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Retrato de Jesús pintado por da Vinci se subasta por una cifra récord

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Por Chris Michaud

FILE PHOTO: Christies' New York image of Leonardo da Vinci painting Salvator Mundi
Handout via REUTERS/File Photo
En la imagen, «Salvator Mundi,» el último cuadro de Leonardo da Vinci en manos privadas en una exposición para medios en la subasta de Christie’s en Nueva York el 10 de octubre de 2017.

Por Chris Michaud

NUEVA YORK (Reuters) – El retrato de Cristo «Salvator Mundi», pintado por Leonardo da Vinci, se vendió el miércoles por un récord de 450,3 millones de dólares en la casa Christie’s en Nueva York, más del doble que la marca anterior para una obra de arte en subasta.

El cuadro, que una vez fue vendido por apenas 125 dólares, reapareció recientemente. Era el último da Vinci en manos privadas y logró más de cuatro veces los 100 millones de dólares estimados por Christie’s antes de la subasta.

El récord anterior lo tenía la obra «Les Femmes D’Alger» de Pablo Picasso, vendida en 179,4 millones de dólares en mayo del 2015.

«Salvator Mundi» (Salvador del Mundo) fue adquirida por un comprador no identificado que participó por teléfono en la puja que apenas duró 20 minutos en la casa de subastas de Nueva York. Christie’s solo dijo que el comprador era un coleccionista privado europeo, pero medios lo identificaron como el multimillonario ruso Dmitry Rybolovlev.

El retrato restaurado, una representación etérea de Jesús que data aproximadamente del año 1500, es uno de los menos de 20 cuadros conocidos del artista del Renacimiento que aún existen.

Registrado por primera vez en la colección privada del rey Carlos I, la obra fue subastada en 1763 antes de desaparecer hasta 1900, para cuando se había repintado el rostro y el cabello de Cristo, una práctica «bastante común» anteriormente, según Alan Wintermute, especialista senior de Christie en pinturas de los Antiguos Maestros.

Vendida en Sotheby’s a un coleccionista estadounidense en 1958 por solo 45 libras (unos 126 dólares en ese momento), volvió a ofrecerse en 2005 como una copia de la obra maestra. La obra es el primer descubrimiento de un cuadro de da Vinci desde 1909.

El nuevo dueño comenzó el proceso de restauración y tras unos seis años de investigación el cuadro fue autenticado como la obra maestra de da Vinci de más de 500 años de antigüedad, culminando en una exposición en la Galería Nacional de Londres en 2011.

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Héroe: los ladrones de palabras

Por El Diletante

Estamos perdiendo las palabras, poco a poco, héroe es solo un ejemplo. El mecanismo que se describe a continuación opera con muchas otras palabras. Dejadme empezar con una interesante historia que, además de cargar de significado esta palabra, nos introduce en el valor supremo que representa el lenguaje.

En 1971 el profesor Philip Zimbardo lideró al equipo que realizó el famoso experimento psicológico de Stanford, en el que intentaron reproducir las condiciones de vida de una prisión. Mediante un anuncio reclutaron a 24 jóvenes sanos y estables mentalmente, a la mitad les asignaron el rol de prisioneros y a la otra mitad el de guardias. Al sexto día tuvieron que suspenderlo, la vida en aquel simulacro de prisión se había degradado hasta términos insoportables, los guardias sometían a los prisioneros a todo tipo de vejaciones físicas y maltratos psicológicos, y estos por su parte se amotinaron en primera instancia y luego terminaron enfrentados entre sí. Todos se sintieron identificados y legitimados a través de su rol.

Algunos guardias, en las entrevistas posteriores, confesaron la desazón que les había causaba el comportamiento agresivo de sus compañeros con los presos; pero no se atrevieron a manifestarlo, y menos a enfrentarse a ellos, bien por miedo físico o para evitar la ira del grupo.

El año 2010, cuatro décadas después, el propio profesor Zimbardo pone en marcha The Heroic Imagination Project para investigar y visibilizar a personas que, en situaciones similares a las que vivieron los guardias, si que actúan frente a lo que consideran injusto o indigno, asumiendo un riesgo físico o la ira del grupo. Zimbardo comienza a reunirse con estos héroes, o con sus familiares y amigos, pues algunos murieron como consecuencia de su acción. Su pretensión es desentrañar el significado y el valor de la palabra héroe, reconocer a las personas que actúan como tal, y inspirar a otras para que tomen ese camino llegado el momento.

Un héroe, desde la antigüedad, es quien hace cosas extraordinarias impulsado por sus ideales y valores. Además, lo hace por iniciativa propia y asumiendo riesgos de los que escaparíamos el común de los mortales. Los héroes contemporáneos que investiga Zimbardo siguen respondiendo a estas características.

Aunque, según los medios de comunicación, un héroe puede ser infinidad de cosas más. Por ejemplo quien resiste ante situaciones adversas que le vienen dadas con una actitud encomiable. O quien es parte de un grupo al que se atribuyen nobles ideales. Ser socio o cooperante en una ONG no basta para ser un héroe; el heroísmo es individual y, suele cuestionar al grupo o asumir riesgos de los que este no sería capaz. Pero, lo más disonante es llamar héroe a quien tan solo hace bien su trabajo, como un deportista. Y esperpéntico, aunque común, es considerar héroe al niño que se toma el desayuno sin rechistar y va al colegio silbando; como hace la publicidad. La palabra héroe se ha degradado, ahora, el que no es héroe es porque no quiere.

¡Qué más da! pensarán algunos, mejor todos héroes, para un cosa que es gratis. Pero hay dos pequeños inconvenientes. Al bajar el listón se vacía de contenido la palabra, lo que antes definía algo ya no define nada. Y, cuando ser héroe se abarata tanto, los que siguen pagando tan caro el hecho de serlo pasan a ser tratados como idiotas o locos.

Además, al diluir una palabra se diluye su cualidad, en este caso la heroicidad; ni las gestas “heróicas” de Messi en el campo de fútbol, ni el hijo modélico que desayuna sin rechistar, nos pueden cubrir ese vacío.

La heroicidad suele ser el último reducto de la dignidad humana. Cuando un grupo, o una sociedad entera, se adhiere acríticamente a postulados totalitarios o racistas, por poner un ejemplo, lo único que queda a lo que agarrarse son las actitudes heroicas, las de quienes plantan cara al grupo y se enfrentan a su ira. Un solo héroe termina redimiendo muchas veces a miles de personas que callan o no se atreven. En una situación más cotidiana, la persona que arriesga su vida entrando a una casa en llamas, no solo hace algo bueno por quienes están dentro, también por todos los que conocen su hazaña.

“Los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo”

Ludwing Wittgenstein, filósofo y lingüista.

Héroe, democracia, libertad, solidaridad, fascismo… las palabras son ya solo otro recurso comercial que se consume de forma compulsiva e insostenible. Tanto la política, como la publicidad y la información de baja calidad, mayoritaria a día de hoy, se afanan en devorarlas para satisfacer sus intereses. Y después, cuando los demás necesitamos usarlas, comprobamos con impotencia que no definen nada, o lo definen todo, que a la postre es lo mismo. De este modo se va difuminando el horizonte que nos abre lenguaje, y eso estrecha nuestros límites particulares y los del mundo que construimos al juntarnos con los demás.

Es un tarea urgente, vital, recuperar el significado genuino de las palabras, escapar como alma que lleva el diablo de esas cajas de resonancia donde se celebra la siniestra ceremonia de la destrucción del lenguaje. Por entretenido que nos parezca el espectáculo, es bueno que al apagarse los focos nos planteemos que ganamos con todo eso. También es verdad que ahora los focos no se apagan nunca; por lo que hacer balance se está volviendo un acto “heróico” cuando resulta tan cómodo y sencillo bailar eternamente al son que nos marcan.

Política: el lado oscuro del corazón

Por El Diletante

Hay una tendencia, exasperante para mi gusto, de explicar los asuntos políticos desde un enfoque sentimental. Las complejas relaciones entre ciudadanos, instituciones y países, se simplifican y se equiparan con lo que ocurre en el seno de un pareja, de un hogar o un grupo de amigos. Además, los que abusan de estas comparaciones, se creen asistidos por una lógica natural irrefutable. Y llega un punto en que la política se limita a quererse, odiarse, maltratarse, reconciliarse,… como si fuera la casa de Gran Hermano.

Una gestión adecuada de lo emocional tiene virtudes didácticas y ayuda a cohesionar una sociedad. Que tres millones de personas vivan con seiscientos euros al mes suena abstracto y frío. Pero los dificultades económicas de Isabel para mantener a tres hijos nos acerca al problema de un modo concreto; y quizás sirve de acicate para que apoyemos políticas que amparen a Isabel, y de paso a los otros tres millones de personas.

Las metáforas son un puente sencillo para entender lo complejo. Un chiste sobre vascos puede transmitir, de modo divertido, información con alguna base sociológica. Pero si confundimos el chiste con el conjunto de la realidad, la simplificación se convertirá en una caricatura plagada de tópicos perversos.

Ahora mismo, el tema de Cataluña está repleto de metáforas emocionales simplistas; la solución sería más amor, más odio, mejor amor, otro tipo de amor… Envidio la capacidad de algunos para desarrollar sentimientos tan profundos hacia tanta gente a la vez. Dicen que Julio Iglesias se ha acostado con tres mil mujeres; yo no tengo amor para tanta gente, tampoco odio; lo que sí tengo es respeto, y no exijo condiciones previas.

Cuanto más íntima es una relación más imprescindibles son los afectos. En cualquier familia existen unas normas no escritas, aunque solo los afectos son capaces de legitimarlas. A medida que los grupos crecen, y se hacen más diversos, la conexión emocional se debilita y emergen las normas como referencia común.

A veces es preferible ir al dentista que a una reunión de la comunidad de vecinos, el roce no siempre hace el cariño. Pero hay que ir; y el trato distante ente los vecinos no puede ser la base sobre la que se gestionen las necesidades del edificio.

Las relaciones, como los terremotos, tienen un pequeño epicentro, allí están las relaciones personales, que son intensas y están cargadas de emocionalidad. Luego está su enorme radio de acción, que abarca una gran variedad de relaciones sociales que son más frías, cerebrales y normativas a medida que se alejan del epicentro.

Imaginad que fuera al revés, que dentro de casa nos tratáramos como cuando vamos a entregar un impreso a la seguridad social. O que las relaciones en la oficina de la policía municipal fueran intensas y viscerales, un melodrama continuo con los policías animando del cotarro.

Las cosas no significan lo mismo para todos.

La palabra “madre” significa algo muy concreto en nuestra casa; pero en el espacio social hay muchos tipos de madre, e infinidad de maneras de no ser madre. Tampoco nuestra madre es igual que otras madres que nacieron quinientos, o diez mil kilómetros más allá. Del mismo modo, existen más tipos de amor que los que somos capaces de aprender y de entender; y hay muchos más dioses, creencias y escepticismos de los que invocamos en la soledad de nuestra habitación. Y las patrias que salen en los mapas, tan solo son una ínfima parte de las que la gente lleva consigo.

Pretender que nuestra particular manera de entender y relacionarnos es, o deber ser, común a todos los demás, significa que negamos a los diferentes su hueco en el espacio social y político. El abuso de las metáforas sentimentaloides por parte de la política provoca un reduccionismo que, más que la a convivencia, incita a la exclusión.

Una sociedad, para mi, debe promover la diversidad, como soporte para el desarrollo individual, el colectivo; y de la convivencia. La política, en sus distintos enfoques, tiene la misión de buscar el común denominador donde las distintas formas de afrontar la viva sean cuando menos compatibles, siempre desde la base del respeto.

Aceptar al diferente es un acto más racional que visceral.

En nuestra memoria animal siguen pesando los milenios que sobrevivimos en grupos diminutos enfrentados a un entorno hostil. Solo desde la racionalidad hemos logrado ir aplacando esos instintos para ser capaces de convivir en grupos cada vez mayores e interconectados entre sí. Pero esa llama sigue ardiendo en el interior de todos nosotros y, a nada que alguien la avive, se convierte en fuego devorador. Donde hoy, gracias a la razón, vemos amigo; mañana, si se enciende ese instinto, puede aparecer el peor enemigo.

Para este propósito de convivencia no ayuda en absoluto que la política sea otro show más, en poco difieren los programas de cotilleo y los debates políticos que inundan las cadenas. Ambos buscan dirigir los argumentos al epicentro de lo íntimo para tener al público atrapado en un carrusel de giros dramáticos. El objetivo de fondo también es el mismo; vender a través de la publicidad.

Los célebres “zascas” son la máxima expresión de una tendencia que conduce a la política al despeñadero de la inutilidad. Se reparten “zascas” para todos los gustos, es tan fácil como decirle a un público determinado lo que quiere oír. El “zasca” se vale de esas metáforas tramposas que trasladan lo íntimo al espacio de lo político, para que los argumentos parezcan verdades irrefutables. También explotan algo tan humano como la contracción; siempre añadiendo unas gotas de cinismo.

Sobra épica, falta lírica.

A falta de política tenemos épica, ofertas por doquier para enrolarnos en alguna cruzada para defendernos del invasor o lanzarnos a cortar la cabeza de los herejes. Demasiadas metáforas que son tan solo piedras arrojadizas, y muy pocas que nos ayuden a entendernos a nosotros mismos, y sirvan para comprender a todos los demás.

La política ya solo aspira a tener razón; o por lo menos a que se la den. Cabría preguntarse entonces; si los partidos se conforman con intentar ser lo protagonistas de una eterna discusión estéril (o tóxica), y han encontrado acomodo como un negocio que prospera avivando nuestra tendencia instintiva a la desconfianza, a la visceralidad, a confundir nuestra pequeña parte con el todo; ¿quién mueve entonces los hilos? Si es que realmente los mueve alguien.

Nuestro hermano perverso

Por El Diletante

En una escena de Los Soprano los protagonistas están a un velatorio, comen y beben desenfadadamente a pocos metros del cadáver, un mafioso judío se anima a contar un chiste para provocar la risa de sus compañeros:
–Sabéis, en los velatorios judíos la gente toma la palabra y comparte con los demás los buenos recuerdos que les deja el muerto. Aunque hace años estuve en uno muy raro en el que nadie decía ni pio. El rabino estaba nervioso, aquel silencio era demasiado incómodo y no había manera de dar pasaporte digno al fiambre. Al final alguien se animó y gritó desde el fondo, “yo si que tengo algo bueno que decir sobre el muerto; su hermano era mucho peor”.

A veces todo se puede resumir en un chiste. Hacerlo es simplificar las cosas, no es justo, es grotesco; pero sin embargo se puede hacer. Hay una perspectiva desde la que todo cuanto nos está ocurriendo se puede resumir en “su hermano era peor”. Basta con fijarse en lo que compartimos por redes sociales con la intención de expresar nuestras ideas y convicciones. A través de ello es fácil reconocer a nuestro “hermano peor”, señalamos cada día su zafiedad, su ignorancia y su perversión. Pero, sin embargo, cuesta deducir nada acerca de nosotros mismos.

Igual pasa cuando un político, de cualquier signo, se enfrenta a preguntas incómodas; su reacción normal, casi natural, es señalar lo que otros hacen, o hicieron peor. No hay límites a la hora de buscar lo peor de nosotros mismos, se puede saltar hacía atrás en el tiempo, escarbar en el fondo de cualquier basurero o lanzarse por un desagüe infecto.

Lo peor de los demás como fuente de identidad y legitimidad propia. No suena nada prometedor como epitafio. ¿Eso es todo cuanto se podrá alegar en nuestro favor cuando ya no estemos para justificarnos?.

“La búsqueda de la verdad y la belleza dan sentido a una vida”; así lo han afirmado muchos filósofos a lo largo de los siglos. No tengo nada que objetar, es el camino más gratificante que he conocido, siempre desde un sentido epicúreo que permita distinguir los placeres cuando llegan y deleitarse con ellos.

La verdad no tiene nada que ver con la razón absoluta; es la necesidad perenne de superar los límites del entendimiento que tenemos de nosotros mismos y de todo cuanto nos rodea. Y la belleza no es el ensimismamiento con un determinado canon estético; es la búsqueda de lo sublime que hay en cualquier cosa, cualquier momento o cualquier persona. La belleza a veces está oculta entre la mierda; y otras es la propia mierda.

“Su hermano era peor” es regodearnos en los pobres límites de nuestra compresión y, exhibir como única victoria, que hay alguien más tonto, peor que nosotros. Es rechazar la belleza para nosotros mismos y negar esa posibilidad en los demás.

Existe una verdad pálida, demacrada, que emana del sentido totalitario con que estamos usando las imágenes y las palabras. Y una belleza que es poco más que narcisismo, selfie, imagen prefabricada; discursos épicos y maniqueos que no admiten preguntas, y muchos menos dudas.

Algunos dicen que lo urgente en este momento es saldar las cuentas con ese “hermano mucho peor”, y a partir de ese momento todo será posible, todo cobrará sentido. Es imposible estar más equivocado. La verdad y la belleza siempre son urgentes, son lo único urgente; son lo único.  Solo ellas dan un sentido al presente y le otorgan una posibilidad al futuro.

He echado la vista al pasado buscando un instante mejor, y he encontrado algo sublime. El vídeo que viene a continuación es un extracto de una larga entrevista con una de las personas más brillantes del siglo XX. Fue emitida, en horario de máxima audiencia, por la BBC y la NBC en los años sesenta. Millones de personas, de toda condición, encendieron el televisor y, entre otras cosas, encontraron este momento de verdad y belleza. Quizás en aquel momento el listón que había que saltar para ganarse el derecho a ocupar el espacio público apuntaba muy alto; ahora, en cambio, apunta muy bajo, cada vez más. Tampoco exigimos otra cosa, nos basta con encontrar a alguien peor; mientras aún haya.

La oración más poderosa que una madre puede hacer por sus hijos

Halfpoint – Shutterstock
Una plegaria para las madres fuertes en la fe

Dios mío, te ofrezco a mis hijos;
Tu me los diste, ellos te pertenecen para siempre;
yo los educo para Ti y te pido
que los conserves para tu gloria.

Señor, que el egoísmo, la ambición, la maldad
no los desvíen del buen camino.
Que ellos tengan fuerza para actuar contra el mal
y que el móvil de todos sus actos
sea siempre y únicamente el bien.

¡Hay tanta maldad en este mundo, Señor!
Tu sabes cómo somos débiles
y como el mal muchas veces nos fascina;
pero Tu estás con nosotros
y yo pongo a mis hijos bajo tu protección.

Dales luz, fuerza y alegría en esta tierra, Señor,
para que ellos vivan para Ti en esta tierra; y que en el cielo,
todos juntos, podamos gozar de tu compañía para siempre.

Amén

¿Cómo nos ayudan las noticias en nuestra vida?   

Por El Diletante

Las noticias ayudan en nuestra vida de un modo que está íntimamente ligado a la calidad de las mismas. La cantidad, aunque tiene su importancia, es secundaria. Para acumular y procesar una gran cantidad de datos ya están las máquinas. Pero nosotros, para evolucionar, para hacer aportaciones interesantes e incluso para sentirnos bien, necesitamos profundizar, y llegado el caso, deleitarnos con unos pocos datos cada vez; permitiendo que estos, de manera natural, conecten con muchos otros. La desmesura y la baja calidad de la información no hacen otra cosa que entorpecer este propósito.

Lo que llamamos “información”

Estás perdido en medio del desierto. A cinco días caminando de la población más próxima. La muerta acecha; estás débil, deshidratado, hambriento. Todo lo que te queda es una mochila repleta de dinero.

Y, en ese fatídico momento, aparece el típico geniecillo que te ofrece agua y comida por mil euros. Aceptas sin vacilar, no estás para regateos. Logras caminar una jornada completa, al anochecer aparecen dos genios para ofrecerte la cena, se la compras al que pide ochocientos euros. Al despertar te esperan cinco genios, cada uno te ofrece su desayuno, tan solo pagas quinientos euros.

Sorprendentemente, según caminas comienzan a aparecer genios con bebida y comida detrás de cada duna. El desierto se convierte en un mercadillo donde todos vociferan sus mejores ofertas; siempre a la baja. Al día siguiente, comer y beber te sale gratis, siempre que les compres un sombrero o unas gafas que te alivien de la tortura del sol.

La teoría económica de la utilidad marginal dice que el valor de un producto desciende a medida que las necesidades están satisfechas y garantizadas. Si hay poca oferta y mucha necesidad, pagaremos caro aquello que nos hace falta. Si la oferta abunda y cubrir la necesidad está garantizado, los vendedores tendrán que ponerlo baratito

Hace siglos que la oferta crece sin parar; industrialización, mecanización, robotización. Como la demanda ha seguido la misma tendencia, al acceder más gente a comprar productos y surgir nuevas necesidades, el mercado ha ido reequilibrando la balanza. Pero, ahora mismo, ya se fabrica mucho más de lo que se puede vender. Algunos afortunados encuentran clientes, y muchos desdichados ven su mercancía apolillarse en el almacén. Ni el más alocado consumismo es capaz de absorber tan descomunal oferta.

 ¿Qué pasa con los productos digitales?

Estos bienes intangibles se producen infinitamente a costes irrisorios o inexistentes; tan fácil como duplicar un archivo. Así que su valor tiende a ser nulo. La piratería de la música era un indicio de este hecho inexorable. Vinilos, ediciones de lujo y eventos en vivo son ahora las alternativas más rentables; productos tangibles y limitados que reequilibran oferta y demanda. A los videojuegos se añaden accesorios físicos, los paquetes de televisión se vinculan a la conectividad, que requiere de infraestructuras y de aparatos. Distintas alternativas para afrontar el mismo hecho.

 El precio se hunde, pero, ¿y la calidad?

Producir muy barato para vender gratis o casi gratis, tarde o temprano, rebaja la calidad. Centrémonos en el ejemplo de la información. Un diario online ingresa menos que los antiguos medios analógicos. Pese a contar con mayores audiencias, hay infinidad de competidores reproduciendo algo similar. Eso implica que dispongan de menos reporteros en el lugar de la noticia para aportar un punto de vista fresco y directo.  Que se limiten a rebotar lo que envían las agencias añadiendo algún matiz. O a reproducir lo que les mandan las partes interesadas sin aplicar los más elementales filtros de contraste y veracidad. Su verdadera aportación es, en muchos casos, las opiniones que generan a partir de un misma noticia. Cada vez es más barato sentar a alguien en una silla, o ante un ordenador, para que suelte su perorata.

Cuando las noticias son un mercadillo de saldos, el verdadero objetivo pasa a ser utilizar cualquier práctica, por peregrina que sea, para seguir atrayendo la atención de la gente e ingresar lo que se pueda con la publicidad.

 ¿Qué ocurre con las noticas?

Al comprar un periódico no pagamos por el papel, pagamos por las noticias, y las palabras e imágenes que las conforman. Según la teoría de la utilidad marginal ahora, al reproducirse infinitamente, también tenderían a no valer absolutamente nada.

No hace tanto, para difundir una noticia o opinión, era necesario acceder a unos medios de comunicación limitados que disponían de un espacio escaso. Aunque te lo montaras por tu cuenta, era un esfuerzo notable el simple hecho de maquetar cuatro páginas, fotocopiarlas, poner una grapa y distribuirlas. Había una oferta limitada, costaba producir, pero, en muchos casos, el público pagaba por ello. Las noticias tenían una vigencia mayor, no podían consumirse tan desaforadamente aunque se quisiera. Nuestra relación con ellas, y sus palabras e imágenes, era más estrecha; las paladeábamos para sacar el máximo partido a las que caían en nuestras manos.

 ¿Cómo nos ayudan las noticias en nuestra vida?

De un modo que está íntimamente ligado a la calidad. La cantidad, aunque tiene su importancia, es secundaria. Para acumular y procesar una gran cantidad de datos ya están las máquinas. Pero nosotros, para evolucionar, para hacer aportaciones interesantes, e incluso para sentirnos bien; todo lo que necesitamos es profundizar, y llegado el caso deleitarnos, con unos pocos datos cada vez; y dejar que ellos, de manera natural, conecten con muchos otros. La desmesura, y la baja calidad, no hacen otra cosa que entorpecer este propósito.

 Una imagen vale más que mil palabras.

Esta frase es un tópico del pasado. De cuando lograr una imagen era difícil y costoso, al contrario que el texto que llevaba siglos de ventaja tecnológica. Ahora es tan fácil, o más, producir una imagen que un texto. Nos hemos acostumbrado a verlas, a producirlas nosotros mismos; estamos también saturados de ellas. No me atrevería a decir cuál su relación de valor actual; aunque temo que ambas valen muy poco.

 ¿En qué se está convirtiendo la información digital?

En el platito de cacahuetes que nos ponen gratis al pedir una cerveza, un aliciente para pedir otra consumición. El negocio no son los cacahuetes, ni la información, el valor marginal de ambas es cero; es la cerveza o la publicidad.

Si tanto las noticias como el lenguaje moldean nuestra relación con el mundo a todos los niveles, desde los íntimos hasta los generales; ¿qué pasa cuando se abaratan y se vulgarizan hasta tales extremos?. Estamos considerando a la posverdad y la manipulación informativa como intromisiones o usos ilegítimos del sistema. ¿Y si no fuera así?. Si fueran reacciones lógicas. Si la información solo sirve como gancho para vender otras cosas, la posverdad y la manipulación serían los aditivitos que se usan para elaborar esa cosa barata que tiene apariencia de comida, sabe más o menos a comida, y encima genera adicción. De ser así, surgirán más aditivos, cada vez más baratos y potentes. El propio sistema estará empujando para que así sea.

¿Un plan de paz de EEUU para Oriente Medio?

Llega el invierno y estos abrigos son tendencia

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El clásico negro no tiene nada de malo, pero es bueno probar nuevos estilos

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Chaquetas acolchadas

De las pistas de esquiar a las calles. La moda deportiva llegó para quedarse y prueba de ello es que este tipo de pieza fue la más resaltante en la mayoría de las pasarelas. Si bien antiguamente asociábamos esta estética con un look meramente casual, ahora puedes combinarla con piezas más formales (como un vestido sencillo o una linda falda) para lograr un atuendo sporty chic. ¿Quieres ser la máxima fashionista? Busca una en tono plateado, sino, igual hay miles de opciones en cuanto a color, longitud y textura, lo importante es que sea acolchada.

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Gabardinas

Tanto las firmas de lujo como las low-cost las proponen para combatir el frío pero reinventadas, siempre con algún detalle contemporáneo o estampado atrevido. Por ejemplo, pueden llevarse con cinturón, con solapas pronunciadas o pueden tener un detalle de plumas en las mangas (también muy de moda) para que luzcas como toda una diva de los 50. ¿Prefieres las tradicionales a lo Audrey Hepburn? No te preocupes, también puedes llevarla pero busca arriesgarte con tus accesorios. Por ejemplo, puedes escoger una gabardina larga en tono beige pero, en lugar de botas, usar unos adidas blancos para un día de diligencias.

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Pieles

Seguramente es la tendencia más controvertida de la temporada por el maltrato a los animales, pero hay que recordar que hay también opciones sintéticas para lograr un efecto similar sin causarle daño a ningún ser vivo. No todo el abrigo tiene que ser de “piel”, puede ser algún detalle si no estás acostumbrada o te sientes como Cruella de Vil.

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Estilo manta

Si en verdad quieres salirte de la rutina y atreverte a usar algo poco tradicional, puedes optar por este tipo de abrigo que tuvo su protagonismo en el desfile de Balenciaga. Para algunos, quizá parezca que estás más lista para echarte en tu sofá a ver Netflix, pero todo está en la actitud.

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Tartán inglés

Los abrigos de corte tipo sastre también son tendencia, sobre todo si son a cuadros. Además, este estampado es típico de estas fechas y es muy interesante y versátil también para el fin de semana, porque puede llevarse, por ejemplo, con un pantalón negro de cuero para una estética grunge o con un sweater en V y camisa de cuello para un look más preppy.De todas las opciones, es quizá la más conservadora.

Mauro del Signore – Shutterstock

Oversized

La frase del 2017 es “más es más”. Desde el año pasado los grandes diseñadores presentaron piezas y accesorios en formato XL. Este invierno se nota en los abrigos de grandes formatos (sí, no temas en usar el de tu chico), aunque debes tener cuidado con la proporción del resto de tu atuendo para que se vea como una cosa adrede y no como que no sabes escoger tu talla o andas con ropa prestada.

Plástico

Gracias a películas (o anuncios de ellas) como Blade Runner y el remake de Matrix el tema futurista está muy presente en esta temporada con un toque de rebeldía. Son los tipos de abrigos que no son para todas, pero al menos intenta probártelo en el vestidor.

Como verás, hay opciones para todo tipo de gustos, así que es cuestión que vayas a la tienda y te pruebes varias opciones hasta que encuentres la que más te guste. ¡El invierno no tiene por qué ser aburrido!

 

 

¿Es Jesús Dios?

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Jesús complejos

¿Alguna vez has conocido a alguien que es el centro de atención adondequiera que vaya? Alguna característica misteriosa e indefinible lo distingue de todos los demás. Bueno, así fue hace dos mil años con Jesucristo.  Pero no fue sólo la personalidad de Jesús que cautivó a las personas que lo oyeron. Los testigos de sus palabras y su vida nos cuentan que Jesús de Nazaret era distinto a todos los hombres.

Las únicas credenciales de Jesús fueron él mismo. Nunca escribió un libro, lideró un ejército, ocupó un cargo político ni fue dueño de ninguna propiedad. Solía viajar dentro de las cien millas alrededor de su pueblo, atrayendo a multitudes que se asombraban con sus palabras provocadoras y actos asombrosos.

Sin embargo, la grandeza de Jesús fue obvia para todos los que lo conocieron y oyeron. Y mientras que la mayoría de los grandes personajes finalmente se desvanecen en los libros de historia, Jesús sigue siendo el tema de miles de libros y de controversias mediáticas sin paralelo. Gran parte de esas controversias giran en torno a las afirmaciones radicales que hizo Jesús sobre sí mismo – afirmaciones que asombraron tanto a sus seguidores como a sus adversarios.

Fueron principalmente las afirmaciones únicas de Jesús que causaron que fuera visto como una amenaza tanto por las autoridades romanas como por la jerarquía judía. Si bien era un forastero sin credenciales ni base de poder político, en sólo tres años, Jesús cambió el mundo para los siguientes veinte siglos. Otros líderes morales y religiosos han causado un impacto – pero ninguno como ese desconocido hijo de carpintero de Nazaret.

¿Qué tenía Jesucristo que marcó la diferencia? ¿Fue meramente un gran hombre, o fue algo más?

Estas preguntas llegan al fondo de quién fue Jesús realmente. Algunos creen que él fue meramente un gran maestro moral; otros creen que simplemente fue el líder de la mayor religión del mundo. Pero muchos creen algo más grande. Los cristianos creen que Dios realmente nos ha visitado en forma humana. Y ellos creen en las pruebas que lo respalda.

Después de estudiar cuidadosamente la vida y las palabras de Jesús, un antiguo catedrático de Cambridge y escéptico, C.S. Lewis, llegó a una conclusión inesperada sobre Jesús que cambió el rumbo de su vida. Entonces, ¿quién es el verdadero Jesús? Muchos contestarán que Jesús fue un gran maestro moral. Al estudiar más profundamente a la persona más controvertida del mundo, empezamos por preguntarnos: ¿Jesús podría haber sido meramente un gran maestro moral?

¿Un gran maestro de la moral?

Incluso las personas de otras religiones reconocen que Jesús fue un gran maestro de la moral. El líder hindú Mahatma Gandhi elogiaba su vida honrada y sus palabras profundas.[1]Asimismo, el erudito judío Joseph Klausner escribió, “Es universalmente aceptado… que Cristo enseñó las más puras y sublimes éticas…lo cual arroja a la sombra a los preceptos morales y las máximas de los hombres más sabios de la antigüedad”.[2]

El sermón del monte de Jesús ha sido llamado la enseñanza más excelente de ética humana jamás pronunciada por una persona. De hecho, gran parte de lo que conocemos hoy como “igualdad de derechos” en realidad es el resultado de las enseñanzas de Jesús. El historiador no cristiano Will Durant dijo de Jesús que “él vivió y luchó incansablemente por la ‘igualdad de derechos’; en tiempos modernos él habría sido enviado a Siberia. ‘El más importante entre ustedes será siervo de los demás’ – ésta es la inversión de toda sabiduría política, de toda cordura”.[3]

Muchos, como Gandhi, han tratado de separar las enseñanzas éticas de Jesús  de sus afirmaciones sobre sí mismo, creyendo que simplemente fue un gran hombre quien enseñó elevados principios morales. Ésta fue la propuesta de uno de los Padres Fundadores de los Estados Unidos de América, el Presidente Thomas Jefferson, que cortó y pegó un ejemplar del Nuevo Testamento, eliminando las secciones que él consideraba que se referían a la divinidad de Jesús, y conservando otros pasajes sobre las enseñanzas éticas y morales de Jesús.[4] Jefferson llevaba con él en todo momento su Nuevo Testamento cortado y pegado, venerando a Jesús como el que fuera quizás el mayor maestro moral de todos los tiempos.

De hecho, las palabras memorables de Jefferson en la Declaración de la Independencia tienen sus raíces en las enseñanzas de Jesús de que cada persona es de inmensa e igual importancia para Dios, sin tener en cuenta el sexo, la raza o el estatus social. El famoso documento establece, “Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables…”

Pero una pregunta que Jefferson nunca contestó fue: ¿cómo podría Jesús ser un gran líder moral si  afirmó ser Dios en falso? ¿Pero Jesús en realidad afirmó su divinidad? Antes de analizar qué sostuvo Jesús, debemos estudiar la posibilidad de que simplemente fue un gran líder religioso.

¿Un gran líder religioso?

Sorprendentemente, Jesús nunca afirmó ser un líder religioso. Él nunca se metió en la política religiosa ni impulsó una agenda ambiciosa, y él se desempeñó casi totalmente fuera del marco religioso establecido.

Cuando uno compara a Jesús con los otros grandes líderes religiosos, surge una notable distinción. Ravi Zacarias ha estudiado las religiones del mundo y ha observado una distinción fundamental entre Jesucristo y los fundadores de otras grandes religiones. Todas las religiones proporcionan instrucciones sobre una manera de vivir. Pero solo Jesús ofrece la liberación, el perdón de los pecados y la transformación. “Jesús no solo enseñaba o exponía su mensaje. Él era idéntico a su mensaje”.[5]

La certeza de la observación de Zacarias es subrayada por la cantidad de veces en los evangelios que el mensaje de las enseñanzas de Jesús fue sencillamente “Ven a mí” o “Sígueme” o “Obedéceme”. Además, Jesús dejó claro que su misión principal era perdonar los pecados, que era algo que sólo Dios podía hacer.

En The World´s Great Religions (Las grandes religiones del mundo), Huston Smith observó que entre todos los líderes religiosos, solo Jesús afirmó ser divino.[6]

Y eso nos lleva a la pregunta de qué afirmó realmente Jesús acerca de sí mismo; específicamente, ¿Jesús afirmó ser Dios?

¿Jesús afirmaba ser Dios?

Entonces, ¿qué ha convencido a tantos estudiosos de que Jesús afirmó que era Dios? El autor John Piper explica que Jesús afirmó tener poderes que pertenecían exclusivamente a Dios.

“…los amigos y enemigos de Jesús se desconcertaban una y otra vez por lo que él hacía y decía. Él podía estar andando por un camino, al parecer como cualquier otra persona, y entonces daba la vuelta de pronto y decía cosas como, ‘Antes de que Abraham naciera, ¡yo soy!’. O, ‘Quien me ve a mí está viendo al Padre’. O, muy tranquilamente, después de ser acusado de blasfemia, él decía, ‘Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados’. A los muertos él podía simplemente decirles, ‘Sal fuera’ o ‘Levántate’. Y ellos obedecían. A las tormentas en el mar les decía, ‘Quieto’. Y a la hogaza de pan le decía, ‘Conviértete en mil porciones’. Y se realizaba inmediatamente”.[7]

¿Pero cuál era realmente el significado de dichas afirmaciones? Es posible que Jesús fuera sólo un profeta como Moisés, Elías o Daniel? Incluso una lectura superficial de los evangelios revela que Jesús afirmaba ser más que un profeta. Ningún otro profeta había afirmado algo similar sobre sí mismo; de hecho, ningún otro profeta se ha colocado en el lugar de Dios.

Algunas personas sostienen que Jesús nunca dijo expresamente, “Yo soy Dios”. Es verdad que nunca dijo las palabras exactas, “Yo soy Dios”. Sin embargo, Jesús tampoco dijo de manera explícita, “Yo soy un hombre” ni “Yo soy un profeta”. Pero Jesús sin duda fue humano, y sus seguidores lo consideraron un profeta como Moisés y Elías.  Por ello, no podemos descartar que Jesús es divino sólo porque él no dijo esas palabras exactas, así como tampoco podemos decir que no fue un profeta.

De hecho, las afirmaciones de Jesús sobre sí mismo se contradicen con la idea de que él simplemente fue un gran hombre o un profeta. En más de una ocasión, Jesús se refirió a sí mismo como el Hijo de Dios. Cuando se le preguntó a Bono, el cantante de U2, si él pensaba que era inverosímil que Jesús fuera el Hijo de Dios, él contestó:

“No, para mí no es algo increíble. La respuesta secular al relato de Jesucristo siempre es así: Él fue un gran profeta, obviamente era un tipo muy interesante, tenía muchas cosas que decir, como los demás grandes profetas,… Pero en realidad, Jesús no te permite eso. Él no te deja librarte tan fácilmente del tema. Jesús dice, “No. No estoy diciendo que soy un maestro, no me digan maestro. No estoy diciendo que soy un profeta….estoy diciendo que soy Dios encarnado”. Y la gente dice: No, no, por favor, se un profeta nomás. Podemos lidiar con un profeta”.[8]

Antes de analizar las afirmaciones de Jesús, es importante entender que él las hizo dentro del contexto de la creencia judía en un solo Dios (monoteísmo). Ningún judío creyente creería alguna vez en más de un Dios. Y Jesús creía en el único Dios, rezándole a su Padre como, “el único Dios verdadero”.[9]

Pero en esa misma oración, Jesús habló de haber existido siempre con su Padre. Y cuando Felipe le pidió a Jesús que les muestre al Padre, Jesús dijo, “Tanto tiempo como llevo con vosotros y ¿no has llegado a conocerme, Felipe? Quien me ve a mí está viendo al Padre”.[10] Entonces, la pregunta es: ¿Jesús estaba afirmando ser el Dios hebreo que creó el universo?

¿Jesús afirmó ser el Dios de Abraham y Moisés?

Jesús se refería a sí mismo de maneras que desconcertaban a sus seguidores. Tal como señala Piper, Jesús hizo la afirmación audaz de que, “antes de que Abraham naciera, ¡yo SOY!”[11] Le dijo a Marta y las personas a su alrededor, “Yo SOY la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera”.[12] Asimismo, Jesús decía cosas como, “Yo SOY la luz del mundo”[13], “Nadie llega al Padre sino por mí”[14] o, “Yo SOY la verdad” [15]. Éstas y otras afirmaciones suyas fueron precedidas por las palabras sagradas para nombrar a Dios: “Yo SOY” (ego eimi).[16] ¿Qué quiso decir Jesús con estas afirmaciones? ¿Y qué significado tiene el término “Yo SOY”?

Una vez más, debemos analizar el contexto. En las Sagradas Escrituras Hebreas, cuando Moisés preguntó a Dios su nombre en la zarza ardiente, Dios respondió, “Yo SOY”. Él le estaba revelando a Moisés que Él es el único Dios, que trasciende al tiempo y siempre ha existido. Increíblemente, Jesús usaba estas palabras sagradas para describirse a sí mismo. La pregunta es ¿por qué?

Desde el tiempo de Moisés, ningún judío practicante se referiría nunca a sí mismo ni a ningún otro hombre como “Yo Soy”. Por ello, las afirmaciones de “Yo SOY” de Jesús enfurecieron a los líderes judíos. Una vez, por ejemplo, algunos líderes le explicaron a Jesús por qué  trataban de matarlo: “Porque tú, siendo hombre, te haces pasar por Dios” .[17]

El uso por Jesús del nombre de Dios enfureció a los líderes religiosos. Pero lo importante es que éstos estudiosos del Antiguo Testamento sabían exactamente lo que él estaba diciendo – él estaba afirmando ser Dios, el Creador del universo. Sólo esta afirmación habría conllevado la acusación de blasfemia. Entender a partir de estos textos  que Jesús afirmó ser Dios claramente se justifica, no simplemente por sus palabras, pero también por la reacción a estas palabras.

C. S. Lewis inicialmente consideró que Jesús era un mito. Pero este genio literario que conocía los mitos muy bien concluyó que Jesús tiene que haber sido una persona real. Más aún, a medida que Lewis estudió las pruebas de la existencia de Jesús, se convenció de que Jesús no sólo fue real, sino de que fue diferente a cualquier otro hombre que haya vivido. Lewis escribió,

“Y allí está la verdadera sorpresa’ dice Lewis: ‘Entre estos judíos de pronto aparece un hombre que habla como si fuera Dios. Dice que puede perdonar los pecados. Dice que siempre ha existido. Dice que vendrá para juzgar al mundo al fin del tiempo”.[18]

Lewis pensaba que las afirmaciones de Jesús eran simplemente demasiado radicales y profundas para haber sido hechas por un maestro o líder religioso común. (Para ver un análisis más exhaustivo de la afirmación de Jesús de su divinidad, ver “¿Jesús afirmaba ser Dios?” http://y-jesus.org/spanish/more/jcg-jesus-afirmo-ser-dios/).

¿Qué clase de Dios?

Algunos sostienen que Jesús solamente estaba afirmando ser parte de Dios. Sin embargo, la idea de que todos somos parte de Dios, y que dentro de nosotros esta la semilla de la divinidad, simplemente no es un posible significado de las palabras y acciones de Jesús. Tales pensamientos son revisionistas, son ajenos a sus enseñanzas, ajenos a las  creencias que expresó, y ajenos a  cómo entendieron sus enseñanzas los discípulos.

Jesús enseñó que él es Dios de la manera que los judíos entendían a Dios y la manera que las Escrituras Hebreas describían a Dios, no de la manera en que el movimiento de la Nueva Era entiende a Dios. Ni Jesús ni su público habían sido criados viendo la Guerra de las Galaxias, por lo cual, cuando ellos hablaban de Dios, no estaban hablando de fuerzas cósmicas. Redefinir lo que Jesús quiso decir con el concepto de Dios es simplemente un mal enfoque histórico.

Lewis explica que:

“Dejemos esto en claro. Entre los panteístas, como los hindúes, cualquiera podría decir que él es parte de Dios, o que es uno con Dios…Pero este hombre, dado que era un judío, no podría referirse a esa clase de Dios. Dios, en su idioma, significaba el Ser que está fuera del mundo, que lo había creado y era infinitamente distinto a cualquier otra cosa. Y cuando uno haya entendido eso, podrá ver que lo que dijo este hombre fue simplemente lo más escandaloso que alguna vez ha pronunciado un humano”.[19]

Por cierto, hay personas que aceptan a Jesús como un gran maestro, pero no están dispuestos a llamarlo Dios. Como deísta, hemos visto que Thomas Jefferson no tenía ningún problema con aceptar las enseñanzas de Jesús sobre la moral y la ética, a la vez que negaba su divinidad.[20] Pero como hemos señalado, y examinaremos en mayor profundidad, si Jesús no era quien afirmaba ser, entonces debemos analizar algunas otras alternativas, ninguna de las cuales harían de él un gran maestro moral. Lewis argumentó, “Lo que estoy tratando de impedir es que alguien diga esa cosa realmente absurda que la gente a menudo dice de Él: ‘Estoy listo para aceptar a Jesús como un gran maestro moral, pero no acepto su afirmación de ser Dios’. Esa es la única cosa que no debemos decir”.[21]

En su búsqueda de la verdad, Lewis sabía que respecto de la identidad de Jesús sólo podía ser la una o la otra. O Jesús era quien afirmaba ser – Dios encarnado – o sus afirmaciones eran falsas. Y si éstas eran falsas, Jesús no podría ser un gran maestro moral. Él estaría mintiendo intencionalmente o sería un demente con un complejo de Dios.

¿Es posible que Jesús estaba mintiendo?

Aún los críticos más severos de Jesús rara vez han dicho que era un mentiroso. Sin duda, esa etiqueta no concuerda con las elevadas enseñanzas morales y éticas de Jesús. Pero si Jesús no es quien afirmaba ser, debemos considerar la opción de que él engañaba a todos intencionalmente.

Uno de los trabajos políticos más conocidos y más influyentes de todos los tiempos fue escrito por Nicolás Maquiavelo en 1532. En su obra clásica, El Príncipe, Maquiavelo exalta el poder, el éxito, la imagen y la eficiencia por encima de la lealtad, la fe y la honestidad. Según Maquiavelo, mentir está bien si logra un fin político.

¿Podría Jesucristo haber construido toda su vida pastoral a partir de una mentira sólo para obtener el poder, la fama o el éxito? De hecho, los opositores judíos de Jesús trataron constantemente de exponerlo como un fraude y un mentiroso. Ellos lo inundaban con preguntas a fin de tenderle una trampa para que se contradijera. Sin embargo, Jesús respondía con una notable coherencia.

La pregunta que debemos analizar es, ¿qué podría motivar a Jesús a vivir su vida entera como una mentira? El enseñó que Dios se oponía a la mentira y a la hipocresía, por lo cual, él no lo estaría haciendo para complacer a su Padre. Él claramente no mintió para beneficio de sus seguidores, dado que todos menos uno fueron martirizados por no renegar de su Divinidad (ver “¿Los apóstoles creían que Jesús es Dios?” http://www.y-jesus.com/apostles_jesus_god_1.php). Y entonces, nos quedamos con sólo dos explicaciones razonables, cada una de las cuales es problemática.

Beneficio

Mucha gente ha mentido por ganancia personal. De hecho, la motivación de la mayoría de las mentiras es algún beneficio percibido para uno mismo. ¿Qué podría haber esperado ganar Jesús al mentir sobre su identidad? El poder sería la respuesta más obvia. Si la gente creía que él era Dios, él tendría un enorme poder. (Es por eso que muchos líderes antiguos, tales como los Césares, afirmaban su origen divino.)

El problema con esta explicación es que Jesús rechazó todos los intentos de posicionarlo para el poder establecido, y más bien criticó duramente  a aquellos que abusaron de dicho poder y vivieron sus vidas persiguiéndolo. Además, él optó por acercarse a los marginados (las prostitutas y los leprosos), aquellos que no tenían poder, creando una red de gente cuya influencia era menos que cero. De una manera que sólo puede ser descrita como extraña, todo lo que Jesús hizo y dijo iba en dirección diametralmente opuesta al poder.

Parecería que, si el poder fue la motivación de Jesús, él habría evitado la cruz a toda costa. Sin embargo, en varias ocasiones, él les dijo a sus discípulos que la cruz era su destino y misión. ¿Cómo podría morir en una cruz romana traerle a uno poder?

La muerte, por supuesto, pone todo en perspectiva. Y mientras que muchos mártires han muerto por una causa en la que ellos creían, pocos han estado dispuestos a morir por una mentira conocida. Sin duda, toda esperanza para la propia ganancia personal de Jesús habría terminado en la cruz. Sin embargo, hasta su último suspiro, él se negó a renunciar a su afirmación de ser el único Hijo de Dios. El estudioso del Nuevo Testamento J.I. Packer señala que este título es una afirmación de la divinidad personal de Jesús.[22]

Un Legado

Por lo tanto, si Jesús estaba por encima de mentir para su propio beneficio, quizás sus afirmaciones radicales fueron falseadas con el propósito de dejar un legado. Pero la posibilidad de recibir una tremenda paliza y ser clavado a una cruz enfriaría rápidamente el entusiasmo de la mayoría de las superestrellas en potencia.

Y hay otro hecho fascinante. Si Jesús  simplemente hubiera renunciado a su afirmación de ser el Hijo de Dios, él nunca habría sido condenado. Fue su afirmación de ser Dios y no estar dispuesto a retractarse de ello que lo llevó a la crucifixión.

Si aumentar su credibilidad y reputación histórica fue lo que motivó a Jesús a mentir, hay que explicar cómo un hijo de carpintero de un pueblo pobre de Judea pudo prever los eventos que catapultarían su nombre a la prominencia mundial. ¿Cómo sabría que su mensaje sobreviviría? Los discípulos de Jesús habían huido y Pedro lo había negado. No es precisamente la fórmula para dar inicio a un legado religioso.

¿Los historiadores creen que Jesús mintió? Los estudiosos han analizado en detalle las palabras y vida de Jesús para ver si hay alguna evidencia de un defecto en su carácter moral. De hecho, incluso los más ardientes escépticos están sorprendidos por la pureza moral y ética de Jesús. Según el historiador Philip Schaff, no hay evidencia, ni en la historia de la iglesia ni la historia secular, de que Jesús haya mentido acerca de algo. Schaff argumentó,“¿Cómo, en nombre de la lógica, el sentido común y la experiencia, podría un hombre mentiroso, egoísta y depravado haber inventado, y continuamente mantenido desde el principio hasta el fin, el más puro y noble carácter conocido en la historia con el más perfecto aire de verdad y realidad?”[23]

La opción de mentiroso parece nadar contra corriente ante todo lo que Jesús enseñó, vivió, y por lo que murió. Para la mayoría de los estudiosos, simplemente no tiene sentido. Sin embargo, para negar las afirmaciones de Jesús, uno debe ofrecer alguna explicación. Y si las afirmaciones de Jesús no son verdaderas, y él no estaba mintiendo, la única opción que queda es que él debió haberse engañado a sí mismo.

¿Jesús podría haber sido enfermo mental?

Albert Schweitzer, quién fue galardonado con el Premio Nobel en 1952 por su trabajo humanitario, tenía sus propias opiniones sobre Jesús. Schweitzer concluyó que la locura era la causa de las afirmaciones de Jesús de ser Dios. Es decir, que Jesús estaba equivocado sobre sus afirmaciones, pero no mentía intencionalmente. Según esta teoría, Jesús en realidad se engañaba a sí mismo, creyendo realmente que él era el Mesías.

Lewis consideró esta opinión cuidadosamente. Lewis dedujo que si  las afirmaciones de Jesús no eran ciertas, entonces él tendría que haber estado loco. Lewis argumenta  que alguien que afirmaba ser Dios no sería un gran maestro moral.  “Él podría ser un enfermo mental – al nivel de un hombre que dice ser un huevo hervido – o de lo contrario él sería el Diablo del Infierno”.[24]

La mayoría de las personas que han estudiado la vida y las palabras de Jesús reconoce que él era extremadamente racional. Si bien su propia vida estuvo llena de inmoralidad y escepticismo personal, el renombrado filósofo francés Jean-Jacques Rousseau (1712-78) reconoció el carácter superior y el aplomo de Jesús: “Cuando Platón describe su hombre recto imaginario…él describe exactamente el personaje de Jesús…Si la vida y muerte de Sócrates son las de un filósofo, la vida y muerte de Jesús son las de un Dios”.[25]

Bono concluye que “loco” es la última etiqueta que uno le podría poner a Jesús.

“Lo que nos queda entonces es que Jesús era quien decía ser o si no, estaba totalmente chiflado. Es decir, estamos hablando de un loco al nivel de Charles Manson…No es broma. La idea de que todo el curso de la civilización para la mitad del mundo se hubiera visto cambiado y puesto de cabeza por un loco, para mí, es difícil de creer…” [26]

Entonces, ¿ Jesús fue un mentiroso o un demente, o fue el Hijo de Dios? ¿Podría haber estado en lo correcto Jefferson al etiquetar a Jesús de “sólo un buen maestro moral” a la vez que negaba su deidad? Es interesante que el público que escuchó a Jesús – tanto los creyentes como los enemigos – nunca lo considerara como un simple maestro moral. Jesús generó tres efectos principales en la gente que lo conoció: odio, terror o adoración.

Las afirmaciones de Jesucristo nos obligan a escoger. Como dijo Lewis, no podemos ubicar a Jesús en la categoría de ser solamente un gran líder religioso o un buen maestro moral.  Este antiguo escéptico nos desafía a tomar nuestras propias decisiones sobre Jesús:

“Uno debe elegir. O este hombre fue y es el Hijo de Dios, o si no, era un loco o algo peor. Uno puede callarlo por ser un tonto, escupirle y matarlo por ser un demonio o puede caer a sus pies y llamarlo Señor y Dios. Pero no nos permitamos  disparates condescendientes  de que fue un gran maestro humano. Él no nos dejó esa posibilidad. No era su intención hacerlo”.[27]

En su libro Mere Christianity (Mera cristiandad), Lewis explora las opciones respecto de la identidad de Jesús y concluye que él es exactamente lo que afirmaba ser. Su cuidadoso estudio de la vida y las palabras de Jesús llevó a este gran genio literario a renunciar a su anterior ateísmo y volverse un cristiano comprometido.

La gran pregunta de la historia de la humanidad es, “¿Quién es el verdadero Jesucristo?” Bono, Lewis e innumerables más han concluido que Dios visitó nuestro planeta en forma humana. Pero si eso es cierto, esperaríamos que él estuviera vivo hoy en día. Y eso es exactamente lo que creen sus seguidores.

¿Jesús realmente resucitó?

Los testigos presenciales de Jesucristo realmente hablaban y actuaban como si ellos creyeran que él hubiera resucitado físicamente de la muerte después de su crucifixión. Si ellos estaban equivocados, la cristiandad se fundó sobre la base de una mentira. Pero si tenía razón, dicho milagro sería una prueba de todo lo que dijo Jesús sobre Dios, sobre sí mismo y sobre nosotros. Pero, ¿debemos creer en la resurrección de Jesús únicamente basados en la fe o hay pruebas históricas sólidas? Varios escépticos han estudiado los registros históricos a fin de probar la falsedad del relato de la resurrección. ¿Qué descubrieron?

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¿Jesús dijo qué pasa después de la muerte?

Si Jesús realmente resucitó, entonces debe saber qué hay al otro lado. ¿Qué dijo Jesús sobre el sentido de la vida y sobre nuestro futuro? ¿Hay muchos caminos a Dios, o Jesús dijo que él era el único camino? Lea las respuestas sorprendentes en “¿Por qué Jesús?” Haga clic aquí para ver las pruebas de la afirmación más fantástica que jamás se ha hecho — ¡la resurrección de Jesucristo!

¿Jesús le puede dar sentido a la vida?

¿Puede Jesús contestar las grandes preguntas de la vida? ¿Quién soy?, ¿Por qué estoy aquí? y ¿A dónde me dirijo? Jesús hizo afirmaciones sobre la vida y nuestro propósito aquí en la Tierra, que se deben analizar antes de considerarlo poco compasivo o impotente. Este artículo, “¿Por qué Jesús?”, estudia el misterio de por qué vino Jesús a la Tierra, y qué significa eso para nosotros. Haga clic aquí para descubrir cómo Jesús puede darle sentido a la vida.

Fuente: y-jesus.org

‘Mohamed’ es el futuro de Europa

Naciones Unidas constata que Macron tiene razón. Según el informe demográfico anual de la ONU, «Perspectivas de la población mundial», actualmente una sexta parte de la población mundial vive en África. Para el año 2050, la proporción será de una cuarta parte, y para finales de siglo —cuando en África haya 4.000 millones de personas—, un tercio.

En la África actual, hay cuatro veces más nacimientos que muertes. Según las cifras para 2017, la tasa total de fertilidad es de 4,5 hijos por mujer, frente al 1,6 en Europa. En los próximos 30 años, se espera que la población aumente en mil millones. No es difícil imaginar cómo afectará la inmigración ilegal masiva a Europa con tal presión demográfica sin precedentes. La demografía africana ya ha empezado a presionar sobre el «viejo continente».

Cuando Alemania abrió recientemente sus puertas a más de un millón de personas de Oriente Medio, Asia y África, los partidarios de las fronteras abiertas repitieron que un millón de migrantes no suponen nada en una población europea de 500 millones de personas. Pero esa era una comparación incorrecta. La verdadera comparación se debe hacer entre las nuevas llegadas y los nuevos nacimientos. En 2015 y 2016, nacieron 5,1 millones de niños en Europa. En el mismo periodo, según un informe del Centro Pew de Investigación, aproximadamente 2,5 millones de migrantes llegaron a Europa. Y como muchos países, por ejemplo Francia, se niegan a listar los nuevos nacimientos por origen étnico, no hay forma de saber cuántos de los nacimientos de Europa se pueden atribuir a las comunidades musulmanas.

En 2015 y 2016, aproximadamente 2,5 millones de migrantes llegaron a Europa, según un informe del Pew Research Center. En la imagen, un grupo de migrantes abandona la costa de Libia en un intento de llegar a Europa, el 18 de febrero de 2017. (David Ramos/Getty Images).

Otros estudios de la ONU también informan sobre las perspectivas europeas, donde «Europa» no se refiere únicamente a la UE, sino que abarca todo el continente al este. En 1950, los europeos eran 549 millones; en 2017, 742 millones. En 2050 esperan una cifra de 715 millones. En 2100 se estima que la cifra caerá a los 653 millones. Así que en 30 años, a causa del descenso demográfico, Europa perderá 30 millones de personas y, para final de siglo, casi 100 millones. El «control de la natalidad» ha funcionado con mucha eficacia en Europa, que demográficamente no lo necesitaba, y peor en África, que sí lo necesitaba.

Dentro de Europa, habrá países que disminuirán y países que crecerán. Los que crezcan nos dirán que tipo de continente será. Europa, con el añadido de la presión demográfica de África, estará dominada por mayorías musulmanas.

Europa se está aplicando una eutanasia social. Se calcula que Alemania perderá 11 millones de personas; Bulgaria pasará de 7 millones a 4; Estonia, de 1.300.000 a 890.000 personas; Grecia, de 11 a 7 millones; Italia de 59 a 47 millones; Portugal de 10 a 6 millones; Polonia de 38 a 21 millones; Rumanía de 19 a 12 millones y España de 46 a 36 millones. Se espera que Rusia disminuya de 143 a 124 millones.

Entre los países con crecimiento de población, se espera que Francia crezca de los 64 a los 74 millones, y el Reino Unido de los 66 a los 80 millones. Se calcula que Suecia crecerá de los 9 a los 13 millones, y Noruega de los 5 a los 8 millones. Se espera que la población de Bélgica, de 11 millones, crezca en dos millones. Esos cinco países europeos también están entre los que tienen una mayor proporción de musulmanes.

Además, un nuevo informe de Eurostar que apareció la semana pasada informaba de que el número de muertes en el «viejo continente» había crecido un 5,7% en un año a causa del envejecimiento de la población, pero que el crecimiento demográfico en áreas con mucha densidad islámica es tremendo:

Las tasas más altas de crecimiento natural de la población se registraron en las regiones de Hackney y Newham (14 por cada 1.000 habitantes) y Tower Hamlets (12 por cada 1.000 habitantes), al este de Londres, y en los suburbios de Seine-Saint-Denis (13 por cada 1.000 habitantes), al noroeste de París.

El economista francés Charles Gave predijo hace poco que Francia tendrá mayoría musulmana en 2057, y este cálculo ni siquiera incluía el número de nuevas llegadas estimadas.

La semana pasada, en Reino Unido, la Oficina Nacional de Estadística anunció que, entre los varones nacidos este año, Mohamed es uno de los nombres más populares, «y de lejos el más popular si se tienen en cuentas otras variantes del mismo nombre». Lo mismo ocurre en las cuatro principales ciudades de los Países Bajos. En la capital de Noruega, Oslo, Mohamed es el primer nombre no sólo entre los recién nacidos, sino en general entre los hombres de la ciudad. Habría que estar ciegos para no entender la tendencia: «Es la demografía, estúpido».

Sin duda, la desbordada población de África intentará alcanzar las costas de una rica y senil Europa, que ya está atravesando una revolución demográfica interna. Europa, para conservar su cultura, tendrá que tomar decisiones realistas, no sólo divertirse hasta la muerte. La pregunta es: ¿Protegerá Europa sus fronteras y su civilización antes de que queden sumergidas?

Traducción del texto original: ‘Muhammad’ is the Future of Europe
Traducido por El Medio