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Restaurantes en España buscan devolver la dignidad a los más necesitados

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El restaurante Robin Hood en Madrid este mes. El local es uno de los cuatro con el mismo nombre que abrieron el mes pasado en España para atender a aquellos que no pueden costearse una cena. CreditSamuel Aranda para The New York Times.

MADRID — Ángel Castillo alguna vez trabajó como cocinero en un restaurante. Sin embargo, después de quedarse sin empleo y luchar contra el alcoholismo, ha estado durmiendo en las calles durante los últimos dieciséis años. Ya pasó un buen tiempo desde la última vez que trabajó en un restaurante, ni qué decir de comer en uno.

No obstante, una noche reciente, era uno de los comensales que se apilaban en un restaurante en Madrid. Era un local sencillo, con muros de ladrillo rojo y servilletas de papel, pero había manteles, candelabros y vasos de agua, e incluso alguien que servía los alimentos.

“Es especial que te den de comer en un restaurante”, dijo Castillo, satisfecho.

El restaurante es uno de los cuatro llamados Robin Hood que abrieron el mes pasado en España para atender a quienes no pueden comprar una cena.

El modelo de negocios de la minicadena no es robarle a los ricos, sino más bien usar los ingresos que obtienen de los desayunos y los almuerzos de los clientes que sí pagan para cubrir los costos de preparación de cenas gratuitas para las personas sin hogar.

Es una idea sin fines de lucro de Ángel García Rodríguez, de 79 años, un clérigo, innovador y emprendedor que se ha pasado toda la vida trabajando con los necesitados.

Poco convencional hasta en su atuendo, el padre Ángel, como lo conoce todo el mundo, prefiere un traje y una corbata floja al alzacuellos, salvo que esté dando misa, y siempre está dispuesto a ofrecer su tarjeta de presentación al igual que la comunión. “El hábito sacerdotal es como mi atuendo de gala”, dijo, dejando escapar una risita.

El padre Ángel tiene una amplia experiencia en la búsqueda de nuevas formas de servir a los pobres, que algunas veces sobrepasan los límites impuestos.

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The Rev. Ángel García Rodríguez, center in suit, at San Antón church in Madrid. Last year, he took over the abandoned church and reshaped it into something akin to a community center.CreditSamuel Aranda for The New York Times

Es presidente de Mensajeros de Paz, una organización no gubernamental que emplea a 3900 personas y 5000 voluntarios. La organización administra hogares para personas mayores, orfanatos, centros para drogadictos y otros servicios sociales.

Sin embargo, lo que todos sus proyectos tienen en común es que ayudan a los españoles más vulnerables en una época de desempleo con cifras nunca antes vistas y profundos recortes al gasto público en medio de una prolongada crisis económica. Su organización también encabeza proyectos en cerca de 50 países desarrollados.

Estos días, lo que motiva al padre Ángel es su incipiente cadena de restaurantes Robin Hood. Además de recibir ayuda básica, explicó en una entrevista, los pobres necesitan recobrar un sentido de dignidad y propósito que es difícil de lograr cuando se come en un comedor de beneficencia.

“Que te sirva un mesero en un uniforme bonito y que puedas comer con cubiertos de verdad, en lugar de tenedores de plástico, es lo que te devuelve algo de dignidad”, dijo.

El padre Ángel ya está preparando la expansión de este modelo. Dijo que estaba en charlas con un propietario de un restaurante para abrir un Robin Hood en Miami en enero. Incluso espera atraer a chefs famosos que cocinen como voluntarios en sus restaurantes.

No es la primera vez que ha innovado con este tipo de ideas. El año pasado, el padre Ángel tomó una iglesia abandonada, San Antón, en Madrid, y la remodeló para convertirla en algo parecido a un centro comunitario.

Hoy, recibe a alrededor de mil personas al día. La mayoría son indigentes y algunos incluso duermen ahí. El padre Ángel dice que es la única iglesia que abre 24 horas al día en Occidente.

Algunas noches, la iglesia transmite partidos de fútbol en las pantallas de televisión que normalmente se usan para ver misa. En los bancos de atrás se sirven alimentos, mientras los visitantes pueden recibir atención de voluntarios médicos, obtienen acceso gratuito a wifi o usan los baños de la iglesia.

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“Father Ángel changes people a lot, and he has kept me away from doing some bad things,” said Alfonso Santamaría, center, who serves as an altar boy.CreditSamuel Aranda for The New York Times

Claro que también se da misa, oficiada ya sea por el padre Ángel u otro cura. También se hacen confesiones con ayuda de un iPad, para aquellos cuyo problema de audición no les permite escuchar las palabras de un padre que habla en voz muy baja.

Alfonso Santamaría, de 43 años, es uno de los monaguillos del padre Ángel. Contó que pasaba la mayor parte del día en la iglesia, pero después viajaba cada noche a una de las terminales del aeropuerto de Madrid para dormir.

Santamaría ha vivido en las calles durante más de un año, tras perder su empleo en un puesto callejero como vendedor de churros, un postre tradicional español. Antes fue parte de la Legión Española en el norte de África y continúa usando su chaqueta con el logo en la espalda.

Antes de aceptar la oferta del padre Ángel de convertirse en uno de sus monaguillos, narró Santamaría, no había puesto pie en una iglesia durante más de dos décadas.

“El padre Ángel cambia mucho a la gente y me ha alejado de hacer algunas cosas malas”, dijo. “Ahora siento que ambos nos estamos haciendo un favor: él me mantiene ocupado, y yo le ayudo con la misa”.

La pasada Noche Buena, el padre Ángel organizó una cena de gala en el ayuntamiento de Madrid para cientos de pobres.

Hijo de un carbonero, decidió volverse cura y después comenzó a trabajar en un orfanato en las afueras de Oviedo, en el norte de España.

Los muros de su restaurante Robin Hood en Madrid están decorados con fotos de huérfanos a los que el padre ayudó hace cinco décadas.

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Father Ángel is already preparing to expand his restaurant model. He is even hoping to lure celebrity chefs to volunteer occasionally to cook at his Robin Hood restaurants.CreditSamuel Aranda for The New York Times

El padre Ángel reconoció que sus métodos algunas veces exceden un poco lo que permiten las normas de la Iglesia católica, en especial en lo que respecta a las parejas homosexuales.

Dijo que sus acciones habían sido criticadas algunas veces, pero en general estaban en línea con el mensaje del papa Francisco. Con Benedicto, el papa anterior, “era mucho más difícil llevar a cabo mi tipo de labor”, comentó.

Emma García, una madre desempleada de 28 años, relató que había recurrido al padre Ángel para que bautizara a su hija de 3 años después de que un cura en su propia ciudad, Burgos, dijo que podría bautizar a la niña hasta que García la llevara a la iglesia.

Sin embargo, la hija de García, Nora, ha pasado la mayor parte de su tiempo en un hospital porque padece el síndrome nefrótico congénito, un extraño trastorno del riñón. Más adelante, Nora necesitará un trasplante de riñón.

“Supe de esta maravillosa persona que no pone límites para ayudar, ya se trate de alguien sin hogar o una madre como yo que no puede tener un bautizo normal para su hija”, dijo García. “Descubrí a un cura que no solo habla de amor y ayuda, sino que los pone en práctica”.

En el primer restaurante Robin Hood, que tiene 50 puestos y sirve dos veces durante la noche, muchos comensales dijeron que habían venido aquí después de recibir otro tipo de ayuda del padre Ángel.

Mientras Castillo, el excocinero del restaurante, se sentaba solo, muchos de los comensales estaban sentados entre amigos, tras haber reservado asientos juntos en la iglesia.

Giani Parlafes, un rumano de 41 años que ha estado viviendo en España desde hace una década, contó que era la primera vez que se sentaba en un restaurante desde que perdió su empleo hace cuatro años.

“Me cuesta tanto creer que puedo sentarme y comer aquí sin pagar nada”, dijo. “Uno llega al extremo en el que algo como esto lo hace sentir espectacular”.

Fuente: The New York Times

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