La antropóloga española María Martinón-Torres cuenta en primera persona el hallazgo de 47 humanos en una cueva china que acaba de publicar en ‘Nature’
Ser la única especie humana sobre la faz de la Tierra nos provoca sin quererlo un sentimiento inconsciente de superioridad. Dejamos tras nosotros una larga estela de especies humanas que se extinguieron y no fueron capaces de llegar a nuestros días. Nuestros hermanos neandertales desaparecieron de Europa hace solo 40.000 años, coincidiendo con la invasión H. sapiens, una oleada de humanos tropicales y esbeltos que le arrebataron las tierras del norte y los empujaron a la extinción. Pero la historia la cuenta siempre el superviviente y sin quererlo la reconstrucción de los hechos puede estar sesgada. El descubrimiento de que a los humanos modernos les llevó el doble de tiempo entrar en Europa de lo que les costó expandirse por Asia nos obliga sin embargo a replantearnos el mito de nuestra superioridad.
Tras un largo viaje en avión y coche a través la inmensa China, pudimos finalmente arribar al pequeño pueblo de Daoxian y visitar personalmente la cueva»
El artículo que acabamos de publicar en Nature presenta al mundo el hallazgo de 47 humanos en la cueva de Fuyan (Daoxian) en el sur de China. Esta muestra se ha datado en más de 80.000 años y apunta a que nuestra especie, H. sapiens, estaba presente en Asia mucho antes de lo que habíamos sospechado. Cuando José María Bermúdez de Castro y yo tuvimos la oportunidad de examinar los dientes por primera vez, hace aproximadamente un año, en el Institute of Vertebrate Paleontology and Paleoanthropology de Pekín, no tuvimos ninguna duda sobre su asignación taxonómica a nuestra especie.
La sorpresa venía de la afirmación de nuestros colegas, Liu Wu y Wu Xiujie, con quienes llevamos colaborando ya varios años, de que estos fósiles tenían una antigüedad entre 80.000 y 120.000 años. Como Santo Tomás, teníamos que meter el dedo en la llaga, así que tras un largo viaje en avión y coche a través de la inmensa China, pudimos finalmente arribar al pequeño pueblo de Daoxian y visitar personalmente la cueva.
Cuando salimos al exterior después de horas dentro de la cueva, la luz cegadora del sol nos fue nada comparada con la de la revelación que acabábamos de tener»
Nos quedamos sin habla. La estratigrafía era clara y sencilla. La cueva estaba cubierta por un espeleotema [formaciones de las cavidades] continuo, de manera que todo el material que está por debajo tiene que ser por fuerza más antiguo. La datación de una estalagmita que se ha formado sobre este suelo calcítico proporcionaba una edad mínima de 80,000 años para estos fósiles, y el hallazgo junto con los humanos de una abundante muestra de animales que incluyen hienas, pandas y elefantes extintos, típicos del Pleistoceno superior, sugiere una edad máxima de 120.000. Cuando salimos al exterior después de horas dentro de la cueva, la luz cegadora del sol nos fue nada comparada con la de la revelación que acabábamos de tener.
Desde que salimos de la cueva de Fuyan hasta que regresamos a España, los recuerdos del viaje me llegan como en nebulosa, mareada por la sorpresa, la excitación y la euforia a la que sin duda ayudaron el espléndido agasajo de comida y abundante bebida con que los amables habitantes de Daoxian querían agradecer el honor de nuestra visita. Creo que no eran conscientes de que quienes en verdad tenían que agradecer el honor de haber pisado la cueva con los restos humanos más modernos y a la vez más antiguos fuera de África que se conocen hasta el momento, éramos nosotros.
También pensé entonces que la mejor forma de corresponderles era intentar contar esta historia donde se tenía que contar, en una revista científica de prestigio donde la versión neandertal de los hechos fuera escuchada por todo el mundo. Asia tiene todavía mucho que contar no solo sobre lo que ha pasado allí, sino sobre asuntos que nos interesan para comprender mejor a humanos actuales y neandertales. Veremos sin duda en los próximos años el advenimiento de una nueva R-Evolución china.
Quizá H. sapiens no entró en Europa hasta tan tarde porque simplemente no pudo, porque los neandertales eran una barrera difícil de franquear y Europa un territorio demasiado pequeño para ambos. Tras miles de años de aislamiento y castigados por los fríos glaciares, los neandertales ya no son quienes eran y H. sapiens, quien tampoco es el mismo de hace 100.000 años, ve ahora su momento para entrar. La extinción neandertal ya había comenzado sin nosotros, y lo único que hizo H. sapiens, agazapado a las puertas de Europa durante más de 50.000 años fue aprovechar, al fin, su oportunidad.
FUENTE: http://elpais.com/elpais/2015/10/14/ciencia/1444841124_572271.html