Este general francés de ascendencia africana era tan valiente, inteligente y fuerte que incluso Napoleón estaba celoso de él. Sus enemigos se referían a él como el “Diablo Negro”.
Este general francés de ascendencia africana era tan valiente, inteligente y fuerte que incluso Napoleón estaba celoso de él. Sus enemigos se referían a él como el “Diablo Negro”.
Su padre era un aristócrata francés y su madre una mujer haitiana. Fue criado en el típico estilo aristocrático y su padre no escatimó en gastos en su educación militar.
Para ser un hombre del siglo XVIII, parecía un gigante temible. Thomas-Alexandre Dumas medía más de 1.80 metros de altura y era increíblemente fuerte, como un Hércules.
Durante la Revolución Francesa se unió al ejército francés y rápidamente avanzó en las filas debido a su habilidad en el manejo de la espada, su fuerza y su ingenio en las tácticas de batalla. Ganó gloria y fama, todos en París conocían su nombre.
Aquí hay una lista de sus hazañas:
Él solo derrotó a más de una docena de soldados austríacos, capturó a doce y los condujo de regreso consigo al campamento francés. Realizó esta hazaña por segunda vez, tomando dieciséis prisioneros.
Thomas-Alexandre Dumas no tuvo miedo de liderar a sus hombres a la batalla desde el frente. Derrotó con éxito a la caballería austríaca, capturó una ciudad entera y tomó 1500 prisioneros, ¡todo en un día!
Cuando le dispararon a su caballo por debajo de él, Dumas se negó a ser derribado y usó su caballo muerto como escudo contra el fuego de mosquete. Cuando los soldados enemigos cargaban, él los derribaba y logró detener a la caballería antes de que llegaran los refuerzos.
En 1796 se incorporó al ejército de Italia comandado por Napoleón Bonaparte. Al año siguiente un altercado con el general Berthier, jefe del estado mayor que había infravalorado su papel en una de las batallas, provoca que su división sea disuelta y pase a estar integrada en la del general Masséna. Sin embargo, recupera su prestigio militar cuando consigue rechazar una contrataque austríaco sobre el puente de Brixen y en el que demuestra un gran valor —resultando herido—. Como recompensa a su valentía, Napoleón Bonaparte le concede el sobrenombre de «Horacio Cloclès del Tirol» (del nombre de un héroe de la Roma antigua); los austríacos lo llaman «el Diablo negro».
En 1798 participa en la Campaña napoleónica en Egipto y Siria, en la que se intensifica su relación personal con Napoleón, quien le concede el mando de la caballería del ejército de Oriente. Así, es uno de los primeros en entrar en Alejandría y uno de los generales que dirige la represión de la revuelta de El Cairo del 21-22 de octubre de 1798. Pero entonces su relación con Bonaparte ya se había deteriorado debido a que había criticado la marcha forzada de Alejandría a El Cairo ordenada por Napoleón en julio, durante la que muchos hombres murieron de agotamiento y de hambre. Bonaparte accede entonces a que vuelva a Francia. Zarpa de Alejandría el 7 de marzo de 1799. Se dice que cayó en desgracia cuando le dijo al futuro emperador Bonaparte: «Por la gloria y el honor de la patria, yo daría la vuelta al mundo, pero si solo se tratara de un capricho suyo, no daría un solo paso».
En su viaje de regreso a Francia fue hecho prisionero por los napolitanos cuando navegaba cerca de Tarento. Permaneció en cautividad entre el 17 de marzo de 1799 y el 5 de abril de 1801. Durante ese tiempo fue objeto de malos tratos por lo que cuando quedó libre su salud se había deteriorado ostensiblemente y presentaba varias lesiones físicas: cojo, medio ciego y sordo, con una úlcera de estómago que le acabaría llevando a la muerte. El 13 de septiembre de 1802 Napoleón, primer cónsul de la República, lo obligó a pasar a la reserva, como a otros oficiales de su ejército. Recibe una pensión de 4000 francos, que le asegura un cierto bienestar, aunque nunca llegó a recibir los atrasos que se le debían por su participación en la campaña de Egipto y por su cautividad en Italia.
Según algunas fuentes su rechazo a participar en el sofocamiento de la rebelión de esclavos en Haití fue lo que le hizo caer en desgracia. Pero según Frédéric Régent, «Dumas fue más bien víctima de sus sentimientos republicanos que de su color», aunque este mismo historiador destaca que solo unos meses antes de su pase a la reserva Napoleón había aprobado el decreto de 16 de julio de 1802 por el que se restablecía la esclavitud. Solo gracias a un privilegio especial pudo escapar a la orden de Bonaparte que prohibía la presencia de oficiales y de soldados de color en la región militar de París. Dumas vivía en Villers-Cotterêts junto a su esposa Marie-Louise-Élisabeth Labouret. Allí murió en 1806. Murió de cáncer de estómago el 26 de febrero, cuando su hijo Alejandro Dumas contaba tres años y siete meses.
Se casó en Villers-Cotterets el 28 de noviembre de 1792, con Marie-Louise Labouret (1769-1838), hija de Claude Labouret, posadero y comandante de la Guardia Nacional. De esta unión nacieron dos hijas, una de las cuales murió prematura, y un hijo, Alejandro Dumas (padre), en julio de 1802, que se convertiría en un famoso escritor. Gracias a la ayuda del sacerdote llamado al lecho de su padre, el padre Louis-Chrysostome Gregory (1767-1835) el joven Alejandro Dumas logró escapar de la pobreza y una educación de clases particulares.
El general usó diversos nombres a lo largo de su vida Thomas-Alexandre Davy de la Pailleterie, Alexandre Dumas, Alex Dumas, y Thomas-Alexandre Dumas-Davy de la Pailleterie. «Davy de la Pailleterie» es el apellido de su padre y Dumas el de su madre. También empleó Thomas Rethore (o Retore), cuando siendo adolescente viajó con papeles de esclavo a Francia. Alexandre Dumas lo utilizó por primera vez al registrarse como soldado en el regimiento de Dragones de la Reina. Desde 1794 usó Alex Dumas aunque en algunos documentos más formales —como la partida de nacimiento de su hijo, el escritor— firmaba como Thomas-Alexandre Dumas-Davy de la Pailleterie.
En febrero de 1906, cien años después de su muerte, se erigió una estatua en su honor en París gracias a una campaña de recaudación de fondos que lideró Anatole France. La estatua era obra de Alphonse Perrin de Moncel. Anatole France dijo del general que fue el más grande de los Dumas, que arriesgó su vida y que murió pobre «Tal existencia es una obra maestra con la que nada se puede comparar«. La estatua fue destruida por los colaboracionistas de los nazis justo antes de la visita de Hitler a París, en el invierno de 1941–1942 y nunca se restauró ni se repuso.
El 4 de abril de 2009, se inauguró un nuevo monumento en su honor, donde había estado antes: la plaza del General Catroux de París.
Su nombre figura en el muro sur del Arco del Triunfo.
Hay también un museo en su nombre (y de su hijo) en Villers-Cotterêts.
Debido a su destreza en la batalla y su reputación como excelente táctico militar, Dumas se convirtió en general en la campaña de Napoleón en Egipto. Durante una revuelta que se centró en la Gran Mezquita de El Cairo, capturó la Gran Mezquita y dispersó a los rebeldes. Napoleón admiraba esta hazaña, aunque también despertó sus celos.
En años posteriores, Napoleón encargó a un artista que pintara esta histórica victoria, pero instruyó que se borrara de la escena al general Dumas y en su lugar apareciera él mismo en la pintura, entrando en la mezquita.
El cuadro de La Revuelta de El Cairo sería históricamente preciso si fuera un hombre negro el que llevara el sable.
Comparado con la pequeña estatura de Napoleón, Dumas tenía una figura proporcionada y elegante, lo cual provocó más celos. El director médico en campaña escribió que los egipcios se mostraron consternados cuando vieron a Napoleón por lo «bajo y flaco que era».
En comparación, escribió que Dumas, con su poderoso físico encima de su caballo, lucía formidable, como un centauro. La población a menudo asumía erróneamente que él era el líder de la expedición.
A diferencia de los lacayos de Napoleón, Dumas no tuvo miedo de decir lo que pensaba y criticó la campaña egipcia, especialmente después de que el almirante Nelson derrotara a la armada francesa. Después de una larga pelea, Dumas abandonó la campaña egipcia para regresar a Francia, pero fue capturado a bordo de su barco y pasó dos años en prisión.
Después de su liberación, Napoleón continuó perjudicando a Dumas hasta el final y bloqueó cualquier ayuda financiera a él y su familia. Cuando uno de los generales de Napoleón mencionó al general Dumas, el emperador Napoleón dio un pisotón y dijo: “Te prohíbo que me hables de ese hombre”.
Antes de su muerte, el general Dumas le contaba a su hijo pequeño, Alexandre Dumas, historias sobre sus días aventureros y heroicos. Ese hijo creció y se convirtió en un renombrado y célebre escritor, autor de “Los tres mosqueteros” y “El conde de Montecristo”.
Alexandre Dumas resucitó a su padre en historias de gloria, honor, caballería y heroísmo que perviven tres siglos después.