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La UNAM es la universidad más antigua de América

Muchas personas, cuando se les pregunta cuál es la universidad más antigua de América, responden que es Harvard. Y se equivocan. Por supuesto, Harvard es muy antigua, fue fundada en 1636. Pero, incluso con tal fecha de nacimiento, esta institución es menor de edad al lado de su equivalente mexicana. La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ubicada en la Ciudad de México, ¡abrió sus puertas en 1553!

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Antigua Universidad de México

Las primeras noticias sobre el interés del arzobispo fray Juan de Zumárraga en que la Nueva España contara con una universidad datan de 1536. Pronto se sumó a esta iniciativa el virrey Antonio de Mendoza y la Corona dio una respuesta positiva en 1547.

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La Piedra de la Real y Pontificia Universidad de México

Pero no fue sino hasta el 21 de Septiembre de 1551 cuando se expidió la Cédula de creación de la Real y Pontificia Universidad de México. Su apertura tuvo lugar el 25 de Enero de 1553. Se organizó a imagen y semejanza de las universidades europeas de tradición escolástica, particularmente la de Salamanca.

En 1778 fue abierta la Real Escuela de Cirugía y en 1792 el Real Colegio de Minería. Dos años más tarde fue establecida la Academia de San Carlos, para el estudio de las Bellas Artes.

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Primera casa de la Real y Pontificia Universidad de México

Al sobrevenir la independencia, se suprimió el título de Real, ya que el rey de España dejó de tener soberanía en el país. Se le llamó entonces Universidad Nacional y Pontificia, para después quedar sólo con el nombre de Universidad de México. Fue cerrada en los años de 1833, 1857, 1861 y 1865. No fue bien vista por los liberales, que la hacían ejemplo de retroceso.

El emperador Maximiliano la reabrió para luego clausurarla. Existían establecimientos para el estudio de la medicina, la ingeniería, la teneduría de libros, la arquitectura y la jurisprudencia, a los que se sumó más adelante la Escuela de Agricultura. En 1867, el doctor Gabino Barreda estableció la Escuela Nacional Preparatoria, cuyo plan de estudios estaba completamente inspirado en el pensamiento de Augusto Comte. Su puesta en marcha extinguió los restos de la educación colonial que había sobrevivido hasta el siglo XIX.

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Escuela Nacional Preparatoria

Los antecedentes inmediatos de la universidad mexicana moderna datan del proyecto presentado por Justo Sierra en la Cámara de Diputados el 11 de febrero de 1881. El 7 de abril siguiente fue refrendado ante la Cámara, con el apoyo de las diputaciones de Aguascalientes, Jalisco, Puebla y Veracruz.

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Escudo de la Imperial y  Pontificia Universidad de México

Como es sabido, su proyecto no prosperó, pero Sierra jamás abandonó la idea de establecer en México una Universidad Nacional. En dicho proyecto, Sierra incluyó, como partes integrantes de la nueva institución, a las escuelas de Bellas Artes, de Comercio y de Ciencias Políticas, de Jurisprudencia, de Ingenieros y de Medicina, la Escuela Normal, la de Altos Estudios, la Escuela Nacional Preparatoria y la Secundaria de Mujeres.

ingenieros
Escuela de Ingenieros

Sierra presentó de nuevo su proyecto en la apertura del Consejo Superior de Educación Pública el 13 de abril de 1902, y lo reiteró tres años más tarde ante el mismo organismo. En el año de 1905, la idea adquirió mayor fuerza, a partir del momento en que la Secretaría de Instrucción Pública fue una realidad al quedar escindida de la antigua Secretaría de Justicia.

Justo Sierra
Justo Sierra

Sierra pasó de subsecretario a titular de la recién creada dependencia del Poder Ejecutivo. El 30 de Marzo de 1907, dentro del marco del centenario de la Independencia, anunció que el presidente de la República estaba de acuerdo con la apertura de la Universidad Nacional.

Con objeto de hacer realidad el proyecto, la Secretaría envió al pedagogo Ezequiel A. Chávez a Europa y a los Estados Unidos en tres ocasiones: «para que analizara el funcionamiento de varias universidades». De los estudios llevados a cabo por Chávez surgió el proyecto definitivo de la Universidad Nacional de México.

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La pubertad ahora empieza antes

Nadie sabe por qué

La edad en que inicia la pubertad en las niñas ha descendido cerca de tres meses por década desde los años setenta. En los niños también se ha observado una tendencia parecida, aunque menos acentuada.

Azeen Ghorayshi 

No se sabe con precisión qué lo está causando.

Nadie sabe qué factor de riesgo —o mejor dicho qué combinación de factores— está provocando ese descenso en la edad de la pubertad ni por qué hay marcadas diferencias relacionadas con la raza y el sexo. Parece que la obesidad tiene algo que ver, pero no justifica en su totalidad este cambio. Los científicos también están investigando otras causas posibles, entre ellas, las sustancias químicas que se encuentran en algunos plásticos y el estrés. Además, por razones que resultan poco claras, los médicos de todo el mundo han informado sobre un aumento de casos de pubertad precoz durante la pandemia.

Actualmente, algunas niñas comienzan a desarrollar senos a los 6 o 7 años. Los investigadores indagan si en estos cambios inciden la obesidad, el estrés y las sustancias químicas.

A fines de la década de 1980, cuando trabajaba como directora del equipo dedicado a temas de maltrato infantil en el Centro Médico de la Universidad Duke, en Durham, Carolina del Norte, Marcia Herman-Giddens se dio cuenta de que algo estaba cambiando en las niñas. Durante las evaluaciones de las chicas que habían sido víctima de abusos, Herman-Giddens observó que a muchas de ellas los senos les habían empezado a crecer a edades tan tempranas como 6 o 7 años.

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“Como que eso no estaba bien”, comentó Herman-Giddens, quien ahora es profesora adjunta en la Escuela de Salud Pública Global Gillings de la Universidad de Carolina del Norte. Llegó a pensar que las chicas con senos prematuros tenían más probabilidades de que abusaran sexualmente de ellas, pero no halló ninguna información que llevara el registro del inicio de la pubertad en las niñas estadounidenses. Así que decidió recabar los datos ella misma.

Una década después, publicó un estudio en el que participaron más de 17.000 niñas a las que se les practicaron exámenes físicos en los consultorios pediátricos de todo el país. Las cifras revelaron que a mediados de la década de 1990 las chicas habían comenzado a desarrollar senos —lo cual suele ser la primera señal de la pubertad— a la edad de 10 años, en promedio, más de un año antes de lo que se tenía registrado con anterioridad. Ese descenso fue todavía más notable en las niñas negras, a quienes les habían comenzado a crecer los senos a una edad promedio de 9 años.

La comunidad médica estaba desconcertada por el hallazgo y mucha gente cuestionó esa tendencia drástica que había sido identificada por una médica auxiliar que nadie conocía, recuerda Herman-Giddens. “Estaban desconcertados”, comentó.

No obstante, el estudio resultó ser un parteaguas en el ámbito del conocimiento médico sobre la pubertad. Los estudios de las décadas posteriores han confirmado que, en decenas de países, la edad en que inicia la pubertad en las niñas ha descendido cerca de tres meses por década desde los años setenta. En los niños también se ha observado una tendencia parecida, aunque menos acentuada.

Pese a que es difícil identificar causa y efecto, es posible que la pubertad precoz tenga consecuencias indeseables, sobre todo para las chicas. Las niñas que alcanzan la pubertad de manera prematura tienen un mayor riesgo de padecer depresión, ansiedad, drogadicción y otros problemas psicológicos en comparación con sus compañeras que llegan a la pubertad después. Asimismo, las chicas que comienzan a menstruar a temprana edad pueden tener más probabilidades de desarrollar cáncer de mama o de útero en la edad adulta.

Nadie sabe qué factor de riesgo —o mejor dicho qué combinación de factores— está provocando ese descenso en la edad de la pubertad ni por qué hay marcadas diferencias relacionadas con la raza y el sexo. Parece que la obesidad tiene algo que ver, pero no justifica en su totalidad este cambio. Los científicos también están investigando otras causas posibles, entre ellas, las sustancias químicas que se encuentran en algunos plásticos y el estrés. Además, por razones que resultan poco claras, los médicos de todo el mundo han informado sobre un aumento de casos de pubertad precoz durante la pandemia.

“Hemos visto estos cambios marcados en todos nuestros niños y si quisiéramos evitarlos, no sabríamos cómo hacerlo”, señaló Anders Juul, un pediatra endocrinólogo de la Universidad de Copenhague que ha publicado dos estudios recientes sobre este fenómeno. “No sabemos cuál sea la causa”.

Más o menos en la época en que Herman-Giddens publicó su notable estudio, el grupo de investigación de Juul analizó el crecimiento de senos en un grupo de 1100 niñas de Copenhague, Dinamarca. A diferencia de las niñas de Estados Unidos, el grupo de las danesas coincidió con el comportamiento descrito tradicionalmente en los libros de texto de medicina: las niñas comenzaban a desarrollar senos a una edad promedio de 11 años.

“Me hicieron muchas entrevistas sobre la explosión de la pubertad en Estados Unidos, como lo denominamos”, comentó Juul, “pero les dije que en Dinamarca no estaba ocurriendo lo mismo”.

En ese momento, Juul propuso que el inicio prematuro de la pubertad en Estados Unidos tal vez estuviera vinculado con un incremento de la obesidad infantil, algo que no había sucedido en Dinamarca.

La obesidad se ha asociado a la menstruación precoz de las niñas desde la década de 1970. Desde entonces, en muchos estudios se ha demostrado que las niñas con sobrepeso u obesidad tienden a comenzar a menstruar antes que las niñas que tienen un peso promedio.

En un estudio realizado durante décadas con casi 1200 niñas de Luisiana y publicado en 2003, se relacionó la obesidad infantil con el adelanto de la menstruación: cada desviación estándar por encima del peso medio en la infancia se asociaba a una probabilidad doble de tener la regla antes de los 12 años.

Y en 2021, investigadores británicos descubrieron que la leptina, una hormona liberada por las células grasas que limita el hambre, actuaba en una parte del cerebro que también regulaba el desarrollo sexual. Los ratones y las personas con ciertas mutaciones genéticas en esta región experimentaron un desarrollo sexual más tardío.

“No creo que haya mucha controversia en que la obesidad es una de las cosas que más contribuyen al adelanto de la pubertad en esta época”, señaló Natalie Shaw, endocrinóloga pediatra del Instituto Nacional de Ciencias de la Salud Ambiental que ha estudiado los efectos de la obesidad en la pubertad.

Sin embargo, añadió, muchas de las niñas que se desarrollan más pronto no tienen sobrepeso.

“No es posible justificar todo esto por medio de la obesidad”, comentó Shaw. “Simplemente ha ocurrido con demasiada rapidez”.

En la década posterior al estudio de Herman-Giddens, Juul empezó a notar un aumento en el número de derivaciones por pubertad precoz en Copenhague, sobre todo de niñas que desarrollaban los senos a los 7 u 8 años.

“Y entonces pensamos: ‘¿Es un fenómeno real?’”, dijo Juul. O, se preguntó, ¿se habían puesto “histéricos” los padres y los médicos por la cobertura informativa del estudio de Herman-Giddens?

En un estudio realizado en 2009 con casi 1000 niñas en edad escolar en Copenhague, su equipo descubrió que la edad media de desarrollo de los senos había descendido un año desde su anterior estudio, hasta algo menos de 10 años, y que la mayoría de las niñas los desarrollaban entre los 7 y 12 años. Las niñas también tenían la menstruación antes, alrededor de los 13 años, unos cuatro meses antes de lo que había reportado antes.

“Es un cambio muy marcado en un periodo de tiempo muy corto”, dijo Juul.

Pero, a diferencia de los médicos de Estados Unidos, no creía que la culpa fuera de la obesidad: el índice de masa corporal de los niños daneses de la cohorte de 2009 no era diferente al de los años 90.

Juul se ha pronunciado de manera muy abierta en favor de una teoría alternativa: que la culpa es de la exposición a sustancias químicas. En su estudio de 2009, las chicas que desarrollaban senos a edades más tempranas eran quienes tenían los niveles más elevados de ftalatos en la orina, los cuales son sustancias que se usan para que los plásticos duren más tiempo y que se encuentran en todo, desde los pisos de vinilo hasta los empaques para alimentos.

Los ftalatos pertenecen a una familia de sustancias químicas más amplia llamada “disruptores endocrinos”, que pueden afectar el comportamiento de las hormonas y que en las últimas décadas se han vuelto omnipresentes en el medioambiente. Pero las pruebas no muestran muy claramente que son los causantes de la pubertad precoz.

En una revisión de literatura publicada el mes pasado, Juul y su equipo de investigadores analizaron cientos de artículos que analizaban los disruptores endocrinos y sus efectos sobre la pubertad. Los métodos de estudio eran muy variados; algunos se hacían en niños, otros en niñas y buscaban muchas sustancias químicas diferentes en diferentes edades de exposición. Al final, el análisis incluyó 23 estudios que eran lo suficientemente similares como para compararlos, pero no se pudo demostrar ninguna relación clara entre una sustancia química determinada y la edad de inicio de la pubertad.

“La conclusión principal es que hay pocas publicaciones y una gran falta de información para profundizar en el tema”, explicó Russ Hauser, epidemiólogo medioambiental de la Escuela de Salud Pública T. H. Chan de la Universidad de Harvard y coautor del análisis.

Dicha falta de información ha ocasionado que muchos científicos tengan dudas sobre esta teoría, señaló Hauser, quien hace poco informó sobre la manera en que los disruptores endocrinos afectan la pubertad en el caso de los niños. “No contamos con la información suficiente para fundamentar respecto a alguna clase específica de sustancias químicas”.

Es posible que en la pubertad precoz también intervengan otros factores, al menos en el caso de las niñas. El abuso sexual en la infancia temprana se ha relacionado con el inicio precoz de la pubertad; sin embargo, es difícil rastrear las causas. Podría ser que el estrés y el trauma sean la causa de un desarrollo precoz o, según la hipótesis de Herman-Giddens de hace algunas décadas, tal vez las chicas que se desarrollan más pronto sean más vulnerables a la violencia sexual.

También parece ser más probable que las chicas cuyas madres tienen antecedentes de trastornos en el estado de ánimo alcancen la pubertad más pronto, al igual que las niñas que no viven con sus padres biológicos. Asimismo, los cambios en la llegada a la pubertad se han vinculado a factores relacionados con el estilo de vida, como la falta de actividad física.

Además, durante la pandemia, los endocrinólogos pediátricos de todo el mundo observaron que estaban aumentando las consultas de niñas que alcanzaban la pubertad antes de lo normal. En un estudio publicado en Italia en febrero, se reveló que 328 niñas habían sido remitidas a cinco clínicas de todo el país durante un periodo de siete meses en 2020, a diferencia de 140 durante el mismo periodo de 2019. (En los varones no se encontró ninguna diferencia). Como anécdota, lo mismo podría estar pasando en India, Turquía y Estados Unidos.

“He preguntado a mis colegas de todo el mundo, y muchos de ellos me dicen que sí, que están observando una tendencia parecida”, comentó Paul Kaplowitz, profesor emérito de Pediatría en el Children’s National Hospital de Washington. No se sabe si la tendencia fue producto de un mayor estrés, de un estilo de vida más sedentario o de que los padres estaban lo suficientemente cerca de sus hijos como para notar cambios prematuros.

Lo más probable es que haya muchos factores que contribuyen al mismo tiempo. Y bastantes de estos problemas afectan de manera desproporcionada a las familias de bajos ingresos, lo cual, según los investigadores, puede explicar en parte las diferencias que hay en el inicio de la pubertad en Estados Unidos dependiendo del origen racial.

Durante décadas, los libros de texto de medicina han definido las etapas de la pubertad utilizando la llamada Escala de Tanner, que se basó en observaciones minuciosas entre 1949 y 1971 de unos 700 niños y niñas que habían vivido en un orfanato de Inglaterra.

La escala establece que la pubertad normal comienza a los 8 años o después en el caso de las niñas y a los 9 años o después en el caso de los niños. Si la pubertad comienza antes de esos límites, los médicos deben examinar al niño para detectar un raro trastorno hormonal llamado pubertad precoz central, que puede provocar la pubertad ya en la primera infancia. Los niños con este trastorno suelen ser sometidos a escáneres cerebrales y toman medicamentos que bloquean la pubertad para retrasar el desarrollo sexual hasta una edad adecuada.

Pero algunos expertos sostienen que el umbral de edad para la alarma debería reducirse. De lo contrario, dicen, los niños sanos podrían ser remitidos a especialistas y someterse a procedimientos médicos innecesarios, que pueden resultar físicamente agotadores y costosos.

“Hay muchos más datos que indican que la edad de 8 años no es el límite óptimo para separar lo normal de lo anormal”, dijo Kaplowitz. En 1999, defendió que el límite de edad para la pubertad normal debía reducirse a los 7 años en las niñas blancas y a los 6 en las negras. “No fue muy bien recibido”, recuerda.

Sin embargo, esa postura se vio reforzada por un estudio reciente del grupo de Juul que mostraba que, de 205 niños puberales menores de 8 años que se sometieron a escáneres cerebrales, solo el 1,8 por ciento de las niñas y el 12,5 por ciento de los niños presentaban anomalías cerebrales que indicaban una pubertad precoz central.

Pero la reducción de la edad límite sigue siendo controvertida, ya que muchos pediatras sostienen que el riesgo de sufrir un trastorno sigue siendo lo suficientemente grande como para justificar las precauciones adicionales. Otros, como Herman-Giddens, afirman que los cambios son un signo de un problema legítimo de salud pública y que no deben aceptarse como normales.

“Puede que sea normal en el sentido de lo que muestran los datos”, dijo Herman-Giddens, “pero no creo que sea normal, a falta de una palabra mejor, para lo que pretendía la naturaleza”.

Artículo publicado el 31 de mayo de 2022 por The New York Times

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Cómo evitar el ciberbullying

La era digital ha traído grandes cambios y oportunidades para todos, eso incluye a los niños y adolescentes que necesitan aprender, crear y estar cada vez más en contacto con la tecnología. No obstante, existen situaciones a las que están expuestos los menores y por eso es importante que ellos y tú conozcan de qué manera enfrentarlas, evitarlas o ayudar a quienes las estén viviendo. Entre esas situaciones de riesgo se encuentra el ciberbullying.

¿Qué tanto influye el “clima emocional” en el bienestar de niños y adolescentes, y en su capacidad de aprendizaje? Si te has preguntado esto, aprende con nosotros cómo fortalecer habilidades para la inteligencia emocional y ayuda a prevenir conductas agresivas y crueles tales como ciberbullying. Hemos recopilado algunos consejos y recursos generales para que padres, docentes y cuidadores fomenten un entorno educativo positivo y así entre todos podamos prevenir el ciberbullying.


¿De qué manera la autoestima, el apoyo social y la comunicación influyen en la prevención del ciberbullying?

La buena comunicación es clave y permite apoyar y guiar a niños y adolescentes que estén siendo víctimas de ciberbullying. Antes que nada, informarnos sobre el tema es primordial para acompañarlos de manera acertada, pues si estamos bien informados, los niños y adolescentes también lo estarán y esto es fundamental para que podamos prevenir el ciberbullying.

Tener apoyo social significa que el adolescente sabe qué puede conversar con sus familiares o grupos de amigos sobre estos temas sin temor a sentirse juzgado. Si una persona no tiene conexiones sociales fuertes en las que pueda confiar, le será mucho más difícil superar una situación de ciberbullying. Si la víctima sabe que cuenta con alguien que la escucha y le brinda apoyo, podrá encarar con mayor determinación una situación de este tipo.

Para evitar el ciberbullying también es imprescindible una sólida autoestima que se forma por experiencias tempranas agradables para el niño o adolescente. De esta manera, hay mayor probabilidad de que sea capaz de afrontar una situación estresante de una manera neutra. Es decir, si la persona que es atacada tiene una buena autoestima, puede comprender con mayor facilidad la situación, reconocer que no es perfecta y que no hay nada de incorrecto en como es.


¿Por qué algunos niños y adolescentes son más vulnerables que otros al ciberbullying y cómo acompañarlos en este proceso?

Desde los procesos psicológicos hay unos esquemas con los que crece cada persona y que definen su personalidad. Por esta razón todos afrontamos las situaciones de maneras diferentes. Entonces, para hablar de ciberbullying hay que partir de la premisa de que cada persona es diferente a la otra y que, así como hay niños y adolescentes que asumen estas situaciones con naturalidad y no se ven afectados emocionalmente, hay otros casos en los que la víctima cae en una depresión profunda. Para prevenir esta vulnerabilidad es ideal que el menor sepa que cuenta con alguien con quién hablar del tema y que no lo juzgará, sino que lo va a escuchar. Asimismo, gracias a los rasgos de su personalidad que se fortalecieron durante la infancia, tiene la capacidad de procesar el ciberbullying de forma neutra y tranquila. Por último, es importante que la víctima de ciberbullying sepa cuáles son esos puntos de apoyo a los que debe dirigirse para afrontar esta situación, comenzando con su entidad educativa.
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¿Cómo evitar el ciberbullying?


Muchas veces los menores que han sido víctimas del ciberbullying terminan siendo victimarios, ¿cómo podemos evitarlo?

Así como hablamos de sexualidad, bullying, consumo de sustancias psicoactivas e inculcamos valores en nuestros niños y adolescentes, es importante hablarles cada vez más sobre el ciberbullying, ya que la respuesta para esta pregunta no está en la víctima, sino en qué estamos haciendo como sociedad para que los niños y adolescentes que son víctimas de este fenómeno no repitan este ciclo.

Cuando un niño es víctima de ciberbullying debe saber que cuenta con mecanismos cercanos que le permiten solucionar de forma interna y externa esta situación. Para eso es necesario estar informado al respecto y asumir el rol de apoyarlo, sea desde la familia, desde algún grupo vocacional o desde la entidad educativa. Todos debemos estar enterados del ciberbullying para que así logremos apoyar a los niños y adolescentes desde sus entornos más cercanos y de esta forma evitar que la víctima replique el ciberbullying en una nueva víctima.

Entonces, ¿qué pasa cuando alguien replica la experiencia y pasa de víctima a victimario? Cuando esto sucede, se evidencia a un niño o adolescente que fue víctima de ciberbullying y se quedó solo en esta situación. Es decir, es una persona que no tuvo orientación ni apoyo que le ayudarán a superar de forma correcta este proceso. Por lo tanto, la víctima comienza a acumular pensamientos negativos que la llevan a actuar como un ser humano dolido y de esta manera replicar su dolor en otro, por eso si un menor víctima del ciberbullying se queda solo en esta situación, hay mayor probabilidad de que se convierta en un victimario del ciberbullying.


¿Es el ciberbullying un tema que se debe atender desde el ámbito escolar?

Es muy importante hablar de ciberbullying desde el ámbito escolar, porque es el nicho donde nació este fenómeno. En las instituciones educativas es donde más se ve ciberbullying. Para los niños y adolescentes, cuyo segundo hogar es la institución educativa a la que pertenecen, es fundamental que las instituciones estén capacitadas para manejar casos de ciberbullying.

Es importante que, como sociedad, padres, profesores y acompañantes aprendamos cada vez más sobre las causas y consecuencias del ciberbullying; reconocerlo y apoyar a los niños y adolescentes cuando se presenta, evitar juzgamientos y sobre todo ganarnos esa confianza de tal forma que nos convirtamos en ese apoyo que cambiará por completo una situación en caso de que lleguen a ser víctimas del ciberbullying.

Conoce aquí más sobre las oportunidades y riesgos que nos brinda Internet

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Qué son los discursos de odio en redes sociales

Las personas en Internet pueden publicar casi cualquier cosa, dada la cantidad de contenido no regulado, por esto resulta fácil presentar la opinión como un “hecho” y hacer declaraciones falsas sin ser cuestionado. Aquí te contamos qué son los discursos de odio, su impacto y algunas claves para disminuirlos.

el discurso de odio se refiere al mensaje difundido de manera oral, escrita, en soporte visual, papel o audio, en los medios de comunicación, internet o cualquier otro medio, que aliente conductas contra la dignidad e igualdad de derechos de las personas, colectivos minoritarios o mayoritarios y grupos vulnerables por ser distintos.

Los argumentos del discurso de odio se basan en prejuicios y estereotipos que por su simplicidad y repetición calan en la población con facilidad, sobre todo en un contexto de crisis económica y social1. Es así como el machismo, la xenofobia, la homofobia, la islamofobia, el antigitanismo, el antisemitismo y otras formas de intolerancia han tomado protagonismo en las redes sociales generando escenarios de amenaza que muchas veces terminan en violencia.


¿Cómo identificar un discurso de odio?

Es importante considerar que el discurso de odio proviene de individuos directa o indirectamente vinculados a colectivos, los cuales suelen conocerse en internet con el nombre de haters o trolls. Estos se identifican al usar sus redes sociales para provocar con expresiones violentas de todo tipo y en todo formato a personas o colectivos haciéndolos sufrir situaciones de discriminación, opresión o vulnerabilidad.


Pero ¿cuál es el rol que juegan las redes sociales en los discursos de odio?

Sin duda por su alcance, aprobación entre los usuarios y facilidad de propagación de contenidos, las redes sociales son un instrumento para la divulgación instantánea de estos mensajes malintencionados. Además, se convierten en escenarios ideales, pues permiten el uso de pseudónimos, el anonimato y la creación de múltiples cuentas.

El discurso de odio busca vías. No solo se halla en las conversaciones cotidianas, sino en medios masivos como internet, especialmente en las redes sociales al ser una válvula social de escape que muestra la “sombra” de los seres humanos, aquel lado oscuro interior. El problema no son las tecnologías, son los contenidos de quienes crean estos mensajes.2


¿Qué medidas se han adoptado para contrarrestarlo?

Pensando en la magnitud del alcance del discurso de odio, las principales empresas proveedoras de redes sociales han manifestado su compromiso para idear e implementar estrategias que disminuyan o eliminen por completo este tipo de discursos. En Europa, por ejemplo, se firmó el Código de Conducta sobre discurso de odio con la Comisión Europea y se creó el Proyecto Online contra la Xenofobia y la Intolerancia en Medios Digitales (Proxi), como una iniciativa de diversas entidades de derechos humanos para luchar contra esta problemática.

En Latinoamérica aún no existen organizaciones ni acciones amparadas por la ley para combatir los discursos de odio. Son las compañías las que desde sus propias políticas de seguridad promueven su prevención y establecen los conductos para denunciar los casos que identifiquen.


¿Qué consecuencias traen los discursos de odio?

Los efectos de los discursos de odio son diversos. Por un lado están los daños directos emocionales o psicológicos que pueden producir las amenazas, el acoso y otros ataques dirigidos a individuos concretos, por motivos de odio e intolerancia. Por otro lado está la perpetuación de estereotipos discriminatorios, la estigmatización y deshumanización de ciertos colectivos y su marginación.

Víctima

Daño emocional o psicológico

Daño físico, en caso de desencantamiento de episodios de violencia

Exclusión social

Persecución en la rede o ciberacoso

Víctimario

Consolidación de su discurso de odio en redes sociales y comunidades que tienden a la discriminación.

Dado el alcance masivo de las redes, su discurso tiende a perpetuarse.

Pueden sufrir acciones legales en su contra cuando salen del anonimato.

En este sentido, los discursos de odio emiten un mensaje social que divide y segrega comunidades. Pero al mismo tiempo juegan un papel cohesionador para los emisores de ese tipo de discurso, reforzando su sentimiento de pertenencia a un grupo basado en la discriminación y la xenofobia.3


¿Cómo identificar los mensajes de odio y qué hacer al respecto?

Ante la posibilidad de que un usuario asuma cualquiera de los dos roles, los padres y docentes se enfrentan al reto de adoptar una postura de autocuidado y de mediación, de tal forma que los niños y adolescentes puedan encontrar un ambiente sano para fortalecer su pensamiento crítico y sus habilidades en el tratamiento de grandes volúmenes de información que reciben cotidianamente en internet.

Además de trabajar por la identificación de los discursos de odio en internet, es preciso revisar y analizar los hechos y la argumentación detrás de estos. Conocer en qué tipo de página se alojan estos mensajes y qué tipo de reputación tiene el autor puede ser útil para alertar a los niños y adolescentes sobre la posibilidad de que el texto contenga un discurso de odio.

Con las siguientes preguntas podrás identificar un discurso de odio. Haz el ejercicio de responderlas con tus hijos y así reconocerán prejuicios, racismo o discriminación desde la argumentación.

  • ¿El texto proporciona fuentes para respaldar las afirmaciones hechas, o recurre al sentido común, a las emociones, a los resultados probables o a las creencias tradicionales?
  • ¿El argumento presentado no es convincente por su contenido, sino por los formatos de su presentación? Por ejemplo, por el uso de imágenes llamativas o multimedia.4
  • ¿En el texto aparecen generalizaciones racistas o discriminatorias sobre personas o grupos?

Ahora que tenemos la posibilidad de crear contenido en internet se abren oportunidades, pero esto también implica responsabilidades. En relación con el discurso de odio, las responsabilidades y la necesidad de tener cuidado a la hora de publicar en internet adquieren relevancia, pues podríamos convertirnos fácilmente en actores que propagan el odio, ya sea intencionalmente o no.

Por último te brindamos estos consejos útiles para que hagas un uso responsable de internet y evites difundir mensajes de odio:

  • No compartas lo que pueda comprometer la privacidad o seguridad de otras personas y que contenga prejuicios, racismo y odio.
  • Verifica que la información que lees incluye fuentes confiables para evitar así difundir información errónea.
  • No reenvíes información que pueda estar protegida por derechos de autor.
  • Comprueba que tu contenido no sea ambiguo y vuelve a leer lo que publicas con “los ojos de otra persona”, ya que lo que se comparte en internet se puede malinterpretar fácilmente.

Fuentes:

  1. Movimiento contra la intolerancia (2017). Contra el discurso de odio y la intolerancia. Materiales didácticos, 12, p.7. Recuperado de http://www.educatolerancia.com/wp-content/uploads/2017/06/material-didactico12.-Discurso-de-Odio.pdf
  2. Revista de Fomento Social (2017). Los discursos del odio: una amenaza a la construcción democrática de la tolerancia. Revista de Fomento Social, 72(1), p. 12. Recuperado de https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/5986380.pdf
  3. René. S. (2015). Miedos, afectos y odios en las redes sociales. Colección Matices, (1), p. 63-70. Recuperado de https://rtrejo.files.wordpress.com/2015/11/intolerancia-en-licc81nea.pdf 

https://contigoconectados.com/mediacion/que-son-los-discursos-de-odio-en-redes-sociales/Fuente

La importancia de los acuerdos

¿Te suele pasar que tu hijo o estudiante no se despega del celular y no sabes qué hacer? ¿Se te dificulta saber cómo establecer acuerdos para regular el uso de Internet en tu hogar?

Te invitamos a leer sobre la importancia de construir acuerdos conjuntamente y cómo son claves en el fortalecimiento de nuestras relaciones familiares.

Es común que en los hogares se presenten diferencias entre los integrantes de la familia. Todos tenemos personalidades y opiniones diferentes que pueden desencadenar en conflictos. Resolver las dificultades familiares es un tema que preocupa a muchos padres y cuidadores, ya que estas situaciones pueden desencadenar problemas sociales agudos.

El uso de Internet en la familia puede ser uno de los temas que generan diferencias. En época navideña, cuando nos reunimos con nuestros familiares y amigos, queremos invitarte a generar acuerdos, pues consideramos que son una herramienta de gran utilidad para enfrentar situaciones en las que todos tenemos opiniones diversas.

Los acuerdos son compromisos que se construyen entre dos o más personas frente a un tema en el que se tienen opiniones diferentes. Para que esto ocurra, todos tienen un espacio para presentar sus puntos de vista y sus propuestas. Con base en la diversidad de argumentos, estas propuestas iniciales se transforman de acuerdo a los puntos de encuentro para así configurarse y aceptarse por todos los integrantes.

 La importancia de los acuerdos 


¿Qué situaciones se acuerdan en una familia?

Acudimos a un acuerdo cuando vemos la necesidad de intervenir en una situación que puede estar causando malestar en la familia. Así, es normal que busquemos acordar con nuestros hijos algunos aspectos como la hora de llegar a la casa, el tiempo que invierten jugando en el computador y la cantidad de tiempo que dedican a navegar en Internet. En la investigación que realizamos en Tigo con el acompañamiento de la Universidad EAFIT, encontramos que el 41% de los niños y adolescentes encuestados reconocen que hacen un uso excesivo de Internet, y el 31% dice haber descuidado a su familia por estar en Internet. Esta situación, en principio, puede parecer alarmante. Sin embargo, desde Tigo queremos hacer un llamado a padres y cuidadores para que fortalezcan su rol de mediadores proactivos.

Para conocer más sobre lo que podemos hacer en estos casos, hablamos con Clara Tobón, consultora de Capacitación para la Vida, con amplia experiencia en el trabajo con padres de familia y estudiantes. Para Clara el acuerdo es sinónimo de participación, e implica considerar al otro y tenerlo en cuenta, saber que él también tiene una mirada frente a las cosas y es una herramienta necesaria para escuchar la voz de todos los miembros de la familia en la construcción de un objetivo que se quiere para un bien común, en un ambiente de participación cálido, amoroso y seguro.


Preparar el camino: antes del acuerdo

Hacer acuerdos exitosos va más allá de seguir unos pasos e implica cierto grado de preparación. Por eso, a continuación te presentamos algunas recomendaciones que nos da la experta y que pueden ser de gran utilidad en el momento en que nos sentemos a construir acuerdos familiares.


El vínculo y la conversación

Antes de hacer un acuerdo es importante trabajar en el vínculo que tenemos con nuestros niños y adolescentes. Los vínculos son los tejidos que elaboramos entre nosotros y se crean por las interacciones que tenemos con el otro. Cuando nos interesamos por los gustos y necesidades de nuestros niños y adolescentes les demostramos que queremos ser incluidos en sus vidas, que no somos los papás amenazantes a quienes da miedo hablar porque los vamos a regañar, sino que somos los papás con quienes pueden compartir. Esto ayuda a que fortalezcamos un vínculo que nos permitirá hacer un acuerdo que no sea autoritario, sino que, por el contrario, tenga en cuenta las necesidades y momentos que atraviesan todos los participantes.

Crear un vínculo es algo que lleva tiempo. Aunque es un elemento importante, para establecer acuerdos no hay que esperar hasta generarlo. Los vínculos pueden formarse a partir de una conversación tranquila. Si en nuestras familias hay diálogo, nuestros niños van a crecer en un ambiente más tranquilo y de confianza donde se forman los vínculos basados en el acompañamiento y no en el miedo. Cuando generamos una buena conversación y una invitación a que nos sentemos y revisemos cómo podemos convivir mejor y hacer un uso razonable de las cosas, abrimos una ventana a muchos otros temas interesantes. Así pues, antes de generar un acuerdo, lo mínimo que podemos hacer es generar una buena conversación.


La cultura de la pregunta amable

Es significativo crear dentro de la familia una cultura de la pregunta de una manera amable. Esto nos permite abordar a nuestros niños y adolescentes sin que les parezca extraño. En este tema en particular, es importante que los padres y cuidadores tengamos la oportunidad de preguntar a los menores acerca de las cosas que les interesan de Internet, por qué les gusta estar en la pantalla, qué cosas les gusta buscar, qué les gusta jugar. Es fundamental que conozcamos sus gustos e intereses mucho antes de entrar a establecer normas o de decir qué es bueno y qué no es bueno.

La pregunta también es una herramienta que podemos usar antes de corregir alguna conducta indeseada. Preguntar por ejemplo “¿qué fue lo que pasó?, ¿por qué lo hiciste?, ¿qué estabas buscando?” permite que los niños reflexionen sobre sus acciones sin sentir amenazas y formen un criterio a partir de sus errores. Para que los niños desarrollen su criterio es preciso que tengan la oportunidad de ser acompañados en su crecimiento y que puedan reflexionar sobre sus acciones sin sentirse amenazados por nosotros.


Liderazgo vs. Autoridad

La familia es un sistema y, como sistema, hay unos órdenes. Dentro de esos órdenes hay un papá y una mamá o hay un adulto que está encargado de orientar y acompañar a los niños y adolescentes. Dentro de ese orden, cada uno de los que conformamos ese sistema tenemos un rol y unas funciones puntuales y específicas para cumplir. Una de las cosas que más dificultan nuestra vida en familia es que conversamos poco y damos muchas cosas por hecho. De esta manera, esperamos que los otros hagan ciertas cosas porque a nosotros nos parece obvio que las hagan. Una vez más, resaltamos entonces la importancia de la conversación.

En ocasiones, podemos temer a hacer acuerdos con nuestros hijos porque sentimos que es posible perder la autoridad que tenemos ante ellos. Sin embargo, queremos resaltar que la autoridad y el respeto los ganamos mediante el liderazgo que ejercemos. Es importante ver nuestra familia como una empresa donde el papá, la mamá o los adultos cuidadores somos los líderes de la organización, y en esa empresa no necesitamos líderes autoritarios sino líderes inspiradores. La pregunta es entonces ¿qué clase de líderes estamos siendo?


Más tiempo para conversar

En algunas ocasiones, los padres y cuidadores sabemos muy poco sobre lo que les pasa a nuestros niños y sus intereses. Ejercemos una autoridad muy vertical y no los tenemos en cuenta para construir con ellos ciertas cosas que se van a vivir en familia. Cuando trabajamos, el tiempo que tenemos en familia es generalmente para crear los órdenes. Si hacemos unos acuerdos previos de funcionamiento y de responsabilidades mínimas, el tiempo que tendremos para pasar juntos será para -en otras cosas- comer juntos, cocinar, ver una película o conversar un rato.

Hay una conversación muy importante que podemos tener en familia cuando queremos mejorar y tener tiempo de calidad entre nosotros. Muchas veces contamos con pocos espacios para dedicar a nuestra familia porque tenemos mucho trabajo, y los niños y adolescentes ni siquiera saben cuáles son nuestros empleos. En este sentido, es bueno compartirles cómo es nuestro día a día, en qué trabajamos, qué nos gusta de eso, qué contribución hacemos. Cuando tenemos esta conversación abrimos una ventana que nos permite también preguntar a los niños cómo van en el colegio, qué les pasó en el día… Si lo establecemos como un propósito de la familia, siempre tendremos un momento para conversar.


Encontrar el mejor momento

Es fundamental que encontremos el momento oportuno en el que nos vamos a sentar para hacer un acuerdo. Es ideal que sea un momento tranquilo, sin presiones y no después de un regaño o de un episodio molesto. De esta forma, los niños y adolescentes disfrutarán ese momento y no lo vincularán con una experiencia negativa.

 La importancia de los acuerdos 


Ahora, ¿cómo hacer acuerdos en torno al uso de Internet?

Hemos visto algunos aspectos que podemos tener en cuenta antes de sentarnos a hacer un acuerdo en nuestra familia. Sin embargo, ¿cómo podemos realizar acuerdos sobre el uso que hacemos de Internet? Desde Tigo queremos invitarlos a construir este acuerdo así:

Consideramos que no es recomendable comenzar un acuerdo hablando sobre el uso de los dispositivos y de Internet, porque se puede generar desconfianza por parte de los niños y adolescentes. Es mejor y mucho más significativo si abordamos este objetivo desde otra mirada que tenga un propósito general, como, por ejemplo, un acuerdo para estar más tiempo juntos. Allí podríamos incluir entonces, otras actividades que realizamos y que no necesariamente comprenden el uso de Internet. Así, podemos acordar tanto el tiempo que vamos a navegar como el tiempo que vamos a dedicar a hacer las tareas o a sentarnos a compartir en familia.

Es importante que cuando lleguemos al tema específico del tiempo que pasamos navegando, escuchemos los gustos e intereses de los menores: no es lo mismo regular el tiempo de un niño que tiene una actitud proactiva y dedica su tiempo a aprender cosas nuevas o crear desarrollos gracias a Internet, a regular el tiempo de un niño que dedica su tiempo a ver videos graciosos o que solo quiere permanecer en redes sociales. Sin embargo, también es valioso que los adultos compartamos con los niños y adolescentes cómo disfrutamos Internet. Esto también puede ayudar a regular nuestro uso de Internet y tomar conciencia sobre nuestras propias actividades, la de ellos y cuánto tiempo les estamos dedicando.

Algunas cuestiones sobre las que podemos hacer acuerdos en el uso de Internet pueden ser:

  • Lugar de navegación: podemos acordar, por ejemplo, que cuando estemos en el comedor nadie va a estar conectado. Según la edad de los niños también podemos acordar con ellos que naveguen siempre en espacios abiertos en los que podamos hacer presencia, y no encerrados en sus habitaciones.
  • Horario de conexión: es posible definir si el tiempo para estar en Internet será durante el día y en qué momentos.
  • Tiempo de conexión: también podemos acordar el número de horas que pasaremos conectados a Internet según el tipo de actividades que realizamos.
  • Días de la semana: ¿podemos navegar toda la semana? ¿solo durante el fin de semana? ¿o solo durante 3 días? Acuerda con ellos los días de conexión. Ten presente que con los adolescentes habrá que hacer acuerdos más amplios de una manera conciliada.
  • Aplicaciones, contenidos y páginas web que visitan: es importante acordar qué contenidos consideramos adecuados para ellos de acuerdo con su edad y sus intereses. Aquí también es muy valioso que lleguemos con propuestas de sitios y herramientas que queremos recomendarles.

Teniendo presente todo lo anterior, los invitamos a que nos empoderemos de nuestro rol de mediadores proactivos y que comencemos a abrirnos mucho más en la familia, cultivar el diálogo, tejer vínculos, generar espacios de participación y construir desde el respeto y el cariño un acuerdo que nos permita disfrutar mucho tiempo en familia a la vez que hacemos un uso responsable y creativo de Internet.

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5 aspectos a tener en cuenta a la hora de comprar un celular para niños y adolescentes

¿Estás pensando dar un celular a tus hijos, pero aún tienes muchas dudas? Mira estas 5 recomendaciones que pueden ayudarte antes de tomar esta importante decisión.

Es muy común que surja el momento, temido por algunos padres, en el que niños y adolescentes exponen su deseo de tener un dispositivo móvil, específicamente un celular. Algunos optarán por calmar las expectativas de sus hijos con una tableta o una consola de videojuegos. Sin embargo, la conversación pendiente llegará.

El 75% de los menores se conecta a Internet desde un celular.

A la hora de tomar la decisión de comprarles un celular, es recomendable que lo hagamos en conjunto con los demás adultos involucrados en su acompañamiento. A continuación, te presentamos cincos consideraciones a tener en cuenta cuando vayas a elegir un teléfono móvil para tus niños:


1. La edad y las necesidades de los niños y adolescentes

 5 aspectos a tener en cuenta a la hora de comprar un celular para niños y adolescentes 

Cuando hablamos de las necesidades podemos preguntarnos ¿para qué necesita mi hijo un celular? ¿para comunicarse conmigo? ¿para jugar? ¿para escuchar música? Si se trata de jugar, probablemente sea recomendable que use dispositivos específicos para esa actividad. Sin embargo, pueden existir razones como el hecho de que el niño o adolescente quiere comenzar a conocer un entorno que lo rodea y que constituye una parte fundamental de la vida actual.

Sobre su edad, no hay un consenso general sobre cuál es el momento adecuado para que un niño tenga o no un celular. Sin embargo, padres y cuidadores conocemos a nuestros menores y podemos preguntarnos qué tan preparados están nuestros hijos para tener un teléfono móvil, qué tan responsables y cuidadosos son en sus acciones diarias, qué tan críticos son o qué tanta confianza tienen con nosotros para acudir a nuestra ayuda y consejo en caso de que sea necesario.


2. Hacer un acuerdo previo

 5 aspectos a tener en cuenta a la hora de comprar un celular para niños y adolescentes 

Una vez se ha tomado la decisión de comprar el celular, es importante que realicemos un acuerdo con los niños y adolescentes antes de efectuar la compra. En este acuerdo podemos resaltar que al tomar esta decisión estamos depositando nuestra confianza en ellos y que creemos que son lo suficientemente responsables para manejar el dispositivo. Debemos acordar cuestiones como tiempos y espacios de uso, tipo de aplicaciones permitidas, uso de redes sociales, entre otros. Así, ejercemos nuestro rol de mediadores proactivos.

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3. Recomendar aplicaciones

 5 aspectos a tener en cuenta a la hora de comprar un celular para niños y adolescentes 

Contar con la opinión informada de padres, madres y adultos cuidadores es importante para los niños. Si les hacemos recomendaciones de aplicaciones seguras que creemos pueden interesarles y les mostramos qué pueden hacer y cómo a través de ellas pueden aumentar sus conocimientos en algún tema de su interés como idiomas, música, geografía, o el universo, podemos motivarlos a usar aplicaciones que les permitan navegar en Internet de manera responsable y creativa.


4. Control parental

 5 aspectos a tener en cuenta a la hora de comprar un celular para niños y adolescentes 

Cuando se trata de niños muy pequeños podemos utilizar aplicaciones de control parental y realizar así una mediación técnica que nos permita regular el tiempo que emplean en Internet y los sitios que visitan. De esta manera, trabajamos para que el contenido al que se exponen sea seguro para ellos.


5. Hablar y aprender juntos sobre «Ciudadanía Digital»

 5 aspectos a tener en cuenta a la hora de comprar un celular para niños y adolescentes 

Uno de los propósitos que tenemos cuando educamos a nuestros hijos es que sean buenos ciudadanos. Teniendo en cuenta que ellos hacen parte de un mundo que es cada vez más digital, es primordial que los preparemos para que sean unos buenos ciudadanos digitales, que aprendan a respetar, a cuidar y a desenvolverse con responsabilidad en entornos digitales.

El primer celular es una gran oportunidad para hablar sobre Internet y aprender juntos. Promueve junto con ellos unos hábitos digitales sanos que estimulen el aprendizaje, la innovación y el sentido crítico con el cual diferencien contenidos disponibles en Internet y distingan los espacios y momentos para estar conectados.

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¿Pasar mucho tiempo en las redes sociales empeora la depresión y ansiedad?

Es hora de que empecemos a ver más allá un simple promedio de horas de uso y que hagamos un análisis más concienzudo de nuestros patrones de conducta con una tecnología que ha llegado para quedarse.

Nuevo estudio cuestiona la idea de que pasar mucho tiempo en las redes sociales empeora la depresión y ansiedad

Uno de los temas más frecuentes cuando se habla de salud mental de los niños y adolescentes es el tiempo que pasan al frente de las pantallas. Dichas consideraciones son validas teniendo en cuenta que estas tecnologías han traído una serie de cambios en nuestros hábitos de conducta. En números: el tiempo que los adolescentes le dedican a las redes sociales se ha incrementado en un 62.5% desde el año 20121 y en promedio los adolescentes pasan 2.6 horas al día revisando las redes sociales.

Al no entender bien cual es el efecto que esto podría causar en la salud de los adolescentes y basados en una serie de estudios que sugerían que pasar mucho tiempo al frente de la pantalla puede incrementar el riesgo de sufrir depresión y ansiedad, se publicaron guías y se prepararon charlas que ponen énfasis en la restricción del uso del celular y las redes sociales.

Pero no todos los investigadores estaban de acuerdo con estas recomendaciones y argumentaron que los datos utilizados tenían deficiencias metodológicas que no permiten establecer con precisión una relación entre la cantidad de tiempo en las redes y su efecto en la salud mental. Estos investigadores alertaron que para obtener el tiempo promedio y bienestar de los niños y adolescentes las investigaciones se basaron en reportes de los padres. Estos informes no suelen ser muy fiables porque son maleables a la percepción de los padres y no son síntomas clínicos en sí; Los análisis tampoco categorizaban la información entre los dispositivos que usaban los niños y adolescentes. No importaba si se la pasaban 3 horas viendo tv o 3 horas usando una tableta; otra restricción importante, y relacionada con la anterior, es que las guías se basaron en estudios que solo evaluaban el tiempo de uso pero no consideraban la función de la conducta, cómo las usaban o para qué. Esta es una limitación importante que no se puede dejar de lado porque una persona puede pasar mucho tiempo en las redes haciendo scroll mientras que otra puede pasar la misma cantidad de tiempo interactuando con sus amigos, planificando actividades y compartiendo con ellos. Lo que incrementa su sentido de pertenencia con su grupo de pares y lo compromete en actividades que son importantes para él o ella.

Para intentar descifrar esta relación y evitar algunas de las limitaciones anteriores, la Dra. Sara Coyne y su equipo de la Universidad de Brigham Young University desarrolló un estudio longitudinal de 8 años de duración, que fue publicado en la revista Computers in Human Behavior. En esta investigación Coyne y su equipo pusieron a prueba las siguiente pregunta: ¿La depresión y/o ansiedad de los adolescentes empeorará si pasan más tiempo en las redes sociales?https://37eb1873d2025883b0ee8bb24bd3ca4f.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-38/html/container.html

¿La respuesta? No. La investigación no encontró que el tiempo que pasaban en las redes sociales empeorara o mejorara ni los síntomas depresivos ni los ansiosos.

ESTA INVESTIGACIÓN NO PUDO ENCONTRAR EVIDENCIA QUE APOYE LA HIPÓTESIS DE QUE PASAR MUCHO TIEMPO EN LAS REDES SOCIALES INFLUENCIA LA SALUD MENTAL A LARGO PLAZO

La investigación evaluó a a 500 adolescentes que tenían entre 13 y 20 años de edad. A diferencia de estudios anteriores esta investigación no se basó en los reportes de los padres sino que evaluó directamente las respuestas a un completo cuestionario que los adolescentes respondían una vez al año durante un lapso de 8 años. Y también se les aplicó escalas para evaluar los síntomas depresivos y de ansiedad. Los resultados fueron analizados a nivel individual, lo que permitió evaluar minuciosamente si existe o no alguna correlación entre las dos variables.

Al analizar los resultados los investigadores encontraron que los adolescentes de 13 años reportaron una media de uso de 31-60 minutos por día. Esto incrementaba a medida que iban entrando en la adultez alcanzando una media de 2 horas por día. Las niñas reportaron pasar más tiempo en las redes que los niños. Los adolescentes también reportaron menos niveles de síntomas depresivos y ansiedad, pero estos niveles también incrementaron durante la adolescencia. En general, las niñas reportaron mayores síntomas depresivos y de ansiedad que los varones.

Por otro lado, no hubo asociación entre el tiempo que pasaban usando las redes sociales y la salud mental de los participantes. La mayoría de los adolescentes aumentó el tiempo que usaba las redes pero no se incrementó el riesgo de depresión ni de ansiedad. Tampoco se encontró una relación inversa. Los autores concluyen que esta investigación no pudo encontrar evidencia que apoye la hipótesis de que pasar mucho tiempo en las redes sociales empeore o mejore la salud mental a largo plazo.about:blank

Por supuesto los investigadores no están diciendo que hay que darle rienda suelta a los adolescentes sin establecer limites que los ayuden a no desenfocarse de sus responsabilidades como las de la escuela o el hogar, sino que es hora de que empecemos a ver más allá un simple promedio de horas de uso y que hagamos un análisis más concienzudo de nuestros patrones de conducta con una tecnología que ha llegado para quedarse.

Referencia bibliográfica: Sarah M. Coyne, Adam A. Rogers, Jessica D. Zurcher, Laura Stockdale, McCall Booth. Does time spent using social media impact mental health?: An eight year longitudinal study. Computers in Human Behavior, 2019; 106160 DOI: 10.1016/j.chb.2019.106160

Fuente: Psychcentral

Le dije adiós a la Procrastinación y logré superar mi depresión

Hola, me llamo Cinthia y mi historia es una de superación. Una historia que demuestra que con esfuerzo y dedicación puedes superar la procrastinación y pasar a la siguiente etapa de tu vida.

Quiero que aprendan de mi historia, que vean mis pasos e intenten no repetirlos en sus vidas. La procrastinación es una sombra que te va cubriendo poco a poco sin que te des cuenta y, cuando menos lo esperas, te encuentras retrasando todo lo importante para ti y perdiendo oportunidades únicas en la vida.

El comienzo

Una vez que comprendí qué era la procrastinación, me di cuenta de que era algo que había practicado toda mi vida. Desde tareas insignificantes en casa o tareas de la escuela que debía entregar, siempre hacía todo al último minuto, a pesar de los consejos de mis padres y maestros.

Al no poder eliminar este mal hábito, obviamente continuó y fue evolucionando conmigo, aunque todavía no se había convertido en algo que me impidiera vivir, al menos no todavía. La procrastinación me acompañó en toda mi vida universitaria, aunque solo pensé que era parte de la experiencia y nunca pensé que podría eliminarla de ella.

Los efectos de la procrastinación

Como dije, la procrastinación me ha acompañado en casi toda mi vida y nunca ha tenido ningún efecto negativo en mi vida, a excepción de algunas desveladas intentando terminar algún trabajo y al terminarlo, siempre terminaba satisfecha conmigo misma.

Sin embargo, pronto me di cuenta de que la procrastinación no solo podía afectarme a mí, también podía afectar a todos mis seres queridos y las personas que estaban relacionadas conmigo.

Los principales afectados era mi familia, ahora mis acciones tenían un efecto enorme en las vidas de otras personas, mis hijos y mi pareja.

Mucha de mis responsabilidades en la casa y como madre se veían retrasadas o aplazadas, lo cual ocasionaba muchos problemas a mis hijos y mi esposo, como el corte de servicios básicos por haber olvidado pagar la factura y luego tener que pagar costos extra por reconexión.

La procrastinación se había vuelto mi acompañante y sabía que, si lograba expulsarla de mi vida, entonces todo empezaría a mejorar poco a poco, solo debía intentarlo, pero era tan complicado que volvía a recaer en lo mismo.

Y todo fue empeorando como una avalancha, cada vez que tenía una responsabilidad sentía una gran ansiedad por hacerla, pero mi procrastinación siempre superaba mi voluntad.

Mi ansiedad y enojo conmigo mismo me convirtieron en una persona huraña y que estaba constantemente de mal humor, mi propia familia prefería alejarse que pasar tiempo conmigo. Fue un momento terrible en mi vida del cual no me siento orgullosa.

La advertencia

El tiempo siguió su curso, los años pasaron y mi procrastinación era como un tumor en mi cuerpo que se rehusaba a ser retirado, era un cáncer que estaba acabando mi vida y mi relación con las personas que más amaba. Me había vuelto una extraña para mi familia, pero todo cambió cuando mi pareja tomó una decisión radical.

Mi esposo me advirtió que, si no lograba cambiar mi vida y mi actitud, entonces ocurriría algo que nunca me habría imaginado, nos divorciaríamos y nuestra familia se terminaría.

A pesar de todo, mi esposo y mi familia se mantuvieron a mi lado y me apoyaron durante todo el proceso.

¿Y cuál fue el primer paso para poder superar algo como la procrastinación? Buscar un terapista, ese fue el primer paso en mi viaje para superar este horrible hábito. Mi terapista me ayudó mucho a descubrir cómo se relacionaban todos mis sentimientos y actitudes, cuáles eran las causas y consecuencias de mis acciones, sin embargo, una cosa es saber lo que tienes y otra cosa es combatirlo.

Una de las primeras soluciones que intentamos fueron los antidepresivos, los cuales me ayudaron por un tiempo, pero los efectos secundarios eran más potentes que la solución que brindaban y me sentía todo el tiempo ida y desapegada de todo.

Pero todo cambió un día, mi esposo estaba buscando soluciones por internet y milagrosamente encontró una página web que hablaba sobre la procrastinación y cómo superarla, pero antes de ofrecerme algún producto o servicio, lo primero era responder una serie de preguntas respecto a mi procrastinación.

El cambio inicial

Mi esposo y yo decidimos llenar el formulario y lo hicimos siendo lo más honestos que pudimos, después de terminar la encuesta, la página me ofreció un plan personalizado de tres meses que afirmaba que me ayudaría paso a paso a superar mis problemas ocasionados por la procrastinación.

Después de tantos años de inventos y soluciones milagrosas que nunca habían funcionado, ambos estábamos muy recelosos de este sitio web y creímos que sería igual que los demás y tampoco funcionaría. Sin embargo, no teníamos nada que perder, ya lo habíamos intentado todo e intentar algo más no me causaría más daño, así que decidimos aprovechar la gran oferta que nos estaban ofreciendo.

El primer día en mi plan personalizado fue bueno, poco a poco empezamos a diagnosticar mi tipo de procrastinación y los consejos que me dieron empezaron a ayudarme. Sin embargo, fue muy complicado poner en práctica todo lo que me decían y no empecé a sentir cambios en mi vida hasta después del primer mes. Pero cuando llegaron, debo admitir que me sentía como otra persona.

Superando la procrastinación

¿Cómo empecé a cambiar y a superar mi procrastinación? El programa me ayudó a cambiar por completo los hábitos y actitudes que tenía en mi vida y me enseñó a cambiar por completo cómo estaba llevando mi vida hasta ese momento. Puedo decir que hacerlo me salvó la vida.

Una vez que empecé a ver resultados, mi autoestima empezó a elevarse con cada día que pasaba y mi motivación y ganas llegaron a un punto en el cual me sentía imparable. Ya no era la madre y la esposa que se olvidaba de todo y luego estallaba de mal humor contra todos, ahora estaba preparada para todo y me anticipaba a todas las situaciones.

Mi vida cambió por completo en lo personal y profesional. Y todo cambió gracias a ese día cuando mi esposo estaba navegando en internet.

Te recomiendo que realices la encuesta inicial de Virtue Map si deseas darle un cambio radical a tu vida. Recibirás tu plan personalizado en solo unos minutos y los precios que te ofrecen son impresionantes.

No temas lanzarte al ruedo y realizar el programa, la procrastinación es algo que debes combatir y, si no lo haces, va a dominar tu vida.

Fuente: Virtue Map

El lado oscuro del cerebro

Pilar Quijada

“En el más remoto confín de la China vive un Mandarín inmensamente rico, al que nunca hemos visto y del cual ni siquiera hemos oído hablar. Si pudiéramos heredar su fortuna, y para hacerle morir bastara con apretar un botón sin que nadie lo supiese, ¿quién de nosotros no apretaría ese botón?”– Chateubriand

En la obra La barca sin pescador, Alejandro Casona se inspiró en la cita anterior de Chateubriand  para explorar el lado oscuro de la naturaleza humana. Ricardo Roldán, el protagonista de “La barca”, decide hacer un pacto con el diablo. Este propone al arruinado empresario devolverle las riquezas a cambio de que cometa un crimen y de quedarse con su alma.

¿Parece algo lejano que solo ocurre en el teatro? Tal vez no, porque según varios estudios, todos llevamos dentro un dictador en potencia capaz de llevar a cabo los actos más crueles, sobre todo, si encuentra un”diablo” que le exima de responsabilidades. Y más si el poder (de cualquier tipo) está por medio. No hay más que mirar alrededor…

El poder corrompe, asegura la sabiduría popular. Pero, haciendo un análisis “darwinista” podríamos preguntarnos si realmente todos sucumbimos a la tentación del poder o si determinadas personas tienen más facilidad para llegar a puestos en los que les resulta más fácil mostrar rasgos de su carácter que estén ligados a comportamientos poco deseables como falta de empatía o escasa compasión. Una reflexión interesante en este 2015, en el que se conmemora el 70 aniversario de la liberación de Auschwitz.

Los psicólogos se han interesado desde hace tiempo por esta cuestión: ¿el poder cambia a las personas, o acceden al poder las personas más propensas a cambiar?. No sólo se han interesado en cómo influye el poder en quien lo ejerce, sino también en cómo reaccionan ante determinadas órdenes los que están subordinados a él. El primero en abordarlo fue psicólogo en la Universidad de Yale Stanley Milgram. En los años sesenta del pasado siglo,Milgram decidió poner a prueba la obediencia “ciega” a una autoridad, aun cuando las órdenes dictadas por esta entraran en conflicto con la conciencia personal.

Su experimento comenzó en 1961, unos meses después de que Adolf Eichmann, principal responsable del genocidio judío en Polonia, fuera juzgado y sentenciado a muerte en Jerusalén por crímenes contra la humanidad durante el régimen nazi en Alemania. Con la excusa de participar en un experimento sobre aprendizaje, Milgram reclutó a voluntarios que a los que dijo que debían administrar descargas eléctricas a un supuesto alumno que tenía que memorizar un listado. Se trataba, en el fondo de “ayudarle” a memorizar mejor. Y para ello, cada vez que el aprendiz se equivocaba debía recibir una descarga eléctrica que iba incrementándose en cada fallo posterior.

Crueldad inesperada

En realidad el aprendiz era un compinche, como muchas veces ocurre en los experimentos que hacen lo psicólogos. Y tenía que simular dolor de la forma más real con cada supuesta descarga,que en realidad no recibía, obviamente. Pero lo importante del experimento fue que ante las insistencias del investigador, el 65% de los voluntarios que aplicaban las supuestas descargas, aunque se sentían incómodos ante el dolor que mostraba el infeliz aprendiz, llegaban a darle el máximo castigo, de 450 voltios, que teóricamente le llevaba casi al coma.

Aunque a los 75 voltios casi todos los participantes se ponían nerviosos ante los gritos de la persona que trataba de memorizar con poco éxito la lista, ninguno de los voluntarios se negó rotundamente antes de alcanzar los 300 voltios, límite al cual el alumno «compinchado» dejaba de dar señales de vida. A partir de ahí, algunos seguían adelante con los castigos, aunque declinaban cualquier responsabilidad. Curiosamente, ninguno de los participantes fue a la habitación acristalada en la que estaba el aprendiz para interesarse por él.

Los resultados sorprendieron al propio Milgram, que suponía que sólo un 10% aplicaría el voltaje máximo y que no sospechaba a priori que alguno de los participantes pudiera llegar a un comportamiento tan cruel. «Monté un simple experimento en la Universidad de Yale para probar cuánto dolor infligiría un ciudadano corriente a otra persona simplemente porque se lo pedían para un experimento científico. La férrea autoridad se impuso a los fuertes imperativos morales de los sujetos (participantes) de lastimar a otros (…) La extrema buena voluntad de los adultos de aceptar casi cualquier requerimiento ordenado por la autoridad constituye el principal descubrimiento del estudio», explicaría después Milgram.

Una interpretación a este comportamiento extremadamente cruel fue que los voluntarios se veían a sí mismos como agentes ejecutivos de una autoridad que consideraban legítima y que la estructura jerárquica favorecía que se descargara la responsabilidad en la persona que tenía el rango superior o el poder. Y esto hace surgir una inquietante pregunta,¿ante una orden de la autoridad que considerásemos injusta, seríamos capaces de no acatarla, o llegaríamos a los extremos del experimento de Milgram?

El dictador que llevamos dentro

«La Ola» (108 minutos, Dennins Gansel, 2008) es una película alemana inspirada en un suceso real que tuvo lugar en 1967. En el otoño de ese año, Ron Jones, un profesor de historia de un instituto de Palo Alto, en California —«Cubberley High School»— quiso dar respuesta básicamente a la pregunta anterior, aunque formulada de otra manera, por uno de sus alumnos: «¿Cómo es posible que el pueblo alemán permitiera que el partido nazi exterminara a millones de judíos?»

Para responder a esta cuestión Jones decidió hacer un experimento con la participación de sus alumnos. Instituyó un régimen de extrema disciplina en su clase, restringiéndo a los alumnos sus libertades y haciéndoles formar en unidad. Ante el asombro del profesor, los alumnos se entusiasmaron hasta tal punto que a los pocos días empezaron a espiarse unos a otros y a acosar a los que no querían unirse a su grupo. Tras cinco días, Jones tuvo que interrumpir el proyecto, con el que pretendía demostrar a sus alumnos la dimensión real y los peligros de la autocracia.

La cárcel de Stanford

Aún habría una tercera comprobación, en 1971, de la crueldad a la que podemos llegar, en este caso el experimento de la cárcel de Stanford. Estuvo dirigido por el psicólogo social Philip Zimbardo. En esta ocasión reclutaron a universitarios de clase media para participar en un experimento que simulaba una prisión. Los voluntarios recibían por ello una paga que a día de hoy equivaldría a unos 70 euros diarios.

La mitad de los reclutados fueron asignados mediante el lanzamiento de una moneda a interpretar el papel de carceleros y la otra mitad el de prisioneros. El experimento tampoco pudo acabarse en esta ocasión. La prisión fue instalada en el sótano del departamento de Psicología de la Universidad de Stanford, que había sido acondicionado como cárcel ficticia. Un investigador asistente sería el «alcaide» y Zimbardo el «superintendente». A los pocos días se les fue de las manos por la crueldad ejercida por los reclusos y carceleros.

Seguimos igual

Se puede pensar que los tiempos han cambiado y que esos comportamientos no volverían a repetirse ahora… El experimento de Milgram, el inicial, fue repetido en 2009. Y los resultados fueron los mismos.

Así lo expresaba en 2010 Zimbardo, que ha seguido investigando en el tema: “Nuestros hallazgos reflejan los de Milgram en el nivel de obediencia obtenido para condiciones comparables. Por lo tanto, a pesar de los muchos cambios culturales que se han producido en estas décadas en la sociedad occidental, nuestros datos demuestran que las tasas de obediencia han permanecido comparables y predecibles”.

En definitiva, que la gente corriente puede ser inducida a comportarse mal con los demás, llegando incluso a cometer actos atroces.

Fuente: ABC