‘Contar con Dios en la vida diaria’, la regla de oro de la Madre Trinidad, puede hacer diferente y mejor este nuevo año escolar.
No se trata de la Misa de principio de curso, de las clases de religión o de ir a la capilla. Es ver a Jesús en los demás: alumnos, maestros, religiosas, padres de familia, trabajadores, niños y viejos. Es orar con cada acción y pensamiento, y agradecerle su presencia.
La Madre Trinidad escribió: “Entre nosotras está y vive diariamente la Santa Eucaristía, el Mesías deseado, el Divino Redentor, nuestro adorable Jesús”. Sentía su presencia cotidiana, por eso le dedicó su vida y no le regateó su amor ni escatimó esfuerzo en la ayuda a los demás. Su fe llevará adelante su proceso de santidad, como el de la Madre Lupita García Zavala, cofundadora de la Congregación de Siervas de Santa Margarita María y de los Pobres.
En su primera ceremonia de canonización, el Papa Francisco elevó a los altares a esta santa mexicana, la Madre Lupita, siendo una bendición para los católicos mexicanos y para nuestro país.
“¡Cuánto daño hace la vida cómoda, el bienestar; el aburguesamiento del corazón nos paraliza!”, dijo SS Francisco y pidió: “Renunciar a una vida cómoda para seguir la llamada de Jesús, enseñar a amar la pobreza para poder amar más… los pobres, los abandonados, los enfermos son la carne de Cristo”. El Papa dio un ejemplo cercano: “La Madre Lupita se arrodillaba en el suelo del hospital ante los enfermos y los abandonados para servirles con ternura y compasión. Y esto se llama tocar la carne de Cristo; no hay que avergonzarnos, no hay que tener miedo ni repugnancia… es amar como Jesús nos ha amado”.
Cómo se parece a lo que hace años la Madre Trinidad escribió: “¡Traedme los fatigados en los caminos duros y difíciles de la culpa!…los pobres, los enfermos, los moribundos, los perseguidos de la infancia, ¡los defensores del honor! Los fracasados en la vida …¡a los abandonados en la miseria!…Encontrarán en mi corazón consuelo, socorro y remedio en sus necesidades, calmante en sus penas, alivios en sus dolores, descanso los fatigados y el paño de vuestras lágrimas…”.
El mensaje es el mismo: amar a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo; edificar el Reino de Dios entre nosotros, tarea que empieza por contar con Dios encarnado en Jesús, en la vida diaria.
Al comenzar un nuevo ciclo escolar, es buena idea hacerlo nuestro compañero de clase, nuestro asesor o amigo. Podemos estar seguros de contar con Él como la Madre Lupita y la Madre Trinidad lo hicieron.