compromiso –tiempo, dinero, esfuerzo, proyecto y la vida misma–; justo lo que muchos, con la nueva sensibilidad cultural, ya no están dispuestos a entregar, aun cuando a la larga ese campo siempre es florido.

Estas conclusiones se conectan con el mundo político. Las políticas públicas y las leyes que el Estado confecciona con respecto a las familias, no deben ser palos de ciego o equilibrios con grupos de presión, como ocurre con la ideología de género. Es claro que la mejor funcionalidad social es aportada por la estructura padre-madre-hijos, casados en primeras nupcias y en condiciones de estabilidad. En México, donde enormes fuerzas disgregadoras flagelan todo el país con su violencia, y una crisis axiológica (de valores) narcotiza a tantos, un ejercicio de cordura del Estado, a nivel federal y estatal, sería el de esmerarse por leyes que salvaguarden este tipo de familia y que promuevan políticas públicas que la favorezcan. De ellas retoñan mejores ciudadanos que de cualquier otro esfuerzo político.

Reflexiones en voz alta: Una meta personal

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¡Qué rápido pasan las vacaciones! Siempre es así: ¡Tanto esperar los días de descanso, para que terminen tan pronto! Tanto planear e imaginar, para que el tiempo se vaya volando y ya estemos nuevamente ante un nuevo ciclo de estudio y de trabajo.

¿Qué podemos hacer para que este regreso a clases no sea tan difícil ni se convierta en un dolor de cabeza, un sacrificio o una pesadilla?

Tal vez, y no es más que una sugerencia, lo mejor que podemos hacer para enfrentar este nuevo año escolar sea cambiar de chip, adoptar un enfoque diferente para visualizar esta nueva etapa: en lugar de que sea el forzoso cumplimiento de una obligación, verlo como una oportunidad de lograr algo valioso para nosotros, un tiempo para conseguirlo.

Para que esto funcione, la primera condición es proponernos algo que de verdad queremos, no lo que alguien nos imponga, sino algo a lo que le demos valor nosotros mismos. Y al decir esto, no solo pienso en los alumnos, también en los profesores, nos puede funcionar a todos.

Fijarnos una meta personal dará un sentido propio y claro a los meses que vienen por delante. En la medida en la que tengamos claro un objetivo y existan metas intermedias, podremos conocer qué tanto hemos avanzado o retrocedido en cuanto a nuestro propósito. Dicen que lo que no se puede medir no se puede evaluar, las metas personales nos dan esa medida.

Ahora bien, lo más importante es la meta final, el propósito que nos hayamos fijado. Para este semestre tal vez sea un logro académico, como pasar una materia que se nos atora, o uno físico, como bajar de peso, o un récord deportivo, o un avance familiar o social como llevarnos mejor con nuestra familia o tener más amigos. Cada quien sabe qué finalidad le gustaría alcanzar.

Nuestros objetivos, grandes y pequeños, definen la ruta, hacen el camino, perfilan los obstáculos y el tamaño de nuestros pasos; en general, deciden dónde y cómo. Por eso es tan importante escogerlos bien y que se orienten en un mismo sendero. Si no van para la misma ruta, terminaremos por no ir a ningún sitio.

“El camino de los justos”, dice el libro de los Proverbios, “es como la luz de la aurora”. Si para este semestre nos proponemos una meta personal en el buen camino, en la senda recta y perfecta del trabajo, del amor y la verdad -sin importar si es una meta grande o pequeña-, cada paso será un avance en el camino de la felicidad y de la realización personal.

Tal vez no sea lo más cómodo ni lo más fácil, pero nos dará una visión distinta al comenzar la segunda mitad del año, y tengan por seguro que será lo mejor, lo más satisfactorio y emocionante. Una de las claves de la felicidad es que todos los días nos durmamos con un sueño y nos despertemos con un objetivo.

Tenemos todo este curso para intentarlo.

Deportes para cada edad

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Por Sonia Henkel

EI ejercicio es importante para el buen desarrollo y también para mantener la condición y la salud a lo largo de toda la vida.

A la hora de elegir el tipo de deporte más adecuado, es importante tomar en cuenta la edad:

2 – 4 años. La natación es un ejercicio ideal a cualquier edad, pero antes de los cinco años es el más recomendado por varias razones: es un seguro de vida con el que todo niño debe contar lo antes posible porque desarrolla la coordinación, favorece el desarrollo cognitivo, fortalece la autoestima y la seguridad, contribuye a mejorar la socialización y el desarrollo físico, entre otros beneficios.

5 – 13 años. Los deportes de conjunto como el futbol, el basquetbol, el beisbol y el volibol ofrecen la posibilidad de ejercitarse y aprender a trabajar en grupo. Estos deportes, así como pertenecer a un equipo de natación, desarrollan el sentido de pertenencia y permiten hacer nuevas amistades.

14 -18 años. En la adolescencia el cuerpo empieza a moldearse, por lo que la actividad debe ser un poco más intensa, además de que hay que canalizar la energía que se tiene. Deportes como el futbol, el volibol, el beisbol, el baile y actividades como el crossfit son muy recomendables. Las artes marciales contribuyen a forjar el carácter y la disciplina. A esta edad el deporte juega un papel fundamental para alejar a los chicos de vicios y malas compañías.

20 – 30 años. En esta etapa el organismo empieza a mostrar signos de acumulación de grasa debido a la vida sedentaria, las labores profesionales o los embarazos. Correr y practicar el spinning son los ejercicios recomendables, ya que ayudan a aumentar la masa muscular, quemar calorías, fortalecer huesos y articulaciones.

30 – 40 años. Crear una rutina que genere resistencia y fuerza, a la vez que disminuya la acumulación de grasa, son los objetivos de la actividad física en esta etapa. Lo ideal es una rutina de ejercicios  cardiovasculares como correr, caminar, saltar, nadar, levantar pesas y cardio, tres veces por semana.

40 – 50 años. En la vida adulta, la vitalidad y la energía van disminuyendo; es preferible hacer ejercicio por menos tiempo, pero con más frecuencia para mantener el tono muscular, la densidad ósea y retrasar el envejecimiento. Pilates, ciclismo y natación son los deportes acertados para estilizar el cuerpo y prevenir enfermedades como la osteoporosis.

50 años en adelante. El cuerpo necesita de una activación aunque la fuerza y la resistencia no sean ya el objetivo primordial, sino mantener la coordinación, reducir los dolores musculares y de articulaciones, así como fortalecer el sistema respiratorio. La caminata y el Tai Chi son los mejores aliados.

A cualquier edad, el ejercicio es esencial para revitalizar el cuerpo y rejuvenecer el alma.

Con el pie derecho

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Empieza un nuevo año escolar después de unas largas vacaciones. Te encuentras con nuevos maestros, nuevas materias, quizá nuevos compañeros, nuevos retos…

¡Empieza con el pie derecho!

Después de recargar las baterías en verano, estás listo para comenzar este curso lleno de energía, con ganas de ver de nuevo a tus amigos, de llevarte bien con todos, de echarle muchas ganas al colegio y aprender un montón de cosas nuevas.

Pero ¡ojo! Para eso debes deshacerte de los saboteadores profesionales que pueden alejarte de tus buenos propósitos al cabo de los días. Toma todas las cosas que te frenan y tíralas hoy mismo a la basura:

1. Flojera.

2. Ser borrego.

3. Sentirte menos que otros.

4. Sentirte más que otros.

5. Pretender ser lo que no eres.

6. Tratar mal a algún compañero para sentirte superior o hacerte el chistoso.

7. No respetar a tus maestros.

8. Dejar para después las cosas que debes hacer.

9. No demostrarle tu aprecio a la gente que te rodea.

10. Fijarte solo en lo malo de todo y de todos.

Haz una lista de las cosas básicas que necesitas para que te vaya mejor y para sentirte orgulloso de ti mismo:

1. Sé más activo: inscríbete en un deporte y persevera hasta que termine el curso.

2. Reduce a la mitad el tiempo que pasas frente a la TV y la computadora.

3. Esfuérzate más de lo que necesitas para aprobar.

4. No dejes  las tareas y los trabajos hasta el final.

5. Sé curioso y no te quedes con dudas.

6. Descubre algo bueno en cada compañero y en cada maestro.

7. Respeta incluso a los que no te caen bien.

8. Sé amable con todos y ayúdalos en lo que puedas.

 

ENAMÓRATE DE UN GRAN HOMBRE Y NO VOLVERÁS A LLORAR

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Un día, mi hermana lloraba en su habitación… Mi padre se le acercó y le preguntó el motivo de su tristeza. Hubo una frase especial que dijo mi padre esa tarde, que hasta el día de hoy, la recuerdo cada mañana y me llena de fuerza.

Mi padre acariciándole el rostro, le dijo: «Hija mía, enamórate de un Gran Hombre y no volverás a llorar». Me pregunte tantas veces cuál era la fórmula exacta para llegar a ser ese gran hombre y no dejarme vencer por las pequeñeces.
Conforme pasan los años, descubrimos que si tan solo todos los hombres lucháramos por ser grande de ESPÍRITU, grandes de ALMA y grandes de CORAZÓN… ¡el mundo sería completamente distinto!
Aprendí que un Gran Hombre no es aquel que compra todo lo que desea, pues hay tantos que han comprado hasta el «cariño» (caricias) y el «temor» (no respeto) de quienes nos rodean.
Mi padre le decía a mi hermana: «No busques a un hombre que solo hable de sí mismo, sin preocuparse por ti, ni a aquel que se pase las horas halagando sus propios logros. No te aferres a un hombre que te critique y te diga lo mal que te ves, o lo mucho que deberías cambiar.
Me costó trabajo comprender que un GRAN HOMBRE no es el que llega más alto, ni el que tiene más dinero, casa más grande, coche más caro, ni el que vive rodeado de mujeres, ni mucho menos el más guapo.
Un verdadero y gran hombre es aquel ser humano lleno de transparencia, que no oculta sus verdaderos sentimientos, ni se refugia en vicios y evasiones, es el que abre su corazón sin rechazar la realidad, es quien admira a una mujer por sus cimientos morales y su grandeza interior.
Un Gran Hombre, es que el camina de frente, sin bajar la mirada, es aquel que no miente y sabe llorar su dolor.

MAMÁ ESPERA

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¿Cuántas inteligencias tienes?

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Siempre hemos oído que el IQ o coeficiente intelectual es el factor que determina nuestra inteligencia.

El IQ se establece a través de una batería de pruebas que valoran principalmente, habilidades verbales y lógico-matemáticas. Se trata de tests desarrollados por expertos desde el siglo XX, muchos de los cuales aún siguen utilizándose para medir el intelecto de una persona.

Sin embargo, esta es solo una perspectiva de la inteligencia, pues el reconocido educador, psicólogo y escritor norteamericano, Howard Gardner, también director del “Project Zero” en Harvard, vino a romper con este esquema de inteligencia para presentarlo desde una visión multidisciplinar.

¿Qué es la teoría de las inteligencias múltiples?

En 1983, Gardner publicó su libro “Inteligencias múltiples”, en el cual define la inteligencia como un potencial biopsicológico que se traduce en la capacidad para resolver problemas y crear un producto o servicio valioso para la sociedad.

Así que habla de la posibilidad que todos tenemos de desarrollar en el transcurso de nuestra vida las siete inteligencias que existen: lógico-matemática, naturalista, musical, espacial, interpersonal, intrapersonal y corporal o kinestésica.

¿En qué inteligencia sobresalen los deportistas?

La evolución de los movimientos corporales fue muy importante para el desarrollo de la humanidad. Todos usamos nuestro cuerpo para desplazarnos pero también para expresar emociones y controlar herramientas.

De acuerdo con Howard Gardner, la inteligencia corporal también conocida como kinestésica, es la capacidad para unir el cuerpo y la mente a fin de lograr un desempeño físico adecuado. Esta inteligencia nos permite realizar actividades que requieren de habilidades como la fuerza, el equilibrio, el control de movimientos finos y gruesos, la flexibilidad y la percepción visual. La razón por la que muchos deportistas han sobresalido en su profesión es que poseen una inteligencia corporal altamente desarrollada.

En el caso de un futbolista, por ejemplo, se requiere del perfecto control y coordinación de movimientos para entrenar y desplazarse estratégicamente con un balón sobre la cancha.

Sin embargo, también requieren de autodisciplina, comprensión, empatía, tolerancia y responsabilidad; habilidades propias de las inteligencias intra e interpersonal.

Te invitamos a que en Mundo Futbol pongas a prueba tu inteligencia corporal entrenando en nuestras diversas exhibiciones: Para el balón, Compara tu salto, Mide tu velocidad y Prueba tu potencia.

¡Vive la experiencia de ser un futbolista y encuentra tu inteligencia más sobresaliente!

 

 

Aumenta tu capacidad pulmonar

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Los deportes están llenos de acción y necesitamos oxígeno para rendir al máximo. Aumenta el tamaño de tus pulmones, incrementa el aire que cabe en ellos y mejora la eficiencia a la hora de absorber oxígeno practicando estos ejercicios con regularidad:

Respira profundo, exhala lentamente y por completo. Esto te permitirá inhalar más aire en tu próxima respiración.

Haz que tu diafragma descienda manteniendo los músculos del abdomen relajados. Este se expandirá a medida que tu diafragma desciende, dejando espacio para que tus pulmones se llenen de aire. Concéntrate en los músculos del estómago y el diafragma mientras relajas los de la cara.

Abre los brazos para que tu pecho no esté oprimido.

Échate agua en la cara y contén la respiración mientras lo haces. Esto produce bradicardia, que es la ralentización del corazón, el reflejo básico de los mamíferos al bucear y contener la respiración.  Intenta que el agua esté solo fresca pues demasiado fría produce hiperventilación, lo que no te permitirá aguantar la respiración por mucho tiempo.

Relaja tus músculos. Cuanta menos energía consuma tu cuerpo, más tiempo podrás aguantar la respiración.

Intenta contar hasta 100 mentalmente. Recuerda el número hasta el que eres capaz de llegar y la próxima vez intenta superar tu propia marca.

Exhala lo más lento que puedas de manera uniforme. Después de 3 o 4 repeticiones tus pulmones serán capaces de retener más aire que antes.

Ejercítate en el agua. Esta añade un elemento de resistencia a tus movimientos y tu cuerpo tendrá que trabajar extra para proveer suficiente oxígeno a tu sangre y a tus músculos. Tu capacidad pulmonar se puede ver reducida hasta en un 75% si te ejercitas bajo el agua y tu cuerpo tendrá que compensar esto.

Haz ejercicios cardiovasculares. El ejercicio intenso y regular durante al menos 30 minutos hará que tus pulmones rindan al máximo.

Monta en bicicleta. Procura que tu ruta incluya subidas pronunciadas. Al subir, tu cuerpo necesitará enviar más sangre a las piernas y tus pulmones tendrán que trabajar extra para proveerles oxígeno.

Corre por una pista de atletismo o por un camino uniforme para no dañar tus rodillas y articulaciones. Alterna carreras cortas de aceleración para asegurarte de que tus pulmones trabajen a pleno rendimiento.

Nadar es el mejor deporte para mejorar tu capacidad cardiovascular. Los pulmones de los nadadores llegan a ser hasta tres veces más eficientes.

Ejercitarse a gran altura es un método seguro para fortalecer tus pulmones, ya que el aire contiene menos oxígeno y tus pulmones tendrán que trabajar más para proporcionar la misma cantidad a la sangre.

Inhala por la nariz profundamente y exhala por la boca con los labios casi cerrados. Ábrelos solo un poco para crear resistencia a la salida del aire. Si haces esto a menudo acostumbrarás a tus pulmones a retener el aire por más tiempo y eso los ensanchará. Otra forma de conseguirlo es inflando globos.

El cuerpo puede hacer cosas increíbles si somos capaces de convencer al cerebro de que no pasa nada: Inhala aire hasta llenar completamente los pulmones 8 veces seguidas. Durante las 8 o 16 siguientes repeticiones haz respiraciones cortas. Nota cómo tu cintura se expande. Tus hombros no deberían moverse. Aguanta tu respiración por un momento y expulsa el aire. Cuando sientas que ya has vaciado los pulmones, sigue expulsando aire entre los dientes haciendo un sonido de “seseo” (“ssssssss”).

Toca un instrumento de viento o aprende a cantar. Es una magnífica manera de divertirte y ejercitar regularmente tus pulmones, ya que requiere un buen uso del diafragma y hacer diversos ejercicios de respiración.

No fumes y aléjate de cualquier ambiente con humo. El ser fumador pasivo también reduce tu capacidad pulmonar.

En una piscina intenta respirar a través de un tubo. Cuanto más profundo estés, es mejor, pues más presión ejercerá el agua sobre tu pecho. Incluso a medio metro bajo el agua puede ser muy difícil llenar los pulmones. Asegúrate de soltar el aire antes de regresar a la superficie. Hazlo siempre en compañía de un amigo o en una zona pública donde otros puedan verte.

Prueba a hiperventilar antes de aguantar la respiración. Hiperventilar significa que respiras mucho más rápido de lo que tu cuerpo necesita en ese momento. Si te mareas, respira con normalidad.

Haz ejercicios de respiración mientras vas en el coche o estás frente a la computadora, el televisor o los videojuegos.

¿ESTÁS CON LA PAREJA ADECUADA?

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Durante un seminario, una mujer preguntó: «¿Cómo puedo saber si estoy con la persona adecuada?»

El autor entonces se dio cuenta de que había un hombre corpulento sentado a su lado por lo que dijo: «Depende. ¿Es tu pareja?» Con toda seriedad, ella respondió «¿Cómo lo sabes?» Voy a responder a esta pregunta porque las posibilidades son buenas de que está pasando en su mente respondió el autor.

Aquí está la respuesta:

Cada relación tiene un ciclo. Al principio, caes perdidamente enamorada. Te anticipas a sus llamadas, quieren estar en contacto, y se gustan sus costumbres. Enamorarse no fue difícil. De hecho, fué una experiencia completamente natural y espontánea. No tuviste que hacer nada. Es por eso que se llama «perdidamente enamorados».

Enamorarse es una experiencia pasiva y espontánea. Pero después de unos meses o años de estar juntos, la euforia del amor se desvanece. Es un ciclo natural de todas las relaciones.

Poco a poco, las llamadas telefónicas se convierten en una molestia (si es que las hay), el contacto no es siempre bienvenido (si es que lo hay), y las costumbres de su cónyuge, en vez de sentir lindo, te vuelven loc@. Los síntomas de esta etapa varía con cada relación, usted notará una gran diferencia entre la etapa inicial cuando estaban enamorados y una fase mucho más aburrida o con actitudes de enojo incluso.

En este punto, usted y/o su pareja pueden estarse preguntando, «¿Estoy con la persona correcta?» Y al reflexionar sobre la euforia del amor que una vez tuvieron, pudieran empezar a desear esta experiencia con alguien más. Aquí es cuando las relaciones truenan.

La clave para tener éxito en una relación no es encontrar a la persona adecuada, sino aprender a amar a la persona encontrada.

La gente culpa a su pareja por su infelicidad y busca fuera lo que le hace falta. Las atenciones extra maritales vienen en todas las formas y tamaños.

La infidelidad es lo más común. Pero a veces la gente se envuelve en el trabajo, en un pasatiempo, en una amistad, televisión en exceso, o sustancias de abuso. Pero la respuesta a este dilema no está fuera de su relación. Se encuentra dentro de él.

No estoy diciendo que no se podría enamorar de alguien más. Si podrías y temporalmente se sentiría mejor. Pero estaríamos en la misma situación unos años más tarde.

Debido a que (escucha con atención a esto):

La clave para tener éxito en la relación no es encontrar a la persona adecuada, sino aprender a amar a la persona que se encontró.

MANTENER el amor no es una experiencia pasiva o espontánea. Usted tiene que trabajar en ello día tras día. Se necesita tiempo, esfuerzo y energía. Y lo más importante, exige SABIDURÍA. Usted tiene que saber Qué hacer para que funcione. No nos equivoquemos al respecto.

El amor no es un misterio. Hay cosas que usted puede hacer (con o sin su pareja), Así como hay leyes físicas del universo (como la gravedad), también hay leyes para las relaciones. Si usted sabe cómo aplicar estas leyes, los resultados son predecibles.

El amor es por lo tanto una «decisión». No es sólo un sentimiento.

Recuerda esto siempre: El destino determina quién entra en tu vida. Depende de ti quien quieres que camine a tu lado, a quien permites que se quede, y ¡a quien quieres dejar ir!

Mujeres entre el umbral de la elegancia y lo prosaico

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I. ¿Por qué mientras que ciertas actitudes en los hombres me resultan casi normales, realizadas por mujeres me suscitan repulsión interior? Por ejemplo, la lucha libre es bastante tolerable cuando el espectáculo es masculino, pero que una mujer practique algo tan desapacible, me parece grotesco. También las peleas violentas de mujeres –en la escuela–, me causan un desasosiego interior indecible, mientras que las de los hombres podrían casi divertirme.

Quizá son casos extremos. Pero también realidades más triviales y cotidianas me generan desazón: el desaliño masculino, aunque denota estrechez estética, a mis ojos pasa relativamente indiferente, pero una mujer que de ordinario es fodonga y fachosa me perturba los ánimos. Lo mismo podría decir del lenguaje: es recurrente tanto en hombres como en mujeres el uso de palabras como “chingada”, con todas sus declinaciones  y conjugaciones, o “no mames, güey”, entre otras. Esto, en un hombre, acusa una miseria lingüística, secuela de su poco amor a los libros. Sin embargo, una mujer soez resulta burda y rústica. ¡Es una pena que haya mujeres bonitas que pierdan todo su encanto en cuanto abren la boca!

Estas manifestaciones son perfectamente disculpables en las personas que no han tenido educación, pero ¿en las que sí? Tampoco es una cuestión económica: el dinero parece mágico, pero no proporciona la espléndida dote de la civilidad y el decoro. A menudo, la palabra refleja mejor a la persona que el coche o el vestido.

 

II. Pregunté a ciertos amigos humanistas: “¿Por qué la ‘chabacanería’ femenina me parece mucho más grotesca que la vulgaridad masculina, si al fin y al cabo, tan desdorosa es en unos como en otros?”. Entonces supe que no soy el único que siente extrañeza ante el desenfado de algunos desplantes femeniles. Uno de mis amigos, siempre perspicaz, me compartió lo que a su modo de ver explica el por qué de nuestro malestar. Su idea me pareció muy sugestiva:

La tosquedad en las mujeres nos desencanta por lo siguiente:

Corruptio optimi, péssima; adagio latino que quiere decir: la corrupción de los mejores es la peor, o simplemente, la degradación de lo mejor es lo peor.

Y la mujer es superior (que el hombre) para los asuntos más humanos de la existencia.

Por lo tanto, la degradación y la tosquedad de la mujer es mucho peor que la del hombre.

La primera premisa: La degradación de lo mejor es lo peor, es filosófica, pero se puede ilustrar con ejemplos sencillos, como: la destrucción de la Fontana de Trevi es peor que la destrucción de un fontanar cualquiera.  O el envilecimiento de alguien “honorable” es mucho peor que el de un gánster.

La segunda premisa: La mujer es superior que el hombre, es elocuente y muy plausible. No porque antropológicamente sean superiores, pues como seres humanos tenemos igual dignidad. Pero, ciertamente, las mujeres tienen una sensibilidad más refinada, exquisita y humana. De ahí que tengan más proclividad por los temas artísticos o literarios, incluso por la pedagogía y la psicología –‘para ayudar a otros’–; en cambio, los hombres somos más cercanos a las máquinas y a los sistemas; generalmente preferimos tópicos ingenieriles o de economía y mercado. ¿En deportes? Muchos hombres se regodean con juegos animalescos: ¿Por qué no hablar del box?, para muchos, este golpeteo irracional provoca un embriagante deleite, a sabiendas de que al paso de los años, aquellos rudos ‘gladiadores’ terminarán en un estado de imbecilidad semejante al de los orangutanes.

En el campo de las relaciones interpersonales, las mujeres son mucho más sensibles frente a otras manifestaciones plenamente
humanas. Su finura es mayor para conmiserarse ante el dolor humano o para percibir el tormento íntimo de una persona que aparentemente –para los hombres– solo es taciturna o huraña.

En el campo de la maternidad, el conocer la riqueza de la infancia –que es un periodo entrañable– para guiarla, es un fenómeno generalmente más apreciado por las mujeres.

Por sus mismas condiciones psicológicas, las mujeres son capaces de un cariz más humano y afable que los hombres. Huelga decir que cuando se pierde el tacto femenino, se pierde también el calor en las relaciones humanas.

De esta manera, llegamos a la conclusión: la degradación de la mujer es peor (que la del hombre) y consecuentemente, resulta mucho más desagradable contemplarla.

 

III. Por toda esta sensibilidad más humana y afortunada, me parece que las mujeres son las que marcan la pauta del desenvolvimiento social y el talante humano. En las estructuras político-económicas, paulatinamente van ganando más terreno. Pero sobre todo, su influencia es enorme en los grupos sociales pequeños. Y cuando no ejercen esta autoridad tácita provocan en algunos hombres un ánimo de extrañeza –al menos eso me pasa a mí.

Cuando en un salón de clases o los corrillos de fiestas, las mujeres se permiten la vulgaridad, toda esa micro-sociedad termina degradándose y vulgarizándose, pues al permitirse concesiones poco refinadas, transigen con los hombres, que terminamos siendo trogloditas. Quizá cuando ellas se percatan de que el ambiente se ha enrarecido y afeado, porque cruzaron el umbral de la elegancia –en el pensamiento, las aficiones, la facha y el lenguaje–, para ubicarse en el de lo prosaico, es demasiado tarde para retroceder; para entonces, han perdido la autoridad implícita que tenían.

Todo es distinto cuando ellas ponen el listón alto e imprimen un clima exigente en el ambiente: forjan la tonalidad altamente humana en donde lo que prima no es lo espontáneo –que se asocia con la pereza, el descuido, el desaseo y el albur–, sino algo más genuinamente femenino, asociado con lo elegante. Y por elegancia entiendo la exteriorización de un rico mundo interior: no los caros vestidos y joyeles, perfectamente compatibles con la ‘tosquedad’ interior: “Aunque la mona se vista de seda…”

Eso sucede en cualquier comunidad humana. ¿No es cierto que si las mamás, haciendo mancuerna con los papás, proyectan con su gracia y exigencia una meta humanamente más alta, los niños no estarán percudidos y despeinados ni serán malhablados?

Si todo esto es verdad, entonces principalmente son las mujeres el punto de referencia en el comportamiento de la sociedad. Por eso me hace gracia cuando se quejan de que los hombres carecemos de urbanidad y somos mal educados. Habrá que enfatizar que las mujeres no han sabido colocarnos a la altura de las circunstancias y de la dignidad humana, porque a veces tampoco ellas lo han hecho.

No creo que deban echar la mirada atrás para revitalizar códigos de protocolo al modo de “Carreño”, cómicos para el sentir postmoderno. Pero sí podrían revitalizar el espíritu que animaba esos códigos: vivir a la altura de la dignidad humana. Valdrá la pena mirar hacia adelante involucrando todo el ingenio, pues al actuar de manera elegante marcarán la pauta.

Quizá cargo demasiado la mano a las mujeres. ¡Como si los hombres estuviéramos eximidos de ser elegantes! No dispenso a los hombres, pero pienso que las mujeres tienen la batuta.

 

“La elegancia,  el perfume del espíritu.”

Miguel Ángel Martí

 

IV. La elegancia consiste en impregnar las relaciones sociales con ese perfume peculiarísimo del espíritu que ha cultivado las virtudes humanas cardinales, y sabe descender a los detalles. Lo que hace habitable un edificio no es la varilla y el hormigón, sino el “calor de hogar”. De igual manera, solo la elegancia adereza las relaciones humanas como culmen de la virtud.

Bajar el nivel, es fácil: basta con dejar en el trono a la pereza. Estar al nivel para expresar y compartir lo mejor de nosotros mismos: en el pensamiento, en el rostro –una sonrisa sincera y amistosa es elegante–, en la serenidad, en lograr una conversación atractiva, con argumentos y por encima de las meras puntualidades diarias, es difícil, pues exige el talante esforzado de la excelencia.

Lo que en el fondo subyace a todo es la caridad: el no pensar solo en nosotros mismos, sino en los demás, y así evitar lo que les molesta y procurar lo que les alegra, siempre que esté a la altura de nuestra alta dignidad. Se trata, en definitiva, de dar condimento exigentemente humano a la convivencia.

Jorge Quesada, filósofo y ensayista

quesada_jor@hotmail.com