La comunidad negra estadounidense teme por las consecuencias de una contienda electoral tan divisiva
Como dicen estos días por la metrópoli, Bernie Sanders no tiene un problema sino dos. El gobernador de Vermont se enfrenta en realidad a dos adversarios en las primarias neoyorquinas: Hillary y Bill. El expresidente de Estados Unidos recorrió el pasado fin de semana varias iglesias para respaldar a la exprimera dama. Le acusó, por ejemplo, de estar llevando una campaña más agresiva contra su legado y el del presidente Barack Obama que contra las políticas de los republicanos.
Sanders tendrá el acento roto de Brooklyn y su apariencia es más de un neoyorquino que la de los Clinton. Pero el matrimonio no necesita presentaciones en un Estado que en estas elecciones van a ser cruciales y ni mucho menos entre la comunidad negra, clave en la ciudad. Como dijo el senador Chuck Schumer en el icónico Teatro Apollo de Harlem durante el primer acto de campaña de Hillary Clinton, “cuando ella habla, es capaz de hacer cambiar las mentes y los corazones”.
Tras dejar la presidencia, Bill Clinton pudo haber elegido cualquier parte del país para establecer su fundación. Pero decidió establecerla inicialmente en Harlem, en la calle 125, a solo dos bloques del Apollo. Eso fue en el verano de 2001. Cerca de 2.000 vecinos se echaron entonces a la calle para celebrar un evento que marcó un cambio en el popular barrio al norte de Central Park. Clinton dijo que Harlem era un “lugar vivo, con gente que se preocupa por sus vecinos”.
La organización filantrópica de los Clinton se fue una década después del barrio, porque se había convertido en un negocio planetario y necesitaba más espacio. Los que fueron sus vecinos no le guardan rencor. “Los quiero hasta la muerte”, asegura Stanley Watt, que con más de 80 años no se pierde un evento, mientras alaba el trabajo que ella hizo durante ocho años como senadora y después como secretaria de Estado. Recuerda también lo que hizo por la ciudad tras el 11-S.
Amplio margen
Hillary Clinton aventaja a Bernie Sanders en las encuestas. Se lo debe, como explica Maurice Carroll, de la Universidad de Quinnipiac, al enorme apoyo entre las minorías. “El voto negro importa”, insiste. La demócrata tiene el 50% del voto blanco frente al 45% de su rival. Pero entre la comunidad afroamericana esa relación de fuerzas es del 65% contra el 28%. Hay indecisos, sin embargo, como el joven estudiante Eddison Altidor. “Quiero escuchar antes sus propuestas”, comenta.
Los Clinton tienen una estrategia muy bien definida para captar el apoyo de esta comunidad. Hillary ya mantuvo hace dos meses una extensa reunión con los líderes de los grupos que defienden los derechos civiles para exponerle un plan de 20.000 millones de dólares diseñado para dar más oportunidades de empleo a los jóvenes, para garantizar un tratamiento equitativo a los estudiantes, y para facilitar la propiedad de una vivienda e investigar los abusos raciales de la policía.
“Si pedimos a la comunidad negra que nos siga votando, los demócratas no podemos minimizar la realidad en la que viven”, admitió días atrás en un centro cultural en la avenida en Harlem dedicada a Malcolm X. “No se trata de aparecer por aquí cuando hay elecciones y construir una relación unas semanas antes del voto”. Fue un claro reproche a Bernie Sanders, y que volvió a repetir esre miércoles ante cerca de un millar de miembros de la organización que preside Al Sharpton.
Traspié de Bill
Bill Clinton, sin embargo, creó controversia en uno de los eventos del pasado fin de semana cuando varios activistas del movimiento Black Lives Matter. Los activistas criticaban las políticas que las políticas que adoptó cuando era presidente para reprimir los delitos no violentos impactaron injustamente a la comunidad negra. El expresidente se disculpó ante una congregación predominantemente negra, pero solo a medias. La familia de Eric Garner en Staten Island, víctima de la brutalidad policial, votará dividida en estas primarias el próximo 19 de abril.
La comunidad afroamericana se siente marginalizada, pese a que desde hace siete años el inquilino de la Casa Blanca sea negro. “No les importa lo enfadados o frustrados que estemos”, lamentó este miércoles el reverendo Sharpton antes de dar paso a Clinton. Como dijo la aspirante, el racismo es un problema “sistémico” pese a que “muchos americanos blancos crean que es algo que se dejó atrás”. “Tenemos que ponernos en vuestros zapatos”, concluyó.
Angela Rye se considera neutral, pero tiene claro que su familia no puede quedarse cruzada de brazos. “Nuestra voz y nuestro color importa”, reitera. “Los demócratas necesitan a la gente de esta sala”, añade el estratega Cornell Belcher mientras Armstrong Williams reta a su comunidad: «Deben ganarse nuestro voto, ya está bien de promesas vacías». El reverendo Sharpton no tiene intención de decir a quién apoyará. Sanders hablará ante la convención horas antes del debate en Brooklyn.
FUENTE: http://internacional.elpais.com/internacional/2016/04/13/estados_unidos/1460555161_852528.html