Por Raúl Espinoza Aguilera
En medio de tantas noticias negativas que aparecen todos los días en los medios de comunicación, para contrarrestar ese ambiente tóxico y nocivo, me ha parecido oportuno relatar la vida de un hombre ilustre que fue uno de los forjadores del México moderno.
Me refiero a Don Evaristo Madero Elizondo (1828-1911), quien fue un destacado militar, empresario y político. Abuelo de Francisco I. Madero, precursor de la Revolución Mexicana y presidente de México.
Leía un interesante texto del escritor José Vasconcelos, titulado: “Don Evaristo Madero, Biografía de un Patricio”. Nació en la Hacienda de los Rosales, Coahuila y falleció en Monterrey, Nuevo León.
Estudió en Saltillo. Se dedicó al comercio y era también transportista, expandió el cultivo del algodón por La Laguna. Pero su actividad como comerciante mayorista le permitió adquirir una fortuna considerable., y posteriormente adquirió los viñedos de Parras, Coahuila. A continuación, viajó a diversos países de Europa para adquirir conocimientos sobre la mejor manera de cultivar los viñedos y conocer cuáles eran las mejores barricas para conservar el vino.
Incursionó en la política y fue electo gobernador de Coahuila de 1880 a 1884. En este período fomentó mucho la educación estableciendo planteles en los que se formara a la niñez, así mismo, creó orfanatorios y asilos.
A través de sus hijos ejercía influencia la “Compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey”, en la “Fabrica de Vidrios y Cristales Monterrey, S.A.”, entre otras.
Como era un hombre excepcionalmente visionario, sus empresas prosperaron en forma notable, como: “La Carbonífera de Sabinas”, “Los Molinos de Parras”, “Compañía Explotadora Coahuilense” (beneficiadora de guayule), “La Metalúrgica de Torreón” y “El Banco de Nuevo León”.
Contrajo matrimonio con Doña María Hernández con quien tuvo una numerosa prole. Al fallecer Doña María, se casó por segundas nupcias, con Doña Manuela de Farías y Benavides, tuvieron once hijos.
Sorprende la cantidad de hijos, nietos, bisnietos y tataranietos que Don Evaristo tuvo con estos dos matrimonios, que a la postre fueron paterfamilias de conocidos hombres emprendedores que iniciaron numerosos negocios y empresas en el norte del país.
Don Evaristo sufrió la independencia de Texas. Ello significó la pérdida de numerosas tierras de cultivo y propiedades de su familia.
También, en forma frecuente, eran atacados por las tribus bárbaras del norte, que así como en el Centro del país, los indígenas se asimilaron a la cultura y desarrollo, en el Norte los apaches, navajos, comanches y otras tribus permanecían rebeldes e indómitas, asolando poblados y robando ganado y mercancías.
En esta biografía de Vasconcelos nos presenta a hombres de carne y hueso, que tenían sus éxitos y fracasos, pero continuaban luchando hasta lograr sus objetivos.
Ya con recursos propios, Don Evaristo estableció en Monterrey su negocio general de trasportes ya que contaba con un buen equipo de carros y bestias. Y tenía mucho intercambio comercial con Texas.
Al observar el clima benigno de Parras y que contaba con agua, Don Evaristo escribía: “Existen aquí todos los recursos para un gran desarrollo económico: agua todavía sin aprovechar, tierra laborable de buena calidad y una industria que rinde provechos ya apreciables”.
Y su optimismo y entusiasmo lo contagiaba entre otros hombres prominentes de la región y, por supuesto, entre sus propios descendientes.
Era tan creativo y ocurrente que observó que, de forma natural, crecían algunas plantas de nogales y pronto sembró de abundantes nogales alrededor de su propiedad en Parras.
A algunos de sus hijos e hijas los envió a Estados Unidos para que se prepararan lo mejor posible y con la idea de que continuaran con su emporio de industrias y comercios. Como, a la postre, así ocurrió.
Nunca se inclinó por la violencia ni las armas. Consideraba que era una desgracia para el país que se envolviera en un clima de anarquía y desorden.
Por ello, Don Evaristo se centraba en impulsar negocios y en emprender nuevas industrias, a pesar de todas las vicisitudes y problemáticas externas.
Don Evaristo era sobrio en el comer y en el beber. No era dado a dilapidar su dinero ni en el juego ni en restaurantes lujosos. Y esa mística para el trabajo la heredaron sus descendientes.
Es de admirarse que los viñedos de Parras, Coahuila, continúen hasta nuestros días, produciendo buenos vinos, así como que sigan funcionando tantas empresas e industrias que impulsó este prohombre en los territorios de Nuevo León y Coahuila. Por ello, no he dudado en llamarlo “Pionero del México Moderno”.