La bomba del Zar es (y probablemente será) el artilugio explosivo más potente jamás creado. Tanto, que resultaba terriblemente ineficiente. Una demostración de poder desmedido con fines propagandísticos.
El 30 de octubre de 1961 frío arreciaba sobre las heladas islas Severny e Yuzhny. De pronto, un fogonazo repentino apareció en el cielo. Y apenas un segundo después, un sonido violentísimo, tanto como para dejar sordo al instante a cualquiera que estuviera cerca, lo barrió todo. La bola de fuego alcanzó, elevada, proporciones increíbles, arrasando el suelo. Todo bajo una luz cegadora tan brillante que parecía volver oscuridad el mundo a su alrededor. Acababa de explotar la bomba más potente jamás lanzada, la bomba del Zar.
Así era la bomba del Zar
La increíble bomba del Zar fue un desarrollo Ruso que pretendía demostrar que no se andaban con chiquitas. El artefacto es una bomba de fusión en tres fases (fisión, fusión y fisión). Para ello, la bomba comienza con una explosión causada por la desintegración de los átomos de uranio, de una forma muy parecida a las bombas nucleares más antiguas. A partir de esta energía se produce un proceso de fusión en el que tradicionalmente participa el litio, acompañado por un núcleo de plutonio y de una cubierta de uranio 238. Esta parte está rodeada de una espuma de poliestireno que permitirá una subida muy alta de la temperatura. A su vez, y como parte de la última fase, se produce de nuevo la fisión de los átomos, de una forma muy parecida a la primera etapa, aumentando la potencia sobremanera. Esta es la reacción básica de una bomba H o termonuclear. La bomba del Zar era una bomba H enorme. Medía unos ocho metros de largo por dos de ancho y pesaba unas veintisiete toneladas.
Esta monstruosidad era transportada por un bombardero Tupolev Tu-95 modificado. El avión tuvo que ser repintado antes con una pintura especial altamente reflectante para que la onda de choque térmica no lo sobrecalentase. Pero, ¿es que llegaría hasta él? Oh, sí. El Tu-95 lanzó la bomba del Zar desde diez mil metros de altura. Tres minutos después, estalló a cuatro mil metros de altura, seis mil por debajo desde el punto de lanzamiento y a más de setenta y nueve mil de distancia del avión, que viajaba a 864 kilómetros por hora. Y aún así, la onda alcanzaba al vehículo. Por supuesto, estaba previsto y no ocurrió nada reseñable. Eso sí, a pesar de haber explotado cuatro kilómetros por encima, en el cielo, la bola de fuego alcanzó la superficie. El poder de la bomba del Zar podría haber arrasado con una metrópolis como Nueva York por completo, además de con las ciudades anexas circundantes.
Y podría haber sido más potente
Pero lo más curioso, además, es que la última fase estaba controlada. En vez dejar una terrible reacción en cadena descontrolada, los científicos diseñaron la bomba para retener parte de su poder. ¿Por qué? Muy sencillo, porque la bomba ya era demasiado potente de por sí. Si no hubiese sido así, los pilotos habrían estado en un serio aprieto. Además, puesto que para retener parte del poder de la bomba se usó plomo, esto permitía retener parte de la radiación emitida al exterior por los productos de la fisión. Así, la bomba del Zar no fue sólo la más potente sino, además, una de las más limpias jamás construidas. De la energía total de la bomba, el 97% de la misma provenía de la fusión, dejando sólo subproductos naturales y no radioactivos.
Al contrario, las viejas bombas nucleares producían las temidas lluvias radiactivas debido a la contaminación atmosférica. Pero, ¿qué potencia tenía este artefacto? La bomba del Zar, según los cálculos actuales, estalló con cincuenta megatones de potencia. La explosión hizo que la temperatura dentro de la bola de fuego alcanzara varios millones de grados de temperatura. El destello se observó a más de 1000 kilómetros de distancia y la fuerza de presión legó a los 211.000 kilos por metro cuadrado.
La bomba del Zar era unas 3.800 veces más poderosa que la bomba lanzada en Hiroshima
La onda de choque hizo estallar los cristales de las ventanas de hasta 900 kilómetros de distancia y podría haber quemado a una persona que se encontrara viendo la explosión a 100 kilómetros de distancia. En concreto, la bomba del Zar estalló con una potencia total de de 5,3 por 1024 vatios, o 5,3 yottavatios. Unas 3.800 veces más poderosa que la bomba lanzada en Hiroshima. La energía liberada viene a ser aproximadamente el doble de la energía solar que recibe la superficie de la Tierra en un segundo. Las ondas sísmicas que provocó fueron medidas alrededor de todo el planeta. Y, como decíamos, podría haber sido aún más potente.
La más ineficiente madre de todas las bombas
Entonces, ¿por qué no se hizo aún más potente? Por una razón muy sencilla: porque la bomba del Zar es ya de por sí un arma completamente ineficiente. De hecho se planeaba lanzar una bomba de 100 megatones, el doble, pero esto suponía varios problemas técnicos. En primer lugar, para hacerlo debía usarse una versión «sucia» de la bomba. Sucia en el sentido de que no tendría las «protecciones» de plomo, por lo que la radiación se extendería sin control, dejando una zona estéril por la radiación de casi un centenar de kilómetros. Además de la nube radiactiva, la cual se estimaba que alcanzaría a multitud de países circundantes, contaminándolos con la peligrosa radiación.
En segundo lugar, una bomba de tales proporciones era una sentencia de muerte para los ejecutores. Sí, según los físicos rusos, los pilotos jamás habrían sido capaces de escapar a semejante explosión. Con la bomba del Zar ya se hicieron ciertas modificaciones en el chasis y la pintura en mor de la seguridad de los pilotos. En el caso de que hubiera sido una explosión mayor el avión no hubiera llegado a tierra entero. Pero, la razón por la cual es la más ineficiente de todas es otra. Y la voz cantante la tiene la física. La bomba del zar pierde la gran mayoría de su energía radiada hacia el espacio. Esto tiene mucho que ver en su forma de lanzamiento (por bombardeo), así como en la propia explosión.
La bomba del zar pierde la gran mayoría de su energía radiada hacia el espacio
Aún a pesar de ser terriblemente destructiva, (la más destructiva de todas las bombas), la bomba del Zar no alcanzaba todo el potencial que «debería» alcanzar semejante artilugio. Pero si parte de esta culpa la tiene la forma de lanzamiento, en bombardero, ¿por qué no lanzarla en un misil balístico intercontinental? Bien, recordemos que la bomba en sí medía ocho por dos metros y pesaba veintisiete mil kilogramos. Era imposible introducirla en un misil balístico. Muy al contrario, una bomba como la del Zar era lenta, difícil de lanzar y pesada, mucho más fácil de interceptar; pues si no se daba el comienzo de la reacción de fisión de forma adecuada, la potencia, desplegada por la fusión, jamás llegaría a ser la prevista.
Entonces, ¿por qué se hizo? La bomba del Zar tenía fines puramente propagandísticos (además de alguno científico). Era una manera de mostrar quién tenía la… bomba más grande. Algo muy importante durante la tensa guerra fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Pero con el tiempo este tipo de armas dejaron de tener sentido. La guerra, grosso modo, ha evolucionado a una mayor precisión, armas más tácticas y pequeñas. Ya no hace falta barrer cien kilómetros bajo una bola de fuego con una bomba de cincuenta megatones. Es mucho más efectivo lanzar un misil a cientos de kilómetros de distancia sobre un objetivo vital, en vez de acabar con la población inocente. Así, la bomba del Zar, por suerte, quedó como la bomba más potente jamás construida. Y también la más ineficiente de la historia.
FUENTE: https://hipertextual.com/2016/06/bomba-del-zar