Los 250 años entre 475 y 221 a.C. se conocen en China como el periodo de los Reinos Combatientes debido a la división política existente entre 7 Estados Feudales. Al final de este periodo la provincia de Qin había vencido a los otros feudos tras sangrientas luchas. Las murallas construidas por los estados para mantener alejadas a las tribus nómadas del norte y a los otros estados fueron los precursores de la Gran Muralla China. Diferentes filosofías evolucionaron hacia las Cien Escuelas del Pensamiento, principalmente el Confusionismo y Taoísmo. El sistema imperial que se inició durante la dinastía Qin creo un esquema que se desarrolló durante los siguientes dos milenios. Sun Wu fue un general que vivió en esas conflictivas épocas en la Provincia de Wei, según la leyenda al mando de 30,000 hombres derrotó a un ejercito de 200,000 de la provincia de Chu, ganándose con este triunfo el título de Sun Tzu que significa “Maestro de la Guerra”.
A este estratega se le atribuye la autoría de el Libro El Arte de la Guerra, en el que resume sus experiencias bélicas y formula una teoría militar completa. Compuesto de 13 capítulos, cada uno de los cuales está dedicado a un aspecto de la guerra. Se conoce comúnmente como la obra definitiva sobre la estrategia militar y la táctica de su tiempo. Ha sido el más famoso e influyente de los Siete Clásicos Militares de China, y durante los últimos dos mil años sigue siendo el tratado militar más importante en Asia, donde incluso la gente del pueblo lo sabía por su nombre. Escrito en forma de parábolas repletas de silogismos y aforismos, ha tenido una influencia más allá del pensamiento militar. Aunque tiene alrededor de 2,500 años el libro es de lectura obligada por la acertada contundencia de sus conclusiones para todos los mandos gerenciales en esta época de Grandes Corporativos, en donde el mercado es la conquista final.
Considera la guerra como un mal necesario que debe evitarse siempre que sea posible. Señala, “la guerra es como el fuego, la gentes que no depongan las armas morirán por las armas”. La guerra debe ser combatido con rapidez para evitar pérdidas económicas, aconseja evitar las matanzas y atrocidades, pues estas solo incrementan la resistencia del adversario.
La esencia del pensamiento de Sun Tzu consiste en la apuesta por métodos no violentos para alcanzar la victoria en un conflicto. El arte de la guerra se fundamenta en el engaño, dejó escrito, y siempre es preferible ganar sin luchar. Gran parte de la cultura estratégica de China suscribe la idea de que no es la fuerza material la clave del poder, lo cual no quiere decir que sea irrelevante, sino la moral y la inteligencia. Es la atracción cultural la fuerza más eficaz para doblegar cualquier hostilidad. Por eso la construcción de una civilización espiritualmente superior a todas las demás es el principio de cualquier posición invencible y el fomento de su poder seductor la mejor garantía para una convivencia pacífica. La similitud con el poder blando es notoria. Tal era, en parte, la lógica que inspiró los reinos tributarios de China durante varios siglos y que fue eficazmente puesta en practica por el Imperio Romano y los Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial.
Sun Tzu afirmó que “El arte de la guerra es de vital importancia para el Estado. Es una cuestión de vida y muerte, un camino de seguridad o de ruina. Por lo tanto, es un tema que debe ser vigorosamente estudiado”. El libro se conforma por un conjunto ordenado de reflexiones que nos ayudan a comprender las raíces de un conflicto y buscar la solución más ventajosa, la cual no siempre consiste en el enfrentamiento. La aparente simplicidad de las propuestas encubre un sinnúmero de sentidos. Su mayor enseñanza quizás sea que la estrategia es superior a cualquier tipo de violencia, y la inteligencia, mejor que la brutalidad.
Sun Tzu cree que la fuerza moral y las facultades intelectuales del hombre son decisivas en la guerra, y que si estas son aplicadas correctamente se alcanzara la victoria. Nunca debe ser iniciada irreflexiva o temerariamente, la guerra debe estar precedida de medidas proyectadas para crear condiciones favorables. El conquistador maestro frustra los planes del enemigo y rompe sus alianzas. El crea brechas entre el soberano y los ministros, superiores e inferiores, comandantes y subordinados. Sus espías y agentes están activos en todas partes, reuniendo información, sembrando la disensión y alimentando la subversión. El enemigo es aislado y desmoralizado; y rota su voluntad de resistencia. De esa forma su ejército será conquistado sin combate, sus ciudades ocupadas y sus gobiernos derrocados. Solamente cuando el enemigo no pueda ser derrotado por estos medios quedará entonces el recurso del combate, el cual deberá ser estrictamente planeado.
La obra de Sun Tzu llegó por primera vez a Europa en forma de una breve traducción realizada por el sacerdote jesuita J. J. M. Amiot en 1772. El título dado al libro en Occidente no corresponde exactamente con el que tiene en chino. Se debe al que se le dio a la primera traducción publicada en una lengua occidental, L’art de la guerre.
Mao Tse Tung escribió: “Hay un dicho en el libro de Sun Tzu, el gran científico militar de la China antigua: Conoce a tu enemigo y conócete a ti mismo, y en cien batallas nunca serás vencido. Este dicho se refiere tanto al aprendizaje como a la aplicación, y tanto al conocimiento de las leyes de la realidad como a las decisiones respecto de nuestras propias acciones de acuerdo con esas leyes para superar a los enemigos que nos enfrentan. No deberíamos tomar ese dicho frívolamente.”