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Europa se rinde al Papa latinoamericano

Francisco: Sueño una Europa donde casarse y tener hijos sea una gran alegría.

Pope Francis (l), recives in his hands from the the Lord Mayor of Aachen, Marcel Philipp (CDU), the International Charlemagne Prize of Aachen during the ceremony for the award of the International Charlemagne Prize of Aachen inside the Apostolic Palace in the Vatican in Rome, Italy, 06 May 2016. Photo: Oliver Berg/dpa

 

“Sueño una Europa donde casarse y tener hijos sea una responsabilidad y una gran alegría”, dijo el Papa Francisco al recibir en el Vaticano el premio Carlo Magno este viernes 6 de mayo. Una excepción para Jorge Mario Bergoglio, que durante su vida siempre ha rechazado este tipo de premios o condecoraciones.

La excepción la hizo para ayudar a “soñar” una Europa más humana para que deje de estar “cansada y envejecida, no fértil ni vital”, alejada de las “grandes ideas” que inspiraron el proyecto iniciado por los padres fundadores después de la segunda guerra mundial. 

Así, la invitó a ser una “Europa que, lejos de proteger espacios, se convierta en madre generadora de procesos”. Procesos de “inclusión y trasformación”.

El Premio Internacional Carlomagno de Aquisgrán se concede por los trabajos realizados en favor de la unificación europea.

Un reconocimiento justificado en el compromiso de Papa Francisco en la construcción de una Europa de paz, basada en los valores comunes y abierta a otros pueblos y continentes, justificaron los organizadores.

La ceremonia comenzó con un discurso pronunciado por el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, por el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y por el presidente del Consejo, Donald Tusk.

Los líderes europeos destacaron la estatura moral, humana e internacional del Pontífice. Una voz del sur. “El Papa argentino, latinoamericano, que mira al mundo con humildad”, destacó el presidente Schulz del Parlamento Europeo.

Ayudar a 12 refugiados y hospedarlos en el Vaticano, considerando la pequeñez de su territorio es un ejemplo de valor y solidaridad para Europa, evidenció Jean-Claude Juncker, Presidente de la Comisión Europea.

Y destacó la imagen de “lavar los pies a los refugiados”, además de su llamado concreto a “proteger el medio ambiente” y la “familia”.

Una Iglesia que en vez de “condenar” inspira “sentimientos positivos” y “nunca más el miedo, el desprecio o la ira”. “Ésta es la Iglesia de la que todos tenemos necesidad”, dijo, Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo.

El Sueño del Papa para Europa y los pueblos 

El premio fue una ocasión para pedir “un impulso nuevo y valiente para este amado continente”.

A continuación, el “sueño” de un nuevo humanismo europeo del papa Francisco:

Sueño una Europa joven, capaz de ser todavía madre: una madre que tenga vida, porque respeta la vida y ofrece esperanza de vida.

Sueño una Europa que se hace cargo del niño, que como un hermano socorre al pobre y a los que vienen en busca de acogida, porque ya no tienen nada y piden refugio.

Sueño una Europa que escucha y valora a los enfermos y a los ancianos, para que no sean reducidos a objetos improductivos de descarte.

Sueño una Europa donde ser emigrante no sea un delito, sino una invitación a un mayor compromiso con la dignidad de todo ser humano.

Sueño una Europa donde los jóvenes respiren el aire limpio de la honestidad, amen la belleza de la cultura y de una vida sencilla, no contaminada por las infinitas necesidades del consumismo;

Sueño una Europa donde casarse y tener hijos sea una responsabilidad y una gran alegría, y no un problema debido a la falta de un trabajo suficientemente estable.

Sueño una Europa de las familias, con políticas realmente eficaces, centradas en los rostros más que en los números, en el nacimiento de hijos más que en el aumento de los bienes.

Sueño una Europa que promueva y proteja los derechos de cada uno, sin olvidar los deberes para con todos.

Sueño una Europa de la cual no se pueda decir que su compromiso por los derechos humanos ha sido su última utopía.


El premio debe su nombre a Carlomagno, rey de los francos, considerado el “padre de Europa” por sus contemporáneos. El presidente Schulz fue el galardonado con el premio el pasado año.  Juan Pablo II recibió este premio en 2004. 

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