Primero, fue la ruta húngara. Después fue la ruta balcánica. Ahora Italia es el epicentro de este terremoto demográfico, y se ha convertido en el punto débil de Europa con la llegada de cientos de miles de migrantes.
Con casi 10,000 llegadas en un reciente periodo de tres días, el número de migrantes en 2017 superó los 60,000, un 48% más que en el mismo periodo del año pasado, que fueron 40.000. En el fin de semana de Pascua se rescató una cifra récord de 8000 migrantes del mar Mediterráneo y fueron llevados a Italia. Y eso sólo es la punta del iceberg: durante el verano, la cifra de llegadas desde Libia no hará más que aumentar.
Una embarcación con inmigrantes espera a ser escoltada por el buque Topaz Responder, tras ser atendida por la Estación Marítima de Ayuda al Migrante, el 21 de noviembre de 2016. Pozzollo, Italia. (Foto: Dan Kitwood/Getty Images). |
Se está produciendo un reemplazo de la población en Italia. Pero al abrir los grandes periódicos, apenas se encuentran esas cifras. Ningún canal de televisión ha dedicado tiempo alguno a lo que está pasando. Las críticas no están permitidas. La invasión se considera un hecho consumado.
En 2016, llegaron 176,554 migrantes a Italia, ocho veces más que en 2014. En 2015, fueron 103.792. En 2014, fueron 66.066. En 2013, fueron sólo 22.118. En los últimos cuatro años, llegaron 427.000 migrantes a Italia. En sólo los primeros cinco meses de este año, 2017, Italia recibió el 10% del total de migrantes de los últimos cuatro años.
Hay días en que la marina y la guardia costera de Italia rescatan a 1.700 migrantes en 24 horas. El país está agotado. Hay pueblos italianos donde una décima parte de la población ya la componen nuevos migrantes. Estamos hablando de pequeñas localidades de 220 habitantes y 40 migrantes.
Uno de los principales aspectos de esta revolución demográfica es que está teniendo lugar en un país que está envejeciendo drásticamente. Según un nuevo informe de la Oficina de Estadística italiana, la población de Italia descenderá a los 53,7 millones en medio siglo, lo que representa una pérdida de siete millones de personas. Italia, que tiene una de las tasas de fertilidad más bajas del mundo, perderá entre 600.000 y 800.000 ciudadanos cada año. Los inmigrantes superarán los 14 millones, en torno a una cuarta parte de la población total. Pero en el escenario más pesimista, la población italiana podría descender hasta los 46 millones, una pérdida de 14 millones de personas.
En 2050, un tercio de la población de Italia estará compuesta de extranjeros, según un informe de la ONU, Replacement Migration: Is It a Solution to Decline and Aging Populations? (Migración de reemplazo: ¿es una solución al declive y envejecimiento de las poblaciones?), que concibe un crisol de culturas que podría estallar provocando tensiones culturales y sociales. El nivel de llegadas caerá anualmente de las 300.000 personas a las 270.000 para 2065; durante ese mismo periodo, se espera que lleguen 14,4 millones de personas. Sumados a los más de cinco millones de inmigrantes que hay actualmente en Italia, se espera que el 37% de la población sea extranjera: más de uno de cada tres habitantes.
Además, el sistema de ayuda humanitaria ha alcanzado nuevas cotas de escándalo. «La hipótesis de investigación a verificar es que los sujetos vinculados al ISIS actúen como soporte logístico de los flujos migratorios», fue la advertencia planteada delante del Comité Schengen, al fiscal italiano contra la mafia y el terrorismo, Franco Roberti. Ahora los jueces están investigando la conexión entre los traficantes de migrantes de África del Norte y las ONG italianas que los rescatan en el Mediterráneo. Los traficantes llevan a los migrantes a los barcos de las ONG, que después llegan a los puertos italianos. Se ha abierto otra investigación judicial sobre los intereses económicos de la mafia en la gestión de los migrantes tras su llegada.
Sólo al 2,65% de los migrantes que llegaron a Italia se le concedió el asilo en condición de auténticos refugiados, según Naciones Unidas. Los demás, al parecer, no estaban huyendo de las guerras y el genocidio. Sin embargo, a pesar de todas estas evidencias, uno no puede comparar a los migrantes con los judíos que huían del nazismo. El papa Francisco, por ejemplo, comparó los centros para migrantes con los «campos de concentración». Uno se pregunta dónde están las cámaras de gas, los «experimentos» médicos, los crematorios, el trabajo esclavo, las marchas forzadas y los pelotones de fusilamiento. Los periódicos italianos están publicando ahora artículos sobre el «Holocausto mediterráneo», comparando la muerte de los migrantes que tratan de alcanzar el sur de Italia con los judíos gaseados en Auschwitz. Otro periodista, Gad Lerner, para defender a los migrantes, describió su condición con la misma palabra acuñada por los nazis contra los judíos: untermensch, seres humanos inferiores. Estas comparaciones son difundidas en los medios por una precisa razón: acallar el debate.
Para entender lo vergonzosas que son estas comparaciones, hemos de ver el coste de cada migrante para los fondos públicos italianos. Los inmigrantes, una vez registrados, reciben un salario mensual de 900 euros al mes (30 euros al día para gastos personales). Otros 900 euros van para los italianos que los acogen. Y se necesitan 600 euros para cubrir los costes del seguro. En general, cada inmigrante cuesta a Italia 2.400 euros al mes. Un policía gana la mitad de esa suma. Y un voluntario naval que salva a los migrantes recibe un salario de 900 al mes. ¿Fueron los nazis tan amables con sus untermenschen judíos?
El coste de los migrantes para las finanzas públicas de Italia ya es enorme y destruirá cualquier posibilidad de crecimiento económico. «El impacto general para el presupuesto italiano del gasto en los migrantes ya se cuantifica en 2.600 millones [de euros] en 2015, y se espera que sea de 3.300 millones para 2016 y de 4.200 para 2017, en un escenario estable», explica el Ministerio de Economía. Si tomamos estas cifras de forma relativa, nos darán una idea más nítida de cuánto se está gastando Italia en esta crisis: en 2017, el Gobierno está gastando 1.900 millones de euros para pensiones, pero 4.200 millones para los migrantes, y 4.500 millones para el plan nacional de vivienda, frente a los 4.200 millones de euros para los migrantes.
El establishment cultural italiano está ahora totalmente volcado en esta migración masiva. La película italiana nominada a los premios de la Academia el año pasado fue Fuego en el mar, cuyo protagonista es un doctor que trata a los migrantes a su llegada. El primer ministro italiano, Matteo Renzi, se llevó 27 DVD de la película a una sesión del Consejo Europeo. Los canales comerciales de la televisión italiana produjeron muchos programas sobre los migrantes, como Lampedusa, por la isla italiana. Cien mil italianos incluso salieron a las calles de Milán en una «marcha de solidaridad» con los migrantes. ¿Qué «solidaridad» puede haber si medio millón de personas han sido rescatadas por el Gobierno italiano y todo el país parece decidido a abrir sus puertas a todo África del Norte?
Winston Churchill estaba convencido de que el Mediterráneo era el «punto débil» de la Europa de Hitler. Ahora se ha convertido en el punto débil de la transformación de Europa en Eurabia.
Traducción del texto original: A Replacement of Population is Taking Place in Europe