Habitualmente, las vacaciones escolares son muy esperadas por los alumnos. En cambio, con los padres de familia no siempre ocurre lo mismo. Se suelen preguntar: ¿qué vamos a hacer con nuestros hijos durante tantos días sin clases? ¿Cómo vamos a conseguir el suficiente dinero para mantenerlos entretenidos?
Lo primero que hay que decir sobre las vacaciones es que son unas semanas para aprovecharlas bien, para lograr un enriquecimiento como personas. Y no se requiere gastar “una fortuna”, sino de tener ingenio y creatividad.
Los padres deben de tomar la iniciativa y proponer a sus hijos planes interesantes, divertidos, constructivos y, a la vez, que les ilusionen. A continuación, sugiero algunas propuestas concretas:
Actividades deportivas.
El ejercitar un deporte fortalece la voluntad de los hijos; acrecienta el espíritu de sacrificio; facilita la convivencia y el conocimiento de los mismos miembros de la familia y sus amigos. Resultan bastante formativos los paseos y excursiones al campo, para que entren los pequeños en contacto con la naturaleza. Existen muchos sitios donde se pueden levantar tiendas de campaña y pasar varios días de intensa convivencia. Esto integra mucho a la familia. Además, normalmente es una opción que suele ser económica y en la que los hijos desarrollan otras habilidades como aprender a nadar, a subir pequeños montes, a conocer animales, a pescar en un río, a pasear en bicicleta, etc.
Visitar ciudades y pueblos interesantes.
Nuestro país tiene una gran tradición histórica y cultural. Los niños y jóvenes pueden visitar Centros Históricos de la Ciudad de México y de hermosas ciudades coloniales como Querétaro, Puebla, Morelia, San Miguel de Allende, San Luis Potosí, o también pueblos pintorescos a los que se les ha denominado como “Pueblos Mágicos”.
Contacto con la cultura:
Visitar museos, exposiciones de pintura, de escultura, casas de la cultura, bibliotecas, librerías… con la finalidad de que los hijos entren en contacto con el mundo cultural.
Juegos infantiles y lecturas:
Conseguir juguetes educativos, de acuerdo con las edades. También es importante aficionar a los hijos a los buenos libros, en especial a los clásicos de la literatura universal.Precisamente en nuestro tiempo, cuando muchos niños y adolescentes emplean demasiado tiempo viendo videos y películas a través de su tablet, navegando por Internet, escuchando música e interactuando con su celular, es importante cultivarles el gusto por la lectura, con lo cual se adentrarán en un mundo insospechado y maravilloso, donde intelectualmente podrán desarrollar su inteligencia, su memoria, su imaginación y su creatividad. Hay muchas librerías que ofrecen, a precios módicos, excelentes libros impresos o en formato electrónico.
Arte:
Que tomen clases de algún instrumento musical, de pintura, de dibujo, de baile, de canto, de oratoria, etc.
Trabajos manuales:
Es formativo también que los hijos adquieran destrezas en el manejo de las herramientas. Les puede servir que realicen pequeños trabajos de carpintería, pintura, arreglos materiales dentro de la casa, jardinería. Eso, sin duda, contribuye a desarrollar en ellos otras habilidades.
Idiomas:
Hay quienes se interesan en tomar cursos intensivos de algún idioma o en integrarse a campamentos infantiles o juveniles. También constituye una buena forma de aprovechar bien las vacaciones.
TV, aparatos electrónicos e Internet:
Sugiero que en vez de entretenerse en lo que se les vaya ocurriendo y estar continuamente cambiando de canales a la TV, los padres pueden planear el ver en familia, por ejemplo, programas sobre historia, biografías de personajes célebres, geografía, de carácter científico o cultural, que resultan –sin duda- más formativos, y a continuación, comentarlos con los hijos para subrayar las ideas claves y que vayan aumentando sus conocimientos.
Actividades del espíritu:
Las vacaciones son también un tiempo en el que podemos tener un mayor acercamiento a Dios, meditando y leyendo los Evangelios, algún buen libro de lectura espiritual, vidas de santos. El cultivo de la presencia de Dios en la familia ayuda a fortalecer los valores espirituales. El contacto con la naturaleza es una buena oportunidad para contactar con Dios.
Convivencia familiar:
Las vacaciones son un tiempo estupendo para hacer mayor amistad con los hijos y conocerlos más a fondo. También para tener más cercanía con los abuelos, los tíos, los primos…
Realizar obras de servicio social:
Ayuda mucho a los hijos el visitar a un orfelinato, un asilo de ancianos, visitar a un familiar enfermo y llevarle un rato de compañía y de alegría. No cabe duda que se aprende más dándose a los demás, con generosidad, que organizando planes pensando únicamente en pasarla bien.
En conclusión, las vacaciones pueden ser una magnífica oportunidad para crecer como personas; son un tiempo de formación cultural; de desarrollo de nuevas actividades o destrezas, de realizar labores solidarias por el bien de la comunidad y para disfrutar de una grata convivencia familiar.
Ante un futuro que da pánico, el mundo occidental se ha refugiado en la añoranza del pasado.
Móviles retro, comida ecológica, retiros de silencio… Todas son manifestaciones de un nuevo movimiento de resistencia. Es el auge de los Antiprogreso.
En el siglo XVII un grupo de médicos suizos ideó un tratamiento pionero contra la nostalgia, considerada entonces una enfermedad. La receta consistía en la combinación de opio, sanguijuelas y una caminata por la montaña. 400 años después, es evidente que no surtió demasiado efecto. Hoy seguimos luchando contra el mismo malestar, aunque con una receta actualizada: antidepresivos, dieta detox y running. La nostalgia, ese sentimiento de pérdida y añoranza del pasado, se ha convertido en pandemia. En el escozor espiritual de Occidente. En un desencanto que no encuentra alivio y alrededor del cual se está creando un movimiento de resistencia.
Los atléticos tienen el Cholismo y los nostálgicos, el Antiprogreso.
Está por todas partes. Seguro que usted conoce a alguien que ha rescatado su viejo móvil Nokia, que de repente dice preferir la huerta de toda la vida al restaurante con estrella Michelin o que se plantea inscribirse en un retiro de silencio en vez de acodarse en el chiringuito como cada julio.
¿Cómo hemos llegado a esto? El rechazo del mundo hiperconectado, la defensa del entorno natural como escenario de un estilo de vida alternativo, la reivindicación de la escala humana frente a la sociedad industrial, la búsqueda del equilibrio a través de la salud… Todas éstas son manifestaciones del Antiprogreso y explican por qué en el cruce de caminos contemporáneo muchos deciden guiarse por el cartel de madera del ayer y no por las lucecitas led del mañana.
Mediodía de un miércoles de mayo. Varios treintañeros entran y salen en el recién inaugurado Carrefour Bio, el primer supermercado ecológico de la cadena en España. En los 150 metros cuadrados de este esquinazo estratégico de Malasaña (Madrid) se pueden encontrar salchichas de tofu, zumo de aloe vera y semillas de chía. De fondo, como vestigio sonoro de La Movida, cuando en el barrio no había ni barbas ni bicicletas, suena La negra flor de Radio Futura.
Teresa es vegana y estudiante de máster. El día anterior compró leche de almendra, yogures de soja, pan, verdura y cereales. Hace cuatro años vivía en Berlín, donde el consumo ecológico estaba «superestablecido». «Aquí no se sabía prácticamente nada, me llamaban loca cuando volvía y pedía algo bio; ahora cada vez sorprende menos», explica. En el cesto de Yolanda, artista y galerista, hay patatas y tomates cuyo precio duplica el habitual. «Y eso que no voy económicamente sobrada», admite.
Teresa y Yolanda comparten filosofía slow y reconocen que dicha actitud tiene «muchísimo de moda». Creer que lo verde es mejor porque sí es una muestra más del auge del Antiprogreso.
El sociólogo polaco Zygmunt Bauman ya vislumbraba este fenómeno en su ensayo Retrotopía, publicado hace unas semanas (Ed. Paidós). En él alertaba de que el futuro ha dejado de ser el hábitat natural de las esperanzas para convertirse en un escenario de pesadilla. «El terror a perder el trabajo y el estatus social asociado a éste, el terror a que nos confisquen el hogar y el resto de nuestros bienes y enseres, el terror a contemplar impotentes cómo nuestros hijos caen sin remedio por la espiral descendente de la pérdida de bienestar y prestigio, y el terror a ver las competencias que tanto nos costó aprender y memorizar despojadas del poco valor de mercado que les pudiera quedar».
Terror, repite hasta cuatro veces Bauman en un mismo párrafo. No incertidumbre. No desconfianza. Ni siquiera pesimismo. Terror. El padre de la modernidad líquida y quien mejor supo interpretar la transición civilizacional del siglo XX murió antes de ver su última reflexión en las librerías. Sin embargo, el concepto de retrotopía, la idea del pasado como refugio en un tiempo de múltiples peligros (del desahucio al cambio climático, de la robotización del trabajo al Alzheimer), es seguro que le sobrevivirá unas cuantas décadas.
«El convencimiento de que el mundo podía ser transformado radicalmente en sus dimensiones social, política, económica… Esa idea ha ido desapareciendo», expone Manuel Cruz, catedrático de Filosofía y autor de Ser sin tiempo y Las malas pasadas del pasado. «Si te fijas, ahora cuando hablamos del futuro, que se habla poco, lo hacemos en aspectos muy técnicos, del tipo ‘En el año 2050 la medicina habrá conseguido no sé qué’. Cuestiones más relacionadas con la naturaleza que con la sociedad. De lo que hemos dejado de hablar es de ‘En el año 2050 el mundo será más igualitario’».
Cruz define la época en que vivimos y su querencia por el flashback con un casi eslogan: «El fin de las utopías». ¿Qué ha pasado para que el relato del porvenir como sinónimo de avance se haya deteriorado hasta el punto de que cada vez más personas quieran volver al campo, a lo manual, a lo que se puede tocar, a lo que no se puede hackear? «El poder del complejo científico-técnico se ha disparado de tal manera, somos tan impotentes para controlarlo, que lo percibimos más como una amenaza que como una promesa de futuro», enfatiza el pensador.
Es la paradoja del hacha y el algoritmo: la herramienta sólo la siguen usando unos pocos, pero todo el mundo tiene claro para qué sirve, sea bueno (cortar leña) o malo (matar); la datificación, no.
«Más que del progreso, hay un cuestionamiento del crecimiento como forma de progreso. No necesariamente una sociedad que consume más, que genera más residuos y más modificación ambiental es más feliz. La gran búsqueda del ser humano es la de la felicidad», tercia Juan López de Uralde. El coportavoz de Equo y ex director de Greenpeace, que se queja al otro lado del teléfono cuando le hablamos de Antiprogreso –«el término no me gusta nada»-, cree que hemos llegado a la conclusión de que la respuesta a los grandes desafíos no siempre estará en la tecnología. «Nos va a ayudar en algunos casos de manera muy evidente, pero en otros a lo peor nos mete en una espiral en la que no queremos estar».
Esa sensación de fin de ciclo, tan Fukuyama, está generando un «bloqueo psíquico», en palabras del historietista Miguel Brieva. Para el autor de ensayos en formato cómic como Bienvenido al mundo y Dinero, en los que retrata con ironía los excesos del materialismo capitalista, «este tiempo ya es irreal, vivimos en una especie de fantasmagoría. El problema es que muy poca gente es consciente de ello. Hay quien se está replanteando sus premisas vitales e intenta proyectar otro modelo, pero la gran mayoría de la población está en shock, como el ciervo que se queda en mitad de la carretera deslumbrado por las luces del coche que lo va a atropellar».
Medir un posicionamiento como el del Antiprogreso es difícil. ¿Contabilizamos los firmantes de la petición ¡Salvemos a las abejas! en Change.Org? ¿Hacemos balance de los kilómetros de carril-bici que se han inaugurado en los últimos años? ¿Le preguntamos al INE si tiene un censo de neorrurales? Ya que se extiende el hartazgo de la tecnología, tal vez sea interesante observar el tiempo que dedicamos semanalmente a las redes sociales. Según un informe de la asociación IAB Spain, Facebook y Twitter bajan una hora con respecto a 2016. Spotify, Telegram y Pinterest pierden media hora. Youtube, un cuarto… Curiosamente sólo WhatsApp, la única que imita el cara a cara físico, logra mantener la frecuencia de uso.
Este cansancio contrasta con las alegres cifras de ventas en todo el mundo de productos que parecían desplazados por la revolución 4.0: carretes de fotos, juegos de mesa, cuadernos y bolígrafos, relojes con manecillas… Y discos de vinilo. La asociación Promusicae certifica que en España se vendieron 433.000 copias en este formato en 2016 (19,6% más que en el ejercicio anterior).
El escritor y periodista canadiense David Sax es el autor de una de las biblias del Antiprogreso: The Revenge of Analog: Real Things and Why They Matter (La venganza de lo analógico: cosas reales y por qué importan). Reconocido por The New York Times como uno de los libros de 2016, en él Sax reflexiona acerca de cómo esos productos siguen enseñando y siendo útiles. Incluso a gurús de Silicon Valley.
«Nuestra percepción respecto a la evolución de la tecnología es errónea», sugiere Sax. «Nos hemos dicho que el progreso es lineal y que la tecnología cada año es mejor, pero en realidad la evolución de la tecnología, sea del tipo que sea, es una conversación entre nosotros como usuarios y esa herramienta, entre los valores individuales y los de la sociedad. Y esa conversación no pierde de vista al pasado. Algunas ideas viejas siguen teniendo valor. Hace 30 ó 40 años, cuando se inventó el microondas, la idea de que íbamos a volver a hacer pan de manera tradicional, más parecida a la del siglo XIX que a la del XXI, habría sido ridícula».
A Sax el Antiprogreso y su repliegue hacia cierto primitivismo le recuerda a los luditas de la Inglaterra de hace 200 años. Aquellos activistas destruían máquinas creyendo, ingenuamente, que al sabotear la tecnología podían frenar el desarrollo. Ahora el campo de batalla ya no está en la fábrica; está en la ciudad. Se estima que el 75% de la población mundial vivirá dentro de 25 años en megalópolis, esas áreas con millones de habitantes y crecimiento acelerado que ni los profetas del Apocalipsis son capaces de anticipar.
«El homo sapiens urbanus ya no puede pertenecer a la ciudad, por eso reconstruye una pertenencia anterior, casi mitológica […]. Es esta nostalgia de un origen, la ansiedad por la pertenencia a algo estable, lo que ha espoleado las continuas olas suburbanas de las clases medias, que siempre desean escapar de la ciudad a cualquier precio», escribe Juanma Agulles en La destrucción de la ciudad, Premio Catarata de Ensayo.
Agulles es doctor en Sociología. No trabaja dando clases en la universidad, sino en un centro para personas sin hogar. Eso significa que conoce igual de bien las motivaciones de quienes quieren huir de la ciudad como las de quienes pelean para volver a integrarse en ella. A su juicio, la insatisfacción urbana lleva a la búsqueda del paraíso perdido, aunque advierte: «El mundo rural ha sido también industrializado, y en muchos lugares las nocividades de la agroquímica compiten en virulencia con los subproductos tóxicos de cualquier otra industria. Tanto que es posible que pasear por una avenida de una gran ciudad no sea necesariamente más nocivo para nuestra salud que la coexistencia rural con multitud de plaguicidas».
No todo es añoranza del paisaje virgen. El Antiprogreso también afecta a la esencia del hombre como animal social. «El aire de la ciudad ya no nos hace libres, como se decía en la Edad Media, sino que se ha convertido en una penosa respiración asistida», añade Agulles. «No es el medio ambiente urbano lo que más perjudica a la salud de sus habitantes, sino la falta de libertad y la nocividad de un trabajo absurdo, la reclusión en el encierro individual del consumo, la delegación completa de cualquier responsabilidad ante la complejidad de una aglomeración en la que lo humano se convierte en masa».
Silenciosa pero perceptiblemente, el Antiprogreso está generando su propia tipología, que admite subgrupos.
Quien prefiere comprarse un Seat 600 a esperar al coche sin conductor de Tesla, se inquieta por que la lectura del gas se haga con código QR y usa post it en vez de notas de audio es un tecno-relativista.
Quien vive en una ciudad a su pesar, se consuela plantando tomates en el balcón y educa a sus hijos en la separación de residuos es un urbalérgico.
Quien se ha ido al campo, ve en el compost una salida laboral y disfruta contando a sus amigos cuándo canta el gallo es un agroexiliado.
Quien no ha tenido el menor interés en salir del pueblo, tiene grima de los centros comerciales y se entusiasma al encender la chimenea es un irreductible.
El periodista y escritor mexicano Mauricio-José Schwarz acuñó hace casi una década un término más afilado que el de Antiprogreso: el de izquierda feng-shui. «Es la que juega a lo esotérico, a lo paranormal, a la sospecha de que la Ciencia es parte de un establishment malévolo», aclara. Por situarnos: según Schwarz, la izquierda feng-shui o izquierda magufa se posiciona contra las vacunas, los transgénicos, las antenas de telefonía móvil o el fracking y a favor de la homeopatía, la acupuntura o la agricultura biodinámica.
«Me parece muy bien que la gente se preocupe por la salud y el medio ambiente. El problema es que ciertas propuestas son un pseudorrollo místico sin base científica», se desmarca JM Mulet, profesor en la Universidad Politécnica de Valencia, divulgador de temas relacionados con la biotecnología y la alimentación y autor de Medicina sin engaños y Los productos naturales ¡vaya timo!
A su juicio, la popularidad de esas propuestas que se confunden con la superstición y cuyos beneficios son dudosos «responde en todo caso una crisis de valores». «Hasta hace poco, la Iglesia tenía bastante presencia pública en Europa. Eso ha cambiado, pero la gente sigue teniendo inquietud espiritual y ha encontrado en el pack medicina alternativa-alimentación ecológica cómo llenar ese vacío».
Eso explicaría la demonización del gluten y el aceite de palma. También pondría contexto a la polémica de la madre a la que se le prohibió dar a su bebé un biberón con leche de vaca en un restaurante vegano. Incluso justificaría la inauguración de Carrefour Bio. La multinacional francesa demuestra con la apertura de su establecimiento en Malasaña que vio antes que nadie dónde estaba el nicho de mercado. Según un informe del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, el consumo de alimentos ecológicos aumentó un 24,5% en 2015 (1.500 millones de euros).
¿Es el Antiprogreso el nuevo órdago antisistema… o sólo capitalismo verde? Byung Chul-Han, quizás el pensador más clarividente del nuevo milenio, escribió en La expulsión de lo distinto que «la proliferación de lo sano es tan obscena como la proliferación de la obesidad. Es una enfermedad. Le es inherente una morbosidad».
Mulet invita a diferenciar «alimentación concienciada», que no pasa necesariamente por pagar el doble por un litro de leche, por muy bio que sea, y «turismo rural en el mercadillo de los sábados». Para él esta expresión del Antiprogreso «es más postureo que una actitud medianamente coherente. La mayoría de los que aboga por las terapias alternativas no renuncia a la anestesia cuando va al dentista, y los que dicen que quieren volver al campo lo hacen con wifi».
«Evidentemente, tienes internet igual que vas vestido y no llevas unas hojas de parra», replica Rubén Hernández desde su casa en el límite de las provincias de Cáceres y Ávila. Allí, a ocho kilómetros del pueblo más cercano y a 200 de Madrid, se trasladó con su familia el cofundador de la editorial Errata Naturae para «intentar armonizar lo que uno piensa y lo que hace todos los días». Hernández es el gran impulsor en España de la nature writing o literatura ruralista. En 2013 vio la necesidad de publicar una nueva traducción de Walden, el manual en clave conservacionista que el filósofo Henry David Thoreau escribió en 1854. Acertó de lleno: se han vendido 15.000 ejemplares.
Thoreau es una figura fundamental para entender el Antiprogreso en toda su dimensión. «Una cosa muy clara en su obra es la idea de la simplicidad voluntaria», destaca Hernández a propósito del pensador salvaje, del que justo ahora se celebra el 200 aniversario de su nacimiento. Un referente moral cuyo mensaje sigue siendo inspirador hasta niveles insólitos.
El lanzamiento más sorprendente del año en el mundo de las consolas es, precisamente, la adaptación de Walden. ¿Cómo de revolucionaria es una aventura gráfica en la que no hay persecuciones, ni tiroteos, ni recompensas, sólo una invitación a dejar atrás el estrés y reflexionar sobre las necesidades humanas básicas? «Muchos se sorprenden cuando les digo que he hecho un videojuego sobre un experimento filosófico», admite Tracy J. Fullerton, diseñadora y responsable del proyecto.
Walden propone una visita virtual de ¡seis horas! al lago de Massachussets junto al que Thoreau pescó, buscó leña y construyó su cabaña. Paradojas del capitalismo, la presentación oficiosa de semejante alegato por la paz interior tuvo lugar en el último Foro Económico Mundial celebrado en Davos.
El filósofo Manuel Cruz no puede reprimir su tristeza cuando habla de la muerte del cine de ciencia ficción como escaparate de futuros alternativos. El Antiprogreso se ha llevado por delante ese mañana en el que todo era diferente. Vestíamos diferente. Comíamos diferente. Viajábamos diferente. Nos comunicábamos diferente. El caso de Minority Report demuestra que el futuro es, literalmente, de andar por casa. «La película incluye un par de detalles innovadores, como los coches por raíles, pero los protagonistas viven igual que nosotros y en sus casas hay cortinas y sofás como los nuestros», lamenta Cruz.
Alguien dijo que, tarde o temprano, todo lo viejo es nuevo otra vez.
¿No consigues decir «no» a la gente y vives tragándote lo que piensas? Entonces lee aquí
Mucha gente confunde bondad con incapacidad de decir “no”, de poner límites, de decir lo que te gusta y lo que no te gusta, de satisfacer las propias necesidades.
Aprender a decir “no” no es salir pegando un portazo. Es estar preparado para madurar con confianza, seguro de que no dejarás de ser amado sólo porque has decidido tomar tus propios deseos y opiniones en cuenta.
No se trata de decir que “no estamos obligados a nada”, sino más bien de entender que es importante aprender posicionarse ante la vida, ante las exigencias del día a día, de las personas y de lo que cada situación exige.
La vida exige rupturas. Exige que abandonemos nuestros niños en lo alto de los árboles y ganemos el cielo. Aunque el precio sea caer y hacernos daño algunas veces, la recompensa de convertirnos en quienes somos realmente, vale la pena.
Quienes nos educaron quizás se olvidaron de decirnos que podíamos rechazar esa invitación, que no era pecado decir “no” a aquello que no estábamos dispuestos a hacer, que no teníamos que sentirnos culpables cuando imponíamos límites o sentíamos la necesidad de gustarnos a nosotros mismos en primer lugar.
Quizás se olvidaron de decirnos que se “buenecito” no es lo mismo que ser bueno. Que cuando me desagrado para agradar a los demás no estoy cumpliendo con la ley del amor que dice: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.
Ser bueno es tener empatía, es compadecerse del dolor del otro y estar dispuesto a ayudarle, es tener compasión, tolerancia y respeto por los que nos rodean. Pero ser “buenecito” es satisfacer las expectativas de los demás, lo que no siempre satisface nuestras propias expectativas. Es cargar un fardo a nuestras espaldas, es sentirnos obligados a corresponder fielmente a lo que los demás esperan de nosotros, pero que no siempre es conforme a lo que nosotros íntimamente deseamos.
El precio de ser buenecito es la fragilidad. Pues en cuanto preferimos corresponder a las expectativas externas en detrimento de nuestro propio bienestar, seremos frágiles, susceptibles al juicio de los demás, vulnerables a lo que piensan o dejan de pensar respecto de nosotros. Quien deja de ser “buenecito” se fortalece. Descubre que tiene valor incluso cuando rechaza un favor o prefiere teñirse el cabello de azul.
La vida enseña susurrando. Mientras no aprendamos a ser auténticos en el querer y en el no querer, en el permitir y en el no permitir, en el autorizar y en el no autorizar, supremos las consecuencias de no ser amables con nuestro propio espíritu. No se trata de ser egoísta, sino de respetarse uno mismo en primer lugar. Sólo así estaremos preparados para ayudar. Sólo así seremos capaces de amar…
Esposas, nunca se frustren: Dios nunca los abandonará y siempre escuchará sus oraciones
Elisabeth Arrighi Leseur (*16 de octubre de 1866 – + 3 de mayo de 1914), de nombre de bautismo Paulina Elisabeth Arrighi, fue una mística francesa conocida por su diario espiritual y por la conversión de su marido, Félix Leseur (1861-1950), un médico y conocido líder del movimiento anticlerical y ateo francés. La causa para su beatificación se inició en 1934.
Elisabeth nació en París en una adinerada familia francesa de origen corso. Cuando era pequeña tuvo hepatitis, enfermedad que volvió a lo largo de su vida con ataques de gravedad variable.
En 1887, conoció al médico Félix Leseur (1861-1950), también nacido en una rica familia católica. Poco antes de casarse el 31 de julio de 1889, Elisabeth descubrió que Félix había dejado de ser católico practicante. El Dr. Félix Leseur se hizo conocido más tarde como materialista y colaborador de periódicos anticlericales en París.
Rica por su nacimiento y por su matrimonio, Elisabeth formaba parte de un grupo social cultivado, educado y generalmente antirseligioso. El vínculo matrimonial era fuerte, aunque oscurecido por la falta de hijos y por su desacuerdo religioso creciente.
El Dr. Leseur hizo todo lo que pudo para extinguir la fe de su esposa; la impulsaba a leer obras de autores racionalistas como Los orígenes del cristianismo y La vida de Jesús de Ernest Renan.
Sin embargo, Elisabeth percibió la fragilidad de las hipótesis de Renan y quiso confrontar la validez de sus argumentos dedicándose intensamente al estudio de la religión, del Evangelio y de santo Tomás de Aquino.
De una religiosidad convencional en su juventud, Elisabeth Leseur fue motivada, por los ataques de su marido contra el cristianismo y la religión, a sondear más profundamente su fe. Así, tuvo una conversión religiosa a los 32 años de edad.
De ese momento en adelante, consideró su principal tarea rezar por la conversión de su marido, permaneciendo paciente ante los constantes ataques sobre su fe.
Cuando podía, trabajaba en proyectos de caridad para las familias pobres y fundó algunas actividades caritativas. Su marido desconoció su vasta correspondencia espiritual durante muchos años. Ella se preocupaba por los “pobres”, pero su salud que se deterioraba restringía su capacidad de responder a esta preocupación.
En 1907 su salud se deterioró de tal forma que se vio forzada a llevar una vida sedentaria, recibiendo a visitantes y dirigiendo su casa desde un sillón. En 1911 sufrió una cirugía y radioterapia a causa de un tumor maligno, del que se recuperó y después tuvo que permanecer en cama hasta julio de 1913. Murió de un cáncer generalizado el 3 de mayo de 1914.
Espiritualidad
Desde el principio, organizó su vida espiritual en torno a un patrón de disciplina de oración, meditación, lectura, práctica sacramental y escrita. La caridad era el principio organizador de su ascetismo.En su abordaje de la mortificación, ella seguía a san Francisco de Sales, que recomendaba moderación y estrategias internas ocultas en lugar de prácticas externas.
Legado
Después de su muerte, su marido encontró una nota dirigida a él en la que ella profetizaba sobre su conversión y que se convertiría en sacerdote. Para librarse de esas “supersticiones”, el Dr. Félix fue al santuario de Lourdes queriendo exponer los relatos de las curaciones allí como falsos. En la gruta de Lourdes, sin embargo, pasó por una conversión religiosa.
Padre Leseur
Posteriormente, el Dr. Félix publicó el diario de su esposa, Journal et pensées pour chaque jour (Diario y pensamientos para cada día). Debido a su recepción favorable, un año más tarde publicó algunas de las cartas de su esposa bajo el título Lettres sur la Souffrance (Cartas sobre el sufrimiento), Paris 1918; La Vie Spirituelle (La vida espiritual) París 1918; Lettres à des Incroyants (Cartas a los incrédulos) París 1922.
En otoño de 1919 se convirtió en novicio dominico, y fue ordenado sacerdote en 1923. El Padre Leseur pasó la mayor parte de sus restantes 27 años de vida hablando públicamente sobre los escritos espirituales de su esposa. Él colaboró en la apertura de la causa de beatificación de Elisabeth en 1934.
En el año 1924, Fulton J. Sheen, que más tarde se convertiría en arzobispo y una figura popular de la televisión y la radio americanas, hizo un retiro dirigido por el Padre Leseur. En muchas horas de dirección espiritual, Sheen tuvo conocimiento de la vida de Elisabeth y de la conversión de Félix. Sheen posteriormente repitió esa historia de conversión en muchas de sus presentaciones.
Referencias:
Leseur O.P., Fr. Felix, “In Memoriam”, Journal et pensees de chaque jour, Paris, 2005;
Ruffing R.S.M., Janet K., “Physical Illness: A Mystically Transformative Element in the Life of Elizabeth Leseur”, Spiritual Life, Vol.40, Number 4, Winter 1994;
Ruffing R.S.M., Janet K., “Elizabeth Laseur: A Strangely Forgotten Modern Saint”, in Lay Sanctity, Medieval and Modern, Ann W. Astrell, ed.
* Sheen, Fulton J. “Marriage Problems” (part 40 of a recorded catechism, available online)
La empatía es un valor muy necesario, y uno de los más difíciles de enseñar hoy
Vivimos en tiempos de individualismo. El mensaje principal que escuchan nuestros hijos es que, la persona más importante en su vida, son ellos mismos y que deben hacer todo para buscar su propia felicidad, desechando lo que les moleste. Aunque entendemos la necesidad de que los jóvenes sepan valorarse y sean responsables de su propio destino, esta corriente está generando estragos en nuestra juventud. El resultado son niños y jóvenes incapaces de interesarse por el bien de los demás, porque sencillamente no se cruza con su propia búsqueda de la felicidad.
¿Cómo hacer entonces para educar hijos más conscientes de su entorno? ¿Jóvenes que sepan salir de sí mismos para ayudar a los demás? Una manera de conseguirlo es educando en empatía.
La empatía es una cualidad que nos permite ponernos en el lugar de otra persona, tratando de comprender sus sentimientos y emociones.
Para educar la empatía es necesario estar en contacto con los sentimientos y emociones, saber ponerle nombre y conocerlas para así poder identificarse con los sentimientos de los demás. Así que, un buen acercamiento a la empatía, es enseñar a nuestros hijos a ponerle nombre a sus emociones, a identificar aquellas cosas que sienten y que es difícil explicar. Esto lo podemos lograr conversando mucho con ellos y haciéndoles preguntas reflexivas como: ¿cómo te sientes en este momento? ¿qué puedes hacer con esto que sientes? ¿cómo crees que puedes sentirte mejor?
Una vez que nuestros hijos puedan identificar sus emociones, podemos entonces ponerlos en contacto con los sentimientos de los demás. Es muy positivo observar con ellos situaciones desde lejos y poder describirlas desde el punto de vista emocional, por ejemplo, decir cosas como: A ese niño se le cayó su helado ¿Cómo crees que se siente en este momento? ¿cómo podríamos ayudarlo? Las respuestas que den nuestros hijos darán pie a conversaciones en las que podamos resaltar la importancia de acompañar a los demás y ponernos en su lugar.
Para educar hijos con empatía es vital que podamos vivir este valor en casa. Desde chicos podemos ayudarlos a identificarse con lo que les pasa a sus padres o hermanos, a acompañarlos en sus sufrimientos y alegrías y a pensar en ellos regularmente. Un niño que vive la empatía en su hogar, necesariamente será empático con el mundo exterior pues ha internalizado este modo de vida. Si en cambio, vive en un hogar indiferente, en el que cada quien solo se preocupa por lo suyo, es imposible pedirle que se siente con algún niño que esté solo en el almuerzo, o que pueda ayudar a algún amigo a hacer los deberes.
La empatía es un valor que puede cambiar el mundo, una persona a la vez. Si somos capaces de enseñar a nuestros hijos a ponerse en el lugar del otro, a acompañar al que está solo y a defender al desvalido, tendremos familias, escuelas y sociedades mucho más justas y tendremos también niños y jóvenes mucho más felices, porque serán capaces de ponerse en contacto con lo que sienten los demás y de salir de ellos mismos para ayudar. Y eso es lo que da verdadera felicidad.
El famoso cantante y pastor evangélico Jesús Adrián Romero hizo una serie de prédicas llamada 10 o de Panzazo en la cual explicó a su congregación lo que él entiende de los 10 mandamientos.
Hasta allí nada fuera de lo común. Sin embargo, al hablar del famoso pasaje en contra de la idolatría (Éxodo 20, 4), hace una interesante defensa de la enseñanza católica al respecto. ¡Un pastor evangélico haciendo apologética católica en un culto evangélico!
Nuestros amigos de soyamante.org han preparado un genial video en el que dan un fabuloso para todas aquellas parejas enamoradas que tienen planeado compartir el resto de sus vidas.
No te dejes llevar por el título. Míralo hasta el final porque el mensaje que nos quieren dar es ¡maravilloso!
Cuando pensamos en los santos por lo general la primera imagen que viene a nuestra mente es la de algún antiguo sacerdote o monja como Santo Tomás de Aquino o Santa Teresa de Ávila. Sin embargo, Dios también llama a la santidad a los laicos
Ese fue el caso de Santa Gianna Beretta quien, en tiempos en los que no existía facebook o whatsapp, envió muchas cartas de amor a su novio y luego esposo Pietro Molla. La belleza de su correspondencia aún se conserva y es conmovedor el profundo amor que ella le tenía a su futuro esposo y lo cristocéntrica de su relación. Esto último se ve reflejado en una propuesta que Santa Gianna Beretta le hizo a su entonces novio 20 días antes de la boda:
“…Faltan solo veinte días y después seré…Gianna Molla! Que opinas si para prepararnos espiritualmente y recibir este Sacramento hicimos un triduo? Los días 21 – 22 – 23 la S. Misa y S. Comunión tu a Ponte Nuovo, yo en el Santuario de la Asunción. La Virgen Santísima unirá nuestras oraciones, deseos y ya qué la unión hace la fuerza, Jesús no puede dejar de escucharnos y ayudarnos. Estoy segura que dirás que sí y te agradezco.”
¿No les parece una hermosa propuesta? En esta otra carta Santa Gianna le expresa a Pietro Molla toda la emoción que sentía por la boda:
“Quiero decirte todo lo que siento, todo lo que está en mi corazón, pero no puedo. Pero tú ya sabes lo que son mis sentimientos, así que tienes que saber cómo comprenderme.
Mi queridísimo Pietro, estoy segura que siempre me harás feliz como lo soy ahora y que el Señor escuchará tus oraciones, que salen de un corazón que siempre lo ha amado y servido en una forma santa… Con la ayuda de Dios y su bendición, haremos todo lo que podamos para que nuestra nueva familia sea un cenáculo donde Jesús reine sobre todos nuestros afectos, deseos y acciones.
Mi Pietro, nuestro matrimonio está solo a unos días ahora y me siento conmovida por estar muy cerca a recibir el sacramento del amor. Trabajaremos con Dios en su creación y así podremos darle hijos que lo amen y lo sirvan.
Pietro, ¿Podré ser la esposa y madre de tus hijos que siempre has querido? Eso espero porque lo mereces y porque te amo muchísimo”
¿No les gustaría vivir una relación así de cristiana?
Dolores Hart y Edita Majić, dos hermosas actrices que dejaron la fama para convertirse en monjas
Nacida en 1938 con el nombre de Dolores Hicks, tomó el nombre artístico de Dolores Hart cuando comenzó su carrera en la actuación siendo una mujer muy joven. Su carrera despegó bastante rápido. A los 18 años obtuvo un papel junto a Elvis Presley en la película “Loving You” . Es conocido que su primer beso fue con Elvis mientras actuaba en dicha cinta. Luego participó en 9 importantes películas en los próximos 5 años, actuando junto a Stephen Boyd, Montgomery Clift, George Hamilton y Robert Wagner. Al éxito artístico que estaba consiguiendo hay que sumarle el amoroso, pues también se comprometió para casarse.
Entonces, de repente, a la edad de 24 años, se hizo pública su decisión de dejarlo todo para convertirse en monja. Más tarde explicó que todo cambió durante el rodaje de Francisco de Asís, en la que interpretó a Santa Clara de Asís. A causa de esta película tuvo un encuentro con el Papa San Juan XXIII en Italia, y se dio el siguiente diálogo:
– Dolores: “Soy Dolores Hart, la actriz que interpreta a Clara”.
– San Juan XXIII: “No, usted es Santa Clara de Asís”.
Cuando sus fans y amigos se enteraron de la noticia, quedaron en estado de shock y algunos se enojaron con ella. Ella cuenta que “Hasta mi mejor amigo que era un sacerdote, el Padre Doody, me dijo ‘estás loca, estás absolutamente loca para hacer esto’”
Un amigo le escribió cartas airadas durante años después de que ella se unió al convento, intentando disuadirla de que estaba desperdiciando su vida. ¿La respuesta de Hart?
“Si hubieras oído lo que yo he oído, seguro vendrías tú también”.
Dolores Hart, la actriz que eligió ser monja antes que estrella de Hollywood
En el apogeo de su carrera, abandonó todo para seguir su vocación. Historia de una mujer que asombró al mundo no por sus escándalos sino por sus decisiones
19 Abr, 2019
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Dolores Hart (Grsoby)
En Semana Santa, entre tantas notas sobre huevos de Pascua y alguna mención sobre el motivo religioso de este feriado largo, se impone conocer una historia que nos recuerde que, para los creyentes, la fe no solo mueve montañas también puede cambiar el rumbo de la vida.
1963. Hall Wallis, el poderosísimo productor de Hollywood, está enfurecido. Frente a él, la joven y bella estrella Dolores Hart, se niega a firmar el contrato que le ofrece nada más y nada menos que con la Metro Goldwyn y por un millón de dólares. Sin perder sus modales, intenta convencerla de que es una oportunidad única, pero la joven no cambia de opinión. El productor estalla y la amenaza: «Firmá o te aseguro que nunca más trabajarás en Hollywood». Ante la amenaza, la actriz se levanta y sonriente le susurra unas palabras al oído, luego se retira de su oficina para nunca más volver.
Unos días después, el productor sabrá que Dolores Hart una de las mejores actrices de su generación, la primera que besó a Elvis en la ficción, filmó diez películas, protagonizó un éxito en Broadway y está comprometida con el multimillonario arquitecto Don Robinson, abandonó todo para entrar en un convento de clausura. Entonces recuerda las palabras que ella le susurró: «Dios es más grande que Elvis y Hollywood».
Dolores Hart (Grsoby)
Dolores Hart nació con el nombre de Dolores Hicks en 1938. Era la única hija de los actores Bert y Harriet Hicks, que la tuvieron cuando tenían 17 y 18 años y se divorciaron cuando cumplió 3. La niña creció en un hogar sin creencias religiosas -tanto que cuando su abuela materna se enteró del embarazo de su hija le sugirió abortar– y marcado por la inestabilidad. Las vacaciones las pasaba con su madre en California y vivía una parte del año en Chicago con sus abuelos. Fueron ellos quienes la anotaron en la escuela católica San Gregorio, no por convicción religiosa sino porque quedaba cerca de su casa.
En la secundaria y en otra escuela católica, el Marymount College, descubrió que le gustaba y mucho actuar. Comenzó la facultad y supo que buscaban una actriz para la película Loving you.Se presentó al casting donde debía compartir una escena con quien sería el protagonista. Cuando lo vio le llamaron la atención dos cosas: sus patillas y que era bellísimo. Hablaron unos minutos. Cuando volvió a su casa, sus amigas la esperaban histéricas. ¿Trajiste un mechón de pelo? ¿Lo besaste? ¡Danos su autógrafo!, exigían más que preguntaban. Es que ese joven enloquecía no solo a sus amigas, también a todas las chicas de su época. Bueno, a casi todas porque hasta ese momento Dolores desconocía que ese muchacho que se había mostrado tan dulce con ella era… Elvis Presley.
Dolores y Elvis filmaron lo que durante mucho tiempo fue recordado como el beso más largo de la historia.Duró apenas 15 segundos en pantalla pero llevó horas y horas grabarlo. Era el primer beso de Elvis en la ficción y el primero de Dolores en todos los aspectos. Cada vez que sus labios se rozaban, los protagonistas se sonrojaban ante el fastidio del director que gritaba «corten, corten» y ordenaba volver a grabar. Entre escena y escena, Elvis la invitó a salir, pero ella se negó. «No mezclo trabajo con placer y mañana me levanto muy temprano», argumentó.
(Facebook)
La película con Elvis fue un éxito y al año siguiente, en 1958 la dupla se repitió en King Creole. Siguieron otras películas como Where the boys are y Lisa. En los estudios conoció actores increíbles que además eran sensuales y atractivos como Marlon Brando, Montgomery Clift y Warren Beatty.
En 1959, interpretó en Broadway, The Pleasure of his Ccmpany que permaneció nueve meses en cartel. La actriz estaba feliz pero agotada. Necesitaba urgente descansar pero dónde. Una amiga le dijo que conocía un sitio tranquilo, rodeado de naturaleza, ignorado por los paparazzis y donde el silencio era regla. ¿Dónde está ese paraíso?, preguntó. Ese «paraíso» quedaba en Connecticut apenas a dos horas de Nueva York y se llama Regina Laudis. Solo había un pequeño detalle, no era un hotel sino un convento de monjas de clausura.
Pese a su resistencia inicial, Dolores se animó a ir, le aseguraban tranquilidad y buena comida así que tan malo no sería. Ese fin de semana compartió vida y tiempo con las monjas, participó en sus momentos de oración, las observó trabajar en el huerto, y respetó sus silencios. Cada vez que las monjas unían sus voces en el canto gregoriano sentía una emoción tan profunda como nueva. Feliz y conmovida pidió hablar con la madre superiora. Preocupada le planteó que a veces temía involucrase sexualmente con sus compañeros de set o tener pensamientos «inapropiados». Lejos de escandalizarse y sobre todo condenarla, la superiora lanzó una carcajada: «La castidad no impide apreciar la belleza que Dios creó. Trabajás con hombres bellísimos y sos una chica, cómo no vas a fantasear con ellos». Cuando llegó el momento de partir, Dolores quiso quedarse un poco más, pero la madre superiora le aseguró «no es tu tiempo».
Dolores volvió a Hollywood, siguió actuando, filmando, firmando autógrafos. Conoció a Juan XXIII el Papa bueno, rodó cuatro películas más y afianzó su noviazgo con Don Robinson, un brillante y millonario arquitecto. Pero cada vez que deseaba escapar del torbellino de las filmaciones volvía a la abadía Regina Laudis. En ese lugar encontraba una paz absoluta y profunda, una paz inexplicable porque como ella se preguntaba, ¿cómo se explica a Dios?
Al cumplir los cinco años de noviazgo con Don, la pareja se comprometió. Ella quería algo íntimo, pero la noticia trascendió tanto que Edith Head, la diseñadora más importante de Hollywood, le realizó un vestido de novia. Don comenzó a trabajar en la futura casa que compartirían mientras los productores la apremiaban con la fecha de casamiento para enviar las participaciones. Sin embargo, algo en su mirada reflejaba que su corazón andaba por otros rumbos.
Don lo supo la tarde que Dolores se acercó con una carta en su mano. La madre abadesa le decía que si deseaba entrar al convento, ahora sí estaba preparada. Don sintió que su mundo se derrumbaba, no intentó luchar por su amada ni convencerá de cambiar su decisión. Es que, ¿cómo no rendirse si el que conquistó el corazón de tu novia no es Elvis ni Marlon Brando sino el mismísimo Dios?
Dolores Hart (Grsoby)
Fue así como a los 24 años, en la cumbre de su gloria, Dolores Hart por elección y vocación abandonó los focos de las cámaras para iniciar una vida de clausura junto a las hermanas benedictinas. La decisión provocó la furia de algunos y la incredulidad de casi todos. Hasta su mejor amigo, el padre Doody, le aseguro que estaba loca y que era un delirio lo que deseaba hacer. Nada sin embargo la detuvo, en junio de 1963, la joven estrella vestida de novia entró al convento. La belleza y la serenidad de su mirada mostraban y demostraban que una fuerza misteriosa –que los creyentes llaman fe- la guiaba.
Los primeros tiempos en el claustro no fueron fáciles. Pasó del glamour de Hollywood a trabajar en la huerta y compartir el baño con otras diez personas. Le costó dejar su vida, sentía que se había lanzado desde un piso 20 para estrellarse de traste en el suelo. Sin embargo, experimentaba una paz interior profunda y serena, esa que según aseguran los creyentes solo se obtiene «cuando se cumple la voluntad de Dios».
(Facebook)
Desde entonces Dolores permanece en el convento. Sus días transcurren entre oraciones y el trabajo en la huerta. Las religiosas que al principio la miraban con desconfianza, la eligieron su Madre superiora. Era frecuente ver a Maria Cooper –hija de Gary Cooper– Paul Newman y Patricia Neal visitarla cuando buscaban algo de paz. Durante 47 años y hasta su muerte Don siguió encontrándose con esa mujer a la que él siguió amando tanto como ella amaba a Dios.
En 2012, las luces del espectáculo volvieron a iluminarla por un rato. Es que la hermana Dolores rompió por un rato la clausura para asistir a la ceremonia de los Óscar, para la presentación de un documental sobre la historia de su vocación.
«Nunca dejé Hollywood porque pensara que fuera un lugar de pecado, solo tenía otra vocación» contestaba a los periodistas que en plena alfombra roja le preguntaban por qué eligió ser religiosa. «Simplemente descubrí que trabajar en el cine me daba mucho menos felicidad que la que vivía en el convento», agregaba. Para las personas de fe, Dolores Hart es alguien que sintió el llamado de Dios y lo siguió. Pero para todos, incluso los que nos cuesta creer o los que nos definimos agnósticos, Dolores es una mujer que simplemente descubrió un lugar donde se sentía plena, serena y profundamente feliz.
2) Edita Majić
Ella nació en Split – Croacia en el año 1970. Comenzó a estudiar pintura en la Academia de Pedagogía de Split y luego pasó a la Academia de Arte Dramático donde se enamoró de la actuación. Su primer gran papel fue en la obra de teatro “Salomé”. Luego recibió el premio a la mejor actriz joven croata por su papel de Rebecca en la exitosa obra “Bitter, Bitter Moon”. Luego incursionó en el cine donde recibió premios por las películas “Gato Negro” y”Kerempuh”. Su último trabajo como actriz fue una serie francesa de dibujos animados llamada “Mi pequeño querido planeta”.
En abril de 2004 se retiró del mundo y se fue al monasterio de San José en la ciudad española de Ávila, donde se convirtió en una monja carmelita. Sor Edita (conservó su nombre) vivió el postulantado durante seis meses y luego se le impuso hábito marrón haciendo así sus votos temporales por tres años. Luego hizo sus votos religiosos perpetuos y recibió el velo negro de religiosa.
Sobre su vocación ella dice lo siguiente:
“Desde la perspectiva actual, puedo decir que antes no sabía que quien me llevaba a través de la vida era Dios. Sin embargo, era Él. En todas las situaciones de mi vida, en toda mi búsqueda estaba Él. Su presencia estaba allí y Él estaba conmigo y me guiaba. Pero en aquel entonces no lo conocía ni sabía que estaba presente. En el fondo sentía un deseo de aprender de la creación, del arte, de la belleza, el amor, la verdad. Es decir, todos estos mis caminos eran en realidad una búsqueda de Él. Al final, supe que lo buscaba a Él porque en Dios encontré la respuesta a todas mis preguntas”.
No todas las acciones humanas hay que agruparlas en lo que podemos llamar pecado o no. Es un grave error del cristiano considerar todas las acciones entre estos parámetros. Y ante la pregunta de si someterse a una cirugía plástica es pecado, podemos responder lo siguiente:
Usualmente se distingue entre dos tipos de cirugías plásticas: reconstructivas y estéticas. Las primeras, como su nombre indica, intentan recuperar una función o aspecto de alguna parte del cuerpo humano que por deficiencia genética, accidente o enfermedad se han deteriorado o perdido. Ejemplo: el labio leporino o paladar hendido, que es una condición de nacimiento; la reconstrucción de una parte de la piel de una persona después de un accidente o de una condición dermatológica grave; y así sucesivamente. Con respecto a esta clase de cirugías el parecer moral de la Iglesia es sumamente favorable y prácticamente la única limitación es que no vayan a poner en peligro la salud o la vida de la persona. Por lo cual podemos decir que la Iglesia aprueba este tipo de cirugías.
No es en cambio unánime el juicio con respecto a las cirugías plásticas u otras intervenciones médicas de tipo estético. Las razones por las que es más complicado este caso surgen de las siguientes consideraciones, que por supuesto toca evaluar en cada caso particular. No se puede por ende generalizar.
Como primera punto a considerar, hay que evaluar el riesgo para la salud. Mientras que algunas intervenciones son médicamente muy seguras, otras entrañan riesgos que pueden ser incluso fatales. Un caso relativamente frecuente de alto riesgo son aquellos procedimientos, como la liposucción, que quieren cambiar como instantánea o mágicamente el cuerpo.
Recordar que “estético” no quiere decir “superfluo.” Nuestra presencia física ante los demás y ante nosotros mismos tiene implicaciones que no son solo físicas. Un ejemplo ilustrativo son las cirugías de reconstrucción de seno. El “aspecto” es más que algo físico, y tiene que ver con la autoestima y con la calidad de vida (también vida íntima, muchas veces) de la persona implicada.
Segundo punto a considerar es el dinero, tiene la llamada “hipoteca social.” No puede pensarse que sólo por el hecho de que el dinero está en “mi” cuenta bancaria entonces “yo” puedo hacer lo que quiera con él. ¿Es ético invertir decenas de miles de dólares en quitarse arrugas y jamás pensar en ayudar en sus necesidades a los que ni siquiera tienen cómo alimentarse o dónde vivir? Toda persona, y en particular, todo creyente debe recordar que su dinero es también una oportunidad de hacer bienes reales a seres humanos reales. Y esos bienes los llevamos a la eternidad mientras que, con arrugas o sin arrugas, la piel habrá de deshacerse en la tumba.
Otra consideración es: ¿estoy tratando de engañarme? Hay personas obsesionadas con sus kilos o sus arrugas pero en realidad su obsesión es que quisieran ser eterna y perfectamente jóvenes, y lo que están rechazando es su propio ser que inevitablemente envejece. Ninguna cirugía puede resolver en realidad esta clase de problemas existenciales que demandan otra clase de tratamiento, en parte psicológico y en parte con la búsqueda de anclas más profundas que den sentido y alegría al existir.
Como se ve, es compleja la evaluación ética de las cirugías plásticas. En ellas, lo mismo que en todas las áreas de nuestra vida moral debe brillar esa escala de valores que pone primero el amor a Dios y al prójimo, y que, amando al cuerpo, como obra de Dios, debe cuidarse.
No debemos dejarnos llevar por egoísmos ni vanidades que pueden poner en peligro el cuerpo, los bienes materiales que se pueden tener o incluso la misma vida. Obviamente no se acepta moralmente hablando que una persona se someta a una intervención estética con el fin de comercializar el cuerpo.