“Todos a Jugar” se trata doce historias de ficción en las cuales se visibilizan situaciones de niños con diversos obstáculos en su desarrollo (cognitivos, sensoriales, psicomotrices y emocionales), pero presentados desde su potencial creativo y a partir del encuentro en el juego que se da en la plaza.
Silvana Filadoro es psicopedagoga, trabaja con niños con discapacidad, muchos de ellos internados por períodos muy largos. Un día se le ocurrió leerle a uno de sus pacientes un cuento que fuera más cercano a su realidad, que tuviera, por ejemplo, personajes con alguna discapacidad. Pero, para su sorpresa, no pudo encontrar ni una librería con cuentos de este tipo. Entonces se preguntó: ¿quién cuenta las historias de esos chicos, en qué espacios se hacen visibles? Y la librera de su barrio le contestó “eso lo vas a tener que escribir vos Silvana”. Y así fue.
Silvana convocó a Susana Lopatin, psicóloga y compañera de trabajo, para escribir algunos cuentos basados en sus experiencias terapéuticas y así nacieron los libros “Todos a Jugar”, que lograron editar luego de mucho esfuerzo y que hoy están disponibles en librerías de todo el país.
¿Por qué es tan importante esta iniciativa? Las familias que tienen a un hijo con discapacidad viven rodeadas de información y cotidianamente se enfrentan a la difícil realidad que conlleva moverse y tener que luchar para que su hijo acceda a los mismos derechos que una persona que no padece una discapacidad. Pero, ¿qué pasa con el resto de la sociedad, dónde se encuentra con la realidad de la discapacidad, donde conocen sus historias?
Estas son algunas de las preguntas que se hicieron las autoras de la colección de cuentos “Todos a Jugar” y es por eso hoy quieren que sus cuentos llegan a todos lados. Desde Zona de Sentidos nos sumamos a este objetivo y convocamos a todos a difundir los cuentos en todos los ambientes donde se desconoce sobre la discapacidad.
A continuación compartimos las reflexiones de las autoras, Silvana Filadoro y Susana Lopatin, en la entrevista que brindaron a Zona de Sentidos:
¿Cómo surgió el proyecto?
SF: Yo trabajo en la Clínica de Rehabilitación ALCLA donde hay niños internados por períodos muy prolongados, a veces años. Cuando les contaba algún cuento sentía que había mucha distancia entre su realidad y el mundo que yo les presentaba a través de las historias, que no tenían puntos en los cuales reconocerse o sentirse identificados. Entonces empecé a recorrer librerías, pero para mi sorpresa, no encontré nada que tuviera un cuento con algún niño en silla de ruedas o con algún tipo de discapacidad. Entonces me pregunté ¿qué pasa con las minorías que no son representadas, que no aparecen en ningún lado? ¿Quién cuenta las historias de esos chicos? Y la librera de mi barrio que dio la respuesta, “eso lo vas a tener que escribir vos”, me dijo. Así fue como la convoqué a Susana y empezamos a escribir.
SL: En ese momento dijimos, “lo escribimos, lo anillamos y repartimos los cuentos en las escuelas especiales a ver qué recepción tiene”. Pero después todo tomó otro vuelo.
SF: Nos dimos cuenta de que lo más rico de este proyecto, no estaba en el micromundo de quienes tenemos contacto cotidiano con las personas con discapacidad, sino en salir para afuera, en dar visibilidad a la realidad que viven los niños que tienen alguna discapacidad.
SL: El potencial de los cuentos es la sociedad en general y con esta idea en mente continuamos. Mucha gente nos apoyó y alentó, sin embargo el salto fue cuando llegamos a la Fundación Fundalc (Fundación de la Clínica Alcla), ellos nos apoyaron para darle forma al proyecto. Después armamos carpetas para llevar a las editoriales y Bonum se interesó especialmente en la idea y nos publicó los libros, que hoy están en todas las capitales del interior del país y en Paraguay.
¿De qué se tratan las historias?
SF: Son todas historias de ficción, pero están totalmente están basadas en nuestras experiencias personales del trabajo con pacientes. En el cuento de “La alfombra mágica”, por ejemplo, Lourdes, que es uno de los personajes de la historia, usa una alfombra para tirarse del tobogán, ese dispositivo de la alfombra no es algo que inventé yo, lo inventó la mamá de un nene con un trastorno motor muy severo, que era paciente mío del hospital. Como su hijo no podía mantenerse sentado, ella ideó esta forma de llevarle una alfombra a la plaza para que pueda disfrutar del tobogán.
SL: Los cuentos narran hechos y situaciones de vida que nos han relatado padres y niños en los 30 años de trabajo en la especialidad.
SF: Son historias además que están aggiornadas desde una mirada inclusiva. Son ficciones que intentan ser una ventana al mundo del niño con discapacidad desde una mirada de la inclusión. La idea es construir una visión de mayor apertura y aceptación de la diversidad, desde el conocer la realidad, porque es imposible aceptar aquello que no conocemos, que no vemos o que no queremos ver.
SL: En otro de los cuentos, dos personajes Juan y Mora (quien está en una silla de ruedas), se ponen de acuerdo para ir a jugar juntos a la plaza, pero cuando van por la vereda a Mora se le traba la silla en una baldosa y cuando llegan a la esquina no encuentran rampa para cruzar la calle. Están a solo a tres cuadras de la plaza y les es dificilísimo llegar para poder jugar. Estas situaciones a Juan lo sorprenden y se empieza a preguntar por qué Mora no puede ser libre, como él, de ir a donde quiera ir. Lo que pretendemos o soñamos con las historias es que estas reflexiones, como las que tiene Juan, lleguen a los niños a través de los personajes.
SF: El obstáculo, que es en este caso para Mora el acceso con su silla de ruedas, deviene en posibilidad de aprendizaje para todos. Una de las personas que a mí particularmente me alentó fue el escritor Osmar Ruiz Bondoni, cuando le llevé los cuentos me dijo que tenían tres cosas: que eran tiernos, que estaban bien escritos y que no tenían piedad. Se refería a que no se presentaba a la discapacidad desde lo compasivo y las lágrimas, sino desde la realidad y eso le parecía muy interesante.
¿Por qué se llama “Todos a Jugar”?
SF: Elegimos “el juego” porque es un espacio universal de encuentro, más allá de las capacidades y de la edad, el juego es un lugar de inclusión. Y el título tiene que ver con esto, el “todos” como lugar inclusivo y el “jugar” con ese espacio universal que nos abarca a todos. Por otro lado elegimos como escenario “la plaza” porque es un lugar inclusivo de por sí y también porque queremos que esto salga para afuera. Hay muchos papás que no se animan a ir con su hijo con discapacidad a la plaza, por miedo a que le pase algo o porque piensan que se puede lastimar. Sin embargo a veces los chicos son más creativos que los grandes, tienen menos prejuicios y son más libres, los chicos se sobreponen a todo y se ponen a jugar juntos más allá de los miedos, esto es algo que se ve en los cuentos y que también puede ser inspiración para los papás.
SL: Muchas veces pasa que entre tanta rehabilitación y tratamientos parece que no hay espacio para la diversión, el esparcimiento y la creatividad, y el juego permite eso, el acceso simbólico y el crecimiento en general.
SF: En el hospital una vez estábamos pensando en la externación de un paciente que llevaba mucho tiempo internado y una fisiatra me dijo “quién soy yo para negarle a un chico a que vaya a la plaza a disfrutar de ver el aire, el sol y las palomas”. Esa reflexión a mí me hizo pensar mucho. A veces, por querer lograr tanto a través de las terapias nos perdemos de las cosas básicas de la vida.
SL: Es que estamos educados para no objetar al modelo médico, pero a veces nos proponen cosas y uno se pregunta ¿y cuál es el momento del tiempo libre, dónde está el esparcimiento, el descanso?
¿Es fácil tratar el tema de la discapacidad hoy?
SL: Yo creo que hoy es un momento muy propicio para tratar el tema de la discapacidad. Antes había una mirada más prejuiciosa, segregatoria y compasiva de la discapacidad, o la idea de que “de eso no se habla”. Pero para poder incluir a alguien necesitamos saber que existen esas diferencias, conocerlas aceptarlas y así luego podemos incluirlas. Hoy hay una mayor conciencia de las diferencias y eso favorece a poder tratar y trabajar estos temas.
SF: Lo cuentos son un dispositivo literario y lo que te permiten es que cualquiera que lo lea se pueda poner en la piel de ese personaje. Al ser simbólico, no se trata de una persona en particular, pero una vez que te podés poner en la piel de esa persona y seguramente eso te ayudará a tener una mirada diferente cuando te encuentres con una persona que se parezca a ese personaje. Eso favorece para tratar el tema de la discapacidad desde un lugar más cercano y natural.
¿Qué hay que seguir haciendo?
SL: Cuando empezamos con el proyecto creíamos que iban a ser historias para que nuestros pacientes con discapacidad encontraran un lugar donde se sientan representados y se reconozcan. Pero ahora nuestro objetivo es llegar más allá, no queremos quedarnos en la escuela especial, estos libros tienen que ir a la escuela común. Y es por eso que queremos ir a la escuela de maestros para formar a los docentes. También hemos hecho algunos talleres para chicos en escuelas comunes, hemos llevado a una relatora y a una intérprete de señas para compartir los cuentos, en otra oportunidad hicimos un taller de señas para que los chicos en una escuela común vivencien lo que es el lenguaje de señas, hicimos también un juego con el cuento de la alfombra mágica en el cual los chicos tenían que jugar pero inmovilizando alguna parte del cuerpo. A través de lo simbólico vamos buscando distintas maneras de trabajar la discapacidad con niños que desconocen del tema.
SF: Sin embargo esta experiencia de los talleres, la podemos replicar algunas veces más, pero es un trabajo de hormiga a través del cual no llegaríamos nunca a abarcar todas las escuelas. Por eso queremos ir a los espacios de formación docente y llegar también a los profesorados de las maestras jardineras o de escuelas primarias. Nuestro objetivo es que llegue a todas las escuelas públicas como parte de las lecturas de los chicos.
SL: La idea de este proyecto es generar otra manera de mirar a la discapacidad y entender que no somos todos uniformes e iguales y que está bueno que no seamos.
Acerca de las autoras
Silvana Filadoro. Es Licenciada en Psicopedagogía, integrante del equipo de Psicopedagogía del Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, de la Ciudad de Buenos Aires desde 1991. Forma parte del equipo que asiste niños disminuidos visuales con multidéficit. Desde 2009 integra el equipo de pediatría de la Clínica de Rehabilitación ALCLA.
Susana Lopatin. Licenciada en Psicología, egresada de la Universidad de Buenos Aires (1980). Formación en Psicoanálisis. Psicóloga de planta de la Unidad de Salud Mental del Hospital de Rehabilitación “Manuel Rocca”. Dedicada a la atención de pacientes con trastornos del lenguaje y con discapacidad auditiva. Miembro integrante del Comité de Atención de Personas Hipoacúsicas.
Puedes adquirir los libros aquí:
Tesoros escondidos: http://www.zonadesentidos.com/home/304-todos-a-jugar-tesoros-escondidos-y-otros-cuentos.html?search_query=jugar&results=35
La alfombra mágica: http://www.zonadesentidos.com/