Educar con el fracaso no es una locura

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A nadie le gusta experimentar el fracaso, mucho menos a los padres modernos que le damos mucha importancia al éxito de nuestros hijos. Por esta razón, una de las características principales de los padres de hoy en día es tratarles de ahorrarles problemas, obstáculos y fracasos a nuestros hijos. Así vemos padres con hijos de cualquier edad resolviendo problemas con los maestros, tratando de hablar con los entrenadores deportivos, y haciendo los proyectos del colegio para que sus hijos resulten ganadores.

Sin embargo, hay estudios recientes que afirman que los beneficios del fracaso pueden ser más numerosos que los que experimentan las personas que tienen éxito en el primer intento. Las personas que no se enfrentan a sus fracasos tienden a poner excusas por sus errores, sin esforzarse en mejorar. En cambio, la respuesta emocional al fracaso, concentrarse en las emociones después de un fracaso y reflexionar sobre ellas, les lleva a esforzarse más la próxima vez que lo intentan.

8 maneras en las que nuestros hijos se benefician de los fracasos

  1. Si nuestros hijos solo saben experimentar emociones agradables tendrán problemas en el futuro cuando les toque sentir tristeza, enojo o frustración. El fracaso los ayuda a sentir y expresar estas emociones y a aprender a manejarlas.
  2. Pueden aprender de sus errores. Los fracasos permiten a nuestros hijos reflexionar en lo que hicieron mal para que lo puedan mejorar. Aprender de los propios errores es una lección importante para el futuro.
  3. Los ayuda a ser perseverantes. Si las cosas siempre les salen bien a la primera nunca serán capaces de persistir, porque no lo han necesitado. La perseverancia es una virtud muy necesaria para lograr algo en la vida.
  4. Podemos enfocarnos con ellos en el esfuerzo más que en el resultado. Un niño que siempre triunfa puede tender a ver el logro como la gran recompensa y como lo único importante. Estar con los hijos en sus fracasos y ayudarles a ver el camino recorrido, así como el esfuerzo que pusieron para llegar hasta ahí, nos convertirá en padres más compasivos y a ellos en niños sanos emocionalmente.
  5. Los ayuda a ser más empáticos y compasivos. Un niño que se ha enfrentado al fracaso es capaz de ser más compasivo ante los fracasos y frustraciones de los demás. Es más propenso a ponerse en el lugar de los otros e incluso de ayudarlos en sus fracasos.
  6. Les ayuda a tener una autoestima realista. Un niño que siempre triunfa puede tener una visión poco acertada de sí mismo. Al compararse con los demás siempre se verá como superior y le costará más trabajo reconocer sus defectos. El fracaso nos ayuda a ver en nosotros mismos las cosas buenas, y las no tan buenas también, acercándonos a un autoconcepto más real.
  7. Nos da la oportunidad de apoyarlos y estar ahí para ellos. Los fracasos son oportunidades para contener emocionalmente a nuestros hijos y ser su apoyo. Tenemos la oportunidad de demostrarles que estamos ahí para ellos, y enseñarlos a responder emocionalmente a situaciones desfavorables.
  8. Los ayuda a pensar más creativamente. Los fracasos nos ayudan a salir de nuestra zona de confort y a intentarlo de nuevo con otras técnicas y maneras de hacer las cosas. Nos ayuda a ser más creativos y a buscar distintas soluciones a los problemas. se puede aprender y crecer con estas experiencias.