Por Diego Hernández
El Papa Francisco llega este 6 de septiembre a Colombia y encontrará un país dividido debido a los términos en los que el presidente Juan Manuel Santos firmó un “acuerdo de paz” con Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Gracias a ese tratado, la organización narco-terrorista ahora tiene una “carta blanca”, otorgada por el gobierno, para operar como fuerza política nacional, financiada con recursos públicos; y a nueve meses de las elecciones generales cuentan con diez escaños garantizados en la próxima legislatura, aunque no ganen un sólo voto: cinco en el Senado y cinco en la Cámara de Representantes.
Contexto político de la visita del Pontífice, la tercera que un Papa hace a Colombia, después de los viajes de Pablo VI y San Juan Pablo II:
La agencia de noticias católicas Fides señala que, con su presencia, el Papa llega a Colombia a “dar fuerza a un proceso de pacificación que todavía se muestra incierto, expuesto a insidias y a la posibilidad de fracasar”.
En una columna periodística titulada ¿A qué viene Francisco?, en El Tiempo de Bogotá, Saúl Hernández Bolívar anota su convicción de que “se espera una manifestación política en la que el pastor convenza a su rebaño de aceptar el acuerdo de paz”.
Entre los obispos y sacerdotes colombianos, hay disparidad de opiniones sobre el acuerdo con las FARC y los beneficios judiciales, electorales y financieros obtenidos por una banda que ha causado 220.000 muertos, más de 25.000 desaparecidos, 30.000 secuestrados y 5,7 millones de víctimas de desplazamientos forzosos, a lo largo de cincuenta años de actividad terrorista.
El Papa se reunirá con el presidente Juan Manuel Santos, premio Nobel de la Paz por su labor como artífice de los acuerdos de La Habana con las FARC, rechazados por la mayoría de colombianos en un referéndum celebrado el 1 de octubre de 2016.
No hay nada seguro, en cambio, sobre un posible encuentro del Papa con dirigentes de las FARC, pregonado por los propios dirigentes terroristas, ahora reciclados en pacíficos líderes del nuevo partido político FARC.
En la agenda oficial de la visita, hay previsto un acto multitudinario por la reconciliación nacional, que se celebrará en la localidad de Villavicencio.
Aun así, las autoridades de la Iglesia en Colombia insisten en que será un acto eminentemente litúrgico y no tendrá significado político alguno.
El Papa Francisco llega este 6 de septiembre a Colombia y encontrará un país dividido debido a los términos en los que el presidente Juan Manuel Santos firmó un “acuerdo de paz” con Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Gracias a ese tratado, la organización narco-terrorista ahora tiene una “carta blanca”, otorgada por el gobierno, para operar como fuerza política nacional, financiada con recursos públicos; y a nueve meses de las elecciones generales cuentan con diez escaños garantizados en la próxima legislatura, aunque no ganen un sólo voto: cinco en el Senado y cinco en la Cámara de Representantes.
Además los líderes del nuevo partido, que conservó las siglas con el nombre Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC), no serán juzgados por sus crímenes, no rendirán cuentas de los asesinatos, secuestros o prácticas de narcotráfico perpetrados durante cinco décadas.
Tampoco se les podrá imputar públicamente su pasado criminal, una mordaza legal se ha impuesto a sus detractores. Las víctimas de la violencia han sido relegadas a segundo plano. El acuerdo fue rechazado en un plebiscito en octubre del año pasado y Santos, a pesar de todo, lo impuso de forma autoritaria. Esto partió en dos al país.
Lo ha dicho la senadora Paola Holguín: “un flaco favor se le hace a la democracia permitiendo que narcotraficantes y terroristas, que no han pagado por sus crímenes, que no entregaron todas las armas ni todo el dinero, ahora lleguen con facilidad al Congreso de la República y puedan contender por la Presidencia”.
Los prelados colombianos quieren la reconciliación nacional, pero discrepan en la forma de materializarla
Para su viaje apostólico de cinco días, el Papa Francisco tiene una agenda pastoral precisa, que fue diseñada a varias manos con la participación del episcopado local. Identificaron necesidades y jerarquizaron prioridades.
La primera de ellas: la reconciliación nacional. Los prelados están preocupados con el clima de crispación, desean unánimes la reconciliación, pero tienen divergencias sobre cómo proceder.
“Es un secreto a voces que la Iglesia Católica en Colombia tiene diferencias notorias en su interior respecto al proceso de paz con las FARC, hay aquellos que apoyan los acuerdos en los términos en los que han sido firmados, y hay quienes los que los cuestionan porque consideran que perpetua injusticias y deja impunes a quienes han hecho daño a muchos”,dice Jorge Restrepo, director del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos.
“El Papa encontrará una Iglesia que no tiene una posición homogénea en un tema que está en el centro de la agenda nacional”, explica.
Algunos obispos perciben fallas graves en los “Acuerdos de La Habana” y consideran que no deben ser ratificados a “cualquier costo”.
Otros, han dado un voto de confianza al presidente, pues valoran que es la única opción disponible para acabar con un conflicto que se arrastra desde hace 52 años.
Santos lo que quiere es conservar el título de artífice de la paz para aspirar a cargos internacionales como el club de los Elders, fundado por Mandela
Santos, por su parte, tiene otra agenda. Es evidente el empeño que ha puesto en forjarse la imagen de “artífice” de la paz, y que puede llevarle a aspirar a cargos en organismos internacionales o a una eventual incorporación a un selecto club de iluminados fundado por Nelson Mandela en 2007 con el apoyo del músico Peter Gabriel: The Elders.
Esta ‘logia’ de”ancianos” o “sabios” hace intervenciones en procesos globales para impulsar una agenda “progresista” bajo la bandera de la paz. Sería el cuarto latinoamericano en el selecto club, tras el brasileño Fernando Henrique Cardoso; del chileno Ricardo Lagos y del mexicano Ernesto Zedillo; todos ex presidentes.
De ahí su intento de blanquearse a sí mismo y al proceso de paz.
Por eso quiere que su “acuerdo de paz” obtenga la “bendición” del Papa, lo que implica un aval simbólico al “blanqueamiento” de las FARC, y procura que su candidato para la elección presidencial pueda aprovecharse de ello.
Diez días después de que las FARC iniciaran su proceso de desarme, el 10 de marzo de éste año, monseñor Ettore Balestrero, nuncio en Colombia, informaba en una rueda la decisión del Papa Francisco de realizar una visita apostólica a éste país.
El diplomático tuvo el cuidado de calificar al Papa como Peregrino de la Reconciliación,evitando cualquier interpretación que vinculara la visita a los polémicos “Acuerdos de la Habana” y aclaró que el lema de la visita pastoral, “Demos el Primer Paso”, estaba dirigido a la conversión y la reconciliación entre hermanos.
Apenas habían pasado algunos minutos cuando el oficialismo se volcó a las redes sociales para vincular la visita pastoral a la firma del acuerdo de paz: “el anuncio de la visita de su Santidad es un respaldo a la firma de la Paz”, publicó en Twitter el presidente del Congreso, Mauricio Lizcano, aliado de Santos.
En términos similares se manifestaron congresistas de la base aliada al gobierno y casi la mitad de sus ministros. El propio Santos le nombró “Peregrino de la Paz”. La mayor parte de la prensa nacional se encargó de presentar el viaje de Francisco como logro del mandatario, recordando que el Santo Padre había declarado en febrero de 2016 que “que si el proceso de paz se firmaba y avanzaba, seguro iría en 2017”.
En el último mes, la narrativa oficial respecto al viaje pastoral como aval a los “acuerdos de paz” se han intensificado. La página web de la presidencia, está repleta de informaciones del viaje papal y de frases de impacto que presentan a Santos como “amigo” del Papa e induce a pensar que el gobierno está al frente de la organización.
En él se puede leer: “No es coincidencia que el Papa llegue a Colombia en éste momento […] su mensaje será de paz, unión y reconciliación, precisamente lo que difundimos en cada una de las labores del Gobierno”. Y la TV estatal subraya: “Francisco viene a consolidar el proceso de paz”.
El Papa, con certeza abordará los “Acuerdos de La Habana” durante el acto oficial que tendrá lugar el jueves 7 de septiembre, en el que están convidados todos los congresistas del país y las autoridades políticas y económicas.
Es probable que allí esté presente Rodrigo Londoño Echeverri, mejor conocido como ‘Timochenko’, el lider máximo de las FARC y ahora presidente del nuevo partido con la misma sigla.
De acuerdo con testimonios de un sacerdote que participa muy de cerca en la organización de la visita pastoral, el gobierno intentó de diversas formas integrar en la agenda del Pontífice un encuentro para celebrar específicamente el “proceso de paz”.
En éste acto deberían estar presentes Humberto de la Calle, su jefe negociador en los diálogos en la Habana y los líderes de las FARC, ya configurada como organización política, con ‘Timochenko’ a la cabeza.
Es previsible que Santos coloque frente a frente al ex guerrillero ‘Timochenko’ y al Papa
La intervención oportuna de algunos obispos neutralizó la tentativa siempre que fue esgrimida. Con todo, es previsible que en algún momento, Santos coloque frente a frente a ‘Timochenko’ y al Papa.
Para el presidente es fundamental que las FARC dejen de ser vinculadas al narcotráfico y al terrorismo. Una tarea nada fácil, dado su sangriento historial que se resume así:
- Un millón de personas asesinadas, de acuerdo con el Registro Único de Víctimas.
- 33 mil fueron secuestrados, 164 mil desaparecidos y más de 6 millones sin hogar.
- 16 mil violaciones y 8.000 niños y adolescentes sometidos a la guerrilla.
Cuando se piensa que, gracias a los “Acuerdos de La Habana”, los miembros de esta organización terrorista no serán juzgados, no rendirán cuentas de los crímenes que perpetraron durante décadas, se comprende el porque de la indignación de millones de colombianos.
Sobre todo, habida cuenta de que hay 800 militantes que se niegan a entregar las armas, que sigue habiendo atentados –como el perpetrado el 9 de julio, que dejó seis heridos; y que los líderes de las FARC o bien son incapaces de controlar a sus miembros o bien están dejando a una facción de la organización en armas para poder presionar al Estado colombiano toda vez que lo requieran.
Además, Santos y los artífices del Acuerdo también pretenden que el Papa rocie con agua bendita otro aspecto nada acorde con el cristianismo: la ideología de género.
La falsa paz de Santos contempla el “enfoque de género” parte integral e indisoluble de lo que fue pactado, y prevé “la creación, promoción y fortalecimiento de las organizaciones y movimientos sociales de mujeres jovenes y población LGTBI”.
La palabra género en el documento no se refiere sólo a la equidad entre hombres y mujeres, sino que presenta de forma muy clara una imposición ideológica.
Aunque Santos lo niega, De la Calle declara explícitamente que el enfoque de género “es fundamental para que consigamos una paz duradera en Colombia”.
Aunque Santos negó ante los obispos que su gobierno hubiera integrado la ideología de género al pacto, Humberto de la Calle, declaró explícitamente que el enfoque de género “es fundamental para que consigamos una paz duradera en Colombia”.
Sin embargo, la mayoría del pueblo colombiano está en contra. El género fue junto a la impunidad, la razón por la que los acuerdos fueran rechazados en el referéndum. El 50.21% de los votantes dijo ‘no’ a los textos negociados durante cuatro años en La Habana.
No fue un ‘no’ a la paz, si no un ‘no’ a los acuerdos que protegen y arropan a las FARC.
La Iglesia pide no politizar la visita papal
En abril, tan sólo un mes después del anuncio de la visita del Papa, la Conferencia Episcopal de Colombia hizo un llamado público a que el acontecimiento no fuera “politizado”. La intervención tenía motivos.
De acuerdo con observadores locales, Santos hacia una apuesta: Humberto de la Calle, su negociador a lo largo de cuatro años ante las FARC, un hombre con quien el nuevo narco partido político, estaría dispuesto a establecer una alianza electoral.
En su acto de fundación, el 1 de septiembre, el partido de ‘Timochenko’ anunció que están dispuestos contender en las elecciones del próximo año a través de una coalición. Un mes antes, en una entrevista al diario español El País, La Calle lanzaba su candidatura y proponía una amplia coalición bajo el lema “Un País Donde Quepamos Todos”.
La Calle, abogado y político sagaz, es el hombre que cuidará las espaldas de Santos a su salida del gobierno, impidiendo que los escándalos de corrupción le asolen y obstaculicen su futuro político en la escena internacional.
Si La Calle no consigue un amplio apoyo popular, el vicepresidente Germán Vargas Lleras, también en precampaña, le saldrá al paso con la venia del mandatario.
Estas dos figuras La Calle y Vargas Lleras estarán presentes en los actos más importantes del Pontífice, y podrían capitalizarlos una vez iniciadas las campañas lo que Santos pretende dar el “abrazo de oso” a Francisco.
Para intentar preservar la integridad de visita apostólica el nuncio, Ettore Balestrero, ha enfatizado sistemáticamente que la visita del Pontífice es eminentemente religiosa y no política, por tanto, cualquier otra interpretación que se le dé estaría tergiversando su verdadero sentido, que es pastoral.
En una reciente entrevista a la cadena colombiana W Radio, el 28 de agosto pasado, el prelado advirtió que Francisco no pretende con si visita “bendecir” el acuerdo para la paz.
Y dijo: “yo creo que en este momento particular Colombia está cerrando un capítulo, que es el capítulo de la negociación, donde era fundamental tener a las víctimas al centro, y esto todavía (está pendiente), bajo algunos perfiles, que ustedes conocen muy bien, sociales y jurídicos, falta todavía cerrar (asuntos que quedaron sin resolver); por eso, Colombia es un país en transición”.
El nuncio sostiene que está descartado cualquier tipo de encuentro entre Francisco y las FARC
El nuncio sostiene que está descartado cualquier tipo de encuentro entre Francisco y las FARC, aún con su nueva configuración como partido, pues el Papa no beneficiará a ningún grupo político: todos los actores públicos del país están invitados a los eventos con el pueblo colombiano, que serán abiertos y masivos.
Como es habitual, habrá un acto institucional, un encuentro con el presidente Santos y representantes de los diversos poderes, la mañana del jueves 7 de septiembre, donde el nuevo partido de las FARC podría ser invitado por el mandatario.
Fuera de este momento, habrá un encuentro de oración, donde dos ex militantes de esa guerrilla y de otras, darán un breve testimonio sobre el abandono de la lucha armada, y también lo harán cuatro víctimas de la violencia perpetrada por los grupos armados. Será un acto estrictamente religioso y no político.
Para evitar la manipulación de ese momento, los obispos propusieron que la oración fuera realizada ante el mismo crucifijo que en 2002 presenció la masacre de Bojayá, cuando las FARC hicieron explotar un “cilindro bomba” en una iglesia de ese municipio, al noroeste del país, y murieron alrededor de 120 civiles.
Otro acto que fue solicitado por los obispos para desmarcar la visita de cualquier uso político en favor de la guerrilla, es la beatificación del obispo Jesús Emilio Jaramillo Monsalve, asesinado por la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) en 1989.
El Papa ha demostrado que es un hombre que no acepta ser fácilmente “encuadrado”
Ahora la pelota está en el tejado del Papa. Sus gestos y palabras serán acogidos por la multitud de colombianos que espera su visita con temores y esperanzas en medio de éste complejo contexto político. Es, como lo ha mostrado, un hombre que no acepta ser “encuadrado”.
Puede que se repita la historia –salvando las distancias-, de Juan Pablo en su primera visita a México, donde recibió el “abrazo” de un “oso” más peligroso, el poderoso y anticlerical Partido Revolucionario Institucional (PRI), en 1979.
El polaco, recién llegado a la Cátedra de Pedro, se libró del amago aparentemente amistoso del PRI y desencadenó un intenso proceso de renovación interior y de participación ciudadana que desmontó progresivamente al régimen, que en su momento fue calificado por Vargas Llosa como “la dictadura perfecta”.
En una semana sabremos sí Santos conseguirá amagar afablemente al Papa y capitalizar esta visita o si verá defraudadas sus expectativas por un hombre, desalzo, llegó “simplemente” a anunciar a Cristo.