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9 errores que no te permiten dormir

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Para poder dormir bien y conseguir un descanso adecuado es fundamental que cenemos, al menos, dos horas antes de irnos a la cama y que evitemos el uso de aparatos electrónicos

¿Estás sufriendo insomnio o cierta dificultar para conciliar el sueño? ¿No sabes a qué hábitos se puede atribuir este problema?

La buena noticia es que en el siguiente artículo te contaremos cuáles son los principales errores que no te permiten dormir. ¡Seguro que estás cayendo en más de uno!

Errores que te quitan el sueño

Dormir es muy importante para todos los mamíferos, porque sirve para recuperar el organismo de los esfuerzos realizados durante el día y para curarnos de ciertas enfermedades.

Por ello, si últimamente estás teniendo problemas para descansar las 7 horas recomendadas para cada noche, puede deberse a uno o más de los siguientes errores:

1. Beber café después de la cena

A la hora del postre podemos optar por una fruta (lo más saludable), un pastel de chocolate o un café. Las dos últimas alternativas pueden ser los detonantes del insomnio.

Esto se debe a que estimulan el cerebro y bloquean los neurotransmisores que permiten dormir.

No te pases ni con la cafeína ni con los azúcares refinados tras la cena, porque pueden provocar o bien que no “pegues un ojo” en toda la noche o que te despierten varias veces en la madrugada.

2. Acostarse con el estómago lleno

Otro error relacionado con la comida que merece la pena erradicar. Si apenas terminas de comer te vas a la cama tendrás inconvenientes para dormir bien.

Esto empeora si eres de las personas que duerme boca abajo. La pesadez estomacal trae como consecuencia pesadillas, insomnio o levantarte al otro día con muy poca energía.

Se recomienda esperar, por lo menos, una hora para acostarse después de la cena.

3. No tener horarios fijos para dormir

El cuerpo precisa una rutina y seguirla al pie de la letra. Si un día te vas a la cama temprano y al siguiente te acuestas más tarde, el organismo no comprende bien qué hacer.

Esta confusión también provoca cambios a nivel cerebral. Por ello no podrás dormir, o se te cerrarán los ojos cuando todavía estás comiendo.

Mantener un horario para acostarte es fundamental para el organismo ya que le da las directrices sobre cómo actuar. Lo mismo se aplica con la hora en que programas tu reloj despertador.

Aunque sea fin de semana o feriado trata de dormir y levantarte a la misma hora.

4. Recuperar horas de sueño atrasado

Como no dormimos mucho durante la semana, aprovechamos el domingo para nolevantarnos de la cama. ¡Esto es un error muy frecuente!

Aunque creamos que le hace bien al cuerpo es todo lo contrario ya que, como sucede al cambiar el horario de acostarnos. Tratar de recuperar las horas de sueño perdido nos embota y nos exige más y más descanso.

Por este motivo no importa cuánto duermas todo el fin de semana… El lunes te sentirás muy cansado y sin energías.

5. Mirar la televisión o usar el móvil

El uso de aparatos tecnológicos en los momentos previos a acostarnos, e incluso cuando ya estamos en la cama, retrasa la producción de la hormona reguladora de los ciclos de sueño.

Esto sucede porque el cerebro está alerta y recibe todo tipo de estímulos. ¡Y cree que debe seguir despierto!

Se desaconseja mirar el noticiero o películas de acción, quedarse con la tableta o el móvil hasta el último instante antes de cerrar los ojos o dormirse con la televisión encendida.

No olvides que la mente precisa un respiro de tanta pantalla brillante.

6. No tener colchón o ropa adecuadas

¿Cuánto hace que no cambias las almohadas o el colchón? Es preciso cambiarlos cada tres años, como mínimo, para evitar lesiones en la columna vertebral y sufrir todo tipo de trastornos del sueño, como el insomnio.

A su vez, la ropa de cama y la que llevas puesta debe adecuarse a la época del año y ser cómoda. Nada de pijamas ajustados, demasiadas mantas o calcetines que aprietan en los tobillos.

Cuanto mejor te sientas, más rápido podrás conciliar el sueño y menos probabilidades habrá de que te despiertes en medio de la noche.

7. Dejar la luz encendida

La mente precisa estar completamente a oscuras para recibir la señal de que es hora de dormir. En el caso de dejar una luz o la televisión encendida, o bien las cortinas y persianas abiertas, quizás no puedas conciliar el sueño o tu descanso sea deficiente.

.8Dormir con alguien (incluye mascotas)

Compartir la cama puede ser muy lindo, pero también tiene sus consecuencias negativas a la hora de descansar. Si duermes con tu pareja, con tu perro, con tus hijos o con tu gato tendrás una calidad de sueño inferior que si lo haces solo.

Esto se debe a que durante la noche tendrás que adaptarte a los movimientos, sonidos y temperaturas de los demás seres que te rodean. Si tienes muchos problemas para dormir, considera la posibilidad de mudarte de habitación o ir al sofá.

9. Mantener temperaturas extremas

En verano enciendes el aire acondicionado a tal punto que si no te tapas con una manta se te congelan los pies. En invierno dejas la calefacción al máximo y en medio de la noche comienzas a transpirar.

Ambos extremos son pésimos para nuestro descanso. Lo mejor es que la habitación se mantenga en una temperatura media y agradable (por ejemplo, 20 °C).

9 errores que no te permiten dormir

Matrimonio: ¿Deberían las parejas discutir delante de sus hijos?

Una de las mejores lecciones que nuestros hijos pueden aprender de nosotros y nuestras discusiones es a buscar perdón y a ofrecer perdón

¿Cómo podemos llegar a no discutir delante de nuestros hijos? Hace algunos meses, una amiga mía me estaba contando su experiencia como hija cuyos padres se divorciaron cuando ella aún estaba pequeña. Me dijo que creció en un hogar donde todo era completamente pacífico y aparentemente perfecto… TODO EL TIEMPO… desde su perspectiva. Nunca vio a sus padres discutir.

¡Ni una sola vez!

Su mamá y su papá se abrazaban a menudo, se sonreían el uno al otro, e incluso se tomaban de las manos. Parecían ser felices y estar enamorados. Y, entonces un día, cuando ella tenía diez, ellos la sentaron y le dijeron que ellos no se amaban ya más y que no lo habían hecho desde hace ya un tiempo.

Le dijeron que no podían permanecer casados y su papá se mudó al día siguiente.

Mi amiga se sentía ciega, confundida y con el corazón partido.

NUNCA había visto a sus padres estar en desacuerdo. Todo lo que ella había percibido como matrimonio y romance parecía solamente ser una fachada… un compañerismo no auténtico.

Nunca presenció que sus padres discutieran verdaderos asuntos o problemas. Su madre y su padre evidentemente había estado guardando resentimientos por años mientras evadían desacuerdos, mientras se guardaban los problemas en el interior, y mientras la verdadera intimidad se convertía rápidamente en algo del pasado distante.

Mi amiga dijo que le tomó un largo tiempo sobrellevar el divorcio de sus padres, y aún más tiempo tratar de entender cómo comunicarse efectivamente, especialmente durante los momentos en los que hay desacuerdos, incluso en su propio matrimonio.

Más a menudo de lo que deberíamos, le ponemos pausa a nuestra comunicación de pareja… especialmente a los desacuerdos… “por el bien de los niños”. Usamos a nuestros hijos como excusa para detener nuestra línea de comunicación.

Pienso que hay ocasiones en las que simplemente no queremos abordar un problema con nuestra pareja, así que decimos que no podemos discutir acerca de esto “porque nuestros hijos están en casa” y “ellos pueden darse cuenta de que estamos molestos el uno con el otro”.

Fallamos en darnos cuenta que nuestros hijos necesitan entender que las parejas casadas discuten en ocasiones. Nos molestamos el uno con el otro. A veces no estamos de acuerdo.

Nuestros hijos necesitan vernos lidiar con nuestros problemas de una manera saludable… Sin reprocharnos el uno al otro, ni usando un lenguaje sucio o echándonos la culpa mutuamente, sin insultos, ni gritos o agresiones físicas.

Debemos dirigirnos el uno al otro con respeto. Necesitamos ser lentos para hablar, pero prontos para escuchar.

Lector, déjame ser clara:

«¡Discusiones desagradables expresadas con los comportamientos descritos en la lista anterior son extremadamente perjudiciales para tu matrimonio y tus hijos!»

NO hay un escenario en el que este tipo de comportamientos estén bien, ya sea que los hijos estén o no presentes.

Si nos encontramos teniendo discusiones desagradables frente a los hijos, debemos pedirles disculpas tanto a los pequeños como a nuestra pareja por ese comportamiento y buscar ayuda rápidamente de un consejero matrimonial sobre cómo resolver conflictos efectivamente en nuestro matrimonio.

Puedes aprender las habilidades necesarias de una manera más respetuosa y saludable, y tu matrimonio y tus hijos se beneficiarán grandemente.

En ocasiones, fallaremos. Puede que perdamos el temperamento y elevemos el tono de nuestra voz. Suele suceder. La mejor manera para revertir esa situación negativa es reconociendo rápidamente el error de nuestras maneras y buscar perdón.

Lecciones que los hijos pueden aprender

Una de las mejores lecciones que nuestros hijos pueden aprender de nosotros es a buscar perdón y a ofrecer perdón. La Biblia nos dice quedebemos buscar y ofrecer perdón rápidamente, y tenemos una oportunidad de oro para demostrarles esto a nuestros hijos con nuestra manera de tratar a nuestra pareja cuando estamos discutiendo.

Quiero que mis hijos sepan que aun cuando estoy molesta con mi esposo, lo amo. Debe haber amor en la base de una discusión. ¿Cómo esperamos que nuestros hijos entiendan esto si nunca les hemos mostrado el proceso?

Deben vernos trabajando para superar nuestras discusiones de vez en cuando, para que ellos puedan entender cómo navegan las parejas casadas la resolución de los conflictos y el perdón.

Como padres, a veces tenemos discusiones que lidian con problemas que son demasiado maduros en naturaleza para que nuestros hijos los escuchen.

Debemos ser conscientes de esto y guardar estas discusiones para cuando tengamos privacidad.

Los conflictos son parte de nuestra vida… especialmente cuando tú y tu pareja se encuentran en las trincheras de la crianza de los hijos. Nuestros hijos necesitan experimentar que sus padres superan sus discusiones de manera saludable, con mucha humildad, respeto mutuo, y por supuesto, perdón.

 

https://www.pildorasdefe.net/amor/familia/matrimonio-conyuges-parejas-discutir-delante-de-los-hijos

¿Por qué se han perdido los valores?

Es evidente que estamos experimentando un profundo vacío de valores. Estamos aturdidos, entre prisas y ruidos, justificando errados procederes. ¿Por qué hemos llegado a estos niveles?

En casa aprendíamos el respeto, en la escuela se aportaba una gran dosis de disciplina y en el trabajo entendíamos qué era eso de ser responsables.

La tolerancia, la honestidad, la generosidad, la ética y la perseverancia también hacían parte del diario vivir. Un negocio, por ejemplo, se pactaba solo con la palabra de las partes.

Y a medida que madurábamos comenzábamos a asumir los valores sociales. Ya no se trataba solo del buen trato hacia nuestros semejantes, sino también de la cooperación, la comprensión y la que, a mi juicio, es la mejor de todas las misiones: la vocación de servicio.

¿Qué habrá pasado para que estos valores anden tan extraviados por estos días?

Algunos dicen que es la ‘natural’ transformación de la sociedad, otros sostienen que lo que sucede es que nos hemos alejado del camino de Dios, varios nos echan la culpa a los medios de comunicación y no faltan los que le atribuyen esta situación al llamado ‘entorno global’.

La descomposición y los conflictos familiares, los vicios, las mismas crisis económicas e incluso la promiscuidad han hecho mella en este asunto.

Lo cierto del caso es que, cada día que pasa, hay menos respeto por los valores. El ser mala clase, el no cumplir las promesas, el cuento de ‘ser vivo’ y hasta la ‘malicia indígena’ que algunos de manera errada suelen atribuirnos, avanzan a pasos agigantados.

Me aterra ver que algunos acepten la envidia, la trampa y la corrupción como ‘estilos de vida’; hay papás que enseñan a sus hijos a tomar alcohol desde niños y ni hablar de la pérdida de las más elementales normas de cortesía. Las palabras soeces aparecen cada vez más en nuestras conversaciones.

Los valores ya no se tienen en cuenta. Es más, casi que se le hace ‘matoneo’ al que actúa de una manera correcta, dizque por no está ‘in’.

¿Acaso la forma de pensar de la sociedad ha cambiado a tal punto que el concepto de profesar valores humanos no tiene lugar en estos tiempos?

Un hombre religioso, sin importar del credo que sea, se atreve a decir que vivimos en un caos moral y que estamos cayendo en la dictadura de los sentidos. Eso es un grave error, sobre todo si esa forma de gobernarnos está fundamentada en el egoísmo.

Y la verdad es que no hay que ser tan conservador para entender que, de manera definitiva, hay cosas que no pueden ser negociables.

Lo que se vive actualmente es una apología a los extremos, en donde todo vale y se echa por la borda la espiritualidad. Por eso ahora la gente cree que puede hacer lo que se le dé la gana.

¿Saben algo? Son por estas razones o circunstancias que muchas personas no son felices. El castigo que reciben los individuos por no respetar los valores; es decir, por ganar a toda costa haciéndole daño a alguien o realizando algo con mala intención, es perder la posibilidad de tener paz y armonía interior.

Dicho de otra forma: nuestra sociedad vive una profunda desmoralización porque, en el fondo, ha perdido el verdadero sentido de la vida.

Si siguen triunfando los dioses del consumo, si la comodidad sin esfuerzo es la nota predominante y si continuamos sacrificado los valores esenciales, no me imagino qué les esperará a las nuevas generaciones.

Debemos apoyar las políticas que promuevan el bien común. Hay que recuperar la confianza en la gente, trabajar por la paz, jugarle limpio a la vida, permitir la libertad sin perjudicar a los demás, saber perdonar y cultivar la fe, entre otros tantas acciones que son fundamentales y que poco a poco se han ido perdiendo.

¡Claro! También será preciso trabajar en el sentido de la autonomía personal, en la fuerza de la responsabilidad, en la madurez espiritual y, de manera especial, en la solidaridad.

Considero que la familia, las instituciones educativas y también nosotros, como medios de comunicación, tenemos hoy unos retos formadores impostergables.

 

 

http://www.vanguardia.com/entretenimiento/espiritualidad/381560-por-que-se-han-perdido-los-valores

Cómo (sobrevivir) tener un hij@ en el ITAM

Estoy por entrar a mi casa. Me acuerdo de no tocar el timbre. Pongo el volumen de mi celular en mute, me quito los tacones y verifico que mi garganta no tenga que toser antes de entrar por la puerta.

¿Bebé recién nacido en casa? No ¿Velorio? No ¿Negociaciones de alto nivel para resolver algún conflicto bélico internacional? Tampoco. Peor. Tengo una hija estudiando en el ITAM y es época de exámenes finales. Pobre de aquel que haga cualquier ruido mayor a 2 decibeles so pena de muerte. Se necesita un silencio sepulcral en toda la casa, por no decir en toda la cuadra, en las horas que ella estudia, que básicamente incluye todas las horas del día y noche en que no está físicamente en la universidad.

Las cosas no siempre fueron así. A los tres años mi hija estaba convencida de que quería ser princesa. Yo, mamá estudiada y progresista, le sugería una y otra vez que pensara en ser primer ministro o CEO o abogado. «Mamá», me contestó la última vez que toqué el tema, «¿los primeros ministros pueden usar vestidos de princesa?, ¿no, verdad? Yo eso es lo que quiero hacer de grande». Litigante desde chiquita.

Oír hablar a un grupo de jóvenes itamitas, mientras estudian en la casa, es como escuchar arameo. Quizá lo puedas traducir literalmente, pero nunca vas a entender el contexto.

Pasó el tiempo y decidió, efectivamente, ser abogado y nunca hubo la más mínima duda en su mente que quería estudiar en el ITAM. El día que la aceptaron lo consideré una señal inequívoca de mi éxito en la crianza. Mi hija salió mucho mejor que sus padres.

Mi sonrisa duró poco. Entrar al ITAM es como entrar a un culto mesiánico (de los cultos buenos, pero un culto aun así). Se vuelve una religión con su propio lenguaje, sus propios códigos de conducta y su propia concepción del mundo, el día amanece y anochece de acuerdo a las necesidades de estudio. El adolescente adorable que vivía en tu casa unas semanas antes se convierte en un extraño. Oír hablar a un grupo de jóvenes itamitas, mientras estudian en la casa, es como escuchar arameo. Quizá lo puedas traducir literalmente, pero nunca vas a entender el contexto.

El mundo de ellos, y por consiguiente de todos los habitantes de la casa, empieza a girar alrededor de «Ideas», «Problemas», «Eco I», Redacción legal y una opinión férrea sobre todos los filósofos de la historia. Los nombres de los maestros son tan mencionados a la hora de la comida que mi otros hijos preguntan por ellos por su nombre de pila. El ritmo circadiano de la vida familiar se vuelve un ciclo repetitivo de inicio del semestre (hablar sin parar del curriculum y genio de cada uno de los maestros), exámenes (pedir por favor silencio en la casa para estudiar), exámenes (pedir a gritos silencio en la casa para estudiar), exámenes (establecer un estado de terror Robespierano en la casa exigiendo silencio para estudiar), fin del semestre… Y todo empieza de nuevo.

Cuando Andrés Manuel López Obrador insultó a los alumnos del ITAM llamándolos «Tecnócratas neoporfiristas» no pude más que soltar una carcajada. ¿Así los quería humillar? JAJAJAJAJA, que nos pregunte a sus papás, le hubiéramos dado una incontable cantidad de mejores insultos.

No sé qué pase con los padres que tienen hijos en otras universidades. Me imagino que es similar. A mí me tocó el ITAM.

Que quede claro: estoy extremadamente orgullosa de ella y de todos sus compañeros y estoy convencida que ellos y una enorme parte de los alumnos que forma la universidad tendrán la capacidad y la responsabilidad para, al graduarse, hacer una diferencia en el mundo y ayudar a formar un mejor país.

Yo, por mi parte, considero que ayudarla y aguantarla durante sus años de universidad es un sacrificio que estoy haciendo por la patria.

Me envolvería en la bandera y cantaría el himno nacional… pero no puedo hacer tanto ruido en la casa.


Fuente: huffingtonpost

 

Ocho veces ‘pobre’ y una sola vez rico

No hay que hacer nada del otro mundo, solo es preciso perseverar. No ceder ante un sano proyecto y agregarle una gota de disciplina son indispensables a la hora de cristalizar una meta. Aquí le contamos un ejemplo de cómo puede lograr sus propósitos.

 

La siguiente es la historia de un hombre que dice haber sido ocho veces ‘pobre’ y una sola vez rico. Es un relato de la vida real.

El protagonista armaba cuanto negocio podía, con tan mala suerte que al cerrar caja detectaba un terrible ‘saldo en rojo’.

No entendía lo que le ocurría, pero siempre debía admitir que las cuentas nunca le salían para el lado positivo.

Montó una tienda, una marquetería, un restaurante, una venta de ropas, una lavandería, una discoteca, una licorera y una zapatería; y en las ocho ocasiones siempre terminó en la ruina.

En ese plan se la pasó durante más de veinte años. Sin embargo, él empezaba una y otra vez, más allá de los golpes financieros.

Él, en lugar de llorar o de tirar la toalla, se repetía la frase: “Pierdo plata, pero estoy aprendiendo”.

Un día cualquiera adecuó una especie de cacharrería con escasos $ 300 mil que tenía en el bolsillo y que le había prestado un amigo. Al principio él era el único que atendía. Vendía poco. Y aunque las jornadas eran extenuantes, incluso de más de diez horas, se fue consolidando.

Después de dos años de trabajo, se las ingenió para contratar empleados, hasta que logró sacar adelante su fuente de trabajo.

Hoy es el dueño de una prestigiosa cadena de supermercados de esta ciudad. Y aunque no le gusta que le hagan propaganda, él admite que antes de hacerse rico una sola vez, fue ‘pobre’ ocho veces con igual número de negocios.

Según él, hay que arriesgarse y entender que se puede lograr los propósitos. Solo que, para tener éxito en los proyectos, es necesario contar con constancia y perseverancia. ¡Bueno! También hace falta una gota de disciplina.

Además, el empresario protagonista de esta historia dice que se debe tener paciencia: “Hay que confiar en que llegará ese instante cumbre en el que uno pasa de la espera al éxito”.

Quizás esa sea la clave: ¡Saber esperar el momento preciso!

Y este asunto no es solo para la vida de los negocios. En nuestra cotidianidad todos podemos trazarnos una meta y, con constancia y dedicación, podemos esperar el tiempo preciso para lograrla.

Claro que el camino no está libre de dificultades. También se presentan distracciones o adversidades; incluso hay cosas ajenas a nuestra voluntad que podrían hacernos perder el ánimo.

En esos instantes es cuando la perseverancia es fundamental. Suele ser difícil conseguir algo importante en el primer intento y, por eso, hay que ser paciente.

Si cuando lo intenta no lo consigue, debe insistir… ¡No importa cuánto tenga que esforzarse por ello!

Yo le agregaría a esta tarea una buena dosis de fortaleza espiritual, que no es otra cosa que pensar en que las cosas saldrán bien y que, por supuesto, se contará con la Bendición de Dios.

Esto tiene que ver con el pensamiento positivo, la buena actitud ante las circunstancias y la adaptación a los cambios que, dicho sea de paso, suelen ser esenciales en todo proceso.

La clave está en tener fe. Dicho de otra forma, es querer lo suficiente nuestro anhelo para alcanzarlo.

Ojo, no basta con solo desearlo; hay que querer las cosas con fuerza y ponerse manos a la obra, porque en esta vida nada es gratuito.

http://www.vanguardia.com/entretenimiento/espiritualidad/381340-ocho-veces-pobre-y-una-sola-vez-rico

Si me amas, escúchame…

La importancia de la comunicación en el matrimonio

Si me amas, escúchame, tenemos mucho camino a recorrer para trasformar lo mío en lo tuyo y lo tuyo en lo mío, y construir lo nuestroestamos a tiempo.

Hemos engendrado un hijo, pero no nos hemos engendrado a nosotros mismos en un único nosotros, más fuerte que un tú y un yo, que aun con su intención de amar, conservan su individualidad sin dar el paso definitivo a la plena realidad del amor.

Porque no acabamos de ser absolutamente sinceros cuando decimos: nuestro amor, nuestro hogar, nuestra familia; porque nos hace falta aún morir a nuestro egoísmo, que más de una vez nos ha angustiado con los absurdos de la sospecha, el miedo, la desconfianza, el fingimiento, la manipulación.

Porque hay mucho que rectificar, trasformar, rehacer, en ese “único nosotros” y lo podemos lograr, pero… debemos escucharnos.

Por esta sublime razón te pido que aprendamos a:

No interrumpirnos, adelantarnos o adivinar lo que queremos decirnos, no juzgar de inmediato nuestras palabras, nuestras intenciones.

Respetar nuestras ideas y sentimientos, aunque parezca poco importante lo que nos decimos.

Escucharnos antes de expresar nuestras opiniones en acuerdo o desacuerdo con los puntos de vista del otro.

Además de las palabras, saber percibir nuestros gestos, los tonos de voz, nuestras miradas y ademanes; pues todo nuestro ser personal se expresa a través de nuestro cuerpo.

Hacernos sentir que tratamos de ponernos en el lugar del otro, buscando comprender sus necesidades.

Esforzarnos en que lo que realmente importa es lograr un acuerdo entre ambos, a entender y aceptar que en ocasiones, uno de los dos, por responsabilidad, no deberá ceder su postura al tener la razón.

También, aumentar la seguridad y la autoestima del otro, al aceptar con sinceridad darle la razón cuando la tiene, apoyándolo en sus decisiones.

No guardar silencio ni apartarnos, sino hacer preguntas para aclarar las situaciones y nuestros sentimientos; a ser tolerantes y no guardar reclamos sobre nuestros errores.

No ser tan susceptibles que nos ofendamos por el menor motivo y sea necesario cuidar cada palabra para hablar entre nosotros.

Reconocer los valores en cada uno, a no ser indiferentes a las cualidades de ese ser que me ama y a quien amo.

No recurrir nunca más a las amenazas, ironía, sarcasmos, a las largas letanías.

Y ser unión que se manifieste en obras, hábitos, decisiones que nos den una sola y única identidad en nuestro Ser. Para que con ilusión y eficacia hablemos de todo aquello “que nos pasa” y hace real nuestro amor:

Nuestros hijos, sus estudios, logros, disciplina.

Los intereses y anhelos de cada uno.

Los problemas financieros del hogar.

Ideales y sueños para el futuro familiar.

Nuestras responsabilidades personales y familiares.

El manejo del dinero.

La familia política.

De los problemas sociales y políticos del país.

Y tantas otras cosas.

Sobre todo, de nosotros mismos, nuestros gustos y aficiones, nuestro amor, nuestras necesidades afectivas, nuestra intimidad.

De nuestra mutua y única historia.

Amar es la trasformación de lo mío en lo tuyo y de lo tuyo en lo mío, mediante una dinámica que entrelaza no solo el reciproco obrar sino el mutuo ser varón y mujer.

Por Orfa Astorga de Lira, Máster en matrimonio y familia. Universidad de Navarra.

 

Si me amas, escúchame…

Si no escuchas las cosas pequeñas cuando son pequeños, no te dirán las grandes cuando estén grandes

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Muchas veces en el corre y corre que representa la vida diaria, los padres o cuidadores, restamos importancia a lo que nuestros pequeños nos dicen o intentan expresarnos.

 

Debemos entender que cualquier cosa que  a ellos le llame la atención, está siendo realmente importante para ellos, así que no debemos restarle valor, o esperar que no sea trascendente, o impacientarnos ante sus descubrimientos.

Todo para ellos es nuevo, están aprendiendo, están descubriendo el mundo a través de ojos cargados de inocencia, a través de sed de aprendizaje, de sorpresa ante lo básico. De hecho los niños poseen una forma de ver al mundo, que lamentablemente vamos dejando atrás a medida que transcurre el tiempo. Vamos dejando de maravillarnos ante cosas que vemos repetidas veces, aunque sigan siendo maravillosas, vamos apagando esa chispa de curiosidad, dejan de importarnos los porqués y otras cosas, otras rutinas ocupan nuestros pensamientos.

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Mientras que la manera más gratificante de ver la vida es ir descubriéndola con la fascinante curiosidad y sorpresa que lo hace un pequeño, por eso cuando venga a decirnos algo que nos parece poco importante, soltemos ese prejuicio y escuchémoslo con atención, internémonos de ser posible en esa búsqueda, en esa historia cargada de fantasía o en ese descubrimiento de algo que quizás ya conocemos, pero que seguramente podremos ver, si nos lo proponemos, de la manera mágica que pueden los niños transmitirlo.

Si escuchamos sus historias, sus pequeños problemas, si somos participativos y resulta para ellos agradable esa interacción con nosotros, no solo nos estaremos nutriendo de una energía incomparable, sino que esteremos preparando la alfombra por donde caminaremos mañana, les estaremos brindando la sensación de seguridad y confort necesaria para que acudan en cualquier momento de sus vidas a comunicarse con nosotros, bien sea a pedir una opinión, a desahogarse ante algún problema,  a pedir ayuda o sencillamente comentarnos de su atareado día laboral.

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Si entendemos que el lujo es nuestro, que no es un favor que le hacemos a nuestros hijos al prestarles atención, sino que es un favor que nos hacemos a nosotros mismos, una nueva oportunidad de ver al mundo desde una perspectiva más allegada a la que deberíamos mantener durante toda la vida, quizás se nos haga más sencillo dedicar el tiempo, el entusiasmo y el amor que nos demandan esos pequeños tras cada palabra, tras cada mirada en búsqueda de aprobación, en cada silencio de resignación, o en cada sonrisa cuando sienten esa conexión de nuestra parte.

Nuestros hijos crecen muy rápido, todos lo hacemos más rápido de lo que nos gustaría, no malgastemos las oportunidades de atesorar los momentos más bellos en nuestros corazones.

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http://rincondeltibet.com/blog/p-si-no-escuchas-las-cosas-pequenas-cuando-son-pequenos-no-te-diran-las-grandes-cuando-esten-grandes-22561

Cuando sientas que ese ya no es tu sitio…vuela

Cuando sientas que ya no se te quiere, vuela. Cuando percibas que algo ya no estimula tu mente o enciende tu alma, vuela. Cuando notes falsas palabras y tensos desprecios, sal por la puerta de delante y con la cabeza alta vuela. Recuerda siempre que nada crece en los lugares marchitos y que tú, necesitas florecer, volar bien alto.

 

Si lo pensamos bien, vivimos en una cultura donde se nos ha enseñado que resistir es de valientes. Que hay cosas que es mejor aguantar y callar, porque la vida, las relaciones afectivas e incluso el propio trabajo es así de duro. Sin embargo, hemos de tenerlo claro: el masoquismo no es sinónimo de valentía. De hecho, casi nadie encuentra placer cuando se le vulnera, se le desprecia o se le engaña. Los auténticos héroes son los que se atreven a decir “basta”.

No obstante, otro de los mayores problemas que tiene el ser humano es que dispone de una mente conservadora por naturaleza. Los neurólogos, por ejemplo, nos hablan de un concepto tan interesante como complejo. Se trata de la “economía de la información“, es decir, cuando las personas integramos un valor o una creencia nos anclamos a ella de forma obsesiva y permanente, de ahí, que la resistencia al cambio sea tan compleja.

Nadie puede echar a volar así como así después de mantener una relación afectiva donde esa persona era nuestro norte y nuestro sur. Tampoco podemos arrancar todas nuestras raíces de un escenario donde hasta no hace mucho, nos confirió valores y un modo de vernos a nosotros mismos. Sin embargo, no hay nada peor para nuestra salud física y mental que alimentar el autoengaño.

Te proponemos reflexionar sobre ello.

arbol con pájaros

Cuando caminar en círculos nos impide volar

Anthony de Mello fue un psicoterapeuta de línea más bien espiritual que nos dejó libros realmente interesantes donde se apreciaba esa magia tan habitual de los grandes contadores de historias. Uno de los aspectos que más trabajó fue sin duda la resistencia al cambio. Según él, muchas personas viven sumergidas hasta el cuello en piscinas llenas de “sustancias tóxicas y nauseabundas”.

Ahora bien, en lugar de salir cuanto antes de un escenario tan desagradable, el ser humano se preocupa solo “de no levantar olas”. Es una imagen muy gráfica que nos invita sin duda a preguntarnos por qué nos cuesta tanto poner en práctica una actitud más audaz y valiente para emerger de estos entornos. En cierto modo lo intentamos, aunque no siempre lo llevamos a cabo del mejor modo.

En un interesante estudio publicado en la revista “Current Biology” se demostró algo curioso que debe invitarnos a la reflexión: cuando las personas nos perdemos, en lugar de caminar en línea recta para hallar una salida lo hacemos en círculos. Tal y como hemos señalado al inicio, nuestra mente es conservadora, lo es porque al cerebro no le agradan los riesgos, los saltos al vacío o las estrategias arriesgadas. Antes de hallar una salida nos obligará a caminar en círculos.

círculo árbol

Ahora bien, este dato no debe desanimarnos. De hecho es algo normal. Cuando existen ciertas características o situaciones que deberíamos cambiar, iniciamos una serie de tentativas donde alimentar una y otra vez, casi sin darnos cuenta, la misma situación. Sin embargo “estamos en movimiento” tarde o temprano activaremos ese navegador interno que nos indicará donde está la verdadera salida. 

De hecho, a veces basta con mirar hacia arriba, ahí donde solo hay calma. Ahí donde el equilibrio de una inmensidad serena puede darnos las respuestas que necesitamos para “volar”.

Despliega tus alas y, sencillamente… Vuela

Estamos seguros de que tampoco tú eres un fanático del conformismo. Habitar en esos espacios marchitos donde el amor no es auténtico o donde hace tiempo que no nos valoran es como alimentar la hoguera del masoquismo y del dolor. ¿Por qué avivar más esas llamas?  ¿Por qué practicar el culto a la infelicidad y al sometimiento? Despliega tus alas y, vuela.

Alimentar estas conductas hará que nos convirtamos poco a poco en tristes mendigos del desamor, en desdichadas marionetas que otros gustarán en manejar a su antojo. No vale la pena perder nuestra dignidad de este modo, y por ello es conveniente reflexionar unos momentos en las siguientes estrategias.

gif pájaro

Claves para propiciar el cambio y “desplegar” nuestras alas

Nuestra “supervivencia emocional” pasa obligatoriamente por hacer frente a los apegos. Sabemos que nadie nos ha educado en el lenguaje del adiós; sin embargo, saber cerrar etapas es parte de la vida, y para avanzar hay que saber renunciar a lo que hace daño, a lo que ya no sirve, a lo que ya no nos ayuda a crecer.

  • Aprende a ser responsable de tu vida. Toma las riendas sin esperar salvadores. Nadie puede quererte más que tú mismo, nadie tiene más derecho a rescatarte de lo que te hace daño más que ese ser formidable que se refleja en tus espejos.
  • Llora la pérdida. Tienes pleno derecho a desahogar el dolor, porque el desamor duele, porque el saber que ya no somos útiles en ese trabajo, en esa situación o valorados en ese vínculo en concreto causa dolor. Desahógate.
  • Haz un plan para tu futuro inmediato. No cometas el error en pensar solo en “el que va a ser de mi” o “todo está perdido”. Controla los pensamientos fatalistas y pon semillas en este presente pensando solo en un futuro inmediato. No te levantes ningún día sin tener un objetivo concreto, definido, satisfactorio y fácil de cumplir.
  • Crea sencillos rituales. Cuando asome la desesperación o la frustración, echa mano de adecuados rituales, esos que tanto pueden ayudarte. Sal a caminar, queda con alguien, dibuja, escribe, lee, corre… Este tipo de ejercicios tienen como finalidad “romper” el ciclo de los pensamientos obsesivos mediante actividades liberadoras y sanadoras. Rituales del corazón para liberar la mente.

A veces, basta con hacer sencillas visualizaciones. Imagínate a ti mismo tal y como te gustaría estar, libre, relajado, con el alma tranquila y receptivo a todo aquello que el mañana tiene guardado para ti: la felicidad que mereces. Por ello, vuela.

 

Cuando sientas que ese ya no es tu sitio…vuela

Hoy elijo que el resto de mi vida sea lo mejor de mi vida

Hoy elijo ser feliz, elijo priorizarme, cuidarme y quererme un poco más, y que las estrellas den luz a ese sendero de mi vida que me queda por transitar, para que todo lo que llegue sea bueno. Elijo ser valiente y saber dar felicidad a los míos.

Nunca es tarde para los buenos propósitos, nunca es tarde para darnos cuenta de que tal vez, merecemos más y que somos nosotros mismos los primeros a los que hay que convencerpara coger el timón de nuestra vida, y dar, por qué no, un poco más de aire a nuestras velas para alcanzar la felicidad.

Lo mejor de tu vida siempre es ahora, es esa linea de salida en la cual, arrancar el motor de tus ilusiones, dar aliento a tus cenizas para encender el mejor de los luceros: ese que alumbrará tu camino.

En ocasiones, y casi sin darnos cuenta, las personas postergamos nuestra vida. Nos limitamos “a existir”, pero no a vivir. Y no estamos hablando de no poder hacerlo por problemas económicos, hay quien lleva una vida auténtica, plena y feliz teniendo lo mínimo.

Hablamos de esa vida en la cual, uno está en equilibrio consigo mismo y vive desde el corazón, haciendo de verdad lo que ama y rodeándose de personas de las que recibe una auténtica reciprocidad.

Hay veces en que quedamos encallados en salas de espera eterna, aguardando alcanzar nuestro billete para esa vida real y auténtica porque estamos atados a cosas, situaciones o incluso a personas que vetan por completo nuestro crecimiento personal.

Cuando la vida no es vida y es sólo existencia

mujer cubriéndose la cara con el cabello por una vida de tristezas

A lo largo de nuestro ciclo vital pasamos por diferentes etapas donde la felicidad, no siempre está garantizada. Son instantes en que la vida no es vida, es sólo un transcurrir de los días donde quedamos diluidos, donde no hay intensidad, donde no hay ilusión.

Toda ilusión que se pierde es una verdad que no afrontamos, por eso, hoy elijo asumir mi pasado y mis verdades, para permitir que amanezca mi presente con energías renovadas, sin pesadumbres, sin censuras…

Quien se limita a dejarse llevar por la rutina y por las elecciones que otros hacen por ellos, día a día está perdiendo su rumbo. Llegará sin duda un momento en que dejará de conocerse a sí mismo. porque su identidad se habrá deshilachado en un manto frío donde ya no quedará cobijada su autoestima. Donde no quedará nada.

  • A veces, son determinadas situaciones las que nos acaban condicionando de tal forma, que ya no nos cuestionamos las cosas. “Sé que mi trabajo no me hace feliz, que vulneran mis derechos, pero al menos tengo un sustento económico. Dejarlo supone un riesgo, y a pesar de que estoy perdiendo mi salud no puedo hacer nada…”
  • Otra razón por la cual quedamos encallados y limitados en nuestro crecimiento personal, es por esas parejas afectivas que limitan nuestras aspiraciones, que vetan nuestros espacios, nuestros objetivos, hasta tal modo, que en ocasiones, optamos por dejarnos llevar…

En realidad, son muchas las razones por las que nuestra vida, esa vida auténtica que soñamos para nosotros mismos queda postergada. Puede incluso que seamos nosotros mismos quienes nos cerremos las puertas por indecisión, por miedo a salir de una determinada zona de confort.

Los enemigos de nuestro crecimiento vital y nuestra felicidad no siempre están en el exterior. En ocasiones, nuestros propios pensamientos y atribuciones pueden ser los más peligrosos. 

tarro con luciernagas escapando representando la fugacidad de la vida

Hoy elijo que empiece lo mejor de mi vida

La simple decisión ya es un gran paso. Decidir que deseamos y vamos a ser felices implica un acto de valentía y rodearnos de algo con mucha fuerza, algo que se llama ilusión y a su vez, proyecto de vida.

Hay algo que nunca deberíamos olvidar: la felicidad no es un sentimiento, la mayoría de las veces la felicidad es una decisión.

A partir de hoy vas a dejar de ver la vida como  “quien pasa las hojas de un libro”. Ahora, vas a escribir el libro de tu vida y vas a ser el auténtico protagonista,  para ello, es necesario dar los siguientes pasos.

  • Hoy empieza el resto de tu vida, y va a ser lo mejor de tu existencia, y por eso, debes entender que tu felicidad depende en realidad de una sola cosa: de ti mismo, y de tu actitud.
  • Todo acto de determinación requiere a su vez actos de valentía. Y por ello, puesto que ahora te alzas como artífice de tu destino, es momento de valorar qué es lo que te impide ser tu mismo en tu vida. Valora qué te ofrece infelicidad, tristezas y qué vulnera tu autoestima.
  • Ten en cuenta que para ser feliz, tal vez tengas que hacer alguna que otra renuncia.
  • Ya eres consciente de aquello que te hace daño. Ahora pon tu mirada en aquello que es importante para ti y a lo que jamás vas a renunciar: a tu familia, tus amigos, tus aficiones, tus sueños…
Da fuerza a lo que amas y ofrece alientos a tus sueños: lo mejor de tu vida es ahora, porque estás en equilibrio contigo mismo, porque puedes y lo mereces.

chica con pelo largo disfrutando de la vida

Lo mejor de la vida no se planea, simplemente… sucede

Imágenes cortesía de Pascal Campion y Cindy Thornsen

Hoy elijo que el resto de mi vida sea lo mejor de mi vida

La espiral de la queja

¿Cuánto te quejas a lo largo del día? ¿Cuánto tiempo le dedicas a la queja? Detente un momento y piénsalo…

Cada uno de nosotros suele tener una colección de quejas esperando a salir. Nos quejamos del trabajo, de nuestra pareja, de aquel amigo, de cómo nos trataron en el último restaurante al que fuimos… La lista podría ser infinita.

Quejarse se está volviendo una adicción en la sociedad. Sin embargo, tras haber lanzado todo aquello que no nos parecía bien, volvemos a nuestra rutina normal, mientras que la queja poco a poco se va sepultando en el olvido.

“Si tu mal tiene remedio, ¿por qué te quejas?

Si no lo tiene ¿por qué te quejas?”

-Proverbio oriental-

Queja como estilo de vida

La queja podemos utilizarla en ocasiones, como modo de descarga o válvula de escape, el problema viene cuando nos aferramos a ella y la convertimos en algo indispensable en nuestras vidas. De esta manera, focalizamos nuestra atención sobre lo negativo y lo convertimos en un estilo de vida.

Si lo pensamos, la espiral continua de quejas, no nos lleva a ninguna parte, al contrario nos paraliza. El psicólogo Joan Garriga afirma que “Quejarse baja la vitalidad de las personas”.

Quejarse no cambia las situaciones, tampoco a las personas ni a las cosas, tan solo informa de que la realidad no nos agrada.

ilustración mujer en color rosa

La queja no resuelve nada, a no ser que la emitamos tan solo para desahogarnos, pero esto resulta eficaz cuando no es repetitivo en el tiempo, de lo contrario, resulta inoperante, pues no aporta soluciones. ¿O crees que porque te quejes mucho las situaciones van a parecer distintas? ¿O que todo se resolverá por arte de magia?

Quejarse evita la responsabilidad

En ocasiones, la queja también nos indica una falta de responsabilidad ante las personas y las situaciones, o la recreación en la posición de víctimas.

Seguro que a vuestro alrededor identificáis alguna persona que se queja de su situación, pero no hace nada por resolverla, al contrario, solo sabe hablar de ella, centrándose en lo negativo, sin buscar soluciones ni alternativas. Se ha acomodado.

Hay que tener en cuenta que cuando nos quejamos, acusamos a los demás o a las circunstancias de nuestra infelicidad, quedamos exentos de toda responsabilidad, como si nuestro bienestar dependiera del exterior. Nos convertimos en víctimas de nuestra realidad.

La queja niega el poder que tenemos, resistiéndose a aceptar y asumir la realidad, paralizando la acción y bloqueando el futuro.

De hecho, cuando alguien ha establecido como hábito la queja continua, es porque detrás de ella, seguramente se esconde algún beneficio, por lo que conviene observar qué hay detrás de esa queja, la necesidad escondida.

Deja de quejarte y actúa

Al quejarnos manifestamos que las cosas no han salido como pensábamos o que el otro no ha actuado como queríamos, solicitando que sean resueltas. Pero la queja, no se resuelve desde fuera, sino desde uno mismo, en nuestro interior.

De nada vale quejarse, si después no te pones en marcha a buscar soluciones o alternativas. Incluso, en ocasiones tan solo con pararnos, observar y comprender lo sucedido será suficiente. Es nuestra decisión orientar nuestra energía a vivir o a ir muriendo poco a poco.

Preguntarnos de manera sincera para qué nos sirve la queja que estamos emitiendo, nos permitirá descubrir aquello que necesitamos.

Mujer al aire libre

En la actualidad, existe una iniciativa a través de Internet, que propone dejar de lamentarse por cosas cotidianas. Los autores de este movimiento, Blancpain y Pelgrims, expresan la importancia de los beneficios que se obtienen si dejamos de quejarnos durante un mes. Por un lado, obtendremos un mayor nivel de felicidad y por otro, la adquisición de conocimientos sobre cómo nos comunicamos con nuestro alrededor, afirman.

Y tú, ¿podrías pasar un mes entero sin quejarte? Si somos capaces de descubrir nuestra libertad dentro de nuestra esclavitud, también podremos hallar nuestra alegría o nuestro bienestar, bajo la cubierta de la victimización.

 

La espiral de la queja