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Papa Francisco propone estas 30 preguntas para un buen examen de conciencia

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Hace unos días el Papa Francisco obsequió a los fieles en la Plaza de San Pedro un folleto especial por Cuaresma titulado “Custodia el corazón”, que fue entregado por varios indigentes de Roma y que tiene una serie de importantes recursos para el camino de conversión hacia la Semana Santa.

Entre los distintos recursos planteados por el Santo Padre está un examen de conciencia de 30 preguntas para hacer una buena confesión, así como una breve explicación sobre las razones para acudir al sacramento.

Este recurso cobra particular interés en la víspera de la iniciativa “24 horas con el Señor”, a la que invita el Pontífice los días 13 y 14 de marzo para que los católicos, especialmente los más alejados de la Iglesia, se reconcilien con Dios en preparación para la Pascua.

A la pregunta ¿por qué confesarse?, el folleto contesta: “¡porque somos pecadores! Es decir, pensamos y actuamos de modo contrario al Evangelio. Quien dice estar sin pecado es un mentiroso o un ciego. En el sacramento Dios Padre perdona a quienes, habiendo negado su condición de hijos, se confiesan de sus pecados y reconocen la misericordia de Dios”.

Para confesarse, prosigue el texto es necesario comenzar “por la escucha de la voz de Dios” seguido del “examen de conciencia, el arrepentimiento y el propósito de la enmienda, la invocación de la misericordia divina que se nos concede gratuitamente mediante la absolución, la confesión de los pecados al sacerdote, la satisfacción o cumplimiento de la penitencia impuesta, y finalmente, con la alabanza a Dios por medio de una vidarenovada”.

El examen de conciencia

A continuación las 30 preguntas propuestas por el Papa Francisco para hacer una buena confesión:

En relación a Dios

¿Solo me dirijo a Dios en caso de necesidad? ¿Participo regularmente en la Misa los domingos y días de fiesta? ¿Comienzo y termino mi jornada con la oración? ¿Blasfemo en vano el nombre de Dios, de la Virgen, de los santos? ¿Me he avergonzado de manifestarme como católico? ¿Qué hago para crecer espiritualmente, cómo lo hago, cuándo lo hago? ¿Me revelo contra los designios de Dios? ¿Pretendo que Él haga mi voluntad?

En relación al prójimo

¿Sé perdonar, tengo comprensión, ayudo a mi prójimo? ¿Juzgo sin piedad tanto de pensamiento como con palabras? ¿He calumniado, robado, despreciado a los humildes y a los indefensos? ¿Soy envidioso, colérico, o parcial? ¿Me avergüenzo de la carne de mis hermanos, me preocupo de los pobres y de los enfermos?

¿Soy honesto y justo con todos o alimento la cultura del descarte? ¿Incito a otros a hacer el mal? ¿Observo la moral conyugal y familiar enseñada por el Evangelio? ¿Cómo cumplo mi responsabilidad de la educación de mis hijos? ¿Honoro a mis padres? ¿He rechazado la vida recién concebida? ¿He colaborado a hacerlo? ¿Respeto el medio ambiente?

En relación a mí mismo

¿Soy un poco mundano y un poco creyente? ¿Cómo, bebo, fumo o me divierto en exceso? ¿Me preocupo demasiado de mi salud física, de mis bienes? ¿Cómo utilizo mi tiempo? ¿Soy perezoso? ¿Me gusta ser servido? ¿Amo y cultivo la pureza de corazón, de pensamientos, de acciones? ¿Nutro venganzas, alimento rencores? ¿Soy misericordioso, humilde, y constructor de paz?

Para descargar “Custodia el Corazón”, ingresa a: https://www.aciprensa.com/noticias/custodia-el-corazon-descarga-el-libro-de-bolsillo-que-regalo-el-papa-francisco-para-vivir-la-cuaresma-60331/

Che Guevara el gran negocio

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Su último gran error fue creer que valía más vivo que muerto.

“No disparen. Soy Che Guevara, valgo más vivo que muerto”, dijo en la Quebrada del Yuro al verse rodeado. No era lo que se esperaba de un ‘guerrillero heroico’ que sería convertido en mito mundial.

La imagen de un Che Guevara de 31 años que parece mirar al infinito es la fotografía más reproducida del mundo. Ha sido impresa millones de veces como símbolo de la revolución y la contracultura en todo tipo de superficies, incluida la piel humana.

De las leyendas sobre el argentino Ernesto Guevara de la Serna viven hoy la izquierda carnívora, académicos románticos, populistas, farsantes, demagogos y, claro, los ‘revolucionarios’. Además, vendedores de camisetas, pins, pósters, libros, fotografías, filmes, canciones cursis y hasta reliquias (sus cabellos se han llegado a subastar). Capitalistas de pura raza que intentan ganar dinero con la imagen de quien, de haber podido, los hubiera fusilado simplemente por ser capitalistas.

¿Hay bases objetivas, más allá de una fabulosa y efectiva campaña de propaganda, para sostener el mito? ¿Fue realmente el Che Guevara ejemplo de algo en su vida? Algunos dirán que sí, otros que no, dependiendo más del espectro ideológico que de razones específicas. Todos tienen derecho a sus propias opiniones, pero no a sus propios hechos, que son objetivos y no dependen de lo que piense cada uno.

Más que pretender establecer juicios de valor, es mejor destacar algunos aspectos de la biografía del guerrillero que permitan analizar sus logros reales.

Como combatiente. Nadie le señala cobardía o exceso de precauciones: en la Sierra Maestra, el Congo y Bolivia estuvo en primera fila, compartiendo peligros, combates, guardias, comida, tabacos y esfuerzos, como el que más.

Como esposo y padre. Puso a la familia en lugar secundario: dos esposas y varios hijos quedaron detrás; primero cuando fue hacia Cuba en el Granma, luego al partir hacia el Congo y Bolivia. Hay quienes ven heroicidad en eso; otros, desinterés.

Como teórico. No adivinó. Ni sobre la guerra de guerrillas ni mucho menos sobre economía. Sus estrellas de Comandante aplastaban a sus antagonistas mucho más que sus escasas ideas y absurdas propuestas. Cada vez que se organiza algún evento sobre “el pensamiento económico del Che” es difícil mostrar algo útil. De sus estudios sobre “la experiencia soviética” no hay nada más que menciones a lecturas mal interpretadas del soviético Liberman.

Como ideólogo. Guevara fue artífice, junto con los Castro, de la traición a los postulados originales de la Revolución Cubana y de la entrega de la soberanía nacional a la Unión Soviética. Intrigó en contra de revolucionarios de claras y definidas tendencias democráticas, con los que sostuvo enfrentamientos. En una carta del 14 de diciembre de 1957, Guevara escribía a René Ramos Latour, el ‘Comandante Daniel’: ‘’Pertenezco por mi preparación ideológica a los que creen que la solución de los problemas del mundo está detrás de la llamada cortina de hierro y tomo este movimiento como uno de los tantos provocados por el afán de la burguesía de liberarse de las cadenas del imperialismo’’. Daniel respondió a Guevara: ‘’Los que tienen tu preparación ideológica piensan que la solución a nuestros males está en liberarnos del nocivo dominio yanqui por medio del no menos nocivo dominio soviético’’. En aquella misma carta, Ramos Latour agregaba que la ideología del Movimiento 26 de julio se inspiraba en el pensamiento político de José Martí, que consistía en hacer de Cuba un país democrático y próspero, con justicia social, y que los pactos con otras fuerzas opositoras eran necesarios y saludables para el bien del país, a lo que se oponían Castro y Guevara.

Como estratega. En el Congo y Bolivia sus tácticas fracasaron estrepitosamente. Pensó que podría desarrollar en el entonces Congo Belga una guerrilla ‘anti imperialista’ dirigida por un blanco y una pandilla de corruptos del Consejo Nacional de Liberación del Congo. En Bolivia pretendió organizar una revolución al ofrecer una reforma agraria cuando años antes ya se había realizado otra, apoyado en unos cuantos comunistas y trotskistas que no representaban ni a sus propias familias.

El gobierno cubano destaca como sus mayores méritos la invasión a Las Villas, donde el desmoralizado ejército de Batista no hizo demasiado por detenerlo, y la captura del famoso tren blindado, que le otorgó una inmerecida fama cuando el peso del combate lo llevaron los hombres del Directorio Revolucionario.

Como portador de justicia social. Predicó y practicó el odio como factor de lucha. Testigos señalan que en La Cabaña trató con suma crueldad y fusiló a diestra y siniestra, sin las más mínimas garantías procesales, a los políticos, policías y soldados del régimen vencido. La misma cruel actitud que más tarde emplearía contra sus antiguos compañeros de lucha que no se sometieron al giro comunista del proceso revolucionario. Sus cientos de atrocidades en aquella etapa están más que documentadas.

Racista consumado, a los negros se refirió como “los mismos magníficos ejemplares de la raza africana que han mantenido su pureza racial gracias al poco apego que le tienen al baño”. Sobre los indios anotó: “En este tipo de trenes hay una tercera clase destinada a los indios de la región… es mucho más agradable el olor a excremento de vaca que el de su similar humano… la grey hedionda y piojosa… nos lanzaba un tufo potente pero calentito”. A los aborígenes mexicanos los definió como “la indiada analfabeta de México”. Sobre el campesinado boliviano subrayó: “Son como animalitos”.

Vale repetirse la pregunta inicial:

¿hay bases objetivas, más allá de una fabulosa y efectiva campaña de propaganda, para sostener el mito?

Al final de su vida, en la  Quebrada del Yuro, el Che volvió a equivocarse: ha valido mucho más muerto que vivo. Pregúntenle  a quienes lucran con su imagen.

Octavio Paz, en diez fragmentos

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La leyenda. Hay un momento en que Octavio Paz se convierte en leyenda, en mito. Si hubiera sido militar, le hubieran levantado una estatua ecuestre para que levantara la espada apuntando más allá del horizonte. Roberto Bolaño lo incorporó en un fragmento de Los detectives salvajes para hacerlo encontrarse con Ulises Lima, uno de los personajes centrales de la novela. Toma la palabra en el libro Clara Cabeza, que cuenta que fue secretaria de Octavio Paz, y explica: “No saben ustedes el titipuchal de cartas que recibía don Octavio y lo difícil que era clasificarlas. Como ya se imaginarán, le escribían de los cuatro puntos cardinales y gente de toda clase, desde otros premios Nobel como él hasta jóvenes poetas ingleses o italianos o franceses”. Es el retrato de una celebridad que supuestamente podría estar más allá del bien y del mal.

La poesía y la revolución. El escritor mexicano que ganó en 1990 el Premio Nobel fue devorado por algunas pasiones que irían marcando los derroteros de su vida. “La política no era nuestra única pasión”, recordaba de su época juvenil en Itinerario. “Tanto o más nos atraían la literatura, las artes y la filosofía. Para mí y para unos pocos entre mis amigos, la poesía se convirtió, ya que no en una religión pública, en un culto esotérico oscilante entre las catacumbas y el sótano de los conspiradores.Yo no encontraba oposición entre la poesía y la revolución: las dos eran facetas del mismo movimiento, dos alas de la misma pasión”.

Yo no encontraba oposición entre la poesía y la revolución: las dos eran facetas del mismo movimiento, dos alas de la misma pasión”

España. “Madrid, 1937, / en la Plaza del Ángel las mujeres / cosían y cantaban con sus hijos, / después sonó la alarma y hubo gritos, / casas arrodilladas en el polvo, / torres hendidas, frentes escupidas / y el huracán de los motores, fijo: (…)”. Octavio Paz se fue de casa y abandonó los estudios universitarios en 1936. Trabajó en una escuela de educación secundaria para hijos de trabajadores hasta que lo contrataron para que trabajara, también como profesor, en Yucatán (Mérida). Un año después lo invitaron al Congreso Internacional de Escritores Antifascistas en Valencia, durante la Guerra Civil. Quiso alistarse en el ejército como comisario político para defender la República, pero lo rechazaron: no tenía el aval de ningún partido político..

Los datos. Nació en la Ciudad de México el 31 de marzo de 1914. Su madre era española; su familia paterna, en cambio, liberal e indigenista. Su abuelo escribió novelas históricas, su padre participó activamente en la revolución mexicana. De niño vivió una temporada en Estados Unidos, donde volvería muchas veces a lo largo de su vida, y tuvo una educación sofisticada. Estudió Derecho y Filosofía y Letras, y empezó trabajando en las misiones educativas del general (y presidente) Lázaro Cárdenas. Entre 1943 y 1945 vivió en Nueva York y San Francisco, luego se instaló en París como diplomático, en 1952 viajó por India y Japón. Vuelta a México en 1953. Entre 1962 y 1968 fue embajador de México en la India. Dio clases en universidades estadounidenses, fundó revistas de la relevancia de Plural y Vuelta, se casó dos veces, con Elena Garro en 1937, con la que tuvo su única hija, y en 1969 con la escultora francesa Marie-Jó Trianin. Escribió y escribió, ensayos y poesía. Obtuvo el premio Cervantes en 1981 y el Nobel de Literatura en 1990. De Ladera Este, uno de sus grandes poemas, son estos versos: “Yo escribo a la luz de una lámpara / Los absolutos las eternidades / Y sus aledaños / No son mi tema / Tengo hambre de vida y también de morir / Sé lo que creo y lo escribo”.

Vida errante. En una carta de 1982, Octavio Paz le contaba a Pere Gimferrer de su vida desordenada en Nueva York y San Francisco entre 1943 y 1945: “Viví durante meses en el vestiaire de un club de unas señoras viejas en el sótano de un hotel de San Francisco. Más tarde, en Nueva York, tuve empleos pintorescos, como el doblaje de películas, y quise alistarme en la marina mercante. Por fortuna me rechazaron y así me salve de un torpedo alemán y de un naufragio. Sin embargo, fui terriblemente feliz. La libertad recién conquistada fue una suerte de embriaguez”.

El mexicano se sitúa ante su realidad como todos los hombres modernos: a solas”

Viejas marcas. México fue seguramente una de sus preocupaciones centrales: su política, su historia, su cultura. En 1950 publicó El laberinto de la soledad. “En un sentido estricto, el mundo moderno no tiene ya ideas”, escribió allí. “Por tal razón, el mexicano se sitúa ante su realidad como todos los hombres modernos: a solas”. Quiso pensar en los avatares de la revolución mexicana y en las raíces plurales de su país. Luego contó en una entrevista de 1975 que un poeta le había dicho que “había escrito una elegante mentada de madre contra los mexicanos”.

Nada es más difícil que reconocer la libertad de los otros, sobre todo la de una persona que se ama y se desea”

El poder sin rostro. La gran obsesión de Paz fue pensar las grandes derivas autoritarias del pasado siglo, los totalitarismos, y el papel que juegan las burocracias a la hora de ejercer un poder técnico que termina desvirtuando los desafíos propiamente políticos. “El Estado –no el proletariado ni la burguesía– ha sido y es el personaje de nuestro siglo. Su realidad es enorme. Lo es tanto que parece irreal: está en todas partes y no tiene rostro. No sabemos qué es ni quién es”, apuntó a la hora de explicar el propósito de unos de sus libros más célebres: El ogro filantrópico.

La libertad ajena. Paz escribió ensayos de literatura, antropología, historia, política, arte, ciencia. Podía ocuparse de Fernando Pessoa y de Sor Ángela de la Cruz, a quien dedicó uno de sus ensayos más largos y elaborados. Se sumergió en la cultura de la India y en la de los indios americanos. Fue un gran erudito, pero supo también provocar y criticar cualquier fórmula consagrada. Escribió en los periódicos pegado a la actualidad y hurgó en las viejas contradicciones que siguen tocando a hombres y mujeres. Podía escribir de Cernuda, en Cuadrivio, pero estaba hablando del amor: “El amor es la revelación de la libertad ajena y nada es más difícil que reconocer la libertad de los otros, sobre todo la de una persona que se ama y se desea. Y en esto radica la contradicción del amor: el deseo aspira a consumarse mediante la destrucción del objeto deseado; el amor descubre que ese objeto es indestructible…”.

El gesto. “En la rebelión juvenil me exalta, más que la generosa pero nebulosa política, la reaparición de la pasión como una realidad magnética”, escribió Octavio Paz en Conjunciones y disyunciones, a propósito del estallido del mayo francés de 1968, y de sus distintas proyecciones en México o Estados Unidos. “La tradición de estos jóvenes es más poética y religiosa que filosófica y política; como el romanticismo, con el que tiene más de una analogía, su rebelión no es tanto una disidencia intelectual, una heterodoxia, como una herejía pasional, vital, libertaria”. Cuando el Gobierno de Díaz Ordaz autorizó la brutal represión que se tradujo en la matanza de la plaza de las Tres Culturas en el Distrito Federal, Octavio Paz renunció a su puesto de embajador en la India.

Contra el futuro. Paz fue un poeta que se formó en el corazón de las turbulencias de las vanguardias y que luego reflexionó con frecuencia en la tradición de la ruptura. Decir no a lo que se ha heredado para proyectarse a un futuro nuevo y esplendoroso. “La concepción de la historia como un proceso lineal progresivo se ha revelado inconsistente”, escribió en Los hijos del limo. Y también: “la negación ha dejado de ser creadora. No digo que vivimos el fin de arte: vivimos el fin de la idea de arte moderno”. En Posdata apuntaba: “”El valor supremo no es el futuro sino el presente; el futuro es un tiempo falaz que siempre nos dice ‘todavía no es la hora’ y que así nos niega. El futuro no es el tiempo del amor: lo que el hombre quiere de verdad, lo quiere ahora. Aquel que construye la casa de la felicidad futura edifica la cárcel del presente”.

Fuente: http://cultura.elpais.com/cultura/2014/03/21/actualidad/1395420045_389032.html

Resiliencia: El arte de sobreponerte a los golpes de la vida.

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El vocablo resiliencia tiene su origen en el idioma latín, en el término resilio que significa volver atrás, volver de un salto, resaltar, rebotar. El término fue adaptado a las ciencias sociales para caracterizar aquellas personas que, a pesar de nacer y vivir en situaciones de alto riesgo, se desarrollan psicológicamente sanos y exitosos.

La resiliencia es la capacidad de los seres vivos de afrontar la adversidad, un trauma, una tragedia, o amenazas de fuerte tensión y sobreponerse a períodos de dolor emocional, saliendo fortalecido y alcanzando un estado de excelencia profesional y personal. Se considera que las personas más resilientes tienen mayor equilibrio emocional frente a las situaciones de estrés, soportando mejor la presión. Esto les permite una sensación de control frente a los acontecimientos y mayor capacidad para afrontar retos.

“No sabes lo fuerte que eres hasta que ser fuerte es la única opción que te queda.”

-Bob Marley

Cabe decir, que la resiliencia no es una cualidad innata, no está impresa en nuestros genes, aunque sí puede haber una tendencia genética que puede predisponer a tener un “buen carácter”. La resiliencia es algo que todos podemos desarrollar a lo largo de la vida. Hay personas que son resilientes porque han tenido en sus padres o en alguien cercano un modelo de resiliencia a seguir, mientras que otras han encontrado el camino por sí solas. Esto nos indica que todos podemos ser resilientes, siempre y cuando cambiemos algunos de nuestros hábitos y creencias.

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De hecho, las personas resilientes no nacen, se hacen, lo cual significa que han tenido que luchar contra situaciones adversas o que han probado varias veces el sabor del fracaso y no se han dado por vencidas. Al encontrarse al borde del abismo, han dado lo mejor de sí y han desarrollado las habilidades necesarias para enfrentar los diferentes retos de la vida.

Ser resiliente no significa no sentir malestar, dolor emocional o dificultad ante las adversidades. La muerte de un ser querido, una enfermedad grave, la pérdida del trabajo, problemas financiero serios, etc., son sucesos que tienen un gran impacto en las personas, produciendo una sensación de inseguridad, incertidumbre y dolor emocional.

Aún así, las personas logran, por lo general, sobreponerse a esos sucesos y adaptarse bien a lo largo del tiempo.

El camino que lleva a la resiliencia no es un camino fácil, sino que implica un considerable estrés y malestar emocional, a pesar del cual las personas sacan la fuerza que les permite seguir con sus vidas frente la adversidad o la tragedia. Pero, ¿cómo lo hacen?

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La resiliencia no es algo que una persona tenga o no tenga, sino que implica una serie de conductas y formas de pensar que cualquier persona puede aprender y desarrollar.

Entonces… ¿Qué caracteriza a una persona resilente?

Las personas resilientes poseen tres características principales: saben aceptar la realidad tal y como es; tienen una profunda creencia en que la vida tiene sentido; y tienen una inquebrantable capacidad para mejorar.

Además…

– Son conscientes de sus potencialidades y limitaciones. El autoconocimiento es un arma muy poderosa para enfrentar las adversidades y los retos, y las personas resilientes saben usarla a su favor. Estas personas saben cuáles son sus principales fortalezas y habilidades, así como sus limitaciones y defectos. De esta manera pueden trazarse metas más objetivas que no solo tienen en cuenta sus necesidades y sueños, sino también los recursos de los que disponen para conseguirlas.

– Son creativas. La persona con una alta capacidad de resiliencia no se limita a intentar pegar el jarrón roto, es consciente de que ya nunca a volverá a ser el mismo. El resiliente hará un mosaico con los trozos rotos, y transformará su experiencia dolorosa en algo bello o útil. De lo vil, saca lo precioso.

– Confían en sus capacidades. Al ser conscientes de sus potencialidades y limitaciones, las personas resilientes confían en lo que son capaces de hacer. Si algo les caracteriza es que no pierden de vista sus objetivos y se sienten seguras de lo que pueden lograr. No obstante, también reconocen la importancia del trabajo en equipo y no se encierran en sí mismas, sino que saben cuándo es necesario pedir ayuda.

– Asumen las dificultades como una oportunidad para aprender. A lo largo de la vida enfrentamos muchas situaciones dolorosas que nos desmotivan, pero las personas resilientes son capaces de ver más allá de esos momentos y no desfallecen. Estas personas asumen las crisis como una oportunidad para generar un cambio, para aprender y crecer. Saben que esos momentos no serán eternos y que su futuro dependerá de la manera en que reaccionen. Cuando se enfrentan a una adversidad se preguntan: ¿qué puedo aprender yo de esto?

– Practican el mindfulness o conciencia plena. Aún sin ser conscientes de esta práctica milenaria, las personas resilientes tienen el hábito de estar plenamente presentes, de vivir en el aquí y ahora y de tienen una gran capacidad de aceptación. Para estas personas el pasado forma parte del ayer y no es una fuente de culpabilidad y zozobra mientras que el futuro no les aturde con su cuota de incertidumbre y preocupaciones. Son capaces de aceptar las experiencias tal y como se presentan e intentan sacarles el mayor provecho. Disfrutan de los pequeños detalles y no han perdido su capacidad para asombrarse ante la vida.

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– Ven la vida con objetividad, pero siempre a través de un prisma optimista.Las personas resilientes son muy objetivas, saben cuáles son sus potencialidades, los recursos que tienen a su alcance y sus metas, pero eso no implica que no sean optimistas. Al ser conscientes de que nada es completamente positivo ni negativo, se esfuerzan por centrarse en los aspectos positivos y disfrutan de los retos. Estas personas desarrollan un optimismo realista, también llamado optimalismo, y están convencidas de que por muy oscura que se presente su jornada, el día siguiente puede ser mejor.

– Se rodean de personas que tienen una actitud positiva. Las personas que practican la resiliencia saben cultivar sus amistades, por lo que generalmente se rodean de personas que mantienen una actitud positiva ante la vida y evitan a aquellos que se comportan como vampiros emocionales. De esta forma, logran crear una sólida red de apoyo que les puede sostener en los momentos más difíciles.

– No intentan controlar las situaciones. Una de las principales fuentes de tensiones y estrés es el deseo de querer controlar todos los aspectos de nuestra vida. Por eso, cuando algo se nos escapa de entre las manos, nos sentimos culpables e inseguros. Sin embargo, las personas resilientes saben que es imposible controlar todas las situaciones, han aprendido a lidiar con la incertidumbre y se sienten cómodos aunque no tengan el control.

– Son flexibles ante los cambios. A pesar de que las personas resilientes tienen una autoimagen muy clara y saben perfectamente qué quieren lograr, también tienen la suficiente flexibilidad como para adaptar sus planes y cambiar sus metas cuando es necesario. Estas personas no se cierran al cambio y siempre están dispuestas a valorar diferentes alternativas, sin aferrarse obsesivamente a sus planes iniciales o a una única solución.

– Son tenaces en sus propósitos. El hecho de que las personas resilientes sean flexibles no implica que renuncien a sus metas, al contrario, si algo las distingue es su perseverancia y su capacidad de lucha. La diferencia estriba en que no luchan contra molinos de viento, sino que aprovechan el sentido de la corriente y fluyen con ella. Estas personas tienen una motivación intrínseca que les ayuda a mantenerse firmes y luchar por lo que se proponen.

– Afrontan la adversidad con humor. Una de las características esenciales de las personas resilientes es su sentido del humor, son capaces de reírse de la adversidad y sacar una broma de sus desdichas. La risa es su mejor aliada porque les ayuda a mantenerse optimistas y, sobre todo, les permite enfocarse en los aspectos positivos de las situaciones.

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– Buscan la ayuda de los demás y el apoyo social. Cuando las personas resilientes pasan por un suceso potencialmente traumático su primer objetivo es superarlo, para ello, son conscientes de la importancia del apoyo social y no dudan en buscar ayuda profesional cuando lo necesitan.

Los beneficios de la resiliencia

*Las personas mas resilentes tienen una mejor autoimagen

*Se critican menos a sí mismas

*Son más optimistas

*Afrontan los retos

*Son más sanas físicamente

*Tienen más éxito en el trabajo o estudios

*Están más satisfechas con sus relaciones

*Están menos predispuestas a la depresión

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¿Qué contribuye a que una persona sea más resiliente?

– El apoyo emocional es uno de los factores principales. Tener en tu vida personas que te quieren y te apoyan y en quien puedes confiar te hace mucho más resiliente que si estás solo.

– Permitirte sentir emociones intensas sin temerlas ni huir de ellas, y al mismo tiempo ser capaz de reconocer cuándo necesitas evitar sentir alguna emoción y centrar tu mente en alguna distracción.

– No huir de los problemas sino afrontarlos y buscar soluciones. Implica ver los problemas como retos que puedes superar y no como terribles amenazas.

– Tomarte tiempo para descansar y recuperar fuerzas, sabiendo lo que puedes exigirte y cuándo debes parar.

– Confiar tanto en ti mismo como en los demás.

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Para mí, el objetivo principal de difundir el concepto de resiliencia es para contribuir a la concientización de que todas las personas poseen esta característica, pero que de todos nosotros depende el despliegue de ella si nos otorgamos oportunidades mutua.

Acabaré este artículo con una cita de Marc Levy que reza así: El tiempo cura todas las heridas, aunque nos deje algunas cicatrices. O, si me permites modificar ligeramente la cita:

“La resiliencia cura todas las heridas, aunque deja algunas cicatrices.”

Conoce los 5 lenguajes del amor

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El amor es sin duda el lenguaje universal, que científicamente y de forma general se produce en la ínsula y el núcleo estriado del cerebro y no en el corazón, afirma una investigación de la Universidad de Concordia. Pero la manera en la que se demuestra sí es muy personal y diferente.

En este sentido, por ejemplo, las mujeres tienden a expresar su amor con el objetivo de generar un clima familiar positivo, mientras que los hombres suelen buscar actividades que puedan realizar junto con su pareja, concluye un estudio de la Universidad de Austin en Texas.

Expresiones del corazón

De igual modo, la forma en la que entiendes y demuestras el amor puede ser diferente a la de tu pareja; Gary Chapman, terapeuta de parejas y autor de “Los cinco lenguajes del amor”, afirma que existen cinco maneras generales en las que se puede expresar y te las compartimos.

1. Palabras de afirmación. Este es el lenguaje de las personas que prefieren ser amadas por medio del oído, les encanta que sus seres queridos les digan lo orgullosos que están de ellos y de igual manera que los reconozcan cuando tienen logros con frases halagadoras.

2. Tiempo de calidad. Las personas prefieren que el amor sea demostrado con verdadera atención cuando están con su pareja, sin importar si son solo unas horas, siempre y cuando exista una conexión real durante ese tiempo y el otro no esté distraído con, por ejemplo, su celular.

3. Actos de servicio. Quienes prefieren este lenguaje consideran que “una acción vale más que mil palabras”, así que valoran mucho más lo que su pareja hace por ellos, como ayudarles en las tareas del hogar; piden cosas sencillas, pero que son representativas.

4. Regalos. Es el lenguaje de las personas que se sienten amadas por medio de obsequios, ya que aprecian que su pareja dedique tiempo, dinero y esfuerzo en atenderlas. Pero no se trata de materialismo, una sencilla paleta o un detalle hecho por sus manos los hace felices.

5. Contacto físico. Abrazos, besos, caricias, masajes y también el sexo son las demostraciones preferidas de quienes se inclinan por este lenguaje, para ellos el roce físico tiene el mayor valor, de tal forma que tomarlas de la mano es ganar puntos.

Es importante que identifiques cómo te agrada que te demuestren este sentimiento, pero también que sepas qué lenguaje del amor prefiere tu pareja, de esta manera podrás expresarle tus sentimientos de forma efectiva y su relación será mejor, indica Chapman.

Fuente: Bienestar.Salud180

Una foto no es lo que ves

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Una frase errónea. Un título pesimista para una exposición fotografía. Un reto visual para el visitante. Un llamado a la conciencia. Eso es lo que imagino quisieron crear al bautizar una exposición tan extraordinaria e interesante.

Con 108 fotografías, propiedad de Bank of America la planta alta del antiguo Colegio de San Ildelfonso se viste de gala para atestiguar la revolución fotográfica desde mediados del siglo XIX a nuestros días.

Fotos en blanco y negro, a color, pequeñas y grandes retratan momentos históricos, cotidianos, dulces y oscuros, de esperanza, de humillación y hasta de honor.

El paso del tiempo recorre las salas, con nuevas técnicas, con nuevos lentes, sin embargo la esencia es la misma. Es la búsqueda. Es la verdad plasmada en un papel especial.  Es la realidad del momento. La realidad de la circunstancia. El enfrentamiento que produce. El dialogo que despierta.

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La historia contada a través de un lente hace a la historia fácil pero a la vez injusta e inverosímil. La rendición de los talibanes se ve presente en una enorme fotografía, tan grande como el suceso, tan esperanzadora como el final del terrorismo. La foto sigue ahí, el terrorismo también.

La pequeña niña obrera trabajando en el telar, algo muy usual en tiempos pasados, algo censurado y criticado en este siglo, pero tan real y tan vivido como la foto misma.

El racismo. La inclusión de minorías en la sociedad también se retrata. Como algo lejano, como algo olvidado, como algo del pasado. Como algo que se sigue viviendo en las esferas de la tierra.

El contraste de los temas: retratos, paisajes, escenas callejeras y abstracciones nos llevan de la mano por un mundo visual más allá de nuestras pupilas, un mundo de conciencia y reflexión, para percibir el arte en una imagen creada a partir de la realidad.

 

¿No debe cambiar nada en la Iglesia?

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Una tarea vital de la Iglesia es la de acompañar a las personas, a la humanidad doliente. Este es un mandato inevitable, que exige sin embargo responder a dos cuestiones: acompañar adónde y por qué. Si no se hace así, se puede incurrir, sobre todo en la sociedad opulenta, en una colaboración pasiva con las causas que hacen daño a las personas, las causas que la apartan de Dios, y con las estructuras de pecado. Al igual que la solidaridad, la caridad cristiana, cuando alcanza una gran dimensión, como sucede afortunadamente con nuestras Cáritas, tiene el riesgo de actuar como válvula de seguridad de la injusticia social, sino de ilustrar sobre ella, también en una sociedad marcada por las adiciones al dinero, a la evasión, al sexo, y por la alienación en una sociedad desvinculada, se incurre en la posibilidad de convertir a la Iglesia en un hospital de campaña que cura heridos para ser devueltos al frente, donde volverán a ser dañados, incluso muertos. Y esta no es la tarea de la Iglesia.

La Iglesia está para acompañar al ser humano, para su encuentro, su experiencia de Dios, y lo hace así porque esa es la Buena Nueva a proclamar, la de que en Dios todo lo humano se realiza. La Iglesia no es una agencia humanitaria, aunque vive profundamente en la humanidad del hombre, pero para ayudar a que la trascienda. Si no obra de esta manera corre el riego, ya evidente, de ser una Iglesia sin signo, sin identidad.

Ciertamente, la Iglesia ha de vivir en el tiempo presente, pero no para depender de él, sino para transitar por él con la mirada en la cruz de Jesucristo, como señala Baltasar. Si no fuera así, si los cambios del mundo marcaran los cambios en la Iglesia, esta se disolvería en la nimiedad, en la temporalidad de la historia.

Entonces, ¿no debe cambiar nada? Claro que sí debe hacerlo, pero desde la perspectiva de Jesucristo, la Tradición y el Magisterio. Las tradiciones son dinámicas, MacIntyre escribe con acierto que una transformación surge de dos impulsos, en relación a otras tradiciones rivales (y esto te obliga a preguntarte cuáles son las más decisivas ahora y aquí), y también por la corriente interna que busca la mejor adecuación. Pero, en ambos casos, la cuestión fundamental es que no desaparezcan los acuerdos fundamentales que la caracterizan y le dan sentido, y esto nos obliga a preguntar cuáles son estos acuerdos en el caso católico. Y nuestro acuerdo fundamental se sitúa en el eje de la persona de Jesucristo tal y como se manifiesta en los evangelios, y el conjunto del Nuevo Testamento, en el marco de la tradición e interpretación de la propia Iglesia. Porque lo que identifica a las cuestiones fundamentales es que son indemnes al tiempo. Dios, el juicio personal, la recompensa y el castigo, lo que nos es mandado, y sobre lo que somos advertidos, no cambia. Esta es la causa profunda de por qué no adoramos al César, no fuimos gnósticos, ni arrianos, a pesar que eran opciones atractivas, porque no aceptamos la libre interpretación de la Biblia, porque profesamos el perdón de los pecados que necesita del arrepentimiento, porque seguimos la primacía de Pedro y la continuidad apostólica, porque afirmamos la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, la Comunión de los Santos, la Nueva Alianza y el Pueblo de Dios, la resurrección y vida eterna. Porque afirmamos que el mundo ha sido creado por Dios persona y Trinidad.

Esta última cuestión sirve para ilustrar lo dicho sobre la tradición: sin Creación no hay Dios, y esto ya da lugar a toda una teología y una interpretación de la historia, pero esto no significa dificultad para aceptar la evolución, que es un signo de nuestro tiempo, ni el Bing Bang, ni a adecuar la idea de Cielo e Infierno a los conocimientos actuales, afirmando que no es un lugar ni un momento, porque el espacio y el tiempo, dimensiones relativas de nuestro Universo, dejan de existir en la otra vida.

Acompañar y curar al herido para hacerle partícipe de la Buena Nueva, todo lo que no sea esto destruye a la Iglesia porque la deja sin identidad e impide sentirse miembro de su comunión unido por un vínculo fuerte.

Fuente: http://es.catholic.net/op/articulos/59553%20/

Pueblo Metepec pueblo mágico Estado de México

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Al sur de Toluca, a unos siete u ocho kilómetros de la capital mexiquense, se encuentra la encantadora comunidad de Metepec. El nombre de este pueblo significaen náhuatl “sobre el cerro de los magueyes”. Se trata de un típico poblado del Estado de México, con la proyección, colores, olores y sabores del México Antiguo, el que se nos presenta, por ejemplo, en las cintas de Emilio el Indio Fernández. Ya en la autopista que conduce desde la Ciudad de México a Toluca, aparecen señalizaciones para llegar a este sitio sin tener que transitar por la capital de esta entidad del país.

Metepec es un pueblo alfarero por excelencia. Quienes visitan este magnífico pueblomexiquense, por lo general resultan asombrados por las verdaderas obras de arte que realizan los maestros alfareros del lugar. Basta con pasear por pintorescos barrios como Santa Cruz, San Mateo, San Miguel, Coaxustenco y Santiaguito, en algunas de las muchas tiendas de artesanías que allí se localizan, para hallar antojables piezas: soles y lunas, calaveras, candeleros, imágenes sacras, coronas paracelebrar el adviento y muchas otras más.

Por otra parte, Metepec siempre ha tenido una enorme relevancia para las comunidades indígenas que habitan la región. Tal es el caso de las etnias matlatzinca y otomí. De hecho, en lengua matlatzinca a Metepec se le nombra Nepinta-Tuhi, que significa “el lugar de los habitantes de la tierra del maíz”. En cambio, los otomíes nombran a Metepec como Ntaguada.

Qué visitar en Metepec Pueblo Magico
Los turistas que busquen lo más atractivo de Metepec, no deben perderse el antiguo convento franciscano que se levanta en este sitio. Si bien el templo y su fachada ya no conservan mucho del siglo XVI- por varias modificaciones a lo largo del tiempo-, en conjunto con el atrio, conforman un grupo arquitectónico de gran interés. Se ha determinado que en fechas previas a 1569, los religiosos franciscanos construyeron en Metepec un convento dedicado a San Juan Bautista. En el interior de la iglesia, sobresale una representación de este mismo santo y una antigua pintura en donde se representan almas que son rescatadas por San Nicolas de Tolentino y la Virgen María. Es de hacer notar la belleza del barandal de madera del coro, los arcos conopiales y las pinturas murales que conserva este pequeño pero admirable convento.

Por otro lado, en las inmediaciones de Metepec existen parajes muy gratos e ideales para efectuar almuerzos campestres y días de campo, así como también, deliciosas fondas para degustar los antojitos más representativos del lugar.

Cómo llegar a Metepec Pueblo Magico
Partiendo desde la Ciudad de México, hay que seguir Avenida Constituyentes justo en el entronque con Avenida Reforma y luego, continuar por la carretera a la Marquesa, la carretera 15 que lleva a Toluca y finalmente, la carretera 55 hasta llegar a Metepec.

Información relevante acerca de Metepec Pueblo Magico
En el marco de la invasión estadounidense acontecida en 1847, las tropas invasoras se hicieron con la ciudad de Toluca. Como consecuencia de ello, los poderes mexiquenses se trasladaron a Metepec. De tal modo que, aun cuando solo fue por un breve periodo de 1848, Metepec fue la capital del Estado de México.

Actividades a realizar en Metepec Pueblo Magico
Otros monumentos de gran atractivo que se encuentran en el municipio de Metepec y que recomendamos conocer, son por ejemplo, la capilla de la Purísima Concepción- edificio que se ubica en San Miguel Totocuitlapilco- y el templo de San Sebastián- en el pueblo homónimo-. Ambas construcciones comparten el hecho de que fueron edificadas en el siglo XVI.

En cambio, edificios de Metepec que datan del siglo XVII son el templo de San Bartolomé, en la población de San Bartolomé Tlaltelulco y la capilla de San Nicolás, así como el templo de San Miguel en el mencionado pueblo de San Miguel Totocuitlapilco.

Por lo que se refiere a los edificios del siglo XVIII que pueden visitarse en este municipio mexiquense, destacan la capilla de la Virgen de Guadalupe, en la comunidad de San Gaspar Tlahuelilpan, la capilla de San Sebastián, en la población homónima, y el bello templo de Santa María Magdalena en el pueblo de Santa María Ocotitlán.

Es aconsejable recorrer Metepec y las comunidades que integran su municipio, paraempaparse de sus inagotables tradiciones, referencias históricas y tesoros turísticos.

Fuente: http://www.pueblosmexico.com.mx/pueblo_mexico_ficha.php?id_rubrique=325

La enfermedad de estar ocupado

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Hace unos días me encontré con una buena amiga. Me detuve para preguntarle qué tal le iba y saber cómo estaba su familia. Puso los ojos en blanco, miró hacia arriba y en voz baja suspiró: “Estoy muy ocupada… muy ocupada… demasiadas cosas ahora mismo.”

Poco después, le pregunté a otro amigo y le pregunté qué tal estaba. De nuevo, con el mismo tono, la misma respuesta: “Estoy muy ocupado, tengo mucho que hacer.”

Se le notaba cansado, incluso exhausto.

Y no sólo nos pasa a los adultos. Cuando nos mudamos hace diez años, estábamos emocionados por cambiarnos a una ciudad con buenos colegios. Encontramos un buen vecindario con mucha diversidad de gente y muchas familias. Todo estaba bien.

Después de instalarnos, visitamos a uno de nuestros amables vecinos y les preguntamos si nuestras hijas podrían conocerse y jugar juntas. La madre, una persona realmente encantadora, cogió su teléfono y empezó a mirar la agenda. Pasó un rato deslizando la pantalla y al final dijo: “Tiene un hueco de 45 minutos en las próximas dos semanas. El resto del tiempo tiene gimnasia, piano y clases de canto. Está muy ocupada.”

Los hábitos destructivos empiezan pronto, muy pronto.

¿Cómo hemos terminado viviendo así? ¿Por qué nos hacemos esto a nosotros mismos? ¿Por qué se lo hacemos a nuestros hijos? ¿Cuándo se nos olvidó que somos “seres” humanos y no “haceres” humanos?

¿Qué pasó con el mundo en el que los niños se ensuciaban con barro, lo ponían todo perdido y a veces se aburrían? ¿Tenemos que quererlos tanto como para sobrecargarlos de tareas y hacerles sentir tan estresados como nosotros?

¿Qué pasó con el mundo en el que podíamos sentarnos con la gente que más queremos y tener largas conversaciones sobre nosotros mismos, sin prisa por terminar?

¿Cómo hemos creado un mundo en el que tenemos más y más cosas que hacer con menos tiempo libre (en general), menos tiempo para reflexionar, menos tiempo para simplemente… ser?

Sócrates dijo: “Una vida sin examen, no merece ser vivida.”

¿Cómo se supone que podemos vivir, reflexionar, ser o convertirnos en humanos completos si estamos constantemente ocupados?
Esta enfermedad de estar “ocupado” es intrínsecamente destructiva para nuestra salud y bienestar. Debilita la capacidad de concentrarnos completamente en quienes más queremos y nos separa de convertirnos en el tipo de sociedad que tan desesperadamente clamamos.

Desde los años 50 hemos tenido tantas innovaciones tecnológicas que nos prometimos hacer nuestras vidas más fáciles, más rápidas, más sencillas. Aun así, hoy no tenemos más tiempo disponible que hace algunas décadas.

Para algunos de nosotros, “los privilegiados”, las líneas entre el trabajo y la vida personal desaparecen. Siempre estamos con algún aparato. Todo el tiempo.

Tener un smartphone o un ordenador portátil significa que deja de existir la división entre la oficina y nuestra casa. Cuando los niños se van a la cama, nosotros nos conectamos.

Una de mis rutinas diarias es revisar una avalancha de correos. Me suelo referir a esto como “mi yihad contra el correo”. Estoy constantemente enterrado bajo cientos y cientos de correos, y no tengo ni la más remota idea de cómo detenerlo. He intentado diferentes técnicas: respondiendo sólo por las mañanas, no respondiendo los fines de semana, diciéndole a la gente que nos comuniquemos cara a cara… Pero siguen llegando, en cantidades ingentes: correos personales, correos del trabajo, incluso híbridos. Y la gente espera una respuesta a esos correos. Ahora, resulta que quien está demasiado ocupado soy yo.

La realidad es muy diferente para otros. Para algunos, tener dos trabajos en sectores mal pagados es la única forma de mantener una familia a flote. El veinte por ciento de los niños de EE.UU. viven en la pobreza y muchos de sus padres trabajan por salarios mínimos para poner un techo sobre sus cabezas y algo de comida en la mesa. También están muy ocupados.

Los viejos modelos (incluyendo el del núcleo familiar sólo con un padre trabajando, si es que tal cosa alguna vez existió) ha pasado de largo para muchos de nosotros. Sabemos que existe una mayoría de familias en las que la unidad familiar está separada o con ambos padres trabajando. Y no funciona.

No tiene que ser así.

En muchas culturas musulmanas, cuando quieres preguntarle a alguien qué tal le va, dices: en árabe, ¿Kayf haal-ik? o, en persa, ¿Haal-e shomaa chetoreh? ¿Cómo está tu haal?

¿Qué es ese haal por el que preguntas? Es una palabra para preguntar por el estado transitorio del corazón de uno. En realidad preguntamos “¿Cómo está tu corazón en este momento exacto, en este mismo suspiro? Cuando nosotros preguntamos “¿Qué tal estás?”, esto es exactamente lo que queremos saber de la otra persona.

No pregunto cuantas cosas tienes por hacer, no pregunto cuantos correos tienes pendientes de leer. Quiero saber cómo estás en este preciso momento. Cuéntame. Dime que tu corazón está contento, dime que tu corazón está dolorido, que está triste y que necesita contacto humano. Examina tu propio corazón, explora tu alma y después cuéntame algo sobre ambos.

Dime que recuerdas que sigues siendo un ser humano, no sólo un “hacer” humano. Dime que eres algo más que una máquina completando tareas. Ten esa charla, ese contacto. Ten una conversación sanadora, aquí y ahora.

Pon tu mano en mi hombro, mírame a los ojos y conecta conmigo por un segundo. Cuéntame algo sobre tu corazón y despierta al mío. Ayúdame a recordar que yo también soy un ser humano pleno que necesita contacto con otros humanos.

Enseño en una universidad en la que hay muchos estudiantes orgullosos de si mismos con el estilo de vida “estudiar mucho, desfasar mucho”. Esto probablemente podría ser un reflejo de buena parte de nuestro estilo de vida.

No tengo soluciones mágicas. Lo único que sé es que estamos perdiendo la capacidad de vivir una vida plena.

Necesitamos una relación diferente con el trabajo y la tecnología. Sabemos lo que queremos: una vida con significado, sentido de humanidad y una existencia justa. No es sólo tener cosas. Queremos ser completamente humanos.

W. B. Yeats escribió una vez: “Se necesita más coraje para escudriñar los rincones oscuros de tu propia alma que para luchar en un campo de batalla.”

¿Cómo se supone que vamos a examinar los rincones oscuros de nuestra alma si no tenemos tiempo? ¿Cómo podremos vivir una vida sujeta a examen?
Siempre soy prisionero de la esperanza, pero me pregunto si estamos dispuestos a reflexionar sobre cómo hacerlo y sobre cómo vivir de otra manera. De alguna forma, necesitamos un modelo diferente de reorganización individual, social, familiar y humanitario.

Quiero que mis hijos se ensucien, que lo ensucien todo y que incluso se aburran. Quiero que tengamos un tipo de existencia en el que podamos detenernos por un momento, mirar a otras personas a los ojos, tocarnos y preguntarnos mutuamente ¿cómo está tu corazón?. Me estoy tomando tiempo para reflexionar sobre mi propia existencia; estoy lo suficientemente en contacto con mi propio corazón y alma para saber cómo me siento y para saber cómo expresarlo.

¿Cómo está tu corazón hoy?

Déjame insistir en un tipo de conexión humano-a-humano en la que cuando uno de nosotros responda “Estoy muy ocupado”, podamos responder “Lo sé. Todos lo estamos. Pero quiero saber cómo está tu corazón.”

Artículo original por Omid Safi
Traducción por Al gluten, buena cara

Fuente: http://alglutenbuenacara.com/2015/05/07/la-enfermedad-de-estar-ocupado/

Angela Merkel y la islamización de Europa

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La declaración que hizo la canciller alemana sobre el «peligro de islamización de Europa» durante un debate público en la Universidad de Berna (Suiza), ha sorprendido a los medios de comunicación: Merkel ha instado a sus compatriotas a ir más a menudo a la iglesia y a conocer más la Biblia.

Recordó que la mejor respuesta es «tener el valor de ser cristianos, saber fomentar el diálogo [con los musulmanes], volver a la iglesia, sumergirse de nuevo en la Biblia”.

Cuando una mujer del público le preguntó cómo iba a “proteger a Europa y a su cultura de la islamización”, la canciller, quien está muy implicada en la resolución de la crisis de los migrantes, dijo que el miedo al Islam no va a contribuir en nada a mejorar la situación.

La afluencia de refugiados y los debates que ésta crea constituyen también la oportunidad “para investigar un poco más acerca de nuestras propias raíces”. Para dialogar y hablar acerca de uno mismo, es necesario conocerse y entenderse.

Merkel, que es hija de un pastor protestante, invita a los europeos a redescubrir los tesoros del cristianismo y de su fe.