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Creel Pueblo Magico Chihuahua

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Considerado pueblo mágico desde 2007, Creel es probablemente la localidad más visitada de la Sierra Tarahumara, su cercanía a la ciudad de Chihuahua y su estación de ferrocarril, hacen de esta localidad una parada obligatoria para los viajeros que desean tomar un respiro antes de aventurarse hacia la famosa cascada Basaseachi, el lago Arareco, El Divisadero, entre otros bellos sitios.

Creel está enclavado en lo alto de la Sierra Madre Occidental, en el municipio de Bocoyna, cuenta con una bella plaza de armas conformada por una explanada arbolada con un sencillo quiosco y un monumento a Enrique Creel, fundador de la localidad. En la esquina noreste de la plaza se levanta la Iglesia de Cristo Rey de estilo neogótico y junto a ella, el Templo de Nuestra Señora de Lourdes, ambas construcciones simples, pero bellas.

La estación Creel, fue fundada en 1907 en lo que era una ranchería rarámuri (nombre real de los tarahumaras) llamada Nariachi. Esta estación es el primer encuentro con la sierra a través del ferrocarril que parte de la ciudad de Chihuahua y culmina en el puerto sinaloense de Topolobampo. Esta línea férrea, conocida actualmente como Chihuahua-Pacífico, era antiguamente conocida como Ferrocarril Kansas City, México y Oriente y durante muchos años culminaba en Creel, hasta que en la década de los años 60 su trazo actual fue terminado por el gobierno mexicano.

Para disfrutar Creel te recomendamos rentar una bicicleta (con un precio de cuarenta pesos por ahora) y recorrer los alrededores del poblado, los paisajes son de ensueño, entre bosque y zonas habitadas por los tarahumaras. Es recomendable tomar el camino hacia Valle de los Hongos, donde se aprecian varias rocas con formas caprichosas. También te recomendamos conocer la Casa y el Museo de las Artesanías, la cual está al costado poniente de la plaza y está dedicado a la cultura indígena de la región: los rarámuri. Por último, es también recomendable subir al único mirador del pueblo: el monumento a Cristo Rey, el cual tiene una vista hermosa.

En Creel son notables las estaciones del año, en invierno es habitual apreciar un hermoso paisaje nevado, pero a comienzos del verano, el panorama en ocasiones se asemeja a un páramo seco con tierra cuarteada. Ambas épocas tienen su peculiar belleza, al final serás tú quien decida cuando visitar este mágico lugar.

Cómo Llegar a Creel Pueblo Magico  Chihuahua

Llegar a Creel no es complicado ya que cuenta con carreteras en buen estado que hacen posible visitar este mágico lugar. Puedes viajar en autobús o en un auto partícular.

Si deseas transportarte en autobús, desde Chihuahua la línea Estrella Blanca o Transportes del Noroeste te llevan, ahora que si prefieres viajar en auto, desde la ciudad de Chihuahua toma la carretera que va a ciudad Cuauhtemoc, situada a 100 kilométros de distancia, una vez en Cuauhtemoc se recorre el camino hacia la población de Estación López Mateos, conocida también como La Junta, que esta a 50 kilometros de Cuauhtemoc, enseguida te desvías hacia el poblado de San Juanito y unos kilómetros más adelante en esa misma dirección encontrarás a Creel.

fFuente: http://www.pueblosmexico.com.mx/pueblo_mexico_ficha.php?id_rubrique=472

¿Por qué atraemos a cierta gente y rechazamos a otra?

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Cuando estamos dispuestos a aceptar los lados luminoso y oscuro de nuestro ser, podemos empezar a curarnos y a curar nuestras relaciones. Tú y yo somos lo mismo. Todos somos espejos de los demás y debemos aprender a vernos en el reflejo de las demás personas. A esto se llama espejo de las relaciones. Todos somos inevitablemente parte de la misma conciencia universal, pero los verdaderos avances tienen lugar cuando empezamos a reconocer esa conexión en nuestra vida cotidiana.

Las relaciones son una de las maneras más efectivas para alcanzar la unidad en la conciencia. Piensa en la red de relaciones que mantienes: padres, hijos, amigos, compañeros de trabajo, relaciones amorosas. A través del espejo de las relaciones, de cada una de ellas, descubrimos estados prolongados de conciencia.

 

Tanto aquellos a quienes amamos como aquellos por quienes sentimos rechazo, son espejos de nosotros. Sentimos rechazo hacia las personas que nos reflejan las características que negamos en nosotros. Si sientes una fuerte reacción negativa hacia alguien, puedes estar seguro de que tú y esa persona tenéis características en común, características que no estás dispuesto a aceptar. Si las aceptaras, no te molestarían.

Cuando reconocemos que podemos vernos en los demás, cada relación se convierte en una herramienta para evolución de nuestra conciencia. La próxima vez que te sientas atraído por alguien, pregúntate qué te atrajo. ¿Su belleza, gracia, elegancia, autoridad, poder o inteligencia? Cualquier cosa que haya sido, sé consciente de que esa característica también florece en ti. Lo mismo se aplica a las personas hacia las que sientes rechazo.

La naturaleza esencial del Universo es la coexistencia de valores opuestos. No puedes ser valeroso si no tienes a un cobarde en tu interior; no puedes ser generoso si no tienes a un tacaño; no puedes ser virtuoso si no tienes la capacidad para actuar con maldad. Gastamos gran parte de nuestras vidas negando este lado oscuro y terminamos proyectando esas características oscuras en quienes nos rodean.

Un encuentro con una persona que no te agrada es una oportunidad para aceptar la paradoja de la coexistencia de los opuestos; de descubrir una nueva faceta de ti. Es otro paso a favor del desarrollo de tu ser espiritual.

Todos somos multidimensionales, omnidimensionales. Todo lo que existe en algún lugar del mundo también existe en nosotros. Cuando aceptamos esos distintos aspectos de nuestro ser, reconocemos nuestra conexión con la conciencia universal y expandimos nuestra conciencia personal.

Una vez que puedas verte en los demás, será mucho más fácil establecer contacto con ellos y, a través de esa conexión, descubrir la conciencia de la unidad. Éste es el poder del espejo de las relaciones.

Fuente: http://consejosdelconejo.com/2015/12/06/por-que-atraemos-a-cierta-gente-y-rechazamos-otra/

9 cosas que me hubiera gustado saber antes de casarme

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El pasado 7 de noviembre, mi esposa y yo cumplimos diecisiete años de casados. Hoy puedo decir que han sido años de paz y armonía conyugal, pero no una paz de cementerio, sino de familia; es decir, una paz conquistada a fuerza de lucha, por paradójico que pueda sonar. No fue fácil, porque justamente esta armonía conyugal que es parte de la santificación del matrimonio, es uno de los frutos del sacramento.

A continuación enumero las 9 verdades sobre la vida conyugal que quisiera haber comprendido mejor antes de casarme:

1. No existe un plan B. 

El matrimonio es para toda la vida.

Siempre tuve buenos ejemplos: mis padres se amaron y se respetaron en salud y enfermedad, en prosperidad y en adversidad. Me consideraba “inmune” al espíritu de la época: “A mí no me va a pasar” sostenía, porque amaba a esa mujercita que se había metido en mi vida como nunca había amado a nadie. Pero no sólo hay que saber la verdad, también hay que comprenderla y amarla. Y por sólo saber, y faltarme la comprensión y el amor, me encontré en medio de una crisis conyugal, preguntándome si no me habría equivocado al casarme. Inevitablemente, eso lleva a pensar si no habría una compañera más adecuada, y de allí a despreciar a la bellísima persona que Dios puso a mi lado para mi santificación. El matrimonio es para toda la vida y lo que lo hace una aventura maravillosa es precisamente ese mandato de uno con una para toda la vida. Cuando eso está claro, las crisis conyugales se convierten en oportunidades para crecer juntos.

2. El matrimonio no se trata de mi felicidad.

Ésta es una verdad clave y no la aprendemos hasta mucho después de habernos casado. Especialmente los hombres. Muchas parejas, al preguntarles en forma individual para qué se casaron, contestan casi unánimemente: “Me casé para ser feliz”. Pero el matrimonio no es una caja mágica de la que podemos extraer felicidad: no habría divorcios si fuera algo así. El matrimonio se trata precisamente de buscar, con todas mis fuerzas, la felicidad de mi cónyuge. Mi felicidad tiene que basarse en ver felices a las personas amadas: esposa e hijos. Una vez que se comprende esto y que esto se convierte en el eje de la relación, el matrimonio florece y podemos comenzar a ver los frutos del sacramento.

3. La comunicación es más efectiva que el silencio, siempre.

El silencio generalmente comunica hostilidad, desinterés y mala predisposición, y eso mata a la relación casi indefectiblemente. El problema es que hay aquí un desfase en el modo en el que manejamos la comunicación cuando estamos estresados. Cuando una mujer está estresada necesita desesperadamente hablar, pero cuando un hombre está estresado, lo que menos quiere es hablar del estrés que lo aqueja, y esta sencilla diferencia hace que nuestras esposas perciban el silencio como hostilidad, o que nosotros percibamos la necesidad femenina de hablar como una amenaza. Si mi esposa está estresada yo la escucho sin corregirla y sin querer resolver sus conflictos. El solo hecho de poder hablar y contarme sus problemas le ayuda a resolverlos. Y si yo estoy estresado, ella me deja que me tranquilice y luego yo mismo la busco para poder comunicarnos.

4. Servir me beneficia.

Otra gran maravillosa verdad: el matrimonio es una comunidad de servicio. Si yo sirvo a mi esposa y mi esposa me sirve a mí, todos salimos beneficiados. Los hombres no comprendemos esto porque vemos que nuestra mujer sirve casi instintivamente y nosotros… bueno, nos queda bastante cómoda esa situación. Y aquí fallamos en la comunicación porque nuestras queridas esposas muchas veces creen que si ellas siguen dando en la relación, nosotros nos daremos cuenta y querremos dar al mismo tiempo. Generalmente no funciona así. Dos cosas me ayudaron a comprender esta verdad: la primera vez, mi esposa me lo dijo. No usó el mejor tono para decírmelo, pero me lo dijo, y hasta ese momento yo no me había percatado de todo lo que hacía ella y de todo lo que yo no hacía. La segunda fue el nacimiento de nuestros hijos. En el momento en el que comencé a servirla porque ella estaba con el postoperatorio de la cesárea, me di cuenta de que hay una gran verdad en el dicho de Nuestro Señor: “Hay mayor felicidad en dar que en recibir” (Hch 20, 35). Pero es una verdad que tenemos que recordar a diario y ofrecernos a nuestra esposa en una actitud servicial.

5. El conflicto no es señal de que seamos una pareja disfuncional.

Por el contrario, la falta absoluta de conflicto es señal de que “nos rendimos”. Un matrimonio que discute es un matrimonio formado por dos personas con igual dignidad y por lo tanto, muchas veces con diferencias de criterio y opinión. La vida es lucha y la paz completa existe probablemente sólo en el cementerio. Un matrimonio totalmente carente de conflictos está en proceso de muerte. Esto no quiere decir que tengamos que buscar el conflicto para que nuestro matrimonio “reviva”. Solamente tenemos que ser conscientes de que somos humanos falibles y en algún momento va a surgir el conflicto. Y cuando el conflicto surja, podremos tomarlo como oportunidad para aprender más y para ser más caritativos como pareja.

6. Para un matrimonio fructífero se necesita de tres: Dios, tú y yo.

¿Dije ya que el matrimonio era un sacramento? ¡Y los sacramentos son signos eficaces de la gracia! Se debe renovar todos los días, pero no sólo ante nuestro cónyuge. Se debe renovar la promesa ante Dios para que su gracia actúe. Y ¿cómo renovamos la promesa? Haciendo cada una de las cosas mencionadas: reconociendo que es para siempre, pensando primero en nuestro cónyuge, poniéndonos en lugar del otro para comunicarnos, sirviéndonos mutuamente y teniendo presente que todo conflicto es una oportunidad de Dios para nuestra santificación personal. Todo eso es posible sólo si Dios es un invitado frecuente en nuestro matrimonio. Rezando juntos y con los hijos, participando de la Santa Misa y acogiéndonos al perdón de Dios cuando las cosas no fueron conforme a su plan para nuestra vida.

7. Los hijos son un regalo y una encomienda de Dios.

¡Vaya si lo sabremos! Nuestra primera hija murió al día siguiente de nacer. “El Señor me la dio, el Señor me la quitó, bendito sea el nombre del Señor” (Jb 1,21). Pero una cosa es decirlo y otra cosa es vivirlo. Nuestra misión en la vida es que nuestros hijos sean santos, ni más ni menos. Ésa es nuestra misión como padres y con nuestra primera hija, cumplimos. Luego llegaron los consuelos de Tomás, Matías y Francisco, que deberán hacer el “camino largo”. Nuestro único asidero a la cordura luego del fallecimiento de Cecilia fue saber que ella ya era santa y feliz, infinitamente más feliz que lo que nosotros hubiésemos podido hacerla en cualquier circunstancia. ¿Y qué pasa con los matrimonios que no reciben ese regalo? ¡Pueden recibir la encomienda!… ya sea para santificar a los hijos de otros mediante la adopción, o siendo un matrimonio lleno de frutos, ayudando a los demás.

8. Un buen matrimonio es la unión de dos buenos perdonadores.

Aquel que no perdona en el matrimonio es como aquel que toma veneno y espera que el otro se muera. ¿Verdad que no tiene mucho sentido? Para pedir perdón tenemos que ser muy humildes, y para perdonar tenemos que ser misericordiosos. “Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso” (Lc 6, 36). Y esto es profundamente cierto en el matrimonio. “Perdónanos, como nosotros perdonamos”. ¡No podemos pedir perdón a Dios si no estamos dispuestos a perdonar a nuestro cónyuge! Cuando nos perdonamos y expresamos ese perdón mediante la reconciliación también estamos enseñando a nuestros hijos a ser humildes y misericordiosos.

9. El matrimonio ofrece la posibilidad de máxima realización personal.

No se dice mucho esto. Pero la realidad es que el matrimonio es ¡sensacional! “Dios nos crea a imagen y semejanza suya, varón y mujer nos crea” (Gn 1,27). Y es lógico que en nuestra naturaleza busquemos nuestro complemento. “Tú me completas” es un piropo muy frecuente, porque es una verdad intuida. En el matrimonio podemos encontrar esa sensación de plenitud personal de que todo lo nuestro está en plena armonía. Todo esto enmarcado en una gran verdad: para ser plenos hay que entregarse, y para entregarse hay que poseerse, hay que ser dueño de uno mismo, y eso no es una cosa que se compre en los mercados, exige una madurez y un equilibrio que cuesta mucho tiempo y oración conseguir.

 

 

 

Nunca es tarde mientras estés a tiempo

Por Elena Goicoechea

No recuerdo un diciembre tan estresante como aquel, digno colofón de un año difícil.

 

Los días se me fueron inmersa en resolver un sinfín de pendientes, cumplir con los compromisos de la temporada, escribir artículos hasta la madrugada –varias madrugadas–, preparar lo que me tocó llevar a la cena de Navidad y disponer lo necesario para recibir a cincuenta y tantas personas en casa para la tradicional comida familiar el 25. Vi pasar el mes de diciembre sin encontrar un rato para decorar la casa con toda la colección de adornos navideños que se han sumado al paso de los años.

No encontré tiempo ni de poner el nacimiento y, por más que pedía apoyo, todos en casa se hacían los locos para ayudar… ¡estaban tan ocupados! La ansiedad se convirtió en resignación y me consolé pensando: bueno, no pasa nada por un año…

Así llegó el 24 de diciembre. Sin embargo, al abrir el ojo muy temprano, lo primero que me vino a la mente fue: aún estás a tiempo, hoy nace Jesús, pon el Nacimiento, mañana sí será tarde…

Cual resorte brinqué de la cama y me dirigí a la bodeguita donde se guarda el tinglado navideño. Desenvolví con cuidado cada figura de porcelana, armé el establo y comencé a colocar, quitar, mover, cuadrar, poner de nuevo…, en fin, a realizar el tradicional ritual de mi yo perfeccionista, que recuerda a dónde va casa cosa,  su origen, así como su significado objetivo y subjetivo, hasta que la figura de cada personaje –desde el Niño Jesús hasta el borrego– ocupó el lugar que le correspondía en la escena. Incluso logré poner por aquí y por allá algunos adornos desesperados por salir de sus cajas.

Entonces, toda emocionada desperté a mis hijas y les pedí que fueran a la sala. Cuando comprendieron que iba a ser más fácil deshacerse de mí si me hacían caso, llegaron arrastrando la cobija con cara de «mi mamá se pasó de cafeína».

Aunque con el paso del tiempo fueron perdiendo la ilusión que les hacía de pequeñas el vestir de Navidad la casa, convirtiéndose en la labor –una más– de mamá, seguía siendo un tema importante para ellas, de modo que no ocultaban su creciente decepción al ver que se acercaba la Nochebuena y la casa seguía pelona. Ya lo sentían perdido ese año, por lo que no disimularon la emoción cuando llegaron a la sala y vieron el nacimiento montado. Incluso ayudaron a colocar las esferas del árbol.

Estaban girando para volver a la cama cuando me llegó de forma espontánea un pensamiento que sentí que era importante compartirles: «¡Esperen! ¿Se dieron cuenta? Estuvimos a tiempo, en la noche nace Jesús, mañana sí hubiera sido tarde. En las cosas de Dios, como en las de los hombres, nunca es tarde mientras estés a tiempo.»

Me abrazaron y regresaron a dormir.

La verdad sobre el alcohol

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Los mitos más comunes:

“Las bebidas suaves como el vino y la cerveza emborrachan menos”

Realidad: Los efectos del alcohol son los mismos con todas las bebidas; el impacto en el cuerpo del individuo depende de la graduación alcohólica de cada bebida y de la cantidad que se ingiera. Además de muchos otros factores: el contexto donde se consume, las expectativas, el estado de ánimo, el peso corporal, y la presencia de otras drogas o de enfermedades preexistentes.

“Si comes cuando bebes te emborrachas menos”

Realidad: Lo que sucede es que el que come mientras bebe tarda más tiempo en sentir los efectos, pero toda la cantidad de alcohol que se ingiere va a dar al torrente sanguíneo, independientemente del alimento que va al estómago.

“La mezcla de diferentes tragos hace que uno se embriague más rápido”

Realidad: Lo que importa es la cantidad y velocidad con que se ingiere.

“Hay gente que sabe beber y no se emborracha, aun después de varias copas”

Realidad: Si fuera así, significaría que se ha desarrollado “tolerancia”, lo cual es más grave porque la persona deja de percibir los efectos perjudiciales del alcohol.

“Si no se toma en exceso, se puede conducir sin riesgos”

Realidad: Aun en pequeñas cantidades, el consumo de alcohol afecta la capacidad de respuesta, los reflejos y la percepción del tiempo-espacio, lo cual aumenta la posibilidad de accidentes. Por lo tanto, si se bebió no se recomienda conducir.

“Un café cargado o un baño ayudan a ponerse sobrio”

Realidad: Ni el café ni un baño aceleran la eliminación del alcohol. Se elimina de la sangre a razón de un vaso de vino por hora, en un hombre de ochenta kilos. Las mujeres –al tener menor complexión física, agua y grasa corporal– tardan más para procesar cada trago o vaso de alcohol.

“Todo el alcohol ingerido se elimina a través de la orina y el sudor”

Realidad: Sólo el 10% se elimina de esta manera. El resto se metaboliza por el hígado y se convierte en azúcar.

“El alcohol no engorda”

Realidad: El alcohol sí puede engordar a los que beben regularmente. Proporciona más calorías que los azúcares y las féculas, aunque menos que las grasas. Las bebidas alcohólicas pueden contribuir al sobrepeso.

“El alcohol daña por igual a los hombres y a las mujeres”

Realidad: La mujer, en general, pesa menos que el hombre, y el tamaño proporcional de sus órganos es más pequeño. Por lo tanto, el alcohol puede deteriorar más rápidamente sus funciones y llegar a la dependencia antes que el hombre.

“El alcohol te da energía”

Realidad: Todo lo contrario, ya que es un depresor. Reduce la capacidad para pensar, hablar, moverse… Todo se dificulta.

“El alcohol facilita las relaciones sexuales”

Realidad: Las personas pueden sentirse desinhibidas con algo de alcohol, pero por ser un depresor del sistema nervioso central, su consumo puede inhibir la respuesta sexual. Además, aumenta el riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual como el VIH, embarazos no planificados y prácticas sexuales no saludables.

“Masticar chicle engaña al alcoholímetro”

Realidad: Al producir saliva se ralentiza el proceso que permite que el alcohol pase a los pulmones, pero en una cantidad tan mínima que no altera en nada la medición del alcoholímetro.

 

Las 10 costumbres de fin de año más sorprendentes del mundo

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En México, y otras partes del mundo, se acostumbra recibir el año nuevo comiendo 12 uvas, que acompañan a las 12 campanadas que anuncian la llegada del año nuevo. Aquí una selección de las 12 tradiciones más sorprendentes que, si todo sigue con normalidad en el mundo, darán la bienvenida al 2013.

1.- Uvas

El origen de esta práctica se remonta a 1909, fecha en que en España hubo un excedente de cosecha de uva y en las casas aprovecharon para comerlas la última noche del año.

Algunas referencias apuntan a que, incluso en el siglo XIX, los burgueses ya habían instalado la costumbre de tomar esta fruta para dar la bienvenida a 365 nuevos días.

2.- Besos estadounidenses

Recién entrado el año nuevo, es decir, a la medianoche, no puede faltar el beso. Aunque no se conoce con precisión el origen de este rito, la más curiosa explicación sitúa la fecha de inicio en la época romana, cuando durante el festival de Saturnalia -con fecha próxima al Año Nuevo- todos los asistentes se besaban.

Los estadounidenses creen que no dar un beso justo después de las doce de la última noche del año asegura 365 días de soledad. Incluso, hay estudios sobre el tema, como el que llevó a cabo el diario Washington Times.

Su análisis afirma que dos tercios de la población de Estados Unidos esperan compartir el beso de Año Nuevo con alguien, y únicamente un 10% de ellos no tenía expectativas de poder cumplir con la tradición.

De los encuestados, el 69% afirmó que el beso sería de unos segundos, mientras que el 11% confesó que el encuentro labial se demoraría durante un minuto o dos. El 6% más atrevido espera no separarse de su pareja hasta la mañana siguiente.

Ophelia Photos

3.- Las lentejas italianas

Un plato de lentejas no puede faltar en la mesa de ningún italiano, por su simbolismo de riqueza, durante la cena de Nochevieja. Cuantas más se comen, más se gana, piensan.

Esta es  una creencia antiquísima. Los romanos regalaban a principio de año estas legumbres con la intención de que se convirtieran en monedas de oro que incrementaran su poder adquisitivo.

Ernesto Agudo

4.- Rompiendo la bajilla, en Dinamarca

Así dan la bienvenida los daneses al año nuevo, tras la cena de Nochevieja.

Antiguamente, y aún en algunas zonas, la vajilla se estrellaba contra la puerta de los seres queridos, que quedaban encantados con la acción puesto que la acción representa cariño y buenos presagios para el año siguiente.

Dave Gilligan

5.- Ropa interior roja, para el amor

La tradición asegura que portando este color bajo la ropa no faltará el amor ni la pasión durante el nuevo año que comienza.

6.- Ropa con lunares en Filipinas

En este país se asocian los lunares en las prendas con las monedas debido a su forma circular. También se vincula este tipo de telas a la buena suerte, por lo que las calles filipinas se visten así durante el 31 de diciembre.

Asimismo, es importante que, si es posible, la ropa lleve al menos un bolsillo. En él se meterán unas cuantas monedas que se harán sonar cuando el reloj anuncie la media noche.

Palomaleca

7.- Hogmanay: Escocia.

Edimburgo se llena de gente para ofrecer una despedida única al año. Hogmanay es el nombre de esta celebración, que está plagada de costumbres ancestrales de las que no se conoce la procedencia exacta.

La fiesta engloba una cabalgata de luz, fuego y actores vestidos de vikingos, denominada Torchlight Proccession, que enciende la hermosa Royal Mile, calle por excelencia de Edimburgo.

La exhibición de danzas Off Kilter tampoco tiene desperdicio; exhibe desde baile contemporáneo hasta bailes antiguos con la tradicional kilt –falda escocesa-. Gaiteros, teatro callejero, fuegos artificiales… pura diversión.

Katy Macdougall

8.- First footing

Esta costumbre consiste en ser el primero en visitar a familiares o amigos después de que hayan dado las campanadas de la medianoche.

La persona que llegue antes a la casa de la celebración será la portadora de la buena suerte durante el resto del año. Debe ir acompañado de algún tipo de regalo, que, por excelencia según la tradición popular, pueden ser dinero, pan o carbón.

Anthony Kelly

9.- Ciudad del Cabo y su carnaval

Un día después de Año Nuevo, las calles de esta ciudad se visten de arcoiris para pasear su Tweede Nuwe-Jaar. Literalmente, el nombre que recibe este carnaval tiene que ver con el momento en el que se celebra, puesto que significa Segundo Año Nuevo.

Anita B79

10.- En Japón también despiden el año con campanadas… pero no doce. La tradición, llamada joya no kane, obliga a que durante la transición de Nochevieja a Año Nuevo se toquen hasta 108 veces las campanas de los templos budistas nipones.

Con cada tañido del metal se esfuma uno de los 108 pecados que el ser humano tiene por defecto en la mente, evitando así caer en la tentación de llevarlos a cabo; ira, envidia y deseo, algunos de ellos.

Asian Art Museum

Fuente: http://www.sdpnoticias.com/sorprendente/2012/12/31/las-10-costumbres-de-fin-de-ano-mas-sorprendentes-del-mundo

Algunas ideas culinarias por si aún no te has decidido por el menú de Año Nuevo

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Para despedir el año acostumbramos a preparar grandes platos, en una cena en honor a un futuro venturoso que esperamos.

La comida está muy ligada a las tradiciones de cada región o país y en esta época del año las costumbres suelen cobrar protagonismo, sin embargo, podemos tomar ideas y hacer nuestro propio menú.

Si aún no te decides, te recomendamos que no gastes demasiado sino mantén los detalles de tu menú principal, bebidas y postres bajo control.

No lo pienses más de la cuenta y revisa estos tips para que tu cena de año nuevo de paso a unos meses llenos de dicha y prosperidad.

Entrada

olgakr/iStock

Una rica y fresca ensalada de lechuga y rúcula con un toque de mango o centros de naranja bien dulces encantará a todos. Adereza suave si colocas fruta.

Otra buena opción es un consomé de gallina bien colado en el que los comensales solo noten al degustarlo unos pequeños trozos de papa y zanahoria. Esta preparación les caerá muy bien y sin duda acondicionará su estómago para el resto del menú.

Plato principal

Thinkstock

En la cena de Año Nuevo el cochino en sus diferentes formas de preparación se convierte en el protagonista de la noche en las festividades hispanas. Comúnmente cocido al horno para concentrar sus jugos y su sabor, puede acompañarse al servir con puré de manzanas, arroz blanco o papas al vapor.

Las salchichas en brasa o rollo de carne cocido con verduras también son opciones bastante conocidas a lo largo de Latinoamérica y Estados Unidos. Arriésgate y hazlos parte de tu cena.

Hay familias que prefieren el pescado para esa noche y entre langostinos o bacalao transcurre la última cena del año. Se puede acompañar con papas gratinadas y vegetales, resulta una comida liviana y nutritiva.

Postres

Purestock/Thinkstock

Hay toda una variedad de dulces y tortas entre las que puedes escoger.

Una torta de chocolate para los más pequeños y adolescentes los dejará muy felices.

El toque más intenso del sabor de un mousse de chocolate para los adultos resulta una buena idea.

No olvides en tu compra helado de mantecado y de fruta para complacer a los pocos amantes del chocolate.

También la torta negra (con frutas confitadas en licor dulce meses antes de su preparación) y frutos secos, es una tradición.

Bebidas

Dimonikus/iStock

Durante la comida sodas tipo Sprite o jugo de manzana bien frío para los chicos es buena opción.

Para los adultos si cocinas cerdo o carne abre un buen vino tinto y si el protagonista es el pescado el vino blanco es la elección perfecta.

Para brindar champaña o vino espumante.

Para el brindis

CBCK-Christine/iStock

Si las uvas no son parte de tu brindis de fin de año puedes tener a mano fresas frescas para ese momento. Es muy rico comer unas cuantas con el vino espumante o champaña.

Puedes cocinar unas ricas lentejas y repartirlas tibias en porciones después de la medianoche.

Que la cena de Año Nuevo sea el nuevo comienzo de nuevas experiencias, tanto en la cocina como en la vida. Buen provecho y feliz y próspero año por comenzar.

Fuente: http://www.imujer.com/gourmet/8413/algunas-ideas-culinarias-por-si-aun-no-te-has-decidido-por-el-menu-de-ano-nuevo

¿Qué es el Tiempo?

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Ante esta pregunta me encuentro tan perplejo como San Agustín, cuando decía: “Si nadie me lo pregunta, lo sé, pero si me lo preguntan y quiero explicarlo, ya no lo sé”. Todos experimentamos lo que es el tiempo, pero realmente no es nada fácil de entender; y por supuesto, no es nada sencillo imaginar un mundo sin él, ya que sería un mundo sin presente, sin movimiento, sin reposo… De hecho, para Kant el tiempo es condición necesaria para todo lo que conocemos, un a priori, sin el que nada sería posible. Ser es ser en el tiempo.

Pero, ¿qué es el tiempo? Podríamos decir que el tiempo es la sucesión de pasado, presente y futuro. Pero lo curioso es que ni el pasado, ni el futuro son… Sólo nos queda el presente, un instante que no deja de dejar de ser y que continuamente desaparece entre dos nadas, sin casi duración.

Pensemos en el presente, lo que hacíamos hace apenas un instante ya es pasado y ya no es, sólo existe como recuerdo. Pero lo fascinante es que el tiempo no deja nunca de fluir, ese es el gran misterio: el presente deja continuamente de ser, sin por eso desaparecer. Es decir, deja de ser, pero sigue siendo. Un flujo eterno, que desaparece en un pequeño instante… imposible de aprehender.

Hablemos del futuro: ¿qué es el futuro? Nada real, una mera posibilidad que simplemente no es. Podemos ir todo lo rápido que queramos, pero nunca saldremos del presente, ni por supuesto, del tiempo.

Decía también San Agustín que si el presente no se convirtiera en pasado, no sería tiempo, sería la eternidad. Y se preguntaba: si el presente, para ser tiempo, ha de convertirse en pasado, ¿cómo podemos decir que es si sólo puede ser cesando de ser? De alguna forma San Agustín presuponía que tiempo y eternidad son incompatibles, y me pregunto: ¿realmente son incompatibles? No tengo respuesta alguna.

Imaginemos por un momento un universo sin vida de ningún tipo ¿Qué sería el tiempo? Un presente sin pasado y sin futuro, en el que sólo tiene sentido el concepto de espacio. Entonces me pregunto: ¿Existiría el tiempo si no existiera el hombre? ¿Es el tiempo parte del mundo o por el contrario sólo existe bajo el paraguas de nuestra subjetividad?

Para finalizar otra pregunta: ¿Cómo impacta la teoría de la relatividad de Einstein en nuestra concepción del tiempo? No soy un experto en el tema, pero diría que no impacta demasiado, ya que en esencia nos viene a decir que el tiempo depende de la velocidad y de la materia; pero de momento no es posible que sea lo que fue o que sea lo que todavía no es. Lo que sí cambia la teoría de la relatividad es nuestra concepción de la longitud del tiempo. El ejemplo de los gemelos de Langevin lo confirma: si uno de los gemelos se queda en la tierra y otro hace un viaje por el espacio a una velocidad cercana a la de la luz, al regresar el astronauta sólo habrá envejecido unos meses, el que se quedó en tierra varios años. La conclusión a la que llega Einstein es que el tiempo varía en función de la velocidad, no hay un tiempo universal y absoluto, sino tiempos relativos capaces de dilatarse más o menos según la velocidad de movimiento del sujeto. Lo más alucinante es que ninguno de los dos gemelos habría abandonado el presente un solo instante…

Por cierto, hay quien dice que el tiempo no existe.

Fuente: https://juancarrion.wordpress.com/2010/03/25/¿que-es-el-tiempo/

Cirugía torácica mínimamente invasiva

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El Instituto de Cirugía Torácica Mínimamente Invasiva abrió sus puertas en junio de 2014. Se trata del primer centro privado de este tipo en el país, con dedicación íntegra a las enfermedades del tórax, especialmente al cáncer de pulmón y otros tumores torácicos.

El objetivo primordial que ya se ha conseguido, es convertir al Instituto en el centro de referencia de Cirugía Torácica de todo el país, poniendo especial interés en la patología torácica de alta complejidad, pero con las técnicas de tratamiento más modernas y avanzadas, de manera tal que el tratamiento es equiparable al que se brinda en los mejores centros especializados del mundo.

El Instituto se encuentra trabajando de manera exitosa en las instalaciones del Hospital Ángeles Lomas, donde ya se han realizado un gran número de intervenciones de manera exitosa.

La prueba del éxito es que las estancias hospitalarias de los pacientes han sido más cortas que las reportadas en la literatura, sin necesidad de cuidados Intensivos ni utilización de banco de sangre, disminución en uso de antibióticos y antiinflamatorios, lo que representa una notable disminución del gasto hospitalario.

El director del Instituto es el Dr. José M. Mier, quien antes laboró en el Hospital de Barcelona, después de una larga formación en los centros más prestigiados del mundo, como la Universidad de Harvard, la Universidad del Sur de París y la de Bergamo, entre otras. Su prestigio lo llevó a participar en la cirugía pulmonar que se le practicó a SS. MM Don Juan Carlos I de España.

El Instituto cuenta con personal entrenado en algunos de los mejores centros del mundo. Actualmente cuenta con quince especialistas dedicados a la atención multidisciplinar del paciente, de manera que en una sola visita recibe un diagnóstico preciso y una propuesta personalizada de tratamiento, para garantizar los mejores resultados.

 

Dr. José Manuel Mier Odriozola, Cirujano Torácico.

Instituto de Cirugía Torácica Mínimamente Invasiva

Hospital Ángeles Lomas

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5 películas que me han acercado a la santidad

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“Un problema a día de hoy es que se puede hacer parecer la santidad como el privilegio de un puñado de héroes espirituales, y no el objetivo ordinario de la vida cristiana. Todo lo que quiere la Iglesia – sacerdocio, Misa, sacramentos, buena predicación, obras de misericordia corporales y espirituales – es hacer santos. Sólo hay una tristeza real en la vida: no ser un santo” (Obispo Robert Barron)
En el mundo del cine católico, hay un cierto tipo de películas sobre santos que parece que es cosa sólo de “píos” y de “bienintencionados”.

No me gustan, en primer lugar porque yo no soy ni pío ni particularmente bienintencionado, pero creo que si no me gustan es por una razón más profunda y problemática: perpetua la que considero la teoría ateniense de la santidad – la noción por la que un santo sale ya así de la cabeza de Dios, y su objetivo principal es ser una especie de ejemplo, un ejemplo al que aspirar, más que un guía – o, más importante, un compañero de camino – en la vía a la santidad.

Demasiado a menudo la santidad parece desesperadamente fuera de nuestro alcance, algo que logran los semidioses más que los seres humanos normales.

Prefiero mis santos excéntricos e imperfectos que luchan, caen y se vuelven a levantar una vez más para tomar de nuevo su cruz. En otras palabras, prefiero que mis santos sean humanos.

La lista de hoy se concentra no en la vida de santos canonizados, sino en algunas películas que he visto en los últimos años y que me han impulsado a pensar en las luchas y virtudes “vividas” a través de las cuales cada uno puede llegar a la santidad en su propia vida.

In America
En el fantástico film de Jim Sheridan sobre una joven familia irlandesa inmigrantes que lucha por abrirse camino en Nueva York, el embarazo inesperado (y no muy deseado) de la mujer Sarah es el catalizador que lleva al actor desocupado Johnny a afrontar el principal evento que les hizo dejar Irlanda y que corroía a la familia por dentro – la muerte de su único hijo. Con la ayuda de su misterioso vecino (el artista Mateo), la familia lucha por encontrar la paz en medio del miedo que acompaña a la nueva bendición.

Lleno de pequeños pero perspicaces momentos sobre la relación entre los esposos y los signos más tangibles de su amor (los hijos), esta película habla de manera profunda sobre los riesgos y las recompensas de estar abierto a la vida, reconociendo que la disponibilidad a abrazarla significa que uno debe estar también preparado para abrazar el sufrimiento redentor que la acompañará siempre.

Diario de un cura de campo
Basado en la cautivadora novela de Georges Bernanos, este film del legendario director Robert Bresson es un puñetazo en el estómago espiritual. El protagonista es el cura de Ambricourt, un joven sacerdote frágil y apenas ordenado que llega a un pequeño pueblo de la campiña francesa para tener su primera parroquia, para descubrir que su ministerio (en realidad, su misma presencia) es fuertemente rechazada – o aún peor, meramente tolerada por un rebaño dolorosamente indiferente.

Afectado por una salud que se deteriora rápidamente y afligido tanto por la cínica apatía de sus parroquianos como por sus propias inseguridades y dudas de fe, el sacerdote lucha por abrazar si vocación.

La obra maestra de Bresson es una mirada sobria y austera a dos cosas que me asustan mucho sobre la santidad: la realidad de la noche oscura del alma y el reto de sacrificarse completamente y sin reservas, haciendo las cosas justas y virtuosas independientemente del hecho que gente lo note o lo alabe, y por la recompensa terrena.

Es un recuerdo doloroso del hecho de que esta vida es de verdad un valle de lágrimas, y que intentar vivir en la máxima plenitud siempre estará acompañado de dudas y sufrimientos. Pero al mismo tiempo, el buen cura recuerda que “Dios no es un torturador”, haciendo notar a una condesa obstinada que Dios “no es el dueño del amor, es el Amor mismo”.

De dioses y hombres
La película más reciente de las que aparecen en la lista es un relato edificante de la vita (y de la muerte) de los monjes trapenses del monasterio argelino de Nuestra Señora del Atlas, asesinados por los extremistas a mediados de los Noventa, y destaca por una serie de razones.

En primer lugar, es un relato extraordinariamente conmovedor (y verdadero) de la vida comunitaria, en que los seres humanos chocan contra las manías de los demás y pelean por cosas insignificantes, aunque respetándose y amándose profundamente.

En segundo lugar, es un recuerdo de la importancia de rezar para la perseverancia. Para muchos es difícil imaginar la perspectiva de aceptar el martirio por las propias convicciones.

Para mi – que me veo reflejado en los pensamientos de la joven heroína de Un templo del Espíritu Santo de Flannery O’Connor, que sabe que “nunca podrá ser una santa pero que cree que podría ser mártir si la matasen rápidamente” -, la idea de llegar al fin de la vida en el mismo acto que te asegura la salvación final, es extrañamente fascinante. También es improbable para la mayor parte de nosotros, por esto el regalo más grande del film es el hecho de recordarnos que debemos rezar a diario por la virtud de la perseverancia final.

El hijo
El film de los hermanos belgas Jean-Pierre y Luc Dardenne se presenta como un sorprendente análisis de nuestro deseo a menudo inexplicable de perdonar y de ser perdonados. La historia es de lo más sencilla: Francis, un joven atormentado que acaba de salir de la prisión, es llevado al taller de carpintería de Olivier para reinsertarse en el mundo del trabajo. Olivier lo reconoce en seguida como el responsable de la muerte de su hijo, que se produjo unos años antes, y lo contrata, aunque no está claro por qué lo hace.

Para el espectador, el reto del film (y su gran tensión) se basa en preguntarse su Olivier actuará en base a su comprensible tendencia a la venganza, que aunque está omnipresente, nunca es el primer pensamiento del hombre. Oliver busca un tipo de castigo completamente diverso.

En una de las escenas principales del film, la ex mujer de Olivier, Magali, descubre la identidad de Francis. Anonadada por la voluntad de Olivier de ayudar al responsable de sus sufrimientos, le echa en cara sus intentos de reconciliación. “Nadie lo haría”, dice. Cuando él le da la razón, ella pregunta: “¿Entonces por qué lo haces?” “No lo se”, replica él. Y nosotros tampoco, pero queremos ser como él: perdonar en lugar de dejarnos consumir por la venganza, aunque no comprendemos sus acciones.

Tres Colores (Azul, Blanco, Rojo)
El último ejemplo parece un poco raro… OK, es raro porque se trata de tres films y no de uno solo. Y esto significa que resumirlos es más bien imposible. Estas tres obras del enigmático director polaco Krzysztof Kieślowski son extraordinarias – tanto individualmente como (más aún) como una unidad creativa.

Capturan una sorprendente gamma de problemáticas, luchas y (al final) redenciones humanas, y si los protagonistas de las historias son a menudo inquietantes y tristes – a veces incluso sórdidos –, las extraordinarias intuiciones sobre los altibajos de la condición humana me dejaron sin aliento cuando los vi por primera vez. Y cada vez que los veía me dejaban más afectado y conmovido que antes.

No es tanto el hecho de que tengan que ver con la virtud (o incluso la espiritualidad). Hay una completez y una atención a la importancia de los pequeños detalles que me hacen sentir como si hubiese visto toda una vida – o muchas vidas – desplegarse ante mis ojos. Y si me pregunto a menudo si entiendo lo que Kieślowski está intentando decir en estas películas, me encuentro siempre con un aprecio más profundo por la complejidad y la interconexión de nuestra vida, y con un recuerdo de que tengo que tratar a los demás sabiendo que también luchan que también buscan verdad y virtud. Y que serán siempre la presencia más obvia y palpable de Cristo en mi vida.

Fuente: http://es.aleteia.org/2015/12/12/5-peliculas-que-me-han-acercado-a-la-santidad/