Me gustaría platicarles un poquito sobre mí, porque sé que muchos a estas alturas del partido todavía no saben lo que quieren.
Respiramos, pero en realidad no vivimos. Nos sentimos más rucos que chavos y, sobre todo, creemos que ya se nos pasó el tiempo para emprender algo nuevo. Nada más lejos de la realidad.
Soy Edith Ruíz, de CDMX, tengo 46 años y actualmente soy pintora de tiempo completo. Solía ser una ama de casa algo abnegada, trabajaba medio tiempo y atendía a mi esposo y a mi hija como muchas mujeres mexicanas. Sin embargo, en mi interior una vocecita me decía: “Debe haber algo más. La vida debe ser mucho más intensa”. Me gustaba pintar y dibujar desde niña, pero no tenía ni idea hasta donde llegaba mi capacidad, es más, yo pensaba que era prácticamente nula. Como se imaginarán, mi autoestima estaba por los suelos y seguramente llevaba arrastrándola así por muchos años.
Por razones que no es necesario contar, decidí divorciarme hace 7 años, fue una de las etapas más dolorosas de mi vida (tal vez la más dolorosa), pero también fue el parteaguas, el antes y el después de Edith Ruíz. A partir de ahí comencé a enfocarme en lo que me gustaba, que era pintar. Comencé a tomar clases, unas por aquí y otras por allá, hasta que en 2012 conocí a una gran maestra que me enseñó muchísimo y descubrió el talento que tenía.
Mi trabajo era de oficina en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal y los sábados tomaba clases con ella, hasta que un año después cambió la legislatura y me despidieron. Usé el dinero de mi liquidación para ir a España a tomar un curso de pintura al pastel, gasté todo mi dinero y regresé sin nada en los bolsillos, pero con el corazón lleno de ilusiones y ganas de hacer realidad un sueño que poco a poco fue creciendo. Fue entonces que tomé la decisión de dedicarme de lleno a la pintura. Como en la mayoría de los casos, mucha gente me dijo que estaba loca, el clásico: “Te vas a morir de hambre”, “trabaja en algo que deje dinero”, etcétera; pero a mí lo único que me importaba era no morirme sin haberlo intentado. Comencé a enfocar mi atención en los pintores que ya han hecho realidad ese sueño, hice oídos sordos a todas las personas que únicamente quieren apagar los sueños ajenos y contagiar el miedo que crece en ellos mismos.
A mi regreso de España, lo primero que hice fue pedir permiso a la Delegación Cuauhtémoc para pintar retratos de perros los fines de semana en el Parque México y exhibir los pocos cuadros que tenía. Lo hice durante varios meses a pesar de las críticas que decían “¿Cómo crees que te vas a ir a un parque a pintar?”. Aunque otros quedaron admirados porque no me importó “el qué dirán”. Fue una gran experiencia, la gente se reunía a mi alrededor para ver como hacía los retratos, eso me entusiasmó muchísimo. Unos meses después aposté definitivamente todo y puse en renta el departamento de mi hija y mío (decisión nada fácil), nos fuimos a vivir a un microestudio que me prestó mi hermano, lo cual nos ayudó a vivir con la renta que recibíamos, así pude dedicarme otros dos años a tomar más cursos de pintura al pastel en España y Florencia. No fue fácil, pues todo lo que ganaba con mis cuadros lo reinvertía en los viajes de estudio, obviamente sin gozar de ropa nueva, sin cambiar coche, con el refri y la alacena medio vacíos y sin salir a restaurantes y demás, pero eso sí, mi hija y yo siempre contentas, con una sonrisa en el rostro y el corazón lleno de sueños y satisfacciones, viviendo a toda intensidad; porque el hacer lo que uno ama llena por completo el alma y lo externo queda en otro plano.
Ahora la historia cambió. Cuando crees en ti, cuando sabes lo que quieres y te enfocas en ello, está comprobado que el Universo conspira a tu favor y tarde o temprano las semillas germinan. Ahora estoy en una nueva etapa. Gracias a Dios me ha ido muy bien. Soy miembro de la Asociación de Pastelistas Españoles (ASPAS) y de la Asociación de Pastelistas Italianos (PASIT). He participado en varias exposiciones y hasta el momento todos mis cuadros se han vendido. Han surgido eventos en los que me han pagado por ir a pintar. Fui portada de la revista Personae del mes de agosto, regresamos a nuestro departamento y lo convertimos en estudio. Comencé a compartir esta maravillosa técnica del pastel en workshops.
Enseñaré todo lo que aprendí en España e Italia, porque creo firmemente que los dones que nos da la Vida no nos pertenecen, son para compartir. Además, también me gustaría compartir mi experiencia de vida y contagiar a mis alumnos del “sí se puede”, no importa la edad (yo empecé esto a los 42 años).
Esta es mi historia. Espero que mis cuadros les inspiren a realizar sus sueños, cualquiera que sea, no solo de el de pintar.