Esta es una mini entrada que no disfruto nada escribirla, pero considero necesario hacerla por que me sorprende la cantidad de basura que sigue habiendo en lugares como el Desierto de los Leones. Está entrada le sirve no solo a ciclistas, si no a todas las personas que hagan uso de estos lugares
Es importante resaltar que el mantener limpios este tipo de parques, va mucho más allá de las razones estéticas; la basura es unelemento que se introduce en un ecosistema al que no corresponde y de esta forma rompe con el balance ecológico del mismo. Los desechos orgánicos también son basura. Es verdad que son mucho menos dañinos que los inorgánicos, pero no dejan de ser basura.
Además la basura en este tipo de espacios recreativos suele representar un problema para sus usuarios y las especies que habitan en ellos, produciendo focos de infección y enfermedadesy zonas de peligro (principalmente cortadas etc)
Por todas estas razones te dejo unos tips para que ayudes a mantener lo más limpio posible este tipo de lugares.
Lo más fácil de todo, es tratar de reducir la cantidad de basura que produces, para hacer esto hay muchas opciones:
Evita la comida empaquetada, ya sea si vas de pícnic o simplemente vas a hacer una jornada larga de ejercicio y necesitas alimentarte durante ese proceso, puedes evitar la comida empaquetada, incluso si son barritas, trata de hacerlas en tu casa, incluso puedes hacer tus propias bebidas hidratantes, mira esta receta:
Si te interesa este video, es del canal hermano de GMBN (Global Mountain Bike Network), GCN (Global Cycling Network)
La idea de hacer tus propios alimentos y bebidas es que los transportes en cosas que vas a reutilizar, no como la comida empaquetada que una vez que abres el paquete, se vuelve prácticamente inútil.
Frutas y verduras, como decía en la introducción este tipo de basura es menos nociva que la inorgánica y puedes desecharla sin mayor problema en este tipo de lugares, solo que no la dejes a la vista de todos, entiérrala y ten mucho cuidado de no estar enterrando nada que contenga semillas ya que esta podría germinar e introducir especies no nativas en ecosistemas, lo cual es muy nocivo.
Cubiertos biodegradables: algunas veces, los parques están sucios por pequeños descuidos de la gente, hay alguna cosa que se olvida recoger o se vuela con el aire y es imposible de recuperar, por eso es buena idea comprar cubiertos y platos desechables, además este tipo de utensilios puedes usarlos más de una sola vez.
Y por más que hagas todo esto, siempre, siempre lleva contigo una bolsa en la que puedas poner todos los desechos que generes y por que no, si ves alguno aunque no te pertenezca, ponlo en la bolsa también, mantener estos espacios limpios es tarea de los usuarios y de nadie más.
Macron gana las elecciones presidenciales en Francia
El centrista derrota a Marine Le Pen con un 66,06% de votos frente a un 33,93%
Por Marc Bassets
París
Foto portada:Emmanuel Macron tras depositar su voto en el colegio de Le Touquet, en el norte de Francia.
Y Francia dijo no. La victoria en las elecciones presidenciales de Emmanuel Macron, un exbanquero europeísta y liberal, frena la ola de descontento populista que triunfó en noviembre en las presidenciales de Estados Unidos y, antes, en el referéndum europeo de Reino Unido. Al frente del nuevo movimiento En Marche!, derrotó con rotundidad a Marine Le Pen, alineada con el presidente estadounidense Donald Trump y el ruso Vladímir Putin. Macron, que a los 39 años será el presidente más joven de la V República, conectó con las ansias de aire fresco y renovación moderada de millones de franceses, y se benefició de amplio rechazo que suscita el partido de su rival, el Frente Nacional. Macron consiguió un 65% de votos, frente a un 35% de Le Pen, según las primeras estimaciones. Después del Brexit y de Trump, no habrá Le Pen.
Nunca en la V República, con la excepción de Jacques Chirac en 2002, un presidente habrá llegado al poder con una victoria tan clara. Chirac derrotó al padre de Marine Le Pen, Jean-Marie, con un 82% de votos. El nivel de abstención también se acerca a niveles récord, un 25%, la segunda más elevada desde 1969.
La historia nunca se mueve en línea recta, ni sirven los relatos que todo lo abarcan, como demuestra la elección francesa de 2017. En el año del populismo y el nacionalismo, en unas sociedades marcadas por el hartazgo con las élites, en un momento de escepticismo con el capitalismo de libre mercado y el orden liberal internacional, de crisis de la integración europea y de miedo a los inmigrantes y refugiados, Francia emprende otro camino.
Si hace unos meses, en el mundo convulsionado por la irrupción de Trump y la salida de Reino Unido de UE, alguien hubiese pronosticado que los franceses elegirían un presidente europeísta y liberal, defensor de la globalización y partidario de la apertura de las fronteras a las personas y a las mercancías, habría pasado por un desinformado, o un incauto.
Emmanuel Jean-Michel Frédéric Macron (Amiens, 1977), sin renunciar a ninguna de estas ideas ni esconder su biografía, desafió todas las advertencias y se convertirá en el octavo presidente de la V República. La ceremonia de traspaso de poderes con el socialista François Hollande se celebrará esta misma semana y en los próximos días nombrará a un primer ministro. Nadie le esperaba, pocos creían en él cuando hace un año lanzó En Marche!, siendo aún ministro independiente de Hollande.
Una mezcla de suerte y audacia explican su éxito. Tuvo la suerte de ver cómo los principales aspirantes para la presidencia iban cayendo uno a uno en las elecciones primarias (Nicolas Sarkozy y Manuel Valls), bajo el peso de los escándalos (François Fillon) o por la decisión de no presentarse (François Hollande). Y supo aprovecharla al ocupar el preciado centro político para apelar a los “dos de cada tres franceses” de los que hablaba Valéry Giscard D’Estaing en un libro de 1984: el espectro que va del centroizquierda al centroderecha, la masa crítica necesaria para emprender las siempre aplazadas reformas.
La audacia de Macron consistió en entender que, en el año del descontento con el statu quo, había espacio para un hombre como él. Criado en y por el statu quo autóctono—el producto mejor acabado de la meritocracia francesa—, rompió con el statu quo. Por su juventud, casi revolucionaria para la clase política de este país. Y por su visión al emanciparse de los partidos tradicionales en el momento en que estos estaban a punto de implosionar. El nuevo presidente ha sabido captar el humor de una parte de la sociedad francesa, harta de la vieja política y las viejas estructuras y al mismo tiempo esperanzada y optimista. Es la Francia más cosmopolita y educada, la de los ingresos más elevados y las metrópolis globalizadas, pero también de la cornisa atlántica, en parte rural, la que menos ha sufrido los embates del capitalismo transnacional.
Una parte del voto a Macron es un voto de adhesión; una parte aún mayor lo constituyen ciudadanos de derechas e izquierdas que ante todo querían frenar al Frente Nacional de Le Pen. Son votantes prestados, que no regalarán nada al presidente en los próximos meses y que en algunos aspectos —la economía, o Europa— se oponen a sus ideas.
El sistema de elecciones con dos vueltas es una diferencia clave de Francia respecto a otros países sometidos a la sacudida populista. En Francia, aunque la opción extremista se clasifique, como ocurrió en la primera vuelta del 23 de abril, en la segunda vuelta se forman mayorías que impiden su acceso al poder. Esta es la maldición del FN y Le Pen, que, pese a los avances, siguen cargando con el estigma de la ultraderecha de raíz racista, antisemita y colaboracionista. La derrota en el momento más dulce para sus ideas —excepcionalmente un candidato estaba en sintonía con Moscú y Washington, y era Marine Le Pen— abrirá una reflexión y puede hacer tambalear su liderazgo. Cuenta sin embargo con el aval de millones de votantes y la aspiración de transformarse en el primer partido de la oposición. Y la alta abstención, comparada con otras elecciones, y un resultado que dobla el de su padre, Jean-Marie, en 2002, son una señal: el frente anti-Le Pen muestra signos de debilidad.
El peligro para Macron es la fuerte contestación que encontrará a izquierda y derecha, los sempiternos bloqueos con los que cualquier presidente reformista —y casi todos llegan prometiendo, por fin, la reforma— se estrellan a los pocos meses de instalarse en el Elíseo. Antes deberá nombrar al primer ministro —las quinielas señalan desde al veterano barón centrista François Bayrouhasta una mujer procedente de la sociedad civil— y obtener una mayoría parlamentaria en las elecciones legislativas de junio.
La victoria de Macron por ahora significa más por lo que evita —el ascenso al poder de un partido extremista que quería sacar a Francia de la UE y del euro— que por sus propuestas en sí. La potencia simbólica del resultado —un hombre joven, al que ya se ha comparado con el canadiense Justin Trudeau y al que se comparará con John Kennedy en el mundo de los Trump, Putin y el Brexit— desborda los detalles programáticos de En Marche!.
Francia, pese a su menguante peso internacional y sus inseguridades existenciales, tiene en común con EE UU su vocación universal, la creencia de que la ‘idea francesa’ —los ideales de la Revolución, los derechos humanos— trasciende sus fronteras. El general De Gaulle hablaba en 1945 de “estos momentos de la historia en los que en el suelo de Francia se decidía la suerte de Europa y, a través de ella, incluso del mundo”. La elección de Emmanuel Macron es un mensaje global.
5 cosas que descubrió un laico disfrazado de sacerdote católico
Sacerdote / Flickr Francisco Osorio (CC-BY-2.0)
«¿Qué pasó cuando me vestí como sacerdote: Una investigación sobre el poder del uniforme» es el título de un reportaje producto de un experimento social de Tom Chiarella, que se disfrazó de sacerdote para ver y experimentar la reacción de los transeúntes en las calles de Chicago en Estados Unidos.
El artículo publicado por la revista Esquire Magazine, que no suele presentar contenido católico en sus páginas, fue también recogido por el sitio ChurchPop, el cual publicó una lista con las 5 cosas descubiertas por Chiarella después de vestirse con la clásica sotana:
1. Las personas lo miraban por donde iba
«Una hora con el uniforme y supe esto: En un día de verano brillante, en una gran ciudad, un cura con sotana es algo digno de contemplar. La gente establece contacto visual con un cura, inclinan la cabeza o lo hacen ligeramente. También se quedan mirando, respetuosamente. De lejos”.
«Al caminar en parejas, los hombres dejan de lado su forma habitual de comportarse para decir bruscamente ‘Buenos días, padre’. Lo que es un hábito aprendido en la escuela secundaria”.
2. La gente quería tocarlo
«Por lo general, cuando te colocas un uniforme, nadie te toca. Excepto cuando es el de sacerdote; la gente va a tocar al sacerdote. En la muñeca, en su mayoría. A mí me pasó doce veces, apenas un pequeño contacto en medio de una conversación”.
«Extrañamente, el traje de cura fue el que más acción física me demandaba. Durante todo el día se tiene que dar abrazos, arrodillarse para hablar con los niños e inclinarse para los selfies».
3. Las personas sin hogar lo buscaron para pedirle ayuda
«Especialmente las personas necesitadas. Durante todo el día me enfrentaba a hombres y familias sin hogar sobre el asfalto. A veces llegaron hasta mí y sujetaron mi muñeca. Dos veces me pidieron una bendición que no podía dar. No de la manera que querían. Deseaba ser capaz de realizar un servicio para el mundo, y me encontré con que no podía hacer nada”.
«El uniforme viene con algo de responsabilidad, de lo contrario es solo un traje. Empecé arrodillándome, sosteniendo un billete de diez dólares y diciendo: ‘No soy un cura, pero te entiendo’. No podía hacerlo solo una vez, tuve que hacerlo 24 veces. Chicago es una gran ciudad, con una gran cantidad de almas atrapadas. Eso me hace sentir más triste de lo que podía imaginar».
4. Se convirtió en «atractivo» turístico de la ciudad
«Agotado, el autor del artículo aún vestido como presbítero, se dirigió a un carrito de comida, compró un tamal y saludó a un autobús turístico que le tocó el claxon. Ellos también le devolvieron el saludo”.
5. Es difícil ser sacerdote
Dada la forma en que muchas personas acudían a él en busca de ayuda o esperanza, el autor concluye: «extrañamente, el traje de sacerdote era el uniforme más exigente. […] Es fácil colocarte una sotana, pero no es fácil llevarla, en absoluto».
Traducido y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en ChurchPop.
Manny Fernández es el encargado del buró de The New York Times en Houston, Texas. Durante los últimos dos meses trabajó un reportaje sobre lo que viven algunos de los migrantes que cruzan desde México hacia la frontera sur de Texas, y de aquellos que mueren en el camino y no han sido identificados. Lo puedes leer aquí. Esta es una historia con la cual se topó durante esa investigación.
ENCINO, Texas – Una tarde de junio, tres migrantes que habían cruzado hacia Estados Unidos de manera ilegal e intentaban moverse a través de la maleza se toparon con una cabaña en esta localidad texana. No había nadie adentro y decidieron forzar la puerta. Esos son los datos duros e indisputables de lo que sucedió en el condado de Brooks el 16 de junio de 2013. Sin embargo, como todo lo demás que sucede en la zona fronteriza, los datos no cuentan toda la historia.
Quienes irrumpieron en la cabaña eran tres adolescentes de El Salvador. Habían viajado más de 2400 kilómetros para intentar llegar a Estados Unidos y se habían perdido en la maleza texana tras cruzar la frontera. Llevaban cuatro días caminando. Una de ellas estaba embarazada. Ya no querían evadir a la Patrulla Fronteriza; ahora querían ser encontradas porque la salvadoreña embarazada necesitaba ayuda.
Lo primero que hicieron cuando irrumpieron en la cabaña fue llamar a las autoridades estadounidenses. El número estaba escrito en un papel pegado a un corcho junto a la puerta. Las jóvenes se bañaron y limpiaron su ropa en lo que llegaban los agentes.
Antes de irse, una de las chicas agarró la hoja de papel con la lista de teléfonos. Volteó la hoja y le escribió una carta al dueño de la cabaña. Fue una acción pequeña por parte de una salvadoreña que buscaba cambiar su situación, una acción pequeña como las muchas que se viven diario en el flujo migratorio hacia Estados Unidos, en el cual abundan las generalizaciones y que tiene una carga política considerable. Fue algo tan sencillo: una carta de agradecimiento anónima.
“Disculpen por entrar a su rancho, pero fue por necesidad porque teníamos cuatro días de estar perdidas”, dice la nota. “Perdón por destruir su puerta y por haber utilizado sus pertenencias”, continúa el escrito, “gracias y mil veces perdón”.
La situación migratoria en la frontera de México con Estados Unidos se vive de una manera distinta aquí a cómo se ve en las noticias. El flujo de esas mujeres, hombres y niños está tan llena de desesperación y esperanza como otras migraciones masivas o crisis de refugiados en distintas partes del mundo. La escala es menor, pero no por ello menos trágica ni dramática.
En su trayecto por la maleza en Texas, los migrantes frecuentemente mueren por el calor, o por el frío. Un hombre que se perdió y llamó al 911 le dijo a la persona al otro lado del teléfono que estaba tan deshidratado que había recurrido a tomar su propia orina. Las mujeres son víctimas de abuso sexual. Una migrante embarazada alguna vez dio a luz en una cubeta que estaba en la parte trasera de un rancho y continuó por su camino, cargando al bebé.
Billy Griffith, de 68 años y quien administra un rancho en el sur de Texas, todavía recuerda cuando él y un grupo de cazadores se toparon con una mujer en llanto.
“Estaba recargándose contra la reja ahí en la casa y estaba desvaneciéndose”, dijo Griffith, quien llamó a la Patrulla Fronteriza. “Le dimos algo de tomar porque estaba deshidratada y entré a la casa para agarrar unas barras de granola; se las di. Para cuando llegó la patrulla, ella se había ido. Se fue caminando. El día siguiente encontramos a otra mujer, esta usaba un palo para mantenerse erguida mientras caminaba”.
Ryan Weatherston, de 35 años, es el capataz de la cabaña de Encino. Nunca supo los nombres de las tres adolescentes salvadoreñas. Dijo que tenían entre 16 y 18 años. Llegó a la cabaña y vio que había ropa tendida; las chicas salieron corriendo hacia su camioneta porque pensaron que era de la Patrulla Fronteriza.
“Iban camino a Houston”, dijo Weatherston. “Una estaba embarazada y ya no podía más. Ya habían llamado a las autoridades, no iban a poder seguir. Solo querían que esa chica recibiera atención médica”.
La Patrulla Fronteriza llegó por ellas.
Weatherston ahora deja abierta la puerta de la cabaña. Casi cuatro años después todavía se nota la abolladura donde las salvadoreñas azotaron un banquillo para abrirla. El banquillo todavía está ahí.
Y la carta de agradecimiento a la vuelta de la lista con teléfonos todavía está pegada al corcho.
Los médicos avisan a los ‘runners’: “Estamos enterrando corredores todas las semanas”
Un estudio avalado por la Sociedad Española de Medicina del Deporte revela que tres de cada cuatro corredores no se han hecho nunca una prueba de esfuerzo. “Se han lanzado a correr masivamente y sin conocimientos”, alerta su presidente.
XVII MEDIO MARATÓN DE MADRID Víctor Lerena Agencia EFE
Por Pedro Cifuentes
En 2008, cuando estalló la crisis financiera mundial, salían a correr en España aproximadamente un millón de personas. Hoy (según cálculos oficiales) esa cantidad se ha multiplicado por tres. El ‘running’ es la moda deportiva de la clase media, cautivada por la mezcla de salud, mejor aspecto físico y capacidad de superación personal asociada al hecho de entrenar asiduamente para correr cada vez mayor distancia en menos tiempo.
“No existe ninguna otra estrategia (nutricional, farmacológica, higiénica) que produzca tantos y tan importantes efectos beneficiosos sobre la salud como la actividad deportiva”, asegura el presidente de la Sociedad Española de Medicina del Deporte (SEMED), Pedro Manonelles. Sin embargo, los médicos españoles recelan bastante de la fiebre del ‘running’. Y el recientemente presentado VI Estudio CinfaSalud, sobre ‘Percepción y hábitos de los corredores y corredoras españoles’, ha arrojado unos resultados que Manonelles califica de “fascinantes”, pues “corroboran”, asegura, “lo que ya sospechábamos, pero corregido y aumentado”.
CINCO CARRERAS AL AÑO
Nueve de cada diez‘runners’ españoles (concretamente un 93,3%) no se preparan adecuadamente para correr, según la citada investigación (en la que han participado 2.400 corredores y corredoras de entre 20 y 60 años con un ritmo de al menos dos veces por semana, residentes en todas las comunidades autónomas españolas). Los ‘runners’ españoles corren a la semana una media de 3 horas y 22 minutos; más de la mitad (53%) sale tres o más veces por semana. Compiten, además, en una media de cinco carreras al año.
El afán competitivo y de superación no se traduce en una acusada preocupación por la salud. Tres de cada cuatro corredores no se han hecho nunca una prueba de esfuerzo ni siguen un plan de entrenamiento regular.La escasa popularidad de estas pruebas de esfuerzo alcanza a los corredores de maratón (cuatro de cada diez no se la han hecho jamás) y a los deportistas que padecen una afección cardiovascular previa: un 70% no se somete a este test «elemental».
Llama la atención asimismo que la mitad de los ‘runners’ patrios (un 48,5%) no caliente antes de correr ni estire después. Pero esta llamativa ausencia de calentamiento previo o (aún más importante) estiramiento posteriorocupa poco espacio en la mente de la Sociedad Española de Medicina del Deporte. Lo que le preocupa a los médicos, enfatiza Pedro Manonelles, son otras conclusiones del informe: “Que el 5% de los corredores experimente dolor torácico, o el 6% palpitaciones y taquicardia, o que un 10% haya tenido síncopes… ¡Y no consultan a los médicos! Es terrible, puesto que pueden ser síntomas de una enfermedad que acabe en muerte súbita. Estamos enterrando un corredor a la semana y algo hay que hacer”.
Las consecuencias de la falta de preparación también pueden, a la luz del informe, medirse en cifras. Seis de cada diez (61,8%) corredores españoles han sufrido problemas de salud mientras practicaban este deporte en el último año: el 38% padeció lesiones musculares –sobre todo en pierna, rodilla y tobillo–, el 23,1%, dolores de cabeza fuertes, el 12% fracturas y esguinces, el 10% mareos o desmayos y el 9% palpitaciones. Solo uno de cada diez (10,1%) acude, no obstante, a la consulta de un médico especialista. A la hora de buscar información sobre el ‘running’, Internet es la fuente principal (42,8%), seguida de amigos y familiares (36,8%).
LA SEMED, que certificó la seriedad del estudio CinfaSalud, opina que “los deportistas no siguen recomendaciones. Vemos que la gente se lanzan sin conocimientos y masivamente a correr”, prosigue Manonelles. “Gente que no ha hecho deporte en su vida y quiere correr un maratón. ¡Sin prepararse! Se compran unas zapatillas y unos auriculares y se tiran a la calle”.
Eduardo González Zorzano, experto de Cinfa, explica que “al correr, todo el cuerpo se pone en marcha: más de doscientos músculos y numerosos huesos y articulaciones se coordinan entre sí, al tiempo que el sistema respiratorio y el corazón trabajan a toda máquina […] El corredor debe cerciorarse de que su estado de salud le permite practicar su afición sin riesgos, sobre todo si tiene una patología previa diagnosticada, lo que sucede en el 28,4% de los casos”.
Pero ni siquiera los corredores españoles que sufren algún percance (fractura, mareo, dolor de cabeza) mientras corren buscan ayuda profesional: la mitad declara que no acudió al médico, y uno de cada cinco (21,1%), que no hizo nada al respecto. Los corredores gastan una media de 475 euros al año en este deporte, y el objetivo de la Sociedad Española de Medicina del Deporte es convencer a las sociedades deportivas populares de que obliguen a los afiliados a aportar certificados médicos: “En España hacen deporte de forma regular 15 millones de personas, la mayoría no federadas, sin control”, explica Manonelles. “Sería una gran oportunidad… Una prueba de esfuerzo bien hecha vale menos que unas zapatillas de alta gama […] Pero la gente le tiene miedo, por aquello de ‘me van a encontrar algo’”.
SIN ESTADÍSTICAS POR MUERTE SÚBITA
No existe en España un registro fiable y completo del número de muertes súbitas asociadas al deporte, pero en opinión de Manonelles la cifra supera las 200 personas: “Tíos que salen a correr una mañana y se mueren. Así de terrible”. Las actividades relacionadas más frecuentes son correr, ciclismo, fútbol y senderismo (“no hay deportes de más riesgo; es una cuestión de esfuerzo”). Los médicos deportólogos, decepcionados con la actitud del deportista español medio, advierten una ventana de esperanza en las parejas. “¿Quiénes son las únicas que nos hacen caso?”, pregunta Manonelles retóricamente: “Las mujeres de los deportistas populares. Muchos de los que vienen son obligados, del tipo “¡No sales a correr sin tu certificado!”
Ciudad de México, al borde de una crisis por el agua
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CIUDAD DE MÉXICO — En los días malos se puede oler la pestilencia un kilómetro y medio a la redonda: se esparce a lo largo de autopistas y edificios de oficinas.
En 1900, cuando terminó la construcción del Gran Canal de Desagüe, era visto como el puente de Brooklyn de Ciudad de México, una proeza de la ingeniería y un símbolo de orgullo cívico: medía 47 kilómetros de largo, con la capacidad de mover cientos de miles de litros de aguas residuales por segundo. Prometía resolver las inundaciones y los problemas de drenaje que habían abrumado a la ciudad por siglos.
Solo que no fue así, y casi desde el inicio. El movimiento del canal estaba basado en la fuerza de gravedad. Y Ciudad de México, que se encuentra a 2240 metros por encima del nivel del mar, se estaba hundiendo.
El hundimiento sigue, cada vez más rápido, y el canal es tan solo una víctima de lo que se ha convertido en un círculo vicioso. Con la escasez perpetua del agua, Ciudad de México ha seguido perforando en busca de más, lo que ha debilitado los antiguos lechos de arcilla de los lagos que los aztecas usaron para construir buena parte de la ciudad y lo que ha causado que se derrumbe aún más.
Extensión de los sedimentos en el lago de Texcoco.
Es un ciclo agravado por el cambio climático. Las altas temperaturas y la sequía implican una mayor evaporación y una mayor demanda de agua, lo que incrementa la presión de conseguir agua desde zonas de reserva distantes, a costos exorbitantes, o de drenar todavía más los acuíferos subterráneos y acelerar el colapso de la ciudad.
Las zonas a color muestran qué tan rápido se hundió la tierra entre octubre de 2014 y mayo de 2015.
SE HUNDIÓ 23 CENTÍMETROS POR AÑO – Fuente: la información sobre la tasa de subsidencia es de Dr. Andy Sowter en Geomatic Ventures Limited.
El hundimiento sigue y es cada vez más rápido; el canal es solo una víctima de lo que se ha convertido en un círculo vicioso.
En el inmenso barrio de Iztapalapa —donde viven cerca de dos millones de habitantes, muchos de los cuales no cuentan con agua corriente— las aceras parecen porcelana rota y 15 escuelas primarias se han venido abajo.
Hoy en día se escribe mucho sobre el cambio climático y el impacto del aumento del nivel el mar en las poblaciones costeras. Pero no solo las costas se ven afectadas. Ciudad de México, ubicada en un valle en el centro del país, es un ejemplo evidente. El mundo ha hecho una enorme apuesta en las capitales sobrepobladas como esta, con un gran número de residentes y economías grandes; la estabilidad del hemisferio parece depender de ellas.
Un estudio predice que un 10 por ciento de los mexicanos entre los 15 y 65 años podrían intentar emigrar al norte como resultado de las altas temperaturas, inundaciones y sequías, que probablemente desplazarían a millones de personas y aumentarían aún más las tensiones políticas sobre migración.
Los efectos del cambio climático son varios, pero una cosa es segura: siempre exponen las grandes vulnerabilidades de las ciudades, exacerbando los problemas que los políticos y los planificadores urbanos suelen ignorar o tratan de esconder bajo la alfombra. Se expanden hacia el exterior, desafiando fronteras.
Ese es el tema central de esta serie: cómo las ciudades responden, o no, a las distintas amenazas climáticas. En todo el mundo, el clima extremo y la escasez de agua aceleran la represión, los conflictos regionales y la violencia. Un informe de la Universidad de Columbia descubrió que en zonas donde disminuyen las lluvias “el riesgo de que los conflictos menores crezcan para convertirse en guerras a gran escala se duplica aproximadamente al año siguiente”. El término que usa el Pentágono para el cambio climático es “multiplicador de amenazas”.
En ningún lugar esto resulta más evidente que en las ciudades. Este es el primer siglo urbano en la historia de la humanidad, la primera vez que hay más gente viviendo en ciudades que nunca, y se predice que tres cuartas partes de la población mundial serán urbanas para 2050. Para entonces, según otro estudio, habrá más de 700 millones de refugiados climáticos.
Para muchas ciudades alrededor del mundo, adaptarse al cambio climático es una vía a la prosperidad a largo plazo. Esa es la buena noticia en lugares donde las sociedades están dispuestas a escuchar. Sin embargo, la adaptación también puede ser costosa y lenta. Puede ir en sentido contrario, a los ritmos de las campañas políticas, y enfrentarse a intereses poderosos y arraigados. Esto es, de hecho, lo que sucedió en Nueva Orleans, que ignoró las innumerables señales de alarma, destruyó protecciones naturales contra las inundaciones como el coral, le dio rienda a los desarrolladores y fracasó en reforzar los diques antes de que el huracán Katrina arrasara con la mayoría de la ciudad.
A diferencia de los embotellamientos o la delincuencia, el cambio climático no es algo que la gente percibe fácilmente. Ciertamente no es algo de lo que los residentes de Ciudad de México hablen todos los días. Sin embargo, es como una tormenta que se aproxima y amenaza con llevar a la ciudad, con su conjunto de problemas, a un punto crítico.
En palabras de Arnoldo Kramer, director de la oficina de Resiliencia de la Ciudad de México: “El cambio climático se ha convertido en la amenaza a largo plazo más grande para el futuro de la ciudad. Y esto es porque está vinculado al agua, la salud, la contaminación del aire, la interrupción del tránsito a causa de inundaciones, la vulnerabilidad de la vivienda por derrumbes, lo cual quiere decir que no podemos empezar a atender ninguno de los problemas reales de la ciudad sin hacer frente a la cuestión climática”.
Hay más en juego que solo la ciudad. Si el cambio climático causa estragos en el tejido económico y social de lugares clave en el mundo como Ciudad de México, advierte el escritor Christian Parenti en su libro Tropic of Chaos: Climate Change and the New Geography of Violence, “ninguna muralla, arma, alambrado, dron armado ni mercenario desplegado de manera permanente podrá salvar a la mitad del planeta de la otra mitad”.
Debido al hundimiento de la tierra, llamado subsidencia, muchos edificios parecen ondular.
Expansión y subsidencia
En el hundimiento de Ciudad de México hay un elemento de realismo mágico. En una glorieta de Paseo de la Reforma, el amplio bulevar central de la ciudad, el Ángel de la Independencia, un símbolo de orgullo mexicano, se posa ante el mar de automóviles desde la cima de una columna.
Los turistas toman fotos sin darse cuenta de que, cuando el entonces presidente mexicano Porfirio Díaz cortó el listón inaugural del monumento en 1910, el monumento descansaba sobre una base a la que se llegaba tras subir nueve escalones no muy altos. Pero, con el transcurso de las décadas, el barrio alrededor del Ángel se hundió, como un océano que se aleja cuando baja la marea, dejando a la deriva poco a poco al monumento. Al final tuvieron que añadirse catorce grandes escalones a la base para que el monumento siguiera conectado a la calle.
En el corazón del centro histórico de la ciudad, la parte posterior del Palacio Nacional ahora se inclina hacia la acera. Algunos edificios parecen dibujos cubistas, con ventanas que se inclinan, cornisas ondeantes y puertas que ya no están alineadas con sus marcos. La catedral metropolitana en el Zócalo, que se ha hundido en ciertas partes durante el siglo pasado, tiene una capilla inclinada y un campanario al que se le insertaron cuñas de piedra durante su construcción, como una calza debajo de la pata de una mesa que se tambalea.
Ciudad de México yace sobre una mezcla de suelo volcánico y lechos de lago de barro.
Loreta Castro Reguera es una joven arquitecta graduada de Harvard que se especializó en la subsidencia del suelo de Ciudad de México. Señaló una calle principal que sale del Zócalo y divide al oriente del poniente, siguiendo la ruta de un antiguo canal azteca.
La ciudad entera se encuentra donde alguna vez hubo una red de lagos. En 1325, los aztecas fundaron su capital, Tenochtitlán, en un islote. Con el tiempo ampliaron la ciudad con rellenos de tiera y plantaron cultivos sobre jardines flotantes llamados chinampas, terrenos de suelo cultivable que se crean con ayuda de balsas de caña y barro. Los lagos proporcionaron a los aztecas una línea de defensa y las chinampas, sustento. La idea: vivir con la naturaleza.
Después, los españoles conquistadores libraron una guerra contra el agua, decididos a contenerla. Desconocían el sistema azteca. Remplazaron las presas y canales con calles y plazas; drenaron los lagos y cortaron los bosques, padeciendo una inundación tras otra, incluyendo una que ahogó a la ciudad durante cinco años seguidos.
“Los aztecas se las arreglaban”, comentó Castro. “Pero tenían 300.000 residentes. Ahora tenemos 21 millones”.
Grabado de cómo era Ciudad de México en el siglo XIXHistorical Picture Archive/Corbis, vía Getty Images
Ciudad de México sigue siendo una aglomeración de barrios que en realidad son muchas grandes ciudades una junto a la otra. Durante el siglo pasado llegaron millones de migrantes de la provincia en busca de trabajo. La superficie de la ciudad pasó de abarcar 80 kilómetros cuadrados en los años cuarenta a 7954 kilómetros sesenta años más tarde, tomando en cuenta las zonas conurbadas, un crecimiento que ha dado lugar a una megalópolis vibrante pero caótica compuesta principalmente por desarrollos no planeados y que se extienden con rapidez. Los automóviles ahogan la atmósfera con dióxido de carbono, que induce el calor. Este desarrollo ha acabado casi en su totalidad con los lagos originales y ha mermado los acuíferos subterráneos: ahora un valle donde antes hubo agua en abundancia importa miles de millones de litros de lugares remotos.
El sistema para trasladar el agua hasta aquí es un milagro de la ingeniería hidráulica moderna. No obstante, es también una hazaña descabellada, consecuencia del hecho de que la ciudad no cuenta con la capacidad a gran escala para reciclar aguas negras ni para recolectar agua de lluvia, por lo que se ve obligada a expulsar la impactante cantidad de más de 700 mil millones de litros de aguas residuales y de lluvia por desagües paralizados como el Gran Canal.
Ahora la capital del país importa casi el 40 por ciento de su agua de fuentes remotas, para después desperdiciar más del 40 por ciento del agua que corre a lo largo de sus aproximadamente 12.000 kilómetros de tuberías debido a fugas y ordeña. Sin olvidarnos de que bombear esta agua hacia las montañas consume casi la misma cantidad de energía que la que expende toda la ciudad de Puebla, con una población de alrededor de un millón y medio de personas.
Incluso con tales hazañas hidráulicas, el gobierno reconoce que casi el 20 por ciento de los residentes de Ciudad de México –los críticos dicen que la cifra es aún mayor— todavía no pueden contar con agua corriente en los grifos de sus hogares. Para algunos residentes, el agua llega una vez a la semana o no llega en varias semanas y, en ciertos casos, el líquido que sale del grifo no es más que un fango amarillento. Hay quienes tienen que contratar camiones para que lleven agua potable a un costo que a veces es exponencialmente más elevado que lo que muchos residentes pudientes acaban pagando en barrios mejor abastecidos.
Varios habitantes dependen de la distribución del agua en camiones llamados pipas.
Una pipa en el barrio San Andrés Totoltepec
El encargado de supervisar el suministro de agua de la capital es un hombre delgado y paciente, con el aire cansado de un general de guerra: Ramón Aguirre Díaz es director del Sistema de Aguas de la Ciudad de México y habla con inusual franqueza sobre los peligros que se avecinan.
“Se espera que el cambio climático tenga dos efectos”, señaló. “Esperamos lluvias más fuertes e intensas, lo cual significa más inundaciones, pero también sequías más prolongadas y fuertes”.
Si deja de llover en las presas de las que la ciudad se abastece, dijo, “vamos a enfrentar un desastre potencial. No hay cómo contar con suficientes camiones de agua para lidiar con un escenario como ese”.
“Si tenemos los problemas que han tenido California y São Paulo”, agregó, “existirá la seria posibilidad de que haya disturbios”.
El problema no solo es que los acuíferos se estén agotando. Ciudad de México yace sobre una mezcla de suelo volcánico y lechos de barro de los lagos. Áreas como el centro histórico se encuentran sobre arcilla. Otras delegaciones se construyeron sobre terrenos volcánicos.
Los suelos volcánicos absorben agua y la depositan en los acuíferos. Son estables y porosos. Imaginemos una cubeta llena de canicas. Uno puede verter agua en la cubeta y las canicas apenas se moverán. Si uno mete un popote en la cubeta para extraer el agua, las canicas seguirán sin moverse. Durante siglos, antes de que la población se multiplicara, el suelo volcánico garantizó que la ciudad tuviera agua subterránea.
Parte de la crisis actual surge porque ahora hay desarrollos urbanos sobre la mayor parte de esta tierra porosa, incluyendo largos tramos que la ciudad supuestamente había reservado para la agricultura y la protección, denominados “suelo de conservación”. Así que la tierra porosa se encuentra sepultada bajo concreto y asfalto, lo que evita que la lluvia se filtre hacia los mantos acuíferos, ocasionando inundaciones y creando “islas de calor” que elevan las temperaturas aún más y que solo aumentan la demanda de agua.
Ahora imaginemos capas de plástico. A nivel molecular, el barro actúa un poco como eso. No absorbe el agua en realidad. En cambio, el agua se asienta entre las capas. Cuando el agua se drena, las capas pueden colapsar y fracturarse. Si toda la superficie de Ciudad de México estuviera construida sobre barro, por lo menos se hundiría al mismo ritmo y “el hundimiento sería una anécdota”, dijo Aguirre.
Sin embargo, debido a que la ciudad está construida sobre una mezcla de arcilla y suelo volcánico, se hunde de forma irregular, ocasionando fisuras impresionantes y peligrosas.
En Iztapalapa, Pedro Moctezuma Barragán, director del Centro para la Sustentabilidad Incalli Ixcahuicopa de la Universidad Autónoma Metropolitana, descendió hacia una especie de barranco donde una calle se había desplomado. Lleva años estudiando el problema. Dijo que 15.000 hogares en el área presentaban daño a causa del hundimiento del suelo.
El Gran Canal de Desagüe prometía resolver las inundaciones y los problemas de drenaje que habían abrumado a la ciudad por siglos.
‘El centro de la vida de las mujeres’
En las profundidades debajo del centro histórico, el agua extraída de los mantos acuíferos ahora puede terminar más allá de los límites de la ciudad, en Ecatepec, en una de las estaciones de bombeo más grande a lo largo del Gran Canal. La bomba, acabada en 2007, se construyó para mover 40.000 litros por segundo, agua que ahora necesita ser elevada de donde el canal se ha hundido, simplemente para continuar su camino.
El hombre a cargo de esta hercúlea labor es Carlos Salgado Terán, jefe de la unidad departamental de drenaje zona A en Ciudad de México, un funcionario serio que viste una camisa verde fuerte almidonada. Según Salgado, hoy el Gran Canal trabaja a solo un 30 por ciento de su capacidad debido a la subsidencia. Admitió que es una lucha titánica responder al ritmo del declive de la ciudad. Partes del canal a lo largo de Ecatepec se han hundido alrededor de 1,82 metros más desde la construcción de la planta, dijo.
Me llevó a hacer un recorrido una mañana. El canal está al descubierto, un río pestilente de aguas negras que eructa metano y ácido sulfúrico. Edificios de apartamentos, pintados de colores muy alegres, rodean la ribera. Vi un triciclo en un estacionamiento cercano a donde las máquinas gigantes y ruidosas de la estación producían enormes cantidades de una espuma blanca y aceitosa que cubría las aguas negras.
El canal opera al 30 por ciento de su capacidad.
Parte del canal corre por debajo de avenidas.
Salgado preguntó si quería un recorrido por los filtros. “El olor puede ser insoportable y es muy insalubre”, me advirtió.
Me dirigí en vez a Tlalpan, en el lado opuesto de la ciudad. Ahí es donde Claudia Sheinbaum, exsecretaria local de Medio Ambiente que desarrolló la primera estrategia de acción climática de la ciudad, es ahora jefa delegacional. Sheinbaum puede ser un poco impaciente y defensiva, el comportamiento de alguien que lleva a cabo una misión imposible.
“Con el cambio climático la situación solo empeorará”, dijo. Un clima más cálido solo agudizará los problemas de la ciudad con la contaminación, en especial, el ozono. Las ondas de calor implican crisis sanitarias y un aumento de los costos del cuidado de la salud en una ciudad donde no es común que haya aire acondicionado en los barrios pobres. Sheinbaum secundó lo que Aguirre había dicho sobre la amenaza de la sequía.
“En efecto”, afirmó, “no estamos preparados para una sequía”.
En Tlalpan, camiones enormes llamados “pipas” y que prometen “Agua Potable” se amontonaban al lado de la carretera. Desde un edificio de bloques de hormigón, pintado de rojo, lleno de grafitis y coronado con alambre de púas, brotaban dos tubos largos y angulados conectados a dos mangueras colgantes.
Estas tuberías se hunden 300 metros para llegar hasta un manto acuífero. Los camiones, uno tras otro, esperan su turno para llenarse al colocarse debajo de las mangueras.
Este es el lugar que provee de agua a los residentes de Tlalpan cuando esta no sale de sus grifos. Se necesitan más de 500 viajes al día para satisfacer a los ciudadanos de esta delegación. Juan José López, el representante delegacional en el pozo, distribuye encargos desde un escritorio lleno de las órdenes que los residentes presentan ante las oficinas del gobierno local. Los conductores de las pipas esperan a recibir sus encargos desde una ventanilla, cual restaurante de comida rápida.
“La bomba siempre está trabajando”, dijo López. “Por lo menos el agua sigue siendo buena”.
Al este, en Iztapalapa, algunos pozos extraen un líquido contaminado con minerales y químicos. Habitantes furiosos esperan en fila toda la noche para pedir pipas a los conductores, quienes algunas veces provocan que se enfrenten familias desesperadas para ver cuál paga el soborno más cuantioso.
Fernando González, que ayudó a administrar el suministro de agua de Iztapalapa durante 32 años, me contó que los efectos del agua contaminada en la salud quedan perfectamente claros para los residentes cuyos hijos desarrollan sarpullidos con regularidad y cuyos abuelos padecen de colitis.
En algunos casos, la entrega de la pipa puede extenderse de tres a treinta días, lo que obliga a los residentes a quedarse en casa todo el tiempo, ya que los pedidos se cancelan si no hay nadie cuando lleguen los camiones.
“El agua se convierte en el centro de la vida de las mujeres en lugares donde hay un problema de abasto grave”, señaló Mireya Imaz, directora de un programa de estrategias para la sustentabilidad en la Universidad Nacional Autónoma de México. “Las mujeres en Iztapalapa pueden pasar toda la noche esperando a pedir las pipas, después tienen que estar en casa para la llegada de los camiones y algunas veces se suben al camión con los choferes para asegurarse de que entreguen el agua, la cual no siempre es la opción más segura”.
“Para muchas mujeres pobres resulta imposible trabajar fuera de casa”, comentó. “Todo el sistema se agrava por la corrupción”.
Eso fue justo lo que escuché al hablar con las mujeres de Iztapalapa.
Virginia Josefina Ramírez Granillo, de 75 años, estaba de pie en el patio de un centro comunitario en San Miguel Teotongo, un barrio en un extremo de la delegación, al lado de un mural que mostraba a una mujer usando un lavadero para la ropa con ayuda de un grifo del que corría agua.
“Nos formamos a las tres de la mañana para la pipa”, dijo Ramírez, señalando hacia un lugar distante desde donde llegaban los camiones. “Esperamos durante horas para tener agua que no nos dura una semana, y por lo general no hay pipas suficientes. Algunas veces hay violencia. Las mujeres venden sus lugares en la fila. Si uno es del partido político equivocado, no le dan agua. Hay que demostrar su afiliación partidista o la credencial de elector”.
La gente en los barrios ricos del otro lado de la ciudad “no tiene que molestarse en pensar en el agua”, añadió. “Pero para nosotros es algo en lo que pensamos todo el día, todos los días”.
Un niño en Xochimilco junto a un tambo de agua
Una pipa y dos burros
Existen lugares en Ciudad de México a donde ni las pipas llegan, donde unas cuantas hectáreas descuidadas representan la precariedad de todo el sistema de aguas y, por extensión, de toda la ciudad.
Diana Contreras Guzmán vive en las colinas de la delegación de Xochimilco, donde las calles se levantan casi en vertical y los senderos de tierra conducen a chozas hechas de lámina corrugada, bloques de hormigón y cartón. Contreras es una joven madre soltera que comparte una casa de una habitación con nueve parientes. El padre de Contreras y tres de sus hermanos son trabajadores de limpieza. Su hermana trabaja en una oficina. Para tomar el autobús que los lleva al trabajo, a más de un kilómetro tras bajar una colina, deben salir de la casa a las 4:30 de la mañana. La mayoría de los días, Diana Contreras se queda a cargo de cuatro niños pequeños y, además, debe lidiar con el problema del agua.
Una vez a la semana, llega una pipa a distribuir agua más arriba, donde la calle está pavimentada. Cuando eso ocurre, Contreras, una mujer pequeña y esbelta, pasa dos horas subiendo y bajando la colina, siete veces en total, mientras carga 40 litros de agua en cada viaje de regreso. Algunas veces Josué y Valentina, dos de los niños, tratan de ayudar, arrastrando botellas de 2 litros. Contreras no puede dejar la casa sola por mucho tiempo, dijo, en caso de que alguien se robe el agua de su cisterna.
Diana Contreras Guzmán y su familia gastan más del 10 por ciento de sus ingresos en consumo de agua.
Paga 25 centavos de dólar por alrededor de 380 litros de una pipa. Sin embargo, dicha cantidad no es en absoluto suficiente para proveer de agua a su familia. Así que diariamente también le paga a Ángel, un vecino de 73 años que tiene un par de burros llamados Reno y Conejo. Los burros hacen una marcha ardua con contenedores de plástico, cuatro a la vez, que se llenan con agua de un pozo en la falda del cerro.
La familia de Contreras gana 12.000 pesos (600 dólares) al mes. Tiene que gastar más del diez por ciento de su ingreso en agua, con lo que pueden comprar menos de 38 litros de agua por persona al día.
Al oriente, un residente promedio de un barrio acaudalado de la ciudad, ubicado más cerca de los depósitos de agua, consume casi diez veces más litros por persona al día, según expertos. Sin embargo, esa persona paga una décima parte de lo que Contreras desembolsa por sus 38 litros.
Los burros llevan el agua hasta donde no llegan las pipas.
“¿Hay algún otro indicador más claro de que todo lo que tiene que ver con el agua en esta ciudad se reduce a desigualdad?”, preguntó David Vargas, quien, junto con Enrique Lomnitz fundó la empresa Isla Urbana. Esta produce sistemas de recolección de agua de lluvia de bajo costo y han instalado varios sistemas de recolección de agua en hogares del área de Contreras.
Le hice la pregunta posada por Vargas a Tanya Müller García, la secretaria del Medio Ambiente de la ciudad. “Estamos continuamente rompiendo récords de meses calurosos”, dijo, tras entregarme un informe sobre los planes de sostenilidad de la Ciudad de México. Este contiene predicciones como que, para 2080, la temperatura promedio en la capital habrá aumentado varios centígrados y las precipitaciones anuales disminuirán un 20 por ciento.
Müller se mostró a la defensiva en cuanto a la incapacidad de la ciudad de proveer agua potable a cada residente, e insistió que la cantidad de personas sin agua era exagerada. Dictó una lista de nuevos programas cuya finalidad es combatir la contaminación, conservar los espacios verdes y reducir la demanda de automóviles al mejorar el transporte público.
Esta ciudad está llena de gente brillante con buenas ideas, como un plan para crear un fondo de agua, de tal modo que las empresas que utilicen grandes cantidades del suministro de agua paguen para mejorar los servicios en zonas menos privilegiadas. Otro plan concibe un parque público que serviría a su vez para recolectar agua de lluvia. Y hay una agenda a largo plazo para convertir el aeropuerto, que será remplazado por uno nuevo en otro terreno, en una zona verde de uso mixto.
Mientras tanto, el gobierno federal mexicano se plantea construir un enorme aeropuerto gigante en el lecho seco de un lago, precisamente el peor lugar para su construcción. Recientemente, recortó por completo el presupuesto federal para reparar las tuberías de la ciudad, así como el metro y otra infraestructura crítica. Se trata, en parte, llanamente de política. El jefe de gobierno de Ciudad de México ha hablado sobre postularse a la presidencia. El gobierno actual no quiere hacerle ningún favor. Al mismo tiempo, las autoridades federales tienen su propia agenda y promocionan nuevas carreteras y el crecimiento urbano.
La desconexión entre los funcionarios locales y federales no es exclusiva de México. Suele pasar que las grandes ciudades salen perjudicadas cuando políticos estatales y federales atienden a un electorado distinto, como si a fin de cuentas las consecuencias no fueran desastrosas para todos.
“Tiene que haber un consenso, de científicos, políticos, ingenieros y la sociedad civil en lo que respecta a la contaminación, el agua y el clima”, enfatizó Sheinbaum, la exsecretaria del Medio Ambiente capitalina. “Tenemos los recursos, pero falta la voluntad política”.
Resulta que la misma Sheinbaum vive en una casa en donde solo sale agua de la llave dos veces al mes.
Ella también solicita pipas para que vayan a llenar su cisterna.
Ciudad de México sigue siendo una aglomeración de barrios que en realidad son muchas grandes ciudades una junto a la otra.
Las mujeres que hacen esto en medio de la noche rinden menos
Enviar un WhatsApp o echar un vistazo a Facebook desde la cama puede suponer una seria amenaza para tu salud
Por Mónica De Haro
El uso de dispositivos electrónicos, como móviles, tablets u ordenadores, en las horas previas al sueño es una práctica muy habitual y extendida en la sociedad actual a cualquier edad.
Sin embargo, una reciente encuesta realizada por ASISA ha desvelado que un 7 por ciento de la población española no sólo tiene este hábito antes de irse a dormir, sino que interrumpe su sueño nocturno porque “necesitan mirar el móvil en medio de la noche”.
La dependencia de los dispositivos móviles se está incrementando en todos los segmentos de la población, pero especialmente entre las mujeres, pues entre aquellos que han admitido tener que revisar su móvil interrumpiendo su sueño, el 62 por ciento eran mujeres frente al 38 por ciento de los hombres.
Este hábito resulta paradójico, si se pretende tener un sueño nocturno placentero y reparador porque la exposición tanto a la luz artificial como al ruido, antes y durante el sueño, puede alterar la calidad del mismo y generar problemas de salud. La luz que emiten estos dispositivos informa erróneamente a nuestro cerebro de que es de día, retrasando o impidiendo la secreción de la hormona del sueño, la melatonina. Al interrumpirse su secreción por la luz, tardamos más en dormirnos, teniendo mayor número de despertares nocturnos y un sueño de peor calidad.
De hecho, un reciente estudio publicado en la revista Sleep Medicine muestra que la capacidad cognitiva, la concentración y el estado de ánimo se ven influidos negativamente por la interrupción del sueño.
Si te acuestas a las 11 y miras el móvil unos 45 minutos, no podrás dormirte (profundamente) hasta la 1 de la madrugada. (Foto: Getty)
La baja productividad laboral es uno de los daños por el uso de dispositivos móviles, pero no la única. También repercute la calidad de sueño y llega a interferir en las relaciones familiares y de pareja.
Por otro lado, estos dispositivos requieren de nuestra concentración lo que produce la activación cerebral, que es lo contrario al concepto de sueño y dormir, que requiere una relajación previa. Todas estas prácticas inciden de manera directa en el descanso de las personas, pues no nos permiten desconectar de las actividades diarias.
En este sentido, la Dra. Paula Giménez Rodríguez, directora de la Unidad del Sueño de Clínica HLA Vistahermosa (Alicante) y delegada de ASISA en Alicante, aconseja “apagar el móvil o mantenerlo fuera de la habitación durante la noche” contradiciendo el hábito instaurado entre los españoles de mantener el móvil encendido en modo silencio dentro del dormitorio (56 por ciento de los encuestados).
Si repites este comportamiento (manipular un smartphone con las luces del dormitorio apagadas noche tras noche, las consecuencias pueden aparecer en forma de insomino o incluso depresión. Dormir poco y mal también dificulta que las células gliales limpien correctamente las neurotoxinas generadas a lo largo del día. Lo que podría provocar problemas de memoria, atención y tal vez de sobrepeso.
Además de los malos usos tecnológicos que nos impiden alcanzar un sueño reparador, el frenético ritmo de vida actual no nos ayuda a dormir mejor. El estrés, las largas jornadas laborales y el tener que compaginarlas con las tareas domésticas hacen que en muchas ocasiones no dé tiempo a desconectar y que se carezca de un tiempo previo al sueño para relajarse y preparar así el descanso nocturno.
“Nuestro cerebro no tiene un botón de off que podamos apretar cuando queramos para que el sueño se inicie. Necesitamos un tiempo previo de relajación, de desconexión de nuestro ajetreo diario, de los problemas y el estrés del trabajo”, apunta la Dra. Giménez. Y continua afirmando, “es conveniente irse a la cama con sueño y para conseguirlo es importante dedicar un tiempo previo a la hora de acostarse a relajarse y crear un ambiente que lo facilite.”
Una nueva e inesperada figura surge como parte del temido triángulo amoroso entre las parejas, tu móvil. (Foto: Getty)
En este sentido, la especialista sostiene: “Si a pesar de llevar un ritual previo de relajación no conseguimos dormir, no es recomendable quedarse en la cama dando vueltas, pues esto suele generar ansiedad y más frustración, aumentando el problema.”
La reacción más común entre los españoles cuando no pueden dormir, es ponerse nerviosos y empezar a pensar en problemas (46 por ciento). Así, el 48 por ciento de los participantes ha reconocido que el principal factor que les impide conciliar el sueño es pensar en las preocupaciones del día siguiente. Entre ellas, los jóvenes (18-35 años) y a los adultos (36-65 años) han admitido que el trabajo es su mayor preocupación, por delante de la salud, que el principal preocupación en las personas mayores de 65 años que han participado en la encuesta.
Ante esta situación, la Dra. Giménez aconseja “salir de la cama y realizar una actividad monótona y relajada: una lectura con luz cálida y tenue puede ser una buena opción.”
El verdadero motivo del festejo día del 3 de mayo: Día de la Santa Cruz
De acuerdo con la historia y la leyenda, fue la emperatriz Elena, madre de Constantino, quien en una peregrinación a Jerusalén, allá por el año 326 D.C., fue en busca de la cruz en que murió Cristo, y según se dice, después de algunas excavaciones encontró tres cruces en el monte del Golgota, dos de ellas, sugerían, era de los ladrones y la tercera de Cristo. Así que para saber cuál era la cruz de Jesús, decidió llevar a una mujer mortalmente enferma y recostarla en cada una de ellas. Las dos primeras no causaron ningún cambio en la enferma, pero en cuanto se recostó en la tercera cruz, ésta se puso de pie, curada milagrosamente. Esto sucedió en un 3 de mayo y desde entonces, en el mundo cristiano se celebra esta fecha como aniversario del encuentro de la Santa Cruz.
En México, la celebración de la Santa Cruz inicia en los albores del siglo XVI, cuando el capitán Juan de Grijalva, en honor de la fecha en que la descubre, nombra “Isla de la Santa Cruz” a la Isla de Acuzamil o Cozumel, en nuestro estado de Quintana Roo. Así que hoy, por la tradición, hay fiesta en Cozumel.
Pero en las obras, buscando la Cruz entre los escombros de las construcciones, ésta se prepara desde una noche antes con retacería de madera de obra, y los maistros la adornan con Flores y papeles de china y crepe de muchos colores, y con mucha Fe, luego de bendecirla el cura, es colocada en el lugar más alto de la obra, sincretismo de triunfo del cristianismo sobre las religiones paganas, atracción de lluvia para los campesinos y muestra de bendición y protección de la obra en construcción, todo ello como un rito de dedicación de la obra a Dios y con un deseo de bienestar y paz a todos los que posteriormente sean usuarios de la casa, edificio u hotel que se tenga en construcción.
Posterior a la instalación de la cruz, en una celebración de unidad entre la burguesía o el poder que paga la obra y el pueblo representado por los albañiles y los ingenieros y arquitectos con su corte de fierreros, plomeros, electricistas y maistros de obra, todos se ven sentados en mesas improvisadas de polines de obra y comales de lámina que organizan los maestros y sus chalanes, para compartir la barbacoa o la cochinita que se tenga preparada, bajo el amparo de algún tendido y con una refrescante chela en las mano, donde todos, lanzando cohetes al aire, conviven con alegría.
Se suponía que los milenials, generalmente definidos como personas nacidas entre 1982 y 2000, eran la generación que forjaría lo que hemos llamado “un nuevo consenso” a favor de la igualdad de género. En febrero, Jeffrey Sachs, el escritor y profesor de la Universidad de Columbia, calificó las elecciones de 2016, donde una candidata femenina extremadamente calificada perdió contra un hombre con un historial de falta de respeto a las mujeres, como “un tropiezo” en el camino a una sociedad igualitaria en Estados Unidos, la cual se alcanzaría una vez que los votantes milenials superen en número a los ancianos conservadores.
Sin embargo, la categoría milenial agrupa a todas las personas de 17 a 34 años, un grupo con variedad de raza, etnia, religión, ingresos, educación y experiencia de vida. No creas ni por un segundo que están unidos. Como revela una serie de informes publicados el viernes por el Council on Contemporary Families (consejo de familias contemporáneas), hay menos milenials jóvenes —de entre 18 y 25 años— que apoyan los modelos familiares igualitarios en contraste con el mismo grupo de edad hace veinte años.
Utilizando un sondeo que ha monitoreado las actitudes de los estudiantes del último año de la preparatoria durante casi 40 años, los sociólogos Joanna Pepin y David Cotter encontraron que la proporción de jóvenes que mantienen opiniones igualitarias sobre las relaciones de género aumentó en Estados Unidos desde 1977 hasta mediados de los noventa, pero desde entonces ha disminuido.
En 1994, solo el 42 por ciento de los estudiantes del último año de preparatoria estaban de acuerdo en que la mejor familia era aquella en la que el hombre era la principal fuente de ingresos y la mujer se ocupaba de la casa. No obstante, en 2014, el 58 por ciento de los estudiantes del último año de la preparatoria dijeron que preferían ese arreglo. En 1994, menos del 30 por ciento de los estudiantes de ese mismo nivel educativo pensaron que “el esposo debe tomar todas las decisiones importantes en la familia”. Para 2014, casi el 40 por ciento se había adherido a esa premisa.
Otro sondeo encontró una tendencia similar, en este caso concentrada principalmente entre los hombres. En 1994, el 83 por ciento de los varones jóvenes rechazó la superioridad de las familias en las que el varón sirve de sustento. Para 2014, la cifra de rechazo había caído al 55 por ciento. El desacuerdo de las mujeres disminuyó mucho menos, pues pasó del 85 por ciento en 1994 al 72 por ciento en 2014. Desde 1994, la confianza de las mujeres jóvenes en que aquellas con empleo son tan buenas madres como las que se quedan en casa ha seguido aumentando. De hecho, para 2014, los hombres de 18 a 25 años eran más tradicionales que sus mayores.
Este retroceso en el apoyo a la igualdad de género pudo haber sido un factor en las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2016, a pesar de que los votantes de 18 a 30 años eran más propensos que cualquier otro grupo de edad a votar por Hillary Clinton.
No solo son los milenials más jóvenes quienes parecen resistirse a continuar con la revolución de género. En general, los estadounidenses de entre 18 y 34 años se sienten menos cómodos que sus mayores con la idea de que las mujeres desempeñen papeles que históricamente tienen los hombres. Además, los hombres milenials son significativamente más propensos que los hombres de la generación X o los baby boomers a decir que la sociedad ya ha hecho todos los cambios necesarios para crear la igualdad en el lugar de trabajo.
¿Acaso estamos enfrentando un estancamiento o incluso un giro en el cambio hacia la igualdad de género? Esa es una posibilidad, especialmente si continuamos fijando nuestras esperanzas en un proceso evolutivo de liberalización generacional. Sin embargo, existen pruebas considerables de que la disminución del apoyo a los modelos domésticos “no tradicionales” se debe a que los jóvenes son testigos de las dificultades experimentadas por los padres en las familias donde hay dos fuentes de sustento. Un estudio reciente de 22 países europeos y de habla inglesa encontró que los padres estadounidenses reportan los niveles más altos de infelicidad en comparación con quienes no son padres, una diferencia que según los investigadores “se explica totalmente” mediante la ausencia de políticas que respalden el equilibrio laboral y familiar.
No es de extrañar que algunos jóvenes piensen que los modelos familiares más tradicionales podrían hacer la vida menos estresante. De manera reveladora, el apoyo a la igualdad de género ha seguido aumentando entre todos los grupos de edad en Europa, donde la norma son las inversiones públicas sustanciales en servicios asequibles y de alta calidad de cuidado de niños, así como las vacaciones pagadas para padres y madres.
La disponibilidad de esas opciones pesa cada vez más por encima del apoyo cultural a los modelos tradicionales de género. Cuando a los jóvenes estadounidenses se les pregunta acerca de sus aspiraciones familiares, la gran mayoría elige compartir el sustento familiar y el cuidado de los hijos si se menciona la opción de políticas de trabajo compatibles con la familia.
Además, las ventajas financieras de las parejas donde ambos son asalariados en comparación con las familias donde solo los hombres sirven de sustento familiar han aumentado considerablemente en los últimos años, y una división desigual del trabajo doméstico se ha vuelto cada vez más dañina para las relaciones. La minoría de parejas que logran dividir las tareas domésticas y la crianza de los hijos también reportan mayores niveles de satisfacción sexual y matrimonial, así como sexo más frecuente, en comparación con los hombres y las mujeres de hogares donde la esposa realiza la mayor parte de los quehaceres domésticos y de crianza de los niños.
Sin embargo, la mayoría de los padres jóvenes no podrán mantener valores y prácticas igualitarias sin mejores políticas laborales y familiares. Debe ser posible alcanzarlas, pues más del 80 por ciento de los estadounidenses —y una fuerte mayoría de ambos sexos— apoya el permiso de maternidad remunerado y el 70 por ciento también está a favor de que se otorgue a los padres. Entre las personas de 18 a 29 años de edad, la cifra se eleva al 91 por ciento para quienes están a favor del permiso pagado para las madres y el 82 por ciento que está a favor del permiso para los padres.
Solo si obtenemos esas reformas podríamos darnos cuenta de un fenómeno: en lugar de que los jóvenes abandonen su idealismo igualitario, lo cual podría suceder según la percepción popular, en realidad más jóvenes podrían adoptar esa mentalidad. Eso crearía la mayor cantidad de modelos familiares igualitarios hasta el momento.
Estás consciente de los patrones familiares que reproduces en tu propia vida?
Por Gala Camberos
Hace unos días les platiqué de lo que es confrontar a alguien desde la honestidad y siendo asertivos (no pasivos, no agresivos). La primera confrontación que tuve de esta naturaleza ocurrió cuando yo tenía 18 años y se las comparto por si a alguien puede servirle mi experiencia.
Mi madre había muerto un año antes y yo llevaba apenas 6 años de convivir con mi padre, lo hacía ocasionalmente porque no vivíamos juntos. Un día en un restaurante le pregunté por qué no se había quedado con mi madre y conmigo… vi su rostro desencajado y sus ojos llenarse de las lágrimas que se asoman cuando algo se ha movido profundamente en el corazón y quieres llorar, tomó un poco de aire y me dijo:
«Tu madre fue lo que mejor que pasó por mi vida, una mujer sumamente inteligente, fuerte, independiente, hermosa y segura… ella no me necesitaba y eso fue lo que me asustó. No todos los hombres podemos con el brillo de las mujeres como ella. Cometí el error de dejarla ir y cuando quise repararlo, ya era demasiado tarde.»
Hay patrones que se repiten generacionalmente en una familia. Cosas que de pronto viven las o los bisabuelos, abuelos, padres e hijos, hasta que llega alguien que los sana y los resuelve en el «sistema familiar», sanando así a todo el árbol genealógico.
Piensa en cuáles son los patrones o situaciones que se repiten una y otra vez en tu familia y trabájalos. Estos son algunos de ellos:
Adicciones.
Soledad por divorcios, viudez, abandonos, falta de pareja.
Traiciones.
Pérdidas financieras, escacez, falta de dinero o trabajo. Etc.
Les comparto la oración a la que yo recurro frecuentemente para sanar y resolver históricamente esto, recuerda primero agradecer y luego pedir:
Creador de Todo lo que Es: Dios, te agradezco desde lo profundo de mi ser por mi vida y la vida de toda mi familia, con amor te pido que sanes, limpies y resuelvas en todo mi sistema familiar… (mencionas la situación) para que dejemos de vivirla, de experimentarla, de seguirla atrayendo y generando. Pido humildemente perdón a nombre de todos nosotros por lo que sea que haya generado esto y te doy gracias porque sé que en esta hora bendita tu me has escuchado. Reestablece la perfección divina entre nosotros. Hecho está.
Amo esta foto de mis padres, amo la carita de mi madre y el amor que veo en sus ojos. Vengo de un sistema familiar de mujeres que aman demasiado… afortunadamente ya trabajo también en reequilibrar esta situación para bien de toda mi familia y de la humanidad.