Si te estás divorciando de tu pareja, o ya lo hiciste, hay varios puntos que es indispensable que tengas muy en claro para salvaguardar la salud emocional de tus hijos. La separación y el divorcio seguramente afectará de manera distinta a cada uno de ellos, según su edad, su personalidad y los recursos con los que cuente para manejar sus emociones.
Mientras más preparado estés para este proceso de cambio tan fuerte, mejor podrán tú y tus hijos lidiar con el dolor y adaptarse la nueva realidad familiar.
Cuando hay una separación, los niños enfrentan muchos cambios. Mamá y papá ahora viven en casas separadas. Es posible que ellos cambien de casa. Pueden distanciarse físicamente de uno de sus padres, mudándose a otra ciudad, estado o incluso país. Suelen separarse de alguna parte de su familia y/o círculo social (abuelos, tíos, escuela, etc.). Todos estos cambios son fuertes, y seguramente los niños experimentan sensaciones de pérdida. Los adultos también lo sienten, pero en general tenemos más recursos para lidiar con el dolor de la pérdida y las emociones que lo acompañan. No necesariamente son buenos recursos; trabajo con padres que recurren al alcohol, fiestas, volverse adictos al trabajo, en fin, lo que sea que evite que enfrente el dolor.
Los niños en cambio están más abiertos y en contacto con sus emociones. ¿Cómo podemos ayudarles a lidiar con el dolor de una separación? Toma unos minutos para revisar las etapas de duelo en los niños (y padres) que viven un divorcio. Date cuenta de en qué etapa te encuentras tú y por cuáles has pasado.
¿Has procesado tus etapas, o lo has evitado? Será mucho más posible acompañar a tus hijos si antes vives y reconoces el proceso por el cual todos necesitarán pasar, cada uno a su manera. Negación. El niño expresa pensamientos e ideas que le ayudan a negar lo que está pasando: “es que mi papá ahora tiene otro trabajo”, “nada más se pelearon pero van a regresar”, “mi mamá compró una casa nueva y tenemos que cuidarla…” Es sorprendente lo que llego a escuchar en el consultorio, sobre todo porque los padres temen decirle la verdad honesta y claramente a sus hijos. Esto sólo retarda el dolor, que luego será mucho más grande porque el niño se puede sentir engañado e incluso traicionado por sus padres.
¿Qué hacer? Habla con la verdad. Explíquenle – de preferencia ambos juntos – a sus hijos qué está pasando. Permitan su reacción con amor y contención. Si es enojo, adelante, es válido. Enojo. Es natural que esto suceda. Cuando un niño no pasa por esta etapa es una señal de alarma. ¡Por supuesto que le enoja que sus padres se separen! Si se les invalida el enojo entonces lo van a manifestar en otras áreas: pleitos o problemas en la escuela, dificultad para prestar atención, o arranques de enojo por cosas que no tienen relación con el divorcio. Proyectan el enojo que sienten contra sus padres en contra del mundo. Si los papás no tienen cuidado y no mantienen sus diferencias entre ellos, pueden contaminar al niño y prejuiciarlo contra uno de sus ellos. El niño llega a pensar que uno de los padres lo traicionó. Y esto no es cierto. Las diferencias entre los padres son de pareja, no de paternidad.
¿Qué hacer? Permite su enojo. Detrás de su enojo hay mucho dolor. Y detrás de ese dolor está el amor que siente por ambos. Si permites que procese la experiencia y le das el apoyo que necesite, llegará al amor nuevamente. Depresión. El niño siente una tristeza profunda, llora con frecuencia. Puede expresar que su mundo se terminó, que no sabe cómo seguir adelante, o que es muy difícil. Las cosas que antes le traían placer y le encantaba hacer ahora no le estimulan igual.
Puedes ver periodos de falta de ánimo y energía. ¿Qué hacer? Platica con él. ¡Escucha! No lo sermonees. Sé valiente y permite que llore contigo. Esto será más fácil si tú procesas tu tristeza primero. Si esto te cuesta trabajo, pide ayuda. Negociación. El niño siente que sus padres se separaron por su culpa. Veo esto con muchísima frecuencia, sobre todo con niños pequeños (preadolescentes). Sus reacciones son variadas: pueden portarse demasiado bien, obedeciendo en todo, o portarse mal para llamar la atención; elaboran planes para que los papás se vean otra vez, incluso se enferman gravemente. ¿Qué hacer? Hablar con el niño, de preferencia ambos padres juntos. Quítenle la idea de que es su responsabilidad, asúmanla ustedes. Déjenle saber cuán importante él es para ambos. Cuando el niño entienda que no hay nada que él pueda hacer para que sus papás se casen otra vez, y que no es su culpa, entonces podrá enfrentar el dolor que siente y eventualmente llegar a aceptar el divorcio. Dolor. La etapa de dolor es distinta para cada niño (y para ti también). Generalmente el dolor va y viene. El niño llorará en los momentos en que toca el dolor. ¿Qué hacer? Acompáñalo. Si no acepta tu compañía, busca compañía adecuada. Procesar el duelo es muy necesario y no es fácil. Culturalmente aprendemos a “hacernos fuertes” ante el dolor, psicológicamente huimos de él. Pero cuando el dolor llega necesitamos enfrentarlo. Llorar hasta soltar el dolor es la manera natural de limpiar la herida, lavarla y sanar. Para permitirnos hacer esto generalmente necesitamos de alguien que nos contenga; que nos haga sentir el que “puedo quebrarme porque estoy protegido”. Aceptación.
La aceptación implica que el niño reconoce el divorcio y toda la nueva realidad y los cambios que conlleva, y es capaz de aceptar y tomar a ambos padres con sus virtudes y defectos; no necesita elegir entre ellos. El niño puede hablar más abiertamente sobre el divorcio. Va recobrando el interés por las cosas que había dejado de lado. Se integra a su realidad y vive más en el presente. Si atravesó las etapas anteriores con conciencia, ahora recobra su chispa, su alegría. ¿Qué hacer? Conforme el niño crece, pueden surgir preguntas relacionadas al divorcio.
Cuida que lo que corresponde a los padres permanezca entre los padres, para que el niño no sienta que tiene que tomar partido. Una información inadecuada puede hacer que el niño (o joven) regrese a las etapas anteriores, teniendo que procesar algo que realmente no le corresponde. Esto puede acarrear consecuencias muy negativas. Algunas veces los padres se encuentran tremendamente enojados el uno con el otro por el divorcio, y dicen o hacen cosas que pueden dañar a los hijos. Algunos ejemplos son: El divorcio fue idea de tu madre/padre, yo no lo quería. Dile a tu padre/madre que te lo compre, él/ella tiene todo el dinero. Tu padre/madre nos hizo esto. Puedes irte a vivir con tu padre/madre si no te gusta aquí. Si tú supieras lo duro que esto es para mí y cuanto te extraño. Tienes que aceptar a mi nuevo/a compañero/a. No le digas a tu padre/madre nada sobre esto. Si supieras lo mal que tu padre/madre me trataba. A pesar de que nos divorciamos y no nos llevamos bien, tal vez algún día volvamos a estar juntos. Dime las cosas malas que tu padre/madre hizo. Tu padre/madre no está siendo justo/a.
Cuando estás conmigo, YO decido lo que puedes o no puedes hacer, no me importa lo que tu padre/madre diga. No iré a visitarte a menos que… Él/ella sólo te tiene porque se lo ordena la corte. Qué estaba haciendo tu padre/madre, quién estaba con él/ella, qué dijo? Tu padre/madre no debería hacer/decir cosas como ésas. Si no te portas bien, te llevo de vuelta con tu padre/madre.
Tú no le interesas a tu padre/madres de todos modos. Sé que te prometí que hoy te vería, pero algo sucedió y no puedo. Todos los psicólogos concuerdan en que, de todos lo errores, estadísticamente este es el que tiene un impacto más negativo: negar o limitar el contacto con uno de los padres. Los padres deben esforzarse en conjunto para que sus hijos puedan nutrirse de ambos. Me ha tocado asesorar a padres que viven en continentes distintos, y que aunque tienen sus diferencias, tienen muy claro que sus niños necesitan pasar tiempo con ambos y lo hacen todo para que así sea. Sólo cuando uno de los padres representa un verdadero riesgo para el niño, como en el caso de un padre alcohólico, drogadicto, con alguna conducta criminal o ciertas patologías psicológicas, se debe tomar acción legal para salvaguardar su seguridad e integridad. Por último: si te estás divorciando o ya lo hiciste, tu proyecto con tu ex pareja llegó a su fin, pero NO su proyecto como padres. Ese no terminará hasta que descansen en paz. Haz lo posible por resolver tus diferencias con tu ex. Busca la manera de establecer acuerdos en función del mejor beneficio para tus hijos. Partan del acuerdo más importante: ambos los aman, y construyan un proyecto como padres a partir de ahí. Si necesitan ayuda profesional para resolver sus diferencias, establecer acuerdos y trabajar sobre ellos, búsquenla. Será posible, siempre y cuando ambos pongan de su parte.