Cuando tiene ‘miedo a vivir’, usted opta por estar quieto en un lugar y no se arriesga por nada ni por nadie.
Si bien el miedo es inherente a la naturaleza humana y en el fondo no tenemos por qué avergonzarnos de sentirlo, algunas personas se han acostumbrado a llevar a cuestas más temores de los normales. Además, muchos de ellos son infundados.
Lo peor es que se trata de angustias absurdas que anulan tanto sus voluntades como sus poderes de decisión.
Son miedos que perturban el estado de ánimo y que hacen que las personas pierdan la confianza en sus propias capacidades.
Así las cosas, no saben afrontar situaciones concretas y ven fantasmas en donde no los hay.
Citemos algunos ejemplos: Hay quienes no se animan a emprender proyectos o no crean empresas por el temor al fracaso, a pesar de que pueden ser muy emprendedores; otros piensan que los van a despedir de sus trabajos ‘solo porque sí’; y no faltan los que temen que sus parejas les sean infieles.
¡Mucho cuidado porque el tema también puede ser un asunto de salud!
Según los médicos, ante la presencia de los miedos de los que hablamos, las glándulas suprarrenales de estas personas segregan adrenalina al torrente sanguíneo, generando de esta forma tensiones musculares y serios bloqueos en el cerebro.
Además de inhibirse, estas personas miedosas permiten que sus cuerpos logren somatizar tales estados, dando lugar a enfermedades que básicamente son producto del aumento en el nivel de estrés o de la ansiedad que les generan los temores.
Como si fuera poco, el miedo tiene la fea costumbre y el poder de propagarse como una especie de reacción en cadena.
Si nos las pasamos al lado de gente temerosa, casi sin darnos cuenta, nos contagiamos. ¡Es como si se tratara de un virus!
¿Es su caso?
Si usted es una de esas personas que ‘ejercita el miedo’ a toda hora, debe liberarse de él cuanto antes.
Lo primero que deberá hacer es ser consciente de que muchas de sus reacciones temerosas no tienen razón de ser.
Dicen que el tamaño de los monstruos siempre dependerá del miedo que les tenga.
Debe aprender a identificar si la preocupación es real o no. De esta forma podrá comprender qué tan racional o ilógico es sentirse amenazado por determinada situación.
Una vez identificado el tipo de miedo, relájese y propóngase la meta de enfrentarlo para poder ejercer dominio sobre él.
Desechando de usted todo fardo mental, podrá relajarse y fluir en su vida diaria. Claro está que para poder afrontar las situaciones que la vida le presenta, es fundamental una gota de coraje, de decisión y, sobre todo, de confianza en usted mismo. De esta forma usted dejará de empoderar a sus miedos, sobre todo a los que son injustificados.
Si después de intentarlo no consigue superarlos, entonces sí será preciso buscar la ayuda de un profesional que le permita disminuir la ansiedad que padece.
Permítame reiterarle que el miedo es normal, pero en una debida proporción. Mejor dicho: el miedo existe y ahí está; pero usted posee los mecanismos suficientes para no permitir que le frene su felicidad.
A no ser que su vida esté en peligro, temores como la posible pérdida de un trabajo o de un amor y hasta el futuro mismo, no pasarán de ser fantasmas.
Y ellos lo seguirán asustando en la medida en que usted les siga atribuyendo un poder que no tienen.
Lo importante entonces es tener la voluntad de enfrentarlos y no pasar la vida padeciendo por algo que, además de quitarle el sueño, lo estancará.
Deje de anticiparse a los hechos.
Viva el momento y cuando le corresponda actuar, haga lo que le corresponda con coherencia y firmeza.
¡Dios lo bendiga!
http://www.vanguardia.com/entretenimiento/espiritualidad/379443-sobrecarga-de-miedos