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El silencio de los inocentes

¿Por qué la mayoría pacífica es irrelevante?

«Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio porque yo no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio porque yo no era socialdemócrata. Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté porque yo no era sindicalista. Cuando vinieron por los judíos, no pronuncié palabra porque yo no era judío. Cuando finalmente vinieron por mí, no había nadie más que pudiera protestar.»   

–Martin Niemöller, pastor luterano alemán.

Un hombre, cuya familia pertenecía a la aristocracia alemana antes de la Segunda Guerra Mundial, fue propietario de una serie de grandes industrias y haciendas. Cuando se le preguntó ¿cuántos de los alemanes eran realmente nazis?, la respuesta que dio puede guiar nuestra actitud hacia el fanatismo.

“Muy pocas personas eran nazis en verdad, pero muchos disfrutaban de la devolución del orgullo alemán, y muchos más estaban demasiado ocupados para preocuparse. Yo era uno de los que sólo pensaba que los nazis eran un montón de tontos. Así, la mayoría simplemente se sentó a dejar que todo sucediera. Luego, antes de que nos diéramos cuenta, los nazis eran dueños de nosotros, se había perdido el control y el fin del mundo había llegado. Mi familia perdió todo. Terminé en un campo de concentración y los Aliados destruyeron mis fábricas…”

Se nos dice una y otra vez que el Islam es la religión de la paz y que la gran mayoría de los musulmanes sólo quiere vivir en paz. Aunque esta afirmación puede ser calificada de cierta, es totalmente irrelevante y sólo tiene la intención de hacernos sentir mejor. Significa que de alguna manera se busca disminuir el impacto de los fanáticos que arrasan en todo el mundo en nombre del Islam.

El hecho es que los fanáticos dominan el Islam, en este momento, en la historia. Son los fanáticos los que marchan. Son los fanáticos los que producen guerras en todo el mundo. Se trata de los fanáticos quienes sistemáticamente masacran cristianos o grupos tribales en África y se van adueñando gradualmente de todo el continente en una ola islámica. Estos fanáticos son los que ponen bombas, decapitan, asesinan. Son los fanáticos los que toman mezquita tras mezquita. Son los fanáticos los que celosamente difunden la lapidación y la horca de las víctimas de violación y homosexuales. Son los fanáticos quienes enseñan a sus jóvenes a matar y a convertirse en terroristas suicidas. El hecho cuantificable y duro es que la mayoría pacífica, la “mayoría silenciosa” es intimidada e imperceptible.

La Rusia comunista estaba compuesta de los rusos que sólo querían vivir en paz; sin embargo, los comunistas rusos fueron responsables por el asesinato de cerca de cincuenta millones de personas. La mayoría pacífica era irrelevante. La enorme población de China era también pacífica, pero los comunistas chinos lograron matar la asombrosa cifra de setenta millones de personas.

El individuo japonés medio antes de la Segunda Guerra Mundial no era un belicista sádico. Sin embargo, Japón asesinó y masacró en su camino hacia el sur de Asia Oriental, en una orgía de muerte que incluyó el asesinato sistemático de doce millones de civiles chinos; la mayoría muertos por espada, pala y bayoneta. ¿Quién puede olvidar Ruanda, que se derrumbó en una carnicería? ¿Podría no ser dicho que la mayoría de los ruandeses eran ‘amantes de la paz ‘?

Las lecciones de la historia son con frecuencia increíblemente simples y contundentes; sin embargo, para todos nuestros poderes de la razón, muchas veces perdemos el más básico y sencillo de los puntos: los musulmanes amantes de la paz se han hecho irrelevantes por su silencio. Los musulmanes amantes de la paz se convertirán en nuestro enemigo si no se pronuncian, porque al igual que mi amigo de Alemania, se despertarán un día y encontrarán que los fanáticos los poseen y el fin de su mundo habrá comenzado.

Los amantes de la paz, alemanes, japoneses, chinos, rusos, ruandeses, serbios, afganos, iraquíes, palestinos, somalíes, nigerianos, argelinos y muchos otros, han muerto a causa de que la mayoría pacífica no se pronunció hasta que fue demasiado tarde.

En cuanto a nosotros, que somos espectadores ante los eventos en desarrollo, debemos prestar atención al único grupo que cuenta: los fanáticos que amenazan nuestra forma de vida.

 

 

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