Cuando escuchamos que nuestra pareja nos dice “Con todo respeto, deberías de…”, sentimos que nos inunda un tsunami de emociones, y no precisamente de alegría o regocijo, sino de impotencia y frustración.
El paso siguiente de esa frase que se acaba de decir: se erige una barrera de inmediato que alcanza proporciones inimaginables para defenderse de tal comentario impropio.
Generar una justificación para que en una relación de amistad, noviazgo o matrimonio digamos “con todo respeto”, no es más que una carencia en la comunicación o en el planteamiento de alguna necesidad. Sin duda, las palabras que vienen después de aquella justificación suenan a crítica e incluso a desprecio y, por lo tanto, podemos asegurar que no existe una crítica constructiva. Si es así, el otro buscará defenderse o escaparse del lugar para no ser víctima de ese comentario.
La mejor manera para plantearle a tu pareja aquello que te incomoda, o lo que necesitas, es a través de un planteamiento positivo que disminuya la hostilidad y, así, salga ganando su relación.
Debes plantear todas tus emociones de forma neutral y convertir la demanda o queja en una necesidad positiva.
Recuerdo a un par de matrimonios en los cuales, cada vez que subían al auto, uno de ellos se transformaba en aquel piloto que saca su estrés a través de la velocidad, con un manejo poco adecuado o cívico y, por lo tanto, provocando en su cónyuge una reacción de estrés y tensión al ver que su piloto podía poner en riesgo su integridad y la estabilidad emocional de la relación, por lo que el planteamiento tradicional de la copiloto era: “Manejas como desquiciado y loco, no piensas en tus hijos y me estresas” – imagínense como se sentía el conductor después de este comentario–; por lo que aprendieron a cambiarlo por: “Te pido por favor que bajes la velocidad, pues me gusta sentirme tranquila y mantener la calma”; o en ocasiones con un GPS: “Me gusta saber que tienes todo bajo control”, “me preocupa sentirme estresada o tensa”, “sugiero que bajes la velocidad por favor, para que lleguemos a casa tranquilos».
Ahora es tu turno para hacer planteamientos con tu pareja, que les ayuden a sentirse valorados, respetados, y a saber que forman parte de un equipo. A todos nos gusta que nos inviten a ser cómplices de un plan y no que sólo nos presenten una demanda que nos haga sentir controlados por nuestra pareja.
José Belío
Consultor Matrimonial
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