Durante la infancia crecemos, nos desarrollamos y aprendemos con naturalidad, sin ningún esfuerzo.
¿Qué pasa a medida que crecemos? Nos olvidamos de aquellos valores y actitudes que teníamos arraigados y que nos hacían descubrir el mundo de una forma especial.
Comparto contigo diez grandes lecciones que podemos aprender simplemente observando a los niños pequeños, y que Gabriel García de Oro describe en El País:
- Ahora es lo que cuenta. Los niños viven el momento con total intensidad, sin reservarse nada para después. No se dejan agobiar por pensamientos del pasado ni preocupaciones del futuro.
- Preguntar aquello que no se sabe. Sin duda alguna, en la infancia no paramos de preguntar y preguntar. A un niño no le da vergüenza admitir que no sabe esto o aquello con tal de obtener respuestas. Siendo capaces de preguntarnos el porqué de todo es como se crece y se sigue adelante.
- Asombrarse de lo que nos rodea. Si no se ejercita, la capacidad de asombro disminuye con el paso del tiempo y con ello la creatividad. Mirar al mundo con los ojos de un niño.
- Caerse es parte del aprendizaje. Podemos ver la naturalidad de los niños cuando juegan: se caen y se levantan como sino hubiera pasado nada.
- Y mancharse también. La suciedad asusta, queremos vivir, pero sin ensuciarnos. Experimentar, explorar y construir ensucia. Es parte del aprendizaje.
- Obsesión por lo nuevo. Los niños pueden ver una película y volver a verla una y otra vez, escuchar un cuento que ha sido contado, y repetir esa camiseta que les encanta. No tienen esa ansiedad de que lo nuevo es mejor.
- Seguir el propio instinto. Los más pequeños actúan y deciden por instinto. Por instinto se acercan y confían, crecen y se desarrollan. Los adultos calculamos, vemos las posibilidades, dudamos y nos paralizamos, seguimos poco nuestro instinto.
- Orgullo de los propios logros. Nuestros hijos pequeños se enorgullecen de lo que hacen: ¡mamá, mira lo que ya sé hacer! No esconden sus progresos y saben felicitarse. Como adultos, no somos capaces de felicitarnos a nosotros mismos, de compartir nuestros logros.
- Si ríen, ríen… si lloran, lloran. Saben expresar los sentimientos y no tienen miedo a demostrarlos. Son capaces de llorar en público, de reír a carcajadas; si quieren un beso o un abrazo lo piden; si algo les asusta demuestran miedo, y si están tristes lloran.
- Hacen amigos muy fácil. Para los niños el hacer amigos es una cuestión de confianza, aceptación y generosidad, son espontáneos. ¿Por qué con la edad nos complicamos y nos volvemos más solitarios?
Hoy te invito a abrirte a la magia de volver a ser niño y a poner en práctica estas valiosas lecciones que los más pequeños nos enseñan todos los días.