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Si padeces ansiedad, tienes que conocer el consejo más repetido en la Biblia

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Gabriel King Photography | CC
Se repite 365 veces, Dios quiere de veras que estemos en paz

Probablemente, muchos pensarán que la frase más común en la Biblia tiene que ser algún tipo de prohibición, un “no harás” esto o lo otro o quizás algo como “ama a tu prójimo”.

Sin embargo, lo cierto es que el consejo que más se repite durante todo el Antiguo y Nuevo Testamentos es “No temas”.

Quizás ya te resulten familiares algunos versículos de la Escritura con esta amorosa exhortación. Por ejemplo, cuando el ángel Gabriel se apareció a María anunciándole que sería la Madre de Nuestro Salvador. O cuando José escuchó estas palabras al saber que sería el padre terrenal de Jesús: “José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo” (Mateo 1,20).

Puesto que Jesús estaba a punto de nacer en Belén, otro ángel se apareció a los tres reyes (los magos) con las mismas palabras de aliento.

Cuando Zacarías fue informado de que su esposa concebiría a su avanzada edad, “quedó desconcertado y tuvo miedo. Pero el Ángel le dijo: “No temas, Zacarías; tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu esposa, te dará un hijo al que llamarás Juan” (Lucas 1,12-13).

De hecho, hay muchísimos versículos más, aparte de estos navideños, en los que la Biblia nos anima a no tener miedo.

En la Transfiguración de Jesús, los discípulos cayeron al suelo abrumados por el miedo, pero “Jesús se acercó a ellos, y tocándolos, les dijo: ‘Levántense, no tengan miedo’” (Mateo 17,6-7).

En total, se repite la frase “no temas” o alguna variante ¡365 veces a lo largo de la Escritura!

Muchas de nuestras preocupaciones diarias grandes y pequeñas giran en torno a algún tipo de miedo por lo que pueda suceder. La ansiedad consume mucha de nuestra energía: ¿Le irá todo bien en el viaje? ¿Tendrá un accidente de coche? ¿Sabré perdonar alguna vez a mi hermano? ¿Estoy haciendo lo que Dios quiere en esta situación? ¿Qué nos dirán los análisis médicos? ¿Empeorará su adicción? ¿Estoy acertando con esta decisión? ¿Veré de verdad a mis seres queridos en el paraíso…? Las preguntas se arremolinan interminablemente en nuestras cabezas y, para cada una, Dios nos recuerda volvernos hacia Él en oración y con confianza.

En Apocalipsis 2,10, se nos anima: “No temas por lo que tendrás que padecer: mira que el demonio va a arrojar en la cárcel a algunos de ustedes para que sean puestos a prueba, y tendrán que sufrir durante diez días. Sé fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida”.

En Deuteronomio 31,6 se nos exhorta a depositar nuestra confianza en Dios, en que no nos abandonará cuando le ponemos primero a Él en nuestra vida: “¡Sean fuertes y valientes! No tengan miedo ni tiemblenante ellas. Porque el Señor, tu Dios, te acompaña, y él no te abandonará ni te dejará desamparado”.

En Salmos 27,1 recordamos que ninguna decepción terrenal puede destruirnos: “El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es el baluarte de mi vida, ¿ante quién temblaré?”.

En Jeremías 1,8 leemos: “No temas delante de ellos, porque yo estoy contigo para librarte”, dice el Señor.

En Mateo 10,28: “No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien a aquel que puede arrojar el alma y el cuerpo a la Gehena”.

Lucas 12,7 nos dice: “Ustedes tienen contados todos sus cabellos: no teman, porque valen más que muchos pájaros”.

En Juan 6,20 leemos que cuando los discípulos vieron a Jesús caminando hacia ellos sobre el agua, Él les dijo: “Soy yo, no teman”.

San Juan Pablo II empezó su papado con un recordatorio crucial: “¡No teman!”. Este santo de nuestros tiempos nos instaba constantemente a aceptar la paz que Cristo nos ofrece y a confiar siempre en Su amor y su misericordia.

 

Fuente: Aleteia

Abogado salva matrimonio de su clienta con un papel

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Mientras hablaba con la clienta, él notó que el divorcio tal vez no fuera la mejor solución para ese matrimonio. Y lo que hizo después fue simplemente increíble…

Como es habitual en mis consultas, anoto los documentos necesarios para la presentación de la acción en mi cuaderno de anotaciones y solicito que el cliente traiga la documentación. Pero este caso era diferente… Oí pacientemente a la clienta sobre los motivos que la llevaron al divorcio, y como en la mayoría de las acciones de ese tipo, era perceptible la relación de la pareja y el amor que aún existía entre las partes.

Se trataba de un momento de conflicto único y aquella decisión, a mi parecer, era precipitada. Pero ¿quien soy yo para interferir en la vida ajena? ¿Quién soy yo para meter la cuchara en la relación de la pareja? ¿Quién soy yo para juzgar la decisión de ambos? ¡Soy el abogado! Y aprendí en la universidad que debo resolver conflictos, orientar a las partes antes de ir por el ámbito jurídico. ¡Así lo hice!

Hice un pequeño cuestionario tras solicitar los documentos y pedí que la mujer respondiera ante sí misma a 4 preguntas. Si tras responder y analizar la situación con calma, lejos de la vorágine de informaciones que le estaban pasando por la cabeza en ese instante, aún así se quisiera divorciar, bastaba que me trajera la documentación y yo pondría fin a esa historia.

Las preguntas eran simples:

¿Qué es lo que usted ha hecho para salvar su matrimonio? La mayoría no hace absolutamente nada… y eso va en desacuerdo con los motivos que le hacen llegar hasta aquí. El divorcio debe ser la última opción, en todos los casos. Piense en los hijos, en la convivencia, en los primeros meses de relación. Si ya han pasado por tantos problemas, ¿por qué se va a dejar abatir por esta situación? (Cada caso es un caso).

¿El divorcio es la mejor opción hoy? Puede incluso serlo. Pero ¿sería la mejor opción de aquí a dos semanas, cuando la cabeza estuviera fría, los problemas se mitiguen y los motivos queden más claros? No haga nada con la cabeza caliente. Decisiones precipitadas destruyen historias.

¿Cuáles son sus mayores influencias hoy? ¿Amigos? ¿Parientes? ¿Amantes? Tomar decisiones influenciados por personas que no participan en su rutina es un error. Si la persona no pretende participar en su vida por el resto de ella, no debe manifestarse sobre ello. Los hijos son una buena influencia en esta cuestión. Escúchelos.

¿Cuántos momentos han superado juntos y cómo se conocieron? Puede ser que incluso nunca hayan pasado por un momento así, pero no cuesta recordar las crisis, peleas, separaciones de la época del noviazgo y el compromiso. Si en esa época ustedes lograron superarlas, ¿por qué no ahora? Se conocieron por algún motivo y tienen la certeza que nada sucede por casualidad.

Terminé preguntando si ella tenía la expectativa de encontrar a alguien que le diera todo lo que el marido no le estaba dando en ese momento. Ella afirmó con la cabeza. Concluí diciendo que, cuando el césped del vecino estuviera más verde, no sería necesario ir a visitarlo y probarlo, bastaría con regar el nuestro. En la vida es lo mismo. Antes de cambiar, intenta arreglar.

Por increíble que parezca, la pareja volvió, devolvió mi anotación, prescindió de mis servicios y agradeció los consejos.

En resumen: Perdí al cliente, pero gané a una pareja de amigos. Son cosas simples de la vida que valen la pena. Y que esa historia dure el tiempo de Dios.

Lee también: ¡Si hubiera podido leer esto antes de casarme…!

Fuente: Facebook/Rafael Gonçalves

Cómo una familia manda 13 hijos a estudiar y vive sin deudas

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Los hijos de los Fatzinger empiezan a trabajar tan pronto como tienen edad para ello, y aprenden a discernir entre las necesidades y los deseos

Gestionar una comunidad de quince personas en situaciones adversas es toda una hazaña. The Washington Post ha llevado a sus páginas como modelo de gestión financiera familiar a los Fatzinger, una familia de Bowie (Maryland) formada por Rob (él, 51), Sam (ella, 48) y trece hijos. El titular resumía la hazaña: “Cómo una familia manda 13 hijos a estudiar, vive sin deudas… y encima piensa jubilarse pronto”.

¿Exorcizar la casa?

Sam no trabaja (si es que no es trabajo el de encargarse de un hogar con quince personas) y Rob gana 100.000 dólares al año como programador informático, pero hasta hace una década nunca pasó de 50.000. Hace cuatro años terminaron de pagar la hipoteca (única deuda que han tenido nunca) y Rob ha preparado las cosas para jubilarse a los 62 años.

Su filosofía es, por supuesto, ahorrar (el reportero del Post calculó el valor de la cesta de la compra que vio hacer a Sam en justo el doble de lo que realmente pagó gracias a su habilidad con las ofertas), pero tampoco se trata tanto de privarse de cosas como de “coger y elegir cuidadosamente“. Y de ahorrar para invertir y acrecentar el capital con la regla del interés compuesto.

Se casaron hace 27 años y su primer negocio fue una librería católica (pues ambos lo son) que nunca les dio más de 36.000 dólares al año, y que cerraron en 2000 cuando ya tenían siete hijos.

Siempre ahorraron entre un 10% y un 15% de sus ingresos, permitiéndose ciertos lujos: el 20 de cada mes, día en el que se casaron, el matrimonio sale a cenar, aunque sea a un lugar sencillo y barato.

Justo al empezar el nuevo trabajo de Rob compraron su casa actual. Estaba en tan mal estado que el sacerdote que vino a bendecirla bromeó diciendo que le haría también un exorcismo. Pero muchos familiares les ayudaron a reformarla.

En cuanto a los hijos, tienen su cuota de responsabilidad en la marca económica de la familia: “Empiezan a trabajar tan pronto como tienen edad para ello, y aprenden a discernir entre las necesidades y los deseos“. Los mayores ya han concluido sus estudios universitarios: trabajo social, fisioterapia, matemáticas…

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Misa diaria, y rosario también, si es posible

El artículo del Post, que aporta muchos detalles sobre la forma que tienen los Fatzinger de gestionar su economía doméstica, menciona que Rob y Sam son “católicos practicantes“, pero no ahonda en esa cuestión.

Sí lo hace Epic Pew, lo que nos permite conocer, por ejemplo, sus hábitos religiosos: “Sin duda la misa diaria es lo más importante, el rosario por la tarde cuando es posible, y vivir el año litúrgico. Es difícil responder esto a nivel familiar, porque la mayor parte de nuestros hijos ya son mayores y son responsables de su propia formación en la fe”.

“Nuestros hijos van a retiros en el instituto tanto como sea posible. Quo Vadis, Mount2000, Steubenville y Camp Maria son algunos de los retiros que nos ayudan a elevar nuestra espiritualidad. Aquellos de nuestros hijos que van al instituto acuden a clases de Biblia y van a grupos de jóvenes, y nuestros chicos son monaguillos”.

“A mí”, apunta Sam, “me gusta hacer una Hora Santa a la semana, pero fue difícil encontrar tiempo para ello dada mi familia y mi personalidad. Soy una persona madrugadora, así finalmente encontré que la mejor hora para mí era el sábado a las cinco de la mañana“.

Consideran “una bendición” que su parroquia ofrezca numerosas actividades, e implicarse en ellas es “una parte esencial” de su vida.

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Como también lo son “las comidas familiares” y algo que consideran fundamental en la educación de sus hijos, “acostarse temprano”: “No es tan fácil ahora como era al principio, cuando la mayoría de nuestros hijos eran pequeños”.

También son “prioridades esenciales” ayudarse unos a otros y celebrar los días festivos y los cumpleaños… y las bodas: en noviembre se casa en Arizona el hermano mayor.

Luz en un mundo oscuro

Los Fatzinger, como sucede con otras familias numerosas, son a veces mirados como seres de otro planeta. Sam confiesa que no permite que nadie se meta con ellos por ese motivo, y ambos dan un consejo: “Nunca te disculpes por tener muchos hijos; vive y muéstrate con confianza en tu familia y en las decisiones que tomáis. Ten una buena presencia pública y asegúrate de que tus hijos se portan bien”.

Y para que la propia familia sea un instrumento de la nueva evangelización, una serie de interesantes sugerencias: “Sé amable e implícate de forma que convenga a la situación de tu familia en la vida. Ayuda a otras familias, échales una mano con los hijos o las comidas, apoyándoles en la oración y con actividades que les faciliten las cosas, no que les estresen. Mantén una sonrisa en tu boca, saluda a los demás y se amable. Sal de tu camino para ayudar a los demás. Ama al pecador y aborrece el pecado. Encuentra formas de que la gente vuelva a Dios, y sé un ejemplo en un mundo oscuro“.

Cuando el sacerdote Joseph Ratzinger predijo el futuro de la Iglesia

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Grzegorz Jakubowski/GettyImages

Lo emite un programa de radio alemana en 1969…

No fingió ser capaz de predecir el futuro. No. Era demasiado sabio para eso. De hecho, moderó sus comentarios iniciales con la advertencia siguiente:

“Seamos, por consiguiente, prudentes con los pronósticos. Aún es válida la palabra de Agustín según la cual el ser humano es un abismo; nadie puede observar de antemano lo que se alza de ese abismo. Y quien cree que la Iglesia no está determinada sólo por ese abismo que es el ser humano, sino que se fundamenta en el abismo mayor e infinito de Dios, tiene motivos más que suficientes para abstenerse de unas predicciones cuya ingenuidad en el querer-tener-respuestas podría revelar sólo ignorancia histórica”.

Pero su época, inundada de peligros existenciales, cinismo político y desconcierto moral, estaba hambrienta de respuestas. La Iglesia católica, un faro moral en las turbulentas aguas de su tiempo, había pasado recientemente por ciertos cambios propios que tuvieron preguntándose, tanto a adeptos como a inconformistas: “¿Qué será de la Iglesia del futuro?”.

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Y de esta forma, en 1969, se encontraba el sacerdote Joseph Ratzinger en una radio alemana respondiendo con sus reflexiones. Aquí están sus comentarios finales: 

Con esto hemos llegado a nuestro hoy y a la reflexión sobre el mañana. El futuro de la Iglesia puede venir y vendrá también hoy sólo de la fuerza de quienes tienen raíces profundas y viven de la plenitud pura de su fe. El futuro no vendrá de quienes sólo dan recetas. No vendrá de quienes sólo se adaptan al instante actual. No vendrá de quienes sólo critican a los demás y se toman a sí mismos como medida infalible.

Tampoco vendrá de quienes eligen sólo el camino más cómodo, de quienes evitan la pasión de la fe y declaran falso y superado, tiranía y legalismo, todo lo que es exigente para el ser humano, lo que le causa dolor y le obliga a renunciar a sí mismo. Digámoslo de forma positiva: el futuro de la Iglesia, también en esta ocasión, como siempre, quedará marcado de nuevo con el sello de los santos. Y, por tanto, por seres humanos que perciben más que las frases que son precisamente modernas. Por quienes pueden ver más que los otros, porque su vida abarca espacios más amplios.

La generosidad que libera a las personas se alcanza sólo en la paciencia de las pequeñas renuncias cotidianas a uno mismo. En esta pasión cotidiana, la única que permite al ser humano experimentar de cuántas formas diferentes, lo ata su propio yo, en esta pasión cotidiana y sólo en ella, se abre el ser humano poco a poco. Él solamente ve en la medida en que ha vivido y sufrido. Si hoy apenas podemos percibir aún a Dios, se debe a que nos resulta muy fácil evitarnos a nosotros mismos y huir de la profundidad de nuestra existencia, anestesiados por cualquier comodidad. Así, lo más profundo en nosotros sigue sin ser explorado. Si es verdad que sólo se ve bien con el corazón, ¡qué ciegos estamos todos!

¿Qué significa esto para nuestra pregunta? Significa que las grandes palabras de quienes nos profetizan una Iglesia sin Dios y sin fe son palabras vanas. No necesitamos una Iglesia que celebre el culto de la acción en oraciones políticas. Es completamente superflua y por eso desaparecerá por sí misma. Permanecerá la Iglesia de Jesucristo, la Iglesia que cree en el Dios que se ha hecho ser humano y que nos promete la vida más allá de la muerte.

De la misma manera, el sacerdote que sólo sea un funcionario social puede ser reemplazado por psicoterapeutas y otros especialistas. Pero seguirá siendo aún necesario el sacerdote que no es especialista, que no se queda al margen cuando aconseja en el ejercicio de su ministerio, sino que en nombre de Dios se pone a disposición de los demás y se entrega a ellos en sus tristezas, sus alegrías, su esperanza y su angustia.

Demos un paso más. También en esta ocasión, de la crisis de hoy surgirá mañana una Iglesia que habrá perdido mucho. Se hará pequeña, tendrá que empezar todo desde el principio. Ya no podrá llenar muchos de los edificios construidos en una coyuntura más favorable. Perderá adeptos, y con ellos muchos de sus privilegios en la sociedad. Se presentará, de un modo mucho más intenso que hasta ahora, como la comunidad de la libre voluntad, a la que sólo se puede acceder a través de una decisión. Como pequeña comunidad, reclamará con mucha más fuerza la iniciativa de cada uno de sus miembros.

Ciertamente conocerá también nuevas formas ministeriales y ordenará sacerdotes a cristianos probados que sigan ejerciendo su profesión: en muchas comunidades más pequeñas y en grupos sociales homogéneos la pastoral se ejercerá normalmente de este modo. Junto a estas formas seguirá siendo indispensable el sacerdote dedicado por entero al ejercicio del ministerio como hasta ahora. Pero en estos cambios que se pueden suponer, la Iglesia encontrará de nuevo y con toda la determinación lo que es esencial para ella, lo que siempre ha sido su centro: la fe en el Dios trinitario, en Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, la ayuda del Espíritu que durará hasta el fin. La Iglesia reconocerá de nuevo en la fe y en la oración su verdadero centro y experimentará nuevamente los sacramentos como celebración y no como un problema de estructura litúrgica.

Será una Iglesia interiorizada, que no suspira por su mandato político y no flirtea con la izquierda ni con la derecha. Le resultará muy difícil. En efecto, el proceso de la cristalización y la clarificación le costará también muchas fuerzas preciosas. La hará pobre, la convertirá en una Iglesia de los pequeños. El proceso resultará aún más difícil porque habrá que eliminar tanto la estrechez de miras sectaria como la voluntariedad envalentonada. Se puede prever que todo esto requerirá tiempo.

El proceso será largo y laborioso, al igual que también fue muy largo el camino que llevó de los falsos progresismos, en vísperas de la revolución francesa –cuando también entre los obispos estaba de moda ridiculizar los dogmas y tal vez incluso dar a entender que ni siquiera la existencia de Dios era en modo alguno segura– hasta la renovación del siglo xix.

Pero tras la prueba de estas divisiones surgirá, de una Iglesia interiorizada y simplificada, una gran fuerza, porque los seres humanos serán indeciblemente solitarios en un mundo plenamente planificado. Experimentarán, cuando Dios haya desaparecido totalmente para ellos, su absoluta y horrible pobreza. Y entonces descubrirán la pequeña comunidad de los creyentes como algo totalmente nuevo. Como una esperanza importante para ellos, como una respuesta que siempre han buscado a tientas.

A mí me parece seguro que a la Iglesia le aguardan tiempos muy difíciles. Su verdadera crisis apenas ha comenzado todavía. Hay que contar con fuertes sacudidas. Pero yo estoy también totalmente seguro de lo que permanecerá al final: no la Iglesia del culto político, ya exánime, sino la Iglesia de la fe. Ciertamente ya no será nunca más la fuerza dominante en la sociedad en la medida en que lo era hasta hace poco tiempo. Pero florecerá de nuevo y se hará visible a los seres humanos como la patria que les da vida y esperanza más allá de la muerte.

La Iglesia católica sobrevivirá a pesar de los hombres y las mujeres, no necesariamente gracias a ellos. Y aun así, todavía nos queda trabajo por hacer. Debemos rezar y cultivar el autosacrificio, la generosidad, la lealtad, la devoción sacramental y una vida centrada en Cristo.

En 2007, se publicó Fe y futuro, un libro donde queda recogido al completo este discurso del padre Joseph Ratzinger.

 

Fuente: Aleteia

Padres de Familia: actuemos para combatir el bullying

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El 32.2% de los jóvenes que van a la escuela (12 a 18 años) ha sido víctima de acoso escolar. Es un porcentaje aún alto, a pesar de los programas que ha implementado el gobierno, como el Programa Nacional de Convivencia Escolar (PNCE), o el operativo Mochila Segura.

Estos datos fueron arrojados por la Encuesta de Cohesión Social para la Prevención de la Violencia y la Delincuencia (ECOPRED) 2014*, implementada por el INEGI con el fin de identificar la relación y percepción que tienen los jóvenes con respecto de sus contextos más inmediatos, por ejemplo: familia, amigos cercanos, vecinos, comunidad, y escuela o trabajo.
En esta misma encuesta hay un dato interesante: de las ciudades encuestadas, en la mitad de los hogares con jóvenes de 12 a 29 años, estos identifican situaciones de conflicto o peleas entre miembros del hogar. Los conflictos familiares son un detonante del bullying, por tanto, este dato pone un foco rojo para que trabajemos en nuestras familias y resolvamos los conflictos de manera pacífica, ya que nuestros niños aprenden y reproducen en la escuela lo que ven en casa.
Te preguntarás, ¿qué podemos hacer los padres de familia para prevenir el acoso escolar? Alejandra Elizalde, experta en bullying nos da los siguientes consejos:
  1. Poner reglas claras, firmes y concretas en casa.
    La falta de límites es un detonante del bullying. Ser flexibles con las reglas, pero sin llegar a ser laxos.
  2. Dejar que los hijos vivan la frustración.
    No darles todo en el momento, retrasar las gratificaciones los hará personas más pacientes y tolerantes.

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  3. Fomentar la empatía.
    Cuestionarles si a ellos les gustaría que los acosaran.
  4. Supervisar a los hijos.
    Saber quiénes son sus amigos, qué hacen cuando están con ellos y procurar que no estén con niños mucho más grandes.
  5. Asegurarse de que los hijos vayan contentos a la escuela.
    Si tu hijo tiene miedo de asistir es una señal de alarma: puede estar siendo acosado.
  6. Ayudar a los hijos a desarrollar sus talentos.
    Eso los fortalecerá en su autoestima.
  7. Evitar conversaciones de adultos o discusiones enfrente de los niños.
    Hacer equipo con tu cónyugue, que el niño vea que están de acuerdo y hay unidad en la pareja.

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  8. Tener rutinas establecidas.
    Sobre todo en edades tempranas (3 a 12 años). la rutina les da seguridad y es un factor protector.
  9. Creerla a tu hijo cuando te cuente que está teniendo una situación de bullying.
    Acercarse a la escuela para explorar qué está pasando. Evitar ponerse en contacto con la mamá del acosador; esto genera que la situación empeore.
  10. Enseñar al niño a defenderse.
    No es aconsejable decirle que agreda a otro, sino defenderse con firmeza en el tono de voz y ayudarle a desarrollar habilidades de resolución de conflictos.

 

Fuente: tinyurl.com

Frases que solo dicen las madres mexicanas

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«Madre solo hay una», eso dice el dicho, pero pareciera que los mexicanos tenemos a la misma. BuzzFeed se encargó de hacer una recopilación de las frases más usadas por las madres mexicanas y aquí te las compartimos:

1. Esto pasa cuando le contamos que queremos un piercing como el de nuestro amigo.

 Zefart / Getty Images

 2. Esta frase está directamente relacionada con la del pozo.

Zefart / Getty Images 

3. Ni se nos ocurra decir que algo no está donde lo dejamos.

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4. Clásico: contarle que te gusta alguien y que termine evaluando tu talento para lavar.

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5. Nop, no puedes llegar a casa a la hora que quieras, mijito.

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6. Allá tú si intentas engañar a tu ma con una mentira viejísima.

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7. Los científicos siguen sin poder decidir si esto significa ‘sí’ o ‘no’.

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 8. No cerrar la puerta nos convierte automáticamente en perritos.
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9. Ni se te ocurra contestar «pues no tengo otra».

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 10. Te lo dice «por tu bien».
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11. Atrévete a pedir permiso para ir a una pijamada y ésta será la respuesta.

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12. Este artefacto no se inventó para comunicar naciones, sino para que avises que vas a llegar tarde, según tu ma.

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13. Según esta predicción, cuando los tengas entenderás todo.

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14. ¡Cuidado, es pregunta capciosa!

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15. La peor ofensa que puedes hacerle usando sólo tu cara.

Zefart / Getty Images

16. ¿Cuál película de terror? Esto sí da miedo.

Zefart / Getty Images

 17. Nooooooo, ya me calmo. 🙁

Publicado en BuzzFeed 

Bibliotecas humanas: un lugar para consultar personas en lugar de libros

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Por Valeria Hiraldo

La biblioteca humana es una experiencia que inició la ONG Stop the Violence en la ciudad danesa de Copenhague en el año 2000, dentro del Festival de Roskilde. El objetivo de su creación era disminuir la discriminación entre los jóvenes celebrando la diferencia y promoviendo el diálogo, la tolerancia, la comprensión hacia personas provenientes de diferentes estilos de vida o culturas y el aprendizaje.

Existe una nueva manera de entender las bibliotecas, centrándose en las personas y en conocer a quienes nos rodean para crear un mundo más tolerante

En ese momento, la capital de Dinamarca vivía una situación similar a la que podemos reconocer en la mayoría de las capitales del mundo: convivían en ella una enorme confluencia de personas de distintas culturas, religiones y razas. Esta riqueza multicultural y étnica fue acompañada también de sentimientos negativos de desconfianza y temor a lo desconocido.

Para gestionar estas emociones, la biblioteca humana se concibió como una plataforma para fomentar el diálogo entre personas que, en condiciones normales, no hablarían entre ellas jamás. Una forma sencilla de mostrar cómo a través del conocimiento y el diálogo se rompen prejuicios y estereotipos que impiden la cohesión social.

El funcionamiento de esta biblioteca es muy sencillo: los usuarios que acceden a ella y consultan su catálogo de “opciones”, donde en lugar de encontrar libros tradicionales hallarán personas con historias que contar. De esta manera, podrán sentarse cara a cara durante media hora para escuchar y dialogar.

Son encuentros que dan voz a las historias y el saber de ciudadanos que han sido excluidos de la comunidad por su condición social, económica, política o incluso física. Son personas que se han visto expuestas a la crítica o a los prejuicios de otras personas; que tienen algún tipo de discapacidad; que han sido desplazadas; que se han visto sometidas a una situación de violencia, o que han sufrido de alcoholismo o drogadicción.

Una idea con la que se pretende fomentar el diálogo y encuentro entre personas usando como nexo de unión los libros

Esta biblioteca te enseña a “no juzgar un libro por su cubierta”.

Para que te des una idea del tipo de “libro-conversación” que puedes encontrar, estos son algunos de los títulos que han pasado por una biblioteca humana:

  • Historia de un gitano
  • Veterano de la Guerra de Irak
  • Chico de orfanato
  • Hijo de supervivientes del Holocausto
  • Atleta olímpico
  • Mujer gorda
  • Cristiano crítico

Toma prestado a un autista

Toma prestada a una obesa

Toma prestada a una refugiada

Toma prestado a un sintecho

Desde que empezaron a funcionar, las bibliotecas humanas se han extendido a más de 50 países por todo el mundo. Solo se necesita una cosa: gente dispuesta a contar sus historias y personas que quieran escuchar.

 

Publicado en muhimu.es

Abre sus puertas el Museo del Fracaso

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En el mundo existen un montón de museos sin sentido que no dejan nada bueno a nadie, pero el Museo del Fracaso no es uno de ellos. El museo se encuentra en la ciudad de Helsingborg, Suecia, y a pesar de su singularidad se ha convertido en uno de los referentes más importantes para la innovación.

La idea principal del museo es presentar aquellos productos que se convirtieron en grandes fracasos comerciales. Entre los más relevantes, se encuentra:

El Apple Newton

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Bic for Her

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Google Glass

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«Monopoly» de Donald Trump

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Para su fundador, el psicólogo clínico Samuel West, «el aprendizaje es el único camino para convertir el fracaso en éxito«, de ahí que su particular museo haga homenaje a «interesantes» fiascos de nuestra historia contemporánea con una colección de 70 productos y servicios del mundo que «proporcionan una visión única del arriesgado negocio de la innovación», explica su página web.

www.museumoffailure.se

*Abierto a diario de 12.00 a 18.00.
*Precio: 100 coronas suecas.
*Dirección: Kulturhotellet. Södergatan, 15. Helsingborg, Suecia.

Google galardona a tres proyectos mexicanos en los Premios de Investigación para América Latina

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El pasado 24 de agosto Google lanzó la lista de proyectos ganadores de lso Premios de Investigación para América Latina, el cual pretende impulsar y apoyar a jóvenes investigadores del mundo que tratan de cambiar al mundo por medio de la comunicación y la tecnología.

De los 281 proyectos que fueron recibidos, se seleccionaron solo 27; entre ellos tres son mexicanos:

  • Edgar Emmanuel Vallejo Clemente y Kevin Islas Abud, del Tecnológico de Monterrey. Crearon un sistema que predice alguna posible epidemia de Zika.
  • Luis Carlos González Gurrola y Ricardo Manuel Carlos Loya, de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Sistema para la mejora de la infraestructura de camino y transporte.
  • Hiram Eredín Ponce Espinosa y José Guillermo González Mora, de la Universidad Panamericana. Transferencia de aprendizaje utilizando sistemas de hidrocarburo.

«Además de creatividad y capacidad empresarial, las empresas de tecnología más exitosas e innovadoras del mundo tienen en común una alta intensidad de conocimiento. Cuanto mayor sea la intensidad de conocimiento de una empresa, mayor será su capacidad para escalar sus negocios. Hoy sabemos que América Latina tiene muchos de los ingredientes necesarios para crear negocios que puedan transformar el mundo. Propiciar el diálogo y el intercambio de conocimiento entre todas las partes nos permitirá cumplir ese potencial como región.», afirmó Google a través de un comunicado en su blog para impulsar a que las personas se vuelvan más innovadoras.

El Islam tiene un problema, como lo tuvo Alemania, como lo tiene el comunismo…

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El Islam tiene un problema aunque no todos los musulmanes sean islamistas. Igual que Alemania tuvo un problema, que en cierto modo todavía hoy está pagando, aunque no todos los alemanes fueran nazis. Es cierto que muchas de las víctimas de los islamistas son musulmanes, exactamente lo mismo que las primeras víctimas de Hitler fueron 600.000 judíos con padres, abuelos y bisabuelos perfectamente alemanes e indiscutiblemente patriotas.

También la mayoría de rusos era pacífica, pero la URSS asesinó a 20 millones de personas. Y la mayoría de chinos era igualmente buena gente pero su República Popular acabó con 70 millones de vidas. Y qué decir de mis queridos y encantadores japoneses, hombres de bien en su casi totalidad, pero que de camino hacia el sureste asiático asesinaron a 12 millones de personas. En todos los casos había una mayoría tan pacífica como irrelevante y nunca pusimos el acento en la germanofobia o la niponofobia -si es que se puede decir así- sino en tratar de reparar las atrocidades cometidas y en castigar a los países que las cometieron y vigilarles desde entonces muy de cerca para que no se volvieran a equivocar.

Es así como nos protegemos, como mejoramos, como acorralamos a la barbarie hasta no dejarla respirar. Es absurdo pretender que el mal no existe. Es ridículo tratar de homologar al Islam cuando a su alrededor no ha florecido jamás ninguna sociedad libre. El Islam tiene un problema y no es la islamofobia. Nosotros también tenemos un problema y tampoco es la islamofobia, sino que en nombre el Islam nos matan, y que en general los musulmanes moderados, los que se supone que no son unos asesinos ni simpatizan con ellos, están mucho más preocupados por recordarnos todo lo que hacemos mal y les debemos que no de disculparse y tratar de remediar lo que sus hermanos nos hacen.

La islamofobia es una cursilería de los coquetos de sangre -por parafrasear a Arcadi y a su artículo extraordinario-, una afectación de esta España mezquina y perdedora que viene de un resentimiento tan atroz que se siente más cómoda siendo comprensiva con los verdugos que compasiva con las víctimas. Es una España deprimente y triste, de porro y vaso de plástico, tatuaje y pírcing. Es una España desoladora, ramplona, que sangra y ni se entera, tan alejada de sus instintos que no puede ni presentir la muerte.

El Islam tiene un problema, como lo tuvo Alemania, como lo tiene el comunismo a pesar de los miserables que dicen que “como mínimo la idea es buena”. El Islam tiene un problema por lo que es y nosotros tenemos un problema por lo que en nombre del Islam nos hacen. Hasta que no apreciemos y asumamos la hondura exacta de esta diferencia, sangraremos. Sangraremos por que el mal existe y sabe que una de sus mejores armas es hacer palanca con tantos millones  de idiotas nuestros que son incapaces de enterarse absolutamente de nada nada.

Publicado en ABC