“No se trata de elegir entre el fracaso y el éxito, sino de escoger el riesgo y aspirar a la grandeza o no tomar ningún riesgo y asegurarnos la mediocridad”.
Si hubiera una sola palabra para definir a un futbolista extraordinario, ésta sería ‘arriesgado’.
En su libro Mi vida, David Beckham describe el momento en que se disparó su éxito e identifica un parteaguas en su vida como futbolista. Sucedió durante un encuentro contra el Wimbledon en el que se atrevió a chutar un tiro desde el medio campo, del que resultó un golazo.
Así lo relata: “Brian McClair me colocó la pelota delante, justo dentro de nuestro campo, y pensé: ¿Por qué no? ¡Chuta! Disparé y recuerdo que seguí con la mirada el balón […] Me pareció que estuvo siglos en el aire, flotando hacia la portería antes de caer por encima de Sullivan y hundirse en la red. En aquel momento no podía saberlo, pero ese instante fue el comienzo de todo: la atención, la cobertura de la prensa, la fama… Mi vida cambió para siempre aquella tarde en el sur de Londres.”
Así como un futbolista que no arriesga suele ser mediocre, quienes no arriesgan no cometen errores, pero nunca crecen.
Og Mandino afirma: “Nunca te avergüences de emprender algo aunque fracases, porque aquel que no ha fracasado nunca, no ha intentado tampoco nada.”
Sin embargo, el miedo al fracaso no debe ser infravalorado. El miedo bloquea y paraliza, ésa es la razón principal por la que pocos asumen riesgos aunque el posible beneficio sea grande. Según David Beckham, “en los partidos verdaderamente importantes, a veces el miedo a fallar nos impide poner en práctica la clase de juego del que somos capaces.”
En su libro Jugar con el corazón, el coach deportivo Xesco Espar propone la siguiente reflexión: “Si pensamos en el punto de la vida en el que nos encontramos y echamos la vista atrás, nos daremos cuenta de que cada vez que nuestro destino dio un paso hacia delante fue porque afrontamos un reto lleno de riesgo. Lo que tenemos y lo que somos es fruto de los riesgos que hemos tomado.”
Pero ¡ojo!, los riesgos que has tomado en el pasado no te llevarán más lejos, ya te sirvieron para llegar adonde estás ahora. Si quieres ir más allá, si quieres crecer y explotar tu potencial, debes encarar nuevos retos y asumir con coraje el riesgo que conllevan.
Para decidirte a hacer esa jugada que sueñas, pero que no has hecho por el temor a fallar, mira tu situación desde la siguiente perspectiva: al intentar lo que quieres, lo peor que puede pasar no es tan malo, y pase lo que pase, eso no es el final. Wayne Gretzky, uno de los más grandes jugadores de hockey sobre hielo de la historia, decía: “Yo fallo el cien por ciento de los tiros que no intento.”
Es preferible intentar y fracasar que no intentar y fallar por omisión, o peor aún, arrepentirse de no haber hecho nada.
Para triunfar hay que arriesgar. De modo que toma el balón de la vida y ¡conviértete en un crack!