Por Elena Goicoechea
Son tiempos de cambio y con el cambio llega la oportunidad y la obligación de salir de nuestro círculo de confort. El momento que vive nuestro país requiere más que nunca de la participación de una sociedad civil organizada, crítica, responsable y propositiva, que tenga un peso específico en la nueva dinámica de convivencia, en la que un nuevo ciudadano emerja de su encierro voluntario:
- El nuevo ciudadano busca puntos de encuentro y coincidencia entre las distintas visiones de la realidad nacional.
- El nuevo ciudadano procura la reconciliación sin someter su derecho a la libertad de pensamiento y expresión.
- El nuevo ciudadano sabe que no es lo mismo el poder que el poder político, y cede su poder al Estado a través de un contrato social a cambio de que éste le brinde protección y garantías para vivir de forma armónica.
- El nuevo ciudadano asume su parte de responsabilidad en el contrato social: ejerce el pensamiento crítico, pero no se queda en la crítica, propone.
- El nuevo ciudadano no quiere que le den sino que lo dejen hacer, y pone su riqueza al servicio de la sociedad: competencias, experiencia, talentos, ideas, relaciones, tiempo, recursos y valores.
- El nuevo ciudadano tiende puentes para escuchar y construye canales para hacer oír su voz.
- El nuevo ciudadano es capaz de sumarse a quienes tienen diferente visión y forma de pensar para alcanzar metas comunes.
- El nuevo ciudadano no impone sus ideas, enriquece al mundo con ellas, al tiempo que se enriquece de las ideas ajenas.
- El nuevo ciudadano practica los valores intrínsecos de fortaleza, liderazgo y orden primero en su propia vida para luego exigirlos en su entorno.
- El nuevo ciudadano es un modelo a seguir y no un ejemplo a evitar.
- El nuevo ciudadano es fiel a sus principios y está comprometido solo con el bien y la verdad.