La competencia en la vida del hombre es constante. La vivimos desde el mismo momento de la concepción cuando el esperma más fuerte, veloz y resistente fertiliza el óvulo. En cierta forma, la vida del hombre inicia en una carrera contra el tiempo y contra millones de competidores, en donde el premio mayor es la vida misma.
De esta manera podemos observar que todos poseemos la capacidad genética de competir; sin embargo, la incertidumbre con respecto a nuestras habilidades surge después de la primera infancia, si el niño es educado con ideas limitantes, y en la adolescencia, cuando se refuerzan las dudas “normales” sobre el desarrollo propio de la edad.
Además de lo anterior, hay que considerar el físico que cada individuo desarrolla, porque existen características antropomórficas (forma del cuerpo) que favorecen a ciertos deportes: piernas largas y delgadas son óptimas para los corredores, cuerpos como el de Michael Phelps (pies y manos grandes, y tórax ancho) contribuyen con el buen desempeño de los nadadores, personas con cuerpo pequeño y compacto tienen facilidad para desarrollar la fuerza que requieren los gimnastas. Cada deporte requiere características físicas específicas y mucha disciplina para competir.
Sin embargo, lo importante en una persona que quiere competir, es la capacidad que tiene para comprometerse con él mismo. Durante la competencia se ponen a prueba diferentes capacidades, además de las físicas: manejo de presión, ansiedad, nervios, resistencia, habilidades, fuerza, y fortaleza mental y espiritual. La persona más preparada es la que obtendrá mejores resultados ante los retos de la competencia.
La Etnopsicología y la competencia
En estudios realizados en el área de la Etnopsicología, se ha observado que al competir, la respuesta de los mexicanos difiere de la de los estadounidenses. Los mexicanos somos capaces de ceder el premio con tal de evitar que alguien se sienta mal (abnegación), mientras que los estadounidenses toman lo que es de ellos sin reparar (Díaz-Guerrero 1994).
Otros estudios mencionan que la obediencia-afiliativa (afiliación se entiende como darle gusto a los demás) es otro factor que entorpece el desarrollo de la competitividad del mexicano. Es capaz de ceder (el premio, el puesto, la competencia) con tal de darle gusto a alguien, sin necesariamente estar consciente de ello.
Si te preguntas: ¿cómo puedo afrontar la competencia? La respuesta es que refuerces tu entrenamiento físico con entrenamiento mental, y recuerdes que todos estamos capacitados genéticamente para competir, pero debemos liberarnos de las ideas limitantes.
Lic. Lorena Vázquez Bravo es Psicóloga del Deporte y Coach Mental
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