Hoy te espero, amado mío, como tantas veces, mirando plácida y esperanzadamente al horizonte, te espero con la certeza de que en el camino correcto, en el momento indicado y con el entusiasmo de un niño vienes buscando tu sueño, mi sueño más largamente concebido…
Lo sé, y de tanto saberlo lo siento, tú me intuyes, tú me buscas, tú me sabes y ninguno de los dos descansaremos hasta que nuestros ojos se encuentren, nuestras almas se reconozcan… no hay palabras, sólo miradas que se entrelazan y derraman cascadas de emociones nunca contadas…
Lo sé, y de tanto saberlo se ha convertido en un credo, en un sueño fundido con la realidad, en un dulce tormento… lo sabes, y de tanto saberlo cada noche elevas tu mirada pensando que ambos miramos la misma Luna, el mismo cielo, que de un modo extraño nos conectan, y nos hablamos, y nos reímos, y a veces de vacío los dos lloramos un río…
Y te siento, a veces tan cerca que me estremezco, me parece sentir tu respiración acompasada al lado mío y sé que me piensas, que te preguntas cuándo mirarás mis ojos, cómo lucirá mi rostro, el sonido de mi voz… y me intuyes, y te sueño, y me esperas y te pienso…
Y lo sabes, somos un poema de antaño establecido, nunca nos hemos visto, pero nos sabemos, nos sentimos, nos esperamos, nos intuimos y en la dulce espera nos comunicamos con palabras de profundo amor callado y bendecido…
Lo sé muy bien, tanto como lo sabes tú, amado mío, en el camino correcto, en el momento indicado y con el entusiasmo de dos niños nos encontraremos y será un sueño de amor real y largamente por ambos merecido…