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El conflicto entre el Estado Islámico y Occidente se gestó a principios del siglo XX

Acuerdo Sykes-Picot

Editorial

El Acuerdo Sykes-Picot, conocido oficialmente como el Acuerdo de Asia Menor, fue un acuerdo secreto firmado entre Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda y la Tercera República Francesa para definir las esferas de influencia y control de los dos países en el Medio Oriente si acaso la triple entente obtuviera la victoria en contra del Imperio otomano en la Primera Guerra Mundial.

Las negociaciones se desarrollaron entre noviembre de 1915 y marzo de 1916, se firmó el acuerdo el 16 de mayo de 1916.

Se considera que el acuerdo le dio forma a la región. Se definieron las fronteras de Irak y Siria, y ha llevado hasta el conflicto actual entre Israel y el pueblo palestino. Muchas personas ven el acuerdo como un punto de inflexión en las relaciones entre el mundo del Occidente y el mundo árabe. Se negaron las promesas hechas a los árabes por el coronel T. E. Lawrence de una patria nacional y árabe en el área de Gran Siria, a cambio de haberse aliado con los británicos en contra del Imperio otomano.

La arquitectura geopolítica fundada por Sykes-Picot favorecería circunstancias que dan a lugar cosas como la protección que disfrutaron las minorías religiosas y étnicas en el Medio Oriente, las cuales son motivos de conflictos.

El Estado Islámico declaró que una de las metas en su insurgencia es revertir los efectos de Sykes-Picot.

Se repartió a los británicos el control de las áreas desde la línea de la costa del mar Mediterráneo hasta el Río Jordan, Jordania, el sur de Irak y una pequeña área que incluyó los puertos de Haifa y Acre para dejar acceso al Mediterráneo. Se repartió a los franceses el control del sureste de Turquía, el norte de Irak, Siria y Líbano. El Imperio ruso iba a recibir Estambul, los Estrechos Turcos y Armenia.

Zonas de influencia francesa (azul), británica (roja) y rusa (verde) establecidas por el tratado Sykes–Picot. En una reunión sostenida en Downing Street el 16 de diciembre de 1915, Sykes declaró: "Me gustaría trazar una línea desde la e de Acre hasta la última k en Kirkuk."
Zonas de influencia francesa (azul), británica (roja) y rusa (verde) establecidas por el tratado Sykes–Picot. En una reunión sostenida en Downing Street el 16 de diciembre de 1915, Sykes declaró: «Me gustaría trazar una línea desde la e de Acre hasta la última k en Kirkuk.»

Se dejaron libres a los poderes para decidir las fronteras dentro de sus propias áreas.

Se esperaron más negociaciones con otros poderes, incluyendo a Rusia y Husayn ibn Ali, jerife de La Meca, para determinar la administración internacional.

Husayn ibn Ali
Husayn ibn Ali

Dada la derrota eventual del 1918 y la subsiguiente partición del Imperio otomano, el acuerdo efectivamente se dividió las provincias árabes de los otomanos fuera de la península arábiga en áreas de influencia y control de los británicos y franceses, y se propuso una «administración internacional» para Palestina.

Los británicos formaron el Mandato británico de Palestina entre 1920 y 1948 y el Mandato británico de Irak desde 1920 hasta 1932, mientras el Mandato francés de Siria y Líbano duró desde 1923 hasta 1946.

Los diplomáticos británico y francés Mark Sykes y François Georges-Picot negociaron los términos del acuerdo. El gobierno de los zares en Rusia fue una parte menor en el acuerdo; y cuando ocurrió la Revolución rusa, fueron los bolcheviques quienes publicaron el acuerdo el 23 de noviembre de 1917, resultando que «los británicos se avergonzaron, los árabes se consternaron y los turcos se alegraron».

François Georges-Picot
François Georges-Picot
Mark Sykes
Mark Sykes

Al día  de hoy, los países de la Unión Europea recienten la carga que representa para su erario y su orden social el verse forzados, moral y políticamente, a recibir miles de refugiados que huyen del conflicto bélico en Siria. No obstante, la ignorancia histórica y la miopía de una sociedad egocéntrica, salvaguardadas por quienes manejan los hilos del poder, no les han mostrado la cruda verdad: están pagando las consecuencias de su intervención en aquella región, que en el pasado y en el presente no ha tenido más motivación que los intereses económicos de los grupos de poder, a los que se sumó también Estados Unidos.

Irónicamente, hoy es Gran Bretaña el país que más reniega de los inmigrantes sirios, y la imposición de esta medida adoptada por la Unión Europea fue uno de los motivadores para abandonarla. Como siempre, los británicos ven solo por sus intereses. El otro país que firmó el Sykes-Picot, Francia, está dividido entre quienes optan por imitar a los ingleses y los que quieren permanecer en la UE. En cualquier caso, considerando sus intereses actuales, no su responsabilidad histórica y sus consecuencias.

Entérate de lo que está pasando ahora:

¿Estamos al borde de una guerra mundial? La historia de todo lo que está pasando en Siria

¿Altruismo? ¿Qué altruismo? Una guía de vientres de alquiler de EEUU llama “porteadoras” a las mujeres

¿Altruismo? ¿qué altruismo? Una guía de vientres de alquiler de EEUU llama “porteadoras” a las mujeres

Por Nicolás de Cárdenas

Porteadora, cargadora o transportista. Así se refieren a la mujer seleccionada como vientre de alquiler en una guía de los EEUU. La supuesta gratuidad sólo es mencionada en el caso de que se presten a esta práctica familiares de quienes alquilan -unos meses- a una mujer.

La gestación por sustitución siempre es un negocio en la práctica, en la que mujeres necesitadas se ponen al servicio de otras personas que, por imposibilidad biológica u otras motivaciones, recurren a ella.

En la actualidad, sólo es legal en Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Sudáfrica, Brasil y Méjico, pero no son pocos los que tratan de extender su práctica en todo el mundo, particularmente en España.

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Los partidarios de legalizar los vientres de alquiler suelen abanderar la condición sine qua non de la gratuidad o el altruismo. Pero es una entelequia. Y lo saben.

Tan irreal es que no exista una transacción por el ‘uso temporal’ de una mujer en su vertiente reproductiva, que prácticamente no se contempla esa situación en una reciente guía de recomendaciones de los Estados Unidos, según denuncia el Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia.

  • La única referencia al carácter supuestamente altruista de la gestación subrogada aparece entre los requisitos para rechazar a una pariente como posible vientre prestado.
La India es la capital mundial del alquiler de vientres.
La India es la capital mundial del alquiler de vientres.

La única referencia al carácter supuestamente altruista de la gestación subrogada aparece entre los requisitos para rechazar a una pariente como posible vientre prestado si no hay garantías de que lo vaya a hacer gratis et amore. El resto, ancha es Castilla. Al parecer, hacer negocio entre familiares es peor que entre desconocidos.

Tal vez lo codifiquen así en la guía porque, al ser EE.UU. uno de los países que tienen la práctica legalizada, han comprobado la cruda realidad de que en realidad no existe la gratuidad en la gestación por sustitución.

La guía ha sido elaborada por la Asociación Americana de Medicina Reproductiva y la Sociedad para la Tecnología de la Reproducción Asistida y cuenta con información proveniente de importantes corporaciones federales como los Centros para la Prevención y el Control de Enfermedades, la Agencia del Medicamento y los Alimentos (FDA por sus siglas en inglés) y la Asociación Americana de Bancos de Tejidos.

  • Al repasar las ‘especificaciones’ que se han de vigilar para la selección del vientre de la mujer uno tiene la sensación de estar ante el folleto de cualquier organización de consumidores

Como en un mercado de negreros

Al repasar las ‘especificaciones’ que se han de vigilar para la selección del vientre de la mujer uno tiene la sensación de estar ante el folleto de cualquier organización de consumidores, o a las recomendaciones que haría cualquier esclavista o negrero a sus capataces para lograr ‘buen género’.

El término inglés empleado para referirse a las mujeres que son seleccionadas es carrier, es decir: porteadora, cargadora o  transportista. De salida, ya es bien feo.

El retrato robot básico, más allá de las múltiples certificaciones sanitarias, es el de una mujer de 21 a 45 años, que ya haya dado a luz sin complicaciones a un hijo, pero no más de cinco (o tres si fueron por cesárea) y un entorno familiar estable.

También son significativas otras expresiones como “the carrier should not be used when…” (La porteadora no debe ser usada cuando…) Usada. Ese es el término ineludible, y da en la clave de la perversión de esta práctica desde el punto de vista de la mujer que (pagada o no) es cosificada y, al fin, utilizada como si de un horno de pan se tratase.

 

Fuente: Actuall
Nicolás de Cárdenas fue inoculado por el virus del periodismo de día, en el colegio, donde cada mañana leía en su puerta que “la verdad os hará libres”. Y de noche, devorando los tebeos de Tintín. Ha arribado en su periplo profesional a puertos periodísticos de papel, internet, televisión así como a asociaciones cívicas. Aspira a morir diciendo: «He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe».

 

¿Nos ponen Trump y Putin al borde de la III Guerra Mundial?

¿Nos ponen Trump y Putin al borde de la III Guerra Mundial?

Por Candela Sande

Inesperado cambio de doctrina de Trump, partidario de no remover el avispero sirio. Además bombardea sin tener la seguridad absoluta de que la matanza de niños con armas químicas fuera obra de Bachar el Asad. Y Putin salta. ¿Qué puede pasar?

Un niño herido espera a recibir tratamiento médico junto a un charco de sangre en Siria
Un niño herido espera a recibir tratamiento médico junto a un charco de sangre en Siria / EFE

Está por ver si el bombardeo ordenado por Trump contra la base de siria de Shayrat, en respuesta al ataque con armas químicas, es solo un acto de disuasión o el principio de una escalada belicista de las potencias globales, capaz de sacudir  el avispero del mundo.

Lo más sorprendente de todo es que el presidente americano haya cambiado de estilo, decidiendo remover ese avispero –cuando había dicho todo lo contrario en su campaña-; y la segunda sorpresa es que se crea a pies juntillas la autoría siria de la matanza de niños. Un asunto que no está nada claro.

  • Porque las guerras no las gana quien tenga más cañones, sino el bando que consiga colar más fotos de niños muertos o heridos en las portadas de la prensa occidental: quien parezca ir perdiendo, gana.

A su vez, la prensa dará la foto enternecedora del bando que favorezca, haciendo parecer que estos no matan, o solo matan soldados o, si acaso cae algún civil, es varón y adulto.

El presidente de los EE.UU., Donald Trump /Efe
El presidente de los EE.UU., Donald Trump /Efe

La prensa que toma esas decisiones, no las toma al albur porque, como cualquier negocio, tiene unos dueños, con intereses concretos. Y les aseguro que tener un imperio mediático es cualquier cosa menos barato.

De hecho, es un negocio con costes tan altos e ingresos tan dudosos que con frecuencia acaba en manos de quien no tiene un interés directo en su rentabilidad, es decir, en grupos enormemente ricos que pueden permitirse el lujo de perder a espuertas con tal de poder influir en la opinión pública mundial para cosas como, precisamente, empezar una guerra.

Creo que ya se van haciendo una idea de que esto está al alcance de muy, muy pocos grupos, y suelen moverse precisamente por los mercados que más dinero mueven, es decir, los financieros.

Y como, aunque rivales en su mercado, tienen intereses comunes en lo demás, los grandes grupos mediáticos acaban defendiendo una misma agenda en lo que les importa, agenda que en Actuall ya conocemos al dedillo.

  • ¿Tiene sentido que Asad, que ha reconquistado la segunda ciudad del país y ha obtenido la garantía de Trump de que no buscará su dimisión para alcanzar la paz en Siria, se dedique a matar niños con un gas prohibido?

Todo esto no tendría tanta importancia si al lector le interpelasen con argumentos. Pero los argumentos, por manipulados que estén y bien armados que se presenten, son peligrosos, porque obligan a reflexionar y la reflexión es un camino que se sabe dónde empieza, pero no dónde acaba. Imagínense que el lector llega a una conclusión distinta a la que quiere el medio, qué desastre.

Este riesgo no se corre si el periódico o el telediario se dirige directamente a los órganos blandos, empezando por el corazón. Si puedes ver cadáveres apilados de niños inocentes sin que te entren ganas de quemar el mundo, no tienes corazón. Luego la guerra ya la ponen ellos.

No hace falta más. Lo estamos viendo en el caso de la amagada guerra con Siria por un ataque con gas en el que murieron una treintena de niños. La urgencia para actuar, para vengarles, es tal que a uno le parecería mal hacer una pausa siquiera para plantearse las preguntas más obvias:

¿Nos consta que ha sido Asad? ¿Quién lo dice, testigos objetivos o grupos con un enorme interés en que Estados Unidos derroque a Asad?

El presidente de Rusia, Vladimir Putin / Wikimedia
El presidente de Rusia, Vladimir Putin / Wikimedia

¿Tiene sentido que Asad, justo cuando, tras años de horrible guerra ‘civil’, acaba de reconquistar la segunda ciudad del país y ha obtenido la garantía del presidente americano de que no buscará su dimisión para alcanzar la paz en Siria, se dedique a matar niños con un gas prohibido?

¿No habían dicho las autoridades americanas y los inspectores de la ONU que se habían asegurado de que no quedara un miligramo de gases nerviosos en Siria?

¿Por qué la proporción de niños muertos es siempre tan antinaturalmente alta cuando ataca Asad, es que apunta a las guarderías y colegios por puro sadismo?

¿Está más muerto un muerto por gas sarín que un niño -o adulto- espanzurrado por una bomba?

Si la respuesta es no, ¿por qué estos sesenta o sesenta muertos merecen una guerra sin cuartel y los doscientos civiles muertos en el ataque americano a Mosul ni siquiera merecen un titular en la prensa o un comentario en los telediarios?

Aun suponiendo que sea verdad todo, hasta el último detalle, ¿cuál es el plan?

¿Qué tendría previsto EEUU si termina interviniendo en Siria: ¿derrocamiento de Asad?, ¿dejar Siria en manos del Estado Islámico?

¿Alguien piensa de verdad que una intervención americana en Siria reduciría la muerte violenta de niños? ¿No es más probable que aumente las matanzas exponencialmente, no fue eso lo que ocurrió en el caso de Irak?

Si lo de EEUU va a mayores y termina interviniendo en Siria ¿qué tienen previsto para después del derrocamiento de Asad, una ‘democracia’ como la que tanto éxito tuvo en Egipto? ¿Dejar Siria en manos del Estado Islámico? ¿Que sigan guerreando las distintas facciones para siempre?

Bashar Al Assad, presidente de Siria / Fabio Rodrigues Pozzebom - Wikimedia
Bashar Al Assad, presidente de Siria / Fabio Rodrigues Pozzebom – Wikimedia

¿Alguna guerra de estas ha salido como esperaba? ¿Alguna ha salido remotamente como se esperaba? ¿Alguien podría poner la mano sobre la Biblia y asegurar que Oriente Medio está mejor que antes de las intervenciones americanas?

Quienes hablan de “la vergüenza del mundo” y de la “obligación moral de intervenir”, son conscientes de que el único modo de hacerlo es a bombazo limpio, ¿no?

¿Están lo bastante convencidos de la justicia de su causa como para mandar a sus hijos al combate, o irían ellos mismos? ¿No? ¿Y qué clase de persona urgiría a una guerra en la que no está dispuesta a arriesgar la propia vida, sino la de otros?

¿Les he dicho ya que esto de la compasión a distancia es muy peligroso?

 

Fuente: Actuall

Una cristiana fugada de los gulag: “Sólo podíamos hablar de Dios en las letrinas”

Una cristiana fugada de los gulag coreanos: “Sólo podíamos hablar de Dios en las letrinas”

Por Tamara García Yuste

Hea Woo, 75 años, fue perseguida por el régimen comunista de Corea del Norte por ser cristiana, pasó varios años en 10 cárceles, pero logró huir. Ahora relata el infierno que vivió a causa de su fe.

Cristiana fugada de una cárcel de Corea del Norte cuenta su testimonio a Actuall
La cristiana fugada aparece de espaldas para salvaguardar su intimidad, por razones de seguridad / TGY

“Un hombre de cuarenta años intentó huir de la cárcel, pero los guardias lo descubrieron y le metieron una bala en cada rodilla. Luego hicieron que el resto de presos diéramos vueltas a su alrededor para ver cómo se desangraba. A los dos días murió.”

Cuando eres cristiano y estás en la cárcel por serlo y ves escenas como ésta, te deben dar ganas de morirte. Y hasta de renegar de tu fe. Pero Hea Woo (nombre ficticio), evangélica norcoreana, menudita y pausada, de 75 años, aguantó el tirón viviendo durante años en diez cárceles.

Y no sólo eso, sino que hizo proselitismo, hablando de Dios a otros presos en el único lugar donde los guardianes comunistas apenas se atrevían a entrar, por razones obvias: las letrinas.

La suya es una historia de sacrificio y supervivencia, de desolación pero también de fe. Ahora está al frente de la Lista Mundial de Persecución de la fundación Puertas Abiertas y recorre Occidente contando su odisea y pidiendo a los cristianos que recen y se acuerden de sus hermanos en la fe que sufren persecución en Corea del Norte.

Cuando Woo recuerda su infancia, no puede olvidarse del colgante con una cruz que siempre llevaba su madre, pero no supo que era cristiana hasta que murió.

Corea había sido a principios del siglo XX un país muy cristiano. Llamaban a Pyongyang, la capital, la Jerusalén de Extremo Oriente. Había misiones católicas y pastores evangélicos. Pero todo eso se terminó con la llegada del comunismo, después de la II Guerra Mundial, y la división del país en dos, que se enfrentaron en una guerra (1950-53) que oficialmente no ha terminado: se firmó el armisticio, pero no la paz.

“Por miedo, mi madre no nos pudo decir nada de Jesús.”

Corea del Norte -bajo influencia de la China de Mao- se convirtió en un feroz régimen marxista donde se persigue a los cristianos. Y también en una dictadura dinástica (primero Kim Il-sung, al que sucedió en 1994, Kim Jong-il, y cuando éste falleció, en 2011, ocupó el “trono” su hijo Kim Jong-Un).

Tan sanguinario es el régimen que los cristianos han ocultado la fe incluso a sus propios hijos. “Mi madre era cristiana, pero yo no lo sabía”, cuenta Woo. Y añade: “En Corea del Norte no solo mataban a las personas que creían en Dios, sino también a sus familiares. Nos enseñan que los misioneros y religiosos son lobos con piel de cordero. Por miedo, mi madre no nos pudo decir nada de Jesús”.
Así son las soldados norcorenas

Eso sí, su madre llevaba un colgante con una pequeña cruz. Woo lo recuerda vagamente -ella tendría 5 años- y también que le preguntó qué era aquello, pero la madre se asustó y lo escondió.

“Una noche me desperté -cuenta- y vi a mi madre cogiendo entre sus manos la cruz. Yo pensaba que era un poco rara, pero luego, pasados los años, até cabos y comprendí muchas cosas”.

Unos años después Woo se casó, pero su marido fue encarcelado al ser considerado un espía.

“Mi marido presenció cómo su abuelo moría por ser pastor evangélico a manos de unos soldados. Esta imagen le acompañó toda su vida. Por eso, él huyó a China y se convirtió en un líder en una iglesia de este país.” Y añade: “Pero le denunciaron, fue capturado y acusado de ser un espía. Le torturaban todos los días y, a pesar de que volvía a su celda destrozado, siempre andaba a gatas para hablarles al resto de los presos de Dios.”

Woo no puede ocultar la emoción al hablar de su marido. Por la gesta que realizó entre rejas: “levantó una iglesia en la cárcel”.

En una de las visitas que los guardianes le dejaron a hacer a dos de sus hijos, el marido de Woo “cogió la mano de mi hijo mayor y le escribió en la palma: <<Tenéis que creer en Jesús. Y añadió: es la única manera de sobrevivir. A Jesús no podrás verlo con tus ojos, pero te aseguro que existe. Cada vez que quieras llorar, orar a Dios y Jesús te responderá. Y si muero antes de salir de la cárcel, tenéis que huir a China.>> Eso fue lo que les dijo. Se les quedó grabado para siempre.”

Unos meses después su esposo falleció y Woo decidió seguir su estela proclamando su fe.

Pero le perseguía la adversidad. “El año en que perdí a mi marido, también murió mi hija de 20 años, por hambre. En esos momentos, yo no sabía bien qué hacer, pero tenía claro que debía luchar por lo que había hecho mi marido. Por eso, huí a un pequeño pueblo de China. Allí podía oír un programa de radio que hablaba sobre los cristianos, aunque no podía ir a la iglesia”.

Durante su estancia en China, Woo fue capturada dos veces y vivió en más de 10 cárceles.

Su voz entrecortada muestra el dolor vivido durante este tiempo. “Éramos más de 200 personas en la cárcel. Hacíamos trabajos forzados durante todo el día. Y no teníamos esperanza de escapar.”

Huir equivalía a la muerte. En una de las cárceles por las que pasó había un cartel con esta inscripción: “No escapes. Si escapas morirás”.

La vida en los penales comunistas era extremadamente dura. Trabajos forzados, malos tratos y horrible comida. “Nos daban de comer un puñado de maíz cocido. A pesar del hambre daba parte de mi comida a otros presos.”

De hecho, algunos reclusos perecían por la suma de agotamiento físico y desnutrición. En eso, los campos chinos o coreanos no diferían en nada de los gulags soviéticos, de los que eran copias.

A pesar del fantasma del hambre, tomó más de una vez decisiones heroicas. Como darle parte de su exigua comida a otros presos. “Yo decidí dárselo al resto de presos. No soportaba ver como se desnutrían”. La mejor recompensa para Woo era ver su cara: “Cuando les veía comer, mi corazón se alegraba.”

Fue entonces cuando comenzó a hablar de Dios a otros reclusos: “En las letrinas… porque era un lugar seguro donde los guardias no sospechaban por el mal olor”, detalla.

Pero no era sencillo burlar al desánimo cada vez que veía morir a un recluso. Y las muertes eran frecuentes. Por ejemplo: “Nos daban de beber agua sucia. De hecho, enfermé durante unas semanas y estuve a punto de morir.»

Ni hablar del hambre o del extenuamiento por los trabajos forzados, o de la falta de higiene, que era letal: “Nos obligaban a machacar los cadáveres de los presos antes de incinerarlos.”

Lo peor no era ver morir a compañeros, sino hacer desaparecer a los cadáveres, que se acumulaban diariamente. Porque el método era especialmente cruel. Woo se estremece al recordarlo: “Al haber tantas muertes, los guardias nos obligaban a los presos a cargar con los fallecidos en unas carretillas hasta un monte donde los quemaban. Pero para quemarlos era preciso machacar previamente sus cuerpos. Y éramos nosotros, los presos, los que teníamos que machacarlos. Después de incinerarlos, las cenizas servían de abono para el campo.”

¿No se enfadó con Dios?, le preguntamos. Woo asegura que no: “Sabía que podía morir en cualquier momento, pero Dios estaba conmigo pasara lo que pasara”.

Después de pasar por diez penales, Woo intentó la fuga. Sabía que le esperaban dos balazos en las rodillas, si la descubrían, pero se lo jugó el todo por el todo. Tuvo una suerte enorme: «Esperé a que la salida, que era una puerta eléctrica, estuviera completamente abierta. Ese día, corrí hacia la puerta y me metí por la estrecha abertura. Cuando llegué a la carretera, no pare de correr. Tampoco quise mirar atrás. Estaba feliz de abandonar ese lugar tan espantoso”, cuenta.

De ese día ya han pasado más de siete años. Ahora vive en Corea del Sur junto a otros 25.000 refugiados norcoreanos.

Después de todo lo que ha visto y vivido, sorprende la tranquilidad que irradia esta mujer menuda. Parece que nunca hubiera salido de su casa y de una existencia rutinaria y tranquila.

Pero no pierde ocasión de pedir a los cristianos occidentales que recen por quienes viven atormentados en el Gulag coreano, sin esperanza de recuperar la libertad: “Acordaros de aquella gente, perseguida por su fe”, nos dice. Y añade: El dinero que ahorréis hay que destinarlo a las personas que lo necesiten.” Y una cosa más: “No tiréis comida”.  

Tamara García Yuste: Abulense de nacimiento y residente en la ciudad que nunca duerme: Madrid. Periodista por vocación y de corazón. Contadora de historias. Se licenció en la Universidad Francisco de Vitoria. Se crió en el Gabinete de Prensa del Partido Popular de Madrid, Punto Radio, Cope y en HazteOír.org . Ahora crece en Actuall. Colabora para la Revista Mundo Cristiano.
Fuente: Actuall

Los perversos mecanismos que conducen a la autocensura

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Por Juan M. Blanco

Quizá en alguna conversación con amigos o conocidos, tras exponer algún argumento, hayas escuchado la respuesta fatídica y casi como un susurro: “Eso es verdad, pero no se puede decir”.

¿Puede existir algo más absurdo y aberrante que no poder decir la verdad? Vivimos en una sociedad donde solo, la consigna, lo políticamente correcto, puede pregonarse públicamente, aunque sea mentira. Pocas veces la cruda verdad. ¿Por qué se difunden con tanta facilidad las ideas más absurdas? ¿Por qué casi todo el mundo acaba pensando de la misma manera, como si de clones se tratase? ¿Que impulsa a intelectuales e informadores, esos que tienen la obligación moral de actuar como conciencia crítica de la sociedad, a autocensurarse de forma tan vergonzante? ¿Qué mecanismo mantiene atadas y amordazadas a muchas mentes pensantes? La clave se encuentra en dos términos fundamentales: manipulación y miedo.

El ciudadano común no establece sus criterios sobre cualquier tema buscando toda la información disponible y procesándola exhaustivamente. Casi todo el mundo descarta este método por el elevado coste, esfuerzo y preparación que requiere. Por ello, a la hora de posicionarse ante cualquier asunto la gente suele recurrir a reglas heurísticas, procedimientos prácticos de carácter intuitivo, puros atajos capaces de alcanzar una conclusión con muy poca información. Una de las reglas heurísticas más interesantes es la que los latinos denominaron el Argumentum ad Populum, que los anglosajones se dieron el gusto de llamar Bandwagon Effect. Se trata de ese mecanismo que impulsa a muchas personas, gregarias por naturaleza, necesitadas de la aceptación del resto o, simplemente, perezosas para elaborar su propio criterio, a adherirse a lo que piensa la mayoría, a apuntarse al caballo ganador. Si los demás creen algo… alguna razón tendrán.

Las encuestas de opinión poseen una enorme capacidad manipuladora: pueden persuadir a mucha gente de la mayor atrocidad simplemente haciéndole creer que eso es lo que piensa la mayoría.

Así, cualquier idea, por falsa y perniciosa que sea, la mayor insensatez, la más colosal majadería, se convierten en dogma de general aceptación tras ser repetida y repetida por los medios. Por ello, no siempre las encuestas de opinión tienen un propósito inocuo, mucho menos bondadoso. A veces, su objetivo no es ilustrar sobre la sensibilidad social sino modificar los criterios del público, modelar la forma de pensar de la gente.

Los medios, especialmente la televisión, ejercen una influencia superlativa, con múltiples e insondables vías para la manipulación. Muy eficaces cuando se aplican a una población carente de principios y criterios asentados.

Pero para lograr una autocensura generalizada, para generar dogmas y tabúes, no basta con fomentar una determinada manera de pensar: es necesario infundir temor. En La Espiral del silencio (1977) Elisabeth Noelle-Neumann explicó los mecanismos psicológicos y sociales que fomentan la adhesión a los dogmas. Los sujetos son mayoritariamente cobardes e inseguros, necesitan la aceptación del grupo, un sentido de pertenencia. Muchos renuncian a su propio juicio o evitan exponerlo en público si no coincide con el que perciben mayoritario. Callarán o abrazarán los planteamientos opuestos para no sentirse aislados, rechazados por el resto, contemplados como herejes. Algunos, incluso, mantendrán dos criterios contradictorios, una suerte de esquizofrenia: el suyo privado, vergonzante, reservado para su interior, y el mayoritario, ese que garantiza la aceptación de otros. Muchas personas todavía poseen una cierta conciencia de la verdad, pero mucha cobardía para reconocerla públicamente.

Así, la espiral conduce a que las creencias percibidas como mayoritarias acaben siéndolo realmente. Por este motivo, los medios de masas, especialmente la televisión, difunden con tanta facilidad argumentos sectarios, absurdos, tergiversados, propagadores del miedo.

Romper la espiral de silencio

Todavía peor, en sistemas cerrados de acceso restringido, en los que no se asciende en la escala social o se encuentra un buen trabajo por el mérito o el esfuerzo sino por los favores o las relaciones personales, el miedo se multiplica. Decir la verdad, hablar abiertamente con honestidad, denunciar las injusticias, puede implicar perder favores, contactos, envidiables puestos o, en el caso de los intelectuales, golosas subvenciones. Allí donde impera la injusticia es peligroso tener razón. También desaparece el incentivo para la excelencia intelectual, para formar y estructurar adecuadamente el cerebro, esa costosa y esforzada labor que lo prepara para ejercer el pensamiento crítico, lógico y racional. Por eso existen demasiados sujetos que creen saberlo todo por repetir las consignas políticamente correctas escuchadas en televisión.

Ahora bien, cuando un puñado de personas supera el miedo, se lanza a decir o a escribir abiertamente lo que piensa, cuando osa romper los tabúes, poner en tela de juicio los mitos… todo comienza a cambiar. Si el desafío a la ortodoxia se realiza con convicción, sin temor, medias tintas, complejos, ni disculpas, si se aportan argumentos profundos, coherentes y racionales, las nuevas ideas despiertan a quienes albergaban la verdad latente. Comienza a disiparse el miedo y la nueva corriente va ganando adeptos a medida que muchos se convencen de que será mayoritaria en el futuro. El círculo virtuoso quiebra la espiral de silencio: cada vez más individuos pierden el complejo pues se sienten acompañados. Y un creciente número comienza a mofarse de la absurda corrección política, del oscurantismo imperante, hasta que estos acaban sucumbiendo. El proceso puede ser lento, pero no hay muros suficientes para encarcelar permanentemente a la razón.

Para evitar la degradación social y prevenir lo que Hannah Arendt llamó «la banalización del mal», no permanezcas nunca callado por miedo al qué dirán. Muéstrate siempre crítico, desconfía de las argumentaciones falaces, especialmente si son repetidas incesantemente en los medios (de lo que vea en la pequeña pantalla y en Internet, créase la décima parte). Mantente firme, actúa de forma razonada y pierde el temor a lo que puedan pensar los demás. Sobre todo, no desaproveches la oportunidad de exponer tus argumentos con contundencia, de manera estentórea, cuando oigas aquello de: “Cierto, pero no se puede decir”.

Los niños de Morelia. A 80 años de su llegada a México.

Es difícil tocar este tema sin enredarse en tópicos, pero la intención no es hablar de política, sino del aspecto humano del drama que vivió un grupo de niños españoles en México, luego de que llegaron el 7 de junio de 1937 en calidad de exiliados durante la Guerra Civil en España. No hay que olvidar que en cualquier tipo de conflicto armado, los niños son siempre víctimas.

La gente los llamaba afectuosamente «Los Niños de Morelia» porque en esta ciudad vivieron sus primeros años.

A pesar del mito romántico que se generó en torno a la acogida que les diera el entonces presidente de México Lázaro Cárdenas –simpatizante de la izquierda y, por ende, de la Segunda República Española de corte socialista, a la que también auxiliaba enviándole víveres y material de guerra, así como apoyo diplomático–, no todo fue «miel sobre hojuelas» para aquellos niños que dejaron atrás la guerra, ya que luego fueron nuevamente víctimas, esta vez del abandono.

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Los niños que perdió España

Tras los bombardeos sobre las ciudades vascas de Guernica y Durango en la primavera de 1937, el gobierno de esta comunidad hizo un llamado internacional para ayudar a los niños. En total, unos treinta mil fueron evacuados, de los cuales dos terceras partes regresaron a España, ya fuera durante la Guerra o una vez finalizada ésta.

Los niños tenían entre dos y catorce años, aunque algunos mayores falsificaron su edad para poder acompañar a sus hermanos, ya que el país de destino establecía las edades de los que quería acoger. Los países que acogieron a más niños españoles fueron Francia (17,489), Bélgica (5,130), la Unión Soviética (3,291), Reino Unido (3,826) y México (442). Suiza, Dinamarca y Holanda también acogieron a algunos. Otros países, como Suecia o Noruega, financiaron colonias para los niños en territorio francés.

El Programa 'La Memoria' recupera del olvido a los niños de la guerra evacuados por la Segunda República a la URSS entre los años 1937 y 1938
El Programa ‘La Memoria’ recupera del olvido a los niños de la guerra evacuados por la Segunda República a la URSS entre los años 1937 y 1938
México fue, después de Francia, el segundo país en importancia en la recepción de refugiados españoles, a sus tierras llegaron alrededor de 20 mil. Foto: Llegada de niños españoles a Veracr
México fue, después de Francia, el segundo país en importancia en la recepción de refugiados españoles, a sus tierras llegaron alrededor de 20 mil. Foto: Llegada de niños españoles a Veracruz

Los casi 450 menores embarcaron en Burdeos en el vapor de bandera francesa Mexique. Fueron acogidos y alojados en el edificio de la escuela España-México, situada en Morelia, Michoacán. Si bien se esperaba que su retorno se produjera al cabo de unos meses, cuando finalizara la guerra civil española, la derrota republicana y el inicio de la Segunda Guerra Mundial dieron como resultado un largo exilio, que para muchos se convirtió en definitivo.

Al llegar, los niños exiliados levantaban el puño replicando lo que habían visto en casa. Pero más allá de la ideología que les fuera inoculada en su infancia, de la cruda realidad de la guerra, de la pérdida de su hogar y familia, así como del eventual abandono del Estado Mexicano que los recibió, al tiempo, la mayoría se quedó a vivir en México, formó buenas familias y fueron hombres y mujeres de bien.

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Sin embargo, poco se ha reparado en que este exilio, como toda historia humana, no solo está constituido por luces, también tiene sombras.

Emeterio Payá Valera, quien fuera uno de estos niños, decidió escribir casi cincuenta años después la historia de esta avanzada del exilio español en México, apoyándose básicamente en sus recuerdos y en los de sus compañeros, en la poca bibliografía que había sobre el tema y en los documentos disponibles.

En 1985 apareció la primera edición de su libro Los niños españoles de Morelia, El exilio infantil en México. Con una emoción que solo puede transmitir quien ha vivido los hechos, la narración de Payá nos permite ver que fue una historia de solidaridad y de abandono, en la que los Niños de Morelia tienen mucho que agradecer, pero también mucho que reprochar.

Emeterio cuenta cómo en México fueron extraordinariamente bien recibidos. Una multitud emocionada se apiñó en el puerto de Veracruz para ofrecerles música, besos, abrazos y lágrimas. Durante el recorrido en tren que habría de llevarlos primero a la Capital y luego a Morelia recibieron muestras de afecto que se multiplicaron al llegar a su destino.

Durante el viaje debieron contar con el cuidado de profesores y personal español. Desafortunadamente, abundan los testimonios de que, a excepción de unos cuantos que cumplieron su misión, la mayoría se desentendió de los niños. Cómo explicarse, si no, que dos niñas “desaparecieran” durante el trayecto a Morelia.

La Secretaría de Educación Pública de México acondicionó adecuadamente la escuela de los Niños de Morelia y les destinó un presupuesto superior al que se otorgaba a escuelas parecidas. No obstante, las fotografías de la época muestran niños mal vestidos, rapados —con un pañuelo en la cabeza las niñas—, en un intento por acabar con la sarna y la tiña, que prácticamente fueron endémicas en la escuela de Morelia. Los recursos que se aportaban para la escuela no llegaban adecuadamente a sus destinatarios.

A las carencias materiales se sumó, no pocas veces, la de personal adecuado. El primer director, Lamberto Moreno, era un hispanófobo que llegó a comentar que, de ser posible, se quitaría hasta la última gota de sangre española que hubiera en sus venas. Aun el personal docente que llegó con buena disposición a hacerse cargo de los niños distaba de estar preparado para tratar a unos menores que venían marcados por la experiencia de la guerra. No pocos eran niños problema. Tanto aquellos a los que la angustia les hacía orinar en la cama, conocidos como “los meones” y tratados de forma humillante, como aquellos otros, casi siempre de los mayores del grupo, que tenían un comportamiento que rozaba lo delictivo y significaron una pesadilla para la mayoría de sus compañeros.

Por las experiencias que habían vivido formaban un grupo conflictivo. Los dos edificios de la escuela de Morelia tuvieron que ser cuidados por soldados debido a que los niños habían irritado en grado sumo a los católicos morelianos al apedrear algunas iglesias, replicando las conductas de los adultos que presenciaron durante la guerra. También la “insurrección” que organizaron contra Lamberto Moreno, después de la muerte de uno de sus compañeros que atribuyeron al profesor, estuvo inspirada en lo que habían visto hacer en España. Las fugas eran una constante.

Pero si el Gobierno mexicano, una vez pasada la euforia de la bienvenida, por las razones que fuera no logró generar un espacio adecuado para los niños, tampoco lo hicieron otros actores importantes dentro de esta historia. Uno de ellos, la antigua colonia española de México, tuvo una actitud ambigua. Y los republicanos que llegaron derrotados a México desde 1939, y contaban con importantes recursos económicos al servicio del propio exilio no se ocuparon de los niños sino hasta 1943, cuando crearon casas hogar para ellos en la Ciudad de México, parece que a petición de Lázaro Cárdenas, entonces ya ex presidente.

En 1948, cuando se declararon agotados los fondos del Gobierno republicano español en el exilio, los Niños de Morelia fueron puestos en la calle. Ciertamente, muchos de ellos ya tenían edad para sobrevivir solos, pero aquellos llegados con apenas 3 o 4 años tenían entonces solo 14 o 15. No fueron pocos los acabaron vagando en las calles por distintos lugares del país, especialmente en la Capital, donde no era infrecuente que visitaran el tribunal para menores acusados de vagancia.

Lo que más asombra es que después de las difíciles condiciones a que se vieron sometidos los Niños de Morelia, prácticamente todos ellos se convirtieron en buenos ciudadanos y padres de familia.

Cuando apareció el libro de Emeterio no fueron pocos los compañeros que reprocharon el que –diciendo la verdad– pusiera en entredicho el agradecimiento que le debían a México y a Lázaro Cárdenas. Desde luego, esta no era la intención del autor, pero sí que quería que el libro fuera una denuncia: “Si las suciedades que existen en el mundo han de corregirse alguna vez, será por la denuncia que se haga de ellas y no merced al silencio cobarde”. Y esta denuncia quizá pudiera contribuir a que la suerte de millones de niños refugiados sea mejor que la de los Niños de Morelia: “Ojalá que mi modesto trabajo sirviera alguna vez para evitar que los niños desprotegidos del mundo sean objeto de estafas, pretexto para lucros de bribones o usados como instrumento político. ¡Ojalá!”

Esta verdad convierte a los Niños de Morelia en un ejemplo de que la voluntad humana no tiene edad y es capaz de trascender el infortunio. El dolor y el trauma que trajeron de la guerra, así como el abandono que sufrieron después de ser recibidos con bombo y platillo en México, hubieran justificado que se convirtieran en individuos llenos de rencor hacia la sociedad. No fue así. La mayoría ha dejado a México un valioso legado.

Federico Malpica, un mexicano que revoluciona la educación en el mundo

El Dr. Federico Malpica es investigador en el Instituto de Recursos e Investigación para la Formación, con sede en Barcelona, España, así como director y fundador de Escalae, instituto internacional dedicado a la aplicación de protocolos para saber qué se está haciendo en las aulas a fin de mejorarlo, actúa en siete países y 450 instituciones educativas, tanto públicas como privadas, y asesora a varios ministerios de Educación.

La formación por competencias representa una verdadera revolución en el proceso educativo y tú eres uno de sus más importantes precursores a nivel internacional. ¿Cómo surgió la idea de crear el Instituto Escalae?

La idea comenzó con mi tesis doctoral en Ciencias de la Educación, específicamente en Calidad y Procesos de Innovación Educativa, la cual presenté en la Universidad Autónoma de Barcelona, en 2005.

Tu objetivo es establecer procesos de innovación que mejoren la calidad educativa. Pero innovar significa hacer cambios y todo cambio representa un esfuerzo y un costo. ¿Por qué cambiar cuando los resultados son relativamente satisfactorios?

En la enseñanza tradicional, para cubrir el programa es suficiente una organización del aula más o menos simple: los alumnos permanecen callados mientras escuchan lo que el maestro dice, hacen ejercicios y luego son sometidos a una evaluación. En la formación por competencias, los alumnos tienen que resolver problemas de la vida, y para eso requieren ser capaces de analizar, tener esquemas de actuación incorporados y aplicarlos de manera estratégica, lo cual supone mayor complejidad en la forma de enseñar y en la forma de evaluar. El simple examen no es suficiente para saber si esa persona es competente o no. Puede haber memorizado la información solo para pasar, pero realmente no ser competente.

¿Cuál es el criterio para saber si un alumno es competente o no?

Una persona es competente cuando es capaz de resolver una situación problemática de la vida partiendo de un análisis de la misma, para luego escoger algún esquema de acción y aplicarlo de manera estratégica para resolver esa situación. Estos esquemas de actuación son resultado de una interrelación entre actitudes personales, procedimientos y habilidades que domina, así como una serie de conocimientos de base que posee y comprende, lo cual debe adaptar a cada situación para poder actuar de manera competente.

Es difícil cambiar un sistema ya establecido de enseñanza. ¿Cómo lo logran?

Comenzamos por desarrollar una solución que permita a las instituciones educativas mejorar los procesos de enseñanza-aprendizaje dentro del aula, verificar la calidad educativa del servicio que está ofreciendo, así como certificarla. Hay que estructurar los procesos de innovación dentro de las instituciones educativas. No se trata de ver qué se nos ocurre hacer cada año, sino de un proceso de trabajo bien pensado a corto, medio y largo plazo; y que esté bien dosificado, de tal manera que los docentes sean capaces de digerir toda esta innovación y llevarla al aula. Porque de nada sirve que un colegio diga que tiene no sé cuántas maravillas si al final vas al aula y no lo ves.

¿Cuál es el primer paso?

El primer trabajo que hacemos es socializar el perfil de egreso para que sirva de guía y poder tomar decisiones sobre la propia innovación, la mejora continua y la formación docente. De hecho, el perfil del egresado es realmente lo que manda en una escuela, es su razón de ser y su sentido de la docencia. Yo no enseño para que mis alumnos pasen los exámenes, yo enseño para formar personas. ¿Qué personas?, pues las que está definiendo el perfil. El sentido de la docencia es enseñar para que los alumnos sean competentes.

El perfil de egreso no es universal. Es algo que cada institución educativa tiene que determinar. Si algo distingue a una escuela de otra, es el perfil de egreso que promete.

La mayoría de las instituciones educativas no lo tienen bien definido. Cuando les preguntas: “Oye, ¿tu perfil de egresado cuál es?”, cada uno te cuenta su historia. Si no hay un objetivo en común, es imposible construir una docencia efectiva y conseguir calidad educativa.

El perfil se debe difundir internamente para que lo conozcan todos los docentes, alumnos y padres de familia. Es un elemento de identificación y ventaja competitiva. De acuerdo con la forma en que defino mi perfil de egreso me van a identificar y a preferir.

Entonces, es algo en lo que los padres debiéramos poner más atención a la hora de buscar un colegio para nuestros hijos.

Exactamente. Siendo honestos como institución educativa, cuando los padres de familia llegan les tenemos que decir: “Mira, nosotros vamos a trabajar con tu hijo para que cumpla este perfil. ¿Tú concuerdas con él? Si no, ya te puedes ir buscando otra escuela, porque nosotros vamos a trabajar esto concretamente”. Así se evitaría que muchas familias se la pasen frustradas con las escuelas. Meten a sus hijos por recomendación, porque era la que estaba más cerca de casa o por cualquier otra razón, sin haber hecho un buen análisis del perfil de egreso de la escuela, y luego se percatan de que los valores que defienden como familia no van con ese perfil.

¿También debe haber un perfil para el maestro?

Sí. De hecho, una de las utilidades que tiene el perfil de egreso es determinar el tipo de docente que necesitas para conseguirlo. Muchos directivos escolares no piensan en esto y van contratando cursos y talleres de capacitación docente en función de otros criterios que no tienen nada que ver. Las necesidades individuales del maestro deben estar alineadas con las de la institución. No tiene que dar su clase como quiere, tiene que darla como lo requiere la institución para conseguir el perfil de egreso que prometieron.

Calidad educativa es la capacidad de ser coherentes con el perfil de egreso, no el tener más computadoras o implementar muchos programas.

Las escuelas dedican muchos recursos a contratar cursillos, pero luego casi nadie verifica si todo eso realmente se trasladó a las aulas. Nuestro trabajo es asegurarnos de que todo lo que se va desarrollando a nivel de innovación se ponga en práctica en los salones de clase. Involucramos a toda la institución educativa. Comenzamos por el equipo directivo que se tiene que empoderar de toda esta idea, para pasar del modelo de “cada maestrillo con su librillo” a una práctica colegiada, bien fundamentada.

¿Tienen algún tipo de certificación?

Todo está certificado. Tenemos un acuerdo con la Finland University, que es el consorcio más importante de universidades de Finlandia. Además, contamos con TeachersPro.com, que es una herramienta de apoyo a nivel personal para mejorar las competencias docentes y que otorga una certificación de competencias profesionales avalado por la Finland University.


Contacto del Instituto Escalae en México

Lic. Gabriela Porcayo González
722 784 0680

www.escalae.org

Estrés y resiliencia celular ¡Te ocurre a diario y no lo sabes!

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Por Dr. José Manuel Mier Odriozola

Una de las palabras que más se asocia al ajetreo diario de la mayoría de las personas es el estrés. El movimiento “normal” de las grandes ciudades hace que las personas estén la mayor parte del día bajo ese estímulo e influencia, resultado de una cascada de hormonas y neurotransmisores tremenda, que con el paso del tiempo generarán cambios perjudiciales para la salud.

El estrés no es exclusivo de las grandes urbes, también está presente en otro tipo de poblaciones y está en nosotros todo el tiempo; nos obliga a estar alerta y al pendiente de nuestros compromisos, a estar atentos al cruzar una calle o al subir una escalera. Forma parte de la condición humana natural y se encuentra en el hombre desde su condición más primitiva. El humano prehistórico ya tenía estrés, lo motivaba a buscar alimento, resguardarse del frío o protegerse del ataque de animales o de otros peligros.

Entonces, si el estrés es propio de la condición humana, ¿por qué puede ser perjudicial para la salud?

Pues bien, el ser humano presenta un ciclo circadiano, el cual, gracias a una respuesta meramente química y hormonal, tiene altibajos a lo largo del día. Un ejemplo de ello es la hormona conocida como cortisol, que tiene su pico de secreción más elevado en las primeras horas de la mañana, gracias a la cual estamos más alertas y receptivos a esas horas. Esta puede ser una de las razones por las cuales nos hemos acostumbrado a estudiar y a trabajar por la mañana; ya que, hormonalmente, solemos ser más “rendidores”. Ahora, por el contrario, los picos más bajos de la cortisona se dan en las primeras y últimas horas de la tarde, los cuales coinciden con el horario de la comida o la siesta (costumbre muy arraigada en algunos países, ya que, entre otras cosas, ayuda a recuperar los neurotransmisores que se han ido gastando durante el día).

Cuando una persona tiene sus niveles hormonales, de neurotransmisores o de catecolaminas en rangos basales, se le denomina homeostasis. De manera contraria, cuando algún evento externo altera esta situación y causa estrés, disparando hacia arriba todas estas sustancias, se le denomina alostosis. La alostosis nos hace actuar de mejor manera ante alguna situación de peligro; una vez superada, nuestro cuerpo regresa a sus niveles normales. A esa respuesta positiva ante un estímulo y su posterior regreso a la normalidad se le denomina resiliencia celular. Pero, ¿qué ocurre cuando el sujeto vive en situaciones de estrés constante y no logra pasar el tiempo suficiente en estado de homeostasis? Pues ese estado de sobrestimación es la que puede conllevar peligros para la salud. Estar en este estado de manera constante se denomina “carga alostática” o “sobrecarga alostática”, durante la cual, ocurren cambios tangibles en nuestro organismo, tan tangibles y que se pueden medir en varias pruebas de laboratorio y de exploración física. Por ejemplo, en un sujeto constantemente estresado podremos evidenciar:

La sobrecarga alostática genera cambios importantes en la vida: tiende a elevar la presión arterial y provocar arterioesclerosis, infarto de miocardio, eventos vásculo-cerebrales, etcétera; genera falta de sueño y hace que este sea poco reparador, evitando que se alcancen a reponer los neurotransmisores necesarios para el día siguiente; y puede causar obesidad o diabetes mellitus. Sin embargo, uno de sus efectos deletéreos más importantes es la disminución del estado inmunológico. Al no completarse la resiliencia celular, el cuerpo se puede ver sobrepasado por otro tipo de células anormales (células neoplásicas). Todos los días el cuerpo produce cédulas anormales (cancerígenas) que son destruidas o reguladas por nuestro sistema inmunológico, el cual, si se encuentra debilitado, no podrá hacer frente a esta situación y, por lo tanto, se podrá desarrollar un tumor.

En conclusión, ¿si se pudiera manejar mejor el estrés habría menos posibilidades de desarrollar un tumor? Sí, a pesar de que la génesis tumoral es multifactorial y el estrés solo representa una de las múltiples aristas que la componen. Algunas de estas aristas aún no las podemos controlar, como la predisposición genética a desarrollar un cáncer. Lo que sí podemos hacer es influir en otras: no fumar, llevar una dieta balanceada, hacer ejercicio o controlar nuestro estrés. Si aprendemos a cultivar la resiliencia, esto tendrá repercusiones directas en nuestra bioquímica celular y posiblemente estemos eliminando uno de los muchos factores constituyentes de la génesis del cáncer.

Afrontar los problemas con actitud resiliente nos dará muchos beneficios: incrementará nuestra autoestima, seguridad y optimismo; traduciéndose en menor carga alostática, mayor resiliencia celular y una probabilidad menor para tener cáncer.

  • Tensión Arterial 148/83mmHg o mayor.
  • Índice cintura-cadera (>0.94).
  • Colesterol total/lípidos (HDL) en suero (>5.9).
  • Hemoglobina glicosilada (>7.1%).
  • Sulfato de dehidroepiandrosterona (DHEA-S) (<350 ng/ ml).
  • Excreción urinaria nocturna de cortisol (>25.7 ug/g creatinina).
  • Adrenalina (>48 ug/g creatinina) orina.
  • Cortisol sérico elevado.

Dr. José Manuel Mier Odriozola
Cirujano Torácico
Instituto de Cirugía Torácica Mínimamente Invasiva
Hospital Ángeles Lomas

Tel: (55) 5247 1872 / 5246 5000 ext. 2025
drmier@institutodecirugiatoracica.com
jmmo50@hotmail.com
www.institutodecirugiatoracica.com
www.topdoctors.mx/doctor/jose-manuel-mier-odriozola
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¿Recuerdas aquel camión de basura que aplastó un coche al caer del segundo piso? José Villelas cuenta cómo superó la fatalidad

Vivió para contarlo y hoy cuenta cómo ha logrado, a pesar de las secuelas, ser feliz

Por Elena Goicoechea

¿Recuerdas el caso de José Villela, aquel estudiante de Medicina a quien aplastó un camión de basura que cayó del segundo piso del Periférico hace siete años?

El accidente lo dejó sin movilidad en la mayor parte de su cuerpo. Eso no impidió que siguiera su sueño de acabar su carrera y hoy ejerce la especialidad de Psiquiatría e imparte clases en una reconocida universidad de la Ciudad de México.

José compartió su experiencia y las herramientas que lo ayudaron a salir adelante en el Congreso para jóvenes  ‘Lo que de verdad importa’, celebrado en Expo Santa Fe.

Luego de describir los inesperados, extraños y angustiantes que vivió, José compartió las armas que lo ayudaron durante el largo camino de su recuperación física:

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«… Piensa en los valores y virtudes como si fueran músculos. Hay que ejercitarlos para estar fuertes. Al igual que cuando estás haciendo pesas en el gimnasio, requiere esfuerzo e implica cierto grado de dolor. La adversidad es parte de la vida y cuando llega nos debe encontrar en buena forma.

… Lo he comprobado en mi práctica como psiquiatra, las personas más felices suelen ser aquellas que son más agradecidas. Tenemos lo que tenemos y con eso hay que ser felices. La felicidad no es un destino, es una disposición interna para que hoy, aquí, sonría, agradezca que estoy vivo, que tengo amigos, que tengo familia, que estoy aprendiendo algo.

… Una lección que me ha dado mi cuerpo es que hay algunos nervios que no van por la médula. Y, por fortuna, para sonreír no necesitas ningún nervio de los que van por la médula. No puedo caminar, pero no he perdido mi capacidad de sonreír.

… En lugar de quejarme, de quedarme abajo del camión, lo que en verdad ha importado en mi recuperación es no perder la alegría en ningún momento, cuidar mi relación con Dios. La fe me sostiene, yo soy débil, pero ÉL es Dios, es mi padre y me quiere, si lo tengo en mi vida ¿qué me puede faltar? Si me tiene en sus manos ¿qué más puedo pedir?

… La espiritualidad y la religión forman parte importantísima del ser humano. No hubiera podido salir adelante sin eso.

… ¡Seamos felices! ¿Cuándo? ¡Hoy! ¿A qué hora? ¡Ahorita!»

José habla del poder formador del sufrimiento en este video: